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«Puso este título, dice Mariño de Lovera (Crónica del Reino de Chile, pág. 256) por los Infantes de Lara, de quien él mismo descendía». Cuenta también el mismo cronista (pág. 260) que reunidos los cabildantes del pueblo el día 17 de setiembre de 1589, «mandaron que se llame de Los Infantes, como él (Don García) la nombró y pobló, y no de otro nombre, y que así se pregone, etc.».

 

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Góngora Marmolejo, Historia de Chile, pág. 89. Establece este autor que don Miguel de Velasco fue quien segunda vez verificó la población; por razones que no es del caso expresar aquí, creemos más acertado el parecer de Carvallo, (Descripción histórico-geográfica, t. I, pág. 133) a quien seguimos en el particular.

Por un manifiesto error tipográfico se ha dicho en el Diccionario geográfico de Chile [art. Infantes de Angol, pág. 162] que el hecho tuvo lugar en 1650.

 

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Cuando Nicolás Antonio dijo pues en su Bibliotheca Hispana nova (tomo 2.º pág. 224) Petrus de Oña, Chilensis natu forsam, demostró con toda evidencia que jamás había visto el Arauco Domado.

 

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Compruébase este hecho con el testimonio de Góngora Marmolejo, quien en la pág. 191 de su obra refiere que el licenciado don Juan Torres de Vera que fue enviado a fines de 1570 al socorro de la ciudad, «recogió algunos vecinos que estaban apartados de los demás», los cuales, como veremos, no eran muchos.

 

185

Góngora Marmolejo, lugar cit.

 

186

No nos atrevemos a asegurar de fijo esta circunstancia, por cuanto expresa Carvallo, (Obr. cit., I, pág. 64) «de la primera fundación, se ha perdido el libro en que se consignaban esos nombres», único documento que pudiera alejar toda vacilación.

 

187

Góngora Marmolejo, Ibid.

 

188

Aunque no sabemos cuántos ni cuáles fueron los otros hijos del capitán Oña, deducimos que Pedro fue el mayor, del hecho siguiente:

Cuando el poeta do a luz su Arauco domado, el licenciado Gaspar de Villarroel y Coruña lo dedicó a nombre de la «Antártica Academia», un soneto, publicado al frente del libro, que dice así:

Si agradecer a Engol, sagrado Lima,

que al Oña primogénito te enviase

a que con voz angélica cantase

del príncipe que el cielo tanto estima, etc.

No vemos tampoco con qué fundamento pudiera decirse que primogénito está tomado aquí en sentido figurado.

 

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«El apellido de Oña -dice don Juan María Gutiérrez-, no es oscuro en América, particularmente en los primeros tiempos de la dominación española. Un Oña, del mismo nombre de nuestro poeta, fue maestre de campo de don Diego de Almagro, durante las guerras civiles del Perú; y el primer provincial de la orden religiosa de San Francisco en aquel mismo reino, fue fray Luis de Oña, por los años de 1553.

En el antiguo reino de Quito existió también una villa de Oña, en la latitud de los 3º, 21', no sabemos si denominada así en recuerdo de su fundador o de lugares de España que tienen igual nombre». El Arauco domado, pág. 6.

Con el mismo nombre y apellido del poeta chileno se firmaba un fraile natural de Burgos, cuyas obras enumera Nicolás Antonio en las págs. 223 y 224 del tomo 2.º do su Bibliotheca:

Artium Cursum, sin fecha ni lugar de impresión;

Introductionem ad Aristotelis dialecticam, Compluti, 1593, en 4.º;

In magnam Aristotelis Conmentaria et Quaestiones;

In Philosophiam, seu Physicorum libros VIII. Commentaria et Quaestionex, Compluti 1593, 4.º

Primera parte de las postrimerías del hombre, Madrid, 1603, fol.

Sermones.

Dos de estas obras existen en la Biblioteca Nacional de Santiago.

Contemporáneo del chileno Pedro de Oña fue, por último, el licenciado don Tomás de Oña, que dio a luz en Madrid en 1664, un libro intitulado Fénix de los ingenios, que renace de las plausibles cenizas del certamen que se dedicó a la venerabilísima imagen de N. S. de la Soledad en la célebre translación a su sunptuosa capilla.

 

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Se funda nuestra deducción en que Oña no pudo llamarse «natural de los Infantes de Engol» sino desde 1560, época en que se dio este nombre a Los Confines; y en que, habiendo muerto el capitán Gregorio de Oña en 1570, ha debido, en consecuencia, nacer en alguno de los años intermedios.