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251

Rosales, lug. cit.

 

252

Esto debe entenderse en el sentido de que no volvió segunda vez a la Península, porque ya hemos visto por sus palabras que antes de mayo había estado en Zaragoza.

 

253

De lo que asienta Rosales se deduce que Mendoza (cuyo apellido era Monteagudo por su madre) falleció en Chile antes de 1666, época en que escribía al jesuita, pues de otra manera no habría podido decir: «si hubiera ido», etc.

 

254

Puren indómito, Canto XXIII, pág. 463.

 

255

Id., Canto XI, pág. 216.

 

256

Vicuña Mackenna, Historia de Valparaíso, tomo I, pág. 40.

 

257

Mariño de Lovera, pág. 157. Vicuña Mackenna. Obr. cit., pág. 41 y ss.

 

258

El nombre de Álvarez de Toledo se encuentra generalmente en las crónicas de Chile por la circunstancia de que un indio suyo, a quien había criado, llamado Andresillo, fue el autor de una traza que se dieron los araucanos para sorprender a los españoles. Véase a Rosales, t. II, pág. 223, y a Gay, II, pág. 113.

 

259

Van aquí las curiosas noticias que de la alcurnia y localidad de los Álvarez de Toledo da el señor Vicuña Mackenna en su curiosa y prolija Historia de Santiago. «Los Lazo de la Vega descienden por línea femenina de Francisco Álvarez de Toledo, el primero de los de este nobilísimo apellido que vino a Chile por una «calaverada», según dicen. Partió, en efecto, a América en 1555, esto es, quince años después de la fundación de Santiago, y fue su hijo Gonzalo Álvarez de Toledo, que murió en 1614, dejando el vínculo que hoy goza el último de la línea directa de los Lazo en uno de los ángulos de la plaza principal. Una nieta de aquel, doña Blanca Guijón, que falleció en 1663, dejó una hija llamada doña Isabel López Torres Guijón, y por haberse casado ésta con don Lorenzo Lazo de la Vega, nieto del conquistador don Francisco, resultaba el entroncamiento de los Lazo con los Álvarez de Toledo.

»Ocurre con este motivo una curiosa cuestión de heráldica y genealogía, porque los Álvarez de Toledo de Chile, que no son pocos, pretenden ser descendientes directos del duque de Alba, y en efecto, don Silvestre Lazo, como el último poseedor del mayorazgo de Gonzalo Álvarez de Toledo, estuvo por hacer viaje a España antes de 1810, pues aseguraba que existía en la cancillería de Valladolid un árbol genealógico autorizado por Carlos V en 1555, del cual resultaba que se daba por extinguida la familia de los duques de Alba en la península y se reconocía sólo la de Chile.

»Pero hay en esto uno de los errores comunes de nuestros compatricios, que el que menos pretende venir de Aníbal o del Cid, siendo que hay familias en Chile, según en otra ocasión veremos, que descienden en línea recta de los Reyes Magos... En efecto, Francisco Álvarez de Toledo, el primero de este nombre que vino a Chile, era sólo un honrado y valiente capitán, natural de Sevilla, oriundo de una familia de Baena en la diócesis de Córdova, y antes de pasar a América en el mismo año de 1555 (en que se dice debió heredar la corona ducal de Alba) rindió en Granada una información, de la que resulta ser un simple hidalgo de adarga y rocín como el de la Mancha. Esto mismo resulta de una información levantada un siglo después en Granada (1634) por un canónigo Agramonte, sobrino nieto del primer ex duque de Alba americano, cuyos papeles hemos visto impresos y, por tanto, no es indiscreción nuestra sino de los pergaminos el que esta ilusión ducal venga al suelo». Tomo I, pág. 220, nota.

 

260

En una Información iniciada en 1638 para la averiguación de ciertos desacatos cometidos por algunos soldados en la persona del oidor don Pedro Machao de Chávez de quien hablaremos en la Segunda Parte de esta obra aparece la declaración de un licenciado que se firmaba también Hernando Álvarez de Toledo. Archivo de Indias, Cartas y expedientes e personas particulares, legajo 7.º. ¿Acaso sería éste nuestro Hernando cambiado de militar en licenciado? Parece evidente que esto no pasa de ser una simple coincidencia de nombres y fechas.