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La Araucana

D. Alonso de Ercilla y Zúñiga



Retrato de Alonso de Ercilla

Don Alonso de Ercilla y Zúñiga

Portada



A don Enrique Matta Vial

Por la inteligente protección que desde supuesto de sub-secretario del Ministerio de Instrucción Pública dispensa a las letras chilenas, y por el empeño que ha manifestado de que saliese a luz esta edición del primero y más acabado de nuestros poemas nacionales, se la dedica con el afecto de verdadero amigo.

José Toribio Medina.



  —[VII]→  

ArribaAbajoAdvertencia del editor

Persuadidos de que hacía falta en Chile una edición digna de la nación que ha tenido la suerte, única en los tiempos modernos, de que sus orígenes hayan sido inmortalizados por la epopeya más notable de la literatura castellana, desde años atrás habíamos venido acariciando el proyecto de realizarla y de ofrecerla a nuestra patria como debido homenaje a los heroicos defensores de su suelo en tiempo de la conquista, a los valientes y esforzados españoles que la incorporaron a la civilización y al poeta insigne que con levantada inspiración consignó para la posteridad las hazañas de unos y otros.

Al llevarla a término, expresaremos en breves palabras la manera con que para este intento hemos procedido.

PRELIMINARES. -Al principio de cada una de las tres Partes de que consta el poema hemos reproducido únicamente los que son del autor, dejando para agregar a continuación del texto los que proceden de otras fuentes, como ser, las licencias, aprobaciones, elogios en prosa y verso, etc., que acompañan a las ediciones de los siglos XVI, XVII y XVIII, los cuales se insertarán siguiendo el orden cronológico en que vieron la luz pública. Hemos preferido este sistema por cuanto en realidad esas piezas han pasado a ser hoy simples documentos biográficos, habiendo perdido la importancia   —VIII→   y el carácter que revistieron en un tiempo en que la ley o la costumbre exigían su inserción antes del cuerpo de la obra.

TEXTO. -Para la publicación del texto hemos seguido el de la edición de Madrid de 1589-1590, última que salió en aquella ciudad en vida de Ercilla, y la cual sin duda fue impresa bajo la inmediata inspección del poeta, pues si bien durante sus días vio la luz pública la de Barcelona de 1592, ésta, por el lugar en que se imprimió, no pudo reunir las mismas condiciones de autenticidad que aquélla.

En cuanto a los cantos agregados a la obra después de la muerte del poeta y que aparecieron por primera vez en la edición madrileña de 1597 del Licenciado Castro, no podíamos en esa parte elegir otra, como que, según la opinión corriente, para ella debió tener a la vista los borradores del autor, los cuales fueron, a lo que se cree, entregados por la viuda al editor.

Al fin del texto consignaremos las variantes que respecto de la edición que seguimos se encuentran en todas las que aparecieron con anterioridad a ella en la Península y que hoy se conocen, a excepción de la primera de la Primera Parte, que vio la luz pública en Madrid y de que existen sólo tres ejemplares en Europa; la de 1585 de la misma ciudad, la de Lisboa de 1582 y la de Zaragoza de 1590, que no nos ha sido posible tener a la vista hasta ahora. Hemos debido hacer caso omiso de las de Amberes de 1575 y 1586 y de Perpiñán de 1596, por haber sido publicadas en el extranjero, lejos de la vista del poeta, y, por lo tanto, sin autoridad alguna para el caso.

Como se verá, de algunas de estas ediciones hemos podido y debido aprovechar parte de los preliminares que llevan y que no se encuentran en las que nos han de servir para el texto del poema.

Eliminadas esas ediciones del cotejo de su texto por las causas dichas, apuntaremos respecto de las dos que seguimos las variantes que se hallan en las de Salamanca, 1574; Zaragoza, 1577; dos de Madrid, 1578, una en 4.º y otra en 8.º; Zaragoza, del mismo año 1578; edición príncipe de la Tercera Parte, Madrid, 1589; Barcelona, 1592; y, por fin, la de la Real Academia de la Lengua, Madrid, 1866.

BIBLIOGRAFÍA. -A los preliminares seguirá la bibliografía de La Araucana con facsímiles de todas las ediciones que conocemos de los siglos XVI, XVII y XVIII.

  —IX→  

RETRATOS DE ERCILLA. -Insertaremos también todos los que se grabaron durante el mismo período, y tomando por modelo el de la primera edición, que muestra al poeta en los años en que vivió entre nosotros y comenzó a escribir su obra, hemos hecho grabar uno de tamaño mucho mayor, que es el que se ve al principio.

BIOGRAFÍA DE ERCILLA. -Reconstituida del modo que dejamos indicado la obra de Ercilla, debemos expresar cuál es la labor que nos hemos impuesto para ilustrarla de cuantas maneras han estado a nuestro alcance. En ella merece el primer lugar la biografía del poeta. Por más que Ferrer en España y Ducamin en Francia han adelantado considerablemente lo que hasta ahora se sabía de la vida del cantor de Arauco, nuevos documentos van a permitirnos estampar a ese respecto noticias hasta ahora desconocidas, especialmente por lo que toca a su permanencia en América, y, sobre todo, en Chile. Al fin del volumen insertaremos íntegros los documentos en que apoyamos nuestra relación.

ESTUDIO DE «LA ARAUCANA». -Esta parte de nuestra tarea comprenderá varios particulares. Primero: la verdad histórica del poema comparando sus dictados en los pasajes más culminantes con lo que al respecto consta de los documentos y autores contemporáneos. Segundo: las noticias biográficas, más o menos extensas, de todos los personajes recordados por Ercilla, según los datos de que podemos disponer. Tercero: la geografía de la obra, que ilustraremos con la reproducción del mapa grabado para la edición de Sancha de 1776. Cuarto: explicación de los vocablos indígenas empleados en el poema; y quinto, la filosofía que el poeta muestra en sus versos.

ILUSTRACIONES DE LA OBRA. -Éste ha sido para nosotros el punto más escabroso de nuestra empresa. Deseábamos que en esta obra nacional, genuinamente chilena, hubiesen colaborado todos nuestros artistas; desgraciadamente no nos ha sido posible realizar semejante ideal, habiendo tenido que contentarnos con lo poco que en este orden pudimos conseguir. Los principales asuntos tratados lo han sido por el malogrado pintor don Pedro León Carmona, perdido para la patria en lo mejor de sus años.

Esta deficiencia insubsanable hemos tratado de llenarla con paisajes tomados del natural, a los cuales se hace alusión en La araucana, con retratos, copias de cuadros, etc.



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