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Poesías

Francisco de la Torre






ArribaAbajoLibro primero




ArribaAbajoSoneto 1


   Vos, a quien la fortuna dulce espira,
Títiro mío, la gloriosa llama
cantando, vuestro Tajo y mi Xarama
paráis al son de vuestra hermosa Lyra.
   Yo, aquí donde conmigo viuo en ira,  5
absente de la nieue que me inflama,
cuelgo mi caramillo de vna rama
de salce y lloro, lloro y él suspira.
   ¡Quánto es mejor q[ue] el mío v[uest]ro estado,
pues que gozáis presente del sentido  10
que robó por los ojos la alma firme!
   Yo, para lamentar y arder nacido,
la vida esquiuo y aborrenco el hado.
¡O, sólo vos no os esquiuéis de oírme!




ArribaAbajoSoneto 2


   Rompe la niebla de la noche fría,
de nieue y ostro y de cristal ornada,
de perlas orientales esmaltada,
rosada Aurora, y apareze el día.
   Descubre el campo la veldad q[ue] auía  5
conuertido en espanto la cerrada
y escuríssima noche y de passada
enriqueze la tierra de alegría.
   Tal a mis ojos la veldad diuina
del ídolo puríssimo que adoro,  10
Aurora clara con tu paz pareze.
   Inclina el Sol, inclina el cielo, inclina
los elementos, y al Pierio coro
gloria mayor que la que goza ofrece.




ArribaAbajoSoneto 3


   Eterno mal y grato mal eterno,
a quien como contento dulce sigo,
capital y caríssimo enemigo,
quando más infernal más caro y tierno.
   Si estoy metido en tu amoroso infierno,  5
sufriendo voluntario tu castigo,
¿por qué con el fingido nombre amigo
das efectos de daño sempiterno?
   Miro la lumbre de mi claro cielo,
el amoroso, aunque semblante altiuo,  10
que no ay pecho de nieue que resista.
   Siento luego abrasarme en viuo yelo,
y siento luego elarme en fuego viuo;
responden los efetos con la vista.




ArribaAbajoSoneto 4


   Claras y transparentes luminarias
del cielo, y de la noche compañeras,
hijas del crudo tiempo y Parcas fieras,
por casos varios y por suertes varias.
   Ya que de las amigas y contrarias  5
horas de mi contento lastimeras
testigos fuisteis, sedlo en las postreras
a mi cansada vida necessarias.
   No me fuerce, mirad, el tiempo acaso
a pediros palabras quebrantadas:  10
pues sois fiadoras y testigos dellas.
   Dixo Damón, y de las luces bellas
del claro cielo, errantes y fixadas,
resplandeció el Oriente y el Ocaso.




ArribaAbajoSoneto 5


   Sigo, silencio, tu estrellado manto,
de transparentes lumbres guarnecido,
enemiga del Sol esclarecido,
aue noturna de agorero canto.
   El falso mago Amor, con el encanto  5
de palabras quebradas por oluido,
conuirtió mi razón y mi sentido,
mi cuerpo no, por deshacelle en llanto.
   Tú, que sabes mi mal, y tú, que fuiste
la ocasión principal de mi tormento,  10
por quien fui venturoso y desdichado,
   oye tú solo mi dolor, que al triste
a quien persigue cielo violento,
no le está bien que sepa su cuidado.




ArribaAbajoSoneto 6


   Clara y hermosa Virge[n] del triunfante
cielo primero, bella y adornada
de la clara corona y de la amada
manadilla de cabras de tu amante;
   assí la soberana y circunstante  5
máquina de lumbreras estrellada
dexe de acompañarte, y la sagrada
cara de Febo veas rutilante;
   que al tie[m]po que la Maga q[ue] me encanta
con palabras y deseos te mirare  10
no recibas la lumbre de tu Apolo.
   Y si aquella belleza te forçare,
sea para mirar entonces quánta
sinrazón se le haze a vn hombre solo.




ArribaAbajoSoneto 7


   Enciende ya las lámparas del cielo,
amiga y esperada noche, en tanto
que vn voto, vn sacrificio, vn altar santo
te consagra Damón con puro zelo.
   He aquí la ofrenda con el negro velo  5
que escurece sus ojos, y allí el canto
de tus aues noturnas, y el Acanto
y Veleño, que ofusca en humo el suelo.
   No te desdeñes de mirar mis dones
(pues son de tu color) y mi ganado,  10
víctimas inocentes y piadosas,
   dixo Damón; y Tirsi a sus razones
regó su seno. ¿Sufres ser rogado,
cielo, para turbar agenas cosas?




ArribaAbajoOda 1


   Mira, Filis, furiosa
onda, que sigue y huye la ribera
y torna presurosa,
echando al punto fuera
del agua el peso de la nao ligera.  5
   Aquellas despojadas
plantas, que son estériles abrojos,
solían adornadas
de cárdenos y rojos
ramos, luzir ante tus bellos ojos.  10
   Vino del Austro frío
inuierno yerto y abrasó la hermosa
gloria del valle vmbrío
y derriuó la hojosa
corona de los árboles vmbrosa.  15
   Agora que el Oriente
de tu belleza reuerbera, agora
que el rayo transparente
de la rosada Aurora
abre tus ojos y tu frente dora,  20
   antes que la dorada
cumbre de reluzientes llamas de oro
húmida y argentada
quede, inútil tesoro
consagrado al errante y fixo coro,  25
   goza, Filis, del aura
que la concha de Venus hiere; dado
que apenas se restaura
el contento passado,
como el día de ayer y el no gozado.  30
   Vendrá la temerosa
noche de nieblas y de vientos llena,
marchitará la rosa
purpúrea y la açuzena
neuada mustia tornará de amena.  35




ArribaAbajoSoneto 8


   Claro y sagrado río, y tu ribera
de esmeraldas y pórfidos vestida,
corto descanso de vna amarga vida,
que entre amor y esperança desespera.
   Cierto mal, bie[n] incierto, ausencia fiera,  5
gloria passada y gloria arrepentida,
tienen tan acabada y combatida
la triste vida, que la muerte espera.
   Tú, que lauas el monte y las arenas
rojas de mi Cyteron soberano,  10
lleua mi voz y lástimas contigo.
   Aliuia tú, lleuándolas, mis penas;
assí veas su rostro tan humano,
quanto yo despiadado y enemigo.




ArribaAbajoSoneto 9


   En la confusa suerte de mi estado,
diuersas cosas muestra mi ventura:
el bien y el mal, la gloria y desventura,
en vna calidad y ser mezclado.
   Si fuera tanto mal sólo por hado,  5
mi graue pena fuera menos dura;
unas ser el mal por hado y por natura,
es viuir a tormentos destinado.
   Temores ciertos y esperanças vanas,
bienes dudosos, mal seguidas glorias  10
desdizen mi firmeza desdichada.
   Yo, de llorar contentos y memorias
de passados placeres, de liuianas
firmezas, muero como al cielo agrada.




ArribaAbajoSoneto 10


   Este Real de amor desuaratado,
de rotas armas y despojos lleno,
aguda roca y mal seguro seno
de mi doliente espíritu cansado,
   al enemigo vencedor amado  5
rendido francamente como bueno,
de mí le siento eternamente ageno,
por verse de contrarios ocupado.
   Y el tirano cruel de mi contento,
burladas mis antiguas confianças,  10
los vencedores esquadrones sigue.
   ¿Quién podrá remediar mi perdimie[n]to,
si faltan del amor las esperanças,
y si quien amó tanto me persigue?




ArribaAbajoSoneto 11


   El ídolo puríssimo que adoro,
deidad al mundo y en el cielo diosa,
ya condolida de la dolorosa
vida que passo, de contino en lloro;
   el ébano, marfil, nieue, ostro, oro,  5
la púrpura, coral, jacinto y rosa,
passando por mi vida deseosa,
de inuidia mata del Olimpo el coro.
   Yo, que de la visión diuina y rara,
qual nunca vieron ojos soberanos,  10
a no dudar de su deydad aprendo,
   si yerro en adorar su lumbre clara
desengáñeme amor, que con humanos
ojos por bien mi solo engaño atiendo.




ArribaAbajoSoneto 12


   Ríndeme amor el fuerte de mis ojos
desde los más hermosos de la tierra,
y ofreciéndome paz y dando guerra,
ornan su bello carro mis despojos.
   Y con los encendidos rayos rojos  5
que por los ojos en el alma encierra,
tal vez mis males con su luz destierra
y tal vez acrecienta mis enojos.
   Yo, de mi bien y de mi mal contento,
el que me acaba dulcemente sigo,  10
con las cautiuas caras prendas mías.
   Y es el tirano crudo tan violento,
que porque no me opongo a sus porfías,
trata mi fe y amor como enemigo.




ArribaAbajoOda 2


   Amintas, nunca del airado Iúpiter
la armada mano desco[m]pone vmbrosa
selua de plantas, sin mostrar humana
su presencia diuina.
   Brama Neptuno, y, usurpa[n]do el Reyno  5
de aquellos abrasados guerreadores,
a las entrañas de su madre bueltos,
estiende su potencia.
   Alza su venerable cara, llena
de verdes ouas y de plantas verdes,  10
y, entre los animosos vientos puesto,
leuanta su Tridente.
   Eolo, con sus vientos temeroso,
ayrada Tethis, Doris fiera huyendo,
sus mal regidos súbditos encierra  15
en el Cáucaso monte.
   Fiero Bóreas con rayos, aguas, nieblas,
contrarios elementos inflamando,
arrebata los cielos de los ojos
del caminante triste.  20
   Passa la tempestad y la diuina
mensagera de Iuno, dilatando
sus dos coruas y luzidas riberas,
verdes y coloradas,
   el raso cielo a trechos descubriendo,  25
de nubes claro Sol desocupando,
pone paz entre Iúpiter y el mundo,
y su camino sigue.
   Las passiones del ánima solícita
no apremian los sentidos miserables,  30
como de la manera que lastiman
en la primera fuerça.
   Eleuóte fortuna variable,
hízose conocer con su mudança;
lastimaráte para darte auiso  35
con que la temas y ames.




ArribaAbajoSoneto 13


   Arrebató mi pensamiento altiuo
vna visión del cielo soberano,
y herido de vn ardiente rayo humano,
huyo del fuego deshonrado y viuo.
   El alma noble que sintió el motiuo  5
del ya no altiuo pensamiento vano,
parto vastardo de ánimo liuiano,
llora que fué su pensamiento esquiuo.
   Y afrentada de vn hecho semejante
en los ojos se pone de contino,  10
para morir honrosamente firme,
   quando la causa de mi fe constante
no se precia mostrar rayo diuino,
para sólo siquiera destruirme.




ArribaAbajoSoneto 14


   ¿Quál elemento, quál estrella o cielo
suste[n]ta, influye, encubre, tiene o cría
yerua, piedra, licor, raíz, harpía,
contra la fuerça de vn ardiente yelo?
   No cría el agua, ni produze el suelo,  5
la noche esconde, ni descubre el día
encanto duro, ni ponçoña fría,
que rompa el lazo de enemigo zelo.
   Esta Medusa, y esta Circe bella,
tal es la fuerça que en sus ojos tiene,  10
tales encantos hace con sus ojos,
   que yela el alma con su fuego, y della
oculta causa juntamente viene,
con que sustenta viuos sus despojos.




ArribaAbajoSoneto 15


   ¡O, nunca bien assegurados bienes,
cómo seguís las esperanças vanas,
hechas del tiempo instables y liuianas,
por violencia cruel de mil vaibenes!
   Corona, tiempo, tus neuadas sienes,  5
si ya de mis passiones no te humanas,
y ornen tu carro las reliquias sanas
de quie[n] no triu[n]fa amor con sus desdenes.
   Sigo la multitud aprisionada,
como despojo de la cruel vitoria  10
con que el tirano Dios humilla el suelo.
   Deshecha mi firmeza desdichada,
no me admite en su Reyno ni a su gloria:
¡y después desto me sustenta el cielo!




ArribaAbajoSoneto 16


   Turbia y escura noche, que el sereno
cerco del celo tienes escondido,
el mar rebuelto, el suelo entristezido
y el ayre de nocturnos monstruos lleno,
   assí de las tinieblas, que el ameno  5
Zéfiro te deshace, y el dormido
silencio te acompañe, y del florido
Veleño orne la sien, y adorne el seno.
   Y assí de las Arabias y Sabeas
regiones, oloroso Cedro trayga  10
nauegante a tu templo y sacrificio;
   que antes q[ue] tu niebla escura cayga,
vea mi luz, y siempre tú me veas;
débate yo tan grande beneficio.




ArribaAbajoSoneto 17


   Salue sagrado y cristalino río,
de sauzes y de cañas coronado,
de arenas de oro y de cristal ornado
y de crecientes con el llanto mío.
   Salue, y dilata tu ancho poderío,  5
por la orla Sabea, y el dorado
cerco de perlas, que el licor sagrado
enriqueze tu eterno señorío.
   Y assí tus Ninfas te detengan quando
passes por el estrecho deleytoso  10
de la concha de Venus amorosa,
   que saques la cabeça, serenando
este cerco de nubes espantoso,
en compañía de mi Ninfa hermosa.




ArribaAbajoSoneto 18


   Buelue Zéfiro, brota, viste y cría
flores, plantas y yeruas olorosas,
el cielo dora, y de purpúreas rosas,
blancas y rojas, texe selua vmbría.
   Al río el claro, y a la mansa y fría  5
aura templança, y a las sonorosas
aues el canto restituye ociosas,
quando el inuierno el cielo los cubría.
   Y nunca ¡o tiempo por mi mal rogado!
trais vna Primavera deseada  10
a la seca esperança de mi vida.
   Teman otros mudanças de tu estado,
que sola tu firmeza porfiada
puede ser de mi espíritu temida.




ArribaAbajoOda 3


   Rompe del seno del dorado Atlante
la vestidura negra
de la noche la Aurora rutilante,
que el cielo y mundo alegra,
   y atrauessando la región Sabea  5
de aquel dorado Toro,
de néctar y de ambrosía le rodea
los bellos cuernos de oro.
   De las piadosas lágrimas que vierte
por la memoria triste  10
de vn descuidado ama[n]te y de vna muerte,
el verde prado viste.
   A las plantas y flores, del rozío
de la noche inclinadas,
restituye su fuerça, y al sombrío  15
vosque sus alboradas.
   Házense conocer las auecillas
el campo ensordeciendo,
festejan tu venida, marauillas
con la garganta haciendo.  20
   Las casi ya marchitas bellas flores,
del plateado yelo,
heridas de tus viuos resplandores,
miran derecho al cielo.
   La cárdena violeta reclinada  25
la corona de hojas
levanta la cabeça violada
con las blancas y rojas.
   El pobre ganadero, que velando
te estuuo al raso cielo,  30
las estrellas y cielos contemplando,
dize humillado al suelo:
   Salue, divina y sacrosanta Aurora,
gloria del ser humano,
de la color del día, a quien adora  35
el coro soberano,
   salue, la mensagera del vermejo
pastor bello de Anfriso,
embuelta y adornada del pellejo
roxo de Helles y Friso.  40
   Tres y más vezes salue, la rosada
madre de Menon fuerte.
Salue, la soberana, y transformada,
Menonia, por la muerte.
   Leuántese el pastor y de la estraña  45
copia de flor preciosa
corona y enguirnalda la cabaña
de su pastora hermosa.
   Y mientra lo permites, Sol dorado,
regala la ribera  50
con la zampona dulce y, emboscado,
huye tu furia fiera.
Allí mira vna planta, allí vna bella
fuente ligera salta.
Apolo mira su belleza en ella,  55
de oro su plata esmalta.
   Y de cuidados enojosos libre,
no sólo no apetece
quanto riega Pactolo y vaña Tibre,
mas antes lo aborrece.  60




ArribaAbajoSoneto 19


   Títiro, triste, y solo, y apartado,
cielo cruel me tiene y me sustenta
de la más alta gloria, en la tormenta
más profunda que ha dado viento airado.
   ¡Ay del pastor absente y oluidado  5
que a los dichosos sus trabajos cuenta!
¡Ay del pastor cuytado, que lamenta
dolor seguido de placer passado!
   Vos, que miráis el no turbado cielo,
y, puestos vuestros ojos en su lumbre,  10
passáis por el naufragio desta vida,
   doleos y auisad de quien la cumbre
tuuo y agora le ha faltado el suelo
para llorar su perdición temida.




ArribaAbajoSoneto 20


   ¡Quántas vezes te me has engalanado,
clara y amiga noche! ¡Quántas, llena
de escuridad y espanto, la serena
mansedumbre del cielo me has turbado!
   Estrellas ay que saben mi cuydado  5
y que se han regalado con mi pena;
que, entre tanta beldad, la más agena
de amor tiene su pecho enamorado.
   Ellas saben amar, y saben ellas
que he contado su mal llorando el mío,  10
embuelto en los dobleces de tu manto.
   Tú, con mil ojos, noche, mis querellas
oye y esconde, pues mi amargo llanto
es fruto inútil que al amor embío.




ArribaAbajoOda 4


   ¿Viste, Filis, herida
cierua de la saeta, que temiendo
nueuo daño, la vida
chara pierde, vertiendo
la roja sangre que dilata huyendo?  5
   ¿Viste resplandeciente
cielo, del cuerpo de las nubes suelto,
turbarse, y el ardiente
soplo de Bóreas buelto
dexar el mundo en sombra y agua embuelto?  10
   ¿Viste de la empinada
cumbre sacar a Febo la cabeça
roja, y acelerada
noche, con gran tristeza,
salir escureciendo su belleza?  15
   ¿Viste volando hermosa
garça señorearse deste cielo,
y salir de la odiosa
mano, torciendo el buelo,
Sacre, que la derriba por el suelo?  20
   ¿Luzidas flores viste,
a quien, o Aurora, fuiste su Luzina
y viene el Euro triste,
y a la tierra reclina
la corona de hojas mortezina?  25
Assí fué mi ventura,
y assí, Filis, podría ser tu suerte:
no viuas tan segura
del mal, que hasta la muerte
no ay estado tan firme que sea fuerte.  30
   Quando Iúpiter tira
a las alturas de la humilde tierra,
jamás alcança su ira
al valle: que en la sierra
yaze penando quien le armó la guerra.  35
   El ayre se embrauece
y, entre los verdes árboles bramando,
cobra fuerças y crece,
sopla y está siluando,
y en el suelo las flores regalando.  40




ArribaAbajoOda 5


   Alexis, ¿qué contraria
influencia del cielo
persigue nuestros ánimos
con las cosas del mundo?
Ninguno con la suerte  5
que le priuino el hado,
dichosa o miserable,
alegremente viue.
El nauegante, quando
turbado cielo ruega  10
con lágrimas y votos,
su ventura maldize.
El labrador, cansado
de abrir la tierra, huyendo
fiero león del cielo,  15
maldize su ventura.
La más dichosa suerte,
si es propia, desagrada;
y si tras ella vamos,
no ay cosa más diuina.  20
A mí, que el campo habito,
me tienes por dichoso:
oy para mí no ay cosa
en los hados más triste.
Tú, que la ciudad honras,  25
eres el inuidiado;
a ti te agrada el mío,
y a mí tu dulce estado.
Y la dichosa suerte
a los dos agradable,  30
a ti por el contrario
y a mí es aborrecible.
No son la causa desto
lugares ni ocasiones;
nuestro ánimo es la causa  35
que se estraña del mundo,
y no bien satisfecho
del mal seguro gozo
desta mudable vida,
al que es eterno aspira.  40




ArribaAbajoSoneto 21


   Menalca, deste monte y su espesura
gallardo caçador, auiendo el fuerte
diente del jaualí la cruda muerte
dado a Melampo, con fiereza dura,
   a ti, diosa, ornamento y hermosura  5
de las seluas y cielos, se conuierte,
llorando y despidiendo desta suerte
la voz que desminuye la tristura:
   Salue, en tres formas adorada Diosa,
salue, y recibe aqueste don sagrado,  10
que murió peleando en tu exercicio.
   Melampo, espanto y miedo de la odiosa
compañía de lobos, sacrificio
es chico, pero mucho fué estimado.




ArribaAbajoSoneto 22


   Claro y sagrado Sol, que con la viua
lumbre del alto Iúpiter serenas
las turbias nubes, las tinieblas llenas
de espanto, ¿viste Ninfa más altiua?
   Luna, gloria y honor de la cautiua  5
gente del llanto, cuyas altas penas
alibias quanto tu beldad agenas
del cielo, ¿viste Ninfa más esquiua?
   Santa madre de Amor, lu[m]breras bellas,
fieles amigas del silencio eterna,  10
¿contemplasteis belleza más diuina?
   Claro Sol, Venus bella, Luna, Estrellas,
¿oísteis nunca mi lamento tierno
q[ue] no os mueue passió[n], ni agrauio indina?




ArribaAbajoCanción 1


   Tórtola solitaria, que, llorando
tu bien passado y tu dolor presente,
ensordezes la selua con gemidos;
cuyo ánimo doliente
se mitiga penando  5
bienes assegurados y perdidos:
si inclinas los oídos
a las piadosas y dolientes quexas
de vn espíritu amargo,
-breue consuelo de vn dolor tan largo-  10
con quien amarga soledad me aquexas,
yo con tu compañía
y acaso a ti te aliuiará la mía.
   La rigurosa mano que me aparta
como a ti de tu bien, a mí del mío,  15
cargada va de triunfos y vitorias.
Sábelo el monte y río,
que está cansada y harta
de marchitar en flor mis dulces glorias;
y si eran transitorias,  20
acabarálas golpe de Fortuna;
no viera yo cubierto
de turbias nubes cielo que vi abierto
en la fuerça mayor de mi fortuna,
que acabado con ellas  25
acabarán mis llantos y querellas.
   Parece que me escuchas y parece
que te cuento tu mal, que roncamente
lloras tu compañía desdichada;
el ánimo doliente,  30
que el dolor apetece,
por vn alibio de su suerte ayrada,
la más apassionada
más agradable le parece, en tanto
que el alma dolorosa,  35
llorando su desdicha rigurosa,
baña los ojos con eterno llanto;
cuya passión afloxa
la vida al cuerpo, al alma la congoxa.
   ¿No regalaste con tus quexas tiernas,  40
por solitarios y desiertos prados,
hombres y fieras, cielos y elementos?
¿Lloraste tus cuydados
con lágrimas eternas,
duras y encomendadas a los vientos?  45
¿No son tus sentimientos
de tanta compassión y tan dolientes,
que enternecen los pechos
a rigurosas sinrazones hechos,
que los hazes crueles de clementes?  50
¿En qué ofendiste tanto,
cuytada, que te sigue miedo y llanto?
   Quien te ve por los montes solitarios,
mustia y enmudecida y eleuada,
de los casados árboles huyendo,  55
sola y desamparada
a los fieros contrarios,
que te tienen en vida padeciendo;
señal de agüero horrendo,
mostrarían tus ojos añublados  60
con las cerradas nieblas
que leuantó la muerte y las tinieblas
de tus bienes supremos y passados:
llora, cuytada, llora,
al venir de la noche y de la Aurora.  65
   Llora desventurada, llora quando
vieres resplandecer la soberana
lámpara del Oriente luminoso,
quando su blanca hermana
muestra su rostro blando  70
al pastorcillo de su Sol quexoso,
y con llanto piadoso
quéxate a las estrellas reluzientes,
regálate con ellas,
que ellas también amaron bien, y dellas  75
padecieron mortales accidentes;
no temas que tu llanto
esconda el cielo en el noturno espanto.
   ¿Dónde vas, auecilla desdichada?
¿Dónde puedes estar más aflixida?  80
¿Hágote compañía con mi llanto?
¿Busco yo nueua vida,
que la desventurada
que me persigue y que te aflixe tanto?
Mira que mi quebranto,  85
por ser como tu pena rigurosa,
busca tu compañía;
no menosprecies la doliente mía
por menos fatigada y dolorosa,
que si te persuadieras,  90
con la dureza de mi mal viuieras.
   ¿Buelas al fin y al fin te vas llorando?
El cielo te defienda y acreciente
tu soledad y tu dolor eterno.
Auecilla doliente,  95
andes la selua errando
con el sonido de tu arrullo eterno;
y quando el sempiterno
cielo cerrare tus cansados ojos,
llórete Filomena,  100
ya regalada vn tiempo con tu pena,
sus hijos hechos míseros despojos
del azor atreuido,
que adulteró su regalado nido.
   Canción, en la corteza deste roble,  105
solo y desamparado
de verdes hojas, verde vid y verde
yedra, quedad, que el hado
que mi ventura pierde,
más estéril y solo se me ha dado.  110




ArribaAbajoSoneto 23


   Bella es mi Ninfa, si los laços de oro
al apacible viento desordena;
bella, si de sus ojos enagena
el altiuo desdén, que siempre lloro.
   Bella, si con la luz que sola adoro  5
la tempestad del viento y mar serena;
bella, si a la dureza de mi pena
buelue las gracias del celeste coro.
   Bella si mansa, bella si terrible;
bella si cruda, bella esquiua, y bella  10
si buelue graue aquella luz del cielo,
   cuya beldad humana y apacible
ni se puede saber lo que es sin vella,
ni vista entenderá lo que es el suelo.




ArribaAbajoSoneto 24


   Soberana beldad, estremo raro
del alma, conocido por diuino;
al exterior sentido peregrino,
y al interior por sobrehumano claro.
   Si de vuestro sin par valor declaro  5
lo que el alma me dize de contino,
poco bien tiene el cielo cristalino
si al soberano vuestro le comparo.
   El alma os reuerencie, que os entie[n]de,
que del velo mortal diuina Idea  10
no es gloria para vos la reuerencia.
   Que quien como deidad no os co[m]prehe[n]de,
aunque de lo possible que desea,
con no ente[n]deros niega vuestra essencia.




ArribaAbajoCanción 2


   Solo y desamparado
roble de los rebueltos
lazos de tu diuina yedra, quando
el cristal plateado
de los arroyos sueltos  5
se desliza del monte al suelo blando,
cuyo licor, regando
yeruas, plantas y flores,
remoça la campaña
con la nueua y estraña  10
vestidura pintada de colores,
con que la ninfa Flora
recibe a su Menalio que la adora,
   tú solo despojado,
tú, que fuiste la gloria  15
y el ornamento de la selua vmbría,
quando el viejo neuado
siguiendo su vitoria
descompuso la gloria q[ue] en ti auía,
tú, quando te ceñía  20
hermosa yedra, y quando
alçaste tu cabeça,
que el rigor y aspereza
del yerto inuierno no temió, triunfando
de la beldad del suelo,  25
triunfante dél te leuantaste al cielo.
   Inútil tronco agora,
tronco pesado donde
llora la tortolilla su ventura,
donde la viuda llora,  30
y el solo valle esconde
lágrimas, cantos, quexas y hermosura:
La despiadada y dura
ausencia que te aparta
de tu yedra gloriosa,  35
tu fortuna furiosa
tiene con su rigor cansada y harta,
y no se compadece
ayrado cielo, que tus males crece.
   Tus amorosas ramas  40
ceñidas y enredadas
de la yedra triunfante y floreciente,
que reuerencias y amas,
de amor fueron quemadas
en la hara de su madre reluziente.  45
Él se ciñó la frente,
y ella las bellas sienes
de sus hojas eternas;
y con endechas tiernas
cantó el amor tus males y tus bienes.  50
Mas tú, desamparado,
mueres, como le agrada al cielo airado.
   Tú, que con la corona
de florecientes hojas,
que te puso la bella ninfa Flora,  55
que la diosa Pomona
con neuadas y rojas
flores su verde viuo argenta y dora,
hiziste sombra agora
y agora recreaste  60
espíritu doliente,
que huyendo de la gente,
exemplo de sus males le mostraste
con tus ramas floridas,
con más afecto que de yedra asidas,  65
   Austro neuado y frío,
yerto y elado inuierno
derribó tu belleza por la tierra.
Dulce Fauonio mío,
¿qué's de tu soplo tierno,  70
q[ue] tus contrarios me hacen cruda guerra?
Cierra, Eolo, cierra
este furor Austrino,
ansí los bellos ojos,
que acaban tus enojos,  75
en los tuyos me miren de contino;
basta que siga el cielo
mísero amante sin fauor del suelo.
   Canción, habitadora destos riscos,
no dexéis monte y sierra,  80
que no hallaréis piedad en cielo y tierra.




ArribaAbajoSoneto 25


   Amor, con la cabeça de Medusa,
tiranamente trata mi firmeza;
muéstrame su rigor y su belleza
por quien de mil tiranas armas vsa.
   Miro de transformados la confusa  5
pesadumbre, que infaman su dureza;
quiero escusar mi mal, y la pereza
del encanto cruel mi intento escusa.
   Quedo de mármol simulacro eterno
a su templo terrible consagrado,  10
como los que atreuidamente vieron.
   Y echo despojo del tirano tierno,
no escusando poder tiranizado,
me ofende como a aquellos q[ue] ofendiero[n].




ArribaAbajoSoneto 26


   Las peligrosas brauas ondas de oro
donde perdió mi nauezilla el cielo,
el resplandor del soberano velo,
que esconde la deidad del alto coro;
   el estrellado y celestial tesoro  5
del florecido, aljofarado suelo;
la pertinacia y el dañado zelo
del alma idolatrada que yo adoro;
   las iris de mi cielo sossegado;
la mansedumbre y el sembla[n]te humano  10
de quien agora libremente triunfo;
   el altivo desdén del pecho elado,
armas fueron del crudo amor tirano
y agora son trofeos de mi triunfo.




ArribaAbajoSoneto 27


   Este Coloso de mis pensamientos,
máquina inmensa de mi deuaneo,
por ser cosa trazada a mi deseo,
temo la furia de contrarios vientos.
   Que, como en mal seguros fundame[n]tos  5
de más de derribarme mi trofeo,
pueden hazer de daño lo que creo
de mil contrarios de mi fin sedientos.
   Este temor del perdimiento mío
parece que le tiene ya en el suelo  10
y que muero en el punto me parece.
   Y puede tanto aqueste desvarío,
que, aunque tengo seguro de mi cielo,
crece mi miedo y mi tormento crece.




ArribaAbajoOda 6


   Daphnis, estas passiones
de mi doliente espíritu,
si no sufren consejo,
¿cómo quieres regillas?
Con este amor solícito  5
vinieron juntamente
assegurados males
y sospechosos bienes.
Si la razón preguntas
destas contrariedades,  10
sólo alcanço que muero
de no entendidos daños.
Amor en su saeta
puso yerua dañosa,
tiróla por los ojos,  15
dexó en el alma el yerro.
Fué la yerua prendiendo
por las entrañas propias
y echando allí rayzes
hízose planta grande.  20
Tal anda como aquella
cierua desamparada,
a quien montero duro
clauó de parte a parte.
Ella salta ligera,  25
huyendo el valle donde
le vino el mal, y lleua
en el costado el dardo.
Este callado fuego,
que va cundiendo el alma,  30
ha cobrado las fuerças
que le han dado los ojos.
Y ellos, cobrando espíritu
de la ocasión del daño,
alimentan la llama  35
por donde menos temen.
Y esquiuando su lumbre
de la del cielo mismo,
descaydos y flacos,
su perdición procuran.  40
¡Ay de los sin ventura,
fácilmente entregados
al enemigo duro
con doble y falso trato!
Las lágrimas ardientes  45
y el mal contento espíritu
inquietan los sentidos
suspensos y admirados.
No saben lo que quieren,
ni quieren lo que entienden,  50
que como en sí no viuen,
con confusión desean.
Y si con llanto eterno
pudiesse mitigarse
tormento tan terrible,  55
siempre se lloraría.
Pero ninguna cosa
mitiga su accidente,
o llore de contino
o nunca el alma llore.  60




ArribaAbajoSoneto 28


   Ofrece amor a mis cansados ojos,
por sustentar la guerra rigurosa,
eterno mal del alma dolorosa,
la causa celestial de mis enojos.
   Con cuyos encendidos rayos rojos,  5
traspassando mi vista deseosa,
hasta donde su propio ser reposa,
furiosa rinde todos mis despojos.
   Y en lo secreto de mi pecho puro
-templo a su simulacro consagrado-  10
de las vencidas prendas le rodea.
   El alma confiada del seguro
que su firmeza tiene assegurado,
adora en sí su celestial idea.




ArribaAbajoSoneto 29


   Llega mi mal a tal estremo, quando
llegar a su postrero fin deuía,
que lo que pudo la esperança mía
puedo de lo que fué desesperando.
   Hízeme guerra contra mí, fiando  5
de quien con su beldad me desconfía;
los cielos aspiré, cuya osadía
eternamente pago lamentando.
   Y de la gloria deste atreuimiento
haze despojos el amor tirano,  10
con que pretendo sustentarme viuo,
   sacando de mi mal contentamiento,
cuyo desesperado efecto vano
tiene por fundamento mi motiuo.




ArribaAbajoSoneto 30


   Esta zelosa hydra, que en mí siento,
con quien peleo muerto etername[n]te,
si de sus siete quito vn cuello ardiente,
por vno nacen tres, y a vezes ciento.
   Crece con los contrarios el tormento  5
y crecen los contrarios cruelmente,
que con vna sospecha solamente
no paran en número sin cuento.
   Quiero, por socorrerme, retirarme,
y mi solo temor me da osadía  10
para boluer a la batalla osado.
   Y si me aparto della, por librarme,
en una sospechosa fantasía
muere mi vida y viue mi cuydado.




ArribaAbajoSoneto 31


   Estas fuentes de lágrimas cansadas,
q[ue] fueron la ocasión de mis torme[n]tos,
por cuyos miserables instrumentos
fueron las fuerças al contrario dadas,
   menos altiuas quanto más penadas,  5
de aquellos años de mirar essentos
pagados con prisiones sus intentos,
a llanto eterno viuen condenadas.
   Y, si entre duras piedras no cayera,
bien pudiera esperar del triste llanto  10
el campo de esperança florecido;
   mas quiere mi contraria suerte fiera
que los remedios de tan gran quebranto
no caygan en sujeto agradecido.




ArribaAbajoSoneto 32


   No la belleza que la noche adorna,
Cintia cercada de ojos, ni la estrella,
cuya resplandeciente lumbre bella
los elementos y los cielos orna;
   no, si quando se parte Febo y torna  5
respla[n]deciendo entre esta y entre aquella
nube sutil, que la blancura della
claras y transparentes Iris torna;
   no la memoria de mi pena eterna
en el alma diuina sustentada,  10
dende el punto q[ue] humana parte informa
   pueden causar visión de amor interna,
como la vista de mi Ninfa amada
quando en sus ojos bellos me transforma.



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