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No puedo seguir a Sherman H. Eoff, The Novels of Pérez Galdós. The Concept of Life as Dynamic Process (Saint Louis, 1954), pág. 62, cuando dice de Rosalía al final de la novela: «Her talents for management and manipulation may be overworked in the future, but she can be counted on to adhere firmly to conventional moral codes». Ignora la caída de Rosalía, suponiendo que no se rindió. Al final de la novela, el hecho de que Bringas quede ciego bastaría por si sólo para demostrar la caída moral de su esposa; además, el narrador dice que la conocía «en plena época revolucionaria» cuando Bringas está todavía cesante, pero que no se creía él en el caso de ser el sostén de la cesante familia, «contra todos los fueros de la moral y de la economía doméstica» (L, 327), subrayando así en las últimas palabras de la novela la doble caída que hemos presenciado en Rosalía, su fraude económicodoméstico, y la pérdida de su honor.

 

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De la propiedad por Mr. Thiers. Traducida al castellano por J. Pérez... (Madrid, J. Pérez y Compañía, 1848). Véase H. Chonon Berkowitz, La biblioteca de Benito Pérez Galdós (Las Palmas, 1951), núm. 268, donde hay una errata en la descripción. Según Berkowitz, la traducción es de Vicente Vázquez Queipo, autor en realidad de «un prólogo y una carta escrita sobre la misma materia por el Exmo. Sr. D. Vicente Vázquez Queipo, subsecretario del Ministerio de la Gobernación de la Península». Debo la descripción de este tomo a la gran amabilidad de la Sra. Margret de Valenti. No siéndome accesible en este momento la traducción de Pérez, cito aquí por otra segunda traducción del mismo año, la de la Sociedad literaria, impresa por don Wensceslao Ayguals de Izco (Madrid, octubre de 1848).

 

63

Traducción de la Sociedad literaria, pág. 134.

 

64

Traducción de la Sociedad literaria, pág. 19.

 

65

Dato que debo a la amabilidad de la Sra. de Valenti.

 

66

Traducción de la Sociedad literaria, pág. 67.

 

67

Traducción de la Sociedad literaria, pág. 78.

 

68

En este respecto, debe recordarse que el diseño de la obra de pelo también es anticuado, hecho de retazos de dibujos dieciochescos y románticos (III, 16).

 

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Los niños «son nuestras premisas», dice Galdós (XL, 259). Alfonsito tiene una manía por los carros de mudanza: «Se imaginaba uno tan grande, tan grande que cupieran en él todos los muebles de Palacio» (presagiando así la caída de la monarquía). Isabelita teme que Alfonsito vaya a romperle la hucha para sacar el dinero y comprarse un carro, cumpliendo así con su manía (XL, 257-260). La comparación con el ahorrativo Bringas y la maniática Rosalía es exacta.

 

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Ha de reconocerse que el narrador regaló a Bringas en una ocasión «dos capones de Bayona y una docena de botellas de vino de mi propia cosecha», en virtud de cierto favor recibido a instancias de Pez (VI, 33).