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Antigua. Historia y Arqueología de las civilizaciones

Conjunto arqueológico de Colonia Augusta Emerita

Presentación del conjunto arqueológico de Colonia Augusta Emerita

El Conjunto Arqueológico de Mérida posee el reconocimiento internacional con su denominación de Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Fundación de la nueva Colonia

En el año 25 a. C. Augusto determinaba crear una colonia, Augusta Emerita, en la apartada región de Lusitania, para asentar a los veteranos de sus legiones V Alaudae y X Gemina, protagonistas de la resistencia hispana. Augusta Emerita, por tanto, nació como homenaje al primer emperador de Roma y fue la más augustea de las ciudades hispanas (imagen 1).

El enclave geográfico y las comunicaciones

Una topografía favorable configurada por un río que ofrecía un amplio vado y una isla, determinó su emplazamiento. Nacía así otra ciudad-puente de la Antigüedad donde el río y su puente iban a ser una vez más los genitores urbis, los hacedores de la ciudad. El lugar elegido poseía buenas canteras y espacios de aprovisionamiento de material, imprescindibles para la proyección de una urbe a lo grande.

Las calzadas, bien sistematizadas por Augusto, explicaron la fortuna y el desarrollo cada vez más creciente de la población. El puente, de la época de fundación de la Colonia, estaba compuesto por dos tramos de arquerías que se unían en la zona central mediante un gran macizo-tajamar aquillado (imagen 2).

La ingeniería e infraestructuras hidraúlicas

Los problemas de abastecimiento de agua a esa nueva ciudad, no constituyeron obstáculo alguno. Sus planificadores y urbanistas se afanaron por construir hasta tres conducciones hidráulicas que colmaron todas las necesidades de los emeritenses. Se trata, sin duda, del complejo hidráulico romano de mayor entidad peninsular.

La primera de ellas, Aqua Augusta, se originaba en el Embalse de Cornalvo, a 18 kilómetros al oriente de la ciudad. La de San Lázaro era diferente, transcurría por vía subterránea a través de unas enormes galerías todavía hoy en pie y visitables, para aparecer en forma de elevadas arquerías en el valle del Albarregas. Finalmente la de Proserpina, la más espectacular por su estado de conservación, comenzaba en el pantano homónimo hasta al valle del citado río Albarregas, donde fue preciso construirle el acueducto conocido como de «Los Milagros» (imagen 3). Una red muy completa de cloacas venían a desaguar a los ríos, como ocurre en el tramo del dique existente en la Alcazaba, donde se observan sus salidas (imagen 4).

El tejido urbano y las viviendas

Augusta Emerita contó desde el principio con una cerca murada, irregular por imperativos topográficos. Cuatro puertas principales existían en los extremos de las vías definidoras de su esquema urbano, el kardo y el decumanus. A lo largo de las calles, enormes mansiones junto a casas de vecinos de varios pisos, provistas de toda suerte de comodidades y decoradas con profusión de detalles en pavimentos y paredes, eran las moradas de los augustanos. En la denominada Casa del Mitreo figuraba el Mosaico Cósmico, que presenta una descripción del mundo de entonces con los fenómenos de la naturaleza personificados al modo de la alegoría helenística (imagen 5).

Los espacios públicos. Los Foros

La vida oficial tenía su marco en el foro y Augusta Emerita, en razón de ser capital de la provincia de Lusitania, contó con dos áreas públicas (imagen 6):

En el Foro de la Colonia, un templo dedicado al emperador y denominado de Diana, presidía la plaza. El templo, períptero y hexástilo, está construido en piedra de granito a la que se aplicó una capa de estuco. En torno a su plaza, además de desarrollarse todo un denso programa de imágenes de la familia del emperador, se debieron erigir otros monumentos singulares (imagen 7).

Junto a él, el denominado Pórtico del Foro, planificado a imagen y semejanza del existente en el Foro de Augusto de la propia Roma. En aquel pórtico se paseaba y se rendía culto a la familia imperial, glorificada con la presencia del célebre grupo de Eneas y a través de los personajes ilustres del momento. En el Foro Provincial el denominado Arco de Trajano, enfatizaba la entrada a un excepcional recinto sacro. El templo sería algo similar a edificios tan conocidos como el propio Templo de la Concordia de Roma (imagen 8). No eran éstos los únicos templos existentes en la colonia. Había otros como el de Marte, cuyos restos sirvieron para levantar en el siglo XVII la capilla en honor de la mártir Santa Eulalia.

El santuario de los dioses orientales, muy popular, brilló en los comedios del siglo II d. C. No sabemos con fiabilidad su localización, ya que los datos son parcos, pero se sitúa en las proximidades de la actual plaza de toros emeritense y cercano a la denominada Casa del Mitreo.

Los espectáculos y sus edificaciones: Teatro, Anfiteatro y Circo (imagen 9)

Destaca el Teatro, con su graderío capaz de albergar a 5.500 personas y su monumental escena restituida, gracias a que, en las excavaciones, se hallaron los elementos de su arquitectura. Era el Teatro marco adecuado para la propaganda política, a través de las estatuas que decoraban su frente escénico (imagen 10).

El Anfiteatro está muy destruido en las partes altas, al constituirse en cantera de la ciudad durante muchos siglos. Del anfiteatro nos han llegado interesantes documentos, como las pinturas recuperadas, que son únicas en el mundo romano occidental. Se trata de escenas de anfiteatro: cazadores luchando con fieras, fieras atacándose entre sí y otros tipos de gladiadores (imagen 11).

El Circo, en excavación, aunque su estructura ha sufrido más el expolio de su fábrica, sus dimensiones y singularidades técnicas, dan idea de la original magnitud del monumento.

El mundo funerario

Los datos de las excavaciones de los espacios funerarios son los que más nos permiten trazar el perfil social de la antigua colonia emeritense. Rememorando las imágenes de estos personajes parece haberse detenido el tiempo, son seres que en poco difieren de nosotros como apreciamos en sus retratos (imagen 12).

Museo Nacional de Arte Romano

Todo este caminar hacia el pasado se puede revivir de intensa forma visitando Mérida, paseando por sus monumentos y recorriendo las salas del Museo Nacional de Arte Romano, gran centro receptor, investigador y difusor de la Romanidad emeritense e hispana (imagen 13).

José María Álvarez Martínez
Trinidad Nogales Basarrate
Museo Nacional de Arte Romano de Mérida

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