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Sí: régimen fascista. Años atrás, desde sectores reaccionarios, se quiso borrar ese adjetivo -incluso el sustantivo «dictadura»-, reemplazándolo por el de «régimen autoritario». Pero la dictadura de Franco cumplía todos los requisitos de un Estado fascista: partido único -nacido a imitación del partido fascista italiano y del partido nazi alemán-, sindicato único oficial, policía política -con prácticas aberrantes, como la tortura-, censura y control de la prensa y demás medios de comunicación, represión de los disidentes -cárcel, exilio, exilio interior...-, etc. Que, a partir de 1945, Franco tratara de acomodarse en lo posible a las nuevas circunstancias mundiales no significa que hubiera cambios profundos, estructurales, en el Régimen.

 

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A ellos se sumó tiempo después Jorge Campos. Un escritor injustamente olvidado.

 

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Curiosamente, de aquel año es la novela Éstos son tus hermanos de Daniel Sueiro, un escritor de la misma generación. En Éstos son tus hermanos se narra la imposible integración de un exiliado en la España de la época. Esa integración imposible ha sido tratada también por Max Aub en Las vueltas, y es el tema de La gallina ciega.

 

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Antonina Rodrigo, Margarita Xirgu y su teatro, Barcelona, Planeta, 1974, pp. 276-279.

 

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Cfr. «La muerte de Margarita Xirgu», Primer Acto, 108 (mayo 1969), pp. 8-9. Es un artículo editorial, pero en él se reconoce el buen estilo de José Monleón.

 

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Resume y valora con precisión estos hechos Francisco Giral, «Actividad de los Gobiernos y de los partidos republicanos (1939-1976)», en AA. VV., El exilio español de 1939, Madrid, Taurus, 1976, volumen 2, pp. 179-225.

 

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Entre la abundante bibliografía que haría al caso, quiero citar un libro cuya objetividad y documentación me parecen ejemplares: Valentina Fernández Vargas, La resistencia interior en la España de Franco, Madrid, Istmo, 1981.

 

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Los avatares que conoció Viridiana desde su rodaje, se encontrarán en Emeterio Díez Puertas, «Las coproducciones ofensivas», Cuadernos Hispanoamericanos, 580 (octubre 1998), pp. 73 y siguientes. No fue ésta la única vez en el mundo del cine y del teatro en que un premio en un certamen internacional provocó el «castigo» de las autoridades franquistas. Citaré como ejemplo un caso que, con el tiempo, ha quedado olvidado. Alberto Castilla presentó un montaje de Fuenteovejuna, con el Teatro Universitario, en el Festival Internacional de Nancy de 1965. Obtuvo el Primer Premio del Festival, pero, a la vuelta, fue destituido por las libertades «tendenciosas» con que había actualizado la tragicomedia de Lope.

 

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El artículo de Bergamín se publicó en El Nacional (Caracas), el 12 de junio de 1960; el artículo de Luca de Tena, titulado «Contestación a Pepito Bergamín», en ABC, el 31 de enero de 1961. Hubo una «Réplica y contrarréplica», en ABC, el 11 de febrero de 1961.

 

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Gracias a la protección de su amigo André Malraux, ministro de Cultura, Bergamín pudo instalarse muy pronto en París. En 1964 tuve ocasión de charlar con él, en el viejo café de Flore. A pesar de todo lo ocurrido, mostraba una valentía y un humor envidiables.