Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

81

En 1972 fue cuando Aub «volvió» realmente. A pesar de la impresión que pueda producir La gallina ciega, en este segundo viaje Aub estaba decidido a residir total o parcialmente en Madrid, donde compró un piso, en la calle de Diego de León, que la familia conserva todavía. César Alonso de los Ríos publicó una larga e inteligente entrevista, cuyo final se desarrollaba en esa nueva vivienda («Max Aub entre nosotros», Triunfo, 27 mayo 1972). Yo le visité también allí una mañana -la última vez que le vi- y recuerdo que me mostró muy ufano algunas antiguas ediciones teatrales, recuperadas en Valencia, con parte de su biblioteca requisada al final de la guerra.

 

82

México, Joaquín Mortiz, 1971. Véase ahora la excelente edición de Manuel Aznar Soler, Barcelona, Alba Editorial, 1995.

 

83

Debo agregar que la distribución del Teatro completo de Aub (México, Aguilar, 1968) estaba prohibida.

 

84

En su edición de La gallina ciega, Manuel Aznar Soler recoge con mucha precisión esta campaña que llegó a orquestarse contra Aub. Es de notar que, en su estancia de tres meses, Aub sólo frecuentó los ambientes literarios y artísticos, muchos de ellos de tendencia izquierdista, sin duda, pero no frecuentó los medios políticos de la clandestinidad (excepto alguna individualidad espectacular). La visión de España en La gallina ciega se resiente de ello.

 

85

En el vocabulario político y periodístico actual, se ha generalizado el uso de la palabra «fascista» -adjetivo o sustantivo- como un mero insulto al contrario. El lector habrá advertido que, cuando escribo «fascista», quiero decir «fascista».

 

86

Teatro, edición al cuidado de José Monleón, Madrid, Taurus (El Mirlo Blanco).

 

87

En 1992, con motivo de la Expo de Sevilla (o «El Expolio de Sevilla», como la bautizaron algunos), se estrenó La Gallarda. Al parecer, el montaje fue muy mediocre -además de muy costoso- y no vino a Madrid.

 

88

Sevilla, Ediciones Alfar, 1992.

 

89

Barcelona, Ariel, 1996.

 

90

En particular, los dramaturgos y los directores de la generación posterior: los hijos de los «trasterrados», los niños que abandonaron España al terminar la guerra y los «trasterrados» del «segundo exilio»... En fin, nombres tan prestigiosos como Martín Elizondo, Fernando Arrabal, Ángel Gutiérrez, Manuel Martínez Azaña, Andrés Ruiz, Agustín Gómez Arcos, etc. Y esto sin olvidar a los actores exiliados en 1939, muchos de los cuales regresaron en los cincuenta o en los sesenta.