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«Bardo decadente» es el epíteto elegido por Del Casal para nombrar a Petronio. Todas las referencias a la obra poética de Julián del Casal están extraídas de: Del Casal, Julián, Poesías completas, La Habana, Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, 1945.

 

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La novela fechada en 1896 es, aparentemente, la última obra de José Asunción Silva, pero solo se publicó en su totalidad en el año 1925. Antes había circulado fragmentariamente a través de la publicación en revistas y periódicos colombianos; también circuló, privadamente, entre los amigos más cercanos a Silva.

 

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Véanse como ejemplos de esta lectura: Ghiano, Juan Carlos, José Asunción Silva, Buenos Aires, CEAL, 1967; Santos molano, Enrique, El corazón del poeta, Bogotá, Edición Biblioteca Familia de la Presidencia de la República, 1997; Cano Gaviria, Ricardo, José Asunción Silva, una vida en clave de sombra, Caracas, Monte Avila, 1992.

 

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Pedro Emilio Coll en «Decadentismo y americanismo» señala respecto de la sensibilidad amenazada del artista latinoamericano que: «En las ciudades más o menos incipientes de América sufre más que en las de Europa quien se eduque en una dirección artística; muchos emigran hacia centros más civilizados, otros sucumben trágicamente como Julián del Casal y José Asunción Silva, otros vulgarmente se gastan en las intrigas políticas» (Coll, 1901, p. 86).

 

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Vallejo, Fernando, Chapolas negras, Bogotá, Alfaguara, 1995. El autor, a partir del hallazgo de los libros de contabilidad de la tienda de los Silva, reconstruye toda la historia y trama secreta de las deudas del poeta, y se asombra de la capacidad de «simulación» del escritor, como podemos advertir en esta cita, que encierra a su vez, otra cita, de un allegado a la familia Silva: «Hablando de la quiebra que Silva había heredado de su padre y de lo mal que anduvieron después sus negocios, comenta Arias Argáez: "A pesar de mis estrechas relaciones con José Asunción, jamás me hizo la más leve confidencia al respecto, ni me dejó comprender el pésimo estado de su situación económica, que por conductos extraños vine a conocer más tarde". Ni a él ni a nadie. Maestro de la simulación, a nadie le dejó comprender la magnitud de su desastre» (Vallejo, 1995, p. 147).

 

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Silva, José Asunción, De sobremesa, Obra completa, edición crítica a cargo de Héctor Orjuela, Madrid, Colección Archivos, FCE y Unesco, 2.ª edición, 1996.

 

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Fernando Vallejo comenta insidiosamente el carácter abrumadoramente enciclopédico de la novela: «Digamos que es una novela porque en eso cabe todo, como cabemos todos en la bondad de Dios. ¡Pero qué novela! ¡Qué indigestión enciclopédica!» (Vallejo, 1995, p. 219). Los procesos de «digestión» e «indigestión» se representan en la novela y están muy bien analizados por González, Aníbal, «Estómago y cerebro: De sobremesa, El Simposio de Platón y la indigestión cultural», Revista Iberoamericana, vol. LXIII, n.º 178-179, enero-junio de 1997, pp. 233-248.

 

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El culto al libro como objeto exquisito, cuyo valor material recrea el de una joya rara y única, en plena época de, en términos de Benjamín, reproductividad técnica, acerca esta representación de la lectura en De sobremesa a la ideología decadente que procura crear diferencias en un mundo social que tiende a la democratización, sobre todo a través de las ediciones económicas, los folletines y la prensa. En cierto sentido se aproxima al valor de culto que el personaje de Des Esseintes, de la novela A rebours de Huysmans le asigna a ciertos volúmenes de su particular biblioteca. Para un estudio de la relación intertextual entre Huysmans y Silva véase Villanueva Collado, Alfredo, «José Asunción Silva y Karl-Joris Huysmans: estudio de una lectura», Revista Iberoamericana, n.º 146-147, Pittsburgh, enero-junio de 1987, pp. 273-286.

 

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Zanetti, Susana, «Lectores, lectoras, lectura en la novela de entresiglos (1880-1920)», en Zanetti, S. (comp.), La novela latinoamericana de entresiglos (1880-1920), Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 1997, pp. 125-141.

 

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Aníbal González en su excelente estudio sobre De sobremesa analiza la función de este relato liminar y destaca especialmente la noción de marco como principal procedimiento constructivo de la narración y analiza también los diferentes relatos «enmarcados» que constituyen la novela. Para este crítico el relato liminar funciona como un marco que intenta controlar la narración, dando forma a un material narrativo que continuamente amenaza salirse de su cauce. Véase González, Aníbal, «Retratos y autorretratos: el marco de acción del intelectual en De sobremesa», La novela modernista hispanoamericana, Madrid, Gredos, 1987, pp. 82-114.