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201

Hipólita abandona su propósito de extorsionar al Astrólogo antes de saber que Barsut no ha sido asesinado. El narrador no explica este cambio y, por ello, es plausible mi interpretación.

 

202

Es interesante notar que en la narración de 1930 en que Thomas Mann parodia a Mussolini, el hipnotizador que lo representa sube al escenario con un látigo de equitación (véase Mario und der Zauberer. Ein tragisches Reiseerlebnis [Mario y el mago. Una experiencia de viaje trágica], Fischer, Frankfurt, 1973, p. 95). También André Malraux (1901-1976) en la novela escrita pocos años después elaboraría el tema del látigo como atributo despótico en un carcelero; véase La Condition Humaine (1933), Gallimard, París, 1946, pp. 283 y ss.

 

203

El psicólogo Wilhelm Reich empezó a trabajar ya en 1929 sobre el análisis de una relación circular, en la cual el padre autoritario sería el verdadero y primer transmisor de la cultura autoritaria al imponerle al hijo varón pautas de obediencia sin crítica y al enseñarle a asumir su propio rol autoritario. Sus ideas se encuentran en el capítulo de «Die Zwangsfamilie ais Erziehungsapparat» [La familia represiva como aparato educativo], que forma parte de una obra que desde 1945 se conoce con el nombre de La revolución sexual, tomado de la primera edición inglesa. A partir de 1933 el mismo Reich empieza a vincular el problema con la personalidad pequeño-burguesa que aceptaba el fascismo (cf. su Massenpsychologie des Faschismus). Herbert Marcuse, por su parte, en 1936 analizaba la misma transmisión de autoritarismo en la historia alemana, desde los consejos que para la educación de los niños daba Lutero y que habrían ido conformando normas de conducta acríticas, que en el siglo XX serían aprovechadas por el fascismo; véase su obra ya citada «Studie über Autorität und Familie».

 

204

Freud había acusado ya en 1908 al mundo civilizado que con sus normas sexuales provocaba trastornos en el individuo en su estudio «Die 'kulturelle' Sexualmoral und die moderne Nervosität» [La moral sexual «cultural» y la nerviosidad moderna], que se halla en Drei Abhandlungen zur Sexual theorie und verwandte Suhriften [Tres ensayos sobre teoría sexual y escritos afines], (compilados por A. Mitscherlich), Fischer, Frankfurt, 1977. En 1930 retoma el tema en Das Unbehagen in der Kultur [El malestar en la civilización] (Fischer, Frankfurt, 1972), estableciendo ahora que el sentimiento general de angustia que padece el hombre de esa época viene del peligro que representa la creciente tecnificación al servicio de una agudización de la agresión, pero que el individuo no puede resolverla porque no advierte su origen. Freud contestaba aquí en realidad a Martin Heidegger, quien en su obra capital Setn und Zeit [Ser y tiempo] declaraba: «Que el hecho de que lo amenazante no esté en ninguna parte, es lo que caracteriza el origen de la angustia» (véase la cita en la edición de Niemeyer, Tübingen, 1963, p. 186).

 

205

Aquí la toma de distancia y el desacuerdo ante la actitud de Erdosain se revela tan sólo en que el narrador adjetiva los fusilamientos como «siniestros», y en que los obreros están vistos con cierta piedad que no correspondería al protagonista, para quien sería más bien «plebe ordinaria y maloliente», según la concepción de Nietzsche.

 

206

Erdosain repite al final de Los lanzallamas algunos de los pasos de un estafador que ha visto muerto en una mesa de café al final de Los siete locos. Allí se entera de que dicho estafador, buscado por la policía, acababa de disparar un tiro sobre su joven compañera en un cuarto de hotel y que escapaba a la segura prisión suicidándose con cianuro. El narrador despierta, sin embargo, ciertas dudas sobre la «realidad» de lo que ha visto Erdosain, cuando hace decir al Astrólogo que ese crimen no apareció en los diarios del día siguiente.

 

207

Esta significación de la angustia pasaría a ser un «Leitmotiv» en la novelística francesa de las décadas del 30 y del 40. Para la postura asumida frente a la angustia por Heidegger y Freud, véase la nota 204.

 

208

Herbert Marcuse interpreta esto como una carencia de la obra de Freud y la «corrige» en Eros and Civilisation.

 

209

El sector terciario de la economía de un país abarca, especialmente, a los individuos empleados en servicios y en comercio. Algunos autores agregan aquí otras ramas como, por ejemplo, los transportes. Todos los investigadores, en el caso argentino, están de acuerdo en considerar este sector como desproporcionado con respecto al agro y la industria; cf. V. Vásquez-Presedo, op. cit., p. 201.

 

210

Para Erdosain el trabajo manual había sido siempre castigo y humillación impuestos por el padre (LLAMAS, p. 313; OBRA, I, p. 440). Su deseo vehemente como adulto de ser inventor es originado en la búsqueda (inútil) por escapar a la explotación capitalista; esta actividad está, sin embargo, ironizada por las cosas que pretende inventar, que rayan con lo inútil: rosas de cobre y teñidos para perros. La invención es, además, colocada junto al robo y a la estafa como las únicas actividades placenteras (cf. LOCOS, p. 7; OBRA, I, p. 123).