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1

Vid. Daniel Eisenberg y M.ª Carmen Marín Pina, Bibliografía de los libros de caballerías castellanos, Zaragoza: Prensas Universitarias, 2000, pág. 289.

 

2

Siete son los ejemplares de la edición de 1545 que se conservan: Barcelona, Biblioteca de Catalunya, Bon 8-IV-10; Londres, British Library, C.8.i.7 y G.10263; Madrid, Biblioteca Nacional, R-3.884; Munich, Bayerische Staatsbibliothek, 2.º p.o.hisp.27; Paris, Bibliothèque Nationale de France, Rés. g.Y2 25; Valencia, Biblioteca Universitaria, R-1/162. El ejemplar de Madrid se describe en ítalo Calvino, «Libros de caballerías», en Tesoros de España. Ten Centuries of Spanish Books: The New York Public Library, Madrid: Ministerio de Cultura, 1985, págs. 229-252; y el de París en José Manuel Lucía Megías, Libros de caballerías castellanos en las bibliotecas públicas de París. Catálogo descriptivo, Alcalá-Pisa: Universidad de Alcalá-Università degli Studidi Pisa, 1999, págs. 163-165. Existía un octavo ejemplar en la biblioteca particular de Oliverio Girando, en Buenos Aires, cuyo paradero actual, tras la desaparición del escritor y su viuda y el remate de sus libros, se desconoce.

 

3

Vid. Daniel Eisenberg, Romances of Chivalry in the Spanish Golden Age, Newark: Juan de la Cuesta, 1982, pág. 113.

 

4

Vid. José Manuel Lucía Megías, Imprenta y libros de caballerías, Madrid: Ollero & Ramos, 2000, passim.

 

5

Cfr. Javier Roberto González, Cirongilio de Tracia de Bernardo de Vargas. (Sevilla, Jácome Cromberger, 1545.) Guía de lectura, Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 2000, págs. 11-43.

 

6

«[...] el análisis de los Amadises y Palmerines da como resultado la comprobación de que en todos ellos permanece una estructura básica común -procedente de la obra fundacional del género- en la que pueden distinguirse dos partes (la bipartición es ley fundamental en la obra caballeresca) con tres estratos cada una: en la primera, las aventuras están destinadas a la cualificación del protagonista, sucesivamente, como héroe singular, como enamorado y como jefe de un grupo de caballeros, y en la segunda al desarrollo de una batalla colectiva (dos imperios, dos reinos o dos religiones en oposición), también fragmentable en tres estratos, en la que el protagonista aparece como caballero imprescindible para que el rey o emperador en cuya corte sirve pueda triunfar sobre sus enemigos. La primera parte de los libros caballerescos, en la que los episodios tienen un carácter marcadamente individual, suele finalizar con el matrimonio secreto entre el caballero y su dama, y la segunda, de carácter colectivo, se cierra con el matrimonio público y oficial. Todo ello constituye lo que podríamos llamar la estructura-modelo de un libro de caballerías» (cfr. Federico Francisco Curto Herrero, Estructura de los libros españoles de caballerías en el siglo XVI, Madrid: Fundación Juan March, 1976, págs. 40-41).

 

7

Lilia Ferrario de Orduna se ha ocupado insistentemente de señalar el carácter dinámico y evolutivo del paradigma amadisiano en el desarrollo ulterior de la especie caballeresca: «Esto evoca, desde luego, la afirmación del canónigo cervantino "cual más, cual menos, todos ellos [los libros de caballerías] son una mesma cosa y no tiene más éste que aquél ni estotro que el otro". Sin embargo, creemos que la literatura caballeresca no se nos ofrece tan uniforme ni tan monótona como rápidamente se puede afirmar [...]. Con todo, la obra fundacional había fijado un paradigma que se mantuvo por mucho tiempo y había en ella, en dicha obra, matices y sutilezas que sustentaban su valor artístico, aquel justamente apreciado por los tratadistas, y ese paradigma fue imitado con mayor o menor fortuna por los sucesivos creadores de libros de caballerías. Es indudable que, en tiempos del Emperador, esas obras fueron enriqueciendo la fórmula inicial: hay agregados, cierta incidencia en algunas vetas circunstanciales...» (Lilia E. F. de Orduna, «El paradigma de Amadís de Gaula», en Studia Hispanica Medievalia II. Actas de las III Jornadas Internacionales de Literatura Española Medieval, Buenos Aires: Universidad Católica Argentina, 1990, págs. 77-88; en particular, págs. 80 y 84). Cfr. Lilia E. F. de Orduna, «Paradigma y variación en la literatura caballeresca castellana», en Lilia E. F. de Orduna (et alii), Amadís de Gaula. Estudios sobre narrativa caballeresca castellana en la primera mitad del siglo XVI, Kassel: Reichenberger, 1992, págs. 189-212; Lilia E. F de Orduna, «El Belianís de Grecia frente a la tradición de los libros de caballerías castellanos», en Caballeros, monjas y maestros en la Edad Media, México: UNAM-El Colegio de México, 1996, págs. 115-121; Elisabetta Sarmati, «Il Cirongilio de Tracia di Bernardo de Vargas. Studio di un minore del genere cavalleresco», Annali dell'Istituto Orientale di Napoli. Sezione Romanza, 34 (1992), págs. 795-807.

 

8

Cfr. Juan Ignacio Ferreras, «La materia castellana en los libros de caballerías. (Hacia una nueva clasificación)», en Philologica Hispaniensia in Honorem Manuel Alvar, Madrid: Gredos, 1986, vol. III, págs. 121-141; en concreto, pág. 140.

 

9

Cfr. James Ray Green, ed. Cirongilio de Tracia: an edition with an introductory study, Ph. D. Baltimore: The Johns Hopkins University, 1974 (Inédita), págs. lvi-lvii.

 

10

Cfr. Judith A. Whitenack, «Conversion to Christianity in the Spanish Romance of Chivalry, 1490-1524», Journal of Hispanic Philology, 13 (1988-1989), págs. 13-39.