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-[303]-



ArribaAbajo- XLVI -


El desaparecido. -El gran malón. -El terror. -Los incendios. -Los fugitivos. -Las apreturas


    Que Dios lo haiga perdonao
debemos desiarle a Luis,
supuesto que el infeliz
se dice que murió ahugao:
mientras sigo yo enredao  8050
para concluir mi argumento;
pero, no dudo un momento
que lo desenredaré,
y feliz me contaré
si al fin les gusta mi cuento.  8055

    Para esto, voy desde acá
a volverme a Chascomún
donde lo dejé a Berdún
lleno de felicidá;
voy, pues, a buscarlo allá,  8060
y no he do perder el tino;
pues con Berdún, el sobrino
y la Lunareja, espero
probar que fue justiciero
de Dios el poder divino.  8065

    A que agarró en la Salada
Berdún al finao Mellizo,
-304-
y de más hazañas que hizo
esa mesma madrugada,
hasta hoy, van de una tirada  8070
cuasi tres años; ¡pues no!
Como há que Berdún tomó
prisionero a su sobrino;
y ahora verán el destino
con que ese mozo nació.  8075

    Entonces fue la sabliada
y aquella redota fiera
que junto a la cordillera
obligó a juir a la Indiada:
y como allí sosegada  8080
tres años se dejó estar,
ya naides volvió a pensar
que los Indios, ni soñaran,
cuanti-más el que pensaran
con los cristianos peliar.  8085

    Esa crencia ilusionó
a alguno que otro hacendao
que del norte del Salao
pasó al sur y se pobló:
y uno de estos le ofreció  8090
a Genaro un buen campito,
que le gustó, y que lueguito
con Azucena arregló
el mudarse, y se mudó
al rincón del Cardalito360.  8095

    Genaro, naturalmente,
llevó a su lao al sobrino
-305-
que ya era mozo ladino,
como atento y complaciente;
y además inteligente  8100
que hasta escrebir aprendía;
y ansí mesmo no podía,
por más que disimulaba,
ocultar de que abrigaba
alguna melancolía.  8105

    Ansí, una ocasión llegó
a decir «mi madre ha muerto
de pesar en el disierto,
luego que le falté yo.»
Y Berdún le dijo: -No  8110
te desesperés, Manuel;
pues se acerca el día aquel
en que iremos a buscarla,
siguros de libertarla
del cacique Cocomel.  8115

    Prepárate, pues, sobrino;
porque pronto, espero en Dios,
para el disierto los dos
estaremos en camino:
pues conmigo ansí convino  8120
el general La Quintana,
hace más de una semana,
que en la expedición vendrás,
y que nos ayudarás
a libertar a mi hermana.  8125

    Esa fortuna esperó
Manuel sus dos años largos;
y muchos ratos amargos
esperándola sufrió;
-306-
Ansí mesmo, se aguantó,  8130
como un hombre agradecido,
sin juirse, habiendo podido;
pero apreciaba a su tía,
y a Genaro no quería
dejarlo comprometido.  8135

    Siguros de esa lealtá,
en la casa lo querían
y cada vez le tenían
más cariñosa amistá:
y fue una felicidá  8140
para Berdún, el primero,
haber hecho prisionero
a un caudillo en quien halló,
cuando el caso se ofreció,
un amigo verdadero.  8145

    Como al año de poblarse
Genaro aonde se mudó,
redepente comenzó
la cosa medio a enturbiarse361;
pues principió a susurrarse  8150
por allí entre los paisanos
que unos malditos cristianos,
que con los Pampas andaban,
de hacerlos unir trataban
con los indios Araucanos.  8155

    Y mientras otros decían
«ya no vuelven los infieles»,
hasta los indios Ranqueles
-307-
con los Pampas se entendían
pero en Chascomún no hacían  8160
caso las autoridades,
diciendo: «Esas novedades
son mentiras, y más nada;
porque, ni suena la Indiada
en esas barbaridades.»  8165

    Pero, bien suelen decir
que tiene resultas crueles
el soldao que, en sus laureles
primeros, se echa a dormir,
cuando debe proseguir  8170
batallando sin fatiga,
hasta el día en que consiga
a su enemigo ultimarlo,
y no entrar a despreciarlo,
echándose de barriga.  8175

    En fin; llegó una forzosa
necesidá en que Berdún
tuvo que ir a Chascomún
acompañao de su esposa;
y, creyendo demorosa  8180
su vuelta del pueblo aquel,
dejó en su estancia a Manuel
como haciendo de patrón;
pues, con sobrada razón,
tenían confianza en él.  8185

    A los tres días de estar
allí en la villa Berdún,
el jefe de Chascomún
de priesa lo hizo llamar;
y apenas lo vido entrar  8190
-308-
le dijo; -Me han informao
que los Indios han lanzao
ayer a la madrugada
una partida avanzada
a esta banda del Salao.  8195

    Esta es una novedá,
capitán, algo alarmante;
y que yo estaba distante
de tenerla por acá;
pero hoy no dudo que ya  8200
la Indiada está reunida
y a pasar tan decidida,
que ayer mesmo tempranito
al rincón del Cardalito
lanzó su primer partida.  8205

    Y por allí han corretiao362
a muchos que dispararon,
y no sé a quién se llevaron
al repasar el Salao.
Esto me han participao  8210
en un parte mal escrito:
y por eso necesito
que esta tarde marche usté
con diez hombres, a ver qué
sucedió en el Cardalito.  8215

    Luego, al toque de oraciones,
he mandao que estén montadas
otras partidas, formadas
de Blandengues y Dragones,
que a distintas direciones  8220
-309-
para el Salao marcharán;
y si los Indios nos dan
de tregua tan solamente
cuatro días, ciertamente
muy pocos escaparán.  8225

    Pero, esta vez se engañó
el general, y muy fiero;
porque en su triunfo postrero
haber concluido creyó
con la Indiada, y despreció  8230
los rumores que corrieron,
y a gauchos que le dijieron
que la Indiada se venía,
«no lo crean» respondía,
hasta que lo sorprendieron.  8235

    Pues la gente que mandó
para atajarle a la Indiada
los pasos363, de disparada
a Chascomún se volvió;
en donde luego trató  8240
todo vicho el guarecerse
en un fuerte, y defenderse
cuatro días sin comer,
pues, ni pudieron meter
carne para mantenerse.  8245

    Sólo Berdún consiguió
hasta su casa llegar,
adonde tuvo el pesar
que el solo pión que encontró
sollozando le contó  8250
-310-
que allí los Pampas vinieron,
y en cuanto lo conocieron
a don Manuel, lo abrazaron
y luego se lo llevaron;
pero, que daño, no hicieron.  8255

    -Por último, dijo el pión;
don Manuel aquí me dio
un abrazo, y me encargó
el decirle a usté, patrón,
que siempre en el corazón  8260
su sobrino llevaría
a su tío y a su tía:
para quienes dejó aquí
su vincha364 y su quillapi365
hasta volver, algún día.  8265

    Genaro desconsolao,
al ponerse en retirada,
le dio una triste mirada
a la costa del Salao;
y al ver de polvo un ñublao,  8270
que en la costa se extendía,
conoció que ya venía
la salvajada avanzando;
y fue en ese istante cuando
Berdún al pión le decía:  8275

    «Nos vamos a retirar;
venga conmigo, Roballo;
vaya pues, muente a caballo,
-311-
y vámonos a poblar
aonde Dios nos dé lugar.  8280
Muente, no cierre la puerta;
déjela no más abierta,
que ansí mesmo, si usté pasa
mañana junto a esta casa,
ni con la tapera acierta.  8285

    Como el Cardalito estaba
retirao de Chascomún,
la partida de Berdún
fue la última que llegaba,
cuando allí también entraba  8290
el vecindario juyendo;
pues los Indios destruyendo
a sangre y fuego venían,
y de Chascomún se vían
al sur los ranchos ardiendo.  8295

    Dos mil Indios solamente
a Chascomún circuliaron,
y tres mil más avanzaron
al norte como un torrente.
Ansí es que por San Vicente  8300
y la Guardia de Luján,
hasta ahora se acordarán
de esa funesta invasión,
y su horrible destrución
en la vida olvidarán.  8305

    Tres días sólo duró
de los Indios ese arrojo;
pues pronto y como rastrojo
media campaña arrasó,
y al disierto se volvió  8310
-312-
por distancias separadas,
llevando inmensas arriadas
yeguarizas y vacunas
y cautivas, como algunas
ciento treinta desgraciadas.  8315

    Pues, cuando mil veteranos
que por acá reunieron
y tras los Indios salieron
con trescientos milicianos,
ya los Pampas y Araucanos  8320
como los indios Ranqueles,
sin dormirse entre laureles,
trotiaban al otro lao
de la costa del Salao
al son de sus cascabeles366.  8325

    Por fin, dijo el payador;
en esa invasión terrible
fue la destrución sensible
de la Estancia de la Flor:
¡con qué furia y qué rigor  8330
los salvajes la incendiaron,
cuasi entera, y la robaron!...
Sin estar por suerte en ella
el patrón ni doña Estrella
que con tiempo se salvaron.  8335

    Ansí, humiando una por una,
las poblaciones halló
Genaro cuando volvió
-313-
a su estancia, sin ninguna
esperanza de que alguna  8340
casa por allí existiera,
y que entonces no estuviera
completamente robada,
y finalmente quemada
desde el suelo a la cumbrera.  8345

    Cenizas sólo encontró
Berdún por donde pasaba;
pero cuando se acercaba
a sus campos, se almiró,
y a su pión le preguntó  8350
desconfiando: -Digamé,
Roballo, ¿eso que se ve
son ranchos, o es ilusión?
Y entonces díjole el pión:
-¡Esa es la estancia de usté!  8355

    A pesar de eso dudó
Berdún, hasta que llegaron
a su casa y la encontraron
lo mesmo que él la dejó;
pero, en una cruz miró  8360
que al pie tenía un papel
donde, escrebidas, Manuel
estas palabras dejó:
¡Dios me ayudará, pues. Yo
llevo una esperanza en él!  8365
-[314]-



ArribaAbajo- XLVII -


La Vitel. -Los asilados. -El terror. -La pobreza de Berdún. -El Cupido. -El ramo fatal367


    Después de aquella avanzada
horrible de los salvajes,
las gentes de esos parajes
del sur, aterrorizadas,
dejaron abandonadas  8370
ardiendo sus poblaciones,
y en distintas direciones
al norte se guarecieron,
donde ansí mesmo vivieron
llenas de tribulaciones.  8375

    Porque la ensoberbeció
tanto ese triunfo a la Indiada,
que un año envalentonada
dando malones siguió;
de suerte que se llevó  8380
hasta el ultimo ternero:
siendo a Berdún el primero
que las vacas le robaron,
y hasta la cruz le quemaron
sin dejarle otro letrero.  8385
-315-

    Y gracias a que escaparon
de allí Azucena y Berdún,
a pesar que a Chascomún
cuasi desnudos llegaron;
pues tal madrugón pegaron  8390
y juyeron tan de prisa,
que salieron en camisa;
y, cuando Berdún volvió
a su casa, no encontró
más que un montón de ceniza.  8395

    Sólo su marca encontró
y el pobre cargó con ella:
siendo esta la marca aquella,
que al verla se santiguó
Santos Vega, cuando habló  8400
con Rufo la vez primera
que lo topó en la tapera,
donde se dieron la mano,
y le vido al rabicano
fresquita esa marca entera.  8405

    Después del contraste aquel,
con su Azucena Berdún
muy cerca de Chascomún
se guareció en la Vitel:
y del sobrino Manuel  8410
poco o nada se acordó;
pues solamente pensó
en reparar sus quebrantos;
y a pesar que fueron tantos
no se descorazonó.  8415

    Tan atrasao368 se escapó
-316-
Genaro del Cardalito,
que en un estrecho ranchito
en la Vitel se metió;
y medio se acomodó  8420
con trastes que le prestaron;
pues los suyos los quemaron
los Indios, con casa y todo,
robándolos de tal modo,
que en pelota369 lo dejaron.  8425

    En la Vitel, Azucena
únicamente tenía
la siguiente trastería:
dos sillas, una alacena,
una mesa medio buena,  8430
una tinaja rajada,
una olla pata quebrada370,
un asador, un mortero,
un catrecito de cuero,
una batea... y más nada.  8435

    Con todo, nunca quejosa
de la suerte se mostró:
al contrario, prosiguió
con Berdún más cariñosa;
y estaba tan linda moza,  8440
que todos cuantos la vían
tan bonita, se lambian
por decirle, tan siquiera
¡Ay, mi alma! ¡quién mereciera!
pero, no se le atrevían.  8445
-317-

    Mas, un refrán muy formal
dice, que «en el campo, al fin
siempre la oveja más ruin
es la que ruempe el corral;»
ansí un mocito fatal,  8450
de quien luego trataré,
tuvo gran parte en lo que,
con muchísimo pesar,
aquí les voy a contar
ahora no más: oiganmé.  8455

    Berdún también soportaba
la vida penosa aquella
en que estaba, y salir de ella
de un día al otro esperaba;
pero, para eso faltaba  8460
asigurar la frontera,
a fin que se contuviera
de los Indios la arrogancia;
pues al sur no había estancia
que repoblarse quisiera.  8465

    Pero, en vano se afanaban
acá en reunir soldaos;
pues estos, de resabiaos,
cuando a diez acuartelaban,
catorce se resertaban;  8470
es verdá que eran los piores,
mientras que de los mejores
sólo en los campos se vían
las partidas que salían
a perseguir resertores.  8475

    Más de un año se pasó
en esas preparaciones,
-318-
y la Indiada sus malones
entre tanto menudió:
y cuando se consiguió  8480
el volverla a escarmentar,
Azucena, de un pesar
terrible que la asaltó,
loca de atar se volvió
y la tuvieron que atar.  8485

    Celos que fingidamente
Genaro le dio a su esposa,
de esa locura furiosa
fueron un antecedente
y a la moza infelizmente  8490
tantas penas le acarriaron,
que a lo último le costaron
el estar encarcelada
inocente y desgraciada,
porque un crimen le achacaron.  8495

    Fue por broma, y no otra cosa,
que Berdún se le fingió
celoso, pues no dudó
nunca de su fiel esposa:
cuando Azucena preciosa  8500
seguía cada vez más;
y ningún hombre jamás
al respeto le faltó;
hasta que a eso se atrevió
un mocito muy audaz.  8505

    Pues si mentao fue Genaro
por guapazo y generoso,
de Cupido371 y de tramposo
-319-
más fama tuvo un Alfaro,
el mozo de más descaro  8510
que en ese tiempo privaba;
porque ese no respetaba
ni casada ni soltera,
a quien no se le atreviera
sin tener ningún reparo.  8515

    De la Vitel donde estaba
el ranchito de Berdún,
la villa de Chascomún
tan cerquita se encontraba,
que con frecuencia bajaba  8520
Genaro con su mujer,
a ese pueblito, por ver
y visitar a una tía,
que nunca le permitía
salir de allí sin comer.  8525

    Allí también visitaba
ese trapalón Alfaro,
y allí también con Genaro
cuasi siempre se encontraba
de intento, pues lo esperaba;  8530
y en cuanto Berdún venía,
allí Alfaro se metía;
y de Azucena al costao
se estaba como pegao
sin moverse todo el día.  8535

    Genaro disimuló
esa pesadez cargosa,
y hasta un día que a su esposa
Alfaro un ramo le dio:
que Azucena lo tomó  8540
-320-
sin ver que allí acomodao
venía en papel picao,
con muchísimo primor,
una décima de amor
en tono desvergonzao.  8545

    En la décima decía
Alfaro, muy claramente
«que a Azucena ciegamente
apasionao la quería,
y que ya le parecía  8550
el que la moza pudiera,
o más claro, el que quisiera,
por cariño o compasión
buscar alguna ocasión
en que lo correspondiera.»  8555

    Azucena ni miró
la bestial décima aquella;
pero, luego dio con ella
su marido y la leyó.
En seguida resolvió  8560
sin agraviarse el guardarla,
solo pensando jaliarla372,
sin tener otra intención
que en chanza y por diversión
a su mujer embromarla.  8565

    La tarde esa que salió
Berdún de lo de su tía,
se vino a una pulpería
con Azucena, y compró
-321-
yerba373, que se la envolvió  8570
el pulpero en un retazo
de Gaceta... Y es del caso
que pronto les cuente yo,
en cuánto contribuyó
a una desgracia ese acaso.  8575

    La ante-víspera del día
último en que a Chascomún
con su mujer fue Berdún
a visitar a su tía,
la viejita los había  8580
en la Vitel visitao:
y sufrió un trance pesao,
pues ahí se le defondó
la silla en que se sentó,
sin haberla calentao.  8585

    Ahí no más la veterana,
por desdicha y suerte, a gatas
boca abajo, en cuatro patas
cayó en figura de rana:
ansí la alzaron sin gana  8590
de sentarse en la otra silla;
porque viendo la polilla
que la primera soltó,
diría: «No quiero yo
romperme aquí una costilla...»  8595

    De allí, quien la levantó
fue Azucena, que al momento
como no había otro asiento
-322-
en su cama la sentó,
pero la anciana sintió  8600
tal dureza en el colchón,
que en confianza, y con razón,
díjole a su sobrinita:
-¡Qué colchón tan flaco, hijita!
más lana tiene un pellón374.  8605

    Esto me da mucha pena;
ansí, al fin de esta semana,
yo voy a mandarte lana
y lienzo, cosa muy buena,
para que hagas, Azucena,  8610
un colchón; no te aflijás,
pues también recebirás
entonces otra cosita:
y, Dios sabe, sobrinita,
que no puedo darte más.  8615

    Ahora, dijo el payador,
no piensen que he paroliao
al ñudo, y descaminao
del asunto; no, señor,
no he dicho aquí la menor  8620
palabrita y circustancia,
que no tenga concordancia
con esta parte del cuento;
y ahora, dentro de un momento,
verán la concomitancia.  8625
-[323]-



ArribaAbajo- XLVIII -


Los celos. -La gaceta atrasada. -Don Pedro Corbata. -Don Domingo Paniqueso. -El ahogado. -Los recuerdos. -La entristecida


    A la media hora después
que Vega se levantó,
vino a proseguir su cuento;
pero al istante que entró,
antes que tomara asiento,  8630
Juana Petrona codió375
al Santiagueño, y le dijo
que venía el payador
desalentao y que traiba
el semblante muy tristón.  8635

    Tolosa, viendo lo mesmo
que Juana, le preguntó
al viejito si sentía
alguna indisposición.

    Santos Vega, sin rodeos,  8640
su congoja confesó,
diciéndoles al sentarse:

    -Siempre que relato yo
lo que ahora voy a contarles
-324-
con amargo sinsabor;  8645
desde que recapacito
sobre aquello que pasó
de afligente en aquel tiempo,
reciamente al corazón
me estrujan esos recuerdos;  8650
y de allí creo que son
las lágrimas con que mezclo
esta triste narración,
que, a pesar de ser memorias
de un siglo que ya pasó,  8655
no hay día en que no me sean
una mortificación
de pesadumbre, y por eso
ahora estoy medio tristón.

    Ansí mesmo, a continuar  8660
voy, para hacer relación
de aquello que en la Vitel
infaustamente ocurrió,
esa noche en que Azucena
del todo se enloqueció.  8665

    Pues, como dije endenantes,
cuando la moza volvió
con Genaro aquella tarde,
la última en que visitó
a su tía en Chascomún,  8670
antes de ponerse el sol
vino a su rancho, y entonces
en un jarro colocó
con agua fresca las flores
que Alfaro le regaló.  8675

    Después que ansí puso el ramo,
-325-
sin tomarle ni el olor,
al poco rato Berdún
entre las flores miró
el papelito picao,  8680
y al istante presumió
fuese algún atrevimiento
del Cupido trapalón.

    Por ese pensar, Genaro
el papelito sacó  8685
de entre el ramo; y ya sabemos
la décima que leyó,
como ya saben que luego
al bolsico se la echó,
para fingirse celoso,  8690
y después por diversión
embromar a su mujer
sin ninguna otra intención.

    Como a su casa llegaron
temprano, allí se trató  8695
de tomar mate, y al punto
que la agua se calentó,
Genaro trajo el cartucho
de yerba, y se lo pasó.
a su mujer, que en un tarro  8700
de hojalata lo vació;
y el pedazo de Gaceta,
en que esa yerba envolvió
el pulpero en Chascomún,
Azucena lo guardó.  8705

    Al concluir de tomar mate
era más de la oración,
y como estaba escurito
-326-
luego la moza encendió
una vela, que en la mesa  8710
la puso, y ahí se sentó
enfrente de su marido,
que al sentarse le soltó
desdeñoso una mirada
y ni palabra le habló:  8715
desden en el que Azucena
poco o nada se fijó,
porque Genaro tenía
sus ratos de mal humor,
como debía tenerlos  8720
un hombre en su situación.

    Fue pues, en ese momento,
que Azucena se acordó
del pedazo de Gaceta,
que allí lo desarrugó  8725
para lerlo, no teniendo
más medio de distración.

    La Gaceta era viejaza,
y el pedazo, que leyó
la moza, era de la cola,  8730
en donde sólo encontró
unos cuatro o cinco avisos,
siendo los primeros dos
graciosamente imprentaos
por el siguiente tenor:  8735

    Año de mil ochocien...
Buenos Aires... Marzo dos...
-327-
A viso risible.

... Ayer
diez y nueve, se escapó
del hospital de Belermos,  8740
aonde estaba en curación,
don Pedro Corbata, el loco,
quien saltando el paredón
del fondo del campo-santo,
desde el bajo disparó  8745
hasta el güeco de la Yegua,
adonde lo desnudó,
como a las diez de la noche,
un pillo que le dejó
solamente la corbata;  8750
y ansí en pelota lo halló,
a las once, una patrulla
que al hospital lo volvió
tapado con una estera,
pero con su corbatón.  8755

    Y va de locos.

... El jueves
diez y siete, se salió
don Domingo Paniqueso,
poco antes de la oración,
de la Cuna376 en donde estaba,  8760
y desde allí enderezó
apurao por el Retiro;
-328-
mas, luego se le ocurrió
irse al Treato, adonde fue
a sentarse en el portón,  8765
poco antes que comenzara
la comedia que se dio
del Licenciado Vidriera
y como no consiguió
don Domingo entrar de balde,  8770
allí afuera se quedó
mirando entrar a la gente
por la cochera o portón,
que es la entrada principal
del Treato, donde miró  8775
que, abajo de la escalera
de las mujeres, metió
toda su fruta el puestero
que vende allí en el portón
sandías, duraznos, naranjas:  8780
todo lo que arrinconó
al empezar la comedia.

    Entonces se solivió
muy fresco, el tal Paniqueso,
el más morrudo melón,  8785
que lo menos tres cuartillos
era su justo valor.

    «Pero, dijo don Domingo,
me lo voy a chupar yo
a la salú del puestero.»  8790

    Ansí se lo manotió,
y a la Zanja de Matorras
fue a dar a comerseló;
pero, de la mesma zanja
-329-
el puestero lo sacó  8795
a tirones de la leva377,
y después que le atracó
una rigular paliza,
don Domingo se escapó
por la calle del Correo378  8800
que toda se alborotó;
pues hasta la Ranchería379
todo el mundo disparó
y las puertas se cerraron,
porque un muchacho gritó:  8805
¡Ahí viene un perro rabioso,
disparen, que es mordedor!

    «¡Pobre don Domingo!» dijo
Azucena; y prosiguió
dando güelta la Gaceta  8810
al otro lado, aonde vio
con letra gorda imprentao:

    Aviso oficial.

... Llegó
de San Pedro, ayer temprano,
un oficio que mandó  8815
el alcalde de aquel punto,
diciendo, que allí salió
en una isla frente al pueblo
un ahugao, que se encontró,
después de reconocerlo,  8820
-330-
no ser como se pensó
que fuese el joven Alfaro,
pues luego se averiguó
que Alfaro esta en Chascomún
con salú y de emprendedor.  8825

    El muerto es un presidario
llamado Luis Salvador,
por otro nombre el Mellizo
de la Estancia de la Flor;
el que, al juirse del presidio  8830
la otra semana, mató
a un soldado y a un chanchero
ese día, y se escapó
a la siesta, en un caballo
famoso que lo robó  8835
en el Güeco de los Hornos.

    Ese Luis fue el saltiador
más terrible de estos tiempos,
y era joven, porque no
tenía veinte y cuatro años  8840
cumplidos, cuando se ahugó
a los cuatro o cinco días
que del presidio juyó,
y fue a dar junto al Rosario;
aonde el alcalde Berón  8845
en la vuelta de Montiel380
con siete hombres le salió
a prenderlo, y el Mellizo
en su desesperación
por no poder escaparse,  8850
-331-
herido, determinó
antes de rendirse allí
perecer, y se lanzó
a caballo al Paraná,
siendo allí donde se ahugó  8855
y a las islas de San Pedro
la corriente lo arrastró.

    Habiendo leído este aviso,
Azucena se quedó
sumamente enternecida;  8860
y después que redamó
algunas lágrimas dijo:

    -¡Alabado sea Dios!
¡cómo se nos pasa el tiempo!
pues, sólo pensaba yo  8865
que hiciera, a lo más un año
a que el pobre Luis murió;
y sigún esta Gaceta,
veo que hacen más de dos,
y que fue en los mesmos días  8870
en que Manuel nos dejó.

    Entonces Berdún le dijo
de un modo medio burlón:
-No te aflijas, Azucena,
mientras no te deje yo,  8875
o que me dejes a mí;
porque, ya creo que vos
estás algo fastidiada
de tu rubio, y con razón;
pues que los hombres sin plata  8880
tienen siempre mal olor.
-332-

    -¿Te has vuelto loco, Genaro?
Azucena replicó.
¿Qué quieres darme a entender
con ese modo gauchón  8885
de explicarte? ¿Estás borracho?

    -No, ingrata, lo que estoy yo
es viendo que en mi pobreza
ha venido a verte Dios,
trayéndote en mi lugar  8890
un auxilio superior
en Alfaro, que ya tiene
cabida en tu corazón...

    -¡Jesús! ¡Qué barbaridá,
o qué maldita ilusión!  8895
dijo la moza agraviada...

    Y de allí se levantó
para acostarse a dormir,
como luego se acostó
callada hasta el otro día.  8900
Ansí esa noche no habló
con Berdún ni una palabra;
ni Genaro le volvió
a decir cosa ninguna,
pero continuar pensó  8905
su broma al día siguiente...
y bien caro le costó.
-[333]-



ArribaAbajo- XLIX -


El huracán. -El rancho sin puerta. -La olla pata quebrada. -La mazamorra. -La separación


    Era de otoño a la entrada,
esa noche que Azucena
se acostó con mucha pena  8910
por los celos disgustada;
ansí, triste y desvelada
algunas horas pasó,
pero por fin se durmió;
y, no siendo rencorosa,  8915
al otro día la moza
tranquila se levantó.

    Entre su rancho hizo fuego,
pues ni cocina tenían
ni levantarla querían  8920
pensando en mudarse luego,
y por no tenerle apego
a ese lugar donde estaban,
como que allí lo pasaban
con mucha incomodidá:  8925
pero por necesidá
las molestias soportaban.

    Luego, entonces ya no había
de Chascomún al redor
-334-
donde anidarse mejor,  8930
pues la gente que acudía
a ese punto, no cabía;
y hubo familia completa,
que con sólo una maleta
y algunas jergas381 pasó,  8935
el tiempo que allí vivió,
adentro de una carreta.

    Después de esa disgustada
noche, que pasó Azucena,
muy fresquita y muy serena  8940
fue la nueva madrugada
no habiendo en el cielo nada
que una tempestá anunciase,
ni temor de que se alzase
redepente una tormenta,  8945
tan furiosa y tan violenta
que los ranchos arrancase.

    Pero, a las nueve del día.
poco más, o poco menos,
fue cuando se oyeron truenos;  8950
y que al poniente se vía
un nubarrón que subía
el horizonte cubriendo
de oscuridá, pareciendo
lo mesmo que resultó,  8955
pues luego eso reventó
en un huracán tremendo.

    Media hora no más duró
-335-
la furia del ventarrón,
que árboles y una porción  8960
de ranchos arrebató;
pero Berdún consiguió
de que al suyo bamboleando
le dejase el viento, aun cuando
al principio le arrancó  8965
la puerta, y se la llevó
muy lejos revoletiando.

    Cuando sin puerta se vio
Genaro, con un hijar
esa noche el remediar  8970
aquella falta logró;
ansí en el marco amarró
el cuero con unos tientos,
lo que hizo pocos momentos
antes de echarse cansao:  8975
porque había trajinao
a quedarse sin alientos.

    Entre tanto, su mujer,
pasao el primer conflito,
a las tres un asadito  8980
sólo hizo para comer:
y gracias que pudo hacer
eso la pobre Azucena,
después que tuvo la pena.
en su triste situación  8985
de mirar que el ventarrón
le maltrató su alacena.

    Cuando el huracán pasó,
esa tarde hasta las tres
lloviznó, pero después  8990
-336-
muy lindo el tiempo siguió:
porque de nuevo salió
el sol, y esa tardecita
ni una sola nubecita
en todo el cielo quedó;  8995
de suerte que continuó
la tarde muy serenita.

    Estando pronto el asao,
junto al fogón se pusieron
a comerlo, y lo comieron  9000
en el asador clavao;
luego el asador pelao
ahí quedó junto al fogón,
que hacían por precisión
en el rancho aonde dormían,  9005
desde que allí no tenían
más cocina ni galpón.

    Ya estaban por levantarse
al acabar de comer,
porque debían hacer  9010
algo para resguardarse
del frío, cuando allegarse
miraron a un carretón,
que le traiba una porción
de cosas para Azucena,  9015
con la prometida y buena
lana para otro colchón.

    Entró pues a descargar
el pión las cosas aquellas;
siendo la primera de ellas  9020
un buen sobrecostillar
con cuero: además, un par
-337-
de gallinas, y un atao,
aonde había maíz pisao,
yerba, azúcar, y a más de eso  9025
un hermosísimo queso
perfeutamente amasao.

    Su tía, en fin, se portó
muy lindo en esa ocasión;
pues para el nuevo colchón  9030
ni del lienzo se olvidó;
y para el fuego mandó
unos postes recortaos
en tres trozos bien rajaos:
cosa que necesitaban,  9035
pues ya de leña se hallaban
en la Vitel apuraos.

    Al ver Azucena al pión
que entró al rancho con su lana,
le dijo: «Aquí, hasta mañana  9040
déjela en este rincón;
retirada del fogón
póngamela desatada;
pero bien arrinconada,
que luego yo la ataré;  9045
y al volverse llevelé
a mi tía su frezada.»

    Después que allí concluyó
el pión su descarga aquella,
se fue por la mesma güella,  9050
que hasta la Vitel surquió:
adonde algo churrasquió,
porque estaba sin comer;
y como él tuvo que hacer
-338-
su churrasco, retardó  9055
la vuelta, y cuando salió
las nueve debían ser.

    Antes de la retirada
del pión para Chascomún,
ya la mujer de Berdún  9060
andaba algo acoquinada
por el frío de una helada
que se había descolgao
estando el tiempo templao,
cuando naides la esperó,  9065
y esa noche los pilló
con el rancho algo estropiao.

    Ansí apurada Azucena
por el frío, se acordó
del maíz pisao que guardó  9070
poco antes en la alacena,
y dijo: «con leña buena
como tengo en la ocasión,
puedo dejar el fogón
ardiendo, y de mañanita  9075
de mazamorra382 tiernita
tener una provisión.»

    Para eso determinada,
entró la moza a pensar,
cómo podría parar  9080
a su olla pata-quebrada,
no teniendo allí más nada
por lo pronto en qué poner
-339-
su mazamorra a cocer;
pero luego se amañó  9085
y el pie a la olla le suplió
como lo van a saber.

    Las ollas que los Ingleses
nos traín, para en los fogones
meterles fuego en tizones  9090
abajo, tienen tres pieses
que hacen de trebes383 las veces;
pero, en llegando a faltarle
una pata, para hallarle
acomodo en el fogón,  9095
debajo, por precisión,
una piedra hay que atracarle.

    Pero Azucena no usó
de piedra ni de ladrillo,
encontrando más sencillo  9100
el modo con que pensó
parar la olla, cuando vio
su marca que estaba allí,
cuya marca era una Y,
con la cual la olla calzó  9105
por el fondo, y la dejó
firme, y bien parada ansí.

    Entre tanto, su marido
trajinando continuó,
hasta que medio tapó  9110
ciertas rendijas que vido
entre el rancho, sacudido
ese día como fue,
-340-
con tanta violencia, que
cuando paró el ventarrón  9115
les hizo allí una porción
de aujeros en la paré.

    Cuando Genaro acabó
su tarea, muy cansao
vino al fogón y sentao  9120
callado un rato pasó,
hasta que se le ocurrió
por broma, viendo el montón
de lana allí en el rincón,
el decir: -¿Quién será el mozo  9125
bien querido y muy dichoso
que estrenará ese colchón...?

    -Debe ser el aturdido,
dijo Azucena impaciente,
el grosero, el imprudente,  9130
o el loco de mi marido,
el que, cuando esté concluido
mi colchón, lo estrenará;
pero, desde ahora hasta allá,
le juro, que no ha de ver  9135
a su lao a su mujer,
y que solo dormirá!...

    Luego, dejando el fogón;
un poncho blanco agarró
Azucena, y se envolvió  9140
marchando para el rincón
donde encima del montón
de lana, toda encogida,
se acostó tan resentida,
que, aunque Genaro trató  9145
-341-
de acariciarla, lo echó,
y al fin quedose dormida.

    Genaro desengañao
de lo inútil que sería
rogarle a quién no quería  9150
pasar la noche a su lao,
como estaba tan cansao
y era tarde se acostó;
pero en el fuego dejó
a la mazamorra hervir,  9155
y en cuanto se echó a dormir
como un tronco se quedó.

    Ya no puedo proseguir
por ahora, dijo el cantor;
y les pido por favor  9160
que me permitan dormir;
porque, principio a sentir
una triste desazón,
que, siempre en toda ocasión,
en esta parte del cuento,  9165
me causa tal sentimiento
que me duele el corazón.
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