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La lectura de T, contra S («al mundo aborresces»), está apoyada por todo el sistema conceptual que vengo resumiendo y, más en concreto, por el hecho de que las coplas 1548-1549 se consagran a enumerar las cualidades del amor que la muerte destruye (véanse A. H. Schutz, en Nueva Revista de Filología Hispánica, VIII [1954], pp. 63-71, y R. Lapesa, art. cit., pp. 64-65).

 

142

Vid. alguna observación al propósito en J. M. Marchand, «The Pia fraus in the Libro de buen amor», Modern Language Notes, XCVII (1982), pp. 365-367.

 

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Doy el texto de S; el de T («beviendo omne syempre en el mundo terrenal, / non averié de ti miedo...») supone una obvia trivialización.

 

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El paralelo que selecciono -entre docenas- para ilustrar las coincidencias del Libro y el Roman en puntos de detalle remite a los versos 13464-16466 («et diront maintes pater nostres / por m’ame quant je seré morte, / qui les enseigne ore et conforte»; ed. F. Lecoy, París, 1965-1970) y a la tercera copla del «petafio de la sepultura de Urraca» ( 1578, y cf. 1575 d). El estudio, imprescindible, de las convergencias -y divergencias significativas- entre ambas obras habrá de tomar en cuenta datos de estructura, argumento y modos, temas y fraseología; y no incurrir en la increíble miopía de F. Bliss Luquiens, «The Roman de la Rose and medieval Castilian literature», Romanische Forschungen, XX (1907), pp. 284-320.

El presente artículo se escribió para el volumen de homenaje a José Antonio Maravall publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas. La presente versión contiene algunas pequeñas enmiendas y revisiones respecto al texto impreso ahí.

 

145

Alan Deyermond, «Estudio preliminar» a la ed. del Libro del Conde Lucanor modernizada por R. Ayerbe-Chaux, Madrid, 1984, p. 42.

 

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«Pocas cosas me han ocurrido y muchas he leído. Mejor dicho: pocas cosas me han ocurrido más dignas de memoria que el pensamiento de Schopenhauer o la música verbal de Inglaterra»; El hacedor, Buenos Aires, 1960, p. 109 («Epílogo»).

 

147

Cito según las Obras completas, ed. José Manuel Blecua, I, Madrid, 1982, pp. 31-33.

 

148

Cf. M. R. Lida de Malkiel, «Tres notas sobre don Juan Manuel» (1950), en Estudios de literatura española y comparada, Buenos Aires, 1966, pp. 92-133 (106, n. 18). Cabe preguntarse aún si la versión de don Juan no estará contaminada con el cuentecillo que aclaraba el adagio «Ne sutor supra crepidam» (Plinio, Naturalis historia, XXXV, 85), de donde, supongo, el castellano «Zapatero, a tus zapatos». Sobre el trovador de Perpiñán, vid. M. de Riquer, Història de la literatura catalana, I, Barcelona, 1964, pp. 123-125.

 

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Tras dar la lista de esos «doze» libros, don Juan Manuel prosigue: «Et ruego a todos los que leyeren qualquier de los libros que yo fiz que, si fallaren alguna razón mal dicha, que non pongan a mí la culpa fasta que bea[n] este volumen que yo mesmo concerté; et, desque lo vieren, lo que fallaren que es ý menguado, non pongan [la] culpa a la mi entención, ca Dios sabe buena la ove, mas póngan[la] a la mengua del mi entendimiento, que erró en dos cosas: la una, en el yerro que ý fallaren, et la otra, porque fue atrevido a me entremeter en fablar en tales materias entendiendo la mengua del mío entendi[mi]ento et sabiendo tan poco de las scripturas commo aquel que, yo juro a Dios verdat, que non sabría oy gouernar vn proberbio de terçera persona. Et pues es fecho este prólogo et esta protestación, de aquí adelante commençaré a fablar la materia de los libros. Et el primero libro comiença assí...» (lín. 73-86). Por sabida que sea, no sobra tener ante la vista toda la segunda parte del Prólogo: nos permitirá abreviar las citas posteriores.

 

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Los prólogos a la Postilla están muy a mano en la Patrologia latina, CXIII, cols. 25-36; la cita, en la col. 29.

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