A partir del último cuarto del siglo XVI, las ferias de Medina del Campo inician una etapa de declive que desembocará lentamente en su desaparición definitiva en la primera década del siglo XVIII. La crisis económica general había originado retrasos, suspensiones de pagos y desconfianzas que se habían traducido en unas ferias mal concertadas con las restantes ferias españolas y europeas. Para paliar esta situación, Felipe II dispone en 1583 la creación de una nueva feria en febrero que no logra un aumento significativo del volumen de negocios. Las suspensiones de 1594 y 1596, la instalación de la Corte en Valladolid y el traslado de la Real Chancillería desde esta ciudad a Medina del Campo, son factores decisivos para entender el efímero traslado de las ferias de Medina a Burgos entre los años 1602 y 1604.

Nuevamente establecidas las ferias en la villa en este último año, se regularán según unas nuevas Ordenanzas que se inspiran en las dadas en Burgos en 1602, resultando un nuevo «orden ferial» repartido en cuatro períodos de idéntica duración: los veinticinco primeros días de los meses de marzo, junio, septiembre y diciembre. De este modo, se intentaba una mejor adaptación a los cambios de los nuevos tiempos ajustándose, de manera especial, a la llegada de la Flota de Indias y de los grandes cargamentos de lana; también se tenía muy presente el calendario ferial de las plazas europeas. En las nuevas Ordenanzas la regulación de los cambios es el asunto de mayor preocupación y trascendencia, ya que las negociaciones con letras de cambio, giros u otras formas de pago eran muy superiores a las de mercancías. Por ello, se establece que se reúnan en las salas del ayuntamiento -todavía el antiguo consistorio de San Miguel- los hombres de negocios para dar cuento a la feria (...) para los precios a que han de correr y passar las plazas de la dicha feria. El cuento determina el precio a pagar en maravedís por escudo -moneda de oro española- en cada plaza comercial y determinaba el plazo de vencimiento de las letras de cambio que se girasen. A la reunión, presidida por el corregidor de la villa pocos días antes de celebrarse la feria, -en torno a tres u ocho días- asistían los hombres de negocios o sus representantes. Por votación iban determinando el cambio para cada plaza, haciéndose la media entre los precios expresados y detallándose la cantidad final en cada caso. Tras la reunión, el escribano levantaba acta reflejándose en el Libro de Acuerdos.

El acta que presentamos corresponde al año 1605, previa a celebrarse la feria de marzo. Encabeza la lista el banquero medinense Cosme Ruiz Envito -sobrino de Simón Ruiz, ya fallecido- y en ella aparecen representantes de las grandes familias del mundo de los negocios como los Espínolas, Doria, Centurione, Paravicini, etc., acordando el precio del cambio para otras plazas de contratación como son Besançon, Lisboa, Amberes, Valencia, Florencia, Zaragoza, Barcelona y Lyon.

Estas reuniones para establecer el cuento se van a seguir celebrando en el siglo XVII aunque cada vez la asistencia de hombres de negocios va a ser más escasa y una misma persona -en contra de las propias ordenanzas- va a ostentar la representación de varios mercaderes. La última vez que se registra una reunión de estas características es en 1705.