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A un embuste otro mayor

Comedia en prosa

Maximiliano M. Monje



Portada



PERSONAJES
 

 
INOCENCIA,   diez años.
MERI,   doce años.
EULALIA,   doce años
NATALIA,   once años


 

Época actual.

 



  —3→  

ArribaActo único

 

Sala decente con puertas al foro y laterales.

 

Escena I

 

MERI e INOCENCIA

 
 

Ésta está canturreando y meciendo a una muñeca.

 

INOCENCIA.-  ¡Ea, ea, ea!

MERI.-   ¿Quieres dejar tu canción? ¡Jesús, qué pesada!

INOCENCIA.-  Bueno, hermana, no te enfades.

MERI.-   Oye, ¿qué hiciste hoy, que mamá te ha reñido?

INOCENCIA.-   Nada.

MERI.-   Algo sería.

INOCENCIA.-   Me dio mamá dos huevos para que le dijese a la cocinera que se los pusiera a papá estrellados.

MERI.-   Como si lo viera; los estrellaste contra la pared.

INOCENCIA.-   No soy tan tonta. Le dije a la cocinera que papá quería los huevos con estrellas.

  —4→  

MERI.-  ¿Con estrellas?

INOCENCIA.-  Sí, con sopas de estrella.

MERI.-   ¡Qué tonta!

INOCENCIA.-   Yo creí...

MERI.-  Tú lo crees todo.

INOCENCIA.-  ¿Es eso malo?

MERI.-  No es muy conveniente. Ayer sin ir más lejos, te dijo tía Antonia que le llevases las tenacillas, y tú, ¡zas!, te presentaste con las de la cocina.

INOCENCIA.-  Como me dijo, tenazas...

MERI.-   El mejor día van a pedirte una horquilla y vas a llevar la que sirve para colgar las uvas.

INOCENCIA.-   Bueno, Meri, no me riñas.

MERI.-   ¡Jesús, qué sangre de horchata!

INOCENCIA.-   Te enfadas conmigo ahora que quería preguntarte una cosa.

MERI.-  ¿Lo qué?

INOCENCIA.-   ¿No me regañarás?

MERI.-   Acaba.

INOCENCIA.-   Dime, hermanita, ¿qué es el tren?

MERI.-   El ferrocarril.

INOCENCIA.-  Tú me engañas.

MERI.-   No, mujer.

INOCENCIA.-  Eso que anda sobre unos hierros, que son muchos coches, ¿es el tren?

MERI.-   Sí.

INOCENCIA.-   ¡Ay!, yo creí que era cosa de comer.

MERI.-   ¡Atiza!

INOCENCIA.-  Porque tía Antonia dijo que había comprado un tren para la cocina.

MERI.-   Eso es otra clase de tren.

INOCENCIA.-   Ya.


  —5→  

Escena II

 

Dichas y EULALIA.

 

EULALIA.-   Meri, esta tarde viene a merendar la prima Natalia.

MERI.-   ¿De veras? ¡Cuánto me alegro!

EULALIA.-   Y yo. Es una chica muy divertida. No se parece a esta gansa.

INOCENCIA.-   Yo no soy gansa.

EULALIA.-   Sí, hija, tienes muy poca sal. Natalia sí que tiene.

INOCENCIA.-   Porque la cogerá de la cocina.

EULALIA.-  ¡Qué boba!

MERI.-   Lo que quiere decir es que tiene gracia.

EULALIA.-   Eso es. Pero tú... Vamos a ver, ¿cuál es tu gracia?

INOCENCIA.-   Inocencia Jiménez.

EULALIA.-   Miren con lo que salta.

MERI.-   ¿Dijiste a mamá que venía Natalia?

EULALIA.-  No.

MERI.-   Corro a decírselo.  (Vase.) 

EULALIA.-   Adiós.



Escena III

 

EULALIA e INOCENCIA.

 

INOCENCIA.-  Oye, hermanita, yo quisiera preguntarte...

EULALIA.-   Alguna, tontería.

INOCENCIA.-   No, no es tontería.

EULALIA.-   Habla.

INOCENCIA.-   Dime, ¿llueve agua siempre?

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EULALIA.-   Sí.

INOCENCIA.-   Yo creo que no.

EULALIA.-   ¿Por qué?

INOCENCIA.-   Porque anoche, al entrar papá en casa, dijo: «Están lloviendo chuzos».

EULALIA.-   Tienes razón.

INOCENCIA.-   ¿A que no sabes tú por qué llueve?

EULALIA.-   ¿Por qué?

INOCENCIA.-   Verás. Los ángeles cogen unos pucheros y vierten el agua. Otras veces cogen cántaros y los vacían. Por eso se llama llover a cántaros.

EULALIA.-   Sí, pero no se dice llover a pucheros.

INOCENCIA.-   Es verdad...

EULALIA.-   Qué, ¿no tienes otra preguntita reservada?

INOCENCIA.-   Sí, Meri dice que el tren es el ferrocarril, y yo digo, que es cosa de comer. ¿Quién tiene razón?

EULALIA.-   Tú.

INOCENCIA.-   ¿Es cosa de comer?

EULALIA.-   Y un manjar delicioso. Pero si tú lo has comido muchas veces, sólo que con otro nombre. Un flan es un tren.

INOCENCIA.-   Bien decía yo.

EULALIA.-   Igual que los adoquines. Vienen en latas y parecen pan dulce. Meri, que no sabe como se llaman, los nombra galletas; pero son adoquines.

INOCENCIA.-   ¡Digo, y poco ricos que están! ¿Los merendaremos?

EULALIA.-   Sí, y un flan entero.

INOCENCIA.-   ¿Un tren? ¡Viva, viva! A mí me gusta mucho.

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EULALIA.-   Y después tomaremos pan y rayo

INOCENCIA.-   ¿Rayo?

EULALIA.-   Sí, queso le dice Meri, que no sabe nada.

INOCENCIA.-   ¿Es tonta?

EULALIA.-   De remate.



Escena IV

 

Dichas y NATALIA.

 

NATALIA.-   Buenas tardes.

EULALIA.-   ¡Natalia!

INOCENCIA.-   ¡Hola!

NATALIA.-   Vengo para toda la tarde.

EULALIA.-   ¡Cuánto me alegro!

NATALIA.-   Hola, Inocencia, ¿qué haces?

INOCENCIA.-   Nada.

NATALIA.-   Oye, me ha dicho mi mamá que la tuya te ha comprado una muñeca preciosa.

EULALIA.-   Sí.

INOCENCIA.-   No es muñeca, es un loro.

NATALIA.-   ¿Estás loca?

INOCENCIA.-   No, Natalia.

EULALIA.-   Deja a esa tonta.

INOCENCIA.-   Pues es verdad. Es un loro que no se parece a los otros loros, pero habla como aquéllos.

EULALIA.-   ¡Cuidado que eres simple!

NATALIA.-   Qué, ¿me la enseñas?

EULALIA.-   Sí; voy por ella.  (Vase izquierda.) 


  —8→  

Escena V

 

NATALIA e INOCENCIA.

 

INOCENCIA.-   Ya verás, ya verás.

NATALIA.-   ¿Y qué he de ver?

INOCENCIA.-   Lo que vamos a merendar.

NATALIA.-   ¿Tan buenas cosas son?

INOCENCIA.-   Ya lo creo.

NATALIA.-   Dilas.

INOCENCIA.-   No, no.

NATALIA.-   ¿Por qué?

INOCENCIA.-   Porque te vas a relamer de gusto, y es muy feo sacar la lengua.

NATALIA.-   Acaba. Se me están poniendo los dientes largos.

INOCENCIA.-   ¿A ver?

NATALIA.-   ¿Lo qué?

INOCENCIA.-   Los dientes. ¿No dices que se te están poniendo largos? Debe de ser una cosa curiosa verlos crecer.

NATALIA.-   Pero, oye, ¿es que te burlas?

INOCENCIA.-   ¿Yo?

NATALIA.-   Te advierto que no lo consiento.

INOCENCIA.-   ¡Si no me burlo!

NATALIA.-   Pues lo parece.

INOCENCIA.-   Te enfadas enseguida.

NATALIA.-   Bueno. ¿Quieres terminar de decirme qué merienda tenemos?

INOCENCIA.-   Verás.

NATALIA.-   Di.

INOCENCIA.-   Primero te comerás un pedazo grande de un tren.

NATALIA.-   ¿Sigue la burla?

  —9→  

INOCENCIA.-   Después, cinco o seis docenas de adoquines.

NATALIA.-   ¡Inocencia!

INOCENCIA.-   ¿Qué?

NATALIA.-   ¡Vaya merienda que me ofreces!

INOCENCIA.-   ¡Digo! ¡Pues están poco ricos los adoquines!

NATALIA.-   ¿De veras?

INOCENCIA.-   Ayer me comí doce.

NATALIA.-   ¡Ay, pues no quedará calle sana!

INOCENCIA.-   Pero lo que viene después sí que es rico, rico, rico.

NATALIA.-   Veamos.

INOCENCIA.-   ¿Te gustan los rayos?

NATALIA.-   ¿De qué? ¿De sol?

INOCENCIA.-   No, mujer, de bola; un rayo de bola. ¡Están excelentes!

NATALIA.-   ¡Basta de guasa!

INOCENCIA.-   ¿Pero os que no te gustan?

NATALIA.-   Mira, Inocencia; si eres tonta, vete con tu tontería a otra parte a comer rayos.

INOCENCIA.-   Ojalá me cayese uno en la boca.

NATALIA.-   ¡Gansa!

INOCENCIA.-   ¡No insultes!

NATALIA.-   ¡Imbécil!

INOCENCIA.-   ¡Mira que me enfado!

NATALIA.-   ¡Idiota!

INOCENCIA.-   ¿Sí? Pues ya verás. Ahora voy a Meri y le digo que no te dé a comer del tren.

NATALIA.-   Vete con Dios.

INOCENCIA.-   ¡Ni adoquines!

NATALIA.-   Mejor.

INOCENCIA.-   Ni rayos.  (Vase.) 


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Escena VI

 

NATALIA; luego, EULALIA.

 

NATALIA.-   ¡Vaya la niña! Por supuesto que se ha querido burlar. ¡No es tan inocente!

EULALIA.-    (Con una muñeca.)  Aquí la tienes.

NATALIA.-   Preciosa, preciosa.

EULALIA.-   ¿Te gusta?

NATALIA.-   Mucho.

EULALIA.-   Está a tu disposición.

NATALIA.-   Gracias.

EULALIA.-   ¿Y mi hermana?

NATALIA.-   ¿Tu hermana? Me he enfadado con ella.

EULALIA.-   ¿Por qué?

NATALIA.-   Figúrate que quería darme de merendar un tren con adoquines y un rayo para postre.

EULALIA.-   ¡Ja, ja, ja!

NATALIA.-   No te rías, que la cosa no es de risa.

EULALIA.-   Todo cuanto le dije te ha dicho.

NATALIA.-   ¿Pero tú...?

EULALIA.-   Sí, yo le dije que un flan era un tren, que las galletas se llamaban adoquines y que el queso tenía por nombre rayo.

NATALIA.-   Ahora comprendo. ¡Ja, ja, ja!

EULALIA.-   ¡Ja, ja, ja!

NATALIA.-   Pero, ¿Inocencia es tonta?

EULALIA.-   Completamente.

NATALIA.-   ¡Pobre muchacha!

EULALIA.-   ¡Y con unas tragaderas! Figúrate   —11→   que le he hecho creer que los elefantes vuelan y las ballenas hablan.

NATALIA.-   Chica, dispensa; pero tanta simplicidad no es posible.

EULALIA.-   ¿Crees que no le he hecho creer eso?

NATALIA.-   Dudo, por lo menos.

EULALIA.-   ¡Ah, pues te vas a convencer!

NATALIA.-   ¿Cómo?

EULALIA.-   Pues inventando un embuste mayúsculo. Ya verás como lo cree.

NATALIA.-   ¿Y cuál?

EULALIA.-   Déjame, que yo lo haré.

NATALIA.-   Mira, aquí viene.

EULALIA.-   Finge estar asustada.



Escena VII

 

Dichas e INOCENCIA.

 

INOCENCIA.-   ¡Nadie me quiere en esta casa!

EULALIA.-   ¡Jesús! ¡Ave María!

NATALIA.-   ¡Qué miedo!

INOCENCIA.-   ¿Qué sucede?

NATALIA.-   ¡Estoy temblando!

EULALIA.-   ¡Qué horror!

NATALIA.-   ¡Qué susto!

INOCENCIA.-   Pero...

NATALIA.-   ¡No sé qué me pasa!

EULALIA.-   ¡Yo estoy medio muerta!

INOCENCIA.-   Y yo también estoy muerta..., muerta de curiosidad.

EULALIA.-   Se ha presentado el Diablo.

INOCENCIA.-   ¡Ave María Purísima!

  —12→  

NATALIA.-   ¿No lo crees?

INOCENCIA.-   Sí; sí lo creo. ¿Y cómo era?

EULALIA.-   Alto, erguido, con un sombrero de copa que le tapaba la cabeza...

NATALIA.-   Vestido de negro.

EULALIA.-   Muy flaco y con unas piernas muy cortas.

NATALIA.-   Y el cuerpo muy largo.

INOCENCIA.-   ¡Jesús, María!

EULALIA.-   ¿No lo crees?

INOCENCIA.-   Sí, mujer, sí. ¿Y qué dijo?

EULALIA.-   Que volvería.

INOCENCIA.-   ¡Ave María!

EULALIA.-   Yo me voy con mamá.

NATALIA.-   Y yo...

INOCENCIA.-   Y yo.

EULALIA.-   No, tú no vengas.

INOCENCIA.-   ¿Por qué?

EULALIA.-   Porque... porque dijo el Diablo que sólo esperaba vernos juntas para matar tres pájaros de un tiro.

INOCENCIA.-   Bueno. ¿Y a nosotras qué nos importa que mate tres pájaros?

NATALIA.-   Es que los pájaros somos nosotras...

INOCENCIA.-   Entonces, no diría pájaros.

EULALIA.-   Es claro; dijo pájaras.

INOCENCIA.-   ¿Y qué hago?

NATALIA.-   Rezar el rosario. Es lo más seguro.

INOCENCIA.-   Pero debiera ir con mamá.

EULALIA.-   ¿No has oído?

INOCENCIA.-   Bueno, me quedaré; pero voy a morirme de miedo.

EULALIA.-   Reza, reza; es lo mejor.


  —13→  

Escena VIII

 

INOCENCIA.

 

INOCENCIA.-   ¿Que rece? ¡Cualquiera puede con el temblor que tengo! «Dios te salve, Reina y Madre»... Bueno, ¿y si esto son cosas de mi hermanita?... Por si acaso, rezaremos. «Padre nuestro»... No; pues como sea burla...  (Suenan dentro varios golpes.)  ¡María Santísima! ¿Si será?... ¡Jesús, María y José!  (Se repiten los golpes.)  ¡Virgen de la Soledad!... Yo me escondo en este cuarto.  (Vase por la derecha, cerrando la puerta de un golpe.) 



Escena IX

 

MERI.

 

MERI.-   ¿Pero dónde andará esa chica?  (Llamando.)  ¡Inocencia! ¡Inocencia! No; pues en el comedor no está. ¿Se habrá acostado?  (Llamando.)  ¡Inocencia! Nada. Estará con mamá. Voy a verlo.  (Vase.) 



Escena X

 

INOCENCIA.

 
 

Abre la puerta despacio; mira, vuelve a cerrarla gritando; torna a entreabrirla y, no viendo a nadie, se decide a salir.

 

INOCENCIA.-   ¡Nadie! ¡Respiro! ¿Se habrá marchado? Porque yo oía que me llamaba. Al principio me pareció Meri; pero luego puse el oído   —14→   y sentí una, voz bronca que decía: «¡Inocencia! ¡Inocencia!» ¡Ay, Dios mío! De buena he escapado. Yo voy con mamá.  (Se dirige a la puerta, pero retrocede corriendo, asustada.)  ¡Jesús! ¡El demonio! ¡Huy! ¿Dónde me meto? ¡Aquí, debajo de la mesa!



Escena XI

 

Dicha, EULALIA; luego, NATALIA.

 
 

EULALIA saca una capa de hombre puesta con un palo, y embozada con ella simula ser un gigante muy alto. Un sombrero corona el palo.

 

EULALIA.-  ¡Uuuu!  (Esto lo dice voz hueca.) 

INOCENCIA.-  ¡Santa María!

EULALIA.-   ¡Ooooo!

INOCENCIA.-  ¡Me lleva!

EULALIA.-     (Natural.)  No está.

INOCENCIA.-   ¡Ya me veo en la caldera!

EULALIA.-    (Desembozándose, bajando el palo.)  Se escondió de miedo.

INOCENCIA.-   ¿Qué veo? ¡Mi hermana!

EULALIA.-     (Desde el foro.)  ¡Natalia!

NATALIA.-    (Saliendo.)  ¿Qué?

EULALIA.-   Se ha escondido.

NATALIA.-   ¡Qué lástima!

EULALIA.-   ¡Tanto como nos hubiéramos reído!

NATALIA.-   ¿Vamos a merendar?

EULALIA.-   Bueno: Pero luego volveremos a darle el susto. A ver si se le acaba la tontería.

 

(Vanse derecha.)

 

  —15→  

Escena XII

 

INOCENCIA.

 

INOCENCIA.-   ¿Conque esas tenemos? ¿Conque soy tonta? ¿Conque para que se me acabe la tontería? ¡Ya se me va quitando! Yo te prometo que me las pagarás. A una burla, otra más grande; y a un embuste, otro mayor.  (Vase por la izquierda.) 



Escena XIII

 

INOCENCIA, EULALIA y NATALIA.

 

NATALIA.-    (Saliendo.)  Está en aquel cuarto. Y lo tiene abierto. Ahora es la ocasión.   (Llamando.)  Anda, Eulalia.

 

(Sale EULALIA como antes, y al mismo tiempo INOCENCIA con el mismo disfraz, pero más alto.)

 

EULALIA.-  ¡Uuuu!

INOCENCIA.-   ¡Oooo!

NATALIA.-   ¡María Santísima!

EULALIA.-   ¡Jesús!

INOCENCIA.-   ¡Oooo!

EULALIA.-   ¡El Diablo!  (Tira el palo y la capa.) 

NATALIA.-   ¡Dios me auxilie!

INOCENCIA.-   Vengo por vosotras.

NATALIA.-   ¡Ay!

EULALIA.-   ¡Ay!


  —16→  

Escena XIV

 

Dichas y MERI.

 

MERI.-   ¿Qué pasa?

EULALIA.-   ¡El Demonio!

NATALIA.-   ¡Que nos coge!

MERI.-   ¡Jesús mío!

EULALIA.-   Dios nos castiga.

 

(INOCENCIA baja el palo.)

 

NATALIA.-   ¡Se encoge!

 

(INOCENCIA lo vuelve a subir.)

 

EULALIA.-   ¡Se estira!

MERI.-   Sí, eso parece.

INOCENCIA.-   Ya basta.  (Se descubre.) 

NATALIA.-   ¡Inocencia!

EULALIA.-   ¡Mi hermana!

INOCENCIA.-   Sí, la tonta.

MERI.-   Pero...

INOCENCIA.-   La tonta, que ya no lo es.

NATALIA.-   Perdónanos.

EULALIA.-   Dispénsanos.

INOCENCIA.-   Perdonadas estáis; pero cuidado en adelante, pues para un embuste hay otro mayor.



 
 
FIN
 
 




(AL PÚBLICO.)


Aquí el juguete ha acabado.
Si tal obrita te agrada,
muéstralo, público amado,
con una sola palmada.



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