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Una grave enfermedad impidió a mi madre continuar colaborando en La Voz de la Caridad, y todos los trabajos insertos hasta junio de 1873 estaban escritos antes del 30 de Noviembre del 72. (Fernando García Arenal.)



 

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No hace muchos años se perdió en la Coruña la lancha del práctico; de 12 hombres que la tripulaban se salvó uno solo; sus desventuradas familias no recibieron más auxilio que el que les dio la caridad pública, excitada por la que tenía tanta, por la Condesa de Mina, que procuraba siempre un consuelo a cada dolor.



 

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Por nuestra opinión, se llevaría la Beneficencia a cualquier otro Ministerio; pero como la opinión general no es ésta, y las leyes que se hallan en hostilidad con la opinión no se cumplen, no proponemos en este punto una innovación que sería muy beneficiosa.



 

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Escritas las anteriores líneas, hemos sabido que, al acercarse los carlistas a Santander, la Cruz Roja estableció tres hospitales de sangre, confirmando la alta idea que de la caridad de Santander tenemos.



 

14

Por desgracia no es una suposición.



 

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El hospital de Cartagena era tal vez el primero de España, y ni dentro ni fuera de ella había ninguno que le aventajase en caridad. Era un establecimiento querido del pueblo, y a cuyo sostenimiento contribuían todos, pobres y ricos, haciendo caso de honra que nada faltase allí, y mirando con cariño este asilo de dolor.



 

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Algunas personas han acudido generosamente con sus limosnas; pero el número es corto, y las cantidades recaudadas insignificantes para un desastre a que debía haber acudido España entera. No hablamos del Gobierno, que debe, no limosna, sino indemnización.



 

17

Mi madre tenía en campaña a mi hermano, oficial de Caballería. (Fernando García Arenal.)



 

18

Esta poesía fue leída por la Srta. D.ª Joaquina Balmaseda en la función dramático-lírica celebrada en el Liceo Piquer el día 13 del corriente a beneficio de los heridos.



 

19

Estas cartas las escribió mi madre desde el hospital de la Cruz Roja de Miranda de Ebro, a cuyo frente estuvo durante cinco meses. En La Voz de la Caridad se publicaron sin firma. (Fernando García Arenal.)



 
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