Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


Abajo

Análisis de la publicación «El Pensil del Bello Sexo»

Enrique Rubio Cremades


Universidad de Alicante



En la década de los años cuarenta -inicio de la España isabelina y de los desplazamientos sucesivos de los progresistas por los moderados- se observa un gradual crecimiento de las publicaciones periódicas editadas en Madrid y provincias. Si comparamos la periodicidad y número de publicaciones existentes entre el final del Trienio Liberal y comienzos del reinado de Isabel II observaremos no sólo una desproporción numérica harto significativa, sino también una limitación de contenidos que actuarán en detrimento de la calidad y objetivos del periodismo. Si nos atenemos a las revistas dirigidas sólo y exclusivamente a la mujer en época anterior a la de El Pensil del Bello Sexo1-década de los años treinta- apreciaremos que tan solo aparecen un total de ocho periódicos en Madrid2; por el contrario, a comienzos de los años cuarenta el número aumenta considerablemente, en especial a partir de las fechas coincidentes con la aparición de El Pensil del Bello Sexo. Periódicos como El Tocador3, El Defensor del Bello Sexo4, Gacetas de las Mujeres5, La Sílfide6..., serán las publicaciones madrileñas de mayor incidencia en los círculos femeninos.

El Pensil del Bello Sexo se define desde el inicio de su publicación como periódico «dedicado exclusivamente a las damas»7 , sin hacer mención expresa a la obligatoriedad o condición de sexo para colaborar en sus páginas, consciente del error cometido por anteriores publicaciones que si bien hacían mención expresa de «escrita sólo por mujeres» no cumplían fielmente este requisito. Sería el caso, por ejemplo, de publicaciones aparecidas en el mismo año que El Pensil del Bello Sexo, como Gaceta de las mujeres, que afirma estar «redactada por ellas mismas»8 y, sin embargo, incluye colaboraciones de Juan Nicasio Gallego o de Nicomedes Pastor Díaz. Circunstancia idéntica a la de las colecciones costumbristas de la época, pues se anunciaban con el título de Álbum del bello sexo o Las mujeres pintadas por sí mismas9 y no cumplían dicho requisito, ya que, por ejemplo, tras la primera entrega de Gertrudis Gómez de Avellaneda -«La dama de gran tono»- aparecerá a continuación el nombre del escritor Antonio Flores con el artículo «La colegiala».

La redacción de El Pensil del Bello Sexo estará formada por escritoras y escritores hermanados e interesados por los problemas que atañen a la mujer. De igual forma en sus páginas se insertarán artículos de muy dispar índole, desde novelas o composiciones poéticas, hasta relatos biográficos o modas de la época. La presencia de hombres en dichas publicaciones periódicas es un hecho que se puede constatar desde el inicio de la prensa femenina española. Tendríamos que remontarnos, por ejemplo, al primer periódico publicado en Madrid10 -El Periódico de las damas- para comprobar como la responsabilidad de la dirección y redacción cae en manos de escritores. La presencia del impresor León Amarita o las colaboraciones de Lucas Alemán Aguado11 hablan por sí solas. Otro tanto sucede, por ejemplo, en La Moda Elegante, La Moda, El Defensor del Bello Sexo, La Elegancia, Ellas, etc., publicaciones en las que aparece un copioso número de escritores y escritoras, alternándose los nombres de Ángela Grassi, Faustina Sáez de Melgar, Robustiana Armiño, Carolina Coronado, Amalia Fenollosa... con los de conocidos escritores de la época, tales como Miguel Agustín Príncipe, Juan Nicasio Gallego, Nicomedes Pastor Díaz, Manuel Cañete, Juan de Ariza, etc. Existen, sin embargo, periódicos escritos sólo por hombres cuya única misión es hablar de la mujer, como el conocido periódico El Tocador12.

También encontramos publicaciones en las que no aparece el nombre de ningún escritor, como en El Té de las damas, periódico que hoy en día no merecería tal denominación si no tuviésemos en cuenta las peculiares características del periodismo coincidente con el Romanticismo, pues se limita tan sólo a transcribir estractos y párrafos de la obra Las mujeres, su estado y su influjo en el orden social sobre las diferentes naciones antiguas y modernas, del vizconde de Segur13.

El Pensil del Bello Sexo adoptará una postura ecléctica a la hora de solicitar colaboraciones, pues se apreciará tanto la presencia de escritores como de escritoras, predominando los primeros en la mayoría de los números publicados. Sin embargo, la responsabilidad del periódico no recae en una mujer, sino en la figura de Miguel Agustín Príncipe, conocido periodista que había dirigido y colaborado con anterioridad en La Prensa14, El Espectador15, El Anfión matritense16 y El Moscardón17. Desde el inicio de la publicación su director deja bien claro cuál es el propósito de dicha revista, pues afirma que no sólo se va a limitar al análisis de los peculiares comportamientos de la mujer a lo largo de la historia, sino que también teorizará sobre la conducta de la mujer en el momento presente. En el artículo de fondo que figura al frente del primer número se autodefine como «trovador femenil» y defensor del bello sexo, señas de identidad que predominarán en todos los números de la publicación. Incluso las colaboraciones del resto de los escritores estarán bajo estas premisas en todos los apartados de la revista, pautas que permitirán definir al Pensil del Bello Sexo como una revista eminentemente femenina.

Las colaboraciones de las escritoras suelen figurar en el apartado dedicado a la poesía, sección que aparece en el intermedio de la publicación. En la parte final nos encontramos siempre con el epígrafe Modas, páginas dedicadas a la mujer y escritas también por mujeres, aunque de hecho no figure el nombre de la autora o autoras, costumbre, por otro lado, que se puede hacer extensiva a un buen número de revistas femeninas de la época. La sección Modas recoge las novedades de París con toda suerte de detalles y que en ocasiones sirven de apoyatura al figurín o grabado que se incluye en la publicación. Costumbre idéntica al de otras revistas anteriores -recordemos los grabados del Periódico de las Damas procedentes de L'Observateur des Modes-. Incluso en casi todas estas publicaciones se anuncia al principio o al final de la revista la entrega o inclusión del correspondiente patrón o grabado, como de hecho sucede en El Correo de las damas, La Moda elegante, El Figurín, La Mariposa, El Tocador, El Defensor del bello sexo, etc. Se tratan, en suma, de grabados realizados con gran exquisitez y cuidado. En este sentido las revistas femeninas ocupan un lugar privilegiado en los anales del grabado en España, tan sólo superado, en ocasiones, por las colecciones costumbristas decimonónicas.

Las colaboraciones de la mujer en el ámbito literario se limitan, como ya hemos señalado, al género poético. Entre las autoras que colaboran en El Pensil del Bello Sexo encontramos los nombres de Carolina Coronado, Ángela Grassi, Encarnación Calero de los Ríos y Marcela Berenguer. El mayor número de colaboraciones corresponde a Carolina Coronado, autora que ya se había dado a conocer en la prensa española de la época con numerosas composiciones poéticas. Sus colaboraciones en El Defensor del bello sexo, Gaceta de las mujeres, La Elegancia18, así como su atención a las mujeres poetisas en sus artículos periodísticos, como Galería de poetisas españolas contemporáneas publicada por entregas en el periódico La Discusión19, darán muestras de una fecundidad literaria poco común entre las mujeres de su época. En El Pensil del Bello Sexo destacan las composiciones que tratan de reivindicar a la mujer, subyugada por un incomprensible autoritarismo. Las censuras y críticas que Carolina Coronado dirige al hombre no debieron agradar a su director, pues afirmará al respecto que «no presenta las dotes de corrección y nitidez que tanto satisfacen y admiran en otros de sus bellos poemas; pero en cambio, ¡qué triste y melancólico, qué amargo, y aun sarcástico a veces, es el doliente tono en que se expresa al hablar de la suerte femenil, y sobre todo al referirse al otro sexo!»20. Como colofón del análisis de las poesías que intentan reivindicar a la mujer, Miguel Agustín Príncipe compondrá unos versos dedicados al bello sexo que finalizan con un dístico alusivo al destino de la mujer:


La silla de la madre de familia
Es el trono en que reina la mujer.



Para Miguel Agustín Príncipe y colaboradores del periódico la mujer debía limitarse fundamentalmente al papel de educadora y forjadora de hombres capaces de regir los destinos de la nación. Su intención no era otra que dar a entender a la mujer que debía ser la amantísima esposa, buena hija y excelente madre, comportamientos y conductas que debían estar sometidos a la más estricta moral religiosa. A Carolina Coronado no le debieron parecer muy acertadas las palabras de Miguel Agustín Príncipe cuando afirma que la felicidad de la mujer no se ha de basar en la ambición del mando y dominio de las estructuras del poder, pasiones que empozoñan la vida agitada del hombre. De hecho la poetisa denunciará en sus versos la actitud misógina de los hombres, pues a la mujer se la margina y se la priva del derecho a opinar sobre los asuntos serios del Estado. El varón será, para esta autora, el principal culpable de los infortunios de la mujer, ya que se comporta como un auténtico autócrata y déspota:


Para oprimir al pueblo el hombre basta;
No los hierros del mundo acrecentemos,
No la tribuna ni la lid busquemos
Renombre duro a nuestra blanda casta:
De la bandera Nacional el hasta
En los brazos endebles que tenemos
Presto al suelo con nos diera, y consigo
dejando el reino libre al enemigo21.



La composición poética de Encarnación Calero de los Ríos -versos en los que no figura el título del poema- presenta la misma intencionalidad. La tiranía del hombre y la preocupación del mismo por la pingüe dote de la mujer serán los pilares básicos de estos versos. Encarnación Calero denunciará el egoísmo y el autoritarismo del hombre, único culpable del destino de la mujer. La infravaloración del bello sexo en todos los aspectos es, en realidad, el verdadero lamento de la poetisa Calero.

Existen en El Pensil composiciones poéticas de tono elegiaco en las que el recuerdo de la grandeza perdida actúa como único y verdadero soporte. La elegía A la Italia, de la poetisa Ángela Grassi22 -autora que ya se había dado a conocer en la revista extremeña El Pensador23, publicación dirigida por Carolina Coronado- es un emotivo y caluroso recuerdo a la grandeza de Italia, dominadora y cuna cultural del viejo orbe, adormecida, subyugada y fragmentada por el poder extranjero. Los últimos versos son un claro alegato a la lucha y a la libertad, fiel reflejo del ideario expuesto por la asociación La joven Italia fundada por Mazzini y que promovió los motines y sublevaciones de 1844 y 1845. Sus vivencias personales enraizadas profundamente con los problemas políticos de la quebrantada Italia impulsaron a la poetisa Ángela Grassi de Cuenca a escribir estos apasionados y emotivos versos que pueden ser considerados como un trágico lamento de la gloria perdida. En otros poemas se pone de manifiesto, veladamente o de forma explícita, la animadversión hacia el sexo opuesto. Por ejemplo en el poema a la muerte de un niño de la marquesa del Surco -composición que utiliza una serie de figuras literarias harto repetitivas- incluirá unos versos que nada tienen que ver con la dolorosa pérdida del ser querido y, por el contrario, supondrán un claro alegato contra el hombre:


¡Los hombres no escuchan
Al que es infeliz.
Y triste, olvidado
le dejan morir!24



El resto del corpus poético está escrito por hombres. Composiciones que rinden culto a la belleza de la mujer25 o bien la describen como mujer amantísima de sus padres, esposo e hijos. De igual forma suelen incluirse composiciones de afamados escritores románticos26 que no suponen novedad alguna, pues ya habían sido publicadas con anterioridad. La dirección del periódico es consciente del aluvión de poemas escritos por mujeres y enviados a la redacción, pues se disculpa de la no inclusión de los mismos por falta de espacio27.

Como ya hemos señalado con anterioridad, el protagonismo de El Pensil del Bello Sexo lo ocupa la mujer, de ahí que el consejo de redacción ofrezca toda una serie de secciones que tienen como misión analizar su comportamiento. Para ello suele incluir en el inicio de la misma una galería de mujeres célebres que, por lo común, pertenecen a la mitología o a la cultura grecolatina. Los artículos sobre las Amazonas o las Vestales, por ejemplo, aparecerán en sucesivas entregas. Otro tanto ocurre con la galería de retratos dedicados a escritoras célebres. Tal vez sea este el apartado más concienzudo y mejor escrito si lo compráramos con el resto de publicaciones dedicadas a la mujer.

El análisis de la vida y obra de Meme, Stael o Jorge Sand puede corroborar tales juicios críticos.

En lo que respecta a la parte creativa o de ficción, El Pensil del Bello Sexo presta gran atención a la narración breve, ya sea cuento, novela corta o leyenda. El denominador común de todos ellos es el protagonismo de la mujer. Ella será siempre el soporte básico de las narraciones. Los relatos Dos hermanas, Mujer sagaz y discreta, Ana y Eduardo, El ramo de rosas, La séptima hija de un pintor, etc., pueden enmarcarse en las corrientes literarias propias de la época, es decir, desde el relato truculento y macabro hasta el melodramático y folletinesco.

La vida de El Pensil fue efímera, circunstancia habitual en la prensa española de la primera mitad del siglo XIX. Publicación que nació enfermiza y con graves problemas editoriales, pues en una advertencia que figura al frente del número correspondiente al 14 de diciembre de 1845 se indica que José de Souza «propala infundadas especies sobre sus pretendidos derechos a la propiedad de la misma. Para inteligencia de nuestros suscriptores, el único y exclusivo propietario de este periódico es don Antonio Gutiérrez de León»28. Advertencia que figurará una vez más en el penúltimo número de la publicación, antesala de su pronta muerte, pues en el número siguiente, y sin previo aviso, deja de publicarse. Circunstancia un tanto extraña, ya que lo usual era incluir un aviso dirigido a los suscriptores en el que se comunicaba siempre la fecha del cese. El enfrentamiento entre don José de Souza y don Antonio Gutiérrez de León privó a los lectores del desenlace de algunos relatos publicados por entregas. Las causas de este enfrentamiento creemos que nacen de la disparidad de criterios que ambos escritores mantuvieron como directores de El Defensor del bello sexo, discrepancias que provocan el nacimiento de El Pensil, pues éste hace su aparición, precisamente, el 23 de noviembre de 1845, fecha en la que El Defensor del bello sexo interrumpe su publicación. Incluso cuando el Pensil deja de editarse -25 de enero de 1846- surgirá de nuevo El Defensor del bello sexo, figurando como dueño del periódico don José de Souza. Como vemos, pues, El Pensil puede considerarse como el resultado de unas relaciones mal entendidas, que nació con prisas29 y murió no por falta de suscriptores, sino por los conocidos problemas editoriales.





 
Indice