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Teodoreto de Ciro, Interpretatio in omnes Davidis Psalmos, en Opera, Colonia, 1573, tomo I, p. 81.

 

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Se coloca al frente de la Glosa ordinaria del salterio: «Eodem modo potest dici Propheta secum investigasse de incarnatione Filii Dei» (Walafrido Strabón, Glosa ordinaria, «Prothemata in Psalterium», PL 113, 841) o en el accesus al libro del comentario de Pedro Lombardo: «Materia itaque hujus libri est totus Christi» (In Psalmos Davidicos Commentaria, «Praefatio», PL, 191, 59C). Juan de Soto, reconoce en el argumento de su paráfrasis del primer salmo este sentido alegórico tradicional: «En sentido alegórico se entiende de Cristo, que desde el instante de su concepción fue varón perfecto en virtudes y ciencias» (Exposición paraphrástica del psalterio de Dauid, en diferente género de verso español, 1612. En Alcalá: Por Luys Martínez Grande, fol. 1v).

 

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No es extraña en fray Luis esta interpretación cristológica de los salmos. La cuarta acusación del fiscal contra fray Luis es que en las declaraciones de la Sagrada Escritura, particularmente en los salmos y lecciones de Job, ha preferido a Vatablo, Pagnino y los judíos, a la edición Vulgata y al sentido de los santos (Alcalá, ed. cit., 1991: 73). Fray Luis responde detalladamente en escrito del 30 de junio de 1573, mostrando todos los lugares de los salmos en que Vatablo declara «de Cristo», es decir con sentido alegórico y referencia a sucesos del Nuevo Testamento (Alcalá, ed. cit., 1991: 323-326). El abundante uso de los salmos, como cita ilustrativa o comentada en las reflexiones teológicas de De los nombres de Cristo corrobora este sentido.

 

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En Opera, ed. cit., vol. I, p. 152. Esta Declaración del salmo XXVI cuenta con la edición bilingüe de José M.ª Becerra Hiraldo, Salamanca, Diputación, 1991.

 

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DAVIDIS REGIS AC PROPHETAE ALIORUMQUE SACRORUM VATUM Psalmi, Ex hebraica veritate in Latinum carmen a BENEDICTO ARIA MONTANO observantissime conversi... Antuerpiae, Ex Officina Christophori Plantini, Architypographi Regii. M.D.LXXII. La cita que sigue, del prólogo «Cristophorus Plantinus Christiano Lectori Salutem» en la pág. 4.

 

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«Verdaderamente, cuando afirman los santos padres y los hombres doctos que en la traducción de las sagradas escrituras es conveniente mantener esa norma escrupulosamente, que no sólo se muestren toda la cantidad de sentidos, sino que no se eche en falta la fuerza de las palabras y la elegancia de su significado, sucede que el que se esfuerza por verter en griego o latín todos esos libros que están en hebreo en variados géneros de verso, como Job, el salterio o los Cantares sagrados, si quiere obtener un estilo de discurso no rítmico en prosa (como casi todos parecen haber pretendido, excepto nuestro traductor), producirá una expresión sosa y desprovista de esa elegancia que se escucha en hebreo; pero si (como nuestro traductor ha hecho mucho más correctamente) intenta imitar ese artificio poético, mostrará un estilo más elegante y que huele más a misterio, pero ciertamente más oscuro y difícil de explicar. Con toda claridad se muestra la elegancia poética en nuestro Salterio, que a diario se canta en los templos». Agradezco a mi compañera Susana González Marín la traducción de este texto.

 

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«Los versos preparan los ánimos, comprenden muchas cosas en poco, las orejas se deleitan y recuerdan lo original», Fray Juan de Soto, Exposición paraphrástica del psalterio de Dauid, en diferente género de verso español, 1612; la cita en la dedicatoria «A la Serenísima Infanta Sor Margarita de la Cruz, monja descalza de la orden de santa clara de Madrid, Fr. Iuan de Soto». En el Prólogo al lector que sitúa a continuación expresa el agustino su dificultad para centrarse en la creación poética, porque se impone la labor del intérprete: «... ha sido fuerza ir tan atado a sus sentidos que no he tenido lugar de hacer por mí los conceptos con que ilustran sus metros los poetas», y eso por más que reconoce en los salmos los tropos y figuras propias de la poesía: «También se puede probar y no con menos fuerza que los salmos de David son verdaderos metros, pues en ellos se hallan todas las flores, tropos y figuras, metáforas, hipérboles, alusiones, prosopopeias, aposiopesis, apóstrofes, epifonemas y otros ornatos propios de poetas, así en la composición como en la sentencia».

 

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Respuestas a las proposiciones 8.ª, 9.ª y 17.ª, sobre la posibilidad de traducciones distintas de la Biblia, mejores y más correctas (Valladolid a 30 de marzo de 1575), (Ángel Alcalá, ed. cit., 1991: 530). Compárese con fray Luis de Granada, Rhetórica Ecclesiástica, lib. IV, cap. IV, 11: «las sentencias que traxéremos o de las Sagradas Letras o de los Santos Padres, de tal suerte las interpretemos, que conservando fiel e íntegramente el sentido de las sentencias, las virtamos con tan propio y agraciado estilo en nuestra lengua, que no parezcan traducidas de la latina, sino nacidas en la nuestra. En lo cual faltan muchos de muchas maneras: unos vierten los testimonios latinos de modo que guardan la propiedad de la lengua latina, y así quitan gran parte de la gracia a las sentencias. Porque como cada lengua tenga su propio dialecto y modo de hablar, la habilidad y perfección de un traductor es convertir las propiedades de la lengua latina en las de otra lengua, que tengan igual valor. Otros, por huir de este defecto, gastan una ridícula retórica, y deleitándose en un estilo pomposo y redundante, no conservan la gravedad, ni la verdad de la sentencia»

 

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Se refiere Francisco Calero («Lo que fray Luis pensaba sobre el modo de traducir lo dejó escrito en dos lugares», 1991: 541) al prólogo a Cantares y la dedicatoria de las Poesías. Pero al texto que cito del proceso se podrían sumar unos cuantos más, ya que la cuestión de la traducción de textos bíblicos es capital en toda la causa.

 

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Carmen Codoñer, «Fray Luis: interpretación, traducción poética e imitatio», Criticon, 61 (1994), pp. 31-46.

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