Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


 

51

Cuevas en el lugar citado remite a una Enarrationes in psalmos mysticos, editado en el Octavus Tomus Operum Divi Augustini, Parisiis, 1541, p. 3, pero es en realidad paráfrasis de san Pablo I Cor. III, 13-15, que hace en la Enarratio in Psalmum I.

 

52

Compárese con el siguiente texto de la Exposición del libro de Job, 23, 20: «Mas él supo mi carrera, examinaráme como oro que por fuego passa. Como diciendo: mas ya que no puedo verme con Dios, ni averiguar mi causa con él, esto sé çiertamente: que él sabe bien mi innoçençia, y que este su azote no es castigo de culpa, no, sino examen de oro que se pone en el fuego no por su escoria, sino para que más resplandezca, no por limpieza, sino para más resplandor».

 

53

Véase Luis Alonso Schökel, Treinta salmos: poesía y oración, Madrid, Cristiandad, 19. Y también Julio Trebolle, El libro de los salmos, Madrid, Trotta. 2001, 2 vols. Una exégesis afectiva, guiada por la intención tropológica, es la que lleva a cabo Erasmo de Rotterdam, en su citada Enarratio primi psalmi «Beatus vir» de 1515 en la que quiere apartarse de las consideraciones «frigidísimas» de otros comentaristas (col. 174 B) y da paso a consideraciones sobre problemas de su tiempo: la formación de los teólogos, las ceremonias o la traducción de las sagradas letras al vulgar. Raynerio Goudano, en su Psalterio de David (ed. cit., 1555, «Prólogo») lo explica así: «¿Qué hay que no se pueda aprender de los salmos (...) estas dulcísimas y suavísimas canciones de los salmos son un consuelo de los que lloran, cura admirable de los que tienen dolor, sanidad de los enfermos, remedio de la ánima, y un socorro para contra todas las miserias desta vida».

 

54

En la introducción al salmo XXVI explica fray Luis que ha elegido interpretar ese salmo precisamente porque encuentra en él consuelo a su situación: «Quae res nobis in causa fuit, ut hunc praecipue Psalmum intepretari vellemus, quod ejus pleraque omnia hoc meo tempore apte a me, et vere usurpari posse viderem. A quibusdam enim hominibus, quos nos iniuria aliqua ipsis a me illata, sed industriae meae opinio nonnulla mihi reddidit inimics, insidiosissime circumventus et calumniis oppressus, non solum pristinis meae vitae bonis atque ornamentis careo, sed etiam hoc communi spiritu aque libro excludor. Quo in malo, hoc uno solatio me consolor, quo ex Sacrarum litterarum lectione et meditatione divinae bonitatis afficior» (Opera, ed. cit., vol. I, 116).

 

55

También Teodoreto de Ciro, en la obra ya citada (Opera, tomo I, p. 81) repite el sentido de peste como enfermedad que infecta a muchos, para explicar la imagen bíblica: «Porro pestilentias vocat non solum eos qui se ipsos labefactant, sed etiam illos qui cum caeteris labem communicant: instar morbi, qui et homines et pecudes invadit, cuius participes etiam fiunt, qui aegrotantibus appropinquant».

 

56

Raynerio Goudano (Psalterio... con paraphrases..., 155, fol. 1r) glosa en el mismo sentido: «y en la cátedra de la pestilencia contagiosa y de falsa doctrina no se asentó, enseñando cosas peligrosas (la cursiva en el original). Puede compararse la de fray Luis con otra traducción, la de Juan de Guzmán inserta en la Primera parte de la Rhetórica... (Alcalá de Henares, 1589, ff. 144-145r), donde leemos una amplificación interpretativa de este sentido: «O bienaventurado / el hombre de su Dios tan cuidadoso / que nunca fue llevado / del impío y malicioso / siguiendo su consejo cauteloso. / No fixó sus pisadas / en el ancho camino frecuentado / por donde van erradas / las almas que el pecado / con su falsos deleites ha engañado. / Que no quiso sentarse / ni en cátedra subir de pestilencia, / donde suele enseñarse / la perniciosa ciencia / contra Dios, contra ley, contra conciencia.» (sub. mío). También Juan de Robles, en El culto sevillano (1631), incorpora una traducción poética, que vierte este paso: «Ni en Cátedra ambiciosa / a quien soberbia indina / derramó la pestífera dotrina / la ponzoña mortal y perniciosa». (cito por Juan de Robles, El culto sevillano, ed. Alejandro Gómez Camacho, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1992, p. 75).

 

57

Opera, ed. cit., vol. I, pp. 193-197.

 

58

Valga por todos Teodoreto de Ciro, tan citado por fray Luis, que escribe: «Solet autem Sacra Scriptura impios nominare eos qui vel nullum Deum, vel Deos multiplices colunt: peccatores vero qui iniquitati assuescere elegerunt et vitam corruptam adamant» (en Opera, ed. cit., p. 81).

 

59

«Nam, adverti debet, quod in S. Scriptura alii sunt peccatores, et alii impii: peccatores, qui ab Hebraeis vocant attahim sunt illi qui peccant fragilitate aut ignoratione; at vero, impii, qui ab Hebraeis vocantur resaim sunt illi, qui consulto et pravo animi proposito et falsa persuasione imbuiti de providentia divina, peccant et scelesti sunt. Unde in psalmo primo...» (Ed. cit., p. 213).

 

60

Ángel Alcalá, ed. cit., 1991: 372. Sobre Cipriano de la Huerga véase Eugenio Asensio, «Cipriano de la Huerga, maestro de fray Luis de León», en Homenaje a Pedro Sainz Rodríguez, Madrid, FUE, vol. III, pp. 57-72; Gaspar Morocho, «Humanismo y Filología poligráfica en Cipriano de la Huerga. Su encuentro con fray Luis de León», La Ciudad de Dios CCIV (1991) 863-914; del mismo, «Cipriano de la Huerga, maestro de humanistas», en V. García de la Concha y J. San José Lera, eds., Fray Luis de León. Historia, Humanismo y Letras, Salamanca, Universidad, 1996, pp. 173-193.

Indice