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Fray Juan de Vega, primer provincial de su orden en Chile, para cuyo cargo fue elegido el 2 de enero de 1572, era natural de Valladolid, e hijo de la provincia de la Rábida en Portugal. Véase Gonzaga, De Origine Seraphicae Religionis, etc., Roma, 1587, fol., pág. 1347; y Córdoba Salinas, Corónica franciscana, lib. VI, pág. 635.

 

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Libro 760, pág. 238. Simancas.

 

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Carta citada de 3 de marzo de 1571.

 

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He aquí el título de comisario otorgado a Calderón: «Nós los inquisidores contra la herética pravedad y apostasía, en la cibdad de los Reyes y su Arzobispado, en los Obispados de Panamá, Quitó, el Cuzco, los Charcas, Río de la Plata, Tucumán, Concepción, Santiago de Chile, de todos los reinos, estados y señoríos de las provincias del Perú y su virreinado y gobernación y distrito de las Audiencias Reales que en las cibdades, reinos e provincias y estados residen, por autoridad apostólica eclesiástica; teniendo, como tenemos, relación de la vida, letras y reta conciencia de vós, el muy reverendo licenciado Melchor Calderón, tesorero de la santa iglesia catedral de Santiago de Chile; por la presente os nombramos y diputamos por nuestro comisario en la dicha cibdad y su distrito para que como tal nuestro comisario deste Sancto Oficio hagáis y ejerzáis lo que por nós os fuere cometido y encargado, y si alguna denunciación delante de vos se hiciese, la recibáis y nos la enviéis para sobre ello proveer lo que convenga, que para ello os damos poder y cometemos nuestras veces, como a tal nuestro comisario; y rogamos y encargamos, y si es necesario es, mandamos en virtud de sancta obidiencia y so pena de quinientos pesos de oro para los gastos extraordinarios deste Sancto Oficio, y de excomunión mayor a todos e cualesquier justicia e jueces eclesiásticos y seglares os tengan por tal nuestro comisario y que como a tal os guarden todos los privilegios, exenciones, libertades, inmunidades, gracias de que deben gozar los comisarios y oficiales desde Sancto Oficio y no hagan ende al, con apercibimiento que procederemos contra ellos hasta debida ejecución. Dada en la cibdad de los Reyes, a dos de Abril de mil quinientos e setenta e dos años. -El licenciado Cerezuela. -El licenciado Antonio Gutiérrez de Ulloa. -Por mandado de los señores inquisidores. -Eusebio de Arrieta, secretario».

He aquí ahora el acta del recibimiento de Calderón en el Cabildo eclesiástico: «En la cibdad de Santiago, a ocho días del mes de agosto de mil e quinientos e setenta e dos años, ante el ilustre e muy reverendo señor Deán e cabildo desta Santa Iglesia de Santiago de Chile y en presencia de mí, Juan de Fuentes, notario público, el muy magnífico e muy reverendo señor don Melchor Calderón presentó la comisión de atrás contenida, los cuales dichos señores Deán y cabildo, conviene a saber, el arcediano don Francisco de Paredes y el chantre don Fabián Ruiz de Aguilar, estando juntos, cada uno por sí tomó la dicho comisión en sus manos y la besaron y pusieron sobre sus cabezas e dijeron: que la rescibían e rescibieron, obedeciendo como obedecieron la dicha provisión; e al dicho señor licenciado don Melchor Calderón por tal comisario del Santo Oficio, según e como por los dichos señores inquisidores es nombrado, e como tal le obedescerán e guardarán e harán guardar, dar e cumplir todo lo contenido en la dicha comisión y así lo dijeron e firmaron de sus nombres. -El maestro Paredes. -Fabián Ruiz de Aguilar. -Ante mí Juan de Fuentes, notario público».

En catorce del mismo mes fue recibido en el cargo por el doctor Bravo de Saravia, presidente de la Audiencia. A este respecto conviene tener presente que los familiares y notarios del Santo Oficio acostumbraban presentar sus títulos en el cabildo secular, en cuyos libros de actas no es raro encontrar algunos transcritos íntegros,   —160→   formalidad que sin duda hacía las veces del pase. Véase, entre otros, el libro correspondiente a 1725 en que aparece copiado el de don Manuel de la Fuente.

Constan los documentos citados de una información de servicios levantada por Calderón en Santiago, en 1585. Véase más adelante el cap. XVIII.

 

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Agustín de Cisneros, por información rendida en Medina de Ríoseco en octubre de 1563, para pasar a las Indias y que se le aceptó en la Inquisición, consta que era hijo de Álvaro de Cisneros y Constanza de Montesa y que había estudiado en Salamanca hasta graduarse de bachiller y licenciado en leyes, ejerciendo la abogacía en Medina. Después de ordenado fue vicario en Talavera de la Reina. Por real cédula de 24 de julio de 1553, fechada en Valladolid, se le dio permiso para pasar a Chile; y del libro de pasajeros consta que en 9 de abril de 1554 se embarcó con tres hermanos suyos, tres mujeres, un mozo y un paje.

El deanato de la Imperial se había concedido a un capellán del licenciado Tello de Sandoval; pero hacía de eso ya siete años y aún el nombrado no se había presentado a tomar posesión de su cargo, ni siquiera había partido de España. En estas circunstancias, Cisneros lo solicitó para sí y le fue concedido, previa la información de la calidad de su persona, que rindió por medio de procurador. Después, en 20 de junio de 1584, fue propuesto al Rey por el Consejo para el Obispado de la Imperial, cuyas bulas llegaron a sus manos a fines de 1589, fecha en que probablemente Cisneros ha debido cesar en su cargo de comisario del Santo Oficio.

 

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Más tarde, Miguel Román de Aulestia, secretario del Tribunal, publicó la Instrucción, y orden que comúnmente han de guardar los comisarios y notarios del Santo Oficio de la Inquisición del Perú, cerca de procesar en las causas de fe y criminales de ministros, en que fueren reos y contra el honor del Santo Oficio, o informaciones de limpieza, con la forma de publicar edictos generales de fe y particulares; en conformidad de lo que está mandado por cédulas reales, instrucciones y cartas acordadas de los señores del Consejo de Su Majestad de la Santa General Inquisición: cuya quinta y última impresión se hizo en Lima, en 1796 en un pequeño vol. en fol.

 

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Memorial de las causas que en este Santo Oficio de la Inquisición del Perú se han determinado y de las que están pendientes y suspensas, Libro 760-1, pág. 16.

 

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Aguirre en su carta a don Francisco de Toledo le da cuenta de este hecho en los términos siguientes: «Ayer (7 de octubre de 1569) topé con Luis Chasco, teniente de Diego Pacheco, que venía con veinte hombres que traían ropa de la tierra para vender; y entre ellos venían doce o trece soldados de los que se hallaron en mi   —165→   prisión. Yo los recibí con buenas palabras, perdonándoles lo pasado, y luego fui avisado que habían tratado de prender o matar, y que aún ahora hacían corrillos; y quien me lo dijo lo sabe Luis Chasco, y después de los haber desarmado porque no intentasen alguna desvergüenza de las que suelen, les desterró mi teniente, y no les volví las armas por temerme de alguna traición...».

 

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Los capítulos de acusación eran once, y los testigos habían declarado en el número y forma siguiente: Al 1º, un testigo de oídas; al 2º. id.; al 3º, cuatro; al 4º, seis; al 5º, los mismos; al 6º, los mismos, todos de oídas; al 7º, uno solo; al 8º, un clérigo, notorio enemigo de Aguirre que había enviado al Tribunal un memorial contra él; a los 9º, 10 y 11, un sólo testigo.

 

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Extracto del expediente de visita de Ruiz de Prado.