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La Cueva del Molinico (Villena-Alicante)

José M.ª Soler García





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Planta

Figura 1.- Cueva del Molinico (Villena-Alicante). Planta.

En el número 5 de la revista «VILLENA», editada por el Ayuntamiento de la ciudad en septiembre de 1955, en un artículo titulado «El poblado de la Casa de Lara» decíamos lo siguiente:

«Por diversos conductos ha llegado a nuestro conocimiento la existencia de enterramientos prehistóricos en la cima del "Cabezo del Padre", montículo alargado de escasa elevación que se extiende a levante de   —112→   la carretera de Villena a Caudete entre las fincas denominadas "Casa del Padre" y "Casa del Molinico", a 3'5 kilómetros de la población. De aquellas inhumaciones, destruidas hace muchos años al extraer piedra para cimentación de la carretera, sólo pudimos recoger algunos fragmentos óseos y varios tiestos de cerámica lisa, aparte de una pequeña cuenta de collar que en otro lugar describiremos detalladamente».



Secciones AD y CD

Figuras 2 y 3.- Secciones AD y CD. Cueva del Molinico (Villena-Alicante)

Se trataba de la pequeña cuenta de oro que dimos a conocer en otro artículo, ampliación del anterior, que con el título de «La Casa de Lara de Villena. Poblado de llanura con cerámica cardial», se publicó en el número XI de la revista «SAITABI», de la Universidad de Valencia, en 1961. Hicimos también referencia a ella en la monografía sobre «El Tesoro de Villena».

En aquel lejano artículo de hace treinta años nos lamentábamos de no habernos podido servir de los datos que hubieran podido suministrarnos los enterramientos de aquel cabezo, que considerábamos pertenecientes a la «Casa de Lara», pero que si pensábamos que pudiera también ser coetánea la «Cueva de las Lechuzas», situada en la colina más alta de los alrededores, a un kilómetro de distancia, podríamos inducir, como propio de los habitantes del llano, el rito de inhumación colectiva en cuevas sepulcrales. Han tenido que pasar treinta años para que aquellas inducciones se confirmaran.

En la primavera de 1983, por diversos conductos nos llegaron noticias de que en lo alto de aquel cabezo, sobre la Casa del Molinico, que es la situada al pie   —113→     —114→     —115→   de su extremo norte, unos desconocidos habían hurgado en una cueva desarticulando esqueletos y rompiendo huesos.

Objetos

Figura 4.- Cueva del Molinico (Villena-Alicante): 1, 2, 8, 9 y 16, cerámica; 3 a 7, hueso; 11 a 14, concha; 10 y 15, metal

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Hallazgos de superficie

Figura 5.- Cabezo del Molinico (Villena-Alicante). Hallazgos de superficie

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En nuestra primera visita, efectuada el 14 de abril en compañía de nuestro informante Miguel Valdés y de nuestro antiguo colaborador Miguel Flor, observamos el desplazamiento de las grandes piedras que taponaban por la izquierda la boca de una cueva orientada hacia el SW y que, oculta por la maleza, había escapado a nuestras antiguas exploraciones. En la explanada exterior había un amontonamiento de tierras que habían sido tamizadas por los excavadores clandestinos, y en un rincón, a la izquierda de la entrada, otro amontonamiento de cráneos y huesos humanos de los de mayores dimensiones. Puesto el hecho en conocimiento del Ayuntamiento, el teniente de alcalde José Ortega, hizo colocar un cartel conminatorio y nos ayudó personalmente a recoger los diseminados esqueletos, correspondientes a siete individuos de diferentes edades, a juzgar por los cráneos y por los huesos sacros. Nuestra exploración comenzó el 16 de abril con Miguel Flor, su hijo y un peón que puso a nuestra disposición el Ayuntamiento. Había que eliminar las grandes piedras procedentes de la boca y que habían caído en el interior de la cueva. Hacia la pared del fondo pudo observarse otro amontonamiento de piedras gruesas que parecía proceder de un antiguo hundimiento que rellenó una cavidad vertical de bastante anchura. Las dimensiones de la cueva son de cuatro metros en dirección norte-sur y seis metros SO-NE. La altura es de metro y medio aproximad amente (Figuras 2 y 3).

El relleno es bastante uniforme: un estrato superior de 50 a 60 centímetros, compuesto con muchas piedras entre tierras grises, superpuesto a otro de 15 a 20 centímetros de tierras pardas con menos piedras, que es el que encierra la mayor cantidad de huesos y cráneos, colocados generalmente en los huecos que dejan entre sí piedras de regular tamaño.

Hemos fijado en el croquis de planta (fig. 1) la situación de los quince cadáveres cuyos cráneos se han podido identificar, casi todos en pésimo estado de conservación. Los huesos se extienden por toda la extensión de la cueva, y muy raras veces permiten deducir su pertenencia a un esqueleto determinado. Las noticias de que los chicuelos de los alrededores utilizaban las calaveras como blanco de sus pedradas, nos hace deducir que la cueva haya podido sufrir diversas remociones antes de la que ha tenido lugar en nuestros días. Pero nos hace pensar también que esta cavidad no fuera la única en el cabezo, cuya cima fue arrastrada por los canteros cuando se construyó la carretera de Villena a Caudete. Todavía pueden observarse algunas fisuras en la zona sur.

La labor de los clandestinos se realizó más bien en el centro de la cavidad. Por eso los cráneos aparecen más frecuentemente en la zona de la entrada y se extienden más allá de la línea de la boca, bajo la explanada al aire libre. Dentro de la cueva los encontramos normalmente cerca de las paredes del fondo y de la izquierda. La zona de la derecha y el rincón nordeste están todavía sin explorar. Salvo los cráneos numerados del 1 al 5 y el número 12, los demás son calvarias y fragmentos más o menos grandes. Los señalados con los números 2, 3 y 4 aparecieron agrupados en el rincón NW, bien protegidos entre grandes piedras, de ahí su mejor estado de conservación.


Los materiales

Metal:

Punzón de sección cuadrada, de 7'5 cm. de longitud. Junto al cráneo n.º 1. (fig. 4, n.º 15).

Arete de 2 cm. de diámetro, con los extremos sueltos y superpuestos. Junto al cráneo n.º 8 (fig. 4, n.º 10).

Hueso:

Diente partido longitudinalmente y perforado. Rincón NW, con los cráneos 2 al 4 (fig. 4, n.º 3).

Cuatro vértebras de pez de distintos tamaños. Rincón NW, con los cráneos 2 al 4 (fig. 4, números 4 al 71).

Concha:

Ápice perforado de un «conus». Rincón NW, con los cráneos 2 al 4 (fig. 4, n.º 13).

Fragmentos de otro «conus». Entre los cráneos 14 y 15. (fig. 4, n.º 14).

«Columbella» perforada. Rincón NW, con los cráneos 2 al 4 (fig. 4, n.º 11).

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«Columbella» perforada. Repaso de las tierras cribadas por los excavadores clandestinos (fig. 4, n.º 12).

Cerámica:

Dos fragmentos de un cuenco pardo grisáceo, de paredes finas y superficie lisa. Junto al cráneo n.º 1 (fig. 4, n.º 9).

Fragmento de un cuenco de factura tosca, color pardo con manchas negruzcas. Rincón NW, con los cráneos 2 al 4 (fig. 4, n.º 10).

Dos pequeños fragmentos amorfos. Rincón NW.

Cuenco pardo negruzco, con un pequeño botón cerca del borde. Debió tener otro en la parte opuesta, que está muy desconchada. Junto al cráneo n.º 6 (fig. 4, n.º 1).

Fragmento de base plana, pardo-rojizo, con desgrasante menudo. Cráneos 14-15 (fig. 4, n.º 8).

Fragmento de perfil en ese, también rojizo. Cráneos 14-15, fig. 4, n.º 2).

Sílex:

Solo una lasquilla apareció en las proximidades del cráneo n.º 8, cerca del arete metálico.








Consideración final

Cueva del Molinico

Lámina 1.- La «Cueva del Molinico» (Villena-Alicante). En segundo término, la «Casa de Lara». (Foto Soler)

La «Cueva del Molinico» es una más que añadir a las que dimos a conocer en nuestro trabajo sobre «El   —117→   neolítico en Villena». Debemos señalar su situación en una elevación montañosa de escasa altura inmediata a la «Casa de Lara», de la que solo la separa un bancal al que los habitantes de la «Casa del Molinico», hoy abandonada, llamaban «el balsón», testimonio de una zona en otro tiempo pantanosa.

Es hasta ahora la más abundante en restos funerarios, pues, aparte de los 15 esqueletos descubiertos por nosotros y los 7 extraídos por los excavadores clandestinos, quedan zonas por excavar, y consta que algunos cadáveres fueron destruidos hace bastantes años. Todo ello depositado en un espacio de 60 metros cuadrados. Es de suponer que, cuando la cueva se llenara, se buscaran nuevas oquedades en alturas próximas como el «Cabezo de las Cuevas» o el propio «Cabezo Redondo», que se hallan a poco más de un kilómetro. Ya apuntamos la posibilidad, y así lo vio también el Dr. Tarradell, de que la «Cueva de las Lechuzas» fuese una de las utilizadas por los habitantes eneolíticos de la llanura.

Pese a esta abundancia de enterramientos, los materiales recogidos son bastante escasos, lo que nos hace sospechar que, en este aspecto, los espolios anteriores hayan sido fructuosos.

Es de señalar que, de los dieciséis objetos encontrados, dos son de metal, a los que hay que añadir la cuentecilla de oro a que antes nos referimos. Esto hace pensar en una riqueza metálica comparable a la de la «Cueva de las Delicias» o «Cueva Oriental del Peñón de la Zorra», tradición metalúrgica que tendrá un extraordinario desarrollo en la comarca durante la Edad del Bronce.

Confirma también este nuevo yacimiento las notas características del Eneolítico de la zona: enterramientos múltiples en cueva, muchos de ellos de segundo grado, como parece demostrar el desorden de los huesos, que no obedece solo a remociones posteriores y, sobre todo, el cuidado puesto en la protección de los cráneos, observando ya en cuevas no removidas, como la de «las Lechuzas», el «Alto n.º 1» o el «Puntal de los Carniceros».

Grupo de cráneos

Lámina 2.- «Cueva del Molinico (Villena-Alicante). Grupo de cráneos en el rincón NW. (Foto Soler)

Confirma también esta cueva el hecho, ya observado en todas las anteriores, de que la cerámica empleada en las ofrendas funerarias es siempre lisa, sin adorno alguno, pese a que, en el inmediato poblado de la «Casa de Lara», del que proceden los enterramientos, hay abundantes cerámicas decoradas, incluidas las cardiales. Todos los fragmentos recogidos en la superficie del cerro, de los que ofrecemos una muestra en la figura 5, con algunas piezas de sílex, están también sin decorar.

Esperemos a que la cueva esté completamente excavada para llegar, si es posible, a conclusiones más firmes.

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Nuestros agradecimientos a Miguel Valdés, José Hernández y Antonio Azorín por sus informaciones iniciales; a Pedro Albuixech por su inestimable ayuda en la confección de los gráficos, y a la habitual colaboración de Miguel Flor, Roberto Espinosa y Manuel Carrascosa, con la ayuda ocasional de algunos otros visitantes.



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