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Balcón.
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VIEJA.-
(En la calle.) Caracoleeees. Se guisan con hierbabuena, azafrán y hojas de laurel.
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DONCELLA.-
Caracolitos del campo. Parecen amontonados en la cesta una antigua ciudad de la China.
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VIEJA.-
Esta vieja los vende. Son grandes y oscuros. Cuatro de ellos pueden con una culebra. ¡Qué caracoles! Dios mío, ¡qué caracoles!
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DONCELLA.-
Déjame que borde. Mis almohadas no tienen iniciales y esto me da mucho miedo... Porque, ¿qué muchachilla en el mundo no tiene marcada su ropa?
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VIEJA.-
¿Cómo es tu gracia?
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DONCELLA.-
Yo bordo en mis ropas todo el alfabeto.
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VIEJA.-
¿Para qué?
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DONCELLA.-
Para que el hombre que esté conmigo me llame de la manera que guste.
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VIEJA.-
(Triste.) Entonces eres una sinvergüenza.
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DONCELLA.-
(Bajando los ojos.) Sí.
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VIEJA.-
¿Te llamarás María, Rosa, Trinidad? ¿Segismunda?
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DONCELLA.-
Y más, y más.
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VIEJA.-
¿Eustaquia? ¿Dorotea? ¿Jenara?
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DONCELLA.-
Y más, más, más...
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(La DONCELLA eleva las palmas de sus manos palidecidas por el insomnio de las sedas y los marcadores. La VIEJA huye arrimada a la pared, hacia su Siberia de trapos oscuros, donde agoniza la cesta llena de mendrugos de pan.)
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DONCELLA.-
A, B, C, D, E, F, G, H, I, J, K, L, M, N. Ya está bien. Voy a cerrar el balcón. Detrás de los cristales seguiré bordando.
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(Pausa.)
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LA MADRE.-
(Dentro.) Hija, hija, ¿estás llorando?
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DONCELLA.-
No. Es que empieza a llover.
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(Una canoa automóvil llena de banderas azules cruza la bahía dejando atrás su canto tartamudo. La lluvia pone a la ciudad un birrete de doctor en Letras. En las tabernas del puerto comienza el gran carrusel de los marineros borrachos.)
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DONCELLA | | (Cantando.) | | A, B, C, D. | | | | ¿Con qué letra me quedaré? | | | | Marinero empieza con M, | | | | y Estudiante empieza con E, | | | | A, B, C, D. | | |
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MARINERO.-
(Entrando.) Yo.
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DONCELLA.-
Tú.
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MARINERO.-
(Triste.) Poca cosa es un barco.
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DONCELLA.-
Le pondré banderas y dulces.
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MARINERO.-
Si el capitán quiere.
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(Pausa.)
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DONCELLA.-
(Afligida.) ¡Poca cosa es un barco!
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MARINERO.-
Lo llenaré de puntillas bordadas. |
DONCELLA.-
Si mi madre me deja.
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MARINERO.-
Ponte de pie.
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DONCELLA.-
¿Para qué?
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MARINERO.-
Para verte.
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DONCELLA.-
(Se levanta.) Ya estoy.
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MARINERO.-
¡Qué hermosos muslos tienes!
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DONCELLA.-
De niña monté en bicicleta.
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MARINERO.-
Yo en un delfín.
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DONCELLA.-
También eres hermoso.
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MARINERO.-
Cuando estoy desnudo.
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DONCELLA.-
¿Qué sabes hacer?
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MARINERO.-
Remar.
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(El MARINERO toca el acordeón polvoriento y cansado como un siglo XVII.)
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ESTUDIANTE.-
(Entrando.) Va demasiado de prisa.
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DONCELLA.-
¿Quién va de prisa?
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ESTUDIANTE.-
El siglo.
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DONCELLA.-
Estás azorado.
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ESTUDIANTE.-
Es que huyo.
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DONCELLA.-
¿De quién?
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ESTUDIANTE.-
Del año que viene.
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DONCELLA.-
¿No has visto mi cara?
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ESTUDIANTE.-
Por eso me paro.
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DONCELLA.-
No eres moreno.
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ESTUDIANTE.-
Es que vivo de noche.
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DONCELLA.-
¿Qué quieres?
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ESTUDIANTE.-
Dame agua.
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DONCELLA.-
No tenemos aljibe.
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ESTUDIANTE.-
¡Pues yo me muero de sed!
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DONCELLA.-
Te daré leche de mis senos.
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ESTUDIANTE.-
(Encendido.) Endulza mi boca.
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DONCELLA.-
Pero soy doncella.
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ESTUDIANTE.-
Si me echas una escala, viviré esta noche contigo. |
DONCELLA.-
Eres blanco y estarás muy frío.
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ESTUDIANTE.-
Tengo mucha fuerza en los brazos.
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DONCELLA.-
Yo te dejaría si mi madre quisiera.
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ESTUDIANTE.-
Anda.
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DONCELLA.-
No.
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ESTUDIANTE.-
¿Y por qué no?
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DONCELLA.-
Pues porque no...
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ESTUDIANTE.-
Anda...
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DONCELLA.-
No.
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(Alrededor de la luna gira una rueda de bergantines oscuros. Tres sirenas chapoteando en las olas engañan a los carabineros del acantilado. La DONCELLA en su balcón piensa dar un salto desde la letra Z y lanzarse al abismo. EMILIO PRADOS y MANOLITO ALTOLAGUIRRE, enharinados por el miedo del mar, la quitan suavemente de la baranda.)
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