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Epistolario

Félix María de Samaniego



Edición de Emilio Palacios Fernández




Advertencias

Debo agradecer la amabilidad de algunas personas que, desde hace tiempo, me han proporcionado cartas olvidadas de nuestro Samaniego como el solícito José María Ibarrondo, ya jubilado, o María del Camino Urdiáin Martínez y su equipo del Archivo del Territorio Histórico de Álava (ATHA), que ordenaron el Fondo Samaniego, y transcribieron parte de sus cartas.

Como en cualquier Epistolario, el de Samaniego es una empresa abierta y colectiva que se irá completando con el tiempo. Éste es el estado de la cuestión, salvo que alguna epístola se me haya quedado traspapelada. El lector encontrará serias dificultades para reconocer el entramado de relaciones familiares, de gente de su tierra y quizá pueda reconocer mejor a otros personajes de dominio público con los que trató Samaniego.

El Epistolario del fabulista se ha conservado de manera irregular, ya que además de la pérdida habitual de cartas que sufre cualquier escritor, tuvo la desgracia de perder en la Guerra de la Convención el archivo de Tolosa donde guardaba parte de sus papeles. Todo está excesivamente disperso, y en el Fondo Samaniego sólo encontramos cartas rigurosamente familiares.






ArribaAbajo- I -

A Martín de Sorreguieta


Azcoitia, 1 de marzo de 1767

Muy señor mío: El dador de ésta es un propio que envía la Compañía del buen humor de esta villa en busca de clarineros a San Sebastián para una corrida que deben dar el martes. De vuelta podrá vuestra merced entregarle un par de onzas de oro, pues tengo que marchar a La Rioja.

Azcoitia, 1 de marzo de 1767.1




ArribaAbajo- II -

A Pedro Jacinto de Álava


Laguardia, 30 de diciembre de 1770

Querido Amigo Álava: Envíame simiente de alfalfa, con instrucción para sembrarla, diciéndome en qué términos se aspira al premio ofrecido por la Sociedad y para qué especie de ganados es a propósito. Son grandes los deseos que tengo de dedicarme a la agricultura; y aunque ciertamente estoy en un país muy propio por su situación para los mayores adelantamientos, me resfría en gran parte el considerarme solo en cualquier empresa. Adiós.

Tuyo.- Félix.

Laguardia, 30 de diciembre de 1770.2




ArribaAbajo- III -

A Pedro Jacinto de Álava


Laguardia, 30 de diciembre de 1770

Amigo Álava: Me manda nuestro Director te participe la apreciable noticia de hallarse el marqués de Valdelirios alistado en la clase de Beneméritos. Hazlo presente a los demás Amigos residentes en ésa.

He leído la copia del Acta de vuestra Junta Preparatoria, bien que con pocas esperanzas de poder desempeñar como debiera el destino a que me habéis señalado.

Tuyo.- Félix.

Laguardia, 30 de diciembre de 1770.3




ArribaAbajo- IV -

A Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida


Laguardia, 7 de marzo de 1771

Conde de Peñaflorida, mi Director.

Mi amado tío: No extrañe vuestra merced mi silencio en unas circunstancias en que, por mi empleo de Regidor, me veo rodeado de ocupaciones entre comisiones y pleitos. El extracto de Juntas Semanarias, que recibí el correo próximo pasado, remito en éste a los Amigos de mi nación, después de lograr la satisfacción de ver en él las continuas tareas en que ejercitan vuestras mercedes. Incesantemente su infatigable celo y amor a la Patria.

A todos mis afectos y muy particularmente a mi tía y primo, deseando favorables noticias de los queridos ausentes.

Todo de vuestra merced.- Félix.

Laguardia, 7 de marzo de 1771.4




ArribaAbajo- V -

A Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida


Laguardia, 21 de marzo de 1771

Mi tío y señor: Después de leída la copia de las Juntas Semanarias de fines de febrero en esa Nación, que se tuvieron en una de fregar cayó caldera, la he remitido al Amigo Álava para su inteligencia.

No extrañe vuestra merced que trueque los votos y no sepa lo que se dice, hombre de tantos y tan importantes negocios. Consuélese vuestra merced con que algún día sabré dar a la Sociedad claras pruebas de un talento capaz de producir útiles descubrimientos con ventajosas ideas en beneficio de la República. Lo que puedo asegurar, fuera de chanza, es la nueva aplicación con que me sujeto a disponer algún trabajo para presentar en nuestras Juntas.

De vuestra merced.- Félix.

Laguardia, 21 de marzo de 1771.5




ArribaAbajo- VI -

A Miguel José de Olaso


Laguardia, 23 de junio de 1771

Amigo Olaso y Secretario.

Querido Amigo: Respeto demasiadamente el principal cuerpo de nuestra Sociedad para oponerme a su resolución, cualquiera que ella sea. No obstante, sería tratarte con doblez el dejar de hacerte presente, con lisura, mi sentimiento. Si me hubiese yo juzgado imparcialmente, sin duda me hubierais hallado desnudo de todas aquellas prendas que deben ser anejas a la persona de quien ocupe un empleo como el de Vice-Director de nuestra Real Sociedad y consiguientemente suficiente causa para dejar de poner en ejecución el artículo 9, título 16, de nuestros Estatutos. De todos modos yo agradezco infinito la memoria pronto a sacrificarme en servicio del País.

Tuyo Samaniego, Vice-Director.

Laguardia, 23 de junio de 1771.

P. D.: A mi tío contemplo en viaje y así no le respondo. Avísame si su vuelta será luego, para escribirle si hay lugar a Zamora dándole una buena mano porque habrás sido la causa de dar este motivo de risa.6




ArribaAbajo- VII -

A Miguel José de Olaso


Laguardia, 25 de julio de 1771

Amigo Olaso.

Amigo: Nuestra Nación ha destinado la ciudad de Vitoria para la celebración de nuestras próximas Juntas Generales. Sírvate de gobierno.

Tuyo.- Samaniego.

Laguardia, 25 de julio de 1771.7




ArribaAbajo- VIII -

A Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida


Laguardia, 8 de agosto de 1771

Tío mío: Ya contemplo que está vuestra merced descansando en compañía de mi tía y primos (que abrazo). Descanso de los bailes, desvelos y caminatas. Yo celebraré que María Pepa haya quedado buena y divertida, como lo está según las noticias de Miguel, que cuenta sin cesar los favores que a su Director ha debido.

Tengo respondido a Portu, el de Zarauz, que me remitió la de vuestra merced empeñándome en favor de Gallardo, las malas resultas que he experimentado en la pretensión. Es cierto que yo tomé el caso con esfuerzo, pero inútilmente me he valido de cuanto medio me ha parecido a propósito, y todos han sido infructuosos. Me persuado que sea imposible, que Manuel Gallardo consiga su intento, pues que este hombre se muestra inflexible.

Yo trabajo como un descosido. Tiempo vendrá en que vuestra merced tenga asunto de risa para algunas horas.

Memorias a todos y recíbanlas vuestras mercedes, todos, todos, de Manuela.

De vuestra merced humilde sobrino.- Félix.

Laguardia, 8 de agosto de 1771.8




ArribaAbajo- IX -

A Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida


Agosto de 1771

Si sabe usted, querido tío, mi carácter indolente y el odio que tengo a la medicina, aunque sea social, ¿cómo espera usted que pueda conocer los males de que adolece La Rioja y mucho menos que tenga la idea suficiente para aplicarles los remedios? Diré a usted, sin embargo, por decir algo, que la excesiva extensión que se ha dado al cultivo del viñedo está produciendo las más funestas consecuencias y es, a mi entender, la raíz de todos los otros males que consumen a ese tercio de Laguardia. Enumeraré los principales: 1. Usurpándose terreno a los pastos, ha decaído la cría de ganado, al punto que apenas hay el necesario para las labores; 2. Que, faltando por esta misma causa el estiércol, no se cogen los frutos correspondientes y ha quedado el suelo esterilizado para el cultivo de granos y legumbres; 3. Que por esta razón se ven los labradores obligados a hacer continuas nuevas roturas en perjuicio de los montes para leña y carbón que, luego que se cansan las tierras, tienen que abandonar, aumentando los eriales y baldíos; 4. Que, siendo indispensable multitud de operarios para la labor de las viñas plantadas, es forzoso traer jornaleros de fuera. El número de éstos, según el cálculo del amigo Salazar, porque mi ciencia de números no llega a tanto, asciende sólo en la villa de Laguardia a 250; y computándose lo que cuestan en salario y manutención, para la cual es preciso traer los artículos de fuera, en cerca de 10.000 pesos al año, resulta una extracción de dinero capaz de aniquilar este pueblo; 5. Que estando limitadas las labores de las viñas a ciertos tiempos, en lo restante del año se ven los labradores precisados, así como los jornaleros, a salir del lugar en busca de ocupación, abandonando sus familias, o a entregarse a la holgazanería; 6. Que, necesitando las viñas de un cultivo esmerado y no pudiendo cuidarse bien multiplicadas a un cierto término, llegan a ser perjudiciales a sus dueños, cuando son muchas y no guardan proporción con los medios de cultivo; lo que se demuestra en Laguardia con ejemplos prácticos: cosechero hay que, con la mitad de las viñas que hoy tiene, estaba rico, y, duplicadas, anda a la cuarta pregunta por haber duplicado los gastos sin duplicar los productos. Anda, en fin, como el que tiene sarna, que cuanta más tiene más le pica; 7 y último: Reducido el país a sólo el producto del vino y dificultándose la salida de este género por su abundancia, lo que se experimenta ya, se sigue la baratura, y como los jornales no abaratan, porque su estimación depende de otros frutos, y hay que comprar con los rendimientos del vino todos los artículos de primera necesidad, cátese usted al propietario riojano alavés con más hombre que sopista de Salamanca y con más tretas para ir tirando que el mismísimo Gran Tacaño. De esta miseria proviene la abundancia de pobres, no habiendo en qué ocupar a los jornaleros que se inutilizan; la incuria de los caminos, porque ¿quién carga arbitrios sobre el hambre y la...? Pero ¿a dónde voy, tío? ¡Yo convertido en filósofo reformista! Y eso que, según iba escribiendo, me iba figurando que era persona formal y tomando toda la prosopopeya de nuestro dómine Zubiaurre.

Aquí vamos pasando, en medio de las plagas de un lugar, que son la envidia y la falta de educación. Usted, querido tío, que tanto se afana por la mejora y progreso, ¿logrará hacer del hombre un animal racional? Por lo que veo a mi alrededor lo dudo y, si lo consigue, ¿qué estatuas, pirámides y obeliscos serán bastantes a premiar tal beneficio?

Adiós, querido tío.

Suyo Félix.

Agosto de 1771.9




ArribaAbajo- X -

A Miguel José de Olaso


Laguardia, 27 de octubre de 1771

Querido mío: Doyte mil gracias por lo bien y presto que ha llegado a mis manos la representación y papel adjunto. Sólo echo de ver dos cosas fáciles de remediarse: La una es la falta de la carta de Aguirre que olvidaste suponiendo incluírmela; la otra el pedir enmiendas para donde no son menester, pues ciertamente está toda la representación tan cabal como tuya que es. No te digo más porque a mi lado está mi mujer ajustando cuentas y dando gritos de modo que, si Quevedo la hubiese oído, hubiera añadido al consabido soneto del herrador, el tartamudo, etc. a Doña Manuela de Salcedo en pendencia con sus criados. Adiós, adiós.

Tuyo.- Félix.

Laguardia, 27 de octubre de 1771.10




ArribaAbajo- XI -

[Destinatario desconocido]


Laguardia, 21 de noviembre de 1771.

Amigo, después de leídos los documentos que vuestra merced me remitió, se los devuelvo para que se copien según vuestra merced me ordena.

De vuestra merced.- Samaniego.

Laguardia, 21 de noviembre de 1771.11




ArribaAbajo- XII -

A Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida


Laguardia, 13 de diciembre de 1771

Tío mío: Después de veinte días de detención en Bilbao he llegado felizmente a esta soledad. Los buenos y divertidos ratos que logré en su compañía de vuestra merced quedarán para con los tristes y desconsolados que aquí tengo. Bien que me hace resignar con mi suerte la consideración de que todo no ha de ser Juntas de Sociedad. Dígame vuestra merced en qué pasan el tiempo los Consiliarios de Álava y a qué obligaciones les sujeta el empleo. A mi tía, primos y amigos abrazo; y quedo de vuestra merced.- Félix.

Laguardia, 13 de diciembre de 1771.12




ArribaAbajo- XIII -

A Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida


Laguardia, 29 de diciembre de 1771

Amigo Peñaflorida.

Amigo, remito las copias de nuestras Juntas Semanarias del mes de noviembre y de la Preparatoria celebrada en 29 de octubre.

Quedan admitidos según la regulación de votos de esta nación los cinco sujetos propuestos últimamente y entre ellos el señor Cabeza en la clase de Mérito.

Quedo de vuestra merced.- Samaniego.

Laguardia, 29 de diciembre de 1771.13




ArribaAbajo- XIV -

A Carlos Antonio de Otazu


Laguardia, 5 de abril de 1772

Querido Carlos: Ya que tenéis los caballeros de ciudad la ventaja de vivir en buenos pueblos, tened a lo menos el contrapeso de sufrir las impertinencias de los aldeanos. El chico dador de ésta te entregará un espadín, un biricú, un sombrero y un zapato: el primero para que lo cases con el segundo, echándole vaina, contera y ganchos; el tercero para que me mandes hacer, valiéndote del influjo del zapatero de la Sociedad, un par de zapatos altos de hebilla, suela un poco fuerte y cuantos requisitos son necesarios para hacer una cortesía a la francesa; encargándole se quede con la medida; el tercero (que es el cuarto por yerro de cuenta) para que me compres un sombrero a tu gusto y lo hagas armar sin botón y presilla, negro, advirtiendo que no quiero tan ancho el pico de adelante, sino un poco estrecho y levantado; lleva también una horma que, aunque no es la de mi zapato, se harán en ella dos pares de zapatos altos, de hebilla, los unos en escarpín y los otros dobles.

La letra que te incluyo me desempeñará y si no saldrá por fiadora mi prima Damiana, quieras o no.

No tengo gana de ponerte posdata, aunque así lo estilan los que saben tratar con urbanidad y política. Adiós, tuyo.- Félix Samaniego.

Laguardia, 5 de abril de 1772.14




ArribaAbajo- XV -

A Carlos Antonio de Otazu


Laguardia, 27 de abril de 1772

Amigo y primo mío Carlos Otazu.

Querido Carlos: Si no supiese que es mal viejo en ti cumplir con los encargos, pero no responder a las cartas, me tendría con cuidado tu silencio. Fuera pereza, poltrón alavés, y respóndeme con el dador de ésta, a quien podrás entregar los enredillos, y a más una bolsa para el pelo, que sea de las grandes de moda; pero no tanto como debiera ser para un petimetre de estatura proporcionada. A mi querida prima dila cuanto quieras, y a mi sobrino poquito menos.

Adiós, tuyo.- Félix.

Laguardia, 27 de abril de 1772.15




ArribaAbajo- XVI -

A Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida


Bilbao, 2 de septiembre de 1772

Tío: Mañana salgo con Javiera y Mariano para Laguardia, dejando aquí a Manuela. Tenemos proyectado el que yo pase a dar una tentativa a la causa de Miguel, con que lograré en breve ver a Mari Pepa en Zamora. Algún antecedente tengo de que pensaba vuestra merced pasar allá. ¡Qué satisfacción no sería para mí el lograr por aquel país tal compañía! A buen seguro que no quitaríamos al invierno mal pedazo. Espero me diga vuestra merced algo acerca de esto en carta escrita a Laguardia y que mi tía y primo me manden para Mari Pepa.

Remito con Manuel los libros de vuestra merced y el Depósito General, y le he de deber a vuestra merced me mande remitir copia certificada de la licencia para leer la Enciclopedia. Si pasase a Madrid sería un agente infatigable de la Sociedad y me lisonjeo que tal vez pudiera hacer algún progreso en nuestras pretensiones teniendo un protector como Baños que me ofreció presentarme con fines a Ministros. ¿Pero cómo podría yo confesarme Consiliario de este Real Cuerpo sin profanar este sagrado título o ridiculizarme extraordinariamente? Pero no: en la Corte se juzga de ligero, tiene mucho lugar el mérito aparente, valen más dos cuartos de charlatanería artificiosamente descubierto que un peso fuerte de erudición y prudencia. Yo me haría lugar, bien que siempre era precisa cierta instrucción (aunque fuese a sobrepelo) en las materias que debiera tratar con los Ministros, y para eso no se me negaría vuestra merced contribuyendo con ciertas lecciones, ya acerca del Seminario, ya de fábricas y franquicias para el establecimiento de ellas y ya de aprobación de Estatutos. Lo peor es que hablo de serio.

Muñoz me dice que siendo cierto el acampamento en Aranjuez debiera hacerse presente su invención para este tiempo; pide justicia.

Abrazo a los Amigos y quedo esperando me diga vuestra merced cuándo quiere que salgamos para Zamora.

De vuestra merced humilde sobrino.- Félix María.

Bilbao, 2 de septiembre de 1772.16




ArribaAbajo- XVII -

A Félix Ignacio Sánchez Samaniego


Mi padre y señor: Incluyo a usted esas de Murua y el agente para que usted vea lo que conviene hacer, ya que no le puedo satisfacer por este correo.

No tengo novedad más ni ningún deseo. Que ustedes lo pasen bien y queda de usted el más humilde hijo.- Félix.

Logroño, 9 de diciembre de 1772

No he tenido carta del Diputado.17




ArribaAbajo- XVIII -

A Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida


Laguardia, 16 de junio, [1774]

Conde de Peñaflorida.

Tío y señor mío: Me deja penetrado del más vivo dolor la pérdida de nuestro Areizaga. El único consuelo que puede servir de alivio en estos lances se logra ciertamente en el presente: su gran capacidad y arreglada vida me hace creerlo más feliz que nosotros. Sírvanos de conformidad este conocimiento. Así lo pido a Dios para mi tía y demás interesados; hágase su voluntad sobre nosotros.

De todos me acuerdo, como que verdaderamente los amo, y en especial a vuestra merced con que su humilde y afectísimo besa sus pies. Félix.

Laguardia, 16 de junio, [1774].18




ArribaAbajo- XIX -

A Félix Ignacio Sánchez Samaniego


Logroño, 9 de diciembre de 1774

Mi padre y señor: Incluyo a vuestra merced ésas de Murúa y el agente para que vuestra merced. vea lo que conviene hacer, ya que no le puedo satisfacer en este correo.

No tengo novedad una ni ninguna. Deseo que vuestras mercedes. lo pasen bien y quedo de vuestra merced el más humilde hijo que besa sus pies.- Félix.

Laguardia, 9 de diciembre de 1774.

N. B.: No he tenido carta del Diputado.19




ArribaAbajo- XX -

A Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida


Tolosa, 21 de abril de 1775

Tío mío: No quiero encarecer los malos ratos que he pasado ya, por las ocupaciones que acarrea el empleo (de Alcalde) en Semana Santa, por los abusos introducidos de colaciones, almuerzos de Pascua y otras molestísimas ceremonias; ya por algunos cuidados graves de sidras, prisiones y disputas con los mismos individuos del Ayuntamiento, de que a Dios gracias he salido en paz y con honor.

Sólo esto ha podido distraerme de las fábulas que estará interrumpida hasta que acabe de pasar la tropa, que será para todo este mes.

[...]

Tolosa, 21 de abril de 1775.20




ArribaAbajo- XXI -

A Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida


Bilbao, 4 de [junio] de 1776

Tío mío: Me entregaron la carta para Ibarra cuando ya Blas había marchado. Busquelo, como a Mazarredo, traté con los dos. Aquél piensa cierto. De todos modos tomo a mi cargo el responder y persuadirles lo que seguramente conviene, sin tratar con los de otras clases, que nada harían sino publicar el asunto para risa y mofa de nuestros émulos.

D. Luis Pech está en su viaje con Gortázar y seguramente que no saldrá de su casa.

Si, lo que Dios no permita, Erro marcha, yo echaría mano de Lazcano. Es dulcísimo en su genio y modales; y [aun] cuando él no estuviese lleno de aquellos conocimientos necesarios a la perfecta educación de los jóvenes, los adquiriría en momentos y vuestra merced mismo lo formaría como quisiera.

Piénsese en un cura que, a más de su compañía, cualquiera renta es de mucho valor. Y sobre mirar a un sacerdote con otros respetos de parte de los profesores se les puede éstos poner una familia a elección propia para el gobierno económico de la casa.

Debemos nosotros sacrificar cualquiera preocupación a la mejor elección de un maestro. Esto es, atendamos a preferir su mérito al concepto general de los preocupados: entiéndame vuestra merced que hablo de Lazcano.

Remítome a la carta de Ibarra y callo lo que siento por la desconfianza con que me descubro a vuestras mercedes, que seguramente se ríen siempre de mi modo de pensar por no creerme serio.

De vuestra merced humilde sobrino. Félix.

Tío: Después de escrita la carta para vuestra merced en nombre de este Consiliario, me responde Mazarredo: yo no me meto en nada. El tono displicente y tontísimo con que me lo dijo me ha alterado de modo que he roto la carta y por consiguiente resolverán ellos sobre la respuesta que irá en otra ocasión. Cuente vuestra merced conque el pensamiento que aquí se apoya es el de mantener a todo riesgo y costa a Erro. El concepto general que sobre su mucho mérito le han hecho ganar nuestros públicos elogios es una fuerte razón para confiar al referido en los progresos de los jóvenes seminaristas y para pensar, al contrario, siempre que se mudase de marco. Este establecimiento es nada menos que la subsistencia de la Sociedad, y su conservación y aumento debe procurarse sobre todos los demás objetos del Real Cuerpo. No podrá sostenerse sino en fuerza de una ventajosa opinión, que seguramente padecerá infinito, si se abre esta puerta a los émulos que divulgarán como perdido el proyecto con la falta de este hombre que parece no hizo sino engañar al público en su papelón. Finalmente (que el papel se acaba), si no hay otro medio, remítome a la carta mía. Félix.

Bilbao, 4 de [...] de1776.21




ArribaAbajo- XXII -

A Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida


Bilbao, 9 de julio de 1776

Tío mío: No a fuerza de mis persuasiones, sí en virtud de la esquela cede el terquísimo Muñatones todas sus facultades en vuestra merced.

¡Válgame Dios! ¡Y qué situación tan trabajosa la de vuestras mercedes! ¡Y qué resolución tan indigna la de Erro! ¡Vaya, vaya, que cada vez es más difícil de conocer el corazón del hombre! ¿En quién podemos fiarnos en tan reciente desengaño?

Es mucha y más que mucha la parte que yo tomo en este acontecimiento para tratarlo con frialdad. ¡Ojalá no me hiciese tan contraria impresión! Me incomoda infinito el conocimiento de los apuros en que vuestras mercedes se ven metidos, no estando en mi mano el remediarlos.

Vaya fuera ese horroroso hombre, vaya fuera. Tratemos de Lazcano y sea con viveza. Mire vuestra merced que es un genio, un carácter, que debiera estar destinado al único objeto de la educación de la juventud. Reniegue vuestra merced de Samaniego, si el tiempo no acredita mis profecías. ¿Si seremos tan desgraciados que nos dejemos llevar de la preocupación de la condesa de Echauz? Me temo que sí. ¡Ay religión mía y qué patas arriba te toman en mi tierra!

¡Jesús, que hartedad de asuntos! Casimirita está esperando el crítico, el terrible, el perplejísimo trance de vistas de aquí a media hora con el marqués de San Miguel. La luz artificial será el instrumento que realce su mérito fisonómico: si se gustaran que demos en que él cuenta 8.000 ducados y 24 años, ella buen bolsillo y mejor palmito. Discurra vuestra merced piadosamente.

Dios quiera que nos veamos luego, luego, luego. Tengo hambre y sed de ello. Dígaselo vuestra merced de mi parte a la Marquesita que me bese en el c. y agur.

Quedo de vuestra merced, su humilde sobrino. Félix.

Bilbao, 9 de julio de 1776.22




ArribaAbajo- XXIII -

A Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida


Bilbao, 30 de julio de 1776

Tío mío: Víspera de san Ignacio, acompañamiento de Diputados, vísperas largas, y la prisa de Blas son otras tantas dificultades que se oponen al puntual cumplimiento de cuanto vuestra merced me encarga. No obstante, todo se andará si el palito no se quiebra; por descontado recibirá vuestra merced carta de Ibarra, pidiendo tiempo para consultar la especie y documentos con todos los del Número, según vuestra merced previene.

En el supuesto de que estos Amigos se prestarán dóciles a cuanto yo les persuada, con tal que yo les alivie las patadas y escrituras no hay sino dictarme vuestra merced los votos o sueltos, o en uno generalmente que se les hará poner mutatis mutandis nació el Santísimo Sacramento en Montpellier de Francia.

El que esta operación se hubiese hecho a vuelta del ordinario era pretender un imposible. La lectura de todos los documentos y su remisión a Orozco piden un par de días. Si la cosa urge, despache vuestra merced propio con las advertencias que le parezcan convenientes al acierto. Había yo pensado, después de leídos los documentos, hacer a estos Amigos poner su voto arreglado al de vuestra merced, pero dando tiempo la consulta a Orozco hay treguas para hacerlo como vuestra merced nos dicte.

Es ridículo el dictamen de los Corbatas Alaveses en su primera carta: mira a vindicar el vulnerado honor de la delicada dama Doña Sociedad inculcando más en esto que en enmendar la principal falta sin campanada ni estruendo que la haga más sensible.

Conviene San Martín como más pronto remedio: la principal falta es de Maestro de Latinidad, y en esta parte a éste sólo lo contemplo capaz de suplir hasta mejorar de mano; es muy bueno para enseñar los principios de Física y Matemática y para hacerse amar de los jóvenes. Otra cosa sería si Balzola y éste ocupasen la plaza del desertor.

No puedo dilatarme lo que quisiera. Quedo de vuestra merced su más humilde siervo que su mano besa. Félix.

Bilbao, 30 de julio de 1776.

P. D. Tío: No puedo pensar otra cosa sino que los alaveses ponen la mira en desbaratar este establecimiento para fundarlo nuevamente en su ciudad. Éste fue su pensamiento y ésta es su idea, conspirando todos a que la Sociedad sea de Vitoria y no de las tres Provincias.

Tenga vuestra merced sufrimiento que éste sólo podrá faltar para vencer. Repito que me advierta lo que quiera que yo lo haré hacer.

Estaré aún en ésta, según lo largo de las historias, que sólo pueden contarse a la oreja.23




ArribaAbajo- XXIV -

A Javier María de Munibe, Conde de Peñaflorida


Bilbao, 13 de agosto de 1776

Tío mío: Quejámonos de la prisa de Blas y todos tendremos por qué.

Nada dije a vuestra merced del «Plan General de la Escuela Patriótica», ni puedo ahora decir en cuanto vuestra merced dispone. Tengo tan poco o ningún voto que debo ser recusado por el parentesco de la pasión con que todo lo miro. ¿Es de vuestra mereced? Basta, pues, para ser excelente; hay razón para que así sea.

San Martín pasó por Laguardia a conducir a su discípulo Fernández Navarrete de Ávalos. Trae en su cabeza mil cimientos de castillos en España. Pondrá casa en Bilbao para enseñar su Física; pasará a Madrid a presentarse y probar mayor fortuna; correrá, irá, vendrá, volverá, pateará el suelo, hará temblar sus rizos y, en fin, será un proceder en infinito, un movimiento continuo, y llevará el premio de este descubrimiento. ¡Vive la France! Sólo contemplo a Gacitúa para llenar la plaza de Baños, este exdiputado parte para Madrid mañana y harelo hoy.

Después de tanto luego, luego, luego, iré a Vergara. Me marcho sin ver a vuestra merced. Mi suegro dispone su marcha para Laguardia con nosotros el día de san Roque. Volverá con mi mujer, yo quedaré con padre y Javiera, que están buenos, y no cuento poder hablar con vuestra merced hasta las Juntas.

Díceme Mascaroa que un fraile franciscano ha asegurado que le dijo Erro que los niños se retirarán para septiembre. Mire vuestra merced que esto hace en todos el efecto que yo me temía, y que su remedio será el asegurar lo contrario al público.

De vuestra merced humilde sobrino. Félix.

Bilbao, 13 de agosto de 1776.24




ArribaAbajo- XXV -

A Carlos Antonio de Otazu


Laguardia, 8 de julio de 1777

Gracias a Dios, Carlos mío, que nada tengo con que ejercitar tu paciencia este correo. La mía sufre al ver que este hombre, porque el alguacil Manuel González sirvió de testigo en nuestra información de correos (pues está a su cargo la custodia de cartas) le ha formado un auto de oficio, pretextando lo que suele, falta de obediencia, respeto a la justicia, etc. etc. Ha hecho que un asesor dé contra él pena de prisión, embargo de bienes, privación de oficio, y ha tenido a bien escapar con esta noticia a Valladolid a presentarse.

A otro, que sirvió también en la información, le ha armado una enredada de los diablos; y, finalmente, está burlándose de todo el pueblo.

No obstante, el público está arrestado a cualquiera cosa; y sus cabezas conseguirán la satisfacción, a pesar de quien sea la causa de la tardanza. Curas, regidores, diputados, todos han de pedir justicia hasta ver el hondón a este pozo de maldades.

Espero tus noticias, que me han faltado este correo y que me lleves con paciencia y mandes con Saturnino a tu primo.- Félix.

Laguardia, 8 de julio de 1777.25




ArribaAbajo- XXVI -

A Carlos Antonio de Otazu


Laguardia, 12 de julio de 1777

Querido: Tengo ya en el correo la que te acabo de escribir; va esta segunda para advertirte que me he visto en la dura necesidad de recomendarte a un D. Fulano de Tal para que le ampares en sus pretensiones; haz lo que quieras y no te tomes molestia una ni ninguna.

Añade a nuestro asunto interminable, que, para cualquiera información que haya de tomarse, solicites que a este juez se le mande salir a cierta distancia de su jurisdicción, condición sin la cual nada podrá lograrse a favor de la verdad. Tiene dominados de tal suerte estos pequeños espíritus, que he visto por estos mismos ojos, en un ayuntamiento general, mentir a la mayor y más sana parte de individuos para corroborar la falsedad del Sr. Alcalde Mayor. Esto lo justificaré plenísimamente. Infiere, por tu vida, ¡qué podrá lograrse siempre que este hombre regente el pueblo!

El sobrescrito segundo vendrá a don Bonifacio Martínez, etc.

Abrazo a Saturnino, y quedo tuyo.- Félix.

Laguardia, 12 de julio de 1777.

P. D. Donde dice he visto por estos mismos ojos, leerás he oído por estos mismos oídos; ahí tienes la fe de erratas.26




ArribaAbajo- XXVII -

A Carlos Antonio de Otazu


Laguardia, 17 de julio de 1777

Querido Carlos: El día 15 del corriente, entre ocho y nueve de la noche, hizo este Alcalde Mayor comparecer en su casa a un pobre labrador con una hija suya, y a presencia de escribanos y testigos, después de haber alucinado, según costumbre, a la infeliz muchacha con un ruidoso exordio, dirigido a los siniestros fines de su «merced», la preguntó si había alguna vez dicho que D. José María Salazar y D. Félix Samaniego habían asegurado que D. L. G. O., Alcalde Mayor, «era un grandísimo judío». La muchacha respondió que no, una y mil veces. Entonces hizo salir de una alcoba el juez mismo a una mujer que dijo: «Sí, señor Alcalde, yo soy testigo de que esta muchacha me lo ha dicho». Viéndose sorprendida esta infeliz inocente con la falsedad de tal testigo, empezó a llorar amargamente, pero siempre ratificándose en ser falsa la acusación que se la hacía, sin poder sacar de ella otra cosa, en medio de que la mujer, prevenida por el Alcalde la decía: «Di que sí», que no te vendrá mal alguno. Acabose aquí esta escena, infructuosa para este malicioso hombre.

Ahora bien, Carlos, tú, que por tu pasado empleo conoces el sistema de este pueblo, inferirás que esta diligencia iba dirigida a suscitar una horrorosa rivalidad entre uno y otro bando y producir así las más tristes consecuencias que pueden imaginarse, con el duplicado intento de hacer olvidar un menor mal a vista de otro, mayor sin proporción. Es, pues, indispensable que, ganando instantes, lo hagas presente al señor Presidente Figueroa para que, tomando una providencia digna del acierto y rectitud de su Ilustrísima, no solamente se atajen estos daños y los que nos amenazan, sino también se entable una paz, que sólo podrá ser duradera a fuerza del temor que imponga un ejemplar castigo. Adiós, tuyo.- Félix.

Laguardia, 17 de julio de 1777.

P. D. Los escribanos son Eugenio Félix de Armendáriz y Pedro de Urbina; este último no es confidente del Alcalde: no obstante no ha querido darme testimonio; a ellos me remito. Cuidado con tomar con esfuerzo este horrendo caso, y tratar de aclarar estos embrollos: testigos, escribanos, alcaldes, etc.27




ArribaAbajo- XXVIII -

A Carlos Antonio de Otazu


Laguardia, 28 de julio de 1777

Por Dios, Carlos, que mires por mi honor. Por el correo de hoy dirijo al señor Presidente Figueroa una «Representación», firmada por Salazar y por mí, contra este perverso Alcalde Mayor que, para confundir su depravada conducta con la de las primeras gentes del pueblo, nos ha metido en unos autos, que forma a una mujercilla, seguramente deshonrada por el mismo juez, de que más por menor te informará mi tío Valdelirios, a quien escribo con copia de la «Representación».

Ahora bien, de dejar a este hombre impune, no sólo se seguirá la continuación de las maldades que se le acumulan y ya el mismo señor Presidente sabe, sino que quedaría nuestra opinión en concepto despreciable para con el público, cosa tanto más perjudicial cuanto que necesita el buen ejemplo de las primeras personas, que tanto impone en el común de las gentes.

Salazar ni aun conocía tal mujercilla, yo me miro tan inocente como él. Reclama, pues, por la vindicación de nuestro honor vulnerado; preséntate ante el señor Figueroa; pon en movimiento a los favorecedores y amigos que pueden contribuir a nuestro fin, y exige, a nuestra justificación, del celo de su Ilustrísima, que no solamente dé comisión para que se reciba la «Sumaria» y se haga patente la verdad de este hecho, sino que se trate de un severo castigo hacia abogados, escribanos, testigos, como instrumentos de sus falsas justificaciones, sin los cuales ¿cómo podría un juez hacer duraderos sus delitos? Pon los ojos en nuestras mujeres, en nuestra opinión, y acuérdate que la calumnia deja siempre un muy pestífero olor.

Quiero acabar, si acierto a dejarlo, y sólo te digo que estoy tan fuera de mí, que ni sé lo que represento ni lo que escribo al tío. Acuérdate, como yo me acuerdo, que es tu primo y fiel amigo.- Samaniego.

Laguardia, 28 de julio de 1777.28




ArribaAbajo- XXIX -

A Joaquín Manrique de Zúñiga, conde de Baños


Laguardia, 31 de julio de 1777

Excelentísimo señor.

Muy señor mío y mi favorecedor: Atropello por el temor de molestar a Vuestra Excelencia con mis cartas, mas, ¿a qué no obligará la necesidad de vindicar el honor vulnerado? Me veo perseguido de este Alcalde Mayor con repetidas enormes calumnias, sin otra causa que la de vengarse de una corrección mía, dirigida a reprimir su escandalosa incontinencia. He representado del modo posible al señor Presidente Figueroa; la resolución se retarda y, entre tanto, estamos sujetos a la dominación de un juez caviloso y vengativo, expuestos a sufrir sus excesos, en un continuado público sonrojo. ¿Qué mucho que en tal conflicto me acuerde de mis protectores y cuente a Vuestra Excelencia como el principal o por mejor decir el único asilo mío? Así es; y así espero todo su amparo, toda su protección, a cuya sombra me contemplo libre; y ya con más y más razones de agradecimiento hacia Vuestra Excelencia, que me llenan de confusión y me obligan a repetir que soy y seré, señor Excelentísimo, su más rendido y obsequioso servidor que besa a Vuestra Excelencia las manos.- Félix María de Samaniego.

Laguardia, 31 de julio de 1777.

P. D. Quedo a los pies de mi señora la condesa con el más profundo respeto.- Excelentísimo señor conde de Baños.29




ArribaAbajo- XXX -

A Carlos Antonio de Otazu


Laguardia, 3 de agosto de 1777

Querido: Pésame, señor, de no haber sabido el concepto de ese loco. Por fuerza, el correo pasado le escribí remitiéndome a tu informe, ¡vaya que el diablo asiste a este hombre! Como sé que el juez ha formado autos y en ellos se relaciona nuestra salida con testigos a otro juzgado, me parece que será conveniente presentar lo obrado en Lanciego de nuestra parte; esto es, sobre lo perteneciente a judíos. Para esto te remito esta «Representación»: haz de ella, y de todo lo demás, el uso o no uso que quisieres, pues en medio de pretender yo el poner los amigos de la corte en movimiento, mi fin es que tú empieces, prosigas y acabes la obra.

Nada dejes por dinero, que te entregará mi agente Armendáriz. Mira que tiene de su parte este hombre al secretario de la Presidencia o a algún otro diablo.

Doyte letra abierta para que trates de embrollo cuanto este perillán amontone ahí, y ríete, que yo soy un pobrete incapaz de ostentar valimiento. La parte del secreto es inobservable.

Consuélate conque yo no he de embrollarte más; estoy cansadísimo de cartas, de representaciones y palabras de este negocio. Ya sólo espero que reviente la mina, pues no puede estar más llena.

Abrazo a Saturnino y quedo tuyo.- Félix.

Laguardia, 3 de agosto de 1777.30




ArribaAbajo- XXXI -

A Carlos Antonio de Otazu


Laguardia, 14 de agosto de 1777

Queridote: He enviado propio a Logroño por mis cartas que, como no me han franqueado las que vienen con otra cubierta, he sabido por la de [Ruiz de] Ubago el comportamiento que tiene este señor Alcalde. Pienso, como tú, que el comparecer podrá contribuir a que pueda obrar siniestramente la trápala de este embrollador para con el señor Figueroa; porque nadie es capaz de figurarse que haya hombre que mienta tan a rostro sereno. Pero ¿de qué no será capaz quien me hizo creer que había ya pagado a mi parroquia una deuda que aun tiene de diez mil reales, siendo yo de los primeros interesados en este punto y que en la hora se había de averiguar su falsedad?, ¿qué no hará con quien vive a distancia de 60 leguas? Por tanto, no sólo te vuelvo a advertir de su falacia, sino que te digo que es tanta la continuación de males que hay en el pueblo que, estimulado de ellos y movido de la causa de Dios, un sacerdote de una virtud heroica, en medio de hallarse muy delicado, ha partido a informar de todo al Ilustrísimo Obispo de Calahorra, para clamar por su medio al remedio de este gran daño. Selo, con mucha reserva, por un clérigo su amigo, muy virtuoso. En fin, amigo, ahora es apretar, pues ahora se empieza a ganar terreno y ya cuento, según noticias de un Regidor, que está en manos de Figueroa la fuerte representación de los individuos de villa.

La que tú has dispuesto está muy de mi gusto, no puede menos de surtir efecto maravilloso.

(Reservada).

Dígote que a Ubago le escribo en aquellos lisonjeros términos que pueden halagarle, si es que su carácter no ha mudado desde que le conocí en el país. Suplícote que no aflojes la mano, aprieta y azote en nuestro verdugo.

Manuela, Javiera y yo decimos a Saturnino nuestros afectos; y queda tuyo.- Félix.

Laguardia, 14 de agosto de 1777.31




ArribaAbajo- XXXII -

A Carlos Antonio de Otazu


Laguardia, 17 de agosto de 1777

Querido Carlos: Llegó a mis manos tu carta y su esquela adjunta; el asunto está bien reservado y sólo espero el feliz instante en que se verifique. ¡Válgame Dios!, ¡y qué sosiego!, ¡qué paz! Me río de la octaviana. Todo será entonces tranquilidad, sosiego, armonía, dulzura y tan eterno descanso que nos pondrá cuasi cuasi en el caso de dudar si Adán pecó, o si vivimos en el Paraíso. Ya no resonarán entre nosotros sino alegres cánticos de alabanza en honor de nuestros libertadores; y, si no nos tuviesen por idólatras, levantaríamos tabernáculos y dirigiríamos el humo de nuestros inciensos a los bustos de los Ubagos y de los Otazus.

¿Qué dices, Carlos? Éste es ya otro humor, pero ¿hasta cuándo había de durar mi splin, mi murria, mi impertinencia? Basta, basta ya de ser pucherillo sobrado.

Pero volvamos al intento. Traten ustedes de falsedad sempiterna cuanto este hombre intente exponer o exponga en su abono, aunque sea con autoridad de testigos, escribanos, frailes o curas, plebeyos o caballeros; y ofrezcan pruebas en contrario, que se irán haciendo patentes los embrollos y embrollistas, siempre que para ello se comisione a persona de integridad y justificación.

Por consiguiente, nada conseguiremos si no se logra el castigo de esta canalla que vende la fe pública, para lisonjear a un Alcalde, y que, no dando por el pie a éstos, quedarán para servir de apoyo a las maldades de otro nuevo juez. ¿Cómo se disfrazaría la verdad a no ser por el auxilio de estas perversas gentes? Éstos son los que retardan los efectos de la administración de justicia, haciendo vacilar a los magistrados con sus autorizados engaños. Esto pido a mi protector Ubago, y esto a su primo Carlos pide.- Félix.

Laguardia, 17 de agosto de 1777.32




ArribaAbajo- XXXIII -

A Carlos Antonio de Otazu


Laguardia, 20 de agosto de 1777

Querido: El señor Alcalde salió por fin ayer a mediodía, después de muy divulgada la noticia. Ubago la escribió a su hermano de Elciego, éste la confió a su abogado Victoriano, quien la dijo a un dorador que trabaja en esta villa, y así fue pública, a pesar de nuestro silencio.

Por gravísimos fundamentos que tengas, no creas nada que se oponga a la idea que te habrás formado de mí a fuerza de trato. Si el jesuita S..., nuestro Diputado, te ha dado a entender algo, será porque con razón me quejé a los principios de su frialdad; y si este mismo dice que no guardamos secreto, será porque el famosote Cincúnegui le encajó cuanto sabía, porque sirvió de testigo en la información del Obispo y un cura párroco, confidente mío, le instruyó a este bárbaro de todo.

Si cuentan que ostento poder se engañan: bien público es que mi demasiada familiaridad, mejor diré bajeza, me ha puesto en este paraje. Por lo demás, ¿qué culpa tengo yo de que mis antecesores, rubor me causa decirlo, se hayan granjeado cierta reputación y algún nombre en el país, que hayan servido de hacer amable generalmente entre todos a nuestra familia?

Esto lo callo, pero lo digo ahora, porque no puede ocultarse. Y de aquí nace que todos, todos prorrumpan en decir «aquí tiene usted dinero, persona, caballo, etc.», exceptuando tal cual de los parciales del juez.

Dígote todo esto, por los deseos de satisfacerte, bien que ya conocerás mi violencia en tener que hacer de señorito de aldea.

A Ubago afectos y a Saturnino; y dime si enviaré el perro de ganado a Vitoria, que está en la edad de hacerse a lo que quieras. Tuyo.- Félix.

Laguardia, 20 de agosto de 1777.33




ArribaAbajo- XXXIV -

A Carlos Antonio de Otazu


Laguardia, 12 de octubre de 1777

Verdaderamente, Carlos mío, que no sé a qué atribuir tu silencio: una, dos, tres cartas escritas a San Ildefonso no han merecido respuesta. He cavilado sobre ello, he preguntado, he escrito: Unos me aseguran que has estado enfermo, otros que has pasado días en Madrid, sea lo que fuere, me tienes con cuidado y disgusto.

Ya te dije que la «Sumaria» llegó, y probada con más de sesenta testigos. Como te has mantenido en El Sitio, me he valido de Ubago y Medinabeitia. Todo está en suspensión por ahora y sólo falta que la mina reviente. Caréate con Ubago y háblame de todo, pues ya éste ha estado con el señor Figueroa.

Háblame de mis Fábulas y principalmente de ti.

No fui a la Sociedad por querer ir a tu casa, y conjurarse la Condesa que reñiríamos si no fuese a la suya.

Adiós. Tuyo y de Saturnino.- Félix.

Laguardia, 12 de octubre de 1777.34




ArribaAbajo- XXXV -

A Joaquín Dábila Ponce de León


Laguardia, 30 de mayo de 1778

Muy señor mío: Hállome actualmente con un solo caballo de siete cuartas, y dos dedos de alzada, pelo negro, sin señal, hierro, el del margen, y seis años de edad.

Con este motivo me ofrezco a las órdenes de usted y deseo que Nuestro Señor le guarde muchos años.

Su mayor servidor.- Félix María Samaniego.

Laguardia, 30 de mayo de 1778.

DIBUJO35




ArribaAbajo- XXXVI -

A Joaquín Dábila Ponce de León


Bilbao, 4 de junio de 1779

Muy señor mío: Mis viajes, me han retrasado el cumplimiento de mi obligación. De vuelta de ellos hallo en esta villa la estimada carta de usted. En contestación a ella digo que, al presente, sólo tengo un caballo de seis años, siete cuartas de alzada, pelo castaño y hierro el del margen.

Con este motivo me ofrezco a la disposición de usted y pido a Nuestro Señor le guarde muchos años.

Besa las manos de usted su mayor y más atento servidor.- Félix María Samaniego.

Bilbao, 4 de junio de 1779.

DIBUJO

P. D. Mis padres fueron Don Félix Ignacio Sánchez Samaniego y Munibe e Idiáquez, y Doña Juana María de Zabala y Arteaga, sin más dictados, que el de Señores de las Cinco Villas y Valle de Arraya.36




ArribaAbajo- XXXVII -

A Joaquín Dábila Ponce de León


Bilbao, 6 de julio de 1779

Muy señor mío: A luego de mi arribo a ésta respondí a la apreciable carta de usted dándole razón de mis padres y expresando las señales, hierros, edad, etc. de mi caballo, en consecuencia a la orden que tuvo a bien comunicarme; pero con la segunda carta que usted se sirve escribirme a falta de mi primera, que ya contemplo en sus manos, me veo en la ocasión de añadir que posteriormente he tenido la proporción de comprar segundo caballo pelo negro sin señal, seis años, siete cuartas, y un dedo de alzada; y hierro el del margen.

Mi destino me trae de uno en otro pueblo: actualmente me hallo en casa de mis suegros donde tal vez permaneceré años. Mientras mi situación no sea fija padeceré el trastorno y retraso en la correspondencia. Ésta es la causa de la molestia que usted ha sufrido con la segunda carta. Pídole mil perdones, y añadiendo otros tantos por haberme alargado con nimiedad en ésta le ruego mande a su más atento y obsequioso servidor de a usted besa sus manos.- Félix María Samaniego.

Bilbao, 6 de julio de 1779.

DIBUJO37




ArribaAbajo- XXXVIII -

A Agustín Valdivia Cárdenas


Bilbao, 2 de agosto de 1779

Muy señor mío: La obligación en que me constituye el honroso, y estimable título de individuo de ese Real Cuerpo, me estimula a desear vivamente la ocasión de sacrificar vida y hacienda por el rey y por la patria.

Si la piedad de su majestad se digna a concedernos algún destino en la presente guerra, espero deber a la bondad de usted mande comunicarme prontamente sus órdenes que, aunque me cuente el más inútil a observarlas, me lisonjearé ser el más celoso en obedecerlas.

Nuestro Señor guarde a usted muchos años.

Besa las manos de usted su seguro servidor.- Félix María Samaniego.

Bilbao, 2 de agosto de 1779.38




ArribaAbajo- XXXIX -

A Pedro Jacinto de Álava


Vergara, 20 de marzo de 1780

Querido Álava: Ninguna cuenta entregada por Porcel, cuyo importe te corresponda, tiene este ecónomo. Así me lo dice, así te lo escribo.

Continúo en mi presidencia como un Presidente, quiero decirte: mandando con tesón o dulzura, dureza o suavidad, según me parece deben exigirlo las circunstancias y la variedad de sujetos con quienes indispensablemente me entiendo.

Madama Eulate dice así [en el] capítulo de cocinero: «He dado el encargo por si aquí se puede encontrar algún cocinero, pero me temo que no, porque el salario es muy corto. Si se alargase a tres reales acaso no sería tan difícil, y me parece deberían hacerlo porque la pensión que pagan los niños admite este gasto tan principal para ellos y la satisfacción de los interesados». Hasta aquí madama, cuyo dictamen venero esperando el de vuestra merced para salir de albondiguillas hechas a mano y gargajo.

Escribiré a vuestra merced poquísimo. Me parece tiempo mejor empleado el que me ocupo en escribir ciertas cartas a los interesados de los seminaristas en que, participándoles el actual estado de esta enseñanza y particularmente el de sus respectivos hijos y sobrinos, procuro, afectando el lenguaje, que así me es genial de la sinceridad, darles una idea ventajosa de la nueva providencia y de cuanto puede contribuir a la mejor opinión de este establecimiento. Quizá así se multiplicarán sus individuos.

Te aseguro que las providencias indispensables para dar el último golpe de perfección a esto podrán tomarse al cerrar su cuatrimestre nuestra provincia. Entonces habremos ya conferenciado los tres presidentes; pues para que esto se verifique sólo falta tu venida.

Estando en este estado la carta, me remite el conde el Plan y esquela adjunta. Ahí va.

No te digo más ni te diré cosa que valga un comino, hasta la vista.

Tuyo. Félix.

Vergara, 20 de marzo de 1780.

P. D. Abrazo al silencioso Porcel.39




ArribaAbajo- XL -

A Carlos Antonio de Otazu


Bilbao, 14 de noviembre de 1780

Santiago ha muerto, querido Carlos. Si Isabel lo ignora, haz de modo que la noticia le cause una impresión menos funesta.

Dios ha sabido lo que se ha hecho en cargar con lo mejor de nosotros. Las costumbres, conducta y honor de mi amado Santiago eran acreedores a que se llevase el solo verdadero premio con anticipación. Así ha sido. Una temprana muerte le ha abierto las puertas del eterno descanso. Y ¿quién lo duda?, el Altísimo es demasiadamente justo para dejar de premiar la más heroica de todas las virtudes, esto es, el morir en el cumplimiento de su obligación. Así ha sido: sacrificó su vida entregándola al mar, contra duplicados dictámenes de médicos. En medio de todas estas reflexiones de consolación, ¿cuándo me dejará de ser amarga la memoria de la muerte de Santiago? Éste es el corazón humano. Os abrazamos estrechamente. Vuestro primo y amigo.- Félix.

Bilbao, 14 de noviembre de 1780.

P. D. A la vuelta de Francia me he hallado con una carta de Legarda; dile que le responderé, que ya ve mi presente situación. Comunícale la noticia como a los demás amigos; pues a nadie escribo. Adiós.40




ArribaAbajo- XLI -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Laguardia, 21 de abril de 1781

Querida: Puede ser que yo baje a despedirme de vosotros mañana, pero no hay que esperarme, porque con motivo de bajarnos a La Escobosa, por quererlo así la enferma, todo es embrollo y ocupación.

No estoy para bailar, te aseguro que ha sido una chirinola cuanto he padecido hasta ahora, no conozco sino pesadumbres de marca y me temo aún mayores.

Dios nos consuele. Procura ser feliz, por tu parte, que lo serás entre tan amable familia.

Tu hermano que te ama.- Félix.

Laguardia, 21 de abril de 1781.41




ArribaAbajo- XLII -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Logroño, 10 de mayo de 1781

Querida: Según Florentino Gamarra le faltó la terciana a Mariano, a que me enojo infinitamente.

He venido a disponer alojamiento a Casimira. La tía se me explicó del escrúpulo que hacía de que durmiese en su casa, con todo ello le parecía sonrojoso el que fuésemos a posada con que ha sido preciso alojarnos en tu casa. La enferma trae todo lo de su uso y así no hará más que habitar una noche, y eso en el cuarto de Mariano, o del mercado [¿?] donde se le pondrá su propio catre y ropa, y aun cuando el escrúpulo fuese sumo se salía de él con blanquear la alcoba.

Todo esto me ha sido indispensable hacerlo; por algo hemos de pasar si queremos no vernos abandonados en igual situación.

Por el correo inmediato irá la carta que dejo escrita en poder del tío para que pongan a tu orden en casa de los hermanos Hermosos como unos cinco mil reales del medio año de mis juros que es lo que cobro, rebajados dos mil con que asisto a nuestro Antoncho [su hermano Antonio el jesuita].

En los demás asuntos nada te digo sino que cuides de la salud de Mariano, y que éste se acuerde de que si tú eres su madre, soy yo su padre, que deseo en él una felicidad sólida y duradera, si es que puede haber dicha donde estamos metidos en desengaños, penalidades y trabajos. Yo acompaño a Casimira, expuesta mi salud, y amenazándonos tragedias de uno a otro día. Por de contado tenemos el principio de la muerte de su hijo, que ignora ella y su marido; pero al fin, ¿podrá dejar de saberla su padre a lo menos en Valencia? Y entonces ¿qué será?

Vuestro.- Félix.

Logroño, 10 de mayo de 1781.42




ArribaAbajo- XLIII -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Segorbe, 29 de julio de [1781]

Querida: Los calores nos han echado de Valencia a esta ciudad, distante de aquélla nueve leguas. La enferma no va bien.

Escribe a Peñaflorida diciéndole la propuesta del marqués de Montesa, los informes que de él te han dado, y que a nada pasarás sin su consentimiento que, aun cuando no tuvieses experiencia de lo mucho que nos quiere, le pedirías consejo por ser él sólo de quien debas fiarte. Y en efecto, si se opone no lo hagas, pues en estos casos, como puedes asegurártelo, se responde con cierto rebozo e indirectamente; que, a quien no lo entiende, le hace tal vez padecer engaño en lo que no tiene remedio. Y así que te hable ingenuamente como de él solo lo esperas.

A todos os abraza tu hermano que te ama.- Félix.

Segorbe, 29 de julio de [1781].43




ArribaAbajo- XLIV -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Logroño, 18 de agosto de 1781

Querida: Mañana marchamos con nuestra enferma bien malita. Nicolasa te informará de todo.

No contestes a proposición ninguna de las consabidas no viniéndote formalmente, esto es de parte de los interesados. Lo que ahora debes de hacer es responder a Argáiz, dándole gracias por el informe y diciéndole con reserva que estás muy satisfecha de las circunstancias de familia, pero que cuando el público dice dos mil pesos, es menester hacer mucha rebaja y por consiguiente quedar la renta demasiadamente pelada para las campanillas de un título.

Esto va bien para que si la cosa se sepulta no piensen que ha quedado por ellos.

No te pese, pues realmente es casa pobre, aunque entre nosotros mirado todo junto es de estimarse.

Te advierto que de aquí en adelante te disculpes conmigo y antes de dar respuesta formal me escribas.

Adiós, hasta que te escriba de Burgos. Vuestro.- Félix.

Logroño, 18 de agosto de 1781.44




ArribaAbajo- XLV -

A Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida


Burgos, 11 de septiembre de 1781

Mi amado tío: Por este correo pido a La Calzada y Viana los informes acerca de los maestros repetidores. Doy orden para que hoy remitan con cubierta para vuestra merced.

También escribo a Valencia a los sujetos más capaces del desempeño, a fin de que miren toda aquella Universidad y sus escuelas particulares hasta dar con un humanista capaz de llenar el hueco que ha quedado en esta enseñanza. Pido igualmente noticia de algún otro joven que quiera venir o repetidor, pues tal vez podrá hallarse con más facilidad un buen latino si logra el alivio de poderse traer algún compañero para un viaje largo y a país extraño. No desconfío del hallazgo; bien que hubiéramos dado el golpe seguro si hubiese yo tenido este aviso en Valencia. Allí me hubiera sido facilísimo el hacer amistad con alguno de los muchos buenos profesores que seguramente deseaban la comunicación con mi uniforme, por hacerse un honor. Tal es la reputación que nuestra Sociedad tiene en aquel país. Por este medio hubiera yo conseguido el hacer un excelente gancho.

Cada día hemos de palpar más y más las dificultades que se oponen a la mejor subsistencia de un Seminario en manos de seglares. Nosotros carecemos de los recursos que logra una comunidad religiosa: ésta elige en toda la extensión de su Orden el corto número de maestros que necesitan dos o tres casas de educación. Echa mano de los mejores, quedándole siempre dónde elegir y dónde reponer nuevamente sobre tenerlos sin los dispendios que nosotros. Trabajan con el interés que les pone a la vida el ascenso de honor y de descanso que les aguarda en su religión. Acostumbrados a la reclusión, les es muy llevadera cualquier sujeción y, finalmente, por más que la veleidad o el mayor interés les estimule a abandonar su destino por otro nuevo, la obediencia les obliga a ser duraderos y constantes para poder contar con ellos con seguridad.

¡Válgame Dios, y qué fácil nos sería el adquirir todas estas ventajas! Sí, señor, nosotros podemos en el ramo de Humanidades hacernos con maestros religiosos y así disfrutaremos de las ventajas de esta enseñanza que, unidas a las de nuestra educación, producirán maravillosos efectos. No sueño.

Besa la mano de vuestra merced su humilde sobrino. Félix.

Burgos, 11 de septiembre de 1781

P. D. La enferma siempre muy mala y esperando mañana la respuesta de Bilbao.45




ArribaAbajo- XLVI -

A los Seminaristas de Vergara


Bilbao, 20 de noviembre de 1781

Muy señores míos: Algunos perros y gatos hablando moral, me han facilitado el logro de la estimable carta, con que ustedes me honran, a nombre de ese Real Seminario Patriótico. Si el hacer hablar a los animales me ha de producir tan preciosos frutos, desde luego prometo tenerlos mucho más tiempo en larga conversación.

Este interés me estimula vivamente a continuar esta diversión, pero ¿cuánto más me empeñaría en ella al llegar a saber que me he divertido con utilidad y deleite de ustedes? Entonces me atrevería a decir a cada pequeño individuo de ese Real Cuerpo de amables jóvenes:


Si riendo te enseño,
dime ¿qué quieres más, joven risueño?

Ruego a ustedes hagan presente a ese real cuerpo mi profundo reconocimiento a las honras que ha querido dispensarme en su carta. ¡Ojalá que, a costa de las más serias y penosas tareas, pudiera yo hacerme digno de tales distinciones! Que siendo en utilidad del establecimiento, no perdonaría a los más duros medios para conseguirlas.

Nuestro Señor guarde a ustedes muchos años. Besa las manos de ustedes su más atento y seguro servidor.- Félix María de Samaniego.

Bilbao, 20 de noviembre de 1781.46




ArribaAbajo- XLVII -

A Benito María de Ansótegui


Laguardia, 1781

Si usted me quiere, si usted me ama, caballero Ansótegui, repítame usted cartas como la pasada. Pero dirá usted, atajándome el camino, ¿y por qué no se me contesta con otras tales? Si yo pudiera trasladar a Laguardia teatro italiano, academias, tertulias, tiendas y Prado, ¡con qué placer le había de escribir largas cartas! Pero de aquí, ¡desgraciado de mí!, no tengo más noticias que comunicarle sino que hace frío, que hace calor, que sobra el agua, que falta el agua, que el vino sube, que el vino baja y otras ejusdem furfuris. La paz de un pueblo, aunque la expresión le parezca a usted enfática, como los elogios franceses de Mr. Thomas, es la paz de los sepulcros. Así, ¡pobres de nosotros cuando los pueblos dan algo que hablar!; que es señal que esta paz se turba y que griegos y troyanos andan a las puñadas.

Me dicen que Pepa Joaquina y Mariquita han dejado Vitoria para ir a Mondragón; ya sentirán el cambio. Salazar anda en Vitoria tratando de olvidarse de Cádiz, pero su trabajillo le ha de costar. Supongo que Antón estará en Marquina; y digo supongo porque no me escribe: ¡siempre tan flojarrón y sosote!

Caballero Ansótegui; suyo.- Samaniego.

Laguardia, 1781.47




ArribaAbajo- XLVIII -

A Pedro Jacinto de Álava


Vergara, 30 de enero de 1782

Amigo Álava.

Amigo: Habiéndose insinuado por los catedráticos de este establecimiento el pensamiento de una obra periódica y comunicándose los apuntamientos de ella a la Junta Semanaria que los Amigos de acá tuvieron el sábado último, los paso a manos de vuestra merced para que con el dictamen de esos Amigos los remita a los de Vizcaya con encargo de que vuelvan este papel con su parecer al Presidente que me sucediere.

Con tanto queda de vuestra merced afectuoso amigo. Samaniego.

Vergara, 30 de enero de 1782.48




ArribaAbajo- XLIX -

A Manuel Pérez


Bilbao, 8 de mayo de [1782]

Amigo Manuel: Tu carta está en manos de un escribano encargado de hacer la diligencia que me previenes.

A la carta que le escribí a Aguado llena de atención y diciéndole solamente que me parecía un gasto excesivo y que para llevárselo todo mi hacienda no le necesitaba, pero suponiendo siempre que no se me pasaba por la imaginación dudar de su justificación, me respondió cuatro renglones secos diciendo que estaba pronto a dar las cuentas.

Soy bueno hasta cierto punto, pero en llegando al extremo de que un dependiente mío se me ofenda de una reconvención justa no aguanto más. Esta consideración y el desbarato del gasto me hacen pensar en que, consultando tú en secreto con mi amigo Almarza, penséis si convendría encargar al señor don Martín de Velasco el cuidado de todo, ayudado del fiel y diligente Moñete. De este modo el señor don Martín habitaría mi casa, y con poquísimo trabajo suyo y tan buen ayudante pudiera estar aquello de modo que me redituare, pagándole a él y a Moñete lo que le pareciese a Velasco razonable.

Decidme lo que os parece, pues en tal caso el primer paso mío es escribir a Velasco.

Adiós, tuyo.- Félix.

Bilbao, 8 de mayo de [1782].49




ArribaAbajo- L -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Bilbao, 19 de julio de 1782

Querida: Me parece bien que regales un reloj o sortija a la novia. Manuela la regalará alguna bata buena, y cuanto antes. Yo no puedo escribir largo, pues estoy con lo de Pepe María que necesita presión si no ha de precipitarse. Tú respóndele como que le abandonas y no le escribas más hasta saber de su enmienda, de ningún modo; Agoncillo que le escriba con amenazas y despidiéndose de él y desamparándolo. Ahora estamos en tiempo de enmendar este hierro: tesón y más tesón, más vale que ahora sufra que no que nos llene de ignominia.

Pero no te dé cuidado, que es dócil y aunque a fuertes remedios él se cederá. Tuyo.- Félix.

Bilbao, 19 de julio de 1782.50




ArribaAbajo- LI -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Bilbao, 2 de agosto de 1782

Querida: Está muy bien la carta de Almarza sobre la dispensa.

¿Qué prevenciones has de hacer para la boda? Ningunas. Te he dicho que ésta es una boda de familia donde no ha necesidad de manifestar la recíproca satisfacción en ella. Puedes divulgarlo así y que es partido que Peñaflorida ha exigido de ti, como hombre de juicio. Lo único que puede hacerse es regalar a la novia con algún reloj, y yo le daré una buena bata. Tal vez sería necesaria alguna sortija y a esto puede reducirse todo gasto.

Mariano está bien con su uniforme, y si quisiese algún vestido de paisano pudiera hacerse uno sólo que fuese bordado, o según le digan a la corte que sea serio y de moda, propio de la estación, pues en gastando algo es menester que sea de gusto.

Tengo correo largo.

Tuyo.- Félix.

Bilbao, 2 de agosto de 1782.

P. D. Te avisaré las resultas de Pepe María.51




ArribaAbajo- LII -

A María Josefa Sánchez Samaniego


[Bilbao], 16 de agosto de 1782

Querida: He tenido resultas de Barcelona, y se reducen a que a Pepe María le ha dado el general una buena mano, se le han impedido las cabalgatas y se le ha apercibido para en adelante.

Yo creo que baste, pues de lo contrario sería menester recurrir a medios fuertes. Tú escríbele a Almarza y al señor don Fulano de la congregación de qué sé yo que está con él de posada, a uno y a otro puedes asegurarles, que hasta sabes de positivo la mudanza del chico. No contarás con él, pues no tienes por hijo a un joven que olvida los principios de la religión y del honor, mientras sus hermanos son el modelo de lo uno y de lo otro.

A Peñaflorida dile lo que a mí me dices: que quisieras darle gusto, pero que están demasiadamente cerca las Juntas para disponer la boda para ellas. La dispensa apenas llegará, tal cual encargó de Madrid, en poco [¿?]. Tú quisieras prevenirte para su parte y estás en una aldea desproveída de todo, con que andaréis arrebatadamente.

Añádele que habéis quedado en que se hará una boda de familia, por consiguiente, aunque haya algunos regalos de bagatela de parte del novio, consideras que esto no será como corresponde a Fraiscachu, y que por lo mismo no estarán las cosas tan brillantes como corresponden a una boda en que por la sociedad se ha de hallar en ella todo lo más brillante de las provincias, y que como el mundo se compone de gentes frívolas todos volverán haciendo misterios.

Que, en este supuesto, desearías mucho más el que se llevase adelante el proyecto de hacerlo todo sin gastos y que esto no puede ser sino casándose sin más concurrencia que entre los parientes de Vergara.

Dile que también deben preceder las capitulaciones y que como no estás hecha a estas ceremonias todo se te hace montes de dificultades.

Yo te encargo que, entresacando de esta carta lo que te digo con Juan Antonio, escribas al conde, pues en realidad me parece que debe de ser la cosa como lo digo.

Y te encargo que no te andes en gastos, comidazas, refrescos ni cosa que le valga, pues a eso me huelen, los encargos a Manuela. Mira que es una locura y que yo no lo quiero sino lo indispensable; no importa que otros sean locos.

En las capitulaciones ten presente que han de darse diez mil ducados a Fraiscachu.

Abrazo a los chicos y contemplo a Mariano en Laguardia.- Félix.

[Bilbao], 16 de agosto de 1782.52




ArribaAbajo- LIII -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Bilbao, agosto de [1782]

Querida: Ahí va esa carta de Ibáñez, con ella puedes perder cuidado. Esa otra de Pepe María te dirá su arrepentimiento, pero nada creas. Tesón y más tesón.

Abrazo a los sobrinos.

Tengo un correo larguísimo.

Tuyo.- Félix.

Bilbao, agosto de [1782].53




ArribaAbajo- LIV -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Bilbao, 30 de agosto de 1782

Querida Maripepa: Ya te contemplo alegre con la vista de tu hijo. Sólo un empeño como el de Ibáñez pudiera haber logrado que lo enviasen con licencia a su casa, y a la verdad que mejor medio para separarlo de las malas compañías y hacerle que renueve la memoria de su primera educación al lado de su madre y sus hermanos. Así se ha evitado el escándalo de cualquier castigo. No ha habido más mal, sino el de no darte parte de antemano. El traer un cabo o un soldado consigo es moneda corriente. Da, pues, gracias a Ibáñez y ya no hay que tratar sino de que ese muchacho vuelva en sí y sea otro. Para esto contribuirá mucho la dulzura bien usada y sobre todo el ejemplo de Mariano, que debe servirte del mayor consuelo como a mí me sirve al ver que por su conducta [y] sus prendas, le aman cuantos le conocen.

Si la licencia para la boda, quise decir la dispensa, viene anticipada, en tal caso pudiera hacerse la boda para las Juntas. También pudieras divulgar que con este motivo y el de estar ocioso el Batallón en Barcelona ha venido el chico con licencia hasta nueva orden.

A todos os abrazo.

Querida: Después de un cólico incurrí en la indisposición epidémica de constipados y, aunque me veo libre, sano y bueno, no me expondré a viajar largo en canícula ni a darte el nuevo pesar de enfermar yo. No obstante, he estado tentado de marchar. Ríete de todo teniendo salud, y el consuelo de Mariano. Avísame lo que se te ofrezca por escrito, que no hay riesgo en que se te pierda ni vea la carta.

En lo demás, ¿qué nos puede suceder que merezca la pena de apurarnos? Nada, no tenemos otras batallas nosotros que pelear contra los disgustos inevitables de este mundo.

Tuyo y de tus hijos.- Félix.

Bilbao, 30 de agosto de 1782.

N. B. Devolverás ésas a Ibáñez.54




ArribaAbajo- LV -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Bilbao, 2 de octubre de 1782

Querida: Veo por tu última que has salido de tu pena a la vista de tu hijo. Todos sus desórdenes han provenido de su inaplicación, de su abandono a la ociosidad, esto se conoce en que es la pura ignorancia, a pesar de su talento y viveza. Cabrá vergüenza el ver una carta suya. Escribe mucho mejor de todos modos Maripepita. Es indispensable, pues, que todos los días, si quiere, aprenda lo que el más infeliz cabo sabe, esto es: algún párrafo de la Ordenanza de memoria y escribir una plana. De cuando en cuando me escribirá para ver sus progresos. Díselo así, pues sobra la menor insinuación de su madre para que lo haga, aunque sin ella también espero que sea en adelante un hombre capaz de volver por su reputación, aunque no la haya perdido sino entre nosotros. A los cuatro os abraza tu hermano.- Félix.

Bilbao, 2 de octubre de 1782.

(Reservada)

Escríbeme una carta con fecha 30 de junio diciéndome «querido el asunto de Maripepita se está así pero como no corre prisa espero la resulta. Superunda me escribe también algo, ya hablaremos».

Al mismo tiempo me remitirás sin decirme nada sobre ella la carta o informe de Argaiz y lo que tengas sobre el asunto de Mari Pepita, pues así voy a evitar de antemano una pretensión que no nos conviene. No digas nada, quema esta mitad de carta, pues estos asuntos son de Inquisición.

En fin, si yo te escribo sobre pretensión para María Pepa, respóndeme que «ya sé que te pone en mis manos, pero que necesitamos hallar como ya me lo vienes dicho».

Adiós.- Félix.55




ArribaAbajo- LVI -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Bilbao, 4 de octubre de 1782

(Reservada)

Querida: Siento la enfermedad de Nicolasa, por el correo de hoy espero saber sus resultas.

Si tú no tienes proporción para poner espía en el Consejo o Cámara de Castilla, dímelo para que yo practique esta diligencia y así evitar lo que tal vez no pasará de una cavilación mía, pero todo esto es menester tratarlo con secreto.

Con motivo del riesgo de Nicolasa le digo a Peñaflorida que estás apurada, pero que yo todo es predicarte diciéndote que no gastes más en cumplimientos que si se te añadiesen cuatro más de familia, pues la economía fue la primera que yo pacté con él. Todo esto es bueno que él lo tenga entendido, para que vea que una vez que ha dado lugar a gastos encajándose ocho o diez de huéspedes y encargando galas, trajes, etc., no extrañe que se le pida en breve la dote para desahogo de la casa, pues a la verdad yo creí que todo se hubiera hecho sin ruido y, por consiguiente, no hacía falta el dinero en dos, ni tres años. Sobre todo tú sabes que yo no soy para estos tratados y que te lo he predicado.

Si no quieres enfadarme, no me hables de la gratificación dada al escribano y al sacristán, pues es una bagatela, y aunque fue cien doblones nada importaba. El cura se quedó en blanco, porque quería chocolate.

Puede ser que yo pase a ésa, pero no te lo aseguro.

Abrazo a mis sobrinos.

Adiós, tuyo.- Félix.

Bilbao, 4 de octubre de 1782.56




ArribaAbajo- LVII -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Bilbao, 7 de octubre de 1782

(Reservada)

Querida: No es posible que yo pase a ésa en unas circunstancias en que precisamente se trata de empezar las particiones, y que mi suegra se estaría en Gordejuela con gravísimo perjuicio a nuestros intereses, valiéndose del pretexto de esperarme.

Si me quieres para capitular, tú y todo el mundo sabe quién soy para eso y que la boda de Javiera se celebró sin este requisito, porque corrió a mi cargo, lo que hubiera sucedido con nuestro justo padre. Escarmentado, pues, yo de esto, te pido que no se celebre la de Mariano sin esta circunstancia, que para ella te pueden dirigir los tíos y algún hombre de talento y juicio, que la novia llevará diez mil ducados como todas sus hermanas que para esto tienen facultad real en casa de Peñaflorida y aunque no los lleve de presente, como yo le dije al conde, se puede asegurar esto todo lo que convenga. Así conviene a los novios mismos y, sobre todo, no descuidarse en esta diligencia en la cual podéis quedar convenidos sin dar lugar a que venga la dispensa.

Tendrás en ésa a los condes y con este motivo no hay que hacer locuras sino tratarlos con agasajo y regularidad, pues son gentes de la familia y acostumbradas a todo. Y en lo de convites sea a poquitos y elegidos, pues nadie lo agradece y hay pocos que tengan derecho a echarlo de menos, si no se les convida.

Si tienes algunas desazones con Maripepita, no se te dé nada; dila en mi nombre que de mi cuenta corre su acomodo y que cuanto con más estimación case su hermano tendrá ella mejores enlaces, pues a la verdad si Mariano se hubiese casado con una ricacha de medianos parientes, nadie o ¿quién hubiera querido enlazarse con Maripepa? Los doblones se hubieran quedado para su hermano y las conexiones o parentescos le hubieran tocado a ella.

Si te parece que conviene, puedes disponer, de acuerdo con ella, que concluida la boda se venga con pretexto de acompañarnos a pasar una temporada en nuestra casa de Tolosa, a donde pienso mudarme por temporada, bien sea para quedarme después a vivir o bien para salir a otra parte. De este modo consigo el separarme de mi suegra que me incomoda infinito y a más han dado, cállalo, en decir que yo seguía el comercio con ella. Esto basta para huir cien leguas de aquí.

Así pues Maripepita pudiera estar con nosotros y proporcionársele allí lo que en Logroño no es fácil. No te apure, pues, lo de tus hijos corre a mi cuenta, esto es: los asuntos de su acomodo y carrera, que las demás menudencias de incidentes ni soy para ellas ni tú dejarás de hacerlas.

Es regular que luego salgamos de aquí. Dime con franqueza lo que se te ofrezca y no me calles nada, pues tengo mundo: nada me admira y el corazón no me cabe en el pecho de grande. Las penas déjalas a mi cargo y los cuidados de friolera, huéspedes, pataratas, etc, etc. téntelos tú.

Pepe María está famoso, se divierte; no le he dado su lección ni le he hablado palabra, pues no me opongo a que se divierta entre gentes de bien.

Tuyo todo.- Félix.

Bilbao, 7 de octubre de 1782.57




ArribaAbajo- LVIII -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Bilbao, 14 de octubre de 1782

(Reservada)

Querida: Ayer supe por una casualidad que la dispensa ha llegado. Sea enhorabuena.

No pases de hacer la boda sin capitular. Aprende o escarmienta en mi cabeza que hice así la de Javiera y he tenido que acogerlos, aunque sea con gusto, a mi casa.

No deis recibo a lo que recibáis y manejarse con justificación en todo.

Yo que me he criado en casa de Peñaflorida toda mi vida, conozco a lo que están hechos, y así te digo que todo, todo les parecerá excelentemente. Y así no te apures por nada.

Hoy viene mi suegra y mañana empezamos las particiones.

Dime lo que se te ofrezca y manda a tu hermano que te ama.- Félix.

Bilbao, 14 de octubre de 1782.

N. B. Manuela me dice que todos sus encargos están prontos, pero que el arriero no quiere llevarlos porque tiene las cargas hechas. Con el primero que se proporcione se enviará.58




ArribaAbajo- LIX -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Bilbao, 18 de octubre de 1782

Querida: Sin embargo de que en las actuales circunstancias de particiones y mil embrollos que éstas nos ocasionan no puedo salir de aquí sino con perjuicio, puedes disponer de mí, pero por poquísimos días. Enviadme, pues, el poder para capitular y casarse con cuantas prevenciones te parezcan y, luego que lo reciba, pasaré a Vergara a cumplir con esto que tan vivamente deseas.

Esto me parece que es cuanto puedes pedirme, pues mi viaje a ésa ¿de qué serviría, prescindiendo del gusto de abrazaros, sino de molerme cuatro días más el culo por picados caminos y con malos tiempos?

Si yo he ido a Juntas de Sociedad no ha sido a divertirme, sino a negocios de la primera importancia.

No obstante, si aún no estás contenta, avísamelo, que pasaré a ésa luego que llegue la información de libertad de la novia; pero te repito que esto sería molerme sin necesidad, y hacer aquí muchísima falta.

A todos un abrazo y queda tuyo.- Félix.

Bilbao, 18 de octubre de 1782.59




ArribaAbajo- LX -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Bilbao, 18 de octubre de 1782

Querida: No son los intereses los que me han obligado a no abandonar esto, sino el temor de un pleito, que me persuado se verifique a pesar de todo. Así lo creo desde que hemos empezado a desenredar esta enmarañada dependencia.

Huyo también de Logroño, porque tengo vergüenza de presentarme a todo lo que sea Badarán. No han sido infundadas las voces que han corrido y la precipitación en dar parte de la boda de Peñaflorida. Ha hecho sospechoso nuestro proceder.

Cuando yo le di parte secretamente a la Felicia me respondió: «Dígame vuestra merced si la boda se hace con voluntad y libre consentimiento del señor don Mariano, para darle la enhorabuena». Sin esperar a mi respuesta ya se hizo público, ya se dio parte como quien tira a ponerlo en términos de que no tenga remedio. En efecto, de esto se siguió el que se sospechase de mí y no me contestase más.

Te he hecho la propuesta de Maripepita porque me consta que fray Fidel dijo: «No sé que se acierte en esta boda porque la Maripepa desea la suya y tal vez no se comprenda bien todo». Añade a esto el decirme tú: «no todo se puede comunicar por escrito», con que yo creí que pudieras tener algún sentimientillo y tiraba a aliviártelo en lo posible.

Te he persuadido que no te apures por frioleras, porque te quiero bien y a todos nosotros los cuidados nos hacen más daño que a ningún otro género de gente. Y llamo friolera a todo lo que vale menos que la salud, cuando temo que ésta se pierda por demasiados cuidados.

Te he aconsejado que no gastes, porque te conozco más que generosa, y que cuando tú te portes con economía aún será con garbo y con mucha decencia.

Yo me casé con la hija de un comerciante, dile así a la señora de Agoncillo, y con todo ello no consiguió mi padre que se me señalase ningún tanto por ciento de los 6.000 ducados que reservó mi suegro para Javiera. Lo que convendrá sí será tomar las seguridades convenientes para que la dote se entregue, si no ahora en tiempo o plazo señalado, pues de lo contrario pudiera alargarse la entrega de generación en generación y esta seguridad no sé cómo se toma, porque no la entiendo ni desde aquí ni desde allí. Y esto lo dictará, por ejemplo, Vidaurreta o quien te parezca.

En lo de alimentos pensé antes que tú; y persuádete que ni a ti ni a Antoncho, ni a Mariano, ni a Javiera, ni a su hijo, ni a ninguno que sea mi heredero le daré un ochavo que no sea a no poder más. Me explicaré. Mi mujer se opone a todo como que dice que le corresponden la mitad de los gananciales y que nada dará sino por obligación; ésta le aconsejan que no la tiene y que en efecto ha consultado tiempo ha con varios y últimamente con el Corregidor. Yo no pierdo tiempo y por mi parte deseo daros cuanto tengo, sin embargo de que habiendo nosotros sido toda la vida inmediatos al Mayorazgo de Tolosa jamás percibimos un ochavo de alimentos.

Aún en caso de darlos era preciso saber de qué y cómo, pues siendo el Mayorazgo de Laguardia electivo pudiera según su cláusula recaer la elección en ti o en Javiera, en Mariano o en Pepe María, según la línea y llamamiento o tal vez en Antoncho no excluyendo sacerdote.

Para esto de la elección pido la fundación del Mayorazgo.

Ríete de todo, aunque me riñas, porque te lo aconseje así. Hagamos por vivir y conocernos viejos, que seguramente no lo lograremos si todo lo tomamos a pecho. Y mira que te lo digo yo, más daño nos hará una cavilación que todos los excesos del mundo.

Te han señalado doce mil reales, me alegro muchísimo; ni se me pasó por la imaginación que se trataba de eso. Dirás que esto no es quererte y yo te digo que te engañas, esto es no entender de interés, de escrituras, de contratos, de testamentos y de lo demás que se trata en estas ocasiones.

Ya sé que tu tía te quiere mucho y lo acreditará siempre a costa ajena; esa buena viejecita guarda el bolsillo para las ratas y gusanos del sepulcro.

No teniendo hijos negó a mi padre la vuelta de las alcabalas de Ausejo, ofreciéndole por ellas el dinero correspondiente ¡Cómo mira por la casa!

Adiós, abraza a tus hijos por tu hermano que te ama.- Félix.

Bilbao, 18 de octubre de 1782.60




ArribaAbajo- LXI -

A María Josefa Sánchez Samaniego


Bilbao, 23 de octubre de 1782

Querida: Llegó el propio antes de ayer y con él recibí el poder y la dispensa. Yo pasaré a Vergara el primer día bueno, en asentando el tiempo que está lluvioso. Tendré presente el día nueve del que viene para que todo quede evacuado antes y te den aviso con la anticipación de diez o doce días.

Me informaré de lo que deba de hacer para errar menos y tanto en lo formal del contrato cuanto en la bagatela o importancia, como tú quisieres llamarle, de gratificar a escribanos, cura, sacristán, criados, etc. Lo haré yo o lo hará el conde según los usos y costumbres del país.

Lo de María Pepa parece que es cierto pero, supuesto que ella tiene juicio como tú dices, no hay nada que hacer.

No me agrada esa especie pero tampoco me mortifica, porque en las circunstancias en que estábamos no se ofrecía trueque proporcionado para ella y su hermano. Y esto fuera bueno en caso de que ella no contase dote, entonces era regular que Mariano hubiese perdido para acomodar a una hermana. Pero contando esta dieciocho mil ducados, ¿a qué ton ni que son?

A más de que yo te propuse esta boda sin miedo, ni el menor, de que harías lo que mejor te acomodase, pues habiendo desaprobado la que te propuse de Santiago, que Dios haya, ¿cómo te habías de detener en despreciar otra cualquiera?

A todos os abraza.- Félix.

Bilbao, 23 de octubre de 1782.61



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