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ArribaAbajoSoneto XVII


ArribaAbajo    Despoja la hermosa y verde frente
de los árboles altos el turbado
otoño, y dando paso al viento elado,
queda lugar a l' aura d' Ocidente.

    Las plantas qu' ofendió con el presente  5
espíritu de Zéfiro templado,
cobran onra y color; y esparce el prado
olor de bellas flores dulcemente.

    Mas ¡ô triste!, que nunca mi esperança,
después que l' abatió desnuda el ielo,  10
torna avivar para su bien perdido.

    ¡Cruda suerte d' amor, dura mudança,
firme a mi mal, qu' el variär del cielo
tiene contra su fuerça suspendido!




ArribaAbajoSoneto XVIII


ArribaAbajo    Flaca esperança en todas mis porfías,
vano deseo en desigual tormento,
y, inútil fruto del dolor que siento,
lágrimas sin descanso, y ansias mías;

    un' ora alegre, en tantos tristes días  5
sufrid, que tenga un triste descontento;
y que pueda sentir tal vez contento
la gloria de fingidas alegrías.

    No es justo, no, que siempre quebrantado
me oprima el mal, y me deshaga el pecho  10
nueva pena d' antiguo desvarío.

    Mas ô que temo tanto el dulce estado,
que (como al bien no esté enseñado y hecho)
abraço ufano el grave dolor mío




ArribaAbajoSoneto XIX


ArribaAbajo    Yo vi unos bellos ojos, que hirieron
con dulce flecha un coraçón cuitado;
y que, para encender nuevo cuidado,
su fuerça toda contra mí pusieron.

    Yo vi que muchas vezes prometieron  5
remedio al mal que sufro no cansado;
y que, cuando esperé vello acabado,
poco mis esperanças me valieron.

    Yo veo, que s' asconden ya mis ojos
y crece mi dolor, y llevo ausente  10
en el rendido pecho el golpe fiero.

    Yo veo ya perderse los despojos,
y la membrança de mi bien presente;
y en ciego engaño d' esperança muero.




ArribaAbajoSoneto XX


ArribaAbajo    Si puede celebrar mi rudo canto
la luz de vuestro ingenio y la nobleza,
tendrá perpetua gloria con grandeza
de fama en el dorado y rico manto.

    Pero si de mi mal no me levanto,  5
y Amor m' ocupa todo en la belleza,
sola y grave ocasión de mi tristeza,
por quien suspiro y me deshago en llanto;

    será, en cuanto sostenga l' alma mía
el duro peso, sin temor d' olvido,  10
siempre vuestro valor de mí estimado.

    Porqu' el sosiego y trato y cortesía
a vos todo me tienen ofrecido,
ô ilustre onor del nombre Maldonado.




ArribaAbajoCanción I


ArribaAbajo    Voz de dolor, y canto de gemido,
y espíritu de miedo, embuelto en ira,
hagan principio acerbo a la memoria
d' aquel día fatal, aborrecido,
que Lusitania mísera suspira,  5
desnuda de valor, falta de gloria;
y la llorosa istoria
asombre con orror funesto y triste
dend' el Áfrico Atlante y seno ardiente,
hasta do el mar d' otro color se viste;  10
y do el límite roxo d' Oriënte,
y todas sus vencidas gentes fieras,
vên tremolar de Cristo las vanderas.

    Ay de los que pasaron, confiados
en sus cavallos y en la muchedumbre  15
de sus carros, en ti Libia desierta;
y, en su vigor y fuerças engañados,
no alçaron su esperança a aquella cumbre
d' eterna luz; mas con sobervia cierta
se ofrecieron la incierta  20
vitoria, y sin bolver a Dios sus ojos,
con ierto cuello y coraçón ufano
sólo atendieron siempre a los despojos;
y el santo d' Israel abrió su mano,
y los dexó; y cayó en despeñadero  25
el carro, y el cavallo y cavallero.

    Vino el día cruel, el día lleno
d' indinación, d' ira y furor, que puso
en soledad y en un profundo llanto
de gente, y de plazer el reino ageno.  30
El cielo no alumbró, quedó confuso
el nuevo Sol, presago de mal tanto;
y con terrible espanto,
el Señor visitó sobre sus males,
para umillar los fuertes arrogantes;  35
y levantó los bárbaros no iguales,
que con osados pechos y constantes,
no busquen oro; mas con crudo hierro
venguen la ofensa y cometido ierro.

    Los impios y robustos, indinados,  40
las ardientes espadas desnudaron
sobre la claridad y hermosura
de tu gloria y valor; y no cansados
en tu muerte, tu onor todo afearon,
mesquina Lusitania sin ventura;  45
y con frente segura
rompieron sin temor, con fiero estrago
tus armadas escuadras y braveza.
L' arena se tornó sangriento lago,
la llanura con muertos aspereza;  50
cayó en unos vigor, cayó denuedo,
mas en otros desmayo y torpe miedo.

    ¿Son éstos por ventura, los famosos,
los fuertes y belígeros varones,
que conturbaron con furor la tierra,  55
que sacudieron reinos poderosos,
que domaron las órridas naciones,
que pusieron desierto en cruda guerra
cuanto enfrena y encierra
el mar Indo, y feroces destruyeron  60
grandes ciudades? ¿Do la valentía?
¿Cómo así s' acabaron y perdieron
tanto eroico valor en solo un día;
y lexos de su patria derribados,
no fueron justamente sepultados?  65

    Tales fueron aquestos, cual hermoso
cedro del alto Líbano, vestido
de ramos, hojas, con ecelsa alteza;
las aguas lo criaron poderoso,
sobre empinados árboles subido,  70
y se multiplicaron en grandeza
sus ramos con belleza;
y, estendiendo su sombra, s' anidaron
las aves que sustenta el grande cielo;
y en sus hojas las fieras engendraron,  75
y hizo a mucha gente umbroso velo,
no igualó en celsitud y hermosura
jamás árbol alguno a su figura.

    Pero elevóse con su verde cima,
y sublimó la presunción su pecho,  80
desvanecido todo y confiado;
haziendo de su alteza sólo estima.
Por eso Dios lo derribó deshecho,
a los impios y agenos entregado,
por la raíz cortado;  85
qu' opreso de los montes arrojados,
sin ramos y sin hojas, y desnudo,
huyeron dél los ombres espantados;
que su sombra tuvieron por escudo;
en su ruina y ramos, cuantas fueron,  90
las aves y las fieras se pusieron.

    Tú, infanda Libia, en cuya seca arena
murió el vencido reino Lusitano,
y s' acabó su generosa gloria;
no estés alegre y d' ufanía llena;  95
porque tu temerosa y flaca mano
uvo sin esperança, tal vitoria,
indina de memoria;
que si el justo dolor mueve a vengança
alguna vez el Español corage,  100
despedaçada con aguda lança,
compensarás muriendo el hecho ultrage;
y Luco amedrentado, al mar inmenso
pagará d' Africana sangre el censo.




ArribaAbajoSoneto XXI


ArribaAbajo    Como en la cumbre ecelsa de Mimante,
do en eterna prisión arde, y procura
alçar la frente airada, y guerra oscura
mover de nuevo al cielo el gran gigante;

    se nota de las nuves, que delante  5
buelan y encima, en órrida figura
la calidad de tempestad futura,
qu' amenaza con áspero semblante;

    así, de mis suspiros y tristeza,
del grave llanto y grande sentimiento  10
se muestra el mal, qu' encierra el duro pecho.

    Por eso no os ofenda mi flaqueza,
bella Estrella d' Amor; que mi tormento
no cabe bien en vaso tan estrecho.




ArribaAbajoSoneto XXII


ArribaAbajo    Zéfiro renovó en mi tierno pecho
floridas ramas de esperança cierta,
a mansa pluvia, a sol templado abierta,
y todo se mostrava en mi provecho.

    Cuando, de ielo un crudo soplo hecho,  5
d' aquella parte de calor desierta,
abate en tierra mi esperança muerta,
y el trabajo en un punto fue deshecho.

    Quedó en el mesmo puesto el ielo frío,
que con el fuego en mi dolor contiende;  10
y vence alguna vez, otra es vencido.

    D' allí siempre temí en el pecho mío
la nieve; qu' aunque el fuego me defiende,
medroso estoy del daño recebido.




ArribaAbajoSoneto XXIII


ArribaAbajo    En la oscura tiniebla del olvido,
y fría sombra, do tu luz no alcança,
Amor, me tiene puesto sin mudança
este fiero desdén aborrecido.

    Porque de su crueza perseguido,  5
hecho mísero exemplo de vengança,
del todo desampare la esperança
de bolver al favor y al bien perdido.

    Tú, que sabes mi fê y oyes mi llanto,
rompe las nieblas con tu ardiente fuego;  10
y tórnam' a la dulce suerte mía.

    Mas ô si oyese yo tal vez el canto
de mi enemiga, que saldría luego
a la pura región de l' alegría.




ArribaAbajoSoneto XXIV


ArribaAbajo    Oye tú solo, eterno y sacro río
el grave y mustio son de mi lamento;
y mesclado en tu grande crecimiento
lleva al padre Nereo el llanto mío.

    Los suspiros ardientes que a ti envío,  5
antes que los derrame leve viento,
acoge en tu sonante movimiento
porque s' asconda en ti mi desvarío.

    No sean más testigos de mi pena
los árboles, las peñas, que solían  10
responder, y quexars' a mi gemido.

    Y en estas ondas, y corriente llena,
a quien vencer mis lágrimas porfían,
viva siempre mi mal y amor crecido.




ArribaAbajoSoneto XXV


ArribaAbajo    Salen mil pensamientos al encuentro,
cuando estoy más ageno; y pueden tanto,
qu' a pena de mis males me levanto,
y ya me hallo en el peligro dentro.

    Sin recelo mi afrenta sigo, y entro  5
osando (ô ciego error) para más llanto,
y aunque m' esfuerço, al fin no puedo, cuanto
devo en tantas mudanças con qu' encuentro.

    No es la tristeza, ni el dolor, quien haze
la guerra, que padesco, de mi daño;  10
qu' el mal no espanta a quien lo tiene en uso.

    El bien que temo y dudo me deshaze;
que yo sé bien, por el ausente engaño,
juzgar deste presente el fin confuso.