Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


ArribaAbajoActo II


Escena I

 

D.ª DOMINGA y D. MARIANO.

 
D. MARIANO

  (Paseándose con gran desembarazo.)  

¡Vaya, no faltaba más!
Madrecita, ¿a mí con fiestas?
Pues ¡fuera bueno que usted
diese ahora en esa tema!
¡Cáscaras! ¿De cuándo acá 5
quiere usted pedirme cuentas?
D.ª DOMINGA
Como hoy no has comido en casa...
D. MARIANO
¿Qué? Pues ¿eso es cosa nueva?
D.ª DOMINGA
Pero di: ¿dónde has comido,
hijo?
D. MARIANO
¿Dónde? En una mesa.
10
D.ª DOMINGA
Pero ¿en qué casa? ¿Con quién?
D. MARIANO
Con amigos que me alegran
un poco más que ese tío
ridículo.
D.ª DOMINGA
Considera...
D. MARIANO
Sí, ya voy considerando 15
que usted, al paso que lleva,
se volverá impertinente
como él. Sobre que ya empieza
a quererme gobernar
lo mismo que si yo fuera 20
algún muñeco. Me dicen
que aún estoy bajo tutela;
pero hoy es el primer día
que me toman residencia.
Lo bueno es que hasta el don Fausto 25
se me viene con sentencias.
¿A mí predicarme?
D.ª DOMINGA
Chico,
está bien que te diviertas;
pero...
D. MARIANO
Y si no, ¿de qué sirve
gozar una buena renta, 30
ser mozo y bien admitido
en cualquiera concurrencia?
D.ª DOMINGA
Sí, pero el tío que tienes...
D. MARIANO
Es un tío; enhorabuena.
D.ª DOMINGA
Al fin, él es el tutor... 35
D. MARIANO
Falta ahora que yo quiera
ser su pupilo.
D.ª DOMINGA
Es padrino...
D. MARIANO
Yo ahijado por consecuencia;
pero al padrino, al tutor
y al tío, si yo pudiera 40
pillarle los patacones
de que ha llenado talegas
en México, le diría
que guardase sus arengas
para un púlpito, que yo 45
me paso muy bien sin ellas.
Por lo que toca a salir
de casa, como usted vuelva
a ponerme cortapisas,
en una semana entera 50
no me ve el pelo.
D.ª DOMINGA
¡Jesús!
¡Qué pesadumbre me dieras!
¡Cómo riñera tu tío!
D. MARIANO
Él es materia dispuesta.
¿Quién se libra de un sermón 55
suyo? Ni un anacoreta.
D.ª DOMINGA
Ven acá. ¿Dónde has dejado
los relojes?
D. MARIANO
Me los trueca
por otros un conocido,
y se los he dado a prueba. 60
D.ª DOMINGA
¿Y si te quedas sin ellos
y sin los otros?
D. MARIANO
Paciencia.
Tal día hará un año. Usted
se aflige por frioleras.
Yo por lo común no tengo 65
un cuarto en la faltriquera,
y vivo alegre. Al revés
del tío: mucha riqueza
y siempre de mal humor.
Recogió buena cosecha 70
en Indias, y habrá robado
de lo lindo...
D.ª DOMINGA
No lo creas.
D. MARIANO
¿No? Pues bravo tonto ha sido.
D.ª DOMINGA
Tú no sabes lo que cuesta
ganar el dinero.
D. MARIANO
¡Toma
75
si lo sé! Me paso en vela
por él más de cuatro noches.
D.ª DOMINGA
¿Y ganas?
D. MARIANO
Una miseria.
Verbigracia: hoy necesito
algunas medallas sueltas 80
para salir de un apuro.
No, no vaya usted por ellas.
Mejor será que me dé
la llave de la gaveta,
y la excusaré el trabajo. 85
D.ª DOMINGA
¡Válgate Dios! ¡Siempre deudas!
D. MARIANO
No es deuda, pero hoy quería
desempeñar cierta prenda
que usted habrá echado menos.
D.ª DOMINGA
¿Si será?
D. MARIANO
Ya usted se acuerda
90
de una sortija...
D.ª DOMINGA
¿Qué dices?
¿La de diamantes? ¿Aquella
que tenía destinada
para Flora?
D. MARIANO
Cabal; ésa.
D.ª DOMINGA
¡Una alhaja de aquel precio! 95
¡Y habiéndote dicho que era
regalo para tu novia!
¿Es posible que te atrevas...?
D. MARIANO
Madre mía, no riñamos.
¿Hice poco en no venderla? 100
La empeñé porque me hallaba
alcanzado de pesetas,
y habiendo tenido a escote
un baile entre unos cuarenta,
me tocó pagar no más 105
que luces, música y cena.
¡Bien lo lucí aquella noche!
D.ª DOMINGA
¿No era mejor me pidieras
dinero?
D. MARIANO
Siempre le pido;
pero al ver que luego empiezan 110
a poner dificultades,
cada pobrete se ingenia.
Toma lo primero que halla,
y lo convierte en moneda.
D.ª DOMINGA
Me has traído vuelto el juicio 115
estos días con gran pena
en busca de la sortija.
D. MARIANO
Pues ya ha parecido. Vengan
noventa y cuatro doblones
(y si usted quiere que sean 120
los ciento, no habrá ese pico)...
verá como se remedia
el mal.
D.ª DOMINGA
Recóbrala al punto.
D. MARIANO
Pero ¿a que usted no me acierta
quién la empeñó?
D.ª DOMINGA
¿Quién?
D. MARIANO
Pantoja.
125
D.ª DOMINGA
¡Pantoja! ¡Qué desvergüenza!
¡Ese criado que finge
ser tan fiel! ¡Ese que lleva
chismes contra ti a mi hermano,
te ayuda en picardigüelas! 130
D. MARIANO
El mismo se me ofreció
a traer con diligencia
la cantidad. ¡Gran tunante!
Me pidió no descubriera
el secreto, y yo he querido 135
usar con él la fineza
de guardársele tres días.
D.ª DOMINGA
Cuando tu tío lo sepa,
le despedirá al momento.
D. MARIANO
¡Excelente providencia! 140
Años ha que eso debía
estar hecho.
D.ª DOMINGA
Si no fuera
por el temor que he tenido
de que mí hermano a su vuelta,
como te protege tanto, 145
formase una grave queja
de hallarse sin su Pantoja...
D. MARIANO
¿No quiere usted que le tenga
tirria desde aquella vez
que le cogí por sorpresa 150
una carta en que escribía
al tío contra mí ciertas
especies? También de usted
decía cosas horrendas;
pero todas con la capa 155
de su honradez, su conciencia,
su amor a la casa.
D.ª DOMINGA
Él es
el fisgón, el que exaspera
a tu tío.
D. MARIANO
¡Picarón!
D.ª DOMINGA
Quizá también aconseja 160
a don Alfonso. Ya has visto
como se nos manifiesta
determinado a negarte
la mano de Flora.
D. MARIANO
¡Es buena!
Después que dio su palabra, 165
¡miren por dónde resuella!
Pues ¿qué? ¿Novios como yo
se hallan así como quiera?
D.ª DOMINGA
Bien lo oíste. Se ha explicado
tan claro, con tal firmeza... 170
D. MARIANO
¡Patarata! Pues ¿no sabe
que la Florita está ciega
por su Mariano? Estos viejos
son fatales. Ellos piensan
que los mozos no se quieren 175
mientras sus mercedes no echan
su bendición paternal...
Dejémonos de simplezas
y afloje usted los caretos,
que es lo que me corre priesa; 180
lo demás...
D.ª DOMINGA
Ya voy, pero antes
advierte...
D. MARIANO
Las advertencias
para después.


Escena II

 

D. MARIANO y luego FELIPA.

 
D. MARIANO
Va imitando
al tío. ¡Cómo se pegan
las malas mañas! Y el otro 185
santo varón, ¡qué rareza!
¡Negarme la hija! Ya
le he puesto de vuelta y media.
En fin, tendremos ahora
dinerito fresco; y venga 190
lo que viniere. Y anoche
¡qué maldita sota aquélla!
¡No es bueno que la perdí
cinco veces de cuarteta!
Hoy llevaré yo la banca. 195
Veremos si yendo a medias
con doña Mónica... Ayer
perdí veinte onzas... de treinta
que he de ganar esta noche
quedan diez... sale la cuenta. 200
FELIPA

 (Saliendo apresurada.)  

Señorito.
D. MARIANO
¿Qué se ofrece,
buena maula?
FELIPA
Vengo muerta
de pesadumbre.
D. MARIANO
Pues ¿qué hay?
FELIPA
¿Qué ha de haber? Una tragedia
si usted no mira por sí. 205
D. MARIANO
¡Siempre has de ser zalamera!
FELIPA
El tío está con usted
hecho una ponzoña.
D. MARIANO
Deja
que desfogue.
FELIPA
Doña Flora,
muy picada y descontenta, 210
porque ha de saber usted...

 (Viendo venir a D.ª FLORA, que sale por la puerta de la izquierda.)  

Ya viene a darle sus quejas.
D. MARIANO
¡Toma! Con cuatro palabras
la pondré como una seda.


Escena III

 

D. MARIANO, D.ª FLORA y FELIPA.

 
D. MARIANO
A tus pies, Florita mía. 215
Cada día más risueña,
más graciosa. El ser yo digno
de que tú me favorezcas
basta para que me miren
con una envidia tremenda. 220
D.ª FLORA
Pero, señor don Mariano,
aunque mi correspondencia
a los obsequios de usted
ha sido fina, con ella
creo que jamás he dado 225
motivo a tanta llaneza.
D. MARIANO
O somos novios, o no.
Tú por tú, sin etiquetas.
D.ª FLORA
Mas por muy anticipadas
suelen tal vez las finezas 230
perder su valor.
D. MARIANO
Primero
que halles otro que te quiera
como yo...
FELIPA
Sí, todo el día
se ha pasado usted sin verla.
D. MARIANO
Es verdad. Salí temprano; 235
y luego un hombre se encuentra
con dos o tres camaradas,
que se le llevan por fuerza,
le entretienen, y en un soplo
se va la mañana. Apenas 240
pude ahora libertarme
de ellos. Cuando no me dejan
lugar de ver a mi Flora...
D.ª FLORA
Su Flora de usted pudiera
temer que esas distracciones 245
naciesen de indiferencia,
que no debiera esperar.
D. MARIANO
¿Yo indiferente? ¡Y qué seria
lo dice la picarilla!
¡Ah, chusca! ¡Quién te creyera! 250
D.ª FLORA
Oiga usted una pregunta.
¿Quiere a una dama de veras
quien desprecia su retrato?
Responda usted.
FELIPA
Aquí es ella.
D. MARIANO
De manera que... la acción 255
parece al pronto algo fea.
D.ª FLORA
¿Tiene usted guardado el mío?
D. MARIANO
¡Y cómo! Con una eterna
fidelidad.
 

(FELIPA hace señas a D. MARIANO por detrás de D.ª FLORA.)

 
D.ª FLORA
¿Sí?
D. MARIANO
Felipa.
¿a qué viene hacerme señas? 260
FELIPA
¿Yo, señor?
D.ª FLORA
El mismo reo
se pronuncia la sentencia.
A ver el retrato.
D. MARIANO
¡Vaya!
¿Ahora te da esa idea?
D.ª FLORA
Diga usted que le ha perdido. 265
D. MARIANO
No diré tal.
D.ª FLORA
A la prueba.
D. MARIANO
¿No basta decirlo?
D.ª FLORA
No.
D. MARIANO

 (Sacando y entregando a D.ª FLORA un retrato.)  

Pues toma, ya que te empeñas
en eso. ¡Qué extravagantes
caprichos tienen las hembras! 270
D.ª FLORA

 (Abriendo la caja del retrato y quedándose admirada.)  

¿Conque es éste mi retrato?
D. MARIANO
¿Quién lo duda?
FELIPA
O yo estoy ciega,
o es la mismísima cara
de doña Mónica.
D.ª FLORA
Vea,
vea el señor don Mariano 275
la más infalible muestra
de su tierna inclinación.
Pídame que le agradezca
estos favores, pondere
su fidelidad eterna. 280
D. MARIANO

 (Mirando el retrato.)  

¡Y es doña Mónica! ¡Miren
cómo la trampa lo enreda!
Pasmado estoy.
D.ª FLORA
No lo dudo.
D. MARIANO
Pero de aquí no me mueva
si, guardando ese retrato, 285
he tenido ni aún sospechas
de que fuese otro que el tuyo.
Por tu vida que lo creas.
D.ª FLORA
Por mi vida que no creo
que galán ninguno tenga 290
el retrato de una dama
sin que lo quiera y lo sepa.
D. MARIANO
Diré como.
FELIPA
Es menester
oírle.
D. MARIANO
La historia es ésta.
Doña Mónica de Castro 295
(la conocerás por fuerza,
en el paseo la has visto)...
D.ª FLORA
No la he tratado de cerca
como usted, mas la conozco...
lo bastante.
D. MARIANO
Digo que ella
300
vio tu retrato en mis manos,
y la hechura tan perfecta
del cerco de oro y la caja
la agradó de tal manera
que me pidió, con el fin 305
de hacer otra como aquélla,
que la dejase la mía,
prometiéndome volverla
muy en breve. Esta mañana
me la devolvió en presencia 310
de su cuñado, diciendo:
«Cuidado no se desprenda
usted jamás de esa alhaja
porque vale más que piensa».
Yo la tomé sin malicia, 315
la guardé en la faltriquera,
la saco ahora; y ya veo
que las cajas compañeras
hicieron que, equivocada
doña Mónica, me diera 320
su retrato por el tuyo.
¿Y bien? Luego se destruecan,
y salimos del enredo.
D.ª FLORA
Sí, señor. Muy fácil fuera
si, ya que esa dama usó 325
de amorosa estratagema
para entregar su retrato
a quien sabe que le aprecia,
no hubiera puesto después
el mío en manos ajenas, 330
y lo que es más, recibiendo
pecuniaria recompensa.
Tome el señor don Mariano
el de su amada belleza.
Guárdele como don suyo. 335

 (Entrégasele.)  

«Cuidado no se desprenda
usted jamás de esa alhaja
porque vale más que piensa».
D. MARIANO
Chica, tengamos ahora
paz; que para estar en guerra, 340
después de habernos casado,
sobrado tiempo nos queda.
D.ª FLORA

  (Sacando su retrato.)  

Mi retrato verdadero,
el que se ha puesto de venta,
gracias a esa noble dama, 345
es éste. Aunque usted no sepa
cómo ha llegado a mis manos,
bástele saber que en ellas
está mejor que en las suyas,
y que primero que vuelva 350
a su poder, es preciso
que le gane y le merezca
con su obsequio, su constancia,
más juicio, conducta nueva;
porque sólo así tendrá 355
disculpa mi ligereza
en haber amado a un hombre
que deslumbra con las prendas
de juventud, noble sangre,
gentil persona y viveza, 360
y desengaña muy pronto
con su poca subsistencia,
desmintiendo las acciones
lo que afirman las protestas.

 (Vase.)  



Escena IV

 

D. MARIANO, FELIPA y luego D.ª DOMINGA.

 
D. MARIANO
Se ha formalizado un poco. 365
La pobrecilla me cela
de puro amor.
FELIPA
Yo quería
evitar esta pendencia,
y no pudo ser. Usted
vea cómo se maneja. 370
Don Fausto es quien la ha traído
el retrato; y a la cuenta
le costó buenos doblones.
La doña Mónica es pieza,
y luego que olió cumquibus... 375
Ya usted me entiende... una peña
se ablandaría. El don Fausto
y la Flora se requiebran;
conque así... Que viene mi ama.
D.ª DOMINGA
Muchacho, aquí tienes...
D. MARIANO
Venga.
380

 (Dale D.ª DOMINGA un bolsillo.)  

D.ª DOMINGA
Flora te dio su retrato.
Preciso es corresponderla
con la sortija y demás
regalos de boda, apenas
se reduzca don Alfonso 385
a la razón.
D. MARIANO
Eso queda
de mi cargo. Adiós, mamá.
 

(Al irse D. MARIANO precipitadamente por la puerta de la izquierda, da un encontrón con D. CRISTÓBAL, que le detiene.)

 


Escena V

 

D. MARIANO, D.ª DOMINGA, D. CRISTÓBAL y FELIPA.

 
D. CRISTÓBAL
Poco a poco, seó tronera.
¿Adónde con tanta furia?
Hermana, mis diligencias 390
no han sido en balde. Hice ahora
mi visita muy atenta
al duende y al alquimista
y a toda su concurrencia.
Vengo muy prendado de ellos. 395
Su casa es famosa escuela
de la mocedad. He visto
primeramente una mesa
de treinta y una rabiosa;
y me dijeron que no era 400
más que hacer tiempo, entretanto
que disponían la honesta
diversión de una banquita
religiosa de noventa
o cien medallas. ¿Qué menos? 405
En otra mesa pequeña
vi unos cuantos mequetrefes
destripando unas botellas.
Nadie se quitó el sombrero,
hice a todos reverencia, 410
convidáronme con cartas;
les estimé la fineza,
y al son de sus muchos gritos,
sus porvidas y blasfemias,
acompañadas de algunos 415
vocablos que por decencia
no trae en su Diccionario
la Academia de la Lengua,
hablé a mi doña Fulana,
que autorizaba la fiesta... 420
FELIPA
A doña Mónica.
D. CRISTÓBAL
Bien,
que se llame como quiera...
y en los términos más claros
que permitió mi rudeza,
la intimé que luego al punto, 425
sin más dengues ni zalemas,
desocupase la casa
con todas sus pertenencias.
Púsose un poco formal;
respondióme cuatro frescas. 430
Yo, por excusar cuestiones
ruidosas, tomé la puerta;
pero sé lo que he de hacer.
La principal providencia
es que usted, señor sobrino, 435
en toda su vida vuelva
a atravesar los umbrales
de tal casa ni siquiera
dé jamás los buenos días
a tal ninfa; que aborrezca 440
esa gavilla de ociosos
que le engañan, le saquean,
le distraen, le infatúan
y pervierten. Luego resta
dar otros pasos... En fin, 445
ello dirá. Ya me espera
en mi cuarto don Alfonso,
y hablaremos. Usted venga
conmigo, caballerito;
que de nuestra conferencia 450
podrá sacar mucho fruto.
Sabrá lo bien que se piensa
de usted por ese Madrid,
cómo las noticias llegan
a oídos de un forastero, 455
y con qué razones prueba
que ya no debe admitir
por su yerno a un calavera.
D. MARIANO
Tío, ¿conque usted pretende...?
D. CRISTÓBAL

 (En tono imperioso.)  

Allá hablarás. Vamos. ¡Ea! 460
Si has aprendido a mandar,
te enseñaré a que obedezcas.
 

(D. MARIANO, después de haber querido hacer alguna resistencia, se va por la puerta de en medio. D.ª DOMINGA detiene a D. CRISTÓBAL, que va a seguirle.)

 
D ª DOMINGA
¿Qué quieres de mí y del chico?
¿Apurarle la paciencia?
¿Quitar la vida a su madre? 465
D. CRISTÓBAL
¿Sabes lo que quiero de ella?
Que no acabe de perderle;
y de él, que cuando se pierda,
no eche la culpa a su tío,
sino sólo a quien la tenga. 470
D.ª DOMINGA
Ya que eres recto con él
y conmigo, mira si echas
de casa a tu fiel Pantoja.
Sé que con maña secreta
contribuye a que Mariano 475
contraiga empeños y deudas,
de modo que una sortija...
D. CRISTÓBAL
Bien. Se le dará esa pena
o un premio, según se aclare
su delito o su inocencia. 480

 (Sacando de la faltriquera unos papeles.)  

Entretanto pase usted
la vista por esas cuentas
de gastos extraordinarios
del señorito. A mi puerta
han llovido acreedores 485
de todas clases. Apenas
han sabido que hay un tío,
un gobernador que llega
de América, ¡pobre de él!
Le acometen, le atropellan. 490
Aquí verá usted prodigios
de esplendidez: francachelas
en casas de campo, en fondas;
crédito abierto en las tiendas
de mercaderes, modistas; 495
muchos tiros de colleras
para fiestas de novillos;
mucho asiento en la luneta
por todo el año; un birlocho
para lucir la destreza 500
cocheril en los paseos;
y otras partidas como éstas,
que en breve tiempo darían
con el mayorazgo en tierra.
Entre otras cuentas hay una 505
que da la más alta idea
de los pasos en que él anda.
Está debiendo, y se niega
a pagar a un cirujano
los remedios y asistencia 510
en una cura...
D.ª DOMINGA
¿Qué dices?
D. CRISTÓBAL
El buen hombre se me queja
de que le guardó el secreto,
y no se le recompensa.
D.ª DOMINGA
Pero ¿cómo...?
D. CRISTÓBAL
Se reduce
515
a que estas carnestolendas
le dieron una paliza
por vía de reprimenda.
D.ª DOMINGA

  (Suspirando.)  

Del mal el menos.
D. CRISTÓBAL
Trataba
con no sé qué damisela, 520
y a deshora de la noche
no faltó quien sacudiera
el polvo a los dos. Sacó
ella rota la cabeza,
y él un brazo lastimado. 525
Por fin, ya que galantea,
sale airoso. ¿Y de qué sirve
la espalda, teniendo piernas?

 (Entrega varios papeles a D.ª DOMINGA.)  

Adiós. Diviértase usted.


Escena VI

 

D.ª DOMINGA y FELIPA.

 
FELIPA
¡Calle, calle! ¿Quién dijera 530
que doña Mónica fuese
capaz de lo que nos cuenta
mi amo don Cristóbal? ¡Vaya!
¿Una dama tan discreta,
tan noble, que arrastra coche, 535
con su casa tan bien puesta,
trata perillanes que arman
juego, cuchipanda y gresca?
D.ª DOMINGA
¿Qué sé yo? Mi buen cuñado,
como todo lo pondera, 540
piensa siempre lo peor,
se aflige por bagatelas...
FELIPA
¡Señora! ¿Quién viene aquí?
Es doña Mónica. Y se entra
de rondón como de casa. 545


Escena VII

 

D.ª DOMINGA, FELIPA y D.ª MÓNICA.

 
D.ª MÓNICA
Perdone usted la licencia
que me tomo. Las mujeres
de mi crianza y mi esfera
dejan de ser lo que son
si sufren ciertas ofensas... 550
Aunque se llama cuñado
de usted, dudo que lo sea
un hombre que entra en mi casa
con tropelía grosera
a perturbar la quietud, 555
precipitar la modestia,
e insultar los privilegios
de una señora que piensa
con decoro, de una viuda
que, aunque la falten las rentas 560
con que vive, no sabrá
sujetarse a una vileza.
Si acaso ese don Cristóbal
es el tío que gobierna
a don Mariano...
D.ª DOMINGA
Y tutor.
565
Le toca cuidar la hacienda.
D.ª MÓNICA
Basta. No porque él lo manda,
sino porque usted lo aprueba,
cuanto antes procuraré
desocupar la vivienda, 570
apenas halle otra igual
en que habitar con decencia.
Cuartos como el que yo busco
son pocos los que se encuentran.
FELIPA
Si no le hubiere con duende, 575
buscarle con alma en pena.
D.ª DOMINGA
Siento que hayan dado a usted
tal desazón, y quisiera...
D.ª MÓNICA
Mi mayor disgusto ha sido
saber que alguno sospecha 580
que yo, sin pagar la casa,
podría servirme de ella,
cuando el no haber satisfecho
a tiempo esa friolera
del alquiler ha nacido 585
de haber tenido suspensa
por un extraño accidente
la cobranza de unas letras.
Bien lo sabe don Mariano;
pero hay mucha diferencia 590
del generoso carácter
y moderación tan cuerda
de aquel joven al mezquino
proceder y a la aspereza
de su tío.
FELIPA
Pues, señora,
595
es tan furiosa la tema
que ha cogido ya ese tío
con usted que, como él pueda,
harto será que en su vida
vuelva el señorito a verla. 600
D.ª DOMINGA
A la verdad que mi chico
está en el día muy cerca
de tomar estado, y debe
portarse con gran cautela.
El tío, la novia, el suegro 605
le notan ya que frecuenta
ciertas casas...
D.ª MÓNICA
¡Qué! ¿La mía
no es excepción de esa regla?
Si don Mariano me trata
con leal correspondencia, 610
no es por mero pasatiempo,
sino por unas estrechas
obligaciones. Señora,
disponga usted que la vea
a solas. La informaré 615
de noticias bien secretas.
D.ª DOMINGA
No importa que oiga Felipa.
Tengo confianza de ella.
Hable usted.
D.ª MÓNICA

 (Sacando y mostrando a D.ª DOMINGA un papel.)  

¿Quién ha firmado
este papel?
D.ª DOMINGA
Ésa es letra
620
de mi hijo.
D.ª MÓNICA
Ya usted lo ve,
Tiene tres meses de fecha.
D.ª DOMINGA
Cierto. Pero ¿qué contiene?
D.ª MÓNICA
Está bien claro. Usted lea.
D.ª DOMINGA
¡Hola! ¿Qué es esto? Pues ¿cómo...? 625
D.ª MÓNICA
Nada más que una promesa
muy formal de casamiento.
D.ª DOMINGA
¿Con usted?
D.ª MÓNICA
Conmigo; y sepan
la madre, el tío, la novia
y toda su parentela 630
que no engaña don Mariano
a una mujer de mis prendas.
D.ª DOMINGA
Pero, señora...
D.ª MÓNICA
A esta firma
se dará toda su fuerza
en tribunal competente 635
si hay la menor resistencia.
D.ª DOMINGA

  (Turbada.)  

Yo... trataré con mi hermano
sobre el punto.
D.ª MÓNICA
Enhorabuena.
Consúltele usted; y no haya
dilación en la respuesta. 640
Temiendo exponerme a un lance,
huyo de hablar en presencia
de ese tío. Corra usted
a confundirle. Que vea
cómo estima su sobrino 645
las damas que él menosprecia.
D.ª DOMINGA
Voy. No sé lo que me pasa.

 (Vase por la puerta de en medio.)  



Escena VIII

 

D.ª MÓNICA, FELIPA y luego D. MARIANO.

 
FELIPA
Me he quedado de una pieza.
D.ª MÓNICA
¿Y dónde está don Mariano?
¿No respondes? Cuando venga, 650
le dirás...
FELIPA
Yo le diré
que huya de usted dos mil leguas.
D.ª MÓNICA
¡Oiga! Pues ¡tan bien criada
como el tío es la doncella!

 (Vase FELIPA por la puerta de la izquierda.)  

¡Y volvió la espalda! Yo 655
te aseguro, picaruela...
D. MARIANO

  (Que sale por la puerta de en medio.)  

¡Mónica! ¡Tú por acá!
D.ª MÓNICA
Sí.
D. MARIANO
¿Qué novedad es ésta?
En un tiempo visitabas
a mi madre con frecuencia, 660
pero de un mes a esta parte...
D.ª MÓNICA
Hoy tenemos cosas serias
de que tratar. Marianito,
cuidado que no me seas
travieso. Mira lo que haces. 665
D. MARIANO
¿Qué? ¿Venimos de quimera?
D.ª MÓNICA
La habrá si no andas derecho.
Y más, que estoy ya resuelta
a estrecharte formalmente
para que no me entretengas 670
como hasta aquí. Me han contado...
D. MARIANO
Habla bajo, que está cerca
el tío. Allá me tenía
en su despacho; y si no entra
mi madre, no me liberto 675
de él en dos horas. ¡Qué pelma!
Pero antes que se me olvide...
Tienes unas ligerezas...
Por el retrato de Flora,
me has dado el tuyo.
D.ª MÓNICA
¿Y qué? ¿Piensas
680
que los troqué sin misterio?
¿No has entendido la treta,
inocentón? Me causaba
pesadumbre que tuvieras
otro retrato que el mío. 685
Fingí que era inadvertencia
darte uno por el otro;
y si el cambio te contenta,
mi cariñoso artificio
merece que le agradezcas. 690
D. MARIANO
Sí agradezco, pero no hay
inconveniente en que tenga
ambos retratos. ¿Me vuelves
el de Flora?
D.ª MÓNICA
¿Que le vuelva?
¿Para eso le guardo yo? 695
D. MARIANO

  (Con enojo.)  

Ya no puedes, aunque quieras,
porque te has deshecho de él.
D.ª MÓNICA
¿Yo?
D. MARIANO
Tengo noticias ciertas
de que le compró don Fausto,
y me ha jugado una pieza 700
con entregársele a Flora.
D.ª MÓNICA
Te diré lo que hay. ¡Que creas
tal embuste! Has de saber
que ese buen hombre festeja
a Flora, y ha conseguido 705
que el mismo pintor le hiciera
un retrato igual. Después
se ha introducido con ella
por este medio. Además
del gran mérito que alega, 710
logra el fin de malquistarte.
¡Ah!, tienes poca experiencia
de mundo.
D. MARIANO
Es una maldad.
D.ª MÓNICA
Se hacen otras mil como ésa.
D. MARIANO
Pero quedaremos bien 715
cuando Flora se convenza
de que don Fausto la engaña;
y así espero me devuelvas...
D.ª MÓNICA
¿El retrato? No te canses.
Porque tú no le poseas, 720
primero le haré pedazos.
D. MARIANO
Calla, que suena una puerta.
¿Si será mi amado tío?
Sal por allí.

 (Señalando la puerta de la izquierda.)  

Da la vuelta
hasta mi cuarto. Ya sabes. 725
Voy luego allá, y si me esperas,
te diré...
D.ª MÓNICA
Yo también debo
ajustar contigo cuentas.
Me tienes muy enojada.
¡Ah, traidor! Tú bien quisieras 730
eximirte de cumplir
la más solemne promesa...
pero yo no me descuido.
Verás si mis diligencias
pueden más que tu inconstancia. 735
Ya hablaremos. Adiós.

 (Vase D.ª MÓNICA por la puerta de la izquierda.)  



Escena IX

 

D. MARIANO y después D. CRISTÓBAL y D.ª DOMINGA.

 
D. MARIANO
Ella,
celos y rabias; don Fausto,
mañitas y estratagemas;
el suegro, ridiculeces;
el tío, siempre pendencias; 740
la novia, dengues. ¡Si digo
que he de perder la chaveta!
 

(D. CRISTÓBAL, sale hablando con D.ª DOMINGA, de modo que oyéndolo todo D. MARIANO, manifiesta con sus ademanes algún sobresalto.)

 
D. CRISTÓBAL
Atónito me han dejado
las cosas que usted me cuenta.
¿Conque el tal don Marianito 745
ha dado a esa forastera
palabra, mano y papel?
D.ª DOMINGA
Cierto.
D. CRISTÓBAL
La hemos hecho buena.
D.ª DOMINGA
Yo lo he leído, yo misma.
D. CRISTÓBAL
Pues usted que ha dado suelta 750
al seó mayorazgo, usted
que le defiende y contempla,
usted que ahora se angustia
y antes estaba muy hueca
de tener un hijo insigne, 755
de haberle dado una escuela
famosa y digna consorte,
vea cómo lo remedia.
D.ª DOMINGA

 (A D. MARIANO.)  

Ven, y responde a tu tío.
D. CRISTÓBAL
Responde a tu madre, que ella 760
es la que ha de examinarte.
D.ª DOMINGA
Di: ¿por qué sin mi licencia
firmaste una obligación
tan extraña como aquélla?
Explícate.
D. MARIANO
La firmé
765
mucho antes que conociera
a Flora.
D.ª DOMINGA
Pero ¿qué fin
te movió? ¿Las conveniencias
de esa viuda?
D. MARIANO
No son grandes.
D.ª DOMINGA
¿Tenerla cariño?
D. MARIANO
A medias.
770
D.ª DOMINGA
¿Su despejo y arte?
D. MARIANO
Un poco.
Ella embobará a cualquiera
con su chiste y atractivo.
Pero si ustedes supieran
en qué ocasión firmé yo 775
el papel... No, mis potencias
no estaban de lo más claro.
Fue después de una merienda
espléndida. Los amigos
que alborotaban la mesa, 780
me levantaron de cascos.
Allí entre chanzas y veras
empezaron a pintarme
la mucha gracia y viveza
de doña Mónica, el trato 785
noble y franco, la violencia
del amor que me tenía
y la esperanza halagüeña
de que uniéndonos los dos,
siendo mi casa la de ella, 790
no habría en todo Madrid
más alegre concurrencia,
diversiones más lucidas,
más durables que las nuestras.
Luego, en tanto que la dama 795
me echaba mil indirectas,
su cuñado iba escribiendo
el papel; y hago una apuesta
a que si usted, tío mío,
con todo que tiene a cuestas 800
sus cuatro docenas de años
y es tan seriote, se viera
como yo, metido en broma
y aturdida la cabeza
con los brindis, echaría 805
-no digo una firma- treinta,
a menos que en vez de sangre
tenga sorbete de fresa.
D. CRISTÓBAL
En substancia eso se llama
una seducción completa. 810
Pero ahora bien, sobrino,
¿te arrepientes o te alegras
de haber dado ese papel?
D.ª DOMINGA
Di: ¿no es verdad que te pesa
de tal disparate?
D. MARIANO
Es cierto
815
que aunque ya he soltado prenda,
como pueda trampearlo...
Yo amo a Flora de manera
que para no disgustarla...
¿Qué sé yo...? Como no pierda 820
a Flora, piérdase todo.
D.ª DOMINGA
Muy bien.
D. CRISTÓBAL
Con tal que te abstengas
de tratar a esa engañosa
mujer, a mi cargo queda
libertarte, si es posible, 825
del riesgo en que tu imprudencia
te ha puesto.

 (A D.ª DOMINGA, en tono más alto.)  

La educación,
señora -vuelvo a mi tema-,
la educación.
D.ª DOMINGA
Pero, hermano,
¿con predicar qué remedias? 830
D. CRISTÓBAL
No, no remedio gran cosa.
D. MARIANO
Ya empieza la pelotera.
Tengo que hacer en mi cuarto,
ínterin usted se aquieta.
D.ª DOMINGA
Aguarda.
D. MARIANO
Vuelvo al instante.
835
(¡Habrá tal impertinencia!)

 (Aparte.)  

Yo me voy a mis negocios.
Cabal. Ustedes atiendan
a los suyos.
D.ª DOMINGA
Pero escucha.
D. MARIANO
Ya escampa.
D.ª DOMINGA
¡Mariano!
D. MARIANO
¡Aprieta!
840

 (Vase por la puerta de en medio.)  



Escena X

 

D. CRISTÓBAL y D.ª DOMINGA.

 
D. CRISTÓBAL
No es muy bien mandado el chico,
pero da buenas respuestas.
D.ª DOMINGA
Bien sabe Dios que procuro
contenerle.
D. CRISTÓBAL
Usted se acuerda
demasiado tarde. Amiga, 845
aquello que hasta las viejas
suelen decir: Cuando el árbol
es tierno, se le endereza.
Al enhornar se hacen tuertos
los panes. Vasija nueva 850
conserva siempre el olor
de lo que se ha echado en ella.
D.ª DOMINGA
¡Refranes de Sancho Panza!
Pero si la coronela
espera mi aprobación, 855
se engaña.
D. CRISTÓBAL
En tal dependencia
habrá su más y su menos.
Nos dará que hacer si alega
la obligación anterior
que ha contraído con ella 860
Mariano; y si justifica,
por desgracia, que es tan buena
como él, quedamos lucidos.
Aunque el tutor no consienta,
ni la madre, habrá trabajos. 865
D.ª DOMINGA
Lo que temo es que lo sepan
tal vez Flora y don Alfonso.
D. CRISTÓBAL
Pues justamente aquí llegan.
¿Y con qué cara podremos
hablarles de la materia? 870


Escena XI

 

D. CRISTÓBAL, D.ª DOMINGA, D. ALFONSO y D.ª FLORA.

 
D.ª FLORA

  (Hablando con D. ALFONSO.)  

¡Ay, padre mío! El agravio
es de tal naturaleza...
Mas ¿por quién lo supo usted?
D. ALFONSO
Por Felipa, la doncella,
que vino sobresaltada 875
a decirme que acudiera
a remediar este lance
con mis prontas diligencias.
¡Don Cristóbal! ¿Esto había?
¿Y ese caballero espera 880
ser mi yerno? ¡Qué! ¡Una novia
pública y otra secreta!
 

(D. CRISTÓBAL calla y se encoge de hombros.)

 
D.ª FLORA
Ya no será regular
que esta señora pretenda
corresponda yo al infiel 885
que así paga mis finezas.
D.ª DOMINGA
Pero, hija mía, estarás
mal informada.
D.ª FLORA
La prueba
es que acabo de saber
que doña Mónica queda 890
con don Mariano en su cuarto.
D. CRISTÓBAL
¿Ahora tenemos ésa?
Voy a buscarla a decirla...
Aquí volveré con ella;
y aquí delante de todos 895
ha de llevar la fraterna.

 (Vase.)  



Escena XII

 

D.ª DOMINGA, D. ALFONSO y D.ª FLORA.

 
D. ALFONSO
Ya puede usted ver, señora,
si los efectos demuestran
que el retractar mi palabra
no ha sido una ligereza. 900
Flora amaba a don Mariano.
Fundé en esto mi promesa;
pero si se desengaña
con tan fatal experiencia,
ya mi empeño no me obliga. 905
D.ª DOMINGA
En todo se pondrá enmienda.
Como criatura y dócil,
incurrió en una flaqueza
perdonable.
D.ª FLORA
¿Habrá perdón
para semejante ofensa? 910


Escena XIII

 

D.ª DOMINGA, D. ALFONSO, D.ª FLORA, D. CRISTÓBAL y D.ª MÓNICA.

 
D. CRISTÓBAL

 (A D.ª MÓNICA.)  

Venga usted, señora mía,
y veremos...
D. ALFONSO

 (Prontamente y con admiración.)  

¡Antoñuela!
¿Quién te trajo por acá?
¿Tú en Madrid? Pregunto: ¿es ésta
doña Mónica?
D. CRISTÓBAL
Seguro.
915
D.ª MÓNICA

 (Con dignidad.)  

O este caballero sueña,
o me equivoca con otra.
¿Habla usted conmigo?
D. ALFONSO
Es ella.
No tiene duda.
D.ª MÓNICA
¡Señor!
D. ALFONSO
¿Cómo no he de conocerla 920
si es su voz, su cara, su aire...?

 (Examinándola más atentamente.)  

Sólo que está más compuesta
que cuando la vi en Granada.
D.ª MÓNICA
¿Qué dice este hombre?
D.ª DOMINGA
Usted vea
que la señora es de Almagro. 925
D. ALFONSO
¿Cuándo se ha vuelto manchega?
Nació en la calle de Elvira
en donde fue posadera
su madre.
D.ª MÓNICA
Si respondiese
a semejante insolencia, 930
se humillara mi altivez.
D. ALFONSO
Desde niña fue traviesa.
Escapose de su casa;
anduvo de Ceca en Meca,
y después...
D.ª DOMINGA
Si es una viuda...
935
D. ALFONSO
Bien puede ser que lo sea.
Se casaría tal vez
con cierto mala cabeza
que entre otras habilidades
tenía maña estupenda 940
para hacer oro, y le hacía
estafando a gentes necias.
D. CRISTÓBAL
Ése es cuñado. El marido
fue un coronel.
D.ª MÓNICA
Si él viviera,
si aquí estuviera mi padre, 945
don Luis de Castro, la lengua
cortarían al indigno
que inicuamente la emplea
contra una mujer de honor.
D. ALFONSO
Pues no han sido tan secretas 950
en Granada sus historias.
Tengo bien presente aquélla
de mi amigo el maestrante.
Por poco la llevan presa
si no ha untado bien la mano 955
al alguacil.
D.ª MÓNICA
¡Qué novela!
¿Acostumbra este buen viejo
levantarse de la mesa
todas las tardes así?
No habrá dormido la siesta. 960
D. ALFONSO
Pullas propias de su estilo.

 (A D.ª FLORA.)  

Bien público fue. ¿Te acuerdas,
Flora?
D.ª FLORA
Bastante se habló
entonces de una Antoñuela,
mas yo no la conocía. 965
D.ª MÓNICA

 (Con serenidad.)  

¿Conque soy una embustera?
¿Y no podré presentar
ni papeles de nobleza,
ni relación de servicios
de mi marido en la guerra 970
de Portugal, ni una exacta
noticia de las haciendas
que heredé de mis abuelos...

 (Con indignación.)  

ni vengarme de una afrenta...?
¡Ah, señores! Muy en breve 975
dejaré mi honra bien puesta.

 (Con aflicción y palabras interrumpidas.)  

Pero entretanto... ¡Ay de mí!
la confusión... la vergüenza
de verme ultrajada... ya...
casi me faltan las fuerzas. 980
¿Es posible? ¡Una señora!
Mi turbación... esta pena...
si no me quita la vida...
yo...

 (Cae como desmayada en una silla.)  

D.ª DOMINGA
Se desmaya. Tenerla.
¡Ahora esto más! ¡Felipa! 985
¡Pantoja!
D. ALFONSO
Es cosa ligera.
D.ª DOMINGA
O no, ¿quién sabe?


Escena XIV

 

Los mismos. FELIPA, que sale por la puerta de la izquierda; PANTOJA, que viene por la de la derecha.

 
FELIPA
¿Qué es esto?
D.ª DOMINGA
Acudamos...
PANTOJA
¿Pataleta?
D. CRISTÓBAL
Yo no entiendo estas congojas
tan repentinas.
D. ALFONSO
¡Oh, y ella
990
que no lo sabrá fingir!
D. CRISTÓBAL
Con todo... si está indispuesta,
pongan el coche...
PANTOJA
Yo creo
que tiene el suyo a la puerta.
D. ALFONSO
¿Qué? ¿Ya es señora de coche? 995
PANTOJA
Y con muelles a la inglesa.
D.ª DOMINGA
Llevémosla adentro.
FELIPA
Ahora
va volviendo.
D.ª DOMINGA
Como pueda
ir por su pie...
PANTOJA

 (En tono de malicia.)  

Sí podrá.
FELIPA
Ya levanta la cabeza. 1000
D.ª DOMINGA
Ayuda, Felipa.
FELIPA

 (Levantando a D.ª MÓNICA.)  

¡Arriba!
Vamos. La cama está hecha.
 

(D.ª DOMINGA y FELIPA sosteniendo a D.ª MÓNICA, que va andando lentamente. La llevan por la puerta de la derecha. Síguelas D.ª FLORA, diciendo al despedirse:)

 
D.ª FLORA
¡Padre amado! ¿Así me tratan?
Mire usted por mí.
D. ALFONSO
Sosiega.
D.ª FLORA
Se completó el desengaño. 1005
D. ALFONSO
Pero aquí estoy yo.


Escena XV

 

D. CRISTÓBAL, D. ALFONSO y PANTOJA.

 
D. CRISTÓBAL
Se queja
con razón.

 (A PANTOJA.)  

¿Y mi sobrino?
PANTOJA
Desapareciose apenas
vio entrar a usted en su cuarto.
¿Conque está ya descubierta 1010
la maraña? Desde allí
he oído toda la fiesta.
D. CRISTÓBAL

  (A D. ALFONSO.)  

No perdamos tiempo, amigo.
Vamos los dos a dar cuenta
al alcalde del cuartel. 1015
Bien sabe quién soy. Se precia
con razón de activo y justo.
Contándole las proezas
de esta dama, es regular
que sin dilación proceda 1020
a averiguarla la vida.
Ha engañado con sus tretas
a mi sobrino. Su casa
está de continuo abierta
para gente disoluta... 1025
Sí, bello rato la espera.
D. ALFONSO
Fácil me fuera citar
lo menos media docena
de sujetos de Granada
que hoy se hallan aquí, y pudieran 1030
declarar aun más que yo.
D. CRISTÓBAL
Pantoja, esta diligencia
se ha de hacer sin que Mariano
se la imagine.
PANTOJA
Usted pierda
cuidado. Si es menester 1035
que yo también me entrometa
a dar mi declaración,
sé graciosas historietas
de nuestra ilustre heroína,
que su paje me las cuenta, 1040
siempre que por sonsacarle,
le llevo a beber cerveza.
¿Quién no averigua un secreto
a costa de una botella?
D. CRISTÓBAL
Vendrás luego con nosotros. 1045
PANTOJA
Volando. Pero quisiera
que usted me pusiese bien
con mi señora. Está impuesta
en que empeñé la sortija,
y ya es tiempo de que sepa 1050
que no ha sido otro que usted
quien dio el dinero sobre ella.
Yo, como vi que intentaba
el señorito venderla,
la puse en manos de usted... 1055
D. CRISTÓBAL
Muy bien hiciste. No temas
ni descubras el secreto,
que yo guardo aquella prenda
para mostrar a mi hermana
quién es su hijo, ya que piensa 1060
bien de él y tan mal de ti.
D. ALFONSO
Don Fausto vive aquí cerca.
Avísale de mi parte
que un poco antes que anochezca
se vea conmigo. Vamos, 1065
don Cristóbal.
PANTOJA
De esta hecha
¡adiós, duende! ¡adiós, embustes!
Ya veremos si escarmienta
de ser malo el señorito,
y su madre de ser buena. 1070
 

 Nota: El intervalo entre este acto y el tercero debe ser algo más largo que el que haya mediado entre el primero y segundo.