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1

Para comodidad del lector, la reproduzco aquí; sigo la edición de O. Macrí, La poesía de Fray Luis de León, Salamanca, Anaya, 1970, pgs. 2434:



   Recoge ya en el seno
el campo su hermosura; el cielo aoja
con luz triste el ameno
verdor, y hoja a hoja
las cimas de los árboles despoja.  5

   Ya Febo inclina el paso
al resplandor egeo; ya del día
las horas corta escaso;
ya Eolo al mediodía
soplando espesas nubes nos envía;  10

   ya el ave vengadora
del Ibico navega los nublados
y con voz ronca llora,
y, el yugo al cuello atados,
los bueyes van rompiendo los sembrados.  15

   El tiempo nos convida
a los estudios nobles, y la fama,
Grial, a la subida
del sacro monte llama,
do no podrá subir la postrer llama;  20

   alarga el bien guiado
paso y la cuesta vence y solo gana
la cumbre del collado
y, do más pura mana
la fuente, satisfaz tu ardiente gana;  25

   no cures si el perdido
error admira el oro y va sediento
en pos de un bien fingido,
que no ansí vuela el viento
cuanto es fugaz y vano aquel contento;  30

   escribe lo que Febo
te dicta favorable, que lo antigo
iguala y pasa el nuevo
estilo; y, caro amigo,

    no esperes que podré atener contigo,  35
que yo de un torbellino
traidor acometido y derrocado
del medio del camino
al hondo, el plectro amado
y del vuelo las alas he quebrado.  40



 

2

Está recogido en la Obras completas del autor, Madrid, Gredos, vol. II (1972), págs. 789 y ss.

 

3

El curso solía abrirse en toda Europa a mediados de octubre con una prolusio en latín, en la cual se alababan las artes liberales y las otras disciplinas que se enseñaban en la Universidad. Cfr. Francisco Rico, «Laudes litterarum. Humanismo y dignidad del hombre en la España del Renacimiento», Homenaje a Julio Caro Baroja, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1978, pg. 895.

 

4

Esos tres momentos se han atribuido a la redacción del poema; cfr. Macrí, op. cit., pg. 350.

 

5

Publicó estos versos, sacándolos de un manuscrito de la Biblioteca de Palacio, Raimundo de Miguel como apéndice a sus propias Poesías, Madrid, Jubera, 1877, pg. 501, acompañados de una deslealísima traducción; ni siquiera se dio cuenta de que están dedicados a Fray Luis. El cariño y admiración que Sánchez sentía por el agustino, lo confirma otro poema en que lo señala como modelo a dos jóvenes poetas: «Sit speculum vobis doctissimus usque magister, / sit speculum vobis, alter Apollo, Leo» (pg. 533) .

 

6

Cito los poemas que no figuran en Macrí por la ed. del P. Llobera; éste, en el vol. II, Madrid, 1933, pg. 484 y ss.

 

7

Ibid., I, pg. 415.

 

8

Cfr. A. Bell, Luis de León, Barcelona, Araluce, 1927, pg. 124.

 

9

Tomo el texto de Angeli Politiani operum, tomus primus, Lyon, 1539, pg. 324.

 

10

Con su habitual rudeza crítica, escribía el P. Ángel C. Vega a propósito de este verso 19: «No creemos que se refiera al Parnaso, sino al templo de la Gloria, que situaban los poetas en un monte». ¿No se daba cuenta de que, en los vs. 24-5, el autor alude inequívocamente a la fuente Castalia? Y hay otros motivos que examinaremos.