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La corte aparece instalada por lo general en un paraje ameno, primaveral y próspero. Lo bucólico ocupaba más en los Diarios de Colón que en la Brevísima, donde está comprimido, no obstante la correspondencia entre espacio edénico y felicidad social es innegable en Las Casas.
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Notamos
además que mediante la focalización en lo corporal se
está elaborando una red de sentido que engloba una serie de
elementos sagrados no necesariamente espirituales, sino materiales:
prolongación de los cuerpos son los alimentos, las
viviendas, las propiedades de los indios, siempre aludidas desde
artículos posesivos cuando les son arrebatados («sus comidas que de sus sudores y trabajos
salían»
, Brevísima, 76),
etc. Estos posesivos inciden
en la íntima relación entre los indios y sus
pertenencias. Las Casas no duda de la legitimidad de la propiedad
indígena sobre los bienes y su derecho a no entregarlos sino
defenderlos (citamos el relato de la tortura de un cacique que no
dio a los españoles «más
oro porque no lo tenía, o porque no lo quería
dar»
, 94).
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El nombre de Guarionex ahora y anteriormente el del cacique París resultan transcripciones bastante interesantes de los originales en lenguas indígenas: la sonoridad sajona de Guarionex, que recuerda a la raíz war- (que sugiere palabras como «guerrero» o «guardián») y la terminación bretona -ex no nos parecen inocentes. París por su parte connota de la forma más directa a la ciudad franca, presente en la geografía literaria de los caballeros transpirenaicos. Otro nombre de rey indio lascasiano es Behechio, que mencionamos más adelante y leemos con acento provenzal, italianizante esta vez. La caballería es una institución transnacional.