Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


 

31

En una cita interesante, que recuerda su condición de escritora naturalista, Pardo Bazán dice: «Los observadores somos como los médicos: decimos ¡qué hermosa enfermedad! ¡Qué caso tan bonito! Yo me distraigo y tomo notas...» (48). Y más adelante, cuando describe la misa oficiada por el Papa, advierte: «Volví a ser la espectadora, no indiferente, pero sí curiosa, que estudia cada detalle con deleite artístico, que sorprende los efectos de luz y la expresión de los rostros» (86).

 

32

«A mí no me molestan nada; me hacen la señalcita con tiza sobre las maletas, y me despiden. En cambio, a los clérigos les cazan en los bolsillos el tabaco con encarnizamiento feroz, y a uno, por una libra de picadura que juzgaron contrabando, acaban de obligarle a pagar la friolera de setenta y cinco liras (en castellano pesetas)» (45).

 

33

«Caímos en Roma lo mismo que una gota de agua en el Mediterráneo. Aunque lastime nuestro amor propio, es lo cierto que, en concepto de romeros, nadie nos hizo maldito el caso» (70-1).

 

34

«Me siento a una mesa de mármol, en el comedor de la estación, y entre el bureo, las idas y venidas, la conversación de los romeros, rodeada de señores sacerdotes, deanes, magistrales y párrocos que se interesan mucho por el buen resultado de mi garrapateo y por la pronta terminación de estas cuartillas, con Paco Sánchez de Castro que lee por encima de mi hombro lo que escribo, trazo estos renglones, que le tocaban a Ortega Munilla» (37).

 

35

«En crónicas así, el estilo ha de ser plácido, ameno, caluroso e impetuoso, el juicio somero y accesible a todas las inteligencias, los pormenores entretenidos, la pincelada jugosa y colorista y la opinión acentuadamente personal, aunque peque de lírica, pues el tránsito de la impresión a la pluma es sobrado inmediato para que haya tiempo de serenarse y objetivar. En suma, tienen estas crónicas que parecerse más a conversación chispeante, a grato discreteo, a discurso inflamado, que a demostración didáctica. Están más cerca de la palabra hablada que de la escrita» (Por Francia y por Alemania 246).

 

36

«La exposición vaticana» (Viajes de un cronista 243).

 

37

Nos cuenta sus peripecias para encontrar, por sacristías y librerías de lance, noticias referentes a sus vidas y milagros y también nos da las fuentes de las que ha bebido: «y, por cierto que, en el Gesú, un buen lego de la Compañía casi me echó a hisopazo limpio, asegurándome con enojo que era imposible saber cosa ninguna de los venerables Berchmans, Claver y Rodríguez, hasta el día en que los canonizasen y se repartiesen miles de ejemplares de su biografía impresa. Por fin se me ocurrió lo más derecho: pedir a un señor obispo el extracto del expediente de canonización y tomar allí los datos indispensables. Esto en cuanto a los jesuitas; que respecto a los servitas, me sacará de apuros un libro rancio, encuadernado en pergamino, que me proporcionó en la sacristía de San Marcelo un venerable prete italiano, y que lleva en la portada este título: Storia dell'origine e fondazione del Sagro Ordine de Servi di Maria Vergine» (93-94).

 

38

J. Ortega Munilla dice en «Crónica de la romería. Los peregrinos en Roma»: «Roma está invadida por el Tiber y por los peregrinos. [...] Pasan de 60.000, según cifras que me procuro en la estación del ferrocarril, y cada tren que llega trae nuevo contingente» (El Imparcial, 31-XII-1887). Y, en su recopilación de Viajes de un cronista, comenta: «Había más de 50.000 personas en la basílica, pero aún quedaba hueco para otras 30.000» (236-237).

 

39

El escritor relata con mucho más detalle que doña Emilia los preparativos de los asistentes e informa con más detención acerca de la aglomeración en las puertas de entrada al templo, el número de peregrinos, el ambiente, etc. Vid. «La misa del Papa», en Viajes de un cronista (223-242). Este capítulo lleva la fecha de 2 de enero de 1888.

 

40

Entre otros artículos, vid. La Época, 16-XI-1889 y 29-I-1890, y El Imparcial, 16-II-1890. La propia autora relata el suceso detalladamente en su obra Por Francia y por Alemania (258-260).

Indice