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Protohistoria de Jumilla (Murcia)

Juan Vilanova y Piera





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Nuestro dignísimo director, tan pronto como su hermano político, el Sr. D. Eugenio Espinosa de los Monteros, le comunicó la noticia de interesantes descubrimientos realizados en el Cabezo no lejos de Jumilla, llevado del amor que profesa á este linaje de disquisiciones, invitóme á estudiar dicha localidad; y aprovechando los quince últimos dias de Mayo por estar terminadas ya como de costumbre las tareas de la enseñanza que corre á mi cargo, trasladéme de paso á la provincia de Alicante; y para cumplir con la mayor ventaja posible el agradable cuanto honroso encargo que se había confiado á mis escasas facultades, procuré al mismo tiempo difundir en aquel país la Protohistoria por medio de conferencias que dí en Aspe, Monovar, Yecla y Jumilla, valiéndome para este fin no solamente de láminas y objetos que llevaba á prevención, sino también de los que pasando por las mencionadas localidades recogí en esta y en otras correrías anteriores.

Expuestos estos precedentes, creo que no ha de tomar á mal la Academia le comunique el resultado del último viaje, hecho por cierto á mis expensas.

El Cabezo, donde los aborígenes jumillanos enterraron algunos de sus individuos, es un cerro, no muy alto, de yeso que se explota   —19→   desde larga fecha, perteneciente al terreno que los geólogos llaman trias ó triásico por constar casi siempre de areniscas, de calizas y de arcillas irisadas; y en estas, como materias accidentales, el yeso, la sal común, los jacintos de compostela y el aragonito. La presencia en dicho terreno de la primera substancia accesoria señala casi siempre, en sentir de personas competentes, una singular metamorfosis determinada por la acción de aguas minero-termales, en virtud de la cual el carbonato cálcico se convirtió en sulfato hidratado de la misma base, produciendo el necesario ó inevitable efecto mecánico del considerable aumento de volumen que adquiere la roca, esto es, el agrietamiento del terreno y el desorden en la formación.

Ahora bien: todos estos resultados del metamorfismo se observan en el Cabezo de Jumilla, situado al O. y á corta distancia del pueblo, con la particularidad de haber servido de lugar de enterramiento, sin otra preparación alguna, las grandes oquedades que la masa del yeso ofrece. No existen allí, con efecto, sepulcros de piedra, como se observa en otros sitios, ni tampoco las tinajas que hicieron oficio de tales en los famosos enterramientos descubiertos en Almeria por los hermanos Sres. Siret; ni siquiera se colocaban los cadáveres en dirección ó rumbo determinado, sino conforme se presentaba la grieta ó hendidura de la roca. Circunstancia es esta que señala sin duda mayor antigüedad, confirmada por la ausencia de todo metal y por la índole de los objetos que allí los canteros descubrieron; entre los cuales figuran pocos pero muy bellos cuchillos de silex, notables por sus dimensiones y por la limpieza de sus caras, chaflanes y bordes, entre los cuales llamó mi atención el que figura en la adjunta lámina por su extremidad cortada oblicuamente; algunas hachas pulimentadas de diorita y de otras rocas básicas de regulares dimensiones, y cerámica tosca y lisa la más antigua, como revelan los bordes desiguales de las vasijas, hechas sin duda alguna á la mano, con adornos lineales y punteados rodeando las asas otra bien posterior; cuya fecha relativa se adivina también por la mayor finura del barro, en el cual ya no se nota la abundancia de mica que distingue al de los cacharros primitivos. En cierto modo se repiten en dicha localidad las circunstancias por mí   —20→   anotadas en Argecilla (Guadalajara) como indicio positivo de la larga estancia en ambas localidades de los aborígenes; coincidiendo también en la no menos curiosa de ignorarse en una y otra el lugar más bien remoto que próximo, de donde se surtían los naturales del pedernal y demás materiales con que están labrados los objetos que depositaban junto á los cadáveres. La parte ósea de estos se conserva bien, merced sin duda, á la naturaleza de la roca que los contiene, y á la falta de humedad, aunque siempre se ostentan frágiles, lo cual hace que cayendo en manos poco expertas sean pocos los restos que pudieron salvarse. Algunos existen en la colección que posee nuestro Director y otros en mi poder, entre los cuales merecen citarse alguna parte del cráneo y las mandíbulas, notables bajo no pocos aspectos, en cuyas muelas se advierte un desgaste de la corona en sentido longitudinal bastante acentuado que acusa el régimen frugívoro como carácter arcaico.

A esto se reduce lo que hoy se sabe acerca de los enterramientos del Cabezo de Jumilla; pero en territorio, del mismo pueblo existen otros testimonios de sus aborígenes que he tenido el gusto de visitar y paso á describir en breves frases. Es el primero lo que llaman Coimbra aquellas gentes; y consiste en restos de antiguas viviendas, bastantes en número, hechas con piedra seca, imitando cercos redondos ó elípticos, situados en una meseta conocida en el país con el nombre de cenajo de la buitrera, como remate de un monte cretácico de unos 900 m. de altura, que termina por la parte Sur, en un escape vertical enorme que la ponía á cubierto de todo ataque, y resguardado del lado N. algo más accesible, por una especie de muralla también de piedra seca, acusando ciertamente su remota fecha. La premura del tiempo no nos permitió hacer excavaciones en lo interior de las antiguas chozas; pero se harán este verano cuando los deberes políticos permitan al digno sucesor del ilustre barón de Espinosa instalarse en su casa solariega y dirigir por sí mismo la operación, á la cual, procuraré también contribuir con mis escasos conocimientos. Mientras tanto es digna de señalarse la analogía que existe entre la Coimbra de Jumilla y la Citania de Briteiros, que visité en 1880 con motivo del Congreso de Lisboa; lo mismo que la   —21→   identidad de nombre de aquella estación protohistórica y de la villa portuguesa que encierra en su recinto la famosa Universidad. Mas en Jumilla existe otra Citania, si es permitido decirlo así, que también reconocí (en el viaje á que este relato se contrae) en el Cabezo llamado el Tolmo1, junto al cual pasa la vía férrea de Murcia, y á corta distancia de la estación de Hellín. Este cerro y otros varios que por allí se descubren, pertenecen al terreno terciario plioceno, riquísimo en fósiles, especialmente en moluscos; y terminan todos en anchas planicies donde se conservan, aunque muy deterioradas, construcciones idénticas á las de Coimbra, en las que tampoco se han practicado reconocimientos. Del Tolmo procede el objeto, sea percutor ó lo que se quiera, regalo del Sr. Masset, director de la mina de Esparraguina de Jumilla, formado de serpentina noble con ciertas manchas verdes que son de Bastita.

La belleza y significado que entraban los objetos descubiertos en Jumilla, inclinaron el ánimo de la Academia á disponer se dibujaran con esmero, como se ha hecho en la adjunta lámina.





Madrid, 8 de Junio de 1891.



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