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ArribaAbajoRomances




ArribaAbajoHalla en la causa de su amor todos los bienes


   Después que te conocí,
todas las cosas me sobran:
el sol para tener día,
abril para tener rosas.
   Por mi bien pueden tomar  5
otro oficio las auroras,
que yo conozco una luz
que sabe amanecer sombras.
   Bien puede buscar la noche
quien sus estrellas conozca,  10
que para mi astrología
ya son oscuras y pocas.
   Gaste el Oriente sus minas
con quien avaro las rompa,
que yo enriquezco la vista  15
con más oro a menos costa.
   Bien puede la margarita
guardar sus perlas en conchas,
que buzano de una risa
las pesco yo en una boca.  20
   Contra el tiempo y la fortuna
ya tengo una inhibitoria,
ni ella me puede hacer triste,
ni él puede mudarme un hora.
   El oficio le ha vacado  25
a la muerte tu persona:
—70→
a sí misma se padece,
sólo en ti viven sus obras.
   Ya no importunan mis ruegos
a los cielos por la gloria,  30
que mi bienaventuranza
tiene jornada más corta.
   La sacrosanta mentira,
que tantas almas adoran,
busque en Portugal vasallos,  35
en Chipre busque coronas.
   Predicaré de manera,
tu belleza por Europa,
que no haya herejes de gracias,
y que adoren en ti sola.  40




ArribaAbajoBoda y acompañamiento del campo


   Don Repollo y doña Berza,
de una sangre y de una casta,
si no caballeros pardos,
verdes fidalgos de España,
   casáronse, y a la boda  5
de personas tan honradas,
que sustentan ellos solos
a lo mejor de Vizcaya,
   de los solares del campo
vino la nobleza y gala,  10
que no todos los solares
han de ser de la montaña.
   Vana, y hermosa, a la fiesta
vino doña Calabaza;
que su merced no pudiera  15
ser hermosa sin ser vana.
   La Lechuga, que se viste
sin aseo y con fanfarria,
—71→
presumida, sin ser fea,
de frescona y de bizarra.  20
   La Cebolla, a lo viudo,
vino con sus tocas blancas,
y sus entresuelos verdes,
que sin verdura no hay canas.
   Para ser dama muy dulce  25
vino la Lima gallarda,
al principio, que no es bueno
ningún postre de las damas.
   La Naranja, a lo ministro,
llegó muy tiesa y cerrada,  30
con su apariencia muy lisa,
y su condición muy agria.
   A lo rico y lo tramposo
en su erizo la Castaña,
que la han de sacar la hacienda  35
todos por punta de lanza.
   La Granada deshonesta
a lo moza cortesana,
desembozo en la hermosura,
descaramiento en la gracia.  40
   Doña Mostaza menuda,
muy briosa y atusada,
que toda chica persona
es gente de gran mostaza.
   A lo alindado la Guinda,  45
muy agria cuando muchacha,
pero ya entrada en edad,
más tratable, dulce y blanda.
   La Cereza, a la hermosura
recién venida, muy cara,  50
pero con el tiempo todos
se le atreven por barata.
   Doña Alcachofa, compuesta
a imitación de las flacas,
—72→
basquiñas y más basquiñas,  55
carne poca y muchas faldas.
   Don Melón, que es el retrato
de todos los que se casan:
Dios te la depare buena,
que la vista al gusto engaña.  60
   La Berenjena, mostrando
su calavera morada,
porque no regó en el tiempo
del socorro de las calvas,
   Don Cohombro desvaído,  65
largo de verde esperanza,
muy puesto en ser gentil hombre,
siendo cargado de espaldas.
   Don Pepino, muy picado
de amor de doña Ensalada,  70
gran compadre de doctores,
pensando en unas tercianas.
   Don Durazno, a lo invidioso,
mostrando agradable cara,
descubriendo con el trato  75
malas y duras entrañas.
   Persona de muy buen gusto,
don Limón, de quien espanta
lo sazonado y panzudo,
que no hay discreto con panza.  80
   De blanco, morado y verde,
corta crin y cola larga,
don Rábano, pareciendo
moro de juego de cañas.
   Todo fanfarrones bríos,  85
todo picantes bravatas,
llegó el señor don Pimiento,
vestidito de botarga.
   Don Nabo, que viento en popa
navega con tal bonanza  90
—73→
que viene a mandar el mundo
de gorrón de Salamanca.
   Mas baste, por si el lector
objeciones desenvaina,
que no hay boda sin malicias,  95
ni desposados sin tachas.




ArribaAbajoBoda de negros


   Vi, debe de haber tres días,
en las gradas de San Pedro,
una tenebrosa boda,
porque era toda de negros.
   Parecía matrimonio  5
concertando en el infierno,
negro esposo y negra esposa,
y negro acompañamiento.
   Sospecho yo que acostados
parecerán sus dos cuerpos,  10
junto el uno con el otro
algodones y tintero.
   Hundíase de estornudos
la calle por do volvieron,
que una boda semejante  15
hace dar más que un pimiento.
   Iban los dos de las manos,
como pudieran dos cuervos;
otros dicen como grajos,
porque a grajos van oliendo.  20
   Con humos van de vengarse,
que siempre van de humos llenos,
de los que por afrentarlos,
hacen los labios traseros.
   Iba afeitada la novia  25
todo el tapetado gesto,
con hollín y con carbón,
y con tinta de sombreros.
—74→
   Tan pobres son que una blanca
no se halla entre todos ellos,  30
y por tener un cornado
casaron a este moreno.
   Él se llamaba Tomé,
y ella Francisca del Puerto,
ella esclava y él esclavo  35
que quiere hincársele en medio.
   Llegaron al negro patio,
donde está el negro aposento,
en donde la negra boda
ha de tener negro efecto.  40
   Era una caballeriza,
y estaban todos inquietos,
que los abrasaban pulgas
por perrengues o por perros.
   A la mesa se sentaron,  45
donde también les pusieron
negros manteles y platos,
negra sopa y manjar negro.
   Echolos la bendición
un negro veintidoseno,  50
con un rostro de azabache
y manos de terciopelo.
   Diéronles el vino tinto,
pan entre mulato y prieto,
carbonada hubo, por ser  55
tizones los que comieron.
   Hubo jetas en la mesa,
y en la boca de los dueños;
y hongos, por ser la boda
de hongos, según sospecho.  60
   Trujeron muchas morcillas,
y hubo algunos que, de miedo,
no las comieron pensando
se comían a sí mesmos.
—75→
   Cuál por morder el mondongo  65
se atarazaba algún dedo,
pues sólo diferenciaban
en la uña de lo negro.
   Mas cuando llegó el tocino
hubo grandes sentimientos,  70
y pringados con pringadas
un rato se enternecieron.
   Acabaron de comer,
y entró un ministro guineo,
para darles agua manos  75
con un coco y un caldero.
   Por toalla trujo al hombro
las bayetas de un entierro.
Laváronse, y quedó el agua
para ensuciar todo un reino.  80
   Negros dellos se sentaron
sobre unos negros asientos,
y negras voces cantaron
también denegridos versos.
   Negra es la ventura  85
de aquel casado,
cuya novia es negra,
y el dote en blanco.




ArribaAbajoBurla de los eruditos de embeleco, que enamoran a feas cultas


    Muy discretas y muy feas,
mala cara y buen lenguaje,
pidan cátedra y no coche,
tengan oyente y no amante.
   No las den sino atención,  5
por más que pidan y parlen,
y las joyas y el dinero,
para las tontas se guarde.
—76→
   Al que sabia y fea busca,
el Señor se la depare:  10
a malos conceptos muera,
malos equívocos pase.
   Aunque a su lado la tenga,
y aunque más favor alcance,
un catedrático goza,  15
y a Pitágoras en carnes.
   Muy docta lujuria tiene,
muy sabios pecados hace,
gran cosa será de ver
cuando a Platón requebrare.  20
   En vez de una cara hermosa,
una noche, y una tarde,
¿qué gustos darán a un hombre
dos cláusulas elegantes?
   ¿Qué gracia puede tener  25
mujer con fondos de fraile,
que de sermones y chismes,
sus razonamientos hace?
   Quien deja lindas por necias,
y busca feas que hablen,  30
por sabias, como las zorras,
por simples deje las aves.
   Filósofos amarillos
con barbas de colegiales,
o duende dama pretenda,  35
que se escuche, no ose halle.
   Échese luego a dormir
entre bártulos y abades,
y amanecerá abrazado
de Zenón y de Cleantes.  40
   Que yo para mi traer,
en tanto que argumentaren
los cultos con sus arpías,
algo buscaré que palpe.

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ArribaAbajoRefiere su nacimiento y las propiedades que le comunico


   Pariome adrede mi madre,
¡ojalá no me pariera!,
aunque estaba cuando me hizo,
de gorja naturaleza.
   Dos maravedís de luna  5
alumbraban a la tierra,
que por ser yo el que nacía,
no quiso que un cuarto fuera.
   Nací tarde, porque el sol
tuvo de verme vergüenza,  10
en una noche templada
entre clara y entre yema.
   Un miércoles con un martes
tuvieron grande revuelta,
sobre que ninguno quiso  15
que en sus términos naciera.
   Nací debajo de Libra,
tan inclinado a las pesas,
que todo mi amor le fundo
en las madres vendederas.  20
   Diome el León su cuartana,
diome el Escorpión su lengua,
Virgo, el deseo de hallarle,
y el Carnero su paciencia.
   Murieron luego mis padres,  25
Dios en el cielo los tenga,
porque no vuelvan acá,
y a engendrar más hijos vuelvan.
   Tal ventura desde entonces
me dejaron los planetas,  30
que puede servir de tinta,
según ha sido de negra.
—78→
   Porque es tan feliz mi suerte,
que no hay cosa mala o buena,
que aunque la piense de tajo,  35
al revés no me suceda.
   De estériles soy remedio,
pues con mandarme su hacienda,
les dará el cielo mil hijos,
por quitarme las herencias.  40
   Y para que vean los ciegos
pónganme a mí a la vergüenza;
y para que cieguen todos,
llévenme en coche o litera.
   Como a imagen de milagros  45
me sacan por las aldeas,
si quieren sol, abrigado,
y desnudo, porque llueva.
   Cuando alguno me convida
no es a banquetes ni a fiestas,  50
sino a los misas cantanos
para que yo les ofrezca.
   De noche soy parecido
a todos cuantos esperan,
para molerlos a palos,  55
y así inocente me pegan.
   Aguarda hasta que yo pase
si ha de caerse una teja;
aciértanme las pedradas,
las curas sólo me yerran.  60
   Si a alguno pido prestado,
me responde tan a secas,
que en vez de prestarme a mí
hace prestar la paciencia.
   No hay necio que no me hable,  65
ni vieja que no me quiera,
ni pobre que no me pida,
ni rico que no me ofenda.
—79→
   No hay camino que no yerre,
ni juego donde no pierda,  70
ni amigo que no me engañe,
ni enemigo que no tenga.
   Agua me falta en el mar,
y la hallo en las tabernas,
que mis contentos y el vino  75
son aguados donde quiera.
   Dejo de tomar oficio,
porque sé por cosa cierta,
que siendo yo el calcetero
andarán todos en piernas.  80
   Si estudiara medicina,
aunque es socorrida ciencia,
porque no curara yo,
no hubiera persona enferma.
   Quise casarme estotro año,  85
por sosegar mi conciencia,
y dábanme un dote al diablo,
con una mujer muy fea.
   Si intentara ser cornudo,
por comer de mi cabeza,  90
según soy de desgraciado,
diera mi mujer en buena.
   Siempre fue mi vecindad
mal casados que vocean,
herradores que madrugan,  95
herreros que me desvelan.
   Si yo camino con fieltro
se abrasa en fuego la tierra,
y en llevando guardasol
está ya de Dios que llueva.  100
   Si hablo a alguna mujer,
y le digo mil ternezas,
o me pide o me despide,
que en mí es una cosa mesma.
—80→
   En mí lo picado es roto,  105
ahorro cualquier limpieza,
cualquier bostezo es hambre,
cualquiera color vergüenza.
   Fuera un hábito en mi pecho
remiendo sin resistencia,  110
y peor que besamanos,
en mí cualquier encomienda.
   Para que no estén en casa
los que nunca salen della,
buscarlos yo sólo basta,  115
pues con eso estarán fuera.
   Si alguno quiere morirse
sin ponzoña o pestilencia,
proponga hacerme algún bien,
y no vivirá hora y media.  120
   Y a tanto vino a llegar
la adversidad de mi estrella,
que me inclinó que adorase
con mi humildad tu soberbia.
   Y viendo que mi desgracia  125
no dio lugar a que fuera
como otros tu pretendiente,
vine a ser tu pretenmuela.
   Bien sé que apenas soy algo,
mas tú de puro discreta,  130
viéndome con tantas faltas,
que estoy preñado sospechas.
   Aquesto Fabio cantaba
a los balcones y rejas
de Aminta, que aun de olvidarle  135
le han dicho que no se acuerda.

  —81→  


ArribaAbajoAdvierte al tiempo de mayores hazañas, en que podrá ejercitar sus fuerzas


   Tiempo, que todo lo mudas,
tú, que con las horas breves
lo que nos diste, nos quitas,
lo que llevaste, nos vuelves:
   tú, que con los mismos pasos,  5
que cielos y estrellas mueves,
en la casa de la vida,
pisas umbral de la muerte.
   Tú, que de vengar agravios
valle te precias como valiente,  10
pues castigas, hermosuras,
por satisfacer desdenes:
   tú, lastimoso alquimista,
pues del ébano que tuerces,
haciendo plata las hebras,  15
a sus dueños empobreces:
   tú, que con pies desiguales,
pisas del mundo las leyes,
cuya sed bebe los ríos,
y su arena no los siente:  20
   tú, que de monarcas grandes
llevas en los pies las frentes;
tú, que das muerte y das vida
a la vida y a la muerte.
   Si quieres que yo idolatre  25
en tu guadaña insolente,
en tus dolorosas canas,
en tus alas y en tu sierpe:
   si quieres que te conozca,
si gustas que te confiese  30
con devoción temerosa
por tirano omnipotente,
—82→
   da fin a mis desventuras
pues a presumir se atreven
que a tus días y a tus años  35
pueden ser inobedientes.
   Serán ceniza en tus manos
cuando en ellas las aprietes,
los montes y la soberbia,
que los corona las sienes:  40
   ¿y será bien que un cuidado,
tan porfiado cuan fuerte,
se ría de tus hazañas,
y vitorioso se quede?
   ¿Por qué dos ojos avaros  45
de la riqueza que pierden
han de tener a los míos
sin que el sueño los encuentre?
   ¿Y por qué mi libertad
aprisionada ha de verse,  50
donde el ladrón es la cárcel
y su juez el delincuente?
   Enmendar la obstinación
de un espíritu inclemente,
entretener los incendios  55
de un corazón que arde siempre;
   descansar unos deseos
que viven eternamente,
hechos martirio del alma,
donde están porque los tiene;  60
   reprender a la memoria,
que con los pasados bienes,
como traidora a mi gusto
a espaldas vueltas me hiere;
   castigar mi entendimiento,  65
que en discursos diferentes,
siendo su patria mi alma,
la quiere abrasar aleve;
—83→
   estas sí que eran hazañas,
debidas a tus laureles,  70
y no estar pintando flores,
y madurando las mieses.
   Poca herida es deshojar
los árboles por noviembre,
pues con desprecio los vientos  75
llevarse los troncos suelen.
   Descuídate de las rosas,
que en su parto se envejecen;
y la fuerza de tus horas
en obra mayor se muestre.  80
   Tiempo venerable y cano,
pues tu edad no lo consiente,
déjate de niñerías,
y a grandes hechos atiende.




ArribaAbajoRomance satírico


   Pues me hacéis casamentero,
Ángela de Mondragón,
escuchad de vuestro esposo,
las grandezas y el valor.
   Él es un médico honrado,  5
por la gracia del Señor,
que tiene muy buenas letras
en el cambio, y el bolsón.
   Quien os lo pintó cobarde
no lo conoce, y mintió,  10
que ha muerto más hombres vivos
que mató el Cid Campeador.
   En entrando en una casa
tiene tal reputación,
que luego dicen los niños:  15
Dios perdone al que murió.
—84→
   Y con ser todos mortales
los médicos, pienso yo
que son todos venïales
comparados al doctor.  20
   Al caminante en los pueblos
se le pide información,
temiéndole más que a peste,
de si le conoce, o no.
   De médicos semejantes  25
hace el rey, nuestro señor,
bombardas a sus castillos,
mosquetes a su escuadrón.
   Si a alguno cura y no muero,
piensa que resucitó,  30
y por milagro le ofrece
la mortaja y el cordón.
   Si acaso estando en su casa
oye dar algún clamor,
tomando papel y tinta,  35
escribe: «ante mí pasó».
   No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.  40
   De invidia de los verdugos
maldice al corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.
   Piensan que es la muerte algunos;  45
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.
   No come por engordar,
ni por el dulce sabor,  50
sino para matar la hambre,
que es matar su inclinación.
—85→
   Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciélagos viven  55
a la sombra de un rincón.
   Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte,
que le viene a ser peor.  60
   En que se ve tan famoso,
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.
   No pide le deis más dote  65
de ver que matéis de amor,
que en matando de algún modo,
para en uno sois los dos.
   Casaos con él, y jamás
de viuda tendréis pasión,  70
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.
   Si lo hacéis, a Dios le ruego
que gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre  75
de conocer al doctor.




ArribaAbajoA don Álvaro de Luna


   A los pies de la fortuna,
el que pisó su cabeza,
los de un Crucifijo santo
con tristes lágrimas riega.
   Comenzolos a besar;  5
mas viendo por una puerta
entrar su truhán llorando,
amortajado en bayeta,
—86→
   detúvose, y afligido,
le dijo con voces tiernas,  10
palabras que se ahogaron
nadando en llanto las medias.
   Mas el juglar que lo mira,
mudo de pura tristeza,
le respondió mesurado  15
pidiendo al llanto licencia:
   «Tengo, hermosísima Luna,
a decirte cómo empiezas
hoy a ser, Luna en el mundo,
pues que tu noche se llega.  20
   »Quiero también despedirme
de tu casa y tu presencia,
que soy como golondrina
que en el invierno se ausenta.
   »Pues siendo mi oficio gracias,  25
la fortuna que hoy ordena
desgracias sólo a tu casa,
me despide de tu mesa.
   »¿Cuántas veces, Condestable,
entre burlas y entre veras,  30
te pedí de Dios firmada
la cédula de firmeza?
   »¿Y cuántas te dije a solas,
que el hombre que en hombre espera
le hace a Dios su contrario,  35
Dios al hombre casi bestia?
   »Siempre las cosas mas altas
están al rayo sujetas,
porque parecen subir
a recibille ellas mesmas.  40
   »Un solo arrepentimiento,
mira que caro te cuesta,
porque de cuanto tuviste,
con él tan sólo te quedas.
—87→
   »No en que eres Luna te fíes,  45
cuando traidores te cercan,
pues otro sol de justicia
no se libró de tus tretas.
   »Ve de Luzbel la privanza,
que cayó por su soberbia,  50
que aun los ángeles peligran
en la privanza y alteza.
   »Fuiste cohete en el mundo,
subiste a las nubes mesmas,
subiste resplandeciente,  55
bajas ya ceniza a tierra.
   »Porque la pólvora misma,
que te subió tan ligera,
abrasándote te baja
vuelto carbones en piezas.  60
   »Condestable, mi señor,
ya de tus glorias inmensas,
al mundo que te las dio
toma el Señor residencia.
   »Pues que todo fue prestado,  65
la vida, el honor, las prendas,
no es mucho que agradecido
al que te las dio las vuelvas.
   »En esta cárcel del mundo,
sólo de mí diferencias,  70
en ser mis grillos de hierro,
los tuyos de plata y perlas.
   »Esto te digo llorando,
solamente porque entiendas,
que quien fue truhán en burlas,  75
es predicador en veras».
   Diciendo aquesto se fue,
llorando al Conde le deja,
y de ver llorar la Luna
se enlutaron las estrellas.  80

  —88→  


ArribaAbajoA Nuestra Señora en su nacimiento


   Ya la oscura t triste noche,
llena de tristeza y miedo,
huye por las altas cumbres,
y por los riscos soberbios.
   Yo, con ser recién nacida,  5
de este mundo la destierro,
porque ya en mí reverberan
los rayos del sol inmenso.
    Y aunque me miráis tan niña,
soy más antigua que el tiempo,  10
mucho más que las edades
y que los cuatro elementos.
   Del principio fuí criada,
que es el sumo Dios eterno,
y el primero lugar tuve  15
después del sagrado Verbo.
   Infinitos siglos antes
que criara el firmamento,
ya él a mí me había criado
en mitad de aquel silencio.  20
   Su primogénita dice
que soy el santo, y perfecto;
de su propia boca oí
este divino requiebro.
   Adornome de virtudes,  25
ricos tesoros del cielo,
en mí se estarán estables
de este siglo al venidero.
   Entonces vendré triunfante,
pues al que es sol verdadero,  30
le di mis pechos y entrañas,
y encendió de amor mi pecho.
—89→
   Sírvole con gran amor,
dile el corazón sincero
en la santa habitación  35
del limpio y santo Cordero.
   Cubiertos tuve sus rayos,
y aunque los tuve cubiertos,
él mostró su inmensidad,
yo mi limpieza y buen celo.  40
   Premió tan bien mis servicios,
que en el santo monte excelso
con él quiere que descanse
en el alcázar supremo.
   Pisé sus piedras preciosas,  45
y hollé sus dorados suelos,
y a mí sola dieron silla
como reina de aquel reino.
   Recíbeme con aplauso
cantándome himnos y versos,  50
diciendo que por antigua
merezco el lugar primero.
   Por antigua en la creación,
y en ser de virtud ejemplo,
por la primera en vencer  55
al demonio torpe y feo.
   Y porque fuí la primera
que me vestí el ornamento
de la limpia castidad,
e infinitos me siguieron.  60
   Por mi humildad sacrosanta,
que a los más humildes venzo;
y por aquesta humildad
fuí de Dios custodia y templo.
   Porque fuí el claustro cerrado,  65
donde Dios tuvo aposento,
para que el género humano
saliese de cautiverio.
—90→
   Haced fiesta, mis cofrades,
que el nombre de Antigua quiero;  70
estimalde y celebralde,
que yo os daré el justo premio.
   Y al templo antiguo y famoso,
que alcanza tal epíteto,
enriquecelde vosotros,  75
que vaya siempre en aumento.
   Perseverad hasta el fin
en ser mis devotos rectos,
que yo prometo de daros,
por uno que me deis, ciento.  80



  —91→  

ArribaAbajoSilvas




ArribaAbajoEl reloj de arena


   ¿Qué tienes que contar, reloj molesto,
en un soplo de vida desdichada
que se pasa tan presto?
¿En un camino que es una jornada
breve y estrecha de este al otro polo,  5
siendo jornada que es un paso solo?
Que si son mis trabajos y mis penas,
no alcanzaras allá, si capaz vaso
fueses de las arenas,
en donde el alto mar detiene el paso.  10
Deja pasar las horas sin sentirlas,
que no quiero medirlas,
ni que me notifiques de esa suerte
los términos forzosos de la muerte.
   No me hagas más guerra,  15
déjame y nombre de piadosa cobra,
que harto tiempo me sobra
para dormir debajo de la tierra.
Pero si acaso por oficio tienes
el contarme la vida,  20
presto descansarás, que los cuidados
mal acondicionados
que alimenta lloroso
el corazón cuitado y lastimoso,
y la llama atrevida  25
que amor, ¡triste de mí!, arde en mis venas
(menos de sangre que de fuego llenas),
—92→
no sólo me apresura
la muerte pero abréviame el camino:
pues con pie doloroso,  30
mísero peregrino,
doy cercos a la negra sepultura.
Bien sé que soy aliento fugitivo;
ya sé, ya temo, ya también espero
que he de ser polvo, como tú, si muero;  35
y que soy vidrio, como tú, si vivo.




ArribaAbajoReloj de campanilla


   El metal animado,
a quien mano atrevida, industriosa,
secretamente ha dado
vida aparente en máquina preciosa:
organizando atento  5
sonora voz a docto movimiento,
en quien, desconocido
espíritu secreto brevemente
en un orbe ceñido,
muestra el camino de la luz ardiente;  10
y con rueda importuna,
los trabajos del sol y de la luna;
y entre ocasos y auroras,
las peregrinaciones de las horas.
Máquina en que el artífice, que pudo  15
contar pasos al sol, horas al día,
mostró más providencia que osadía,
fabricando en metal disimuladas
advertencias sonoras repetidas,
pocas veces creídas,  20
muchas veces contadas.
Tú, que estás muy preciado
de tener el más cierto, el más limado,
—93→
con diferente oído,
atiende a su intención y a su sonido.  25
La hora irrevocable que dio llora,
prevén la que ha de dar y la que cuentas,
lógrala bien, que en una misma hora
te creces y te ausentas.
Si le llevas curioso,  30
atiéndele prudente,
que los blasones de la edad desmiente
y en traje de reloj llevas contigo,
de el mayor enemigo,
espía desvelada y elegante:  35
a ti tan semejante,
que presumiendo de abreviar ligera
la vida al sol, al cielo la carrera,
fundas toda esta máquina admirada
en una cuerda enferma y delicada;  40
que, como la salud en el más sano,
se gasta con sus ruedas y su mano.
Estima sus recuerdos,
teme sus desengaños,
pues ejecuta plazos de los años;  45
y en él te da secreto
a cada sol que pasa, a cada rayo,
la muerte un contador, el tiempo un ayo.




ArribaAbajoEl reloj de sol


   ¿Ves, Floro, que, prestando la aritmética
números a la docta geometría,
los pasos de la luz le cuenta al día?
¿Ves por aquella línea bien fijada
a su meridiano, y a su altura,  5
del sol la velocísima hermosura
con certeza espiada?
—94→
¿Agradeces curioso
el saber cuanto vives,
y la luz y las horas que recibes?  10
Empero, si olvidares estudioso,
con pensamiento ocioso,
el saber cuanto mueres,
ingrato a tu vivir, y morir eres:
pues tu vida, si atiendes su doctrina,  15
camina al paso que su luz camina.
No cuentes por sus líneas solamente
las horas, sino lógrelas tu mente,
pues en él recordada
ves tu muerte en tu vida retratada;  20
cuando tú, que eres sombra,
pues la santa verdad así te nombre,
como la sombra suya peregrino,
desde un número en otro tu camino
corres, y pasajero  25
te aguarda sombra el número postrero.




ArribaAbajoTúmulo de la mariposa


    Yace pintado amante,
de amores de la luz muerta de amores,
mariposa elegante,
que vistió rosas y voló con flores;
y codicioso el fuego de sus galas,  5
ardió dos primaveras en sus alas.
   El aliño de el prado,
y la curiosidad de primavera,
aquí se han acabado,
y el galán breve de la cuarta esfera,  10
que con dudoso y divertido vuelo
las lumbres quiso amartelar del cielo.
   Clementes hospedaron
a duras salamandras llamas vivas,
—95→
su vida perdonaron:  15
y fueron rigurosas, como esquivas,
con el galán idólatra, que quiso
morir como Faetón, siendo Narciso.
   No renacer hermosa,
parto de la ceniza, y de la muerte,  20
como fénix gloriosa,
que su linaje entre las llamas vierte,
que no sabe de amor y de terneza
lo llamará desdicha, y es fineza.
   Su tumba fue su amada,  25
hermosa, sí, pero temprana, y breve,
ciega, y enamorada,
mucho al amor, y poco al tiempo debe,
y pues en sus amores se deshace,
escríbase: Aquí goza, donde yace.  30




ArribaAbajoHimno a las estrellas


    A vosotras, estrellas,
alza el vuelo mi pluma temerosa,
del piélago de luz ricas centellas;
lumbre que enciende triste y dolorosa
a las exequias del difunto día,  5
huérfano de su luz la noche fría;
ejército de oro,
que, por campañas de zafir marchando,
guardáis el trono del eterno coro
con diversas escuadras militando;  10
argos divino de cristal y fuego,
por cuyos ojos vela el mundo ciego;
señas esclarecidas
que, con llama parlera y elocuente,
por el mudo silencio repartidas,  15
a la sombra servís de voz ardiente;
—96→
pompa que da la noche a sus vestidos,
letras de luz, misterios encendidos.
De la tiniebla triste,
preciosas joyas, y del sueño helado,  20
galas, que en competencia del sol viste;
espías del amante recatado,
fuentes de luz para animar el suelo,
flores lucientes del jardín del cielo.
Vosotras de la luna  25
familia relumbrante, ninfas claras,
cuyos pasos arrastran la fortuna,
con cuyos movimientos muda caras,
árbitros de la paz y de la guerra,
que, en ausencia del sol, regís la tierra;  30
vosotras, de la suerte
dispensadores luces tutelares,
que dais la vida, que acercáis la muerte,
mudando de semblante, de lugares;
llamas, que habláis con doctos movimientos,  35
cuyos trémulos rayos son acentos;
vosotras, que enojadas
a la sed de los surcos y sembrados,
la bebida negáis, o ya abrasadas
dais en ceniza el pasto a los ganados,  40
y si miráis benignas y clementes,
el cielo es labrador para las gentes;
vosotras, cuyas leyes
guarda observante el tiempo en toda parte,
amenazas de príncipes y reyes,  45
si os aborta Saturno, Jove o Marte;
ya fijas vais, o ya llevéis delante
por lúbricos caminos greña errante;
si amasteis en la vida,
y ya en el firmamento estáis clavadas,  50
pues la pena de amor nunca se olvida,
y aún suspiráis en signo transformadas,
—97→
con Amarilis, ninfa la más bella,
estrellas ordenad, que tenga estrella.
Si entre vosotras una  55
miró sobre su parto y nacimiento,
y de ella se encargó desde la cuna,
dispensando su acción, su movimiento;
pedidla, estrellas, a cualquier que sea,
que la incline siquiera a que me vea.  60
Yo, en tanto desatado
en humo, rico aliento de Pancaya,
haré que peregrino y abrasado,
en busca vuestra por los aires vaya:
recataré del sol la lira mía,  65
y empezará a cantar muriendo el día.
Las tenebrosas aves,
que el silencio embarazan con gemido,
volando torpes y cantando graves,
más agüeros que tonos al oído,  70
para adular mis ansias y mis penas,
ya mis musas serán, ya mis sirenas.




ArribaAbajoEl sueño


   ¿Con qué culpa tan grave,
sueño blando y süave,
pude en largo destierro merecerte,
que se aparte de mí tu olvido manso?
Pues no te busco yo por ser descanso  5
sino por muda imagen de la muerte.
Cuidados veladores
hacen inobedientes mis dos ojos
a la ley de las horas:
no han podido vencer a mis dolores  10
las noches, ni dar paz a mis enojos.
Madrugan más en mí que en las auroras
lágrimas a este llano,
—98→
que amanece a mi mal siempre temprano;
y tanto, que persuade la tristeza  15
a mis dos ojos, que nacieron antes
para llorar, que para verse sueño.
De sosiego los tienes ignorantes,
de tal manera, que al morir el día
con luz enferma vi que permitía  20
el sol que le mirasen en Poniente.
Con pies torpes al punto, ciega y fría,
cayó de las estrellas blandamente
la noche, tras las pardas sombras mudas,
que el sueño persuadieron a la gente.  25
Escondieron las galas a los prados,
estas laderas y sus peñas solas;
duermen ya entre sus montes recostados
los mares y las olas.
Si con algún acento  30
ofenden las orejas,
es que entre sueños dan al cielo quejas
del yerto lecho y duro acogimiento,
que blandos hallan en los cerros duros.
Los arroyuelos puros  35
se adormecen al son del llanto mío,
y a su modo también se duerme el río.
Con sosiego agradable
se dejan poseer de ti las flores;
mudos están los males,  40
no hay cuidado que hable,
faltan lenguas y voz a los dolores,
y en todos los mortales
yace la vida envuelta en alto olvido.
Tan sólo mi gemido  45
pierde el respeto a tu silencio santo:
yo tu quietud molesto con mi llanto,
y te desacredito
el nombre de callado, con mi grito.
—99→
Dame, cortés mancebo, algún reposo:  50
no seas digno del nombre de avariento,
en el más desdichado y firme amante,
que lo merece ser por dueño hermoso.
Débate alguna pausa mi tormento;
gózante en las cabañas,  55
y debajo del cielo
los ásperos villanos:
hállate en el rigor de los pantanos,
y encuéntrate en las nieves y en el hielo
el soldado valiente,  60
y yo no puedo hallarte, aunque lo intenté,
entre mi pensamiento y mi deseo.
Ya, pues, con dolor creo
que eres más riguroso que la tierra,
más duro que la roca,  65
pues te alcanza el soldado envuelto en guerra;
y en ella mi alma
por jamás te toca.
Mira que es gran rigor: dame siquiera
lo que de ti desprecia tanto avaro,  70
por el oro en que alegre considera,
hasta que da la vuelta el tiempo claro.
Lo que había de dormir en blando lecho,
y da el enamorado a su señora,
y a ti se te debía de derecho;  75
dame lo que desprecia de ti agora
por robar el ladrón; lo que desecha
el que envidiosos celos tuvo y llora.
Quede en parte mi queja satisfecha,
tócame con el cuento de tu vara,  80
oirán siquiera el ruido de tus plumas
mis desventuras sumas;
que yo no quiero verte cara a cara,
ni que hagas más caso
—100→
de mí, que hasta pasar por mí de paso;  85
o que a tu sombra negra por lo menos,
si fueres a otra parte peregrino,
se le haga camino
por estos ojos de sosiego ajenos.
Quítame, blando sueño, este desvelo,  90
o de él alguna parte,
y te prometo, mientras viere el cielo,
de desvelarme sólo en celebrarte.



  —101→  

ArribaAbajoLetrillas




ArribaAbajoLetrilla lírica


   Flor que cantas, flor que vuelas,
y tienes por facistol
el laurel, ¿para qué al sol
con tan sonoras cautelas,
le madrugas y desvelas?  5
Digasmé,
dulce jilguero, ¿por qué?

   Dime, cantor ramillete,
lira de pluma volante,
silbo alado y elegante,  10
que en el rizado copete
luces flor, suenas falsete,
¿por qué cantas con porfía
invidia, que llora el día,
con lágrimas de la aurora,  15
si en la risa de Lidora
su amanecer desconsuelas?

   Flor que cantas, flor que vuelas,
y tienes por facistol
el laurel, ¿para qué al sol  20
con tan sonoras cautelas,
le madrugas y desvelas?
Digasmé,
dulce jilguero, ¿por qué?
—102→

   ¿En un átomo de pluma,  25
como tal concento cabe?
¿Cómo se esconde en una ave
cuanto el contrapunto suma?
¿Qué dolor hay, que presuma
tanto mal de su rigor,  30
que no suspenda el dolor
al Iris breve, que canta,
llena tan chica garganta
de orfeos y de vigüelas?

   Flor que cantas, flor que vuelas,  35
y tienes por facistol
el laurel, ¿para qué al sol
con tan sonoras cautelas,
le madrugas y desvelas?
Digasmé,  40
dulce jilguero, ¿por qué?

   Voz pintada, canto alado,
poco al ver, mucho al oído,
¿dónde tienes escondido
tanto instrumento templado?  45
Recata de mi cuidado
tus músicas y alegrías,
que las malas compañías
te volverán los cantares
en lágrimas, y pesares,  50
por más que a sirena anhelas.

   Flor que cantas, flor que vuelas,
y tienes por facistol
el laurel, ¿para qué al sol
con tan sonoras cautelas,  55
le madrugas y desvelas?
Digasmé,
dulce jilguero, ¿por qué?

  —103→  


ArribaAbajoLetrilla satírica


    Solamente un dar me agrada,
que es el dar en no dar nada.
Si la prosa que gasté
contigo, niña, llore,
y aun hasta agora la lloro,  5
¿qué haré la plata y el oro?
Ya no he de dar, si no fuere
al diablo, a quien me pidiere;
que tras la burla pasada,
solamente un dar me agrada,  10
que es el dar en no dar nada.

   Yo sé que si desta tierra
llevara el rey a la guerra
a niña que yo nombrara,
que a toda Holanda tomara,
por saber tomar mejor  5
que el ejército mayor
de gente más dotrinada,
solamente un dar me agrada,
que es el dar en no dar nada.

   Sólo apacibles respuestas,
y nuevas de algunas fiestas
le daré a la más altiva;
que de diez reales arriba,
ya en todo mi juicio pienso  5
que se pueden dar a censo,
mejor que a paje o criada.
Solamente un dar me agrada,
que es el dar en no dar nada.

   Sola me dio una mujer,
y esa me dio en que entender;
—104→
yo entendí que convenía
no dar en la platería,
y aunque en ella a muchas vi,  5
sólo palabra las di,
de no dar plata labrada.
Solamente un dar me agrada,
que es el dar en no dar nada.




ArribaAbajoLetrilla satírica


    Pues amarga la verdad,
quiero echarla de la boca;
y si al alma su hiel toca,
esconderla es necedad.
Sépase, pues libertad  5
ha engendrado en mí pereza
la pobreza.

   ¿Quién hace al ciego galán
y prudente al sin consejo?
¿Quién al avariento viejo  10
le sirve de río Jordán?
¿Quién hace de piedras pan,
sin ser el Dios verdadero?
El dinero.

   ¿Quién con su fiereza espanta,  15
el cetro y corona al rey?
¿Quién careciendo de ley
merece nombre de santa?
¿Quién con la humildad levanta
a los cielos la cabeza?  20
La pobreza.

   ¿Quién los jueces con pasión,
sin ser ungüento, hace humanos,
pues untándolos las manos
los ablanda el corazón?  25
—105→
¿Quién gasta su opilación
con oro, y no con acero?
El dinero.

   ¿Quién procura que se aleje
del suelo la gloria vana?  30
¿Quién siendo tan cristïana,
tiene la cara de hereje?
¿Quién hace que al hombre aqueje
el desprecio y la tristeza?
La pobreza.  35

   ¿Quién la montaña derriba
al valle, la hermosa al feo?
¿Quién podrá cuanto el deseo,
aunque imposible, conciba?
¿Y quién lo de abajo arriba  40
vuelve en el mundo ligero?
El dinero.




ArribaAbajoLetrilla lírica


    Rosal, menos presunción,
donde están las clavellinas,
pues serán mañana espinas
las que agora rosas son.

   ¿De qué sirve presumir,  5
rosal, de buen parecer,
si aún no acabas de nacer
cuando empiezas a morir?
Hace llorar y reír
vivo y muerto tu arrebol,  10
en un día o en un sol;
desde el oriente al ocaso
va tu hermosura en un paso,
y en menos tu perfección.
—106→

    Rosal, menos presunción,  15
donde están las clavellinas,
pues serán mañana espinas
las que agora rosas son.

   No es muy grande la ventaja
que tu calidad mejora:  20
si es tu mantilla la aurora,
es la noche tu mortaja:
no hay florecilla tan baja
que no te alcance de días,
y de tus caballerías,  25
por descendiente del alba,
se está riyendo la malva,
caballera de un terrón.

    Rosal, menos presunción,
donde están las clavellinas,  30
pues serán mañana espinas
las que agora rosas son.




ArribaAbajoLetrilla satírica


    Vuela, pensamiento, y diles
a los ojos que más quiero,
que hay dinero.

   Del dinero que pidió
a la que adorando estás,  5
las nuevas le llevarás,
pero los talegos no.
Di, que doy en no dar yo,
pues para hallar el placer,
el ahorrar y el tener  10
han mudado los carriles.
—107→
Vuela, pensamiento, y diles
a los ojos que más quiero,
que hay dinero.

   A los ojos, que en mirallos  15
la libertad perderás,
que hay dineros les dirás,
pero no gana de dallos;
yo sólo pienso cerrallos,
que no son la ley de Dios,  20
que se han de encerrar en dos,
si no en talegos cerriles.
Vuela, pensamiento, y diles
a los ojos que más quiero,
que hay dinero.  25

   Si con agrado te oyere
esa esponja de la villa,
que hay dinero has de decilla,
y que ¡ay! de quien le diere.
Si ajusticiar te quisiere,  30
está firme como Martos,
no te dejes hacer cuartos
de sus dedos alguaciles.
Vuela, pensamiento, y diles
a los ojos que más quiero,  35
que hay dinero.




ArribaAbajoLetrilla satírica


    Que no tenga por molesto
en doña Luisa don Juan,
ver que a puro solimán,
traiga medio turco el gesto,
porque piensa que con esto  5
ha de agradar a la gente:
      Malhaya quien lo consiente.
—108→

   Que adore a Belisa un bruto,
y que ella olvide sus leyes
si no es cual la de los reyes  10
adoración con tributo:
que a todos les venda el fruto
cuya flor llevó el ausente:
      Malhaya quien lo consiente.

   Que el mercader dé en robar  15
con avaricia crecida;
que hurte con la medida
sin tenerla en el hurtar;
que pudiendo maullar,
prender al ladrón intenté:  20
      Malhaya quien lo consiente.

   Que su limpieza exagere
porque anda el mundo al revés,
quien de puro limpio que es,
comer el puerco no quiere,  25
y que aventajarse espere
al Conde de Benavente:
      Malhaya quien lo consiente.

   Que el letrado venga a ser
rico por su mujer bella,  30
más por su parecer de ella,
que por su bien parecer,
y que no pueda creer
que esto su casa alimente:
      Malhaya quien lo consiente.  35

   Que de rico tenga fama
el médico desdichado,
y piense que no le ha dado
más su mujer en la cama,
—109→
curando de amor la llama,  40
que no en la cama el doliente:
      Malhaya quien lo consiente.

   Y que la viuda enlutada
les jure a todos por cierto,
que de miedo de su muerto,  45
siempre duerme acompañada:
que de noche esté abrazada
por esto de algún valiente:
      Malhaya quien lo consiente.

   Que pida una y otra vez,  50
fingiendo virgen el alma,
la tierna doncella palma,
si es dátil su doncellez;
y que dejándola en Fez,
la haga siempre presente:  55
      Malhaya quien lo consiente.

   Que el escribano en las salas
quiera encubrirnos su tiña,
siendo ave de rapiña
con las plumas de sus alas;  60
que echen sus cañones balas
a la bolsa del potente:
      Malhaya quien lo consiente.

   Que el que escribe sus razones
algo de razón se aleje,  65
y que escribiendo se deje
la verdad entre renglones:
que por un par de doblones
canonice al delincuente:
      Malhaya quien lo consiente.  70

  —110→  


ArribaAbajoLetrilla satírica


    Las cuerdas de mi instrumento
ya son en mí soledades,
locas en decir verdades,
con voces de mi tormento:
su lazo a mi cuello siento,  5
que me aflige y me importuna
con los trastes de fortuna;
mas pues su puente, si canto,
la hago puente de llanto,
que vierte mi pasión loca,  10
punto en boca.

   De las damas has de hallar,
si bien en ello reparas,
ser de solimán las caras,
las almas de rejalgar:  15
piénsanse ya remozar
y volver al color nuevo
haciendo Jordán un huevo
que les desmienta los años;
mas la fe de los antaños,  20
mal el aceite revoca.
Punto en boca.

   Dase al diablo, por no dar,
el avaro al alto o bajo,
y hasta los días de trabajo  25
los hace días de guardar.
Cautivo por ahorrar,
pobre para sí en dinero,
rico para su heredero,
si antes no para el ladrón  30
que dio jaque a su bolsón,
y ya perdido le invoca.
Punto en boca.
—111→

   Coche de grandeza brava
trae con suma bizarría,  35
el hombre, que aún no lo oía
sino cuando regoldaba.
Y el que sólo estornudaba,
ya a mil negros estornuda;
el tiempo todo lo muda.  40
Mujer casta es por mil modos
la que la hace con todos.
Mas pues a muchos les toca,
punto en boca.




ArribaAbajoLetrilla burlesca


Galán y Dama


GALÁN

    Si queréis alma, Leonor,
daros el alma confío.

DAMA

   ¡Jesús, qué gran desvarío!
Dinero será mejor.

GALÁN

    Ya no es nada mi dolor.  5

DAMA

    ¿Pues, qué es eso, señor mío?

GALÁN

    Diome calentura y frío,
y quitóseme el amor.

DAMA

   De que el alma queréis darme,
será más razón que os dé.  10

GALÁN

   ¿No basta el alma y la fe,
en trueco de acariciarme?

DAMA

   ¿Podré de ella sustentarme?

GALÁN

   El alma, bien puede ser.

DAMA

   ¿Y querrá algún mercader  15
por tela su alma trocarme?

GALÁN

   ¿Y es poco daros, Leonor,
si toda la alma os confío?

DAMA

   ¡Jesús qué gran desvarío!
Dinero fuera mejor.  20
—112→

GALÁN

   Dareos su pena también

DAMA

    Mejor será una cadena
que vuestra alma, y más en pena.

GALÁN

   Con pena pago el desdén.

DAMA

   Para una necesidad,  25
no hay alma como el dinero.

GALÁN

   Queredme vos como os quiero,
por sola mi voluntad.

DAMA

   No haremos buena amistad.

GALÁN

    ¿Por qué vuestro humor la estraga?  30

DAMA

   Porque cuando un hombre paga,
entonces trata verdad.

GALÁN

   ¿Qué más paga de un favor
que el alma y el albedrío?

DAMA

   ¡Jesús, qué gran desvarío!  35
Dinero será mejor.




ArribaAbajoLetrilla satírica


   Poderoso caballero
es don Dinero.

   Madre, yo al oro me humillo:
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado,  5
de contino anda amarillo;
que pues, doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.  10

   Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña,
viene a morir en España
y es en Génova enterrado;
—113→
y, pues quien le trae al lado  15
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero.

   Es galán, y es como un oro;
tiene quebrado el color;  20
persona de gran valor,
tan cristiano como moro;
pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero  25
es don Dinero.

   Son sus padres principales,
y es de nobles descendiente,
porque en las venas de Oriente
todas las sangres son reales;  30
y, pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero
es don Dinero.

   Mas ¿a quién no maravilla  35
ver en su gloria sin tasa,
que es lo menos de su casa
doña Blanca de Castilla?
Pero, pues da al bajo silla
y al cobarde hace guerrero,  40
poderoso caballero
es don Dinero.

   Sus escudos de armas nobles
son siempre tan principales,
que sin sus escudos reales  45
no hay escudos de armas dobles;
—114→
y, pues a los mismos robles
da codicia su minero,
poderoso caballero
es don Dinero.  50

   Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos;
y, pues él rompe recatos  55
y ablanda al juez más severo,
poderoso caballero
es don Dinero.

   Y es tanta su majestad,
aunque son sus duelos hartos,  60
que con haberle hecho cuartos,
no pierde su autoridad;
pero, pues da calidad
al noble y al pordiosero,
poderoso caballero  65
es don Dinero.

   Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición,
que a las caras de un doblón
hacen sus caras baratas;  70
y, pues hace las bravatas
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero
es don Dinero.

   Más valen en cualquier tierra  75
-¡mirad si es harto sagaz!-
sus escudos en la paz,
que rodelas en la guerra;
—115→
y, pues al pobre le entierra
y hace proprio al forastero,  80
poderoso caballero
es don Dinero.




ArribaAbajoLetrilla satírica


   Yo he hecho lo que he podido;
Fortuna, lo que ha querido.

   Los casos dificultosos,
tan justamente envidiados,
empréndenlos los honrados,  5
y acábanlos los dichosos;
y aunque no están envidiosos
en lo que me ha sucedido,
   yo he hecho lo que he podido;
Fortuna, lo que ha querido.  10

   Yo no condeno quejosos,
no quiero ensalzar sufridos,
de bienes no merecidos
no sé cómo hay envidiosos;
si no soy de los dichosos  15
por haberlo merecido,
   yo he hecho lo que he podido;
Fortuna, lo que ha querido.

   Lísida, siempre acontece,
y es firme ley sin mudanza,  20
que el bien es del que le alcanza
y no del que le merece;
y en vano me desvanece
ver, que en cuanto se ha ofrecido,
   yo he hecho lo que he podido;  25
Fortuna, lo que ha querido.
—116→

   Más honra al que es desdichado
que no se sepa razón,
que puede dar presunción
gran lugar mal empleado;  30
no me culpa mi cuidado,
porque en cuanto yo he vivido,
   yo he hecho lo que he podido;
Fortuna, lo que ha querido.

   Méritos son desperdicios  35
que ofenden todas orejas:
para realzar las quejas
son buenos ya los servicios;
y aunque el sembrar beneficios
produzca agravios y olvido,  40
   yo he hecho lo que he podido;
Fortuna, lo que ha querido.

   De mi desdicha me fío,
de fortuna nada espero,
si no es algún mal postrero,  45
que será el primer bien mío:
no corra más tras desvío,
y por no quedar corrido,
   yo he hecho lo que he podido;
Fortuna, lo que ha querido.  50



  —117→  

ArribaAbajoCanciones




ArribaAbajoLlama a Aminta al campo en amoroso desafío


   Pues quita al año primavera el ceño,
y el verano risueño
restituye a la tierra sus colores,
y en donde vimos nieve vemos flores;
y las plantas vestidas  5
gozan las verdes vidas,
dando a la voz del pájaro pintado
las ramas sombras, y el silencio el prado:
ven, Aminta, que quiero,
que viéndote primero,  10
agradezca sus flores este llano,
más a tu blanco pie que no al verano.

   Ven, veraste al espejo de esta fuente,
pues suelta la corriente
del cautiverio líquido del frío,  15
perdiendo el nombre, aumenta el suyo al río.
Las aguas que han pasado,
oirás por este prado
llorar, no haberte visto, con tristeza:
mas en las que mirares tu belleza  20
verás alegre risa,
y cómo las dan prisa,
murmurando su suerte a las primeras,
por poderte gozar las venideras.
—118→

   Si te ofende el sol ardiente y puro,  25
ven, que yo te aseguro,
que si te ofende, le has de vencer luego,
pues se vale él de luz, y tú de fuego.
Mas si gustas de sombra,
en esta verde alfombra  30
una vid tiene un olmo muy espeso,
no sé si diga que abrazado o preso;
y a sombra de sus ramas
le darán nuestras llamas,
ya los digan abrazos o prisiones,  35
envidia al olmo, y a la vid pasiones.

   Ven, que te aguardan ya los ruiseñores,
y los tonos mejores,
porque los oigas tú, dulce tirana,
los dejan de cantar a la mañana;  40
y los tonos mejores,
porque los oigas tú, dulce tirana,
los dejan de cantar a la mañana;
tendremos invidiosas
las tórtolas mimosas,  45
pues viéndonos de gloria y gusto ricos,
imitarán los labios con los picos;
aprenderemos dellas
soledad y querellas,
y en pago aprenderán de nuestros lazos,  50
su voz requiebros, y su pluma abrazos.

   ¡Ay! si llegases ya, qué tiernamente
al ruido de esta fuente
gastáramos las horas y los vientos,
en suspiros y músicos acentos.  55
Tu aliento bebería
en ardiente porfía,
que igualase las flores de este suelo,
y las estrellas con que alumbra el cielo,
—119→
sellaría en tus ojos,  60
soberbios con despojos,
y en tus mejillas, sin igual, tan bellas,
sin prado flores, y sin cielo estrellas.

   Halláramos aquí la blanca aurora
riendo, cuando llora;  65
la noche alegre, cuando el cielo y tierra,
tantos ojos nos abre como cierra:
fuéramos cada instante
nueva amada y amante,
y así tendría en firmeza tan crecida  70
la muerte estorbo, y suspensión la vida;
y vieran nuestras bocas,
en ramos de estas rocas,
ya las aves consortes, ya las viudas,
más elocuentes ser, cuanto más mudas.  75




ArribaAbajoEncarece la suma flaqueza de una dama


   No os espantéis, señora Notomía,
que me atreva este día,
con exprimida voz convaleciente,
a cantar vuestras partes a la gente:
que de hombre es, y de hombres importantes,  5
el caer en flaquezas semejantes.

   La pulga escribió Ovidio, honor romano,
y la mosca Luciano,
Homero de las ranas: yo confieso,
que ellos cantaron cosa de más peso;  10
yo escribiré, y con pluma más delgada,
materia más sutil y delicada.

   Quién tan sin carne os viere, si no es ciego,
yo sé, que dirá luego,
—120→
mirándoos toda puntas de rastillo,  15
que os engendró algún miércoles corvillo.
Y quien os llama pez no desatina,
pues sois, siendo tan negra, tan espina.

   Defiéndaos Dios de sastre o zapatero,
que aunque no sois de acero,  20
o por punzón o lesna, es caso llano,
que ambos en competencia os echen mano.
Mas vos, para sacarles de la puja,
juraste de vainicas por aguja.

   Bien sé que apasionáis los corazones,  25
pero es con las pasiones
de cuaresma, y traspasos de la cara,
hiriendo amor con vos, como con jara,
y agudo vuestro cuerpo tiene voto,
de ser aún más sutil que lo fue Seoto.  30

   Miente vuestro galán, de quien sois dama,
si, al confesarse, os llama
su pecado de carne, si aun al veros
no pudo en carnes, aun estando en cueros.
Pero hanme dicho, que andan por la calle  35
picados más de dos de vuestro talle.

   Mas sepan que a mujer tan amolada,
consumida, estrujada,
débil, magra, sutil, buida, ligera,
que ha menester, por no picar, contera,  40
cualquiera, que con fin malo la toque,
se condena a la plaga de San Roque.

   Aun la sarna no os come con su gula,
y sola tenéis bula
para no sustentar alma viviente,  45
ni aun a vos, con ser toda un puro diente.
—121→
Y así, del acostarse en guijas duras,
dicen, vuestra alma tiene mataduras.

   Hijos somos de Adán en este suelo,
la nada es nuestro abuelo;  50
y salístele vos tan parecida,
que apenas algo sois en esta vida.
Voz en güeco sois que llaman eco;
mas cosa de aire son la voz, y el güeco.

   Bien, pues sin cuerpo casi, sois un alma,  55
vuestra alma anda en la palma;
pero los enemigos no sois della,
que el mundo es grande, y es la carne bella;
mas, si el argumentillo mal no entablo,
por espíritu sólo sois el diablo.  60

   Hanme dicho también por cosa cierta,
que para vos no hay puerta,
ni postigo cerrado, ni ventana;
porque, como la luz de la mañana,
siendo de noche más vuestros indicios,  65
os entráis sin sentir por los resquicios.

   Pero aunque, flaca mía, tan angosta
estéis, y tan langosta,
tan mondada, y enjuta, y tan delgada,
tan roída, exprimida, anonadada,  70
que estrechamente os he de amar confío,
siendo amor de raíz el amor mío.

   Mas después de esta vida, y de tu guerra,
que fuereis a la tierra,
si algo queda de vos, ¿será tamaño  75
que no saque su vientre de mal año?
Pues ¿qué ha de hacer con huésped tan enjuto,
que le preparen tumba en un cañuto?
—122→

   Un consejo os daré, de amor indicio,
que para el día del juicio  80
troquéis con otro muerto en las cavernas,
desde la paletilla hasta las piernas;
pues si devanadera os ven mondada,
no ha de haber condenada sin risada.

   Pero aunque mofen los desnudos gonces,  85
os salvaréis entonces;
que no es posible, el premio se os impida,
siendo acá tan estrecha vuestra vida,
y que al justo os vendrá de bulto exenta,
camino angosto y apretada cuenta.  90

   Verdadera canción, cortad la hebra,
que aquel refrán no os vale,
la verdad adelgaza, mas no quiebra:
pues hay otro refrán, y es más probado,
que todo quiebra por lo más delgado.  95



  —123→  

ArribaAbajoDécimas, redondillas y madrigal




ArribaAbajoEn lo penoso de estar enamorado


    ¡Qué verdadero dolor,
y qué apurado sufrir!
¡Qué mentiroso vivir!
¡Qué puro morir de amor!
   ¡Qué cuidados a millares!  5
¡Qué encuentros de pareceres!
¡Qué limitados placeres,
y qué colmados pesares!
   ¡Qué amor y qué desamor!
¡Qué ofensas!, ¡qué resistir!  10
¡Qué mentiroso vivir!
¡Qué puro morir de amor!
   ¡Qué admitidos devaneos!
¡Qué amados desabrimientos!
¡Qué atrevidos pensamientos,  15
y qué cobardes deseos!
   ¡Qué adorado disfavor!
¡Qué enmudecido sufrir!
¡Qué mentiroso vivir!
¡Qué puro morir de amor!  20
   ¡Qué negociados engaños
y qué forzosos tormentos!
¡Qué aborrecidos alientos
y qué apetecidos daños!
   ¡Y qué esfuerzo y qué temor!  25
¡Qué no ver! ¡Qué prevenir!
¡Qué mentiroso vivir!
¡Qué puro morir de amor!
—124→
   ¡Qué enredos, ansias, asaltos!
¡Y qué conformes contrarios!  30
¡Qué cuerdos! ¡Qué temerarios!
¡Qué vida de sobresaltos!
   Y que no hay muerte mayor,
que el tenella y no morir:
¡qué mentiroso vivir!,  35
¡qué puro morir de amor!




ArribaAbajoMadrigal


    Está la ave en el aire con sosiego,
en la agua el pez, la salamandra en fuego,
y el hombre, en cuyo ser todo se encierra,
está en sola la tierra.
Yo sólo, que nací para tormentos,  5
estoy en todos estos elementos:
la boca tengo en aire suspirando,
el cuerpo en tierra está peregrinando,
los ojos tengo en llanto noche y día,
y en fuego el corazón y la alma mía.  10




ArribaAbajoPasiones de ausente enamorado


    Este amor, que yo alimento
de mi propio corazón,
no nace de inclinación,
sino de conocimiento.
   Que amor de cosa tan bella,  5
y gracia, que es infinita,
si es elección, me acredita,
si no acredita mi estrella.
   ¿Y qué deidad me pudiera
inclinar a que te amara,  10
que ese poder no tomara
para sí, si le tuviera?
—125→
   Corrido, señora, escribo
en el estado presente,
de que estando de ti ausente,  15
aún parezca que estoy vivo.
   Pues ya en mi pena y pasión,
dulce Tirsi, tengo hechas
de las plumas de tus flechas
las alas del corazón.  20
   Y sin poder consolarme,
ausente, y amando firme,
más hago yo en no morirme,
que hará el dolor en matarme.
   Tanto he llegado a quererte,  25
que siento igual pena en mí,
del ver, no viéndote a ti,
que adorándote no verte.
   Si bien recelo, señora,
que a este amor serás infiel,  30
pues ser hermosa y cruel
te pronostica traidora.
   Pero traiciones dichosas
serán, Tirsi, para mí,
por ver dos caras en ti,  35
que han de ser por fuerza hermosas.
   Y advierte que en mi pasión,
se puede tener por cierto,
que es decir ausente y muerto,
dos veces una razón.  40




ArribaAbajoDécimas burlándose de todo estilo afectado



    Con tres estilos alanos
quiero asirte de la oreja,
porque te tenga mi queja
ya que no pueden mis manos.
—126→
La habla de los cristianos  5
es lenguaje de ramplón;
por eso va la razón
de un circunloquio discreto
en retruécano y conceto,
como en calzas y en jubón.  10


Estilo primero

    Amar y no merecer,
temer y desconfiar,
dichas son para obligar,
penas son para ofender.
Acobardar el querer,  15
cuando más valor aplique,
es hacer que multiplique
el miedo su calidad,
para más seguridad.
(¡Tómate este tique-mique!)  20

   Lágrimas desconsoladas
son descanso sin sosiego,
y diligencias del fuego,
más vivas cuando anegadas.
Las memorias olvidadas  25
en la voluntad sencilla
son golfo que miente orilla,
son tormenta lisonjera,
en donde expira el que espera.
(¡Qué linda recancanilla!)  30

   El tener desconfianza
es tener y presumir,
y apetecer el morir
mucho de grosero alcanza.
Quien osa tener mudanza,  35
se culpa en el bien que asiste;
—127→
y quien se precia de triste,
goza con satisfacción
la pena por galardón.
(¡Pues pápate aqueste chiste!)  40


Vuelve a proseguir

    Pero, siendo tú en la villa
dama de demanda y trote,
bien puede ser que del mote
no hayas visto la cartilla.
Va del estilo, que brilla  45
en la culterana prosa,
grecizante y latinosa:
mucho será si me entiendes.
Yo vacío piras, y asciendes:
culto va, señora hermosa.  50


Estilo segundo

   Si bien el palor ligustre
desfallece los candores,
cuando muchos esplendores,
conduce a poco palustre.
Construye el aroma ilustre  55
víctima de tanto culto,
presintiendo de tu bulto
que rayos fulmina horrendo.
(Ni me entiendes, ni te entiendo:
pues cátate que soy culto.)  60


Prosigue

   No me va bien con lenguaje
tan de grados y corona:
hablemos prosa fregona
que en las orejas se encaje.
—128→
Yo no escribo con plumaje,  65
sino con pluma; pues ya
tanto bien barbado da
en escribir al revés,
óyeme tu dos por tres
lo que digo de pe a pa.  70


Estilo tercero

    Digo, pues, que yo te quiero,
y que quiero que me quieras,
sin dineros, ni dineras,
ni resabios de tendero.
De muy mala gana espero:  75
date prisa, que si no,
luego me cansaré yo
y perderás este lance.
(¡Bien haya tan buen romance,
y el padre que le engendró!)  80



  —129→  

ArribaAbajoJácaras y bailes




ArribaAbajoJácara donde refiere Mari Pizorra honores suyos y alabanzas


    Con mil honras, vive cribas,
me llaman Mari Pizorra,
y en Jerez me azotaron,
me azotaron con mil honras.
   Por lo menos no me vieron  5
en las espaldas corcova,
ni dije esta boca es mía,
al levantar de la roncha.
   Tres amas a quien serví
de lo que llaman fregona,  10
dijeron que les vaciaba
en su servicio las joyas.
   Si fue verdad, Dios lo sabe,
no quiero apurar historias;
basta que el chillón no dixo,  15
hechicera, ni coroza.
   Puedo llevar descubierta
la cara por toda Europa
porque he vendido mi manto,
y porque no tengo toca.  20
   A quien me llama liviana,
la desmienten cinco arrobas
que peso, tómeme a cuestas
el que me cuenta por onzas.
   Nadie tiene que decir  25
de mi vida y de mis obras;
—130→
no soy la primer mujer
que contra su gusto azotan.
   Si dicen que tengo amigos,
eso me sirve de loa,  30
que nunca es bueno que tengan
enemigos las personas.
   Verdad es que me entregué
a Mojarrilla el de Soria,
de quien dieron mala cuenta  35
algunos chismes de bolsas.
   Fue del mar, vino del mar,
si remaba poco importa,
los hombres van a galeras,
que no tienen de ir las monjas.  40
   Lo del negro fue mentira
que me levantó la Monda,
para mi punto era bueno
gastar pecados de sombra.
   Si ahorcaron a Pablillos,  45
la culpa tuvo la soga,
por lo menos murió bien,
y con ciegos a mi costa.
   La cabeza del verdugo
le servía de garzota,  50
y el Deo gracias de esparto
fue pepita de la horca.
   Lo del corchete es verdad,
no haya miedo que me corra,
mas era muy bien nacido,  55
y soplón de ejecutoria.
   En mi vida echó las habas,
antes me echaba a mi propia,
llamáronme araña, y fue
porque andaba tras la mosca.  60
   Caseme con un mulato,
que fue la fama de Ronda,
—131→
tener marido de estraza,
no sé yo para qué estorba.
   Comiendo la olla un martes  65
se quedó muerto en las sopas;
y me llaman desollada,
y como siempre dos ollas.
   Si mi vida es la que he dicho,
¿qué tienen que hablar las trongas?  70
Tengan vergüenza y aprendan,
que hay mucho de unas a otras.




ArribaAbajoBaile de los nadadores


   Al agua nadadores,
nadadores al agua,
alto a guardar la ropa,
que en eso está la gala.
   En el mar de la corte,  5
en los golfos de chanzas,
donde tocas y cintas
disimulan escamas,
   es menester gran cuenta,
porque a veces se atascan  10
en enaguas y ovas
nadadores de fama.
   Tiburón afeitado
anda por esas plazas,
armado sobre espinas,  15
armado sobre garras.
   Acuéstanse lampreas,
sirenas se levantan;
son mero en el estrado,
son mielgas en la cama.  20
   Ya congrio con guedejas,
delfín con arracadas,
—132→
que pronostican siempre
al dinero borrascas.
   Veréis unas atunes  25
cargadas de oro y plata,
con mantos de soplillo
vendiendo las hijadas.
   Tapadas de medio ojo,
cada punto se hallan  30
abadejos mujeres,
arremendando caras.
   El rico es el bonito,
el pobre es la pescada,
las truchas son las hijas,  35
las madres son las carpas.
   Merluzas son las lindas,
y por salmón se pagan;
comedla como pulpos,
azotes con su salsa.  40
   Ballenas gordiviejas,
corto cuello y gran panza,
muchachuelos sardinas
de ciento en ciento tragan.
   Guárdese todo el mundo,  45
porque quien no se guarda,
se le comen pescados
con verdugado y sayas.

   Los amores, madre,
son como güevos,  50
los pasados por agua
son los más tiernos.
   Leandro en tortilla,
estrellada Hero;
los pobres perdidos,  55
los ricos revueltos.
   Los celosos fritos,
asados los necios,
—133→
los pagados dulces,
los sin blanca güeros.  60
   El amor es nadador,
desnudo y desnudador.
   El amar es, pues, nadar,
desnudar y desnudar.

   Al agua no la temen  65
ni mis brazos ni espaldas;
mi gaznate está solo
reñido con el agua.
   Yo soy pez de la bota,
yo soy tenca de Illana,  70
y soy el peje Osorio
y el barbo de la barba.
   De Sahagún soy cuba,
de San Martín soy taza,
soy alano de Toro,  75
y soy de Coca marta.
   Soy mosquito profeso,
soy aprendiz de rana;
de taberna y de loco
tengo ramo, que basta.  80
   Zabúllete, chiquilla,
que por chica y delgada,
pasarás por anchoba
para las ensaladas.
   ¡Oh! cómo se chapuzan,  85
qué sueltos se abalanzan,
y con el rostro y brazos
las corrientes apartan.
   Ya nadan de bracete,
ya sólo un brazo sacan;  90
ya, como segadores,
cortan la espuma blanca.
   De espaldas dan la vuelta,
hechos remos las palmas;
—134→
a vuelta de la trucha  95
es la mejor mudanza.
   Llegan al remolino,
juntos los arrebata,
las ollas se los sorben,
las ondas los levantan.  100
   Cuatro bajeles vivos
parecen en escuadra,
que al amor, que los lleva,
le vienen dando caza.
   Ahogose el cuitado,  105
salada muerte traga;
a coces y a rapiñas
a la orilla le sacan.
   Si a nadar,
otra vez entrare en el mar,  110
aunque todos me embelequen,
las tabernas se me sequen
y se me llueva el tragar.
   La que nada con poeta,
con mancebito veleta,  115
bailarín de castañeta,
godo y peto, y todo trazas,
nadará con calabazas.
   La que nada con mirlados,
carininfos y azufrados,  120
necios, pobres y hinchados,
no nada entre cuello y ligas,
esa nada con vejigas.
   La que nada con pelones,
y trueca dones en dones,  125
el paseo por doblones,
la cadena por la soga,
esa nadando se ahoga.

   Los amores, madre,
son como güevos,  130
—135→
los pasados por agua
son los más tiernos.
   Leandro en tortilla,
estrellada Hero;
los pobres perdidos,  135
los ricos revueltos.
   Los celosos fritos,
asados los necios,
los pagados dulces,
los sin paga güeros.  140



  —136→  

ArribaAbajoEpístolas y poemas




ArribaAbajo A Cristo resucitado


(Poema heroico)


(Fragmentos)



    Era la noche, y el común sosiego,
los cuerpos desataba del cuidado,
y resbalando en luz dormida el fuego,
mostraba el cielo atento y desvelado:
y en alto silencio mudo y ciego
descansaba en los campos el ganado,
sobre las guardas con nocturno ceño,
las horas negras derramaron sueño.

   Temblaron los umbrales y las puertas,
donde la majestad negra y oscura
las frías desangradas sombras muertas
oprime en ley desesperada y dura:
las tres gargantas al ladrido abiertas,
viendo la nueva luz divina y pura,
enmudeció Cerbero, y de repente
hondos suspiros dio la negra gente.

   Gimió debajo de los pies el suelo,
desiertos montes de ceniza canos,
que no merecen ver ojos del cielo:
y en nuestra amarillez ciegan los llanos.
—137→
Acrecentaban miedo y desconsuelo
los roncos perros, que en los reinos vanos
molestan el silencio y los oídos,
confundiendo lamentos y ladridos.

   En el primer umbral con ceño airada,
la guerra estaba en armas escondida:
la flaca enfermedad desamparada,
con la pobreza vil desconocida;
la hambre perezosa desmayada,
la vejez corva, cana e impedida,
el temor amarillo, y los esquivos
cuidados veladores, vengativos.

   Asiste con el rostro ensangrentado
la discordia furiosa, y el olvido
ingrato, y necio: el sueño descuidado,
yace a la muerte helada parecido;
el llanto con el luto desgreñado,
el engaño traidor apetecido,
la envidia carcomida de su intento,
que del bien por su mal hace alimento.

   Mal persuadida y torpe consejera,
la inobediencia trágica y culpada,
conduce a la señal de su bandera
gente, en su presunción desesperada:
la soberbia rebelde y comunera,
de sí propia se teme despeñada,
pues cuanto crece más su orgullo fiero,
se previene mayor despeñadero.

   Del pálido esqueleto, que bañado
de amarillez, como el horror teñido,
el rostro de sentidos despoblado,
en cóncavas tinieblas dividido;
la guadaña sin filos del pecado.
—138→
Lo inexorable del blasón vencido,
fiera y horrenda en la primera puerta,
la formidable muerte estaba muerta.

   Las almas en el limbo sepultadas,
que por confusos senos discurrían,
después que de los cuerpos desatadas,
en las prestadas sombras se escondían:
las dulces esperanzas prolongadas,
esforzaban de nuevo y repetían;
cuando el ángel que habita fuego y penas,
ardiendo en los volcanes de sus venas,

   vio de su sangre en púrpura vestido
(de honrosos vituperios coronado)
venir al Redentor esclarecido,
que fue en la Cruz, para vencer, clavado:
viole venir, y ciego y afligido,
al arma, dijo, al arma, y demudado
de sí (viéndose) vio ¡gran desventura!,
quien, cuando quiso Dios, tuvo hermosura.


   «Yo fui muerto por vos, que coronado
por todos fuisteis muerto, cuando el día
vio cadáver la luz del sol dorado.
Vos fuisteis precursor de mi alegría,
le dijo Cristo a Juan, vos degollado
del que buscaba la garganta mía:
tanto más que profeta sois al verme,
cuanto excede el mostrarme al prometerme.

   »Seguidme, y poblaréis dichosas sillas,
que la soberbia me dejó desiertas;
dejad estas prisiones amarillas,
eterna habitación de sombras muertas:
—139→
sed parte de mis altas maravillas,
y del cielo estrenad gloriosas puertas».
Dijo, y siguió su voz el coro atento,
con aplauso de gozo y de contento.

   Luego que el ciego y mudo caos dejaron,
y alto camino de la luz siguieron,
desesperados llantos resonaron,
de las escuadras negras que lo vieron:
las puertas de su reino aún no miraron,
que medrosos de Dios no se atrevieron;
pues viéndole partir, aun mal seguros,
huyeron de los límites oscuros.

   Subiéronse a los duros y altos cerros,
y viendo caminar la escuadra santa,
la invidia les dobló cárcel y hierros,
no pudiendo sufrir grandeza tanta:
reforzoles la pena y los destierros,
ver su frente pisar con mortal planta;
los ojos le cubrió muerte enemiga,
y el aire se vistió de noche antigua.

   Llegó Cristo glorioso en sus banderas,
en tanto que padece el Rey violento,
del siempre verde sitio a las riberas,
que abrió con su pasión y su tormento:
riéronse a sus pies las primaveras,
y en hervores de luz encendió el viento;
abriéronse las puertas cristalinas,
y corrió el paraíso las cortinas.

   Hay un lugar en brazos de la aurora,
que el Oriente se ciñe por guirnalda;
sus jardineros con Céfiro y Flora,
el sol enzarza en oro su esmeralda:
—140→
el cielo de sus plantas enamora,
jardín Narciso de la varia falda;
y el comercio de rosas con estrellas,
enciende en joyas la belleza de ellas.

   Por gozar del jardín docta armonía,
que el pájaro delata en la garganta,
a las tinieblas tiraniza el día
el tiempo, y con sus horas se levanta:
su luz y no su llama el sol envía,
y con la sombra de una y otra planta,
seguro de prisión del hielo frío,
líquidas primaveras tiembla el río.

   El firmamento duplicado en flores,
se ve en constelaciones olorosas:
ni mustias envejecen con calores,
ni caducan con nieves rigurosas:
Naturaleza admira en las labores,
con respeto anda el aire entre las rosas,
que sólo toca en ellas manso el viento,
lo que basta a roballas el aliento.

   Pródiga ya la luz de su tesoro,
más claros recibió, que daba,
acrisolaron los semblantes de oro
las espléndidas luces que miraba
el Redentor siguió el sagrado coro
al pie de Cristo, y en su cruz se clava;
saludó Adán la antigua patria, y todos
después la saludaron de mil modos.


   Apareció la Humanidad sagrada,
amaneciendo llagas en rubíes,
en joya centellante la lanzada,
los golpes en piropos carmesíes:
—141→
la corona de espigas esmaltada,
sobre el coral mostró cielos turquíes,
explayábase Dios por todo cuanto
se vio del cuerpo glorioso, y santo.

   En torno las seráficas legiones
nube ardiente tejieron con sus alas;
y para recibirle las regiones
líquidas estudiaron nuevas galas;
el hosanna glosado en las canciones,
se oyó suave en las eternas salas;
y el cárdeno palacio del Oriente,
con esfuerzo de luz se mostró ardiente.

   La cruz en la mano descubierta,
con los clavos más rica que rompida;
la gloria la saluda por su puerta,
a las dichosas almas prevenida;
viendo a la muerte desmayada y muerta,
con nuevo aliento respiró la vida,
pobláronse los cóncavos del cielo,
y guareció de su contagio el suelo.




ArribaEpístola satírica y censoria


contra las costumbres presentes de los castellanos, escrita a don Gaspar de Guzmán, conde de Olivares en su valimiento


    No he de callar, por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.

   ¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?  5
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
—142→

   Hoy, sin miedo que libre escandalice,
puede hablar el ingenio, asegurado
de que mayor poder le atemorice.

   En otros siglos pudo ser pecado  10
severo estudio, y la verdad desnuda,
y romper el silencio el bien hablado.

   Pues sepa, quien lo niega y quien lo duda,
que es lengua, la verdad, de Dios severo,
y la lengua de Dios nunca fue muda.  15

   Son, la verdad y Dios, Dios verdadero:
ni eternidad divina los separa,
ni de los dos alguno fue primero.

   Si Dios a la verdad se adelantara,
siendo verdad, implicación hubiera  20
en ser, y en que verdad de ser dejara.

   La justicia de Dios es verdadera,
y la misericordia, y todo cuanto
es Dios, todo ha de ser verdad entera.

   Señor excelentísimo: mi llanto  25
ya no consiente márgenes ni orillas:
inundación será la de mi canto.

   Ya sumergirse miro mis mejillas,
la vista por dos urnas derramada
sobre las aras de las dos Castillas.  30

   Yace aquella virtud desaliñada
que fue, si rica menos, más temida,
en vanidad y en sueño sepultada.

   Y aquella libertad esclarecida
que, en donde supo hallar honrada muerte,  35
nunca quise tener más larga vida.
—143→

   Y, pródiga del alma, nación fuerte,
contaba por afrenta de los años
envejecer en brazos de la suerte.

   Del tiempo el ocio torpe, y los engaños  40
del paso de las horas y del día,
reputaban los nuestros por extraños.

   Nadie contaba cuánta edad vivía,
sino de qué manera; ni aun un hora
lograba sin afán su valentía.  45

   La robusta virtud era señora,
y sola dominaba al pueblo rudo:
edad, si mal hablada, vencedora.

   El temor de la mano daba escudo
al corazón que, en ella confiado,  50
todas las armas despreció desnudo.

   Multiplicó en escuadras un soldado
su honor precioso, su ánimo valiente,
de sola honesta obligación armado.

   Y, debajo del cielo, aquella gente,  55
si no a más descanso, a más honroso
sueño entregó los ojos, no la mente.

   Hilaba la mujer para su esposo
la mortaja primero que el vestido;
menos le vio galán que peligroso.  60

   Acompañaba el lado del marido
más veces en la hueste que en la cama.
Sano le aventuró, vengole herido.

   Todas matronas, y ninguna dama;
que nombres del halago cortesano  65
no admitió lo severo de su fama.
—144→

   Derramado y sonoro el Océano,
era divorcio de las rubias minas
que usurparon la paz del pecho humano.

   Ni los trujo costumbres peregrinas  70
el áspero dinero, ni el Oriente
compró la honestidad con piedras finas.

   Joya fue la virtud pura y ardiente;
gala el merecimiento y alabanza;
sólo se codiciaba lo decente.  75

   No de la pluma dependió la lanza,
ni el cántabro con cajas y tinteros
hizo el campo heredad, sino matanza.

   Y España, con legítimos dineros,
no mendigando el crédito a Liguria,  80
más quiso los turbantes que los ceros.

   Menos fuera la pérdida y la injuria
si se volvieran Muzas los asientos:
que esta usura es peor que aquella furia.

   Caducaban las aves en los vientos  85
y expiraba decrépito el venado:
grande vejez duró en los elementos.

   Que el vientre, entonces bien disciplinado,
buscó satisfacción y no hartura,
y estaba la garganta sin pecado.  90

   Del mayor infanzón de aquella pura
república de grandes hombres era
una vaca sustento y armadura.

   No había venido, al gusto linsojera,
la pimienta arrugada, ni del clavo  95
la adulación fragante forastera.
—145→

   Carnero y vaca fue principio y cabo,
y con rojos pimientos y ajos duros,
también como el señor comió el esclavo.

   Bebió la sed los arroyuelos puros;  100
después mostraron del carquesio a Baco
el camino los brindis mal seguros.

   El rostro macilento, el cuerpo flaco,
eran recuerdo del trabajo honroso,
y honra y provecho andaban en un saco.  105

   Pudo sin miedo un español velloso
llamar a los tudescos «bacanales»,
y al holandés «hereje y alevoso».

   Pudo acusar los celos desiguales
a la Italia; pero hoy de muchos modos  110
somos copias, si son originales.

   Las descendencias gastan muchos godos,
todos blasonan, nadie los imita,
y no son sucesores, sino apodos.

   Vino el betún precioso que vomita  115
la ballena, o la espuma de las olas,
que el vicio, no el olor, nos acredita.

   Y quedaron las huestes españolas
bien perfumadas, pero mal regidas,
y alhajas las que fueron pieles solas.  120

   Estaban las hazañas mal vestidas,
y aún no se hartaba de buriel y lana
la vanidad de fembras presumidas.

   A la seda pomposa siciliana
que manchó ardiente múrice, el romano  125
y el oro hicieron áspera y tirana.
—146→

   Nunca al duro español supo el gusano
persuadir que vistiese su mortaja,
intercediendo el Can por el verano.

   Hoy desprecia el honor al que trabaja,  130
y entonces fue el trabajo ejecutoria,
y el vicio graduó la gente baja.

   Pretende el alentado joven gloria
por dejar la vacada sin marido,
y de Ceres ofende la memoria.  135

   Un animal a la labor nacido
y símbolo celoso a los mortales,
que a Jove fue disfraz y fue vestido;

   que un tiempo endureció manos reales,
y detrás de él los cónsules gimieron,  140
y rumia luz en campos celestiales,

   ¿por cuál enemistad se persuadieron
a que su apocamiento fuese hazaña,
y a las mieses tan grande ofensa hicieron?

   ¡Qué cosa es ver un infanzón de España  145
abreviado en la silla a la jineta,
y gastar un caballo en una caña!

   Que la niñez al gallo le acometa
con semejante munición apruebo;
mas no la edad madura y la perfeta.  150

   Ejercite sus fuerzas el mancebo
en frentes de escuadrones; no en la frente
del útil bruto la asta del acebo.

   El trompeta le llame diligente,
dando fuerza de ley al viento vano,  155
y al son esté el ejército obediente.
—147→

   ¡Con cuánta majestad llena la mano
la pica, y el mosquete carga el hombro,
del que se atreve a ser buen castellano!

   Con asco entre las otras gentes nombro  160
al que de su persona, sin decoro,
más quiere nota dar que dar asombro.

   Jineta y caña son contagio moro;
restitúyanse justas y torneos,
y hagan paces las capas con el toro.  165

   Pasadnos vos de juegos a trofeos;
que sólo grande rey y buen privado
pueden ejecutar estos deseos.

   Vos, que hacéis repetir siglo pasado
con desembarazarnos las personas  170
y sacar a los miembros de cuidado;

   vos distes libertad con las valonas
para que sean corteses las cabezas,
desnudando el enfado a las coronas.

   Y, pues vos enmendastes las cortezas,  175
dad a la mejor parte medicina:
vuélvanse los tablados fortalezas.

   Que la cortés estrella que os inclina
a privar, sin intento y sin venganza,
milagro que a la invidia desatina,  180

   tiene por sola bienaventuranza
el reconocimiento temeroso:
no presumida y ciega confianza.

   Y si os dio el ascendiente generoso
escudos, de armas y blasones llenos,  185
y por timbre el martirio glorïoso,
—148→

   mejores sean por vos los que eran buenos
Guzmanes, y la cumbre desdeñosa
os muestre a su pesar campos serenos.

   Lograd, señor, edad tan venturosa;  190
y cuando nuestras fuerzas examina
persecución unida y belicosa,

   la militar, valiente disciplina
tenga más platicantes que la plaza;
descansen tela falsa y tela fina.  195

   Suceda a la marlota la coraza,
y si el Corpus con danzas no los pide,
velillos y oropel no hagan baza.

   El que en treinta lacayos los divine,
hace suerte en el toro, y con un dedo  200
la hace en él la vara que los mide.

   Mandallo ansí; que aseguraros puedo
que habéis de restaurar más que Pelayo,
pues valdrá por ejércitos el miedo,
y os verá el cielo administrar su rayo.  205