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1

El pionero libro de S. Timpanaro La genesi del metodo di Lachmann (1963), Padua, 1985, y el revelador artículo de P. L. Schmidt «Lachmann's Method: In the History of a Misunderstanding», en The Uses of Greek and Latin, ed. A. C. Dionisotti et al., Londres, 1988, págs. 227-236, han quedado ahora anticuados por la monografía de Giovanni Fiesoli La genesi del lachmannismo, Florencia, 2000 (ahí la cita de Lachmann, en la pág. 361), cuya gran solidez en el detalle pide ser complementada merced a un mayor interés por el contexto intelectual de las cuestiones que trata; vid., así, los sugestivos panoramas de P. Hummel, Histoire de l'histoire de la philologie. Étude d'un genre épistémologique et bibliographique, Ginebra, 2000, y C. Ridoux, Évolution des études médiévales en France de 1860 a 1914, París, 2001.

 

2

Uno de los patriarcas de la estemática, el estupendo cascarrabias que fue Paul Meyer, confesando el carácter arcano de los textos a cuya sombra tan decisivamente se moldeó el soi-disant lachmannismo, señalaba ya en 1874: «Pour l'Italie, la période ancienne de la langue et de la littérature est en même temps la période classique. Pour nous, la période classique, c'est le XVIIe siècle. Tout le développement antérieur appartient au domaine de l'érudition, et ne peut attirer l'attention d'un public simplement lettré». Lo cita, con fina glosa, M. B. Speer, en Romance Philology, XXXII (1978-1979), pág. 343; el caldo de cultivo de las actitudes de Meyer se ve bien en otro trabajo de la profesora Speer, «Entre le manuscrit et le texte authentique: une leçon du passé», en La filologia testuale e le scienze umane, Roma, 1994, págs. 239-254.

 

3

El término forjado por Dom Quentin se emplea mayormente con el valor restrictivo de «crítica textual», pero creo que cada vez va teniendo más eco la atinada exhortación de Aurelio Roncaglia a hacerle abarcar «tutti gli aspetti» de la edición de textos, «anche quelli ... concernenti, di là dall'assetto interno del testo, anche l'assetto esterno dell'edizione (modi di messa in pagina, disposizione, titolazione, uso differenziato dei caratteri grafici, corredo d'illustrazioni e d'indici, ecc. (Principi e applicazioni di critica testuale, Roma, 1975, pág. 26). A la acepción más amplia se acoge ahora la revista Ecdotica, publicada por el Departamento de Italianística de la Universidad de Bolonia y el Centro para la Edición de los Clásicos Españoles (Carocci editore).

 

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En una y en otra lengua, la desproporción a favor de la temática lachmanniana es apabullante en la mayoría de los manuales recientes, incluso cuando se examina con una mirada tan penetrante como la de Paolo Chiesa, Elementi di critica testuale, Bolonia, 2002; compárese por el contrario la atención que le dedica D. C. Greetham, Textual Scholarship. An Introduction, Nueva York-Londres, 19942. «Che la critica del testo coincidesse con la problematica, tanto per intenderci, Lachmann-Bédier è un'idea che ancora a quelli della mia generaziones non c'era nemmeno bisogno d'insegnare, perchè si respirava nell'aria», cuenta Alfredo Stussi en la ponencia que cierra con una bocanada de aire fresco las actas del congreso sobre Filologia classica e filologia romanza: esperienze ecdotiche a confronto, ed. A. Ferrari, Spoleto, 1999, págs. 578-579 (y vid. abajo, nn. 13 y 42). A nadie puede escapársele que la crítica textual está en Italia naturalmente guiada por la idiosincrasia de sus clásicos y de la herencia de estos clásicos (cf. n. 2). Nada, pues, traicionaría más el dechado de maestros como Contini o Timpanaro que limitarse a reiterar desde España los temas y problemas de la tradición italiana.

 

5

«L'universalità ... della critica del testo maasiana» y «di quella elaborata da classicisti per i testi classici ... a partire dal inizio del XIX secolo» se proclama todavía en la monumental disección por Elio Montanari de La critica del testo secondo Paul Maas. Testo e commento, Florencia, 2003, pág. 9, y en análogo supuesto se apoya S. Leonardi para presentar la Textkritik altoalemana de Thomas Bein... que responde a muy otros planteamientos (Introduzione alla critica dei testi tedeschi medievali, Pisa, 1999, pág. 11). Leyendo una observación de A. Blecua en torno a la eliminatio del los descripti, Sebastiano Timpanaro se interrogaba con sorpresa sobre si «la critica testuale di opere spagnole (o romanze in generale? [...]) avrebbe fatto in questo campo più progressi della critica testuale grecolatina»Recentiores et deteriores, codices descripti e inutiles», Filologia e critica, X: II-III, 1985, págs. 164-192, en 186). La respuesta ha de ser afirmativa, obviamente, y para darla no hay más que evocar el alcance de un problema tan esencial como las variantes de autor (típico que Montanari, §§ 6.3, 61.6, 134.4, lo pase sobre ascuas). Creo que la mayoría de estudiosos suficientemente familiarizados con la cuestión comparten hoy el parecer que G. T. Tanselle expresaba ya en el remoto 1983: «Whereas in the classical and biblical fields textual scholarship was at the forefront, both in prestige and achievement, in the nineteenth and early twentieth centuries, the leadership in theoretical debate about textual matters has in more recent years passed to the field of Renaissance and later literature» (Textual Criticism and Scholarly Editing, Charlottesville-Londres, 1990, pág. 275).

 

6

La ortodoxia, bien expuesta y evaluada por Timpanaro, reza que incluso las «lezioni migliori» de un descriptus «rappresentano congetture del copista, non conservazione di tradizione, e quindi ... non ci servono per tracciare l'albero genealogico e arrivare alla ricostruzione del capostipite»Recentiores et deteriores...», pág. 185). La tradición puede hacerse presente en un descriptus por la vía de la contaminación (véase por ejemplo C. Bologna, «Sull'utilità di alcuni descripti umanistici di lirica volgare antica», en La filologia romanza e i codici, ed. S. Guida y F. Latella, Messina, 1993, págs. 531-587), pero lo importante está en otra parte: una buena ecdótica no mira a arrimarse a un árbol, sino a restituir un original, que puede estar tanto al principio como al final de un estema.

 

7

P. Maas, Textkritik, Leipzig, 19573, apéndice I, pág. 27; pág. 54 en la difundida traducción italiana de N. Martinelli, Critica del testo, Florencia, 19753, que E. Montanari reproduce ahora en facsímil dentro de La critica del testo secondo P. Maas.

 

8

Vale la pena leer cuando menos las reediciones de Mary B. Speer, «Editing Old French Texts in the Eighties: Theory and Practice», Romance Philology, XLV (1991-1992), págs. 7-43; P. F. Dembowsi, «Is There a New textual Philology in Old French? Perennial Problems, Provisional Solutions», en The Future of the Middle Ages. Medieval Literature in the 1990s, ed. W. D. Paden, Gainesville, 1994, págs. 87-112, con la reseña de este último volumen por C. Segre, Romance Philology, LI (1997-1998), págs. 356-363; y G. Orlandi, «Perchè non possiamo non dirci lachmanniani», Filologia mediolatina, II (1995), págs. 1-42. Desde las filas lachmannianas no he visto intervenciones detenidas en el inextinguible debate sobre «the textual condition» (para decirlo con el título de J. J. McGann), examinado por largo en D. C. Greetham, Theories of the Text, Oxford, 1999; pero cf. las evocaciones tangenciales del siempre clarividente Ezio Ramiondi en los «convegni Lincei» La filologia testuale e le scienze umane, págs. 29-32, e I nouvi orizzonti della filologia. Ecdotica, critica testuale, editoria scientifica e mezzi informatici elettronici, Roma, 1999, págs. 295-299, o varias provechosas apostillas de Cesare Segre, Ritorno alla critica, Turín, 2001, págs. 83-108, entre otros lugares. Útiles indicaciones bibliográficas para el área francesa traen P. Bourgain y F. Vielliard, Conseils pour l'édition des textes médiévaux, III: Textes littéraires, París, 2002.

 

9

G. Paris y L. Pannier, edd., La Vie de Saint Alexis, París, 1872, págs. 9 y 10 (también sobre los rajeunissements a que en seguida aludo). Inés Fernández-Ordóñez da una impresionante lista de ejemplos de las variaciones normales en la tradición alfonsí, hasta el caso de la traducción manuscrita que va alternando gallego y castellano según alterna el copista («Tras la collatio o cómo establecer correctamente el error textual», La Corónica, XXX: 2, 2002, págs. 105-180). En tal dirección, preciso es recordarlo, marca época el brillante artículo de Alberto Vàrvaro «Critica dei testi classica e romanza. Problemi comuni ed esperienze diverse», Rendiconti dell'Accademia di Archeologia Lettere e Belle Arti di Napoli, XLV (1970), págs. 73-117, entre cuyas muchas secuelas baste citar las recientes apostillas del propio Vàrvaro, «Elogio della copia», en Atti del XXI Congresso Internazionale di Linguistica e Filologia Romanza, ed. G. Ruffino, Tubinga, 1998, págs. 785-796, y «Problemi attuali della critica del testo», en Filologia classica e filologia romanza, págs. 11-26. No es aceptable el intento de D'A. S. Avalle de equiparar el número de variantes en manuscritos latinos y romances: ni las muestras y las fuentes que utiliza cumplen los requisitos debidos, ni las cifras extremas que así obtiene (una variante cada veintitrés palabras en una oda de Horacio; una cada menos de tres, en Guido, i' vorrei) hablan siquiera en ese sentido («La critica testuale», en Grundriss der romanischen Literaturen des Mittelalters, ed. H. R. Jauss y E. Köhler, I, Heidelberg, 1972, págs. 538-558, y ahora en su libro La doppia verità. Fenomenologia ecdotica e lingua letteraria del Medioevo romanzo, Florencia, 2002, págs. 125-153).

 

10

Si uno se remonta al núcleo de la cuestión, no son tan inconciliables como podrían antojársele las posiciones de G. Gorni, «Restituzione formale dei testi volgari a tradizione plurima. Il caso della Vita Nova», Studi di Filologia Italiana, LVI (1998), págs. 5-30 (ahora en su libro Dante prima della «Commedia», Florencia, 2001, págs. 149-176, con otros importantes estudios afines), y P. Trovato, Il testo de la Vita Nuova e altra filologia dantesca, Roma, 2000, págs. 23-92. Sobre los rompecabezas de la «veste grafica» he hecho algunas consideraciones, entre otros lugares, en la revista Critica del testo, II/3 (1999), págs. 1069-1076, en el Homenaje a F. González Ollé, Pamplona, 2002, págs. 1147-1159, y en el «Foro» de Ecdotica, I (2004); espero ampliarlas en un trabajo extenso.