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El arte del «arrorró»

Los gallegos Teijeiro y Pura Vázquez participan en la mayor antología de nanas españolas

Amaia Mauleón Serrano





No es difícil imaginar, hace millones de años a una de nuestras antepasadas en su cueva meciendo en sus brazos a un niño con el ligero rumor de algunos sonidos, onomatopéyicos, tras descubrir que esa táctica surtía efecto para convocar a Morfeo. De aquellos primeros arrullos, las nanas han ido evolucionando hasta convertirse en un género propio y la mayoría de los más grandes autores de la literatura universal han creado alguna canción de cuna.

Por primera vez, un libro reúne todas las nanas españolas, desde las tradicionales de autores anónimos que han llegado a nuestras manos por la transmisión oral, hasta las de los autores cultos. La catedrática de Literatura Española Carme Riera propone en la antología El gran libro de las nanas españolas (El Aleph Editores) un recorrido por la poesía española que sorprende y emociona a niños y mayores.

Algunos autores gallegos contemporáneos tienen cabida también en esta compilación. Ellos son la poetisa ourensana Pura Vázquez, el escritor coruñés Luis Iglesias de Souza, la poetisa valenciana pero con obra escrita en gallego Matilde Llòria y Antonio García Teijeiro, único autor vivo de esta representación gallega.

«Volando de rama en rama / volando de luna en luna / volando de negro en negro / un niño duerme en la cuna». Así comienza la nana de Teijeiro, un poema que juega con los sonidos y las imágenes. «La canción de cuna no es un género menor, es poesía de calidad y siempre me ha llamado la atención el halo de misterio que la rodeada amenaza cariñosa que contiene y su tono de abrazo», resume el autor vigués que, aunque confiesa que nunca cantó nanas a sus dos hijos, «siempre les escribí y leí en voz alta, tanto en gallego como en castellano».

Teijeiro lamenta el declive que vive la oralidad -«los niños hoy cantan anuncios en lugar de rimas»- por ello ensalza proyectos como este «que nos dejan un legado cultural muy rico y su valor crece con el tiempo».

Teijeiro prepara un nuevo poemario para niños y el próximo 15 de noviembre viajará a Miami junto al escritor Alfredo Gómez Cerdá para participar en un encuentro con colegios de habla hispana.

Las mujeres fueron las pioneras en la composición de las nanas pero, como creaciones femeninas en esos tiempos en los que todo lo relativo a la mujer quedaba en el ámbito doméstico, sus nombres también fueron siempre anónimos. «De ahí que muchas de las nanas que las mujeres cantaban a sus hijos se han perdido al no fijarse por escrito», explica Carme Riera.

Otras muchas se han conservado gracias a que se sacralizaron en forma de villancico. El paso es sencillo; el niño al que la madre trata de dormir no es otro que Jesús y la nana la canta la Virgen.

En el siglo XIX la canción de cuna se convierte en género literario. Algunas son dramáticas (no hay que olvidar que sus inventoras son mujeres pobres que necesitan que el niño se duerma para ir a trabajar) otras irónicas y no todas se dirigen a los niños. Una muy curiosa que aparece en la antología se la canta la madre a su amante, es la «Nana de la adúltera», de José Agustín Goytisolo.

Las canciones de cuna de autores cultos han proliferado en el siglo XX y muchas han sido escritas por grandes nombres como Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Lorca y Miguel Hernández, con sus famosas «Nanas de la cebolla».





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