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Es la finalidad que señala Antonio Mestre, (ed. G. Mayáns y Síscar, Epistolario, XII. Mayáns y los libreros, Ayuntamiento de Oliva, Valencia, 1993, p. 20) en los deseos de Gregorio Mayáns de editar a los clásicos latinos y los españoles del Siglo de Oro; en la correspondencia de Mayáns con los libreros, especialmente con Manuel Cavero, muestra especial predilección por el asunto de la edición de la obra poética del agustino y de sus traducciones de clásicos. También Rodríguez Mohedano, ve en la recuperación de los clásicos un camino para evitar la corrupción del gusto, algo que los españoles expresan «con este laconismo elegante: Buen Gusto» (op. cit., 1769, p. 43). Vid. nota 25.

 

32

Historia de las ideas estéticas, vol. III, cap. III, pp. 333-334: «Formula juicios propios y en general acertados sobre nuestros clásicos [...] Nada se escribió en el siglo XVIII, con más plenitud de ideas, con más abundancia de dicción...».

 

33

Las citas de Forner se hacen de Exequias de la lengua castellana, ed. P. Sáinz Rodríguez, Espasa Calpe, Clásicos Castellanos, 1967, pp. 73, 144, 164 y 172.

 

34

Madramany y Calatayud, Mariano, Tratado de la elocución o del perfecto lenguaje y buen estilo respecto al castellano, Hermanos de Orga, Valencia, 1795, pp. 64-65.

 

35

Capmany y Montpalau, Antonio, Teatro Histórico-Crítico de la Elocuencia española, Antonio Sancha, Madrid, 1787, II, p. 288.

 

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Op. cit., II, p. 289. Quizá por eso dedica a esta obra la mayor parte de las páginas de antología que dedica a fray Luis en su Teatro Histórico-Crítico, y es esta obra la que aporta más citas de autoridad a la Filosofía de la elocuencia, (Antonio Oliva, Gerona, 1826) donde por cierto, Capmany cita los textos de fray Luis con una libertad que raya en la falta de respeto filológico.

 

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Cito de Lecciones sobre retórica y las Bellas Letras, por Hugo Blair. las traduxo del inglés Don Joseph Luis Munárriz, Madrid, En la oficina de D. Antonio Cruzado, 1798-1801 (4 vols.). La opinión de Mayáns, secundada por Capmany y Munárriz, provoca una nota del colector de la edición de la Biblioteca de Autores Españoles donde abunda en el juicio adverso: «el maestro León, cuyo estudio en el número tal vez fue la causa de que algunas de sus cláusulas tengan la colocación algo traspuesta; artificio que la lengua española, amiga de la colocación natural, no quiere sufrir», provocando un estilo áspero y duro y con «cierto martilleo que no pocas veces fatiga. Encabalga las ideas de una manera lastimosa, turba con largos y numerosos incidentes la marcha de sus cláusulas... mata generalmente la espontaneidad, debilita la energía de las ideas, hace el estilo lánguido y difuso». A partir de estas palabras podemos sospechar el sentido de las críticas de los contemporáneos, de que da cuenta -y respuesta- fray Luis de León en su defensa de 1585 en la dedicatoria del Libro III.

 

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«Al hablar de Granada, el nombre del Maestro Fray Luis de León se viene a la boca por sí mismo: que tan natural ha hecho la fama que estos dos nombres se lean juntos en las puertas de la edad de oro de nuestra prosa», Piferrer, Pablo, Clásicos españoles. Colección de trozos de nuestros autores antiguos y modernos que pueden servir de muestras para la lectura y el análisis en el curso de retórica de la Universidad Central de Barcelona, Tomás Gorchs, Barcelona, 1846, p. 68.

 

39

Marchena, José, Lecciones de filosofía moral y elocuencia, P. Beaume, Burdeos, 1820, p. CXXX. Esta crítica le merece el repudio de la crítica agustina posterior, como la del P. Blanco García que califica su juicio de «blasfemia insensata», o la del P. Félix García.

 

40

Milá i Fontanals. Manuel, «Fray Luis de León», La Civilización, 1842, en Obras completas, Librería de Álvaro Verdaguer, Barcelona, 1892, pp. 21-31; p. 25.

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