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Vid. otros comentarios en Rafael Altamira, 1866-1951, Alicante, 1987, págs. 78-79. Este concepto cultural de la historia, heredado de la Ilustración pero recibido a través de la moderna historiografía europea, lo había expuesto con anterioridad en otros escritos y especialmente en su libro De Historia y Arte, Madrid, 1898.

 

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Archivo Histórico de la Universidad de Oviedo (=AHUO), Fondo Altamira, sin catalogar. El propio Altamira destacó en el prólogo a su Historia de España la originalidad de su aportación en este campo: «En los grabados que ilustran el libro, he seguido los mismos principios fundamentales que en la narración. En vez de fantasear escenas, retratos y paisajes -como es uso deplorable en obras de historia-, me limito a la representación fiel de objetos reales, únicos que pueden dar la impresión verdadera de los hechos».

 

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«Nos pusimos a pensar de qué modo se reduciría la enseñanza y como teníamos el doble problema del espacio de tiempo atendiendo a su obra universitaria tal como nos la proponíamos, y atendiendo a la extensión universitaria, y a esa situación espiritual de los alumnos obreros, y había ocasiones en que salíamos de Oviedo e íbamos a las cuencas mineras, a las cuencas industriales una vez por semana, teníamos todavía menos tiempo a nuestra disposición y empezamos a tantear la manera de darles aquello que un español debe tener, o sea, un poquito de criterio respecto de lo que ha sido la historia de España, la historia de la civilización; empezamos la elaboración del programa y la realización del mismo». AHUO, Fondo Altamira, caja 5.

 

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Ensayo de una introducción al estudio de la legislación comparada, Madrid, 1874. Sobre este autor, vid. L. G. de Valdeavellano, «Don Gumersindo de Azcárate, historiador», en Seis semblanzas de historiadores, cit. págs. 109-136.

 

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Las obras más doctrinalmente consuetudinarias de Costa, (La vida del Derecho, 1876; Plan de un tratado sobre el Derecho consuetudinario, 1887); las basadas en la observación directa de los hechos consuetudinarios (Derecho consuetudinario del Alto Aragón, 1880; Materiales para el estudio del Derecho municipal consuetudinario de España, 1885; así como las de mayor raigambre histórico-jurídica, Colectivismo agrario en España, 1898 o Derecho consuetudinario y Economía popular de España, 1902, merecieron un comentario especial de Altamira en su Historia del Derecho, págs. 82-85.

 

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La manualística histórico-jurídica se inició propiamente en nuestro país con Eduardo de Hinojosa, Historia general del Derecho español, Madrid, 1887. Esta obra y no las antiguas historias de la legislación, es la que cita frecuentemente Altamira, quien dedicó su Historia de España y de la civilización española a Hinojosa.

 

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«Las (lecciones) de bibliografía general las he explicado en la Biblioteca de la Facultad y en la general universitaria, teniendo a la vista y a la mano de los oyentes la mayoría de los libros a que me voy refiriendo... Les he hecho visitar el Museo de Antigüedades asturianas para que viesen inscripciones, monedas, calcos, pergaminos, etc., y en la cátedra hago circular a menudo fotografías, grabados y otras reproducciones de documentos antiguos. Se han ensayado también en la investigación directa de costumbres jurídicas actuales, recogiendo en varias localidades asturianas y leonesas noticias y observaciones con destino a la información folklórica y sociológica promovida por la Sección de Ciencias Morales y Políticas del Ateneo de Madrid (curso de 1901-1902)». Historia del Derecho español, pág. 123.

 

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«Las visitas a los museos y las excursiones a los monumentos históricos, la presencia de la realidad tiene una fuerza de sugestión tan enorme sobre el espíritu, que ahorra muchas lecciones y que nos adelanta el trabajo de una manera prodigiosa, dejando una huella en el espíritu del alumno...». AHUO. Fondo Altamira, caja 5.

 

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Ibídem.

 

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La propuesta del claustro de la Universidad de Oviedo, en la que se pedía asimismo apoyo económico para editar la Memoria de Altamira sobre el desarrollo del congreso, se remitió al Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes el 14 de mayo de 1903. Altamira recibió por su participación en el congreso la insignia de la Orden de la Corona, concedida por el rey de Italia a todos los congresistas. A. G. A., E. y C. leg. 9565.

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