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El stilus de Hyginus y la escritura en Segobriga


Juan Manuel Abascal Palazón


Universidad de Alicante


Rosario Cebrián Fernández


Parque Arqueológico de Segobriga

Publicado originalmente en Scripta antiqua in honorem Ángel Montenegro Duque et José María Blázquez Martínez, Valladolid 2002, 539-542.





Durante los últimos 300 años las excavaciones arqueológicas en Segobriga han puesto al descubierto uno de los conjuntos urbanos más importantes de la Hispania romana, centro de un gran distrito minero dedicado a la producción del lapis specularis. Los trabajos en la ciudad, desarrollados de forma intensiva desde hace cuatro décadas, han permitido localizar una parte importante de la trama urbana y recuperar un importante número de objetos que forman hoy parte de las colecciones museísticas expuestas en Segobriga y Cuenca1.

Ese repertorio incluye un importante volumen de inscripciones, tanto sobre soportes monumentales como en forma de grafitos. Nuestra contribución al homenaje de los Profesores Blázquez y Montenegro, a los que tanto debemos, debía lógicamente pasar por mostrar parte de los descubrimientos epigráficos en las excavaciones que dirigimos con el Dr. Martín Almagro Gorbea en esta ciudad romana.


El stilus de Hyginus

En 1998, durante la excavación de unas tierras de relleno para nivelación en las termas monumentales de Segobriga2, se recuperó una pieza de hueso de sección circular, que aparentemente había servido como aguja de pelo; tras su limpieza y restauración pudimos comprobar que se trataba en realidad de un stilus de escritura3 y que tenía grabado con una fina incisión el nombre de su propietario, un personaje llamado Hyginus.

El stilus mide 7,5 cm de longitud, con una sección circular de 0,5 cm, y presenta punta afilada por un extremo y un remate espatulado en el opuesto, con una fina incisión perimetral cerca del borde. En la parte central de la pieza, ocupando un área de 0,6 x 2 cm aparece el breve texto grabado con dificultad por la forma del soporte y con trazos un tanto descuidados. La H está formada con dos trazos verticales y uno horizontal que no llega a cortarlos, la Y es prácticamente una V con un apéndice inferior y la G tiene el trazo inferior muy abierto. Las letras miden 0,6 cm de altura. El texto dice:

Hygini

El personaje citado debió portar el popular nombre griego Hyginus4, bien documentado sobre más de media docena de inscripciones en Hispania5, casi todas procedentes de importantes centros urbanos en los que existía una importante colonia de inmigrantes de origen oriental.

La ausencia de otros elementos nominales probablemente indica que Hyginus era un esclavo, mientras que el uso del genitivo le identifica como propietario del stilus. Más difícil es saber cuándo se grabó el texto; los caracteres tienen un aire irregular muy próximo a la cursiva, pero ello se debe a la dificultad de escribir sobre un soporte tan pequeño y curvo. El estrato en que apareció corresponde a una segunda intervención en el edificio tras la obra flavia, y el hallazgo va asociado a terra sigillata y a otros materiales propios del siglo II d. C., aunque no es posible saber si ésta es la cronología de la pieza, puesto que todo apareció mezclado con las tierras de acarreo y el stilus pudo ser más antiguo.

Stilus de Hyginus

Figura 1. Stilus de Hyginus.

Hyginus escribía, de eso no hay duda. Su actividad no es extraordinaria en una ciudad como Segobriga, donde en los últimos tiempos se ha recuperado un buen grupo de útiles de hueso para escritura, todos ellos anepígrafos6 salvo el que nos ocupa; algunos de ellos presentan las mismas características formales que éste, con punta afilada en un extremo y borde espatulado en el contrario, lo que los hacía útiles para el trabajo sobre tabulae ceratae, de modo que los errores de escritura podían corregirse con el extremo posterior, alisando la superficie empleada y preparándola para una segunda escritura.

En Segobriga estaba documentada ya la escritura con tinta, como prueban los estilos y tinteros de los que se ha tratado hace pocos años7 y la existencia de un texto a pincel sobre un recipiente cerámico de producción local, en el que puede reconocerse parte de un nombre personal8.

La nueva serie de útiles a los que pertenece el stilus de que hablamos prueba que también se usaban las tabulae ceratae; su existencia no debe extrañar en una ciudad con un cuadro funcionarial dedicado a la gestión urbana y a la administración minera, y en donde la presencia de élites vinculadas al comercio y a la explotación del territorio haría necesaria una cierta actividad documental con este tipo de soportes.

Aunque gran parte del material escrito formaría parte del tabularium local y de archivos privados, o de la correspondencia que salía de la ciudad, durante los siglos I y II se grabaron un buen número de grafitos sobre todo tipo de recipientes de uso doméstico9, habitualmente en genitivo para indicar la propiedad.

En las últimas campañas de excavación se han multiplicado las evidencias de estos grafitos hasta alcanzar casi el centenar, lo que prueba que la escritura era una práctica extendida y de conocimiento frecuente entre los habitantes de la ciudad, en la que no sólo era numerosa la epigrafía mayor sobre soportes pétreos.

En las columnas de la basílica aparecen numerosos grafitos incisos en todo tipo de modelos, pruebas de letras, ensayos de grabados, etc.; en esta serie aún inédita se reconocen ensayos para grabar la palabra imp(erator) en grafía cursiva a punzón, pruebas caligráficas de letras circulares con compás, nombres propios, etc.; estas prácticas deben situarse ya en el siglo III por el tipo de letra empleado.

Esa costumbre de escribir grafitos sobre monumentos y elementos de edificios se extiende al pedestal del praefectus fabrum M' Octauius Nouatus10, que presenta grafitos antiguos en su costado derecho, realizados cuando ocupaba su emplazamiento original en el teatro de la ciudad.

Los antiguos habitantes de Segobriga hicieron de la escritura una práctica cotidiana, seguramente inducida por el importante nivel de gestión administrativa existente en la ciudad, y por la presencia de élites instruidas propias de un importante centro económico. Un suficiente conocimiento del latín, que permitía la comprensión de la epigrafía en piedra, dio paso a prácticas privadas que aparecen fundamentalmente en objetos domésticos; ahora conocemos la identidad de uno de aquellos segobrigenses que conocían la lengua y la forma de escribirla.







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