Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

261

Michaelis, lib. I, cap.II, nº. 12.

 

262

Huschke, Ueber den zur Zeit der Geburt Jesu Christi gehallenen census, lib. I, cap. 1, pág. 80.

 

263

Herwaert, Nova vera chronalogia (1612), pág. 188 y siguientes.

 

264

Lardner, Credibility of the Gospel, tom. II, cap. 1, 3, nº. 6.

 

265

Casaubon, Exercit. in Baron; lib. I, cap. XXXII, pág. 144.

 

266

Acta Sanctorum; J. Gottfr. Henscher, Prophyl. ad Act. Sanctor., Maii, Apparat. ad chronol. Pontif.

 

267

Arte de comprobar las fechas. Léese en él en la fecha del año 7 de la E. V., a propósito del censo hecho en Judea, después del destierro de Arquelao: «Este es el empadronamiento de que habla San Lucas (II, 2), y que dijo haberse hecho después del ordenado por Augusto, en el año del nacimiento de nuestro Salvador.»

 

268

Leclerc, Add. al N. T. d'Hammond; Luc. 11, 2.

Adopta asimismo esta interpretación el erudito G. Ghiringhello, sacerdote de Turín y profesor de Sagrada Escritura y de lengua hebrea en la Universidad real, en su obra titulada: Vita di Gesu, Romanzo di Ernesto Renan, preso ad esame da Giuseppe Ghiringhello. Al calificar Lucas de primero, dice, el censo hecho en tiempo del nacimiento de Cristo, alude manifiestamente a otro posterior; así es que tal advertencia hecha a modo de paréntesis (Cf. Luc., II, 1-3, cum 2 coll.; Ioh, VI, 6; XIV, 22; XI, 51-52; XII, 6; XXI, 23), no puede tener otro objeto que evitar que se confundiera este empadronamiento o descripción de las personas y bienes, con el efectuado respecto de los impuestos proporcionales; siendo poco conocido aquel primer censo sino es por haber allanado el camino a este segundo, conocidísimo de todos, y de que se conservó memoria, aún en tiempo del escritor. Las palabras del versículo 2, cap. II de San Lucas, deben traducirse en este sentido: Este censo fue anterior al efectuado por Cyrino, presidente de la Siria: Questo censo fu anteriore a quello fatto da Cirino, preside della Syria. Esta interpretación es enteramente conforme con los datos históricos, con las leyes gramaticales, con lo que requiere el relato, respecto del cual sería superflua o ambigua cualquiera otra versión, y excluye al mismo tiempo la posibilidad de un anacronismo: proposiciones que apoya este escritor con los siguientes razonamientos que expone por vía de notas.

El uso del positivo prw=toj [prótos] primus, primero, en vez del comparativo pro/teroj [próteros] [proteroj en el original (N. del E.)], prior, anterior, seguido del genitivo de comparación, es frecuente entre los autores sagrados, y entre los escritores profanos. En cuanto a los primeros, Cf. Ioh, 1, 15, 30; XV, 18, cuyo último pasaje confirma el significado de los dos primeros, en donde otros quieren traducir prw=toj, [prótos] prior, por praestantior; pues en él el Precursor quiere tributar a Jesús la preferencia de la anterioridad, esto es, de ser anterior, no obstante haber venido más tarde y ser más joven. En cuanto a los segundos, basta el ejemplo de Elianio (Hist. anim., VIII, 12), oi¸ prw=toi tau=ta a)nixneu/santej, [oi prw=toi montau)ta a/nikneu/santej en el original (N. del E.)] «aquellos que investigaron estas cosas antes que yo o primero que yo» cuya frase corresponde perfectamente con la voz citada. Pueden verse otros ejemplos en Henr. Stephan. Thesaurus ling. graecae, ad voc. Es asimismo frecuente este uso en el caso de comparación compendiosa, comparatio compendiosa, cuando lo que debe compararse no se repite en el otro término de la comparación, sino que se contrapone directamente al sujeto de que es una pertenencia. Pueden verse ejemplos de ello en el A. y N. T., como Is., LVI, 5; Dan. II, 39; III, Esdr,; III,5; Math., V, 20; Ioh., V, 36; XIX, 11; II, Petr., 1, I; Ioh., n. 2; III, Ioh, 4; Apoc. XIII, 11. Asimismo se hallan ejemplos entre, los profanos, ya sea griegos, ko/mai Xari/tessin o(moiÍai [komai Xaritessin o(moi=ai en el original (N. del E.)], como semejante a la (como de la) Gracia (Homer., 11, XVIII; 5); purami/da de\ kaiì ou=toj kateli/peto pollo\n e)la/ssw tou= patro/j, [puramiqa kai ou=toj a/telipeto pollon elassw tou= patroj en el original (N. del E.)] «dejó también una pirámide mucho menor (a la) del padre» (Herodot., II, 134), bien sea entre los latinos: «Nullo cnim modo poterat distingui causa Lepudi ab Antonio,» (Cicero apud Brut., 12); Sermo promptus et Isaeo torrentior «(Iuven., III, 74)» Cf. Winer, Gramm des N. T. Sprachidioms, 4 Anff. § 22-223, 541; Beelen, Grammatica graecitatis, N. T. Lovanii, 1857, p. 253; Wilke, N. T. Rhetorik, § 129-130; Hermenentik, II, 145; Schirlitz Grudziige der N. T. Gaecit., Giessen, 1861, § 241; Kuhner, Anfuhrl. Gramm., § 749; Mathiae, Gramm. Greea, ed. Peyron, § 453, Hermanni Adnot ad Vigeri Idiotismo, pág. 716-717.

Entendiendo la voz prw/th [prwth en el original (N. del E.)]como significando una anterioridad no comparativa, sino absoluta, esto es, el primer censo mandado por Augusto, ya respecto de todo el orbe romano, ya de solo Palestina, se quita toda la importancia a esta declaración, puesto que le interesa poco al lector saber que fuera aquel censo el primero, no siendo diverso del segundo. Si tomándola en sentido comparativo, se quiere indicar con ella, que fue el primer censo de los dos que se dice verificó Cirino, además de que es todavía problemático que se refiriese al primer censo la cualificación dada a Cirino de h(gemoneu/ontoj th=j Suri/aj [ h/gemoneuontoj th/j Supiaj en el original (N. del E.)] presidente de la Siria, que propiamente le competía cuando se quiere que verificase el segundo, pues aquella calificación correspondía durante el primero a Sencio Saturnino (por lo que Justino, Apol., I, 34, col. Dial. cum Thryph, 78 dice: el censo hecho bajo Cirino procuratore, e)pitro/pou [emitropou en el original (N. del E.)], de la Judea), suponiendo que tal título pudiera convenir a un procurator (en cuyo sentido lo adopta San Lucas, III, l), todavía sería dudoso si se debe tomar en su significado propio o en el impropio, tanto más cuanto es sabido de todos que Cirino fue el último presidente. Pero esto no es bastante, porque como quieren algunos, se puede llamar presidente a una persona por prolepsis, porque el participio de presente h(gemoneu/ontoj [hgemoneuontoj en el original (N. del E.)] significa gobernante y no gobernador, h(gemo/noj [ hgemouoj en el original (N. del E.)], mas si por prolepsis puede llamarse a alguno rey o gobernador en tiempos en que no lo era aún, no puede propiamente calificársele de rey o de gobernante. Otros entendiendo la voz prw=th [prwth en el original (N. del E.)] en el sentido de pro/tera [protera en el original (N. del E.)], la ponen en régimen directo del participio h(gemo/noj [ hgemouoj en el original (N. del E.)], como quien dice, antes que fuera presidente, como si equivaliera a prwteu/ontoj [prwtneuont en el original (N. del E.)], o bien tou= h(gemoneu/ein [ hgemoneuein en el original (N. del E.)]. Es digna de saberse la interpretación que apoyándose en el doble sentido en que suele usarse la voz a)pografh [apografh en el original (N. del E.)], esto es, como impuesto, no menos que como simple registro, explica en este último sentido la voz a)pografh [apografh en el original (N. del E.)], y en el otro la voz a)pogra/fesqai [ apografeszai en el original (N. del E.)], de donde se deduce esta sentencia, que Angusto mandó se describiese las personas y las cosas o bienes, pero que esta au(/th [au\th en el original (N. del E.)]) descripción o bien que la descripción misma au(/th [au\th en el original (N. del E.)]), esto es, propiamente dicha, no llegó a ser tal e)ge/neto [egeneto en el original (N. del E.)]), no se realizó o terminó hasta que fue Cirino presidente. Sabido es que muchos consideran el declarar el censo referido por Lucas en su Evangelio como anterior al verificado o terminado por el presidente Cirino, como un recurso para evadirse de la dificultad que opone aquel texto, más bien que como una interpretación natural y espontánea, o por lo menos la juzgan demasiado nueva respecto de la interpretación común y tradicional. Pero además de que lo natural, común o espontáneo no es un criterio seguro de recta interpretación, resistiría aún por demostrar, que la interpretación común sea verdaderamente tradicional, esto es, no haya tenido por único fundamento el significado común de aquella frase; pues por el contrario Tertuliano, que se muestra tan bien informado de las particularidades de aquel censo hasta apelar a los archivos romanos (De censu denique Augusti. quem testem fidelissimum Dominicae nativitatis Romana archivia custodiunt. Contra Marcion., IV, 7), dice, que se verificó bajo Sencio Saturnino (Sed et census constat actos sub Augusto, nunc in Iudaea per Sentium Saturninum, apud quos genus eius inquirere potuissent. Ivi, 19, coll. 36); confirmando así a un mismo tiempo e independientemente de la autoridad de Lucas, y de la exposición común, tanto la verdad histórica de aquel censo como la nueva interpretación. Por lo demás, no será este el primer ejemplo de una alusión histórica, mal aclarada en un principio y que hubiera recibido por medio de recientes descubrimientos y de nuevas objeciones, una dilucidación inesperada V. Ghiringhello, obra cit., pág. 249-272.

No obstante lo expuesto acerca de la época en que se supone fue gobernador de la Siria Quirinio, observa Riggenbachon sus lecciones citadas sobre la Historia de Jesucristo, que recientemente un escritor versado en el conocimiento de la Historia, ha tratado de probar con sumo ingenio que Quirino fue Gobernador o Presidente de la Syria en el año mismo de la muerte de Herodes, pero solamente después de esta muerte (A. W. Zumps, Commentationum epigraphicarum, vol II, Berob. 1854). Pudo, pues, suceder que llevara cabo esta operación, interrumpida tal vez por la muerte de Herodes

Acerca de las otras interpretaciones más importantes del texto griego de San Lucas, creemos oportuno, por vía de ilustración, exponer las siguientes.

Natal Alexandro y Pagi opinan, que dicho texto puede traducirse por este empadronamiento se hizo antes que fuese Gobernador de Siria Cirino: otros opinan que se llama aquí Gobernador de Siria a Quirinio, no porque lo fuese cuando se hizo el empadronamiento, sino porque lo fue más adelante, y de hecho lo había sido cuando escribió San Lucas su Evangelio, cuyo texto sobre este punto debe entenderse como si dijera: «Cirino, el mismo que fue después gobernador de la Siria,» modo de expresarse familiar a los historiadores. Según esto, dice M. Plantier en su segunda pastoral sobre la obra de M. Renan, deben distinguirse dos empadronamientos, el uno verificado en tiempo de Herodes por Cirino, siendo gobernador de Siria Saturnino, y habiendo sido enviado Quirinio para hacer el empadronamiento de las poblaciones, cuya dirección general tenía Saturnino, según atestigua Muratori en su obra sobre las Inscripciones Antiguas, y este es precisamente el empadronamiento de que habla San Lucas. Este fue el primer empadronamiento que se hizo respecto de la Judea y viviendo aún Herodes, si bien fue el segundo de los tres empadronamientos mandados hacer por Augusto. Después del empadronamiento de que habla San Lucas, se verificó otro más adelante, también por mandado de Augusto, siendo ya gobernador de la Siria Cirino con Caponio. Este es del que habla Josefo en el lib. 18 de sus Antigüedades Judaicas; es el segundo supuesto por el primero que recuerda el Evangelista; pero es el tercero que mandó hacer Augusto.

El conde de Stolberg cree que las palabras de San Lucas pueden tener este sentido: «Sucedió que salió un edicto de César Augusto para el empadronamiento de los habitantes de la tierra; pero este empadronamiento, en cuanto al pago de los impuestos, se verificó en Judea, siendo Quirino gobernador de Syria.» (V. Prideaux. Sims Chron. Cathol. Hist. univ., 9.) Otros explican estas palabras: Autê é apographé proté egeneto egemonuontos tes surias kureniou; de esta suerte: «Este empadronamiento se hizo antes de ser Quirino gobernador de Syria.» Tenemos en efecto ejemplos de emplearse así la palabra protos. Oti protos mou, en, «porque fue antes que yo.» (San Juan, I, 15 y 30. V. la Historia de Jesucristo, cap. lib. I, cap. VIII).

He aquí la interpretación que hacen de este pasaje de San Lucas, Seio, Amat y Petite. El primero traduce el versículo 2 del capítulo II de San Lucas, en estos términos: «Este primer empadronamiento fue hecho por Cyrino, gobernador de la Siria,» y consigna en una nota la interpretación ya expuesta de Teofilactes. Del otro empadronamiento que hizo Cirenio, continúa el padre Seio, se hace mención en los Hechos de los Apóstoles, v. 37, y fue según Userio diez años después del que se hizo cuando nació Jesucristo, porque cuando éste se hizo era gobernador de la Syria Sencio Saturnino, según el testimonio de Tertuliano, in Marc., lib. IV, cap. XIX; y de Josefo, Antiq., lib. XVIII, cap. VI. Otros sienten que este encabezamiento se hizo por Quirinio, no siendo gobernador de la Syria, sino acompañando por orden de César al gobernador de aquel tiempo, que era Sencio Saturnino. Ni se opone a esta opinión la voz h(gemoneu/ontoj [hgemoneuontoj en el original (N. del E.)] por cuanto ésta se aplica a cualquier dignidad, particularmente de alguna consideración. Y así Josepho, hablando de estos tiempos en el libro XVI, Antiq., cap. XVII, llama h(gemo/na [h(go/mena en el original (N. del E.)] a Volumnio, siendo así que era solamente e)pitro/poj [epitropoj en el original (N. del E.)], esto es, procurador, como el mismo Josefo le llama en el lib. I, de Bell. Judaic., cap. XVII. Otros explican este lugar de este modo: Haec autem descriptio prior erat Quirinio Syriae praeside; esto es, antes que Quirinio fuese gobernador de la Syria. Véase a Calmet.

El padre Petite expone igual versión que el padre Scio, y dice en una nota: Calmet, movido de algunas dificultades que nacen de la historia, y medallas romanas, quiere que las palabras del Evangelio: Haec descriptio prima facta est a praeside Cyrino, se entiendan en un sentido contrario al que comúmente se les da, cual es éste: Esta descripción fue hecha primero que Cyrino fuese gobernador de la Syria. La razón de esta inteligencia es que Cyrino o Quirino no era gobernador de la Syria cuando de orden de Augusto se hizo este empadronamiento. Sin embargo, he conservado la letra de la Vulgata, con cuasi todos los demás, porque aunque Cyrino no fuese entonces gobernador, fue comisionado extraordinariamente por Augusto para que juntamente con Sencio Saturnino que lo era, hiciese este empadronamiento; y el mismo Cyrino fue doce años después electo gobernador de Siria. Así, las palabras de la Vulgata se deberán leer de esta suerte: Este primer empadronamiento fue hecho por Cyrino, que fue después gobernador de la Syria. (Véase a Duhamel, Natal. Alex.)

El padre Amat traduce el versículo de San Lucas: «Este fue el primer empadronamiento hecho por Cyrino, que después fue gobernador de la Syria,» y no trae nota alguna.

Nuestro ilustrado escritor el doctor don Francisco Martínez Marina, dice sobre este pasaje de San Lucas, lo siguiente, en su erudita Historia de la Vida de Nuestro Señor Jesucristo y de la doctrina y moral cristiana. «La descripción o censo del imperio que mandó hacer Augusto, es un hecho histórico evidente. Augusto mandó hacer un estado de todos los ciudadanos y de sus bienes en todas las provincias del Imperio: obra grandísima, en que puso mano hasta tres veces, mandando practicar esta operación o censo, primeramente en el año 38 antes de la era cristiana; segunda vez en el 8º antes de la misma era, y de esta es de la que habla San Lucas, porque entonces fue cuando la Judea comenzó a experimentar los efectos del decreto imperial; y la tercera en el año 14 de la era cristiana, inmediatamente después de la deposición de Arquelao, rey de Judea. Por estos medios consiguió Augusto vencer las gravísimas dificultades que envuelve una operación tan complicada, especialmente en un imperio de tan grande extensión como el romano, y reunir todas las descripciones de sus provincias, y exacta noticia de todas las cabezas de familia, de sus mujeres e hijos, de su edad, calidades, profesión, empleos, oficios, industria, bienes muebles e inmuebles, con el fin de que todo esto sirviese de base para una justa y bien combinada contribución... Los gobernadores romanos fueron los encargados de hacer ejecutar el edicto imperial, cada uno en su distrito, y asegura Tertuliano que este fue el caso en que se halló, con respecto a la Siria, Sexto Saturnino, que era su presidente. Este empezó desde luego por la Fenicia y la Cele-Siria, ricas y populosas comarcas que exigían un largo y minucioso trabajo. Después de haber cumplido con las órdenes del César en la provincia romana, como también en los reinos y tetrarquías que de ella dependían, tres años después de la fecha del decreto, se llegó en fin a Belén, precisamente en la época memorable del nacimiento del Salvador... Conquistada la Siria y reducida a provincia romana por Pompeyo, abrazaba en su vasta extensión muchos Estados, reinos y tetrarquías, la Siria propiamente dicha, la Cele-Siria, la Fenicia y la Judea, que fueron gobernadas por un prefecto o presidente nombrado por Augusto. Además de la grande extensión del país, envolvía su descripción otras gravísimas dificultades políticas, a causa de los príncipes que ejercían el imperio en varios Estados, como Herodes en Judea. Augusto para vencerlas, después de las órdenes comunicadas a los procuradores o gobernadores inferiores de los diferentes distritos, nombró un legado o presidente extraordinario, varón de su confianza, respetable y capaz de llevar a cabo estas operaciones sin comprometer el honor ni ofender los derechos de los respectivos soberanos. Este fue Sulpicio Quirinio, de quien dice el historiador Josefo, que subió por sus relevantes méritos y servicios hasta al honor del consulado, y que fue también nombrado por César posteriormente para ejecutar el censo del año 14 de nuestra era, después de la deposición de Arquelao... Sencio Saturnino, presidente de Siria, fue quien dio a las órdenes de César en su departamento y en los Estados y tetrarquías subordinadas a su autoridad, y después, en el tercer año de la data del decreto imperial, pasó a Judea, para ejecutar el censo bajo la dirección del comisionado extraordinario Sulpicio Quirinio o Cirino... En la narración del Evangelista San Lucas, es pues preciso distinguir dos hechos igualmente ciertos, pero verificados en diferentes tiempos: el primero es el decreto de Augusto y la estadística practicada en su virtud directamente, o por el presidente de Siria Saturnino, a quien la atribuye Tertuliano, o por Cirino a lo menos indirectamente, a consecuencia de su comisión extraordinaria para este efecto, circunstancia que no altera lo sustancial de la historia. El segundo hecho fue la contribución que se debía imponer, y que era el objeto de la descripción o censo formado. San Lucas en el verso I del capítulo II, habla del primero de estos hechos, a saber: del decreto imperial y de la ejecución de las operaciones del censo, lo cual no ofrece duda ni dificultad alguna. Pero en cuanto a las contribuciones impuestas en Judea a consecuencia de aquella descripción, es otro hecho también cierto, pero que no se llevó a efecto hasta la deposición de Arquelao, cuando la Judea fue reducida a provincia romana. Mientras la Judea fue gobernada por sus reyes, no se hizo novedad en las cargas políticas, y todo seguía su curso ordinario. El imperio exigía, si, un tributo inmediatamente del príncipe judaico en señal de dependencia; pero el pueblo no pagó contribuciones directas sino a sus reyes hasta la época que dejamos señalada, y esta novedad causó grandes turbaciones públicas, como refiere Josefo, y el mismo San Lucas hace mención en los Actos de los Apóstoles, cap. V, vers. 37, de las que se suscitaron con motivo del censo llevado entonces a efecto por el presidente de Siria Cirino; y esto es a mi juicio lo que quiere decir el Evangelista en el pasaje citado del Evangelio; que el censo formado en virtud del decreto de César Augusto, o que esta estadística no tuvo efecto, ni se ejecutó en todas sus partes, sino cuando Cyrino o Sulpicio Quirino, siendo prefecto o presidente de Siria, pasó a Judea con el gobernador Coponio, según refiere muy circunstanciadamente Josefo, a dar cumplimento a las órdenes del Imperio. El texto del Evangelio es susceptible de esta interpretación o comentario, que en mi concepto desvanece todas las dificultades y expresa bellamente las ideas del Evangelista.

El doctor Sepp en su Vida de Nuestro Señor Jesucristo, part. I, cap. IV, expone curiosos y notables pormenores sobre este importante punto, que creemos conveniente insertar para su mayor ilustración. Después de haber reunido César todo el mundo a su imperio, dice aquel escritor, mandó poco tiempo antes de su muerte hacer un censo o empadronamiento de todo el imperio romano, con el objeto de establecer las bases en todas las provincias para una justa y bien combinada contribución. Este censo se verificó en Oriente por un tal Xenodoro, en el espacio de veinte y un años, cinco meses y ocho días, habiéndose terminado en el año 731. En occidente lo efectuó Teodoto, en veinte y nueve años, ocho meses y dos días, terminándose en el 739. Policleto lo verificó en los países del Medio día, en treinta y dos años, un mes y diez días, de suerte que en el año 740, poco antes del nacimiento de Jesucristo, se había terminado el catastro de todo el imperio romano por gran número de geómetras que habían recorrido la tierra, habiendo sido enviado al Senado. Así lo hallamos anunciado en Frontino (de Coloniis, p. 142, 178, 207), que escribía hacia el fin del primer siglo, y en Etico Ister, que nos ha dejado el extracto de un censo del mundo hecho por Julio Honorio, después, un catálogo y un itinerario de las provincias romanas. Plinio por su parte, testifica lo mismo relativamente a la Italia, testimonio que confirman Casiodoro, Isidoro de Sevilla y Suidas, que habían bebido también en las mismas fuentes. Para acabar la obra comenzada por César, faltaba, pues, un empadronamiento general de la población, y para ello, mandó César Augusto por tres veces durante su reinado, verificar un censo, como nos lo dice Suetonio en su Vida, cap. 27.

«El primer empadronamiento se hizo en 726, cuando era cónsul César Octavio por la sexta vez, y Agripa por la segunda, es decir, tres años después de la batalla de Accio. Todavía no había nacido Cristo a esta época; y por otra parte este censo fue más bien parcial que general, y sólo tuvo por objeto Roma e Italia, por las cuales debió comenzarse.- El tercero se hizo en el año 767, bajo el consulado de C. Silio Nepos y de L. Minucio Planco, enviando emisarios a diferentes partes del reino; y según Tácito (Annal., lib. I, cap. 31) se emprendió un año después en las Galias por Germánico, y por consiguiente, en una época en que había llegado Jesucristo a la edad de la juventud. La fecha de estos censos, así como la del segundo, se hallan en las famosas tablas de Ancira, que, según una mención sumaria del reinado de Augusto, indican el número de los ciudadanos romanos que existían en aquella época.

«Tratábase de restablecer el orden en el Estado, turbado hacía largo tiempo por la guerra civil. Augusto envió por sí, según el testimonio de Dion Casio, subcensores para auxiliar a los censores en el empadronamiento de la población. Suidas enumera veinte. Después de este primer empadronamiento, hizo redactar el emperador un escrito titulado: Rationarium imperii, que nos da a conocer Suetonio (cap. 28, 101). Este documento y otros semejantes suministrados por el segundo empadronamiento, sirvieron de materiales para una estadística general en cuatro volúmenes, el tercero de los cuales, con el título de Breviarium totius imperii, indicaba el número de tropas que existían bajo los estandartes, cuánto dinero había, ya en el tesoro, ya de los impuestos que quedaban sin pagar. Estos datos nos los suministra Suetonio. Hácese también mención de este censo en el libro de que habla Tácito (Anal., 1 2) que escribió Augusto de su mano, y que Tiberio, después de su muerte, hizo leer públicamente en el Senado. Este libro indicaba todos los recursos de la república, los ciudadanos y aliados que había en ella sobre las armas, las flotas, reinos, provincias e impuestos, etc. El tercer censo, cuyo sumario nos dan las tablas de Ancira, se continuó según Tácito (An., 2, 6), después de la muerte de Augusto; y se verificaba todavía en las Galias en el año 769, bajo la dirección de Germánico, por P. Vitello y Cantio.

«El segundo empadronamiento fue, pues, emprendido en el año 746, bajo el consulado de Mario Censorino y de Asinio Galo, debiendo requerir naturalmente muchos años aún. El Evangelio árabe de la Infancia de Jesucristo (§ 2) hace mención de este empadronamiento, colocándole en el año 309 de la era de Alejandro, y por consiguiente, cuatro años antes del principio de la cronología de Dionisio. Iba a principiar la guerra contra los Partos, por lo que Augusto no hizo que se verificara un censo de las riquezas del país, sino solamente un empadronamiento del pueblo, tal vez para asegurarse de las tropas que podrían suministrarle las provincias aliadas en caso de guerra.

«Este empadronamiento, el segundo respecto de Roma, pero el primero respecto de la Judea, debe haber tenido lugar cuando Cyrenio o bien cuando Sencio Saturnino era gobernador de Siria. Pero ¿cómo conciliar estas dos cosas? Tenemos la serie de los presidentes de Siria. M. Ticio siguió a Agrippa, C. Sencio Saturnino siguió a Ticio; después vino Q. Quintilio Varo, después Sabino, después L. Volusio Saturnino, después finalmente Cyrenio o Quirinio. Volusio se hallaba aún en posesión de esta dignidad en 757, y por consiguiente siete años después de la muerte de Herodes, como nos lo indica una moneda del tiempo de su gobierno, que tiene la fecha del año 35, después de la batalla de Accio. Debemos creer los documentos que nos suministran las Sagradas Escrituras, aún cuando no aparezca su veracidad a la primera ojeada, y en el caso de que se trata, podemos asegurarnos de la exactitud de las noticias que nos dan, a pesar de la oscuridad en que se halla, envuelta esta cuestión. El año 742 hallamos en el consulado a Valerio Messala, a Barbato Emiliano y al senador Sulpino Quirinio. Conforme a una ley dada por Pompeyo, y que el emperador Augusto, siguiendo los consejos de Mecenas, se impuso el deber de observar, no podía un magistrado llegar a ser gobernador de una provincia sino cinco años después de concluir su magistratura. Así, no volvemos a hallar a nuestro consular Quirinio hasta el año 748, en que se nos aparece repentinamente en Cilicia. Había sido enviado a Oriente, como legado del emperador, con plenos poderes de éste; y Muratori, en su Thesaurus inscriptionum 1, página 670, nos ha conservado una inscripción en que se menciona el papel que hizo en estas provincias, como superintendente del censo, y que nos da a conocer dos hechos de su gobierno.

1º.Idem jussu Quirini censum fecit Apamenae provinciae millium hominum civium CXVII.

2º. Idem jussu Quirini adversus Ituracos in Libano monte castellum corum cepit.

El que se menciona en estas inscripciones, es Q. Emilio P. Palicano Secundus.

«Los plenos poderes y la superintendencia de Quirinio en el empadronamiento de la población se extendían, pues, a la provincia de Siria, donde estaban situados Apamea, el Líbano y el Anti-Líbano, patria de los Itureos. En esta época Sencio Saturnino era gobernador de Syria, a la cual pertenecía la Judea, según la división del Imperio romano establecida en esta época. El año 753 acompañaba Quirinio a Cayo César, después emperador bajo el nombre de Calígula, en la guerra contra Armenia, y le asistía como ministro director. A él fue también a quien confió Augusto después el gobierno de estas provincias, no dejando al joven César más que el nombre de gobernador. Con suma frecuencia eran enviados los senadores o los consulares, en circunstancias difíciles a las provincias con misiones extraordinarias, con plenos poderes civiles y militares, y la historia romana nos ofrece mil ejemplos de ello. Pues bien, esta medida parecía tanto más necesario en el caso de que se trata, cuanto que tenía la Palestina su propio rey, sometido al emperador, es cierto, pero que no se hallaba bajo la jurisdicción del prefecto de Siria. Así, Volumnio asistió ya antes de Cyrenio a Saturnino, como legado imperial, y sabino llenó las mismas funciones al lado de Q. Varo, sucesor de este último. Finalmente, después de la partida de Volusio, tomó realmente Quirinio el gobierno de Syria. Así, pues, pudo muy bien San Lucas llamarle ya gobernador de Siria, cuando sólo ejercía aún esta magistratura de una manera previsoria. Por lo demás, este senador, natural de la antigua ciudad de Lanuvio, gozaba los primeros emperadores de tal consideración, que después de su muerte, le mandó hacer Tiberio funerales públicos.

«El historiador Josefo habla por su parte de este empadronamiento, cuando dice, que toda la población de Judea recibió la orden de rendir homenaje a Augusto y a Herodes, habiéndose negado solamente a ello, seis mil fariseos. Nuestro empadronamiento se refiere, pues, a una prestación de homenaje de toda la Judea a Herodes y a los Romanos, probablemente en la perspectiva de la muerte próxima de Herodes, que dejando el trono vacío, iba a permitir al emperador reunir la Judea al dominio del imperio. En efecto, Augusto, poco tiempo antes, había recordado seriamente al rey de los Judíos, con ocasión de su irrupción en Arabia, sus relaciones y sus deberes de sumisión para con él. (Josefo, Antiq. 16-9, 3; Apiano, de Bello civili, 5, 75). Estas relaciones duraban después de la conquista de Pompeyo. El mismo César había arreglado por un decreto las rentas de los príncipes indígenas: y si Herodes, en su cualidad de regulus, pudo hasta entonces levantar impuestos en el país, no podía, no obstante, obrar libremente aún en sus asuntos de familia. Según Apiano, se veía obligado a enviar un tributo al emperador y a suministrarle ejércitos como rey aliado en los casos de una guerra, tal como aquella con que amenazaban entonces los Partos. Pero Josefo (Ant. 18, 1, 1), habla claramente de otro empadronamiento hecho trece años más adelante por el mismo Quirinio, y que sólo se aplicaba a la Judea y a la Samaria. Quirinio obraba en esta circunstancia, no como gobernador provisional, sino como gobernador real y titular de la Siria. Lo comenzó desde el principio de su segunda magistratura, y lo terminó, a pesar de una nueva sedición excitada por Judas de Gamala, y el fariseo Sadock, con ocasión de este empadronamiento. Aconteció, pues, esto, después que Arquelao fue desterrado a Viena, en las Galias, en 759, y cuando Quirinio fue encargado de convertir en provincias romanas el país que este último había gobernado y de incorporar todos sus bienes al fisco imperial. Este país fue entonces reunido a la Syria y sometido a presidentes romanos, entre los cuales es el más notable para nosotros Poncio Pilatos. Pues bien, este empadronamiento no puede ser el que buscamos en este momento. El mismo San Lucas nos suministra en los actos de los Apóstoles (cap. V, v. 37), una prueba evidente de que este empadronamiento no es aquel de que habla en su Evangelio. Porque si hace mención en los actos de este segundo empadronamiento, para distinguirlo del primero, tiene buen cuidado de llamarle en su Evangelio el primero que se hizo por Cirino. Muchos intérpretes modernos traducen también esta frase de San Lucas: «Este empadronamiento fue anterior al que se hizo bajo Cirino;» y esta interpretación puede justificarse muy fácilmente bajo el punto de vista filológico con ejemplos tomados en los autores clásicos.

«Por lo demás, este último empadronamiento no era más que una continuación del primero, que como nos dice la historia, había encontrado grandes dificultades. Comenzose a contar la población por tribus, conforme a la constitución del pueblo judío, a fin de restablecer el orden genealógico de las diferentes familias, sin llegar hasta anotar las propiedades. Todavía no se había aplicado esta medida a las antiguas tribus de Judá y de Benjamín, que habían vuelto del cautiverio, cuando hubo que suspender el empadronamiento a causa de las turbulencias que había suscitado en la nación el movimiento general, efecto necesario del censo, y sobre todo, por el terror que este solo nombre inspiraba al pueblo judío desde el primer empadronamiento hecho en tiempo del rey David, que le había costado tan caro. El empadronamiento de Judea no se acabó, pues, hasta más adelante, en 759, bajo el gobierno efectivo de Quirinio. Si este no fue encargado del primero, sino por una misión extraordinaria, según hemos visto ya, era Saturnino en esta época verdaderamente gobernador de Siria, y la tradición de la Iglesia, siempre pura y digna de fe, nos da también aquí el verdadero sentido de los libros santos.»

Por fin, M. Wallon cree que se explica el pasaje de San Lucas, o traduciendo según el griego: «Este empadronamiento se hizo antes del verificado por Quirino,» o por una versión que tiene el mérito de adaptarse a la Vulgata tan bien como al original. «Este primer empadronamiento fue verificado (acabado) por Quirino, gobernador de Siria.» Hubo un empadronamiento de los ciudadanos, añade M. Wallon, mandado por Augusto en el año 746 de Roma, y no es inverosímil suponer que se verificó una cosa semejante, en su consecuencia, respecto de los reinos aliados; y entonces cuando fueron a Belén María y Josef (747). «Este empadronamiento fue un simple encabezamiento de las personas, sin agregar a él el impuesto. Cuando fue más adelante depuesto Arquelao, se completó el trabajo comenzado en tiempo de Herodes con la adición del impuesto, y por eso dice el Evangelista: «Este primer empadronamiento se realizó (fue acabado) por Quirino, gobernador de Siria.»

Estas interpretaciones, que son iguales a las adoptadas por Sepp. y M. Darras, se hallan apoyadas por el autor extensamente en la obra titulada: De la croyance duc al'Evangile, pág. 296 a 339, aunque con razones análogas a las expuestas por M. Darras, que son en nuestro juicio las más fundadas. Vése también la obra de M. Wallon titulada: Vie de N. S. Jesus Christ Introd. pág. 78.

Creemos que los datos y reseñas que acabamos de anotar como por vía de ilustración a la profunda y erudita exposición del texto de San Lucas que traza el sabio M. Darras, bastarán para manifestar las numerosas interpretaciones que pueden hacerse del pasaje de San Lucas en sentido favorable a la exactitud histórica de este Evangelista y del hecho a que se refiere, y para dejar demostrada hasta la evidencia la futilidad de las objeciones que oponen en contrario los nuevos incrédulos.

(N. del T.)

 

269

El crítico no trae el texto de esta inscripción. Dirígese a una clase de lectores demasiado versados en todos los conocimientos especiales de arqueología para que sea necesaria tal exactitud. He aquí la inscripción que publica Orelli (Supplem., tom. III, pág. 58) según una piedra sepulcral hallada en Venecia, y perdida en el día: Q. Aemilius, Q. F. Pal. Secundus castris Divi Aug. P. Sulpitio Quirino Leg. Caesaris Syria honoribus decoratus Praefect. Cohort. Aug. 1. Praefect. Cohort. II. classicae idem jussu Quirini censum fec. Apamenae civitatis millium homin. civium CXVII. Idem jussu Quirini adversus Ituraeos in Libano monte castellum eorum cepit, et ante militiam praefecit Fabrum, delatus a duobus Coss. ad Aerarium et in colonia Quaestor. Aedilis II. Duumbir II. Pontifex ibi positi sunt Q. F. Pal. Secundus F. et Aemilia Chia Lib. H. M. amplius. H. N. S. Tal es esta famosa Inscripción a la que se atribuye el honor de haber conquistado el mundo a la fe del Evangelio. Hemos recorrido, sin encontrarla, los más antiguos y más ilustres comentadores. ¿Qué significa, pues, la importancia retrospectiva que se pretende dar a esta piedra sepulcral? Si existiera aún, se podría discutir sobre ella; pera ha desaparecido para no volver. Este es sin duda su único mérito a los ojos de los racionalistas, ¡qué ligera puerilidad ante un asunto más grande que el mundo, y cuyo ruido despierta en la eternidad ecos formidables! Añadamos, como noticia biográfica, que Orelli nació en Suiza el año 1787, y murió en 1845.

 

270

Justin. Apologia I pro Christianis ad Antoninum Pium, XXXIV, Patrolog. graec. tom. VI, col. 383, 384.