271
Hemos notado escrupulosamente en cuatro columnas bajo el nombre de los cuatro Evangelistas, el número de todos los versículos citados en nota en la Vida de Jesús, lo que nos ha suministrado curiosas revelaciones. Por ejemplo, nos dice el autor en la página 18, que el primer capítulo de San Mateo es una leyenda apócrifa, sin valor alguno histórico, lo cual permite al racionalismo suprimir la narración del viaje de José y de María a Belén, el nacimiento de Jesucristo en esta ciudad, la adoración de los pastores y de los Magos, la huida a Egipto. Lo hemos comprendido perfectamente y hemos comprendido perfectamente y hemos tenido por declarado, que la crítica moderna rechaza formalmente el primer capítulo de San Mateo. ¿Cuál no ha debido se, pues, nuestra sorpresa al volver a encontrar en la página 23 este primer capítulo de San Mateo, citado como una autoridad irrefragable, para consignar que Jesús era el primogénito de una numerosísima familia? Así, pues, según la página 18, es apócrifo el primer capítulo de San Mateo, y según la página 23, es un documento que no tiene contestación el mismo capítulo. Cuando se tiene la pretensión de destruir la fe cristiana, debería tenerse cuidado de ser más consecuente consigo mismo. La precaución de citar sólo al pie de las páginas el número de los versículos evangélicos, sin reproducir nunca el texto, puede engañar al vulgo de los lectores; pero deben saber los racionalistas, que el Evangelio ha sido, es y será estudiado hasta el fin del mundo, versículo por versículo y letra por letra. Una obra destinada a destruir el Evangelio debe poder soportar un examen tan riguroso por lo menos, como el a que ha sido sometido el mismo Evangelio, durante diez y ocho siglos. Esta reflexión incidental puede bastar para hacernos comprender que no ha realizado su objeto la Vida de Jesús, estando aún por principiar este trabajo.
272
Bossuet, Elevac. Sobre los misterios, XV, sem., V. Elev. edit. Lachat, tom. VII, página 267-268.
273
Vida de Jesús, pág. 20, nota.
274
[«desdeñoso. «Véase» corregido de la fe de erratas del original (N. del E.)]
275
Lucas, IV, 23-38.
276
Matth. I, 1-17.
277
Jesu, Fili David miserere mei (Marc. X, 47-48) Christhum filium esse David (Ibid. XII, 35). En este último pasaje tiene la afirmación tanto más valor cuanto es el mismo Jesucristo quien se dirige al pueblo reunido en el Templo, y quien consigna con el testimonio de los mismos Escribas que el Cristo debe ser hijo de David. Es indudable que si no hubiera sido Jesús de la descendencia real, no hubiera recordado esta circunstancia que debía destruir inmediatamente toda fe en su misión.
278
Vida de Jesús, Introduc., pág. XXXVIII.
279
Ego Jesu...Ego sum radix et genus Davit (Apocal. XXII, 16).
280
Vida de Jesús, Introducc., pág. XXIX, XXX.