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Esta escena de adoración de rodillas, que se repite también en el Auto o Farsa del Nascimiento («Hinquémosle las rodillas / hinquemos con devoción», vv. 405-406) recoge una forma del ritual ordinario de la misa, en que se proclama -cantado en ocasiones especiales como motete polifónico- el verso del Credo, y que el espectador reconoce como parte de la liturgia. La acción se recoge en todos los ceremoniales de todas las órdenes religiosas de San Jerónimo: «Quando dice et Incarnatus est hasta hasta aver acabado Et homo factus est, hinca ambas rodillas con las manos juntas delante del pecho [...] luego se levanta y prosigue», Ordinario y Ceremonial de la Misa y Oficio Divino, según el orden de la Santa Iglesia Romana, sus Rúbricas y Rito del Misal..., En Madrid, Por Antonio Marín 1752, p. 283; a san Agustín: «Cuando en el Credo de la Misa se dice Et incarnatus est estarán de rodillas hasta haber dicho: Et homo factus est», Regla de San Agustín, constituciones, ceremonial y ordinario, p. 212; y el Carmelo: «Al Incarnatus se arrodillará con ambas rodillas, hincando antes la derecha, y estando así hasta haber dicho el Homo factus est con las manos juntas ante el pecho, según la práctica universal de los autores españoles». Ceremonial y ordinario de carmelitas descalzos de Nuestra Señora del Carmen, Madrid, en la Imprenta Real, Año 1805, p. 352. Es una muestra más de la necesaria incorporación de los ceremoniales litúrgicos a la consideración de la teatralidad de las piezas. Para Kennedy (96) esta escena debía provocar la adoración del auditorio incorporando el espacio escénico al espacio dramático.

 

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«La insufrible brutalidad que muestran muchas de las farsas pastoriles de la 1.ª mitad del siglo XVI, más que con el teatro de Encina, se entronca con el de Lucas Fernández» (Bonilla y San Martín 111). «Estructuras dramáticas extremadamente simples y en ocasiones muy deshilvanadas. Se trata en todo caso de un teatro recitativo. Nada ocurre en escena; todo se cuenta» (López Morales 2003 177). Por el contrario: «Le théâtre lie en effet indissolublement parole et gestuelle [...] Il semblerait que nous soyons parfois tentés par l'image d'un Moyen Âge où les arts en seraint à leurs balbutiements. On s'accorde à reconnaître que le jongleur déclamant sa chanson de geste avait des talents d'acteur» (Rousse 2004 69).

 

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«Con Juan del Encina y Lucas Fernández comienza la andadura del espectáculo teatral en España. Un público preparado para el entretenimiento y no un grupo de feligreses que asisten y participan en una ceremonia religiosa o pararreligiosa, un espacio escénico, unos actores, un director de escena y unos elementos escenográficos y de utilería» (López Morales 2003 189).