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11

APC, V-7-1, «Carta del provincial de Cantabria al provincial de Saint-Denis de Francia», San Sebastián, 26-I-1932. La respuesta no se hizo esperar: «J'envoie a mes collègues de France votre lettre. Voici leurs adresses. [...] En ce qui me concerne, je pourrai recevoir dix Pères et dix frères [...], je les distribuerai dans nous couvents de Bourdeaux, Pau, Béziers, Toulouse et même Fribourg» (APC, V-7-1, «Respuesta del provincial de Saint-Denis al de Cantabria», San Remo, 30-I-1932).

 

12

ARRIEN, Gregorio, Los pasionistas en el primer centenario de la provincia del Sagrado Corazón de Jesús (1887-1987), Bilbao, Pasionistas, 1988, p. 66. A través de este convento hubo un intento, pocos años más tarde, de extensión de la provincia pasionista vasca por el País Vasco francés (Iparralde); en 1935 varios jóvenes son enviados a Francia, con vistas a su preparación para una fundación en la misma Bayonne, finalmente abortada (Cfr. ARTOLA, Antonio M.ª, Monseñor Elorza, pasionista, Bilbao, Pasionistas, 1988, p. 64; e ÍDEM, El Padre Benito Arrieta, pasionista, Bilbao, Desclée de Brouwer, 1988).

 

13

RODRÍGUEZ DE CORO, Francisco, Catolicismo vasco. Entre el furor y la furia (1931-1936), (= Cuadernos de Sección. Historia y Geografía, 9), San Sebastián, Eusko Ikaskuntza, 1988, pp. 54-99.

 

14

MÚGICA, Mateo, Imperativos de mi conciencia, publicado por ONAINDIA, Alberto de, Ayer como hoy. Documentos del clero vasco, Saint-Jean-de-Luz, Axular, 1975, p. 104.

 

15

ARTOLA, Antonio M.ª, Monseñor Elorza, pasionista, Bilbao, Pasionistas, 1988, p. 64.

 

16

ZUDAIRE, Eulogio, Viceprovincia capuchina de Ecuador, Quito, Capuchinos, 1984, p. 96. Era provincial un personaje controvertido: Ignacio de Pamplona (O. F. M. Cap.). Según Vicente Huici (et alii: Historia Contemporánea de Navarra, San Sebastián, Txertoa, 1982, p. 202), «pedía oraciones en favor de 'la guerra santa contra todas las fuerzas del infierno', y trasladó a numerosos frailes al extranjero por el delito de amar a su pueblo vasco». Es cierto que en su mandato se produjo el envío de los frailes sospechosos a destierros españoles, franceses o americanos, pero resulta paradójico el que considerase delito un genérico amor al pueblo vasco; diecisiete años antes, siendo misionero en Chile, él mismo había incluido en su Historia de las Misiones de los Padres Capuchinos en Chile y Argentina (1849-1911), todo un capítulo, el XVIII, cuyos párrafos rozaban con una auténtica profesión de fe nacionalista vasca (Santiago de Chile, Imprenta Chile, 1911).

 

17

ONAINDIA, Alberto, Capítulos de mi vida. II: Experiencias del exilio, Buenos Aires, Ekin, 1984, p. 123. Mateo Múgica señalaría cómo «su Eminencia Reverendísima el Sr. Cardenal Verdier colocó, protegió y alabó a varios (de los sacerdotes vascos) en su diócesis» (Cfr. MÚGICA, Mateo, Imperativos de mi conciencia, p. 106).

 

18

VILLOTA ELEJALDE, Ignacio, La Iglesia en la sociedad española y vasca contemporáneas, Colección «Magisterio Derio», Bilbao, Desclée de Brouwer, 1985, p. 374; y SAN SEBASTIÁN, Koldo, El exilio vasco en América. 1936/1946-Acción de gobierno, San Sebastián, Txertoa, 1988, p. 22.

 

19

Lettre ouverte à Son Eminence le Cardenal Verdier, Archêveque de Paris, sin lugar de edición, 1937; citado por RODRÍGUEZ DE CORO, Francisco, op. cit., p. 92, que añade «Insuperable declaración de Verdier y promesa de futuras adhesiones no sólo hacia el obispo tránsfuga, sino también hacia el pueblo vasco en general en las horas de las armas absolutas».

 

20

LIZARRA, Andrés de (= Andrés de Irujo), Los vascos y la República Española. Contribución a la historia de la Guerra Civil, Buenos Aires, Ekin, 1944, pp. 229-230.

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