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  -[190]-     -191-  

ArribaAbajoDe Flores panegíricas

Al festejo que hicieron los pasajeros a Nuestra Señora de Paita, en reconocimiento del buen viaje que les había dado.




Loa


   Llegose el dichoso día
en que en la arena escamosa
saludamos los cristales,
nos fiamos de las ondas.

   De Panamá despedidos  5
(salamandra de sí propria,
que eternamente revive,
ya entre incendios, ya en congojas),

   alegres dimos al Sur
de la nao pujante proa,  10
siendo el Perú el Norte amado
de la voluntad gozosa.

   Despegose el lino al viento,
y apenas los aires corta,
cuando rémora a su vuelo  15
isla del mar fue Taboga.

   Hija hermosa de Neptuno,
en cuyo sitio Pomona
logró más fecundidades,
que en las Piérides todas.  20
-192-

   Aquí el Mayo, y el Octubre,
en admiración gustosa,
este sitio habitan siempre,
ya en fruto, ya en flor, ya en hoja.

   Siendo de Tetis al rostro  25
verde lunar, que le adorna,
a quien de cristal los cercos
desvanecen más su pompa.

   En breves días dejamos
a las espaldas y a popa  30
la amenidad de este sitio,
la tierra dejamos toda.

   Golfos sulca ya la nave,
de abismos de tanta monta,
que profundidades mide  35
a distancias de las zonas.

   Busca la vista si puede
descubrir en su derrota
alguna orilla a sus aguas,
algún término a sus ondas.  40

   A breves lances un monte,
atalaya de la costa,
registraron nuestros ojos
no sin la atención dudosa.

   Pero despejado el aire,  45
conocimos la Gorgona,
que a violencias de las aguas
¿qué vigilancia no dobla?

   No desmayó el corazón,
que en peligros más de monta  50
halla asilos en MARÍA,
amparos en ella logra.

   De Monserrate la Imagen
todos humildes invocan,
-193-
obedeció el mar y el viento,  55
éste y aquél la lisonja.

   Agradecidos rendimos,
en la que vive Custodia,
si los labios a sus aras,
de amor fuego a sus antorchas.  60

   No se estrecha en un lugar
ni su amparo, ni su gloria;
en muchas se multiplica
porque la hallemos en todas.

   Entre las toscas arenas  65
de este mar y de esta costa
de Paita, Panteón erige,
tosca funda a tanta joya.

   Levanta farol en ellas,
que el navegante entre sombras,  70
conducido de su luz,
ni peligra, ni zozobra.

   Norte es hermoso a quien mira
el piloto en su derrota,
ninguno acertó en el rumbo,  75
que desviase su proa.

   Es la aguja, que los vientos
tan iguales los conforma,
que el timonel no delira,
si la atiende y mira sola.  80

   Es la luna hermosa y bella,
que aunque de Paita se nombra,
no ha burlado los deseos
del que confiado la invoca.

   Rige mejor que Neptuno  85
al tridente de su boca
el mar, cuando más furioso,
o se rebela o se azora.
-194-

   El freno tiene a los vientos,
sin que desbocados corran,  90
y al impulso de sus labios
sus altiveces reportan.

   ¿Quién, rendido a aquesas plantas,
oh, soberana Señora,
no pregona estos prodigios,  95
no vocea estas vitorias?

   Con propriedad de Mercedes
te ajusta el título y honras,
porque cualquier beneficio
por merced decretas propria.  100

   Reconocidos a aquésta
(no se tenga por lisonja)
una comedia ofrecemos,
corto festejo a tu gloria.

   Cifra es de un crecido amor  105
lo trágico de la historia;
que llegar a dar la vida,
es lo que más se remonta.

   De esta verdad que publico,
el Conde de Fez es norma,  110
pues el amor y el secreto
lo redime a tonta costa.

   Si del Padre Eterno Hija,
si del Espíritu Esposa,
si del Hijo amado Madre,  115
MARÍA, todos te invocan,

   si a la Trinidad sagrada
eres Templo, eres Custodia,
la Trinidad en los suyos
bien es conozca estas glorias.  120

   Recibe, pues, el servicio,
y a la Nao, que así se nombra,
-195-
del Callao al puerto amado
condúcela generosa.

   Al auditorio que escucha  125
en tan discretas personas,
no pido audiencia, que ofendo
sólo con la duda sola.

   Porque siempre el entendido
se ha anticipado a las honras,  130
no aguardan que se las rueguen,
que diera de necio nota.

   Si hemos tenido buen gusto,
habla ya por sí la obra,
las faltas serán las nuestras,  135
que la comedia es famosa.

  -[196]-     -197-  

A nuestra Señora de Guápulo, el día de la festividad de las Nieves.




Loa


   Vistoso Sol, oh MARÍA
luce en nevados zafiros,
cielo, que de dos amantes
le consagro afecto pío.

   (Sabias togas, do se acata  5
el regio esmalte de Tiro,
que en alteza tan suprema
se emboza todo un Filipo).

   (Pastor sacro, a quien el docto
solo os conoce en el silbo,  10
que es tan sutil vuestro aliento,
que le ignora el tardo oído.)

   Y aunque es el Agosto ardiente,
gira en congelados vidrios;
prodigio, que ya los rayos  15
vivan helados peligros.

   Su rojo esplendor abriga
de viriles cristalinos,
quizás porque con esfuerzos,
abrase por más activo.  20

   Mas ¿parece que la vista
busca el riesgo sin aviso,
-198-
cual la incauta mariposa,
que se ronda el precipicio?

   Que examinar en la nieve  25
del sol los lucidos visos,
más es buscar escarmientos,
que créditos del sentido.

   Desvanézcase el temor,
no se recele el peligro,  30
temer nociva influencia
en MARÍA, es ya delito.

   Sus virgíneos esplendores
acreditan ojos limpios,
pues águilas rayo a rayo  35
peinan su candor activo.

   Crédito sean dos almas,
dos corazones unidos,
que de Himeneo a las aras
fueron casto sacrificio.  40

   Que si franca la fortuna
de Ofir les dio el metal fino,
con mano avara les niega
el mejor colmo en los hijos.

   Mas ¿cuándo dio por entero  45
el bien? ¿cuándo dio el alivio?
y con tales escaseces
la idolatra más de un rico.

   Destinan por heredera
a MARÍA, ¡cuerdo aviso!  50
logrado mejor en ella
sus haberes que en los hijos.

   Y porque el blanco no yerren,
donde asestaron sus tiros,
en yermo suelo les siembra  55
en copos nevados lilios.
-199-

   (Que no por yerma una tierra
debe gozar los desvíos
penando, porque en la usura
no trata su estéril sitio).  60

   Inspírales que le erijan
sagrado a su culto asilo;
mejor le dijera cielo,
pues al Sol contiene mismo.

   En hombros de blancos polos  65
fían sus lucientes giros;
pero si son de una Virgen
cándidos serán sus quicios.

   Ésta es copia mal formada
con colores de mi estilo,  70
de aquel prodigio, que en pasmos
veneró el pasado siglo.

   Es idea de la pompa,
que oculta aqueste retiro,
y en gustosa emulación  75
hoy aplaude nuestro Quito.

   Sacra custodia de un ángel,
de milagros un abismo,
que Guápulo en corto espacio
golfo abrevió de prodigios;  80

   original de este alcázar,
que compite con los signos,
y tal vez sus artesones
imán les fueron benigno;

   de aqueste erguido panteón,  85
de este glorioso obelisco,
tan vecino de la aurora,
que es del sol primer registro;

   atalaya de estos montes,
corazón de aquestos riscos,  90
-200-
nave que a impulsos del aire
el campo navega a silbos;

   prototipo en fin del cielo
de un Sol, que en canoros nichos
de querubes soberanos  95
tiene su asiento lucido,

   sobre afectuosos polos
estriba este sacro olimpo
de dos consortes, que un alma
unió con lazo indistinto.  100

   Dos basas son de su culto:
¡portento, que en este siglo,
para el bien se ayuden dos,
cuando lo calumnia el vicio!

   Más hombros tiene Bilán  105
de un Alcides, que en olimpos,
y en esferas de piedad
un punto no ha desistido.

   Sostituye al peso excelso,
que fio de su alto brío  110
un Atlante o un Cristóbal,
Martín generoso y pío,

   Argos atiende a su honor,
mejor que aquese zafiro,
cuando en piélagos de sombras  115
cuelga faroles lucidos.

   Y si entonces a MARÍA,
y a su culto le fue asilo
un yermo, esta soledad
para su honor ha elegido.  120

   Mas hoy tan poblada toda
de Dïanas, de Narcisos,
que aun dudo tanta beldad
agote todo el guarismo.
-201-

   No sólo en airosas galas,  125
no sólo en lustroso aliño,
cada galán es un mayo,
cada dama un paraíso;

   pero más por su piedad
en los jazmines y lirios,  130
quizás porque ni aun la nieve
le faltase a aqueste sitio.

   En este albergue dichoso,
en este cielo o zafiro,
un sol virgíneo sus rayos  135
difunde siempre benignos.

   Tan a colmo de las plantas,
y de la mies al arbitrio,
que sus macollas gozaron
su ardor en frutos opimos.  140

   Y si su verdor, fomentos
pide en partos cristalinos,
fluctuar se mira la tierra
en improvisos abismos.

   Desatando sus incendios  145
tanto cristal desunido
de las nubes, que a sus rayos
sostituyeron sus vidrios.

   Cambia su amor tantas formas,
y estudia tantos estilos,  150
que ya la contemplo nube,
ya sol, ya claro rocío.

   Semejante de Israel
a aquel pasmo del Egipcio,
que si astro mayor de noche  155
acaudilla su destino,

   en sombra trueca su día
al ardor del sol nocivo,
-202-
que sabe Dios de la luz
sombras tejer al amigo.  160

   Ya en grata lluvia deshace
su aparato tan lucido:
¡piedad ajar lucimiento
proprio en ajenos conflictos!

   Del pueblo a la mendiguez  165
vierte pródigo rocío,
que dar (si no puede) en llanto,
nobleza es de un pecho pío.

   Mejor que éste, su poder
muestra, a su piedad asido,  170
María, porque su amor
es un Prometeo divino.

   ¡Cuántos tocaron su puerto,
cuántos hallaron asilo,
que en el mar de sus dolencias  175
fueron fábula al conflicto!

   ¡Cuántas procelosas ondas
bebieron de sus delitos,
que al abrigo de su arena
reconocieron rendidos!  180

   A esta verdad, cuantos votos
ornan aqueste edificio,
son apoyo cuantas ansias
son a su amparo testigos.

   A todos su amor alcanza,  185
su pecho a todos benigno,
y si a todos, todos juntos
nos mostremos hoy festivos.

   Que si no somos los cisnes
de este teatro o caístro  190
(porque mucho desazona
quien se aplaude presumido),
-203-

   seremos de Apolo al coro
el bajo en humilde estilo,
que esta voz en consonancias  195
el punto fue más subido.

   Sea el asunto o materia
el de un ingenio divino,
que supo hermanar agravios,
sin queja a un sujeto mismo.  200

   Dos agravios sin ofensa
admiraréis con avisos,
que no siempre las comedias
se ordenan a precipicios.

   Que entre los ascos del cieno  205
brilla tal vez el jacinto,
pues aquéste el cuerdo estime,
que es acreditar su juicio.

   Esto a nuestro amor, si al vuestro
no escatimar los oídos,  210
que está de mal gusto el alma,
cuando niega este sentido.

   En tal fiesta aqueste aplauso
solo corteses pedimos;
nobles sois, y casi entiendo  215
era excusado el aviso.

  -[204]-     -205-  

A la Asunción de María Santísima.




Loa


   En este vergel humano
yace mustia la más bella
rosa, que en purpúreos rayos
mereció doble diadema.

   (Sabia toga, en quien se admira  5
del gran Filipo la alteza,
donde la piedad y el celo
próvidamente se alternan,

   de cuyo regio esplendor
hoy se ciñe su cabeza,  10
cuando la preside atento
de un Don Martín la nobleza).

   Pues entre las otras flores
es MARÍA la que alienta
esmeros de su hermosura,  15
beldad duplicando en ellas.

   De la parca el ímpio hielo
su nieve y púrpura altera,
porque de un fatal ocaso
no la redimió su alteza.  20

   Mustio vieron su candor,
ajada tanta belleza,
que muchos siglos hermosos
un sepulcro los abrevia.
-206-

   Sintió el orbe doloroso  25
al ver sin vida a su Reina,
y aquellos bellos esmaltes
sin la hermosura primera.

   Pero ¡oh qué cambio tan alto:
de aquella mortal pavesa,  30
de aquellas leves cenizas
mejorada vida hereda!

   Pues si de este humano cielo
flor la festejaron bella,
ya del vergel del empíreo  35
por sol florido se ostenta,

   un rayo siendo cada hoja,
un esplendor cada hebra,
y cada purpúreo esmalte
de luz una hermosa huella.  40

   Con que en el zafir vistoso
sol y rosa así se apuestan,
que claros florece rayos,
y brilla púrpuras tiernas.

   ¡Oh qué alteza de MARÍA!  45
pues goza sin competencia
con duplicado esplendor,
por sol y por flor la esfera.

   Del Rosario sus devotos,
si por sol su ardor remedan,  50
al aclamarla por Madre,
las rosas brotan sus lenguas.

   Y aunque sin cuenta a los gastos,
la devoción muchas cuenta,
que son ceros sin sustancia,  55
si ésta falta en las expensas.

   Para festejar sus dichas,
y las glorias de su Reina,
-207-
hoy os presentan sus hijos
una famosa comedia.  60

   Aun de noche alumbra el sol
es el mote de su idea:
¡oh qué nacido a MARÍA,
y de su muerte a la empresa!

   Que si la muerte en sus sombras  65
florida luz la funesta,
aun en sus negros horrores
sol sus rayos más aumenta.

   Pues en lobreguez fatal
luce tan claro planeta,  70
que si en noche alumbra el sol,
vence su luz las tinieblas.

   Y pues a pares los soles
sus claros rayos franquean,
cuando veneréis al uno,  75
el otro atención merezca.

   No mal ceñís, no, su luz,
que esas son muy bajas nieblas,
que se fraguan de vapores,
que exhala una injusta lengua.  80

   Pero ¿para qué me canso,
que el sabio es fuerza agradezca
este empeño, y a su ejemplo
quién habrá que no me atienda?

  -[208]-     -209-  

A San Blas obispo.




Loa


   Primeros rayos apenas
de la justicia ilustraron
a Adán, cuando tristes sombras
anticiparon su ocaso.

   Relámpago fue de luz  5
el sol de su día claro,
duda siendo al pensamiento
si certeza al desengaño.

   Este breve resplandor
aun los brutos veneraron;  10
respeto siendo su nombre,
cuando su ciencia admiraron.

   Anocheciose a su vista,
y la obediencia le alzaron,
que es falta de entendimiento  15
no respetar al postrado.

   A lo agreste de los montes
vencidos se retiraron,
feroces por sólo dar
al hombre continuo asalto.  20

   Sirvieron aquesos riscos
castillos, quizá por altos,
que al pecho cobarde aspira
siempre a lo más resguardado.
-210-

   Esta altivez, este orgullo,  25
por siglos bien dilatados,
al menos osado bruto
estimuló desacatos.

   Pero ¡oh prodigio! ¡oh portento!
no sé que divinos rayos  30
reconocieron en Blas,
que obedientes le acataron.

   El asombro de los bosques,
el león y el tigre hircano
se le rinden, privilegio  35
que Adán obtuvo por raro.

   De la gracia aquel candor
en él sin duda admiraron,
que menos rayos sus ojos
no respetaran postrados.  40

   Y si en los feroces brutos
logró nobles agasajos,
no menos el mar soberbio
le hospedó en sus ondas grato.

   La cerviz, que en inconstancias  45
deshizo el yugo a pedazos,
que le pone grave nave
impelida de los austros,

   él la huella tan glorioso,
que me temo que se helaron  50
sus cristales, porque vieron
del poder de Dios un rasgo.

   Más generoso trofeo,
que esotro, si no me engaño,
que hacer lo mudable firme  55
es hoy del sentido pasmo.

   Si os admira aqueste asombro,
no es menor el que yo hallo
-211-
en ingeniosa comedia
para festejo del Santo.  60

   Celos, amor, y cordura,
es un asombroso espanto,
que se bisagren opuestas,
y amigas se den las manos.

   ¿Hay mar que más se aventaje  65
en inconstancia al mar bravo,
que unos celos, y se humillan
de la cordura al pie casto?

   ¿Hay Mongibel más fogoso
que desvanezca en penachos  70
de fuego su erguida cumbre,
cuando a la esfera da asaltos?

   ¿Hay pira que en rojas llamas
más se avecine a los astros
como el amor, cuando ardiente  75
se fomenta con halagos?

   Pues este fuego, este mar
de este aquel monstruoso parto,
(¿a quién no admira que el fuego
conciba cristal tan raro?)  80

   solicita la cordura,
que así se entregan los brazos,
que ya las aguas encienden,
y el fuego baña más claro.

   Celos serán del saber,  85
noble amor, dulce agasajo,
y cordura, todo junto
el darnos oídos gratos.

   Festejaremos a un tiempo
todos a tan raro santo,  90
si os ayudáis al silencio,
y nosotros de los labios.

  -[212]-     -213-  

Al ilustrísimo señor don fray Pedro de Oviedo, arzobispo de Quito, en el día de San Luis Rey de Francia, patrón del Colegio Seminario.




Loa


   Despreciado el valle humilde
de aqueste terreno globo,
águila caudal hoy Luis
vive del empíreo escollos.

   (Norma recta de lo justo,  5
timbre excelso de lo docto,
erario de la virtud,
y de la prudencia colmo).

   De cuya eminente suma,
de cuyo sublime solio,  10
sin bastardear en la vista
todo un sol contempla absorto.

   Tan descubierto le mira,
tanto le atienden sus ojos,
que pudieran rayo a rayo  15
distinguirle sin estorbos.

   Y aunque sulca de su luz
aquellos inmensos golfos,
vaivén no teme en sus ondas,
que es mar que vive en reposo.  20

   Y si del amor divino
aspira el ardiente soplo,
-214-
glorioso impele su nave
a descréditos del noto.

   Gozando a un tiempo en el mesmo  25
favonio, el golfo, el piloto,
y con logro de sus ansias
el puerto, el norte, o el polo.

   Y si el águila real,
galeón viviente, que en hombros  30
del aire navega ufana
a impulsos de aliento propio,

   expone a los rojos rayos
de aquese luciente globo,
por distinguir al bastardo,  35
del que es pollo generoso;

   así nuestro Luis invicto,
águila en el ser heroico,
ya que no examina arroyos
de aquel ser eterno y solo,  40

   de un Vice-Dios en su Iglesia,
de un Oviedo generoso,
al Sol sagrado sus hijos
quiere examinar por propios.

   Y si muchos a sus luces  45
ejecutoriaron, doctos,
lo sublime de su ingenio,
y de sus letras lo honroso,

   hoy el examen me toca,
¡casi me falto al asombro!  50
que es mucho mar el que emprendo,
y barco, el discurso, poco.

   Y en confusión tan crecida,
sólo me embaraza corto
tu culto, que en ignorarte,  55
tu majestad más abono.
-215-

   Que le ofende lo supremo,
que se llega a ajar lo heroico
de nuestras noticias, cuando
más le acredita el embozo.  60

   Mas ¿qué temo? ¿qué recelo?
sin duda, sin duda ignoro
tu magnánima excelencia,
y tu pecho generoso.

   Porque estudias las piedades,  65
no te niegas a socorros,
que tal vez el humanarse
hecho fue de un Dios glorioso.

   Que al sol entonces le aclaman
rey las aves en sus coros,  70
cuando se muestra al oriente,
roto el dosel tenebroso.

   Rayo a rayo, pues, ya admiro,
depuesto lo temeroso,
en lo capaz de tu esfera  75
lo inmenso de tus tesoros,

   lo prudente de tu celo,
huyendo lo escandaloso;
si corriges sin estruendos,
castigas sin alborotos,  80

   de tu justicia lo igual,
pesa los méritos solos,
que en tu tribunal no abogan
los cautelosos sobornos.

   Calidad de rayo anima  85
tu fortaleza en lo brioso,
que si perdona al humilde,
escarmiente al poderoso.

   La templanza en tus acciones
los hechos regula de otros,  90
-216-
que al que este freno no ajusta,
es muy desbocado o loco.

   Tu soberana largueza,
dejando extremos odiosos,
ni a Alejandro le acompaño,  95
ni con Midas la compongo.

   La piedad que en ti venero,
aunque la gozan hoy todos,
de ti huyen sus noticias,
que te culparás por corto.  100

   Que hay dádivas, que a las voces
deben sus crecidos colmos,
tan vanas, que su substancia
fundan en débiles soplos,

   como truenos, que espeluzan  105
los más elevados olmos,
amagos siendo sus bríos
aire siendo sus asombros.

   Tu humanidad es el sol,
que con imperio amoroso,  110
si los solicitas Clicies,
rayos te rondan absortos.

   Si a océanos de tu ciencia
buzo me arrojo curioso,
bellas se ostentan las perlas,  115
ricos brillan los tesoros.

   De un Tomás luce lo agudo,
y lo moral de un Gregorio,
de un Crisólogo el concepto,
de Bernardo lo piadoso.  120

   Esmaltes logra Agustino,
Niseno glorioso apoyo,
y Jerónimo respetos,
si luz erudita Arnoldo.
-217-

   Siendo tan francas tus venas  125
y tu raudal tan undoso
que si ha gustado al que sabe,
no se ha negado al indocto.

   Lucidos rayos son éstos,
que abonan más tu decoro,  130
y bello esplendor, en quien
más te acreditas Apolo.

   A cuya luz mi ignorancia
ha examinado sus ojos,
no presumo que tus rayos  135
los ha numerado todos.

   Que vanidad tan activa
es precipitado arrojo,
que a su número crecido
es todo el guarismo corto.  140

   Si sol, si galante Febo
luces con candor lustroso,
el plantel de este Colegio
sus dichas merezca a colmos.

   A cuyo abrigo y fomento  145
logren sus tiernos pimpollos,
si nuevo esmalte a sus ramas,
grato verdor a sus troncos.

   Consiguiendo nuestro Luis
con rico y crecido logro,  150
a empeños de tu saber,
a sus gozos nuevos gozos.

   Que tanto tu ciencia ilustre
acredita sus elogios,
que al contraste de tus labios,  155
los suyos apura el docto.

   Tanto inundan sus corrientes
y se extienden tan a golfos,
-218-
que cualquier otro discurso
ha de ser del tuyo arroyo.  160

   Conocemos el empeño,
el beneficio es notorio,
galantear la confusión
es estudiar el retorno.

   Valgan por satisfacción  165
divertimientos de mozos,
desempeño de las Musas
de un coloquio en lo ingenioso.

   Muy corta, es la recompensa;
pero un pecho generoso  170
hidalgamente recibe
de un pobre cualquier retorno.

   Malsabidilla se aclama
el festejo que os propongo,
mas aseguro al discreto,  175
que es alma, que ingenio es todo.

   No demando, no, silencio,
porque si el que escucha es docto
como lo estudia lo enseña,
ciencia es que la saben pocos.  180

   Al necio no se lo pido,
ni al que fiscaliza momo,
que fuera darles la gloria,
de que no eran uno ni otro.

  -219-  

Al ilustrísimo señor don Agustín Ugarte Sarabia, dignísimo obispo de la ciudad de Quito.




Loa


   Mucho debo a mi osadía,
(oh Areópago generoso,
donde ese cielo de Astrea
tiene sus dos firmes polos),

   mucho empeño a mi osadía  5
hoy debo (Príncipe heroico,
Pastor, cuyo silbo alienta
y al lobo sirve de asombro);

   mucho debo a mi osadía
en estos riesgos forzosos,  10
que si el temor consultara,
me negara a los elogios.

   Pues son asunto a la fama
los hechos de nuestro Apolo,
que, al no caber en un mundo,  15
buscan desahogo en otro.

   Gozole el orbe español,
y por excusarle ocioso,
rayó en mejoradas luces
de América el nuevo globo.  20

   Saludáronle corteses
aquellos salados golfos,
-220-
que a la Cartagena ilustre,
sirven cristalinos fosos.

   Aquí le temieron Argos  25
de la herejía los monstruos,
que vigilante su fe
multiplicó muchos ojos.

   ¡Sus atesadas tinieblas,
cuántos fomentaron odios!  30
mas ¿cuándo la obscura sombra
vio con paz al sol hermoso?

   Atento a su vigilancia
de Roma el Pastor glorioso
mayor esfera le busca;  35
que a su esplendor todo es corto.

   Ciñe, pues, la mitra ilustre
a sus méritos dichosos,
que embarga una suficiencia
los más sublimes retornos.  40

   Guatemala afortunada
le goza Príncipe heroico;
y el humilde y desvalido
Padre en repetidos logros.

   Mucho ciñera sus rayos  45
en hemisferio tan corto,
adelantó su carrera
de Arequipa al alto solio.

   Benefició muchos días
sus dilatados contornos;  50
¡oh qué envidias de sus glorias
tuvieron climas remotos!

   Este Obispado lo diga,
que con crecidos ahogos,
temió cariños de aquél  55
no le tuviesen gustoso.
-221-

   Con que repetidas ansias
batalló con los estorbos;
que es dogal la detención
al que espera ser dichoso.  60

   Casi en dos años de ausencia
vacilara aun un escollo;
nuestro amor solo ha podido
ser Atlante de sí proprio.

   No desesperen deseos,  65
que un bien grande es muy costoso,
y, si lo dilata el tiempo,
el tiempo también da el colmo.

   Nuestras dichas hoy lo digan,
publíquelo nuestra gozo,  70
que, si al sol lloró en ausencia,
a su luz ríe gustoso.

   Ya le tiene nuestro Quito,
y aquestos montes famosos,
cuyas plantas hoy coronan  75
sus más erguidos escollos.

   Bien puede de su virtud
temer el escandaloso;
que es muy cobarde el delito
de una piedad a los ojos.  80

   Ya en su redil los corderos
abriga en vivientes copos;
¡qué de nieve a su pureza
debemos sus hijos todos!

   Lo entendido en su enseñanza  85
conseguiste, Clero docto,
que aumentos goza el saber
a rayos de tal Apolo.

   Esta extendida Provincia,
que en sus esforzadas hombros  90
-222-
tanta Nobleza sustenta,
tanto timbre generoso,

   logra en ti, corona ilustre,
¡oh Agustín, eco de esotro!
(del África fue aquél gloria,  95
tú de Quito el mayor colmo).

   Ya la tïara a tus sienes
se te debe con decoro:
si la ciñen tres coronas,
tres te coronan en torno.  100

   Albricias pido, Señores,
de otro sol, con que dichosos
hoy con duplicadas luces
arden más nuestros contornos.

   Mas ¿qué mucho si Arrïola  105
nos ilustra generoso?,
que príncipes luminares
lucen más uno con otro.

   Dos montes son el blasón
de nuestro Quito lustroso,  110
y si duplican sus cumbres,
es porque sirvan de polos;

   donde el cielo del gobierno
a un arbitrio gira solo,
que un Laso a dos voluntades  115
pudo estrechar amoroso.

   Las dos balanzas de Astrea
de Arriola sustenta heroico
el brazo, porque se admire,
que es justiciero y es docto.  120

   Porque si carga en la una
de la espada el justo pomo,
en esotra de las ciencias
el volumen judicioso.
-223-

   La sabia Jurisprudencia,  125
aunque goza en él su colmo,
de las demás lo más alto
alcanzó su ingenio pronto.

   Mas ¿qué altiva ambición el pecho altera?
pues príncipes tan altos a mi acento  130
reduzco incauto, que su corta esfera
aun lo menos no alcanza a este argumento.
Solo diré de un pecho, que se esmera
por serviros en noble rendimiento,
Zúñiga y Mera es nombre y ascendencia:  135
colegid ya de aquesto su eminencia.

   Un coloquio os ofrece su cuidado,
que es de su amor esmero generoso,
su asistencia es quien digno le ha ilustrado,
es su ingenio quien te ha hecho más lustroso.  140
De ti solo, oh gran príncipe, el agrado,
si te sirve pretende cuidadoso,
y del discreto un víctor repetido,
no del labio, mas sea del oído.

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