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ArribaAbajoNota 19.- Cristóbal de Acosta

EL notable médico y explorador Cristóbal de Acosta, fue hijo de padres portugueses, pero se naturalizó en España y escribió sus obras en español, siendo médico en la ciudad de Burgos.

Viajó por África y Asia y, aunque en sus libros tuvo en cuenta lo escrito por el médico portugués García de Orta, no dejan sus obras de tener la originalidad consiguiente a la labor de investigación propia, hecha por Cristóbal de Acosta en sus numerosos viajes. En algunos de ellos fue reducido a la cautividad y peligró varias veces su existencia.

Su principal obra es el Tratado de las drogas y medicinas de las Indias Orientales con sus plantas dibujadas al vivo por Cristóbal Acosta, médico y cirujano, que las vio ocularmente. En el cual se verifica mucho de lo que escribió el Doctor García de Orta.

Dirigido a la muy noble y muy más leal ciudad de Burgos, cabeza de Castilla y cámara de Su Majestad.

En Burgos, 1578.

Consigna en esta obra los nombres que los naturales de la India, Arabia, etc., dan a las plantas y los nombres que algunas de las mismas tienen en griego, vascuence, latín, castellano, portugués, catalán, francés, inglés, turco, italiano, etc. Menciona sus caracteres diferenciales y cultivo.

Las láminas, aunque sin detalles científicos y muy medianamente hechas, tienen vestigio del porte general de las plantas.

Las ediciones de la obra de C. de Acosta son:

Burgos, 1578, en español.

Amberes, 1582, traducción latina por Clusio.

Amberes, 1593, traducción latina por él mismo.

Amberes, 1605, traducción latina por Plantin.

Venecia, 1585, traducción italiana.

Lion, 1619, traducción francesa.

También publicó Acosta un librito titulado Remedios específicos de la India Oriental y de la América, y otras producciones curiosas no referentes a la Botánica.

Dedicole el botánico portugués P. Loureiro el género Acosta Lour., que es hoy para la ciencia actual el género Agapetes G. Don, pero queda la especie Agapetes Acosta Dun, que recuerda el nombre del ilustre médico y explorador Cristóbal de Acosta.




ArribaAbajoNota 20.- El P. Bernabé Cobo (S. J.)

ESTE notable naturalista, geógrafo, explorador y eximio literato nació en Jaén hacia el año de 1570, partió para la América en 1596 y permaneció allí cincuenta y siete años consecutivos recorriendo las Antillas, Méjico y el Perú.

Estudió los vegetales con tal precisión detallada y es tan elegante y conciso el lenguaje empleado en describirlos, que se pueden reconocer botánicamente las especies.

Sus características de las plantas, son de mayor exactitud y más completas, que las de otros autores, que anteriormente se ocuparon de Flora Americana, y prescindió de muchas de las aplicaciones medicinales fantásticas, que acumularon otros viajeros en sus escritos.

Dedicó el Padre Jesuita Cobo cuarenta años a componer una obra que dejó manuscrita y constaba de 43 libros, la Historia del Nuevo Mundo.

Esta labor preciosa, desapareció sin que se sepa cómo, y solamente 10 libros se han encontrado manuscritos en Sevilla, permaneciendo en la obscuridad más completa el paradero de los 33 restantes.

Afortunadamente, en tres de los 10 libros hallados (el 4.º, 5.º y 6.º) se contiene la historia de los vegetales.

Según el Prólogo, que el autor escribió, esta obra constaba de tres partes. En la Parte primera, compuesta de 14 libros, daba a conocer la naturaleza y cualidades del Nuevo Mundo con todas las cosas que de suyo cría y produce.

Los cuatro libros últimos de dicha Primera parte se dedicaron a exponer la naturaleza, condición y costumbres de los indios, singularmente los peruanos.

La Segunda parte se componía de 15 libros y la Parte tercera de 14.

Estas dos partes se destinaban a dar a conocer la Geografía política de la América y la Historia del descubrimiento y ulteriores vicisitudes de aquellos territorios y de sus pobladores, tanto de los oriundos de España, como de los indígenas.

Cavanilles, atento siempre a reparar censurables olvidos y admirador, no sólo del fondo científico y altos ideales de los sabios, entusiasta también de la belleza del decir, publicó fragmentos de la obra del P. Jesuita Cobo, hizo ver sus altos méritos científicos y literarios y le dedicó el género Cobœa.

Una preciosa y elegantísima polemoniácea, la Cobœa scandens Cav., que Cavanilles describió y dibujó maravillosamente, trepa por las paredes y techos de las estufas en los grandes jardines y está esparcida, como planta de adorno, en todo el mundo.

En la estatua erigida a Cavanilles, en el Jardín Botánico de Madrid, figura apoyada la mano izquierda en un papel, donde el escultor dibujó la Cobœa scandens Cav.

Por demás curiosa es la silueta, que reproducimos, del eximio botánico español con la citada polemoniácea en la mano.




ArribaAbajoNota 21.- El P. José de Acosta. (S. J.)

EL virtuoso y sabio Padre jesuita José de Acosta, que nació en Medina del Campo, hacia el año 1539, pasó al Nuevo Mundo en 1571, permaneció más de diez y seis años en América, recorriendo sobre todo el Perú y Méjico. Sólo en los territorios peruanos permaneció tres lustros.

Al mismo tiempo que ejercía su labor evangélica, dedicábase en sus excursiones a estudiar las espléndidas galas naturales que le rodeaban, sin olvidarse de observar atentamente, el modo de ser y vivir de los seres humanos, que poblaban, aquellas vastas regiones que recorriera.

Reunió los datos recogidos y publicó en Sevilla en 1590 la Historia Natural y Moral de las Indias. En que se tratan las Cosas notables del Cielo y elementos, metales, plantas y animales de ellas y los ritos, ceremonias, leyes y gobierno y guerras de los indios.

Compuesta por el Padre José de Acosta, Religioso de la Compañía de Jesús.

Dirigida a la Serenísima Infanta Doña Isabel Clara Eugenia de Austria.

Esta obra no lleva ilustraciones ningunas, pero las descripciones de algunas plantas se hacen con elegancia y propiedad, y en lo que respecta a materias no comprendidas en la Ciencia de las plantas, también es interesante. El género Acosta R. et P. se comprende hoy en el género Montaubea Acosta Aubl., pero se conserva la especie Montaubea Acosta Roem., que perpetúa el nombre del Padre José Acosta en la Ciencia actual.

Murió en 1600 tan esclarecido religioso.




ArribaAbajoNota 22.- el Doctor Francisco Hernández

FUE un sabio médico de Felipe II, y teniendo en cuenta este Monarca, los vastos conocimientos que en Ciencias Naturales, poseía el ilustre doctor, le envió a Méjico para que estudiase la Gea, Flora y Fauna de aquel país, concediéndole el título de Proto-médico de las Indias.

Partió Hernández para América en 1570 en compañía de su hijo, que le sirvió de ayudante. Realizó sus investigaciones penosas con invencibles energía y constancia, practicando y ensayando en sí mismo a veces, las medicinas usadas por los indígenas mejicanos. Sus observaciones de naturalista y médico iban unidas a su labor de Geógrafo y Arqueólogo.

Después de siete años de ímprobas y agotantes tareas, hechas muchas veces con escasos recursos, regresó a España trayendo consigo una obra colosal compuesta de 17 tomos (siete de texto y diez de dibujos); la parte artística fue encomendada a pintores indios.

Desgraciadamente toda esta enorme sum a de trabajo quedó inédita, pues los envidiosos de su gloria lograron que no se publicase. Calcúlese la amarga decepción que experimentaría Hernández al ver que sus manuscritos se depositaban en la Biblioteca de El Escorial en lugar de imprimirlos.

Se encuadernaron los tomos con todo lujo, en cuero azul con dibujos de oro; las cantoneras, manezuelas y bullones eran de plata, pero con todo este honor, quedaron allí sepultados, hasta que en el incendio de El Escorial acaecido en 7 y 8 de junio de 1671 se cree que desaparecieron, pues no se les ha visto más.

El distinguido bibliófilo e historiador D. Juan Bautista Muñoz encontró, muchos años después, en el Archivo de la Biblioteca de San Isidro cinco volúmenes manuscritos de la obra del doctor Hernández, copia sin duda hecha del original que existió en El Escorial, con anotaciones en el margen por el propio autor.

La parte botánica de dichos volúmenes se publicó en 1790, en tres tomos en 4.º mayor, bajo la dirección de Casimiro Gómez Ortega, con el siguiente título:

De Historia plantarum Novæ Hispaniæ.

Si el infortunado Dr. F. Hernández no pudo ver publicada su obra, dos compiladores de ella, alcanzaron notoriedad con los extractos, que tuvieron la fortuna de imprimirse.

Fr. Francisco Ximénez, religioso dominico, llegó a tener en sus manos «por extraordinarios caminos» una copia del extracto que el doctor italiano Leonardo Antonio Reccho, hizo de la obra de Hernández, añadiole experiencias y observaciones propias y apresurose a publicarle en castellano, antes que la labor de Reccho fuese impresa.

En la portada de la traducción de Ximénez, que vio la luz pública en Méjico en 1615 se lee:

Quatro libros de la Naturaleza y virtudes de las plantas y animales que están recibidas en el uso de la Medicina en Nueva España y la Methodo y correccion y preparacion que para administrallas se requiere con lo que el Doctor Francisco Hernandez escribió en lengua latina.

Muy útil para todo género de gente que vive en estancias y pueblos do no hay Médicos ni Botica.

Traducido y aumentados muchos simples y compuestos y otros muchos secretos curativos por D. Francisco Ximenez, hijo del Convento de Santo Domingo, de Mejico, natural de la villa de Luna del Reino de Aragon.



De los cuatro libros de la Naturaleza, tres están dedicados a las plantas y uno solo a los reinos animal y mineral.

El libro I se ocupa de las plantas aromáticas.

El libro II, de las yerbas que tienen sabor agudo y mordaz.

El libro III, de las yerbas de sabor salado o dulce, sabor acerbo, abstero y acedo y de las yerbas insípidas.

El libro IV divídese en dos partes. En la primera estúdianse los animales. En la segunda, el reino mineral.

La obra, en 8.º mayor, no contiene figuras que la ilustren.

Leonardo Antonio Reccho, médico italiano del Rey de España, hizo un extracto, como hemos dicho, de la obra de Hernández y no pudiendo en nuestro país allegar recursos para publicarle, pasó a Italia y obtuvo la protección del Príncipe Federico Cesi.

Publicose la primera edición del compendio de la obra de Hernández en 1628, aunque muchos autores incurren en el error de creer que no hubo más edición que la de 1651, y otros admiten la existencia de otra edición de 1648, pero es lo cierto que la edición primera fue la mencionada de 1628.

En la hermosa y artística portada de esta edición, se observan plantas, flores y frutos de Méjico y habitantes indígenas de aquellas regiones, con un fragmento del mapa de Nueva España; es un magnífico grabado en cobre. Se intitula la obra, en ésta como en las otras dos ediciones que he visto:

  • Rerum Medicarum
  • Novæ Hispania
  • Thesaurus
  • Seu
  • Plantarum, animalium,
  • Mineralium Mexicanorum
  • Historia
  • ex Francisci Hernandez
  • &.ª, &.ª
  • Roma MDCXXVIII.

Esta edición consta de dos tomos, en folio, encuadernados en pergamino; entre los dos comprenden 950 páginas.

En lo que se refiere a las plantas, debo manifestar que los numerosos dibujos llevan generalmente alguna parte más ampliada que el resto de la figura, con el porte general de la planta, y aunque los grabados en madera son trasunto, no muy perfecto, de figuras rudimentarias, tienen el sello del natural de un modo notable y acusan cuán bellos y curiosos, debían ser los dibujos originales, de donde se tomaron.

En muchos parajes de la obra se ve representada, ya como adorno al acabar algunas páginas, ya en un dibujo curioso, que representa un paisaje, con plantas y animales mejicanos, ya en fin en una figura grande junto a su descripción, la admirable orquídea Stanhopea tigrina Batem., cuyos extraordinarios contornos llamaron poderosamente la atención en el mundo científico, atribuyendo muchos a la fantasía de los pobres artistas indios, o del europeo que dirigiera su labor, lo que no es más que una estupenda y admirable realidad. El maíz, del que se representan las flores masculinas, las femeninas y una mazorca, las diversas variedades de pimientos, la higuera chumba, las especies y variedades de Tagetes (Clavelones), la especie de pasionaria (Passiflora), que los españoles residentes en Méjico llamaron contrayerba, con sus extrañas hojas, todo aparece en esbozo, acusando los desvelos del infortunadísimo doctor toledano.

Pero cuando se leen las Cartas del Dr. Hernández a Felipe II, publicadas en 1842 por D, Martín F. Navarrete, D. Miguel Salvá y D. Pedro Sáinz de Baranda, meritísimos y patrióticos miembros de la Real Academia de la Historia, entonces se echa de ver lo intenso de la labor de Hernández y las condiciones en que realizó sus trabajos, luchando con la escasez de recursos, con la ignorancia de algunos personajes que desconocían el dinero que debía y necesitaba invertirse en las expediciones y sobre todo contra la envidia y espíritu mezquino de muchos émulos, que, colocándose entre Felipe II y su médico, lograron que el gran Monarca no se decidiese a publicar aquella obra extraordinaria.

En las ediciones que del extracto de Reccho, vieron la luz pública en Roma (1648 y 1651) la portada es la misma para ambas, y aunque muy parecida, no es igual a la que ostenta la edición de 1628.

La edición de 1851 contiene algunos grabados grandes en cobre, que intercálanse en el texto, sin que dejen de incluirse en él, todos los grabados en madera, de las dos ediciones anteriormente publicadas.

El extracto de Reccho lleva en las tres ediciones que pude ver, anotaciones, comentos y, adiciones de algunos sabios académicos, del núcleo intelectual que para el adelantamiento de las Ciencias Naturales, fundó el Príncipe y naturalista Federico Cesi, y este docto personaje agregó al trabajo de Reccho, unas Tablas Phytosóficas, que bastan para dar a entender su cultura y su talento.

El insigne botánico inglés Juan Ray, copió del extracto de Reccho, las noticias de vegetales de Nueva España y las publicó en un Compendium Historia plantarum Francisci Hernandez, que va inserto en su Historia plantarum impresa en Londres de 1686 a 1704.

Dedicaron al doctor toledano Plumier y Linneo el género Hernandia, que, como la familia de las Hernandiáceas, de la que es típico género, hacen imperecedera la memoria de tan insigne español.

Dejó inéditos también Hernández varios tomos que contienen una hermosa traducción incompleta de la Historia Natural, de Plinio, y otros varios trabajos de carácter filosófico.

El Dr. Francisco Hernández había nacido en Toledo en 1514, estudió en Salamanca, murió en 1587, y escribe un ilustre doctor mejicano:

«Tan injustos han sido sus compatriotas con este eminente varón, que aún se ignora el lugar de su sepultura.»






ArribaAbajoNota 23.- Casimiro Gómez Ortega

LABORIOSO médico, boticario y erudito humanista, que nació en Añover de Tajo en 1740 y murió a los setenta y ocho años en Madrid. Estudió en Toledo, Madrid, Barcelona y Bolonia; en esta ciudad adquirió el doctorado en Filosofía y también en Medicina; se hizo farmacéutico en Madrid en 1762.

Recorrió algunas ciudades de Italia, y en nuestro país herborizó en Sierra Morena y otras regiones.

Sus méritos y loable actividad, le hicieron ser en 1771 catedrático interino del Real Jardín Botánico, cargo que en propiedad se le confirió en 1772, mediante oposición pública.

Continuó verificando excursiones por Miraflores de la Sierra, término de Aranjuez y otras muchas localidades.

Contribuyó con su perseverante celo, ayudando la iniciativa del médico de cámara Mucio Zona, a que se trasladase el Real Jardín Botánico del Soto de Migas Calientes, al lugar que actualmente ocupa.

Visitó Gómez Ortega los mejores jardines botánicos de Inglaterra, Holanda, Francia e Italia y nada se omitió para que el nuevo Real Jardín Botánico de Madrid, compitiese con los más espléndidos de aquella época.

El jardín se instaló con la magnificencia debida a los utilísimos y sublimes conocimientos, que allí habían de enseñarse y a la altura intelectual de aquel Augusto Monarca, a quien España debió grandes progresos en todos los órdenes de la vida nacional y un renacimiento científico asombroso.

En la portada principal de la antigua y artística verja se lee: «CAROLUS III P. P. BOTANICES INSTAURATOR CIVIUM SALUTI ET OBLECTAMENTO. ANNO MDCCLXXXI.»

He aquí la enumeración de los más antiguos Jardines Botánicos de Europa, por orden cronológico:

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Al paso que el laborioso Gómez Ortega encargaba plantas vivas, para acrecentar las cultivadas en el Jardín Real, procuró, con sus frecuentes excursiones y con las que hacía efectuar a sus amigos y alumnos, aumentar los herbarios y no dejaba por esto de ocuparse en la publicación, ya de trabajos propios, ya de traducciones estimables de obras extranjeras. Estimuló también a los ilustrados gobernantes de aquel tiempo, para que enviasen expediciones botánicas a remotos países; así en nombre de sabios de España, se vincularon nuevas conquistas en el imperio de Flora.

En 1801 concediósele el retiro con todo su sueldo, y le sucedió el eminente Cavanilles, talento verdaderamente excepcional, de reputación europea y dotado de actividad incansable.

Expongamos ahora las producciones de Gómez Ortega, enumeradas en el orden cronológico de su aparición:

Tratado de la Naturaleza y virtudes de la Cicuta, Madrid, 1763.

Viaje del comandante Byron alrededor del mundo, traducción inglesa con anotaciones de G. Ortega, Madrid, 1769.

Índice de las plantas que se han sembrado en el Real Jardín Botánico, Madrid, 1772.

De nova quadam Stirpe seu Colyledonia, Mucizonia el Pistorinia descriptio, Madrid, 1772.

Traducción de la Physica de los árboles, de Duhamel, Madrid, 1772.

Tabulæ botanicæ Tournefortianæ, Madrid, 1773.

Tratado de las siembras y plantíos de árboles, traducción de Duhamel, Madrid, 1773.

Cuidado y aprovechamiento de los montes, traducción de Duhamel, Madrid, 1772 a 1774.

Catálogo de las plantas que se crían en el sitio de los baños de Trillo, Madrid, 1778.

Instrucción sobre el modo más seguro y económico de transportar plantas vivas por mar y tierra y modo de desecar las plantas para formar herbarios, Madrid, 1779.

Historia natural de la Malagueta o Pimienta de Tabasco, Madrid, 1780.

Continuación de la Flora Española de Quer, Madrid, 1784.

Descripción del Dracocephalum canariense, por C. G. Ortega y A. Palau, Madrid, 1784.

Curso elemental de Botánica teórico-práctico, Madrid, 1785.

Parte botánica de la Historia plantarum Novæ Hispaniæ, del Dr. F. Hernández, publicada bajo la dirección de C. Gómez Ortega, en tres tomos en folio menor sin láminas, Madrid, 1790.

Floræ Hispaniæ delectus, por C. Gómez Ortega y el distinguido pintor M. Muñoz de Ugena, que la ilustró con bellas láminas, Madrid, 1791 a 1792.

Philosophia botánica de Linneo, con anotaciones, Madrid, 1792.

Elementos naturales y chymicos de Agricultura, del Conde Guillemborg, traducción del inglés, Madrid, 1794.

Elenchus plantarum Horti Regii Matritensis, Madrid 1796.

Novarum aut rariorum plantarum Hort. Reg. Bot. Matrit. descriptionum decades cum monnullarum iconibus, contiene 10 décadas y 18 láminas, Madrid, 1797 a 1800.

Index seminum plantarum que in B. Matrit. H. desiderantur, Madrid, 1800.

El género Gomortega, de Ruiz y Pavón (familia de las Lauráceas), perpetúa en la ciencia el nombre de Casimiro Gómez Ortega.




ArribaAbajoNota 24.- Benito Arias Montano

ENTRE las muchas obras de este eminente sacerdote, se ocupa de Botánica la Naturæ Historia, que vio la luz pública en Amberes en 1601.

En las Naturaæ observationes trata de las semillas, de las raíces, de las partes de la flor y de los diversos frutos. Después pasa a describir los diferentes árboles y su distinción. Luego reseña las aplicaciones de las yerbas y árboles y por fin menciona aquellas plantas, cuyos nombres tienen relación con la morfología de alguno de sus órganos, así, por ejemplo, cita la Aristolochia rotunda y la Aristolochia longa, cuyos nombres específicos están tomados de la forma de los frutos, según sean esféricos o elipsoideos.

El autor trata de descifrar y dar una explicación de los datos de Ciencias Físicas y Naturales que se contienen en la Biblia, y se propuso, en una Tercera parte de la obra, exponer con detención y metódicamente el estudio de las plantas que menciona la Biblia. Ni la Segunda ni la Tercera parte de la Naturæ, Historia han llegado a la posteridad, ni aun manuscritas.

Sostuvo el Maestro Arias Montano, correspondencia botánica con el insigne Clusio, y dos de sus cartas se imprimieron en Zaragoza (1793) por el cultísimo naturalista aragonés Ignacio Asso en las Cl. Hispaniensium Epistolæ.

El ilustre Arias Montano nació en 1527 en Fregenal de la Sierra (Badajoz) y murió en la hermosa ciudad de la Giralda a los setenta y un años de edad.

En Sevilla y Alcalá de Henares hizo sus estudios, que consolidó, ampliándolos, al viajar repetidas veces por el extranjero.