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ArribaAbajoEstudio bio-bibliográfico de A. Cavanilles y Centi por el Dr. Eduardo Reyes Prósper

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EL eximio literato, jurisconsulto e historiador don Antonio Cavanilles y Centi, nació en la Coruña el 31 de Enero de 1805. Era su padre el reputado Consejero y Camarista de Castilla D. José Cavanilles, entonces Oidor de la Audiencia de aquella ilustre población. Fue su padrino, en la pila bautismal, el insigne botánico D. Antonio J. Cavanilles, hermano de D. José y una de las más altas glorias científicas de España, el cual pareció transmitir a su tierno sobrino y ahijado, gran parte de sus talentos y su inextinguible amor a la Patria.

En 1814 se trasladó a Madrid, con su familia, Cavanilles y Centi, quien más tarde pasó a Alcalá de Henares a estudiar jurisprudencia, en aquella famosa Universidad, logrando con su aplicación y privilegiadas dotes intelectuales, figurar entre los más ilustres discípulos de aquel centro docente, que fundó el inmortal Fr. Ximénez de Cisneros, austerísimo religioso, Cardenal y gobernante eminente, guerrero insigne, conquistador de Orán.

Formó su exquisito gusto literario bajo la dirección del inspiradísimo poeta D. Alberto Lista, culto literato, de quien fue uno de los alumnos más queridos.

Obtuvo el título de Abogado en 1825, y deseando ejercer su carrera en Madrid y hallándose cerrada la admisión en el Colegio de Abogados de esta Corte, solicitó poder actuar como Abogado interinamente, y se dictó para él en 10 de Mayo de 1832 una Real orden en que se dice que «S. M. atendiendo a los servicios particulares de este interesado y de su padre, se ha dignado permitir, sin ejemplar, el que pueda abogar en la Corte según solicita.»

No seguiremos paso a paso la carrera triunfal que, en el foro, prosiguió con singulares aplauso y fortuna Cavanilles y Centi. Sus informes, pletóricos de saber y conciencia jurídica, llegaron a ser verdaderamente sensacionales.

A pesar de tan abrumadoras tareas el que en 1831 era notable Procurador síndico del Ayuntamiento de Madrid, fue en 1832 Abogado fiscal de la Capitanía general de Castilla la Nueva y posteriormente, en varias ocasiones, se le nombró Regidor del Ayuntamiento de Madrid. Desde el año 1851 a 1856 fue censor político de teatros.

En 1841 ingresó en la Academia de la Historia como supernumerario; en 1847 fue académico de número, descollando allí por sus investigaciones y discursos; más tarde entró en la de Ciencias Morales y Políticas, siendo también Tesorero de ambas Academias, Consejero Real de Agricultura, Industria y Comercio, socio de la Económica Matritense y Abogado del Ilustre Colegio de la Corte; en general podemos decir que todas las Sociedades y Comisiones que perseguían fines científicos o filantrópicos le contaban en su seno.

Su laboriosidad era tan múltiple que algunos de sus trabajos los publicó con anagramas de su nombre, Nicolás Tena Oliván y Nicasio Antón Valle.

Tan vertiginosas tareas, habían de determinar un terrible y repentino agotamiento, en la más robusta mentalidad y en la más poderosa constitución física, y a la prematura edad de cincuenta y ocho años falleció tan ilustre patricio.

En una hoja adicional, impresa con gruesos caracteres e inserta en el tomo V de su Historia de España, tras la página 370, leemos:

«Don Antonio Cavanilles, falleció el día 2 de Enero de 1864, dejando esta obra sin concluir y disponiendo que se publicasen los doce capítulos que del tomo V tenía impresos, y los documentos inéditos que se acompañan como apéndice.»

«Así lo cumplen sus hijos, deplorando la temprana muerte de su querido Padre.»



Después de una labor tan varia, tan activa y tan exquisitamente intelectual como la de Cavanilles y Centi, sus hijos pudieron decir de él como cierto patriota al morir un joven Monarca: «El Rey no ha muerto prematuramente: duerme y descansa de un pertinaz y abrumador trabajo, que equivale a una larga existencia consagrada a la prosperidad de la Nación.»

Procedamos al análisis sucinto de las obras de D. Antonio Cavanilles y Centi:

EL LIBRO DE MIS HIJOS o Colección de noticias científicas y literarias para uso de la juventud (1841).

Tomito de 124 páginas, que contiene datos interesantes de Historia, Literatura, Arte y Ciencias nacionales, Legislación, Producciones de España, y otras materias, de general cultura.

NOCHES SAGRADAS

Manual de 138 páginas, traducido del italiano por D. A. C. (D. Antonio Cavanilles y Centi) y D. C. T. (D. Carlos Tomelen), amigo de Cavanilles y Centi (1841).

De la obrita original es autor el presbítero italiano D. Luis Richeri. Fue traducida a varios idiomas europeos.

Es una bellísima producción literaria que rebosa poesía cristiana y delicada ternura, fielmente reflejadas en la traducción española.

EL MINERO ESPAÑOL, por Nicasio Antón Valle (anagrama de Antonio Cavanilles).

Es un curioso volumen de 463 páginas, impreso en 1841, y que contiene, tras un interesante y erudito Prólogo, una relación de las localidades españolas donde existen criaderos de minerales de Oro, Plata, Cobre, Hierro, Plomo, Mercurio, Alumbre, Estaño, Azufre, Antimonio, Cobalto y de Carbones de piedra.

Nociones sobre laboreo de minas. Legislación minera. Modo de constituirse y modo de ser de las Sociedades mineras, y enumeración de las minas explotadas, entonces, por el Estado.

ELEMENTOS DE LÓGICA

Escritos en francés por M. Leconte; fueron traducidos y publicados por Cavanilles y Centi en 1842. Consta el librito de 112 páginas, que contienen, discretamente compendiados, los fundamentos y nociones de la materia objeto de este epítome.

MEMORIA SOBRE EL FUERO DE MADRID DE 1202.

Esta curiosa y erudita Memoria, con un Apéndice, se publicó en 1852, en el tomo VIII de las Memorias de la Real Academia de la Historia.

Este trabajo es interesantísimo para todo aquel que desee estudiar no sólo antiguas leyes, sino antiguas costumbres españolas; el historiador y el literato culto gustarán siempre de su lectura atractiva y amena.

En la ADVERTENCIA PRELIMINAR del referido tomo VIII se lee:

«...la Memoria del Sr. D. Antonio Cavanilles sobre el Fuero de Madrid... interesa instruyéndonos de lo que esta capital fue en otro tiempo, y da principio conveniente a las publicaciones que la Academia se propone hacer de los antiguos Fueros municipales y provinciales, privilegios y cartas pueblas...»



DISCURSO DE CONTESTACIÓN AL DE D. FELIPE CANGA ARGÜELLES, en la recepción de éste en la Academia de la Historia.

Los discursos de Canga Argüelles y de Cavanilles leídos en 16 de Mayo de 1852 y publicados en el mismo año, versaban sobre la Influencia de las Órdenes religiosas en el estudio y Progreso de las Ciencias Históricas.

En el discurso de Cavanilles y Centi se lee:

«Cuando una institución nace espontánea en un país es porque el país la necesita...» «las ideas, a la manera de las plantas, no germinan cuando no está el suelo bien preparado para sustentarlas...»

«La Historia de los tiempos modernos no se escribe sin pasión... porque los sucesos, como los cuadros, no se ven desde muy cerca...» «la lava de los volcanes no se puede tocar hasta que se enfría.»



DISCURSO DE CONTESTACIÓN A D. MODESTO LAFUENTE, en la recepción de tan ilustre historiador, en la Real Academia de la Historia.

Versaron los dos discursos de Lafuente y Cavanilles, sobre Fundación, engrandecimiento y caída del Califato de Córdoba; fueron leídos el 23 de Enero de 1853 y publicáronse en el mismo año.

Del discurso de Cavanilles y Centi, transcribiremos los siguientes hermosos párrafos:

«Magnífico espectáculo, señores, el que presenta LA IDEA triunfando de la barbarie, la luz del saber próxima a extinguirse, pero sin llegar a apagarse; la Ciencia sobrenadando en el naufragio universal, viajando con las tribus nómadas, ocultándose en las tiendas de los guerreros, hasta que pura, esplendente y vencedora, concluye por dominar el mundo, civilizando al hombre!»

«¿Quién había de creer que los hijos del Desierto, recordando en el perfumado suelo de Córdoba los placeres de Damasco y de Bagdad, habían de ser el conducto por donde volviese a Europa el tesoro del saber, que había desaparecido de ella?»



Se ocupa de los sabios extranjeros que propagaron por Europa la ciencia aprendida entre los árabes españoles, y escribe lo siguiente, que ningún español culto debería dejar de conocer, pues demuestra que nuestro país en aquella época, alcanzó una preponderancia científica que acataron y reconocieron las demás naciones.

«Un monje llamado Gerberto viene en el siglo X a Barcelona, pasa a Andalucía y cultiva las ciencias, las letras y las artes. La maledicencia le persigue, la ignorancia le acusa de magia y él rico de Ciencia, la lleva a los palacios, la esparce por Italia y, por uno de los más ocultos designios de la Providencia, asciende al Pontificado con el nombre de Silvestre II. Sentado en la silla de San Pedro el hombre que había estudiado entre los árabes, fomenta el renacimiento de las letras, dota escuelas...»

«El ejemplo de Gerberto fue seguido, y se dio el espectáculo de una peregrinación literaria al emporio de las letras y las ciencias. Gerardo de Cremona estudia en la Escuela de Toledo. Campano de Novara recoge las obras de Euclides y se consagra a la Astronomía. Athelardo, Daniel Moley, Othon y gran número de ingleses, franceses y alemanes, vuelven a sus respectivas naciones ricos de Ciencia, y la propagan fundando Escuelas, Academias y Liceos.»

***

«Los españoles no podemos volver los ojos a ninguna parte sin encontrar el influjo árabe.»



De un astrónomo árabe-español toledano, que también habitó en Córdoba, figura el nombre en el Cielo, pues los astrónomos modernos le dedicaron un cráter lunar, Arzaquel, y otro cráter lleva el nombre del Rey Sabio español, Alfonso X. Vivió Arzaquel en el siglo XI.

Hoy se habla y escribe con loa de esas ilustres Universidades extranjeras, donde la mujer no es sólo una hermosa mitad del género humano, sino que piensa y siente con el hombre las magnificencias de las grandes conquistas del saber, y explica y escribe de la alta Matemática, de las sublimes Ciencias Naturales, de Medicina, Derecho, etc. En las Escuelas árabe-españolas cordobesas, profesoras ilustres explicaron cátedras de diferentes materias científicas y literarias.

El Califa Abderraman III, a instancias de la culta favorita Az-Zahra, de cuyo talento y hermosura se había prendado, fundó el maravilloso y rico alcázar de Medina Az-Zahra, dotado de jardines fascinadores.

Al-Haken II tuvo por amada a la eminente profesora Radhiya,

DISCURSO DE CONTESTACIÓN A D. MANUEL COLMEIRO, en el ingreso de este catedrático en la Academia de la Historia. 1857.

Tuvieron por objeto los discursos de Colmeiro y Cavanilles y Centi Los políticos y arbitristas españoles de los siglos XVI y XVII y su influencia en la gobernación del Estado.

Cavanilles, en su conciso discurso, copia la hermosa sentencia de Sully «La Agricultura y la Ganadería deben ser los dos pechos del Estado», y escribe: «En todos los países los hombres exclusivos, que creían tener vinculada la Ciencia, apellidaban ignorantes o ilusos, a los que no esclavizaban ante ellos su razón, destello de Dios, y no adoraban los ídolos de barro.»

Transcribe de Ezpeleta estos párrafos, que aun hoy son de actualidad:

«La causa de la extracción de la plata (de nuestro país) es la necesidad que tiene España de mercaderías extranjeras y no poderse saldar su diferencia con mercaderías del país.

«La raridad y falta de mercaderías, crece y aumenta su valor y la multitud lo baja y disminuye; también la raridad y falta de dinero, le dan estimación moral, como la multitud lo envilece y desestima.»



Termina su discurso el eminente Cavanilles con este levantadísimo párrafo:

«La Academia, fiel al deber que la impuso Felipe V, abre de nuevo el palenque convocando a sus premios a nacionales y extranjeros. ¡Extranjeros! ¡Ojalá luzca pronto el día en que todos los pueblos se enlacen por medio de la Ciencia! Dentro de poco no habrá fronteras para los productos de los talleres... que no las haya para los productos de la inteligencia... QUE EN EL MUNDO DE LAS LETRAS NO HAYA MÁS EXTRANJEROS QUE LOS IGNORANTES.»



LEQUEITIO EN 1857, por A. Cavanilles.

Publicose en 1858 este librito de 162 páginas y otras 51 de apéndices.

Se describen la villa, sus alrededores, su historia, las costumbres del pueblo, fiestas, bailes, etc. y las producciones naturales.

Propone los adelantos que deben implantarse y el ideal y realidades que imperar debieran en el porvenir de la villa.

Es de notar el conocimiento que de la Flora de parques y jardines demuestra el autor, al tratar de la Flora cultivada en algunas fincas de recreo, de aquella localidad.

Su entusiasmo al ocuparse de la vegetación allí aclimatada, revela que hubiesen aumentado los timbres botánicos del apellido Cavanilles, si Cavanilles y Centi hubiera podido recibir las enseñanzas de su augusto tío, el sapientísimo naturalista valenciano.

En los Apéndices figuran el Fuero de Leiqueitio, Dos Privilegios, Sentencia contra Martín García de Yarza, Licencia para pescar en días festivos, fechada el 23 de julio de 1609, Dictamen del Dr. Mendiola del 21 de junio en 1565.

DIÁLOGOS POLÍTICOS Y LITERARIOS Y DISCURSOS ACADÉMICOS, por D. A. Cavanilles, 2.ª edición 1859. La 1.ª edición fue sólo de 50 ejemplares.

Los Diálogos, son producciones escritas en otro estilo literario, que el habitual en Cavanilles y Centi. Amenísimos, chispeantes de ingenio, merecen seguramente los elogios que les prodigan en el Prólogo, la eximia escritora Fernán Caballero y el gran A. Aparisi y Guijarro.

La agudeza, flexibilidad de estilo y cultura histórica del autor, resplandecen en dichos Diálogos, que se denominan:

Los dos Napoleones. Dos años después. Cervantes. La Revolución. El cementerio de San Nicolás. El socialismo. Los camaradas. Alópatas y homeópatas. Los Campos Elíseos (más tarde traducido y publicado en francés por A. Latour). La Verdad, la Historia y la Fábula. Los afrancesados. Prólogo a Lágrimas (preciosa novela de Fernán Caballero. Este Prólogo es ingeniosísimo). Las arengas. La reacción. La Hermana de Caridad. Quiero ser Diputado. El baile. Todos pecadores.

Los Discursos académicos son los de contestación a D. Felipe Canga Argüelles, D. Modesto Lafuente y D. Manuel Colmeiro, de que anteriormente hemos hecho mención.

DISCURSO LEGAL EN DEFENSA DEL EXCELENTÍSIMO SR. DUQUE DE MEDINACELI Y DE SANTISTEBAN.

Impreso en 1860, consta de 22 páginas repletas de sabias doctrinas jurídicas, que se presentan ante la vista del lector con el ropaje de una prosa castiza y galana.

DISCURSO DE CONTESTACIÓN AL DE D. PEDRO DE MADRAZO EN LA ACADEMIA DE LA HISTORIA.

Versaron ambos discursos sobre Elementos constitutivos de la civilización de España. Se leyeron el 13 de Enero de 1861 y se publicaron también en 1861.

Transcribiré algunos bellísimos fragmentos del trabajo de Cavanilles y Centi.

«Se lamenta, señores, el nuevo Académico de haber dejado los pinceles por los libros; mas acaso ¿pinta menos la palabra? ¿La imaginación no crea? ¿La expresión feliz no da colorido? Un ateniense dijo a Fidias, asombrado al ver por primera vez la estatua de Júpiter: hombre admirable, ¿dónde has visto a Júpiter ¿subiste acaso al Olimpo? Y Fidias contestó: Lo he visto en cuatro versos de Homero.»

***

«Feliz el hombre llámese Newton, Skakespeare, Chateaubriand, Luis Vives, Cervantes o Mariana que... sabe hablar a la humanidad, instruirla, conmoverla; que consigna en frágil papel la idea que recorrerá el Mundo y sobrevivirá a la ruina de los imperios...»

***

«no necesitamos tener mente pagana para admirar las obras del paganismo»

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«los pueblos escriben en piedra... los monumentos son sus libros, sus crónicas, sus poemas»

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«La Cruz, el Cetro y la Independencia han sido las bases sobre que se ha constituido nuestro pueblo. Cuando estos elementos marchan de consuno, el Estado prospera; cuando faltan el equilibrio y el nivel... la independencia se convierte en agresión, el celo religioso en fanatismo y el espíritu monárquico en tiranía»

***

«en este recinto en que se vive de recuerdos, EN QUE NINGÚN PRISMA DESCOMPONE LOS RAYOS DE LA VERDAD, deber es que resplandezca cándida y hermosa. A depurarla, a librarla de fábulas en puntos históricos está llamada la Academia.»



DISCURSO DE CONTESTACIÓN AL DE D. VICENTE VÁZQUEZ QUEIPO, también en la Academia de la Historia.

Leyéronse ambos discursos el 27 de Octubre de 1861 y vieron la luz pública en el mismo año.

El erudito y sabio Vázquez Queipo y Cavanilles y Centi, hicieron versar sus discursos sobre Los progresos que en los últimos treinta años ha hecho la historia de los pueblos primitivos.

En este discurso revela Cavanilles, una vez más, la solidez de sus conocimientos históricos y su patriotismo. Recaba para los españoles, la prioridad en los estudios orientalistas.

Escribe sobre la Embajada, que de nuestro país fue a Tamorlan a fines del siglo XIV, con Payo Gómez de Sotomayor, y de la que envió Enrique III al mismo Tamorlan, compuesta por Rui González de Clavijo y Fr. Alonso Pérez de Santa María.

Hace relación también de la Misión que Felipe III envió a Persia, en la que D. D. García de Silva Figueroa y Fr. Antonio de Govea fueron los embajadores.

Escribió D. García sus Comentarios en cinco tomos, de los cuales perdiéronse los dos primeros, con los dibujos que contenían. Wicqfort publicó en París, en 1677, una traducción parcial de dichos Comentarios.

Con cuánta razón afirma Cavanilles y Centi que

«Mientras los españoles hablaban de las inscripciones de Persépolis, el resto del mundo las ignoraba.»

«Siglos después aun viéndolas se les daba una interpretación errónea y no se creía que fuesen tales inscripciones.»

«El ilustre valenciano Pérez Bayer ofreció al mundo su célebre trabajo sobre las monedas hebreo-samaritanas, en que manifestó sus conocimientos en las lenguas orientales, y su profundo saber.»



Al reseñar Cavanilles las investigaciones de los sabios de todos los países, en las ruinas de la capital de Persia, Babilonia y Nínive consigna estas bellísimas y levantadas reflexiones:

«Las sombras de Darío, de Nabucodonosor y de Ciro, vagarían por aquellas soledades, viendo con gusto que a los barbaros conquistadores que arruinaron su grandeza, sucedían conquistadores pacíficos que buscaban ruinas para estudiar en ellas olvidadas glorias.»



Estudia el proceso de penosas investigaciones por las cuales se logró descifrar la escritura de egipcios, asirios y babilonios, prodigando a los sabios extranjeros, a quienes tan hondas revelaciones se deben, cumplidos elogios.

Encomia también la creación e importancia de la Filología comparada.

Previendo la magnificencia de las futuras investigaciones histórico-orientalistas, termina su discurso con estas líneas admirables:

«NUESTRA JUVENTUD TIENE DELANTE DE SÍ INMENSOS HORIZONTES. HAY MUNDOS DESCONOCIDOS... QUE NAZCAN EN ESPAÑA NUEVOS COLONES.»



CARTAS Y DISCURSOS ACADÉMICOS, por D. Antonio Cavanilles, individuo de número de las Reales Academias de la Historia y de Ciencias Morales y Políticas.

( 2 de Enero de 1864).

Publicáronse en Madrid en 1909, casi medio siglo después de muerto el autor.

Edición primorosa, que para regalar los ejemplares, costeó una personalidad muy allegada al doctísimo Cavanilles y cuyo nombre no revelamos por no herir su exagerada modestia.

Las cartas, que están dirigidas a Fernán Caballero, vieron la luz pública, con anterioridad, en la Revista de Ciencias, Literatura y Artes, de Sevilla (1855 a 1861) y los cinco discursos académicos contenidos, son los ya reseñados de contestación en la Real Academia de la Historia a D. F. Canga Argüelles, don M. Lafuente, D. M. Colmeiro, D. P. de Madrazo y D. V. Vázquez Queipo.

Las cuatro cartas a Fernán Caballero versan sobre La restauración del Sepulcro e inhumación de las cenizas del Cardenal Ximénez de Cisneros, del cual se celebra en este mismo año el IV Centenario de su muerte, acaecida en 8 de Noviembre de 1517.

Estas cartas, pletóricas de erudición, entusiasmo patriótico e ideas nobilísimas, están redactadas en el más puro y castizo castellano, son un modelo que no deben dejar de leer nuestros hablistas, historiadores y amantes de las glorias de nuestra Patria.

La figura del inmortal franciscano se presenta en todas sus fases, al parecer encontradas. Asceta humilde, pero dotado de tan férrea voluntad, que resiste una prisión de seis años antes que renunciar a su derecho. La mansedumbre cristiana, aunándose a un espíritu guerrero, le llevó a la conquista de Orán. Su energía tenaz, como hombre de Estado, le conduce a combatir el orgullo, la ignorancia y poderío de muchos altos magnates de su tiempo, cuando su bondad y modestia eran tales que se logró aceptara los nombramientos de Arzobispo y Cardenal, POR EL MANDATO DEL PONTÍFICE Y LOS RUEGOS REITERADOS DE LA GRAN REINA ISABEL LA CATÓLICA. Protector de la Agricultura, las Ciencias, las Artes y las Letras, el insigne fundador de la Universidad de Alcalá de Henares, creó 18 colegios para que en ellos se educaran y viviesen, a sus expensas, los escolares pobres.

En su testamento hace que se escriba:

«SUPLICO A MI SEÑOR (al Rey) QUE VIENDO SIEMPRE EL RESPETO Y EL CELO QUE YO SIEMPRE TUVE AL SERVICIO DE SU ALTEZA, MANDE SIEMPRE FAVORECER AL DICHO COLEGIO DE SAN ILDEFONSO E A LOS OTROS COLEGIOS DE POBRES QUE YO DEJÉ INSTITUIDOS E MANDÉ INSTITUIR.»



Un Gobierno dispuso la venta y vendió, en efecto, el edificio de la Universidad de Alcalá, como actualmente se ha vendido el casco de la gloriosa fragata Numancia. Los hijos del pueblo complutense; lo mismo pobres que ricos, ignorantes o letrados, hicieron una suscripción pública y compraron, entre todos, el edificio enajenado a un particular.

Este rasgo, de alta cultura, debiera conocerse en toda España, para loor eterno de aquellos vecinos, rescatadores de un monumento de la Ciencia patria.

Otros muchos datos se consignan en las hermosas cartas de Cavanilles y Centi, dignos todos de conocerse y estudiarse.

Fernán Caballero (Cecilia Böhl de Faber) profesaba estimación singular y respetuoso afecto a nuestro biografiado. Su preciosa novelita La Farisea lleva la siguiente dedicatoria:

A mi amigo

El Excmo. Sr. D. Antonio Cavanilles.

Para demostrar con un obsequio su amistad, su aprecio y gratitud, el que tiene jardín ofrece un ramo de las más bellas flores que en él se crían; el que tiene vergel brinda las mejores frutas que en él maduran. Yo no poseo este recurso; y para lograr el placer de ofrecer a usted una expresión en testimonio de aquellos sentimientos, no tengo sino esta novela, sencilla flor de mi corazón, pobre fruto de mi entendimiento, que le suplico reciba teniendo presente este lindo pensamiento, que tan bien expresa una frase popular.

Quien esto da, os diera

Cosa mejor si la tuviera.

Fernán Caballero.



En cuanto a los cinco Discursos Académicos, ya los hemos reseñado anteriormente.

HISTORIA DE ESPAÑA, por D. Antonio Cavanilles, de las Reales Academias de la Historia y de Ciencias Morales y Políticas.

Esta obra la escribió por encargo de la Real Academia de la Historia. Había de constar de seis tomos; pero la muerte le sorprendió en su tarea dejando sin concluir el tomo V, como hemos indicado en otro lugar4.

La originalidad de los juicios en muchos hechos, la propia observación de los documentos históricos, la forma literaria siempre correcta, sin dejar de ser fiel reflejo de ideas altas y sentimientos nobilísimos, constituyen los rasgos moduladores de la labor histórica de Cavanilles y Centi; por eso, a pesar de su excesiva modestia, escribe al final del primoroso Prólogo de su Historia de España:

«Supone (el autor) que será leído antes de ser juzgado, y cree que el público sabio, advertirá que este libro será tal vez peor que los demás, pero que no es lo mismo.»



El tomo I publicose en 1860; consta de 467 páginas al pie de las cuales, como en todos los tomos publicados, se leen con frecuencia notas que patentizan la labor escrupulosamente documentada del autor5.

Estúdiase en este tomo lo referente a los primeros pobladores de España: la dominación cartaginesa; dominación romana; dominación goda; dominación árabe y parte de la Reconquista.

El tomo II, publicado el año 1861, consta de 411 páginas; comprende desde el reinado de Don García hasta el de Fernando III el Santo.

El capítulo III se dedica a los hechos, reales unos, y fabulosos otros, de la vida del Cid Campeador. Constituye un estudio acabado, que los historiadores, literatos y en general toda persona culta, leerán siempre con singular encanto. Demuéstrase con la cita de interesantes documentos la existencia real del legendario guerrero, que algunos consideraban como un mito.

Al terminar el tomo II se encuentra un Apéndice en que se incluyen la Crónica leonesa del Cid y el Privilegio, existente en el Archivo de Simancas, que el Rey Alfonso VI otorgó a Rodrigo Díaz, para todas sus heredades y benfetrías en Vivar y demás partes. Este Privilegio fue confirmado por Don Fernando IV en Burgos; en esta misma ciudad por Don Alfonso XI; en Toro por Don Enrique II, y en Trujillo por los Reyes Católicos.

La Crónica leonesa del Cid lleva un primoroso facsímile, de dos páginas del original en letra gótica, y todo el documento se halla copiado íntegramente, así como las anotaciones al mismo hechas por el P. M. Risco.

Precede a la mencionada Crónica una página en que se lee que tal Crónica forma parte de un Códice que estudió el Padre M. Risco en León, que consta de 136 páginas y contiene, a más de la Crónica del Cid, otros varios Cronicones; consignándose también en dichas páginas que el Dr. Guillermo G. Heine encontró este Códice en España y lo llevó a Alemania.

A la muerte del Dr. G. C. Heine, la Real Academia de la Historia adquirió dicho Códice encargando al Dr. D. Antonio Cavanilles y Federici, hijo del historiador Cavanilles y Centi, que le trajese a España, como así lo hizo en 1852.

El tomo III, publicado en 1862, consta de 459 páginas. Comprende desde el reinado de San Fernando hasta la muerte de Don Pedro I.

Soberbia es la descripción de los reinados paralelos de Don Fernando III y Don Jaime I el Conquistador.

Entre los caballeros que ayudaron a la anexión del reino de Valencia a la Corona de Aragón, guerreros que se denominaron caballeros de conquista, figuraba el prócer francés D. Pedro Cavanilles.

En este tomo se menciona la hazaña de la esposa del Conde D. Tello y de varias damas y mujeres del pueblo, en la histórica población de Martos.

El Conde, con los 50 jinetes que constituían la guarnición, había salido de la plaza para hacer una descubierta; en tanto los agarenos, creyendo lógicamente indefensa la plaza, trataron de penetrar en ella.

La Condesa, disfrazada de hombre, así como las demás mujeres, coronaron las almenas, y los enemigos, engañados por tal ardid, suspendieron el asalto y se acordó entre ellos poner sitio a la plaza.

Llegó más tarde la guarnición de jinetes cristianos, entre los que se contaba el heroico y hercúleo Vargas Machuca y, arrollando a los sitiadores, penetran en Martos.

¡Qué plenitud de vida no se siente en el alma al recordar tales hechos, que parecen hijos de una exuberante fantasía y no de la soberbia realidad!

Más adelante se describen las portentosas victorias navales del coloso marino Roger de Lauria, el cual, vencedor siempre, acometedor de empresas increíbles y dueño del Mediterráneo, decía con arrogancia:

«Hasta los mismos peces si quieren levantar su cabeza sobre las aguas, han de llevar un escudo con las armas de Aragón.»



Hablando de los crímenes espantosos que, como cosa corriente y normal, se perpetraban en aquellas épocas de sublime heroísmo, pero también de odiosa barbarie, exclama el bondadoso y culto Cavanilles y Centi:

«¿Habrá alguno que suspire por aquellos tiempos? No son buenos los presentes; somos malos copistas de perversos originales»



También son hermosísimas páginas de este tomo, aquellas que se dedican a las increíbles e innumerables hazañas, de los expedicionarios aragoneses y catalanes, conducidos a Oriente por Roger de Flor y otros valerosísimos guerreros.

Se creerían sus hechos del dominio de la fábula, si los cronistas enemigos no los relatasen con terror y admiración.

El reinado de Don Pedro I y el carácter personal de tan discutido Monarca, se trazan con mano maestra.

Los Apéndices sobre la Orden de la Banda, últimos momentos de Sancho el Bravo y nota sobre la personalidad de Duglesclín son de incesante interés para el lector.

Tomo IV. Consta de 450 páginas; se publicó en 1862. Comprende desde el reinado de Enrique II a la toma de Baza y la entrega de Guadix y Almería a tan esclarecidos Monarcas.

Reseña el turbulento período de aquella época en Aragón, Castilla, Navarra, Portugal y Estados árabes-españoles.

Se ocupa de la gestión del Parlamento catalán en el tiempo que precedió al Compromiso de Caspe, y escribe:

«Cataluña salvó a su Patria. Siempre tuvo valientes capitanes y entendidos repúblicos; es cuna de grandes hombres. Táchanla de turbulenta sin razón. Comprenda que se la manda con justicia y que se tiene confianza en su hidalguía y se dejará gobernar mejor que pueblo alguno».



El ilustre historiador y literato patriota, Cavanilles y Centi, en honor de Cataluña, consigna esos imparciales renglones; elogio justo y levantado de tan noble región de España.

El caso de que en aquellos tiempos, de violencia y barbarie de los poderosos, se allanase el Reino de Aragón a que nueve personas de saber y probidad, señalasen el sucesor de la Corona, merece citarse como un alto ejemplo de cultura, para enseñanza de las generaciones del porvenir.

San Vicente Ferrer, que representaba en Caspe a Valencia, en unión de un hermano suyo, Prior de Portaceli, y del jurisconsulto Beltrán, iluminó con su saber y su virtud aquella insigne Asamblea, y la Historia pudo consignar el acierto de aquellos nueve preclaros españoles, al escribir el glorioso reinado del Monarca elegido por ellos.

«Tan grandes varones evitaron la guerra civil y dieron un buen rey a Aragón. ¡Sublime espectáculo sin antecedente ni imitación en el mundo!», exclama Cavanilles.



En el capítulo IX de este tomo leemos:

«El rubor enciende nuestro rostro y la pluma nos cae de la mano al llegar al reinado del IV de los Enriques. Debemos empero dedicarle un lugar en nuestra Historia, para enseñanza de pueblos y reyes, A LA MANERA QUE EN LAS CARTAS NÁUTICAS SE SEÑALAN LOS ESCOLLOS PARA QUE HUYAN DE ELLOS LOS NAVEGANTES.»

***

«Sería necesaria la pluma de Tácito, para trazar con rasgos de fuego tal degradación y tanto oprobio.»

***



Al ocuparse del siglo literario de Don Juan II de Castilla, escribe del eminentísimo poeta cordobés Juan de Mena:

«Juan de Mena, el Ennio español, nos dejó en su «Laberinto» el primer poema del siglo. Plan artificioso, versificación robusta, pensamiento enérgico, frase levantada. Culto, elevado, noble en, sus ideas, brilla muchas veces tanto por la ternura del sentimiento como por lo acabado de la frase. Garcilaso herido, el Conde, de Niebla ahogado, Macías atravesado por un dardo, Álvaro de Luna víctima de sus émulos, arrancan de su lira tristes sonidos que atraviesan las más delicadas fibras del alma...»

***

«Quiso dolar a su Patria de lenguaje poético, y es uno de nuestros mejores hablistas...»



Como Apéndices al tomo IV figuran noticias y documentos relativos al Antipapa Luna y la nota referente a una décuple dobla del Rey Don Pedro, de la que una hermosa lámina reproduce el anverso y reverso.

Tomo V. Consta de 401 páginas; se publicó en 1863.

En este tomo se continúa el reinado de los Reyes Católicos y se llega a la muerte del Príncipe Don Carlos, hijo de Felipe II.

Bellísimas son las páginas que se dedican a la Conquista de Granada. Los combates y los hechos heroicos de los guerreros, tanto cristianos como árabe-españoles, se describen con extraordinaria imparcialidad y brillante colorido. Parecen cuadros de las edades homéricas.

Excede a toda ponderación la manera de presentar a los lectores la vida y vicisitudes del inmortal Cristóbal Colón y su descubrimiento de América. En estos relatos, que todos los españoles deberíamos tener fijos siempre en el corazón y en el cerebro, resplandecen la piedad, energía e inteligencia de Isabel la Católica LA PRIMERA REINA DEL MUNDO, como afirmaba un venerable botánico extranjero.

Después de la primera entrevista de Colón con los Reyes Católicos, escribía el Almirante a la Reina una carta, de la que Cavanilles copia este párrafo sublime, que tanto pone de manifiesto la clarividencia de Colón, transmitida a Isabel la Católica:

«ME ABRIÓ NUESTRO SEÑOR EL ENTENDIMIENTO CON MANO PALPABLE A QUE ERA HACEDERO NAVEGAR DE AQUÍ A LAS INDIAS; Y ME ABRIÓ LA VOLUNTAD PARA LA EJECUCIÓN DE ELLO, Y CON ESTE FUEGO VINE A V. A. TODOS AQUELLOS QUE SUPIERON DE MI EMPRESA, CON RISA LA NEGARON BURLANDO; EN SÓLO V. A. QUEDÓ LA FE y CONSTANCIA.»



Al ocuparse de la muerte de Isabel la Católica, Cavanilles que copia literalmente algunos trozos de su memorable testamento, «modelo de piedad, de ternura conyugal, de talento político y amor al pueblo», escribe:

«Dios tenia dispuesto que esta señora pasase a otra vida más venturosa... Gran Reina, ilustre matrona, gloria de su siglo. ¿Cómo recibió el reino? ¡empobrecido, dividido, desolado! ¿Cómo lo dejó al morir? Próspero y tranquilo, acrecentado con la Corona de Nápoles, ENNOBLECIDO CON EL DESCUBRIMIENTO DEL NUEVO MUNDO, libre de la morisma, uno en la Fe, mejorado en las costumbres, ilustrado, por la Ciencia.»



Complemento de las glorias imperecederas de este reinado son las hazañas del Gran Capitán Gonzalo de Córdoba.

Uno solo de los DICHOS de este inmortal cordobés nos muestra cómo serían SUS HECHOS. Aconsejábanle sus capitanes que retrocediese a Capua y él contestó: PREFIERO MORIR DANDO TRES PASOS ADELANTE, QUE VIVIR POR DAR UN PASO ATRÁS.

Después de guerrear con la morisma en el reino de Granada y de haber conquistado para España el reino de Nápoles, vencedor en gloriosas batallas, no pudo vencer él olvido de sus victorias y altos merecimientos, y vivía oscuramente y enfermo en Loja.

Persuadido de la gravedad de sus dolencias, hizo que le llevasen en andas a su querida Granada, donde el 2 de Diciembre entregó su alma al Creador.

Cavanilles agrega textualmente, que a su muerte vistiose Don Fernando, y toda la Corte, de luto; hiciéronsele exequias en la Capilla Real y en todas las iglesias del Reino. Escribió el Monarca desde Trujillo a su viuda una sentida carta, en que la decía que lamentaba la pérdida de tan grande y señalado servidor «a quien yo tenía tanto amor y por cuyo medio y con la ayuda de Nuestro Señor, se acrecentó a nuestra corona real el nuevo reino de Nápoles.»

En sus exequias en San Francisco, «doscientas banderas y dos pendones reales que adornaban el túmulo, recordaban la gloria y los servicios del Gran Capitán.»

En una nota que va al pie de la página 133 se imprime una curiosa y poco conocida carta, que el futuro Emperador de Alemania y Rey de España Carlos I, entonces Príncipe, escribió desde Gante a la viuda del Gran Capitán.

No resisto a la tentación de copiarla literalmente, aunque opino que en estos honores póstumos, que los pueblos y los Soberanos tributan a los héroes preteridos y a los sabios y artistas olvidados, hay una buena dosis de remordimiento.

En la carta en cuestión se lee:

«Duquesa prima: he sabido el fallecimiento del famoso Gonzalo Fernández, Duque de Terranova, vuestro marido, al cual por el gran valor de su persona y por los muchos y señalados servicios que a los católicos Rey y Reina, mis señores, hizo en conservación y aumento de su corona real, le deseaba conocer para valerme de su prudencia y consejo, y gozar de persona tan señalada y famosa; mas habiendo Dios dispuesto de otra manera, con cuya voluntad es justo conformarnos, os mando y pido veáis si para vuestro consuelo, queréis alguna cosa, me lo aviséis, para que de nuestra parte se cumpla con la memoria de tan gran vasallo y con la vuestra, que, por quien sois, se os debe tanto. Gante 15 de Febrero de 1516.- Yo el Príncipe.»



Las turbulencias primero, y las glorias militares del reinado de Carlos I tienen en Cavanilles un elocuente, perspicaz y hábil narrador.

Dedica a los actos heroicos de los españoles el elogio que merecen, pero a los insignes capitanes enemigos no les olvidó, haciendo mención muy especial de Bayardo, el caballero sin miedo y sin mancilla. Para dar una prueba de la elevación del alma del guerrero francés, dice que al preguntarle un noble, qué es lo que un caballero podría dejar a sus hijos, como mejor herencia contestó: lo que no teme la lluvia, ni la tempestad, ni la injusticia de los hombres: LA SABIDURÍA Y LA VIRTUD.»

El espíritu cristiano presidía las grandes hazañas, grandes descubrimientos, y toda manifestación de la energía del espíritu humano se desarrollaba entonces a impulso de la Fe.

La cruz coronaba el estandarte real de Colón, la cruz resplandecía bordada en las verdes banderas de los capitanes de la Pinta y la Niña.

Cuando Carlos I supo la victoria de sus armas en Pavia, fue a la iglesia de Nuestra Señora de Atocha, donde hizo que se predicase al pueblo, que esta victoria no procedía de él, sino de Dios.

Este mismo Emperador, después de la batalla de Mulberg, escribía parodiando a Julio César: Vine, vi, y Dios venció

Termina el tomo V con un estudio magistral del reinado de Felipe II, que, desgraciadamente, como la Historia de España, dejó Cavanilles sin concluir.

Alardeando, con justicia, de sincera imparcialidad, escribe del hijo y sucesor de Carlos I:

«Nos apresuramos a decir que encontramos en él algo sombrío y repulsivo y que si hubiéramos de buscar un amigo entre los reyes de España, no elegiríamos ciertamente al fundador de El Escorial.»



Después de consignar esto, prueba con documentos y opiniones, aducidos por altas mentalidades extranjeras y españolas, la falsedad histórica que se comete al atribuir a Felipe II el asesinato de su hijo el Príncipe Don Carlos. A éste, si le recluyó en una prisión, fue para corregir su carácter espantosamente irascible y turbulento.

Termina el tomo V, y lo publicado de la obra, con este párrafo:

«¡Desgraciado Príncipe, muerto en la flor de la juventud! ¡Desgraciado padre que perdió al hijo varón, que estaba jurado años antes inmediato sucesor al Trono! Hay un refrán que dice: calumnia que algo queda. Esta suerte cupo a Felipe II.»



Como apéndice al tomo V se publican curiosos documentos inéditos sobre la prisión de Francisco I.

Dejó Cavanilles y Centi comenzada e inédita la versión castellana de un CURSO DE ESTUDIOS PARA LA INSTRUCCIÓN DE LA JUVENTUD, escrito en francés por Condillac, habiendo dejado completa la traducción del fundamento de las lecciones preliminares.

Del mismo modo quedó sin publicar su traducción del tomo XV de la BIBLIOTECA DE LOS NIÑOS Y LOS ADOLESCENTES.

Esta obra fue escrita en alemán por J. H. y vertida al castellano de la 12.ª edición francesa.

Hizo también otra traducción, de un libro francés original de Daguerre, SOBRE EL DAGUERREOTIPO Y DIORAMA, que tampoco vio la luz pública.

Mandó a la imprenta este trabajo, se retrasó allí su publicación y vio antes la luz pública otra traducción sobre la misma materia, por lo cual Cavanilles y Centi dejó de publicar la suya.

Inéditas por fin, han quedado también dos obras originales de tan eximio escritor:

La HISTORIA DE LA DOMINACIÓN ESPAÑOLA EN PORTUGAL y unos ELEMENTOS DE HISTORIA DE ESPAÑA.

En los Études littéraires sur l'Espagne contemporaine par Antoine de Latour6, libro publicado en París el mismo año de la muerte de Cavanilles y Centi, es decir, en 1864, encontramos, entre los estudios notables biográficos y bibliográficos, que dedica a varios insignes escritores de nuestro país, capítulos referentes a Antonio de Trueba, Adelardo López de Ayala, Antonio Cavanilles y Centi, José Amador de los Ríos, etc., etc.

Al ocuparse Latour de las obras de Cavanilles y Centi, estudia en primer lugar lo publicado de su Historia de España, a la que prodiga grandes elogios, y de la que copia íntegramente algunos párrafos.

Analiza después los Diálogos literarios, vertiendo en su totalidad al francés, el precioso Diálogo que se intitula los Campos Elíseos, terminando con esta traducción las 36 páginas que se dedican a la labor y figura literaria del ilustre Cavanilles y Centi.

Ya hemos hecho mención en otro lugar de una Necrología del Excmo. e Ilmo. Sr. D. Antonio Cavanilles, Abogado del Ilustre Colegio de esta Corte. Primoroso folleto de 8 páginas, galana y sentidamente escrito por D. Francisco de P. Madrazo.

Era éste, meritísimo profesor de Taquigrafía en el Instituto de San Isidro; fue director de La Época por los años de 1858 a 1862. Desempeñó también las direcciones de La Política y el Diario Español, siendo además corresponsal del Diario de Barcelona durante muchos años.

Llegó a ser taquígrafo 1.º del Congreso y dejó escritas varias obras, entre ellas las siguientes:

Las Cortes Españolas. Resumen histórico de las tres épocas parlamentarias de 1810 a 18l5, de 1820 a 1823 y de 1834 a 1850. Publicose este libro en 1857.

Discurso sobre las glorias de la Taquigrafía. Excelencia de la de Martí. 1857.

Estudio sobre Zumalacárregui y la guerra dinástica.

Dejó al morir, muy adelantada, una Historia del periodismo español, que daba a conocer biografías, ilustradas con retratos de muchos insignes publicistas.

Versificaba, con facilidad extrema, D. Francisco de Paula Madrazo.

Unido estrechamente, por una amistad sincera, con Cavanilles y Centi, herido por la ingratitud y el olvido en que se dejaba a su culto amigo del alma, escribió la corta, pero admirable Necrología.

En el comienzo de ella laméntase el autor, con sobradísimas razones, de la indiferencia con que en España vemos desaparecer las más legítimas glorias de la Ciencia, las Artes, las Armas y las Letras, sin que se conceda a los insignes varones fallecidos más que un recuerdo efímero.

Hace constar que, aunque el homenaje dedicado a los personajes políticos, es más ostentoso, no deja también de ser pasajero.

En la Necrología cita el nombre de las más importantes obras de Cavanilles, dedicando merecidos elogios a la Historia de España, y a las dotes literarias, científicas y filosóficas de su autor.

El carácter personal de Cavanilles y Centi se retrata con fidelidad, al terminar la Necrología, en brillantes y sentidos párrafos, de los cuales transcribiremos gran parte:

«Cavanilles, que en el seno de su familia era un verdadero patriarca, tanto amaba y tan amado y respetado era de sus hijos, se captaba el aprecio general en la sociedad por su proceder noble y caballeroso, por el celo entusiasta con que se consagraba a todos los asuntos que se encomendaban a su cuidado, y por su amenísimo trato.»

«Todos se disputaban con afán su amistad, los Príncipes y los grandes, los políticos y los literatos, los opulentos y los modestos, encontraban siempre en él un consejero prudente y un amigo leal.»

***

«Sólo el sentimiento de la verdad y un sentimiento de orgullo nacional nos mueven a publicar estas líneas, que nosotros amamos mucho y de corazón las glorias de España, y el malogrado personaje que lloramos, era en nuestro sentir, una de sus glorias más legítimas y más brillantes.»



Muy adelantada ya la impresión de este libro, se efectúa en la Biblioteca Nacional una solemne ceremonia. Los Reyes de España y toda la Augusta Familia, adoradores de las Glorias de nuestro país, la aristocracia de la Inteligencia, la de la Sangre y, la del dinero, se unen al sentimiento popular, al inaugurarse la estatua del gran Marcelino Menéndez y Pelayo.

Habla la sabiduría; no depositan laureles, sobre el pedestal de la estatua del preclaro español, más que aquellos que ornan ya su sien con las ramas del árbol de Minerva.

El ilustre Rodríguez Marín, demuestra con su discurso maravilloso, cuán motivadamente es el sucesor del insigne polígrafo.

Habla Rivas Groot en nombre de la América Española, que es sangre de nuestra sangre y mentalidad que se informa siempre en el genio español. Su oratoria es ardiente y arrobadora, como los efluvios del sol colombiano.

Blanca de los Ríos de Lampérez, encarna en su discurso las más altas idealidades de la mujer española e ibero-americana, recubriendo, su altura en el pensar y su finura en el sentir, con castizas y esculturales palabras.

El hermano del insigne Marcelino, D. Enrique, envía modestas frases de gratitud a la fiesta del saber.

El venerable Director de la Academia de la Historia, había dirigido anteriormente la serena palabra al auditorio; a su voz diríase, que, como evocados por un conjuro, descienden en mágica nube junto a la estatua descubierta, los grandes artífices de la Historia, y dice en un párrafo, solemnemente:

«SERÁN SIEMPRE INMORTALES Y DE GRATA LECTURA, LAS OBRAS CLÁSICAS DE HERODOTO, Y JENOFONTE, DE POLIBIO, SALUSTIO, TITO LIVIO, TÁCITO Y SAN AGUSTÍN, Y EN LA EDAD MODERNA LAS DE MARIANA, BOSSUET, MACAULAY, THIERS, CÉSAR CANTÚ, MOMMSEN, CAVANILLES, ARTECHE, Y EL MISMO MENÉNDEZ Y PELAYO.»



El elogio del sapientísimo y virtuoso P. Fidel Fita (S. J.), debe ser la última palabra del estudio bio-bibliográfico del ilustre historiador Cavanilles y Centi.