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Colección de documentos para la historia de México

Joaquín García Icazbalceta



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  —V→  

ArribaAbajoPrólogo

Quem bene, alii judicabunt, magno certe cum labore.

Si ha de escribirse algún día la historia de nuestro país, es necesario que nos apresuremos a sacar a luz los materiales dispersos que aún puedan recogerse, antes que la injuria del tiempo venga a privarnos de lo poco que ha respetado todavía. Sin este trabajo previo no hay que aguardar resultados satisfactorios, porque la doble tarea de reunir y aprovechar es superior a las fuerzas de un solo hombre. El ingenio más vigoroso consume su brío en la primera parte de la empresa, y está ya rendido antes de comenzar el desempeño de lo que en realidad interesa al país, cual es la obra en que presente el resultado de sus investigaciones. Son además tan distintas y aun opuestas las cualidades requeridas para cada uno de estos trabajos, que viene a ser casi imposible encontrarlas reunidas en una misma persona.

  —VI→  

Convencido de estas verdades, y ya que mi buena suerte, ayudada de activas diligencias, ha traído a mi poder un regular acopio de manuscritos, no quise dejar de contribuir al beneficio público, divulgándolos por medio de la prensa. El poco estímulo que encuentra hasta ahora en nuestro país esta clase de publicaciones, no dejaba esperanza de hallar editor que quisiera encargarse de una empresa que ofrecía pérdida segura: tuve, pues, que tomarla a mi cargo. Me allanaba el camino para la ejecución del proyecto, la circunstancia de tener a mi disposición una pequeña imprenta particular, resultado de mi temprana afición al arte tipográfico; de suerte que la impresión ha sido hecha siempre a mi vista, y en gran parte por mis propias manos. He sido, por consiguiente, colector, editor e impresor del presente volumen, que ha ocupado mis ratos de ocio durante algunos años.

Pensé al principio sujetar a mejor arreglo esta Colección, disponiendo los documentos por orden cronológico y geográfico, sin pasar a nuevo período o distinto suceso, hasta quedar agotado el anterior; pero la imposibilidad de reunir anticipadamente todos los materiales necesarios para tan vasto plan, y sobre todo el temor de que la empresa se frustrase enteramente por quererla demasiado perfecta, me obligaron a conformarme con un mediano orden cronológico, y aun interrumpido a veces para reunir piezas relativas a un mismo suceso o personaje. No he creído conveniente tampoco añadir al título de Colección de Documentos la palabra Inéditos, por no privarme de incluir aquellos que, aunque ya impresos, son excesivamente raros, o están como perdidos en colecciones voluminosas y poco conocidas.   —VII→   Así sucede con el Itinerario de Grijalva y El Conquistador Anónimo, que van en este volumen, y con los Diálogos de Cervantes y otras piezas que oportunamente tendrán lugar en esta Colección.

Sin predilección particular hacia época alguna de nuestra historia, y proponiéndome abrazarla toda, desde los tiempos más remotos hasta el año de 1810, publico desde luego una serie de documentos del siglo XVI, como el período más interesante de nuestros anales, en que desaparecía un pueblo antiguo y se formaba otro nuevo; el mismo que existe en nuestros días y de que formamos parte. Justo era, pues, asistir ante todo al nacimiento de nuestra sociedad. Nada tan propio para esclarecer aquellos sucesos, como la preciosa crónica del Padre Motolinía, con que da principio el volumen, y a la que hacen compañía las piezas contemporáneas que le siguen. El mismo siglo XVI nos dará materia para el segundo tomo, y en él tendrán cabida otros documentos originales y desconocidos, de que sirve ahora como de muestra la Carta inédita de Hernán Cortés.

Los defectos que indudablemente han de notarse en esta Colección, he procurado redimirlos, hasta cierto punto, con una escrupulosa fidelidad en seguir los originales, y un extremo cuidado en la corrección tipográfica. He preferido a veces dejar cierta oscuridad en los textos, antes que atreverme a sustituir lecciones aventuradas. Y para que el lector gradúe la autoridad que hayan de gozar los documentos, he reunido en una Noticia que va al frente de cada volumen, cuantos datos puedan dar luz acerca de su origen y autores. En esta   —VIII→   parte he sido algo pródigo de noticias bibliográficas; pero lo he hecho así en atención a la suma dificultad que cuesta a veces el reunir estos datos, y a la utilidad que prestan en corto espacio, una vez reunidos. La parte principal de estos preliminares, es la extensa Noticia de la Vida y Escritos de Fray Toribio de Motolinía, que a ruego mío escribió el Sr. D. José Fernando Ramírez, y que forma por sí sola un opúsculo bien interesante.

Antes de concluir cumplo con un grato deber manifestando que todos mis esfuerzos para adquirir documentos habrían sido estériles, a no haber logrado la inesperada fortuna de merecer las más finas atenciones a dos sujetos tan corteses e instruidos como el distinguido historiador americano Mr. Prescott, y el Sr. D. Francisco González de Vera, residente en Madrid. A uno u otro de estos señores soy deudor de cuanto más precioso encierra mi colección; pues si el primero ha desempeñado siempre con la mayor bondad y eficacia mis molestos y repetidos encargos de copias de manuscritos en su poder, el segundo se ha anticipado constantemente a mis deseos con sus continuas remesas de libros raros, manuscritos originales o copias; todo con un empeño e inteligencia, que no habrían sido mayores si formara una colección para sí propio. Aprovecho, pues, con el mayor gusto esta ocasión de manifestar públicamente a ambos mi reconocimiento.

México, Diciembre 51 de 1858.



  —XIII→  

ArribaAbajoNoticia de las piezas contenidas en este volumen

Según queda advertido en el prólogo que precede, este primer tomo se compone en su totalidad de documentos del siglo XVI. Hay dos traducidos del italiano, y uno del latín; los tres llevan al pie el texto respectivo, a fin de que las personas que entiendan la lengua del original no tengan que fiarse de la traducción. El mismo orden ha de seguirse siempre que se publiquen documentos traducidos.

Por regla general se advierte, que cuando ha sido necesario suplir alguna palabra en el texto para perfeccionar la cláusula, se ha cuidado de distinguirla imprimiéndola con letras versalitas, y aunque de esta misma letra se han puesto también las firmas, no hay lugar a equivocación, atendiendo a que estas se hallan siempre al fin de los escritos. De este modo se han excusado infinitas notas, que no harían más que distraer al lector, guardándose al mismo tiempo el respeto debido a los originales.

La Noticia correspondiente a la Historia de los Indios de Nueva España, por Fray Toribio de Motolinía, se halla al frente de dicha obra.


ArribaAbajoItinerario de Grijalva

Juan de Grijalva fue natural de Cuéllar, y por lo mismo paisano del adelantado de Cuba Diego Velazquez, de quien era además tan amigo, que muchos les tenían por parientes, aunque en realidad no lo eran. Animado Velázquez con las noticias adquiridas por medio de la expedición de Francisco Fernández de Córdoba (1517), y satisfecho de la conducta de Grijalva en el desempeño de algunas comisiones que le había confiado en Cuba, le envió en 1518 a continuar los descubrimientos en la costa de Yucatán, mandándole entre otras cosas que no fundara ninguna colonia, sino que se limitara a rescatar oro entre los indígenas. La exactitud de Grijalva en el cumplimiento de esta parte de sus instrucciones le acarreó graves disgustos,   —XIV→   no sólo con la gente que llevaba a sus órdenes, sino aun con el mismo Velázquez, quien a su regreso le reconvino muy injustamente por no haber poblado en tierra que parecía tan rica y feraz. Sin embargo, aquella expedición dio origen a la de Cortés; y así por esto como por haber sido el primero que descubrió las costas del imperio de Moctezuma, y puso nombre a la Nueva España, merece Grijalva un lugar distinguido en nuestra historia.

Años adelante volvió a nuestras costas en la desgraciada expedición de Francisco de Garay, cuya armada tuvo a su cargo, e hizo con ella un papel bien triste, hasta quedar prisionero de los capitanes de Cortés. Pasado algún tiempo le encontramos en Honduras, donde al cabo terminó su carrera en 1526, habiendo sido muerto con otros Españoles en una sublevación de los Indios del pueblo de Olancho. Grijalva era un oficial honrado y obediente; pero sin ninguna de aquellas cualidades que hacen sobresalir a los hombres en tiempos de agitación.

El Itinerario de su expedición a la Nueva España, que ahora publico, si fue escrito por el capellán de la armada, según expresa el título, es obra del clérigo Juan Díaz, que desempeñaba tal cargo en aquella expedición, pero que no debía ser muy amigo del general, a quien censura varias veces con tanta injusticia como dureza. El original castellano no existe, o a lo menos no se ha encontrado hasta ahora, y sólo nos queda la traducción italiana, impresa en una obra antigua de que luego daré noticia. Para la presente edición me han servido de original dos copias manuscritas; una remitida de Boston por el Sr. W. H. Prescott, y sacada de la colección de Don Juan Bautista Muñoz; otra enviada de Madrid, que fue hecha por el célebre Don Martín Fernández de Navarrete, y tiene esta nota al pie:

«Se ha sacado esta copia de un libro en 8º impreso en lengua toscana en Venecia a 17 de Septiembre de 1522, por el heredero de Georgio di Ruscon, que existe con el nº 21, en la Biblioteca -Colombina de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla, rotulado: Itinerario de Varthema. -Además de esta Relación contiene el Itinerario del Egipto, Suria (sic), Arabia Desierta y Feliz, Persia, India y Etiopía, con todas las Islas descubiertas hasta entonces en aquellas regiones de Oriente, usos y costumbres de sus naturales, Religión, Comercio, Navegación &c. Su autor Ludovico de Varthema, Bolognés, que dice anduvo todo: dedicada a la Illma y Exma Señora, la condesa de Albi y Duquesa de Tagliacozzo Madama Agnesina Feltria Colonna. -Confrontose en 28 de Junio de 1793. -Vº Bº. -MARTÍN FERNÁNDEZ DE NAVARRETE».

Del cotejo de ambas copias resultan algunas variantes; mas como son pocas y descubren siempre con claridad el vicio de uno u otro texto, me han servido mucho para la corrección previa, sin haber sido necesario expresarlas al pie de las páginas. En lo que ambos manuscritos van enteramente de acuerdo, es en su detestable ortografía, que me he visto obligado   —XV→   a conservar, por no exponerme a introducir correcciones indebidas. La puntuación, sobre todo, está en completo desorden, pues cuando no falta del todo, es porque va apareciendo donde menos se necesitaba; y si a esto se añade lo anticuado del estilo, y la mezcla de palabras del dialecto veneciano, se tendrá idea de las dificultades que ofrecía la traducción: sirva esto como disculpa de sus defectos. Fue mi ánimo conservar en ella la mayor fidelidad posible, y al mismo tiempo el estilo anticuado del perdido original castellano. -Hay también una traducción francesa de este Itinerario, publicada por Mr. Ternaux-Compans en el tomo X de sus Voyages, Relations et Mémoires originaux pour servir à l'histoire de la découverte de l'Amérique, (París, 1837-41), la que en verdad no me ha sido tan útil como yo me figuraba al emprender la mía, ni puedo elogiar su exactitud. De ella he tomado la nota que va al fin del documento, la cual no se halla en mis copias, e indudablemente es de Muñoz.

El autor de la obra a que corre unido este Itinerario, es llamado Varthema por unos, y Barthema o Varthema por otros: Ludovicus Patritius le dicen los traductores latinos, y Lewes Vertomannus los ingleses. El título de la obra lo hemos visto ya en las notas de Muñoz y Navarrete; y las ediciones de ella son las siguientes, según Brunet1: Roma, 1510, 4º; ibíd., 1517, 8º, gót.; Venecia, Zorzi di Rusconi, 1517, 8º; ibíd., Matthio Paganini, sin fecha, 8º; (en ésta y las siguientes se encuentra ya el Itinerario de Grijalva); ibíd., Rusconi, 1520 y 1526; ibíd., Bindoni, 1535, 8º, gót.; Milán, Scinzenzeler, 1522 o 1523, 4º. -Nótase desde luego que ninguna de éstas es la de la Biblioteca Colombina. Barcia2 da al autor el título de monje bernardo; pero lo juzgo error, porque el mismo Varthema dice en su relación, que tenía mujer e hijos. Señala el citado Barcia una edición de Venecia, por Matheo Pagan, 1508, fol., que sería anterior a todas las que cita Brunet; pero atendiendo a las infinitas erratas que afean la Biblioteca Oriental, y a que ese mismo año de 1508 concluyó Varthema su viaje, creo que se trata de la edición de Mateo Paganini, sin fecha, que trae Brunet, debiéndose leer en Barcia 1518 en vez de 1508, aunque resta la dificultad de que uno la pone en 8º y el otro en folio. Ramusio incluyó también la Relación de Varthema en el tomo 1 de sus Navigationi et Viaggi, (Venetia, 1588, fol. 159) con la extraña advertencia de haberse valido de la traducción castellana de Arcos para corregir el texto italiano.

La traducción latina de Archangelo Madrignano se imprimió en Milán, 1511, fol., y se incluyó después en el Novus Orbis de Gryneo (París, 1532, pág. 164; Basilea, 1537, pág. 187; ibíd., 1555, pág. 235). La inglesa fue obra de Ricardo Eden, quien la tomó de la latina, y la publicó en su   —XVI→   History of Travayles, (Londres, 1577, 4º, gót.): después se incluyó también en el tomo IV de la reimpresión de los Viajes ingleses de Hakluyt, (Londres, 1809-15). Hay traducciones francesa y alemana; la española salió a luz tres veces en Sevilla, 1520, 1523 y 1576: ignoro si en esta última edición se hallará el Itinerario de Grijalva; pero me inclino a lo contrario, porque el licenciado Cristóbal de Arcos, autor de la traducción, la tomó de la latina, por no haber hallado el original italiano, según dice Barcia; y como aquella se imprimió en 1511, no era posible que incluyese el Itinerario. Por otra parte, si este documento existiera en castellano, e impreso en Sevilla, ¿podría haberse ocultado a dos colectores tan diligentes como Muñoz y Navarrete? El haber sacado ambos copias manuscritas del Itinerario de Grijalva, demuestra la suma rareza del impreso: yo no he visto ninguna edición separada del Itinerario de Varthema, y sólo le conozco en las colecciones ya citadas de Ramusio, Gryneo, Eden y Hakluyt.

Del viaje de Grijalva escriben todos los autores de Indias; pero la relación más extensa es la de Oviedo en su Historia General y natural de Indias, lib. XVII, cap. 8-18.




ArribaAbajoVida de Hernán Cortés

En la nota que sigue a este documento (pág. 356) pueden verse las conjeturas de Don Juan Bautista Muñoz acerca del nombre de su autor, que se cree con fundamento haber sido Juan Cristóbal Calvet de Estrella. Allí se registran también cuantas noticias pueden desearse, relativas al documento en sí y a su origen, de modo que sólo me resta advertir, que para la presente edición me han servido dos copias; una remitida de Boston por el Sr. W. H. Prescott, y otra de Madrid por el Sr. Don Francisco González de Vera. Con el auxilio de ambas se ha restablecido el texto, viciado en algunos lugares por descuido de los copistas; penosa tarea de que tuvo la bondad de encargarse el Sr. Don J. Bernardo Couto, así como de revisar detenidamente la traducción que yo había hecho, llegando su eficacia hasta corregir las pruebas de ambos idiomas al tiempo de la impresión. Con tal auxilio no puede quedarme duda del feliz éxito del trabajo; y es de toda justicia advertir que lo bueno que en él se halle no puede pertenecerme; sólo reconozco por míos los descuidos que se noten, porque sin duda estaban en mis primeros borradores, y consiguieron escaparse a la perspicacia del revisor.

La fecha de este fragmento puede fijarse aproximadamente por lo que su autor escribe en la pág. 321. Dice que a la sazón era obispo de Santo Domingo Don Alonso de Fuenmayor; y habiendo ocupado la silla este prelado de 1548 a 1560, entre estos doce años queda dudosa la composición del escrito. Es extraña la coincidencia que se nota entre muchos pasajes   —XVII→   de él y otros de la Crónica de Gómara, y creo que alguno aprovechó los trabajos del otro. Mas habiéndose publicado por primera vez la obra de Gómara en 1552, no es posible aclarar quién escribió primero: me inclino a favor de Gómara. Muéstrase nuestro autor anónimo sumamente parcial de Hernán Cortés, y no se toma el trabajo de ocultarlo; su latín es bueno, y el estilo agradable. Se habría leído con gusto la obra completa; pero no creo que su hallazgo, si llegó a escribirse, nos hiciera conocer mejor a Hernán Cortés.




ArribaAbajoCarta del licenciado Zuazo

Nació el licenciado Zuazo en la villa de Olmedo hacia el año de 1466. Pasó a la isla de Santo Domingo con los monjes gerónimos enviados por el cardenal Cisneros a gobernar las colonias españolas, llevando el cargo de administrar la justicia civil y criminal, por ser cosa ajena de la profesión religiosa de los gobernadores. Desempeñó en la isla muchas e importantes comisiones; fue enviado a Cuba para residenciar a Diego Velázquez, y por consejo de éste pasó a México con motivo de las diferencias ocurridas entre Garay y Cortés sobre la gobernación de Pánuco, y para tratar de avenirlos, como amigo que era de ambos. Habiendo marchado luego Cortés a la expedición de las Hibueras, quedó Zuazo por gobernador en compañía de los oficiales reales; y después de varias alternativas fue depuesto por sus compañeros y enviado preso a Cuba, so pretexto de que fuera a dar su residencia. Allí le aguardaba en efecto el licenciado Altamirano para tomársela; pero salió libre y absuelto de todo cargo. Por último el rey, en premio de sus servicios, le nombró oidor de la audiencia de Santo Domingo, donde parece que terminó sus días en 15273.

La carta que ahora publico fue dirigida al Padre Fray Luis de Figueroa, uno de los monjes jerónimos gobernadores de la Española, que ya había regresado a la Península. Del contexto del primer párrafo aparece que al regreso de Grijalva fue el licenciado uno de los que quisieron armar expedición para continuar los descubrimientos, y que Fray Luis se lo estorbó. La mayor parte de las noticias de la carta se encuentran en otros autores coetáneos; pero hay algunas curiosas por su exageración, distinguiéndose entre todas la singularísima de existir entre los Indios el tribunal de la Inquisición. Con razón dice el autor que fue cosa «de que yo más admiración tuve que de todas las pasadas».

El grave letrado no creyó ofensivas a la decencia ciertas expresiones que estampó hacia el fin de su carta; pero no ha sido posible permitir que la   —XVIII→   imprenta las reproduzca. Fuera de eso se ha seguido fielmente el manuscrito remitido de Boston por el Sr. W. H. Prescott.

En el lugar citado de la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, se encuentra una larga carta de Zuazo al Señor de Xevres (Mr. de Chievres), en que le da noticia de los excesos cometidos contra los Indios de la Española, e indica varios remedios, entre ellos la importación de negros.




ArribaAbajoEl conquistador anónimo

De la célebre colección de Juan Bautista Ramusio he sacado esta breve relación del estado de la Nueva España en la época de la conquista. El original castellano ya no existe, o a lo menos no se conoce hasta ahora; y este precioso documento se habría perdido, como tantos otros, a no haber sido por la traducción italiana que nos ha conservado Ramusio.

Clavigero fue, según entiendo, el que por no haber logrado descubrir el nombre del autor de esta relación le llamó «El Conquistador anónimo» y así se le cita comunmente desde entonces. Lástima fue que el anónimo no escribiese una obra más extensa, o que si la escribió se haya perdido, pues sería sin duda uno de nuestros mejores documentos históricos. Los escritores modernos hacen grandes elogios de esta relación, comenzando por el mismo Clavigero, quien dice así: «EL CONQUISTADOR ANÓNIMO. Así llamó al autor de una breve, pero harto curiosa y apreciable relación que se halla en la Colección de Ramusio con este título: Relazione d'un gentilhuomo di Ferdinando Cortès. No he podido adivinar quién sea ese gentilhuomo, porque ningún autor antiguo lo menciona; pero sea quien fuere, es verídico, exacto y curioso. Sin hacer mención de los sucesos de la conquista, cuenta lo que vio en México, de templos, casas, sepulcros, armas, vestidos, comidas, bebidas &c. de los Mexicanos, y nos manifiesta la forma de sus templos. Si su obra no fuera tan sucinta, no habría otra que pudiera comparársele, en lo que toca a antigüedades mexicanas4. Breve ma sugosa relazione, la llama el docto jesuita Márquez5, y Mr. Ternaux-Compans habla de ella en estos términos: «El autor, cuyo nombre ignoro, era sin duda uno de los capitanes del ejército de Cortés: la relación es tanto más curiosa, cuanto que dejando enteramente a un lado, las operaciones militares, ya bastante conocidas, se dedicó principalmente el autor a tratar de las costumbres de los indígenas. Era buen observador, y se encuentran en este opúsculo varios pormenores curiosos que en vano buscaríamos en otra parte. Es fácil conocer por muchas   —XIX→   circunstancias, que esta relación fue escrita muy poco después de la conquista6.

Cuantas Investigaciones se emprendan para descubrir el nombre del autor, han de ser necesariamente infructuosas, porque en todo el documento no se encuentra la menor indicación que ponga en vía de llegar a la verdad. Los autores antiguos tampoco le mencionan, como expresamente lo dice Clavigero, y así es que el soldado historiador guardaba en paz el anónimo, hasta que en estos últimos tiempos se empeñó en sacarle de su oscuridad uno de nuestros más conocidos escritores. Hablo de Don Carlos María de Bustamante, quien con débiles fundamentos creyó haber descubierto lo que todos ignoraban. Con gran seguridad asentó en varios lugares de sus voluminosas obras7 que el autor de esta relación fue Francisco de Terrazas, mayordomo de Cortés; mas como lo hizo comúnmente sin exhibir pruebas de su aserto, es preciso limitar el examen a los pocos pasajes en que manifestó las razones que le decidieron a abrazar y sostener esa opinión.

En el libro XII de la Historia del Padre Sahagún, que imprimió por segunda vez el año de 18408, a la pág. 223, se encuentran estas palabras:   —XX→   «Yo entiendo (descansando en la opinión del Sr. Veytia) y en la de D. Alonso de Zurita (cuyos manuscritos poseo), que era el mayordomo mayor de Cortés llamado Francisco de Tarrazas (sic), el cual escribió en octavas la conquista de México, que no llegó a ver la luz por la imprenta como la de los Araucanos por Don Alonso de Ercilla9». Aquí tenemos ya dos autoridades; Veytia y Zurita. En cuanto al primero, aunque he registrado de nuevo su Historia Antigua, incluso el prólogo que falta en la edición mexicana y se publicó luego en la Colección de Kingsborough, nada he encontrado que verifique la cita de Bustamante. Únicamente en el apéndice del editor, Don Francisco Ortega, es donde se ve esta nota: «Llama Clavigero Conquistador anónimo al autor de una relación que se supone escrita por un gentilhombre de Hernán Cortés, cuyo nombre no se ha podido averiguar, porque ningún otro autor lo menciona». (T. III, p. 279). Claro es que nadie como el editor de una obra podía conservar fresco el recuerdo de lo que en ella se contenía; y si Veytia apuntase la más ligera noticia del autor de esta relación, el Sr. Ortega no habría confesado que participaba de la ignorancia general. Leí después los Baluartes de México, del mismo Veytia, sin encontrar nada tampoco; y no conozco otra obra impresa de este autor.

Más curiosa es todavía la historia de la cita del Sr. Zurita, cuyo manuscrito poseía Bustamante. Tenía en efecto un manuscrito anónimo10, que quiso aplicar al oidor Zurita, y con tal nombre lo citó muchas veces en sus obras, especialmente en las Mañanas de la Alameda; pero el tal manuscrito no es del doctor Zurita, sino la Historia de Tlaxcala, de Diego Muñoz Camargo, que Bustamante halló anónima y bautizó con su acostumbrada ligereza. En este manuscrito de Camargo (el Zurita de Don Carlos), sólo se encuentra relativo a Francisco de Terrazas el siguiente breve pasaje: «... habiendo pasado muy grandes trabajos y sucesos inauditos, él   —XXI→   (Cortés) y sus compañeros en esta grande y atrevida jornada que hizo de las Higueras, según que más largamente lo tratan los cronistas, y lo refiere en particular Francisco de Terrazas en un tratado que escribió del aire y tierra».11 Y Bustamante agrega en nota: «Este Francisco de Terrazas fue gentilhombre y mayordomo de Cortés, que llevó un diario de la conquista: llámasele el escritor anónimo, &c». Nótase desde luego que el asunto de la obra que escribió Terrazas, según Camargo, es muy diverso del de la Relación anónima; allí se habla de un tratado del Aire y Tierra, donde se hacía memoria de la grande y atrevida jornada de las Higueras, al paso que en la Relación no se nombra nunca a Cortés, ni se dice palabra de tal expedición12.

El empeño de Bustamante en hacer a Terrazas autor de la obra que nos ocupa, le hizo caer en otro nuevo error. En el ejemplar de la Biblioteca de Beristain que fue suyo y hoy para en mi poder, al margen del artículo TERRAZAS (Don Francisco), puso esta nota de su puño: «Este fue, a lo que entiendo, el incógnito mayordomo de Hernán Cortés que llevó el diario de su expedición a México. Llámasele también el Anónimo. Es bastante exacto. Esta última calificación parece posterior a la nota, porque está escrita con distinto corte de pluma.

Beristain no da noticia alguna de este Francisco de Terrazas, y sólo le incluyó en su Biblioteca porque Cervantes en el Canto de Calíope, inserto en el libro IV de su Galatea, puso estas dos octavas:


«De la región antártica podría
eternizar ingenios soberanos,
que si riquezas hoy sustenta y cría,
también entendimientos sobrehumanos:
mostrarlo puedo en muchos este día,
y en dos os quiero dar llenas las manos:
uno de Nueva España y nuevo Apolo,
del Perú el otro, un sol único y solo.
Francisco el uno de Terrazas tiene
el nombre acá y allá tan conocido,
cuya vena caudal nueva Hipocrene
ha dado al patrio venturoso nido:
la mesma gloria al otro igual le viene,
pues su divino ingenio ha producido
en Arequipa eterna primavera,
que éste es Diego Martínez de Ribera».

La Galatea fue escrita en 1583, y las palabras de Cervantes indican bien claro que el poeta de quien habla era Mexicano y aún vivía entonces,   —XXII→   mientras que el supuesto autor de la Relación anónima era Español y llevaba muchos años de muerto, puesto que falleció en 1549, siendo alcalde ordinario de México13.

De todo esto parece resultar que hubo dos individuos con el nombre de Francisco de Terrazas, que acaso serían padre e hijo; pero que no consta que ni uno ni otro fuese autor de esta relación. Es extraño que del poeta elogiado por Cervantes no quede ya otra memoria, a lo menos que yo sepa, pues ignoro de donde tomaría Bustamante la especie apuntada arriba, de que un Francisco de Terrazas escribió en octavas la historia de la conquista de México. Lo indudable es que cuando Bustamante dio en que Terrazas era el autor de la relación anónima, no había leído esta. Hemos visto que la llama Diario de la Conquista, siendo una cosa muy diversa. Dudo además que Bustamante poseyera el italiano; pero aun cuando así fuera, no creo probable que hubiese tenido a mano una obra tan rara como la de Ramusio14. La Relación anónima no había salido de allí, hasta que Ternaux publicó la traducción francesa15: ésta tuvo Bustamante en sus últimos años16, y de su lectura pudo sacar la calificación de Es bastante exacto, que añadió a la nota de la Biblioteca de Beristain, según acabamos de ver.

¿Pues cuál fue entonces el motivo que tuvo Bustamante para adoptar y sostener esa opinión? No creo haya sido otro sino la calificación de gentilhuomo que se da al autor en el título de la obra. El traductor de Clavigero pone por correspondiente a esta palabra la española gentilhombre; y considerándola Bustamante como sinónimo de mayordomo, hizo autor del escrito a Terrazas, que desempeñaba ese oficio, según Bernal Díaz. Me   —XXIII→   confirma en esta sospecha el advertir que le da ambos títulos en la nota a la Historia de Tlaxcala.

Si el nombre del autor ha de averiguarse por los dictados que tenga en el título de la obra, sería preciso asegurarse previamente de que el tal título estaba en el original castellano, y no fue añadido por Ramusio. Aun suponiendo lo primero, quedaría por saber cuál era la palabra española que había en el lugar de la italiana gentilhuomo. Dudo desde luego que el original castellano llevara título alguno, porque no siempre lo ponían, y menos en documentos de corta extensión: dudo también que la división en párrafos y los epígrafes de éstos vengan del original. Pues para que la calificación de gentilhuomo tuviera todo su valor, era preciso que conociéramos la castellana que le dio origen, y mientras esto no se logre, sólo por conjetura podremos señalar cuál era el dictado que Ramusio tradujo por gentilhuomo; siempre en el supuesto inseguro de que el título que hoy tenemos sea traducción del español.

La primitiva acepción de aquella palabra italiana es la de uomo nobile, (vir nobilis, patricius),17 y en tal sentido corresponde simplemente a la castellana hidalgo. En efecto, en el antiguo Vocabulario de las Lenguas Toscana y Castellana, de Cristóbal de las Casas, (Sevilla, 1583, 4º) veo que gentilhuomo es caballero, hidalgo. Y el autor incógnito del Diálogo de las Lenguas confirma más claramente aún esta correspondencia18.

Años ha que consulté mis dudas con el Sr. Don José Fernando Ramírez, residente entonces en Durango, y en respuesta a ellas se sirvió dirigirme una carta tan curiosa como erudita, que siento no poder insertar aquí por su mucha extensión. En ella, después de fijar con profundas investigaciones y gran copia de ejemplos los diversos significados de las palabras hidalgo y gentilhombre, acaba por expresar su opinión en estos términos: «De todo concluyo que la inscripción de la relación del Conquistador anónimo pudo muy bien haber expresado en su original la palabra gentilhombre, que Ramusio no haría más que traducir, juzgando poco probable que el narrador empleara la de hidalgo, atendiendo a que ésta no puede ser regida con propiedad por la preposición de, si no es cuando se trate de designar la procedencia u origen de la persona, v. gr. hidalgo de Medellín; «mas no para expresar una calidad gentilicia de familia, como la de hidalgo de Hernán Cortés».

La objeción del Sr. Ramírez es de tal naturaleza, que a pesar de todo   —XXIV→   lo expuesto, parece indudable que la palabra hidalgo no estaba en el título castellano, si acaso lo hubo. Suponiendo, pues, que gentilhuomo sea traducción de gentilhombre, e indique un cargo inmediato a la persona de Cortés, tendremos todavía que elegir entre los individuos que desempeñaban esa clase de empleos, según Bernal Díaz (cap. CCIV), y la lista de Conquistadores del Sr. Orozco y Berra19, a saber: Cristóbal Martín de Gamboa, caballerizo; Simón de Cuenca y Francisco de Terrazas, mayordomos; Hernández, Valiente y Villanueva, secretarios; y Juan Díaz, que traía a su cargo el rescate e vituallas. Aunque no deban entrar en esta cuenta los pajes, camareros, maestresalas, reposteros, cocineros, cetreros, botiller, despenseros &c., conviene advertir que constan los nombres de todos, sin que haya ninguno a quien se dé el título de gentilhombre de Hernán Cortés.

De aquí concluyo que no existe prueba alguna para afirmar que Francisco de Terrazas sea el autor de la Relación anónima, pero tampoco la hay para negarlo, antes bien tiene a su favor la circunstancia de saberse por Camargo que había escrito de sucesos de la conquista, lo cual prueba que era hombre de pluma, y por lo mismo no sería extraño que escribiera también de las costumbres de los naturales. Al tiempo de la conquista estaba en la mejor edad para observar y escribir, pues declarando en el proceso de residencia de Pedro de Alvarado, dijo en 1529, que tenía cuarenta años, poco más o menos; lo que hace fijar la fecha de su nacimiento hacia 1489.

Pero sea como fuere, y por estar la cuestión indecisa, no quise usar en el título del escrito la palabra gentilhombre, adoptando, para no errar, la designación más vaga de compañero de Hernán Cortés. En lo demás he procurado traducir literalmente, conservando en lo posible hasta el estilo anticuado del original.

Mr. Ternaux-Compans publicó una traducción francesa del Anónimo en el tomo X de sus Voyages, según queda advertido. Es en general bastante exacta; pero no carece de omisiones y descuidos, ni parece haber sido desempeñada con grande esmero. Omitió las estampas del Ramusio, y yo me he creído obligado a reproducirlas, aunque son dibujos de puro capricho. Pero la del templo ha adquirido cierta celebridad que no merece, y sobre todo no debo apartarme de mi propósito de no omitir nada de los originales. En la reimpresión del texto italiano se ha seguido con toda fidelidad el Ramusio de 1556.

Y ya que a este célebre geógrafo debemos la conservación de tan precioso documento, justo será apuntar aquí algunas noticias de su vida y obras. Juan Bautista Ramusio, Ranusio o Ramnusio, nació en Venecia el año de 1485, de familia noble, y contaba entre sus ascendientes varios   —XXV→   hombres distinguidos en ciencias y literatura. Desde muy joven obtuvo en su patria cargos públicos, para cuyo desempeño tuvo que hacer muchos viajes, especialmente en Francia, donde fue muy bien acogido por el rey Luis XII. Vuelto a su país, en premio de sus servicios fue nombrado secretario del Consejo de los Diez, cuyo empleo parece que renunció algun tiempo después. Retirose entonces a Padua, y allí murió el 10 de Julio de 1557, a la edad de 72 años20. Fue Ramusio muy versado en literatura clásica, tenía museo de antigüedades, y a mediados del siglo pasado aún se conservaba en el Vaticano un códice de inscripciones antiguas recogidas por él21. También se le cuenta por uno de los fundadores de la Academia creada por el célebre Aldo Manuzio para cuidar de las ediciones griegas y latinas que producían sus prensas; pero esto es algo dudoso, porque habiéndose verificado la fundación de la Academia en 1500, Ramusio no tenía entonces más que quince años22. En sus viajes tuvo ocasión de aprender el francés y el español, idiomas que poseyó como el patrio; era además muy instruido en geografía, astronomía y náutica, de modo que reunía todas las cualidades necesarias para desempeñar dignamente el trabajo que emprendió. Pero desconfiando aún de sus propias fuerzas, sostenía activa correspondencia con muchos sabios y viajeros, en especial con Pedro Bembo, Andrés Navagero, Baltasar Castiglione, Gerónimo Fracastoro, Sebastián Caboto y el cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo, quienes le remitían sus propios escritos, o le proporcionaban los ajenos, comunicándole también cuantas noticias podían serle útiles para su obra. Cerca de treinta años pasaron entre formar el plan de ella y comenzar la ejecución23; no es, pues, extraño que antes de terminarla ocurriese la muerte del autor.

La Colección de Ramusio se compone de tres volúmenes en folio, y de cada uno de ellos se hicieron repetidas ediciones, todas en Venecia y en casa de los Juntas, familia célebre de impresores, rivales de los Aldos. El primer tomo se publicó por primera vez en 1550, y se halla reimpreso en 1554, 1563, 1588, 1606 y 1613. Comprende relaciones de viajes antiguos, y de otros recientes a las Indias Orientales; con más, dos relaciones de Américo Vespucio, y otras dos del viaje de Magallanes.

El segundo tomo no salió a luz hasta 1559, muerto ya Ramusio, y después de publicado el tomo tercero. La causa del retardo fue, como explica   —XXVI→   el impresor Tomás de Junta, el haberse acopiado antes los materiales para el tomo tercero, cuya publicación no quiso detener. Y aun quedó al fin sin concluir el segundo, pues para darle igual grueso que a los otros, fue preciso que el impresor añadiese algunos viajes. Todos los de este tomo se refieren al Oriente y Norte, y entre ellos están los de Marco Polo. Hay reimpresiones de 1574, 1583 y 1606.

El tomo tercero está exclusivamente destinado a la América. La primera edición es de 1555, y se volvió a imprimir en 1563 y 1606. He aquí la lista de las piezas que contiene la edición de 1556.

Discurso (de Ramusio) sobre el tercer tomo.

Sumario de la Historia de las Indias Occidentales, sacado de las obras de Pedro Mártir de Angleria.

Sumario de la Natural y General Historia de las Indias, compuesto por Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés.

La General y Natural Historia de las Indias, por él mismo; en 20 libros.

Hernando Cortés. Segunda, Tercera y Cuarta Relación de la Nueva España.

Pedro de Alvarado. Dos cartas a Hernando Cortés.

Diego de Godoy. Carta a Hernando Cortés.

Relación de un gentilhuomo de Cortés. (El Conquistador anónimo.)

Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Relación de lo sucedido a la armada de Pántilo de Narváez. (1527-36.)

Discurso (de Ramusio) sobre la Relación de Nuño de Guzmán.

Relacion de Nuño de Guzmán, escrita en Omitlán, provincia de Mechuacán de la Mayor España, a 8 de Julio de 1530.

Discurso (de Ramusio) sobre la relación de Francisco de Ulloa.

Relación de la armada de Cortés, en que iba por capitán Francisco de Ulloa.

Discurso (de Ramusio) sobre los tres viajes que siguen.

Sumario de cartas de Francisco Vázquez Coronado, escritas en Culiacán a 8 de Marzo de 1539.

Carta del virrey Don Antonio de Mendoza al Emperador.

Relación del R. P. Fray Marcos de Niza.

Relación del viaje de Francisco Vázquez Coronado.

Relación de los descubrimientos que hizo por mar el capitán Hernando de Alarcón, por orden del virrey Don Antonio de Mendoza.

Discurso (de Ramusio) sobre el descubrimiento y conquista del Perú.

Relación de la conquista del Perú, por un capitán español.

Relación de la misma conquista, por Francisco de Xerez.

Relación de la misma, por Pedro Sancho.

La navegación del grandísimo río Marañón, por Gonzalo Fernández de Oviedo.

Discurso (de Ramusio) sobre la Nueva Francia.

Relación de Juan de Verrazzano, Florentino, escrita en Dieppe, a 8 de Julio de 1524.

Discurso de un gran capitán de mar, residente en Dieppe, sobre las navegaciones hechas a la Nueva Francia.

Primera y Segunda Relación de Jaime Cartier, de la tierra nueva llamada la Nueva Francia, descubierta el año de 1534.

Con esto termina el volumen en las ediciones de 1556 y 1565; la de 1606 contiene además:

Cesar de'Federici. Viage á la India Oriental. -Tres navegaciones de Holandeses y Zelandeses a la China, a la Nueva Zembla y a la Groenlandia.

  —XXVII→  

Como no todas las ediciones de cada volumen contienen las mismas piezas, sino que los impresores fueron añadiéndolas sucesivamente; si se quiere tener un ejemplar completo de la Colección deben elegirse las ediciones siguientes24:

Tomo I.- 1563, 1588, 1606 ó 1613.

Tomo II.- 1583 ó 1606.

Tomo III.- 1606.

Nunca quiso Ramusio poner su nombre al frente de esta obra, y las impresiones que se hicieron durante su vida no llevan más que este título: Primo (serondo ó terzo) volume delle Navigationi et Viaggi; nel quale si contengono.... y sigue el catálogo de los viajes comprendidos en aquel tomo.

Pero después de su muerte, el impresor Tomás de Junta publicó el nombre del colector, añadiendo desde entonces en las portadas las palabras raccolto già da M. Gio. Batt. Ramusio.

Había éste acopiado ya los materiales necesarios para el cuarto tomo25, y aun los tenía entregados en la imprenta; pero habiendo sufrido ésta un incendio en el mes de Noviembre de 1557, pereció allí el manuscrito. El autor había muerto cuatro meses antes, y de ese modo la obra quedó reducida a los tres volúmenes. La falta del cuarto es tanto más sensible, cuanto que también debía contener documentos relativos a la América.

La Colección de Ramusio no ha vuelto a imprimirse desde 1613, y los ejemplares son ya bien raros. A pesar de su antigüedad, y de los infinitos trabajos de la misma especie que han visto después la luz pública, se mira aún con grande aprecio. El autor es muy digno de nuestra gratitud por el inmenso trabajo que puso en reunir, revisar, traducir y dar a luz tantos documentos; a que se agrega, y no es poco, la incorrección de los manuscritos que adquiría26. Cerraré, pues, esta breve noticia con el merecido elogio que del autor y de la obra hizo un sabio francés. «Es, dice, una colección preciosa, poco alabada por los libreros, poco buscada por los aficionados a libros bellos, porque no está adornada de láminas, sino de grabados en madera que nada tienen de agradable; pero los sabios la estiman, y los geógrafos la consideran hasta hoy como una de las coleccciones más importantes. Tanto a causa de los viajes que había hecho él mismo, como por sus grandes conocimientos en historia, geografía e idiomas, y en fin, por su extensa correspondencia con las personas que podían ayudarle en su empresa, reunía Ramusio los elementos necesarios para formar una excelente colección27».



  —XXVIII→  

ArribaAbajoCarta de Diego Velázquez al licenciado Figueroa

Las desavenencias entre Cortés y Velázquez produjeron una multitud de escritos, públicos y privados, en que ambas partes quisieron atribuirse la justicia y sostener sus respectivos derechos. Aunque esta controversia tiene poco interés en sí misma, conviene conservar sus documentos, ya porque figura en ella un grande hombre, y ya porque con motivo de la disputa se esclarecen algunos pautos de nuestra historia. Varias piezas tocantes a este pleito publicó ya Don Martín Fernández de Navarrete en la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, y yo las habría reproducido aquí, añadiendo en sus lugares las que están en mi poder, con el objeto de presentar reunido todo lo concerniente al negocio, a no haber sido por la necesidad de dar cabida a otras piezas inéditas y más importantes. -Con lo publicado hasta ahora, parece que el pleito entre Cortés y Velázquez se encuentra ya en estado de sentencia; y si el éxito de la empresa no hubiera sido tan brillante, acaso la posteridad no habría justificado u olvidado tan pronto la defección de Cortés.

Para la impresión de esta carta me he servido de una copia remitida de Boston por el Sr. W. H. Prescott.




ArribaAbajoPesquisa de la audiencia de la española

La resolución tomada por Diego Velázquez, de remitir a las armas la decisión de sus diferencias con Hernán Cortés, llamó al fin la atención de las autoridades; y previendo los males que de semejantes discordias habían de resultar, quisieron evitarlos estorbando el rompimiento. A tal fin se encaminaba la presente información, que no aparece concluida, a lo menos en la copia de que me he servido y que debo al favor del Sr. Prescott; pero es sabido que no pudiendo la Audiencia disuadir a Velázquez de su propósito, determinó que el licenciado Ayllón, uno de los oidores, viniese en la armada, para contener en lo posible al comandante Pánfilo de Narváez, y procurar un avenimiento pacífico. También es sabido que Ayllón no logró su objeto, y antes fue preso y enviado a la Española por el mismo Narváez, con lo cual adquirió la causa de Velázquez un poderoso ememigo.




ArribaAbajoProbanza en la villa Segura de la Frontera

El objeto de esta información fue probar que Cortés había hecho todos los gastos de la armada que trajo a la conquista de la Nueva España, sin que Velázquez pusiera en ello cosa alguna. Así lo declararon muchos testigos, entre ellos el Padre Fray Bartolomé de Olmedo; siendo de notarse que entre los que declaran ahora todo cuanto convenía a Cortés, hay algunos,   —XXIX→   que convertidos después en enemigos suyos, le acriminaron todo lo posible en el juicio de residencia.

Los huecos que se observan en la impresión, existen asimismo en la copia que ha servido de original, y que, como las anteriores, debo al favor del Sr. Prescott.




ArribaAbajoProbanza hecha en la Nueva España del mar Océano, &c.

El título mismo de este documento expresa su contenido. Declararon en esta segunda información la mayor parte de los testigos de la anterior, y ambas fueron hechas a pedimento de Juan Ochoa de Lejalde, apoderado de Cortés. La presente no tiene indicación de lugar ni fecha, y aun parece no estar concluida. Se ha impreso según copia remitida de Boston por el Sr. Prescott.




ArribaAbajoCarta del ejército de Cortés al emperador

Esta carta, poco interesante por su contenido, pues se reduce a la narración de hechos conocidos y a pedir que no se quitase a Cortés la gobernación, es curiosa por las muchas firmas que lleva al pie, y que forman una lista de más de quinientos conquistadores. Entre ellos aparecen nombres desconocidos hasta ahora, al paso que faltan otros de los más notables. No ha sido poco el trabajo impendido en preparar este manuscrito para la prensa, como podrá conocerlo cualquiera que haya manejado algo de papeles antiguos, y sepa que nada hay tan difícil como descifrar firmas. El copiante primitivo incurriría en bastantes equivocaciones, y los siguientes irían añadiendo algunas más. Así es que en la copia remitida de Boston por el Sr. Prescott, había muchos nombres enteramente ilegibles. Fue, pues, necesario restablecerlos con el auxilio de otros documentos, y quedaron al fin algunos dudosos, que se distinguen por ir de letra cursiva; éstos debe recibirlos el lector con cierta desconfianza. Véase además lo que acerca del número de firmas se dice en la nota que va al pie del documento, pág. 456.

Esta carta carece de fecha, y lo que es más, de la larga antefirma que nunca faltaba cuando se escribía al Emperador, según puede verse en las págs. 483 y 511 del presente volumen. Acaso alguno de los copiantes suprimió ambas cosas, juzgándolas inútiles.




ArribaAbajoDemanda de Ceballos

No lleva fecha esta terrible acusación contra Cortés; pero del contexto se deduce que fue escrita en México hacia 1531. Se coloca en este lugar para que haga compañía a las piezas que preceden, relativas a las desavenencias   —XXX→   entre Cortés y Velázquez, pues atendiendo sólo al orden cronológico, habría tenido lugar más adelante. En la nota que lleva al pie, se queja ya Muñoz de los descuidos del primer escribiente; los que le siguieron añadirían otros, y así no es de extrañar que costara algún trabajo la corrección de la copia remitida por el Sr. Prescott.




ArribaAbajoOrdenanzas de Cortés

La importancia de este documento histórico, y su corta extensión, me decidieron a incluirlo en este volumen, a pesar de haberlo ya impreso el Sr. Prescott en el Apéndice a su Historia de la Conquista de México, y por consiguiente se halla repetido en las tres traducciones castellanas. Pero como en éstas los documentos del Apéndice son meras reimpresiones de la edición de Nueva York, la cual parece haber sido hecha por persona cuyo idioma nativo no era el castellano, pasaron todos los errores del manuscrito, que he podido corregir teniendo a la vista una copia que me remitió el mismo Sr. Prescott.




ArribaAbajoLo que pasó con Cristóbal de Tapia

Cristóbal de Tapia, enviado a la colonia en 1521 con el alto carácter de gobernador y juez pesquisidor, presentó sus provisiones reales a los procuradores de las ciudades, acompañados con los de Cortés, y pidió se le admitiese al ejercicio de ambos empleos. Los procuradores rehusaron recibirle, alegando varias razones, en verdad harto débiles, y que le fue fácil a Tapia contestar victoriosamente. He aquí en suma el contenido de este curioso documento, que parece no estar completo. Su lectura deja el ánimo rendido a la fuerza de las razones de Tapia; pero no por eso prescinde de una profunda convicción de que su entrada al gobierno habría causado infinitos males a la colonia, y quizá su completa ruina. ¿Qué habría sido de ella si en el mismo año de la conquista saliera el mando de las diestras y vigorosas manos de Cortés, para caer en las de un recién venido como Tapia? La resistencia de los procuradores fue ilegal sin duda, y así como salvó al país, pudo también haber encendido una guerra civil. Por fortuna el nuevo gobernador no era hombre para tanto, bajo ningún aspecto; y convencido, no por los requerimientos de los procuradores, sino por otros argumentos de más peso, que en forma de tejos de oro le remitió Cortés para comprarle a buen precio sus equipajes, tomó el prudente partido de regresar a su casa, reservándose el hacer luego en la corte todo el daño posible al Conquistador.

La impresión del documento se ha hecho conforme a la copia remitida de Boston por el Sr. Prescott.



  —XXXI→  

ArribaAbajoInstrucción a Francisco Cortés

Nada particular ocurre que advertir acerca de este documento, que debo también al Sr. Prescott. La villa de Colima fue poblada por Gonzalo de Sandoval en 1523, después de vencer a los naturales, que el año anterior habían derrotado a Cristóbal de Olid. La creencia de que existían Amazonas en aquel rumbo, provino, según Herrera, de haber una provincia con el nombre de Cihuatlán, que significa lugar de mujeres.

En estas instrucciones se admira, como siempre, la previsión de Cortés, y la facilidad con que su grande ánimo podía atender simultáneamente a las mayores empresas y a los pormenores más insignificantes.




ArribaAbajoCarta inédita de Hernán Cortés

Entre los manuscritos que he reunido, ninguno estimo tanto como el original de esta carta. Consta de cuatro fojas en folio, de las que hay escritas siete páginas; el sobrescrito ocupa la octava. La letra es muy pequeña y clara, siendo únicamente de puño de Cortés la firma y las palabras que le preceden, las cuales se han puesto de letra cursiva en esta impresión.

La carta tiene la misma fecha que la Cuarta Relación, es decir, el 15 de Octubre de 1524, y comprende la parte secreta de los informes de Cortés al Emperador. Es probable que igules cartas reservadas acompañasen a las demás relaciones, pues tenemos también la de la Tercera28, aunque es de poquísimo interés. No sucede lo mismo con la presente, porque conforme corría el tiempo y crecía la importancia de la colonia, la máquina del gobierno se complicaba y eran de más difícil resolución las cuestiones que iban apareciendo. El asunto principal de la carta es la exposición de los motivos que había tenido Cortés para no dar cumplimiento a ciertos capítulos de las instrucciones que había recibido, y lo hace con tal franqueza que a veces toca en atrevimiento. Muestra también su impaciencia por las trabas que le imponían los oficiales reales, y pide al Emperador los contenga en sus justos limites, o les deje de una vez todo el gobierno. Anuncia su resolución de ir al castigo de la rebelión de Olid, rechazando de paso la imputación de haberse rebelado él antes contra Velázquez, y concluye quejándose en pocas palabras, llenas de amarga ironía, por la mezquina recompensa señalada a sus grandes servicios.

Esta preciosa carta era no sólo inédita, sino enteramente desconocida. Luego que vino a mis manos no faltó quien tomase subrepticiamente una copia de ella para regalarla a la Real Academia de la Historia de Madrid; como si yo hubiera podido negar cosa alguna que se me pidiera para tan   —XXXII→   ilustre corporación. Poco después imprimí suelta esta carta en un cuadernito en 8º de 14 hojas. Dos particularidades tiene esta edición; la una, el estar hecha con pequeños caracteres góticos de los usados en el siglo XVI, y la otra, el no haberse impreso sino sesenta ejemplares, que no se han puesto en venta29. De manera que la presente edición viene a ser en realidad la segunda. Es inútil decir que una y otra reproducen el original con la mayor fidelidad posible.

Hasta principios de este siglo no se conocían más escritos de Cortés que tres de sus cartas de relación. Posteriormente se han publicado algunos otros; pero nunca se han reunido en colección, y ni siquiera existe una noticia bibliográfica de ellos. La mejor es la de Navarrete30, y sólo comprende la lista no completa de las cartas de relación. Don Nicolás Antonio nos deja admirados con su diminuto e inexacto artículo de Cortés; parece que aquel gran bibliógrafo veía con poco aprecio lo relativo a las inmensas colonias de su patria, según la negligencia con que formó esta parte de su obra. Sirva de muestra lo que dice de Cortés31.

«HERNANDO CORTÉS, natural de Medellín, esclarecido conquistador de la Nueva España en Occidente, bajo los auspicios de Don Carlos Emperador y Rey de España, marqués del Valle de Oajaca, cuya fama brillará hasta las generaciones más remotas por la prudencia, fortaleza y bizarría de sus acciones; viene también a ilustrar este catálogo por razón de las cuatro cartas que dicen escribió con la relación de sus propios hechos en las Indias, de las cuales sólo se ha publicado la última, que se imprimió en folio el año de 1525. Dícese, sin embargo, que los Alemanes las tienen todas en su idioma. Valerio Andrés Taxandro en su Catálogo de Escritores de España, refiere también que dos de estas Relaciones de la Nueva España del Mar Océano, dirigidas a Carlos V, Emperador de Romanos, se publicaron en Colonia, año de 1532, traducidas al latín por Pedro Savorgnano. Este Pedro Savorgnano, natural de Forli, fue secretario del Sr. Don Juan Rebelles, obispo de Viena (en Francia), e imprimió dicha obra en Nuremberg, año de 1524. En el mismo año, y tomándola de la versión latina de Savorgnano, hizo otra italiana Nicolás Liburno, dedicada a Marino Grimano, patriarca de Aquileya: Venecia, por Bernardino de Viano de Lexova, en 4º. -Lucio Marineo Sículo, en el libro XXIII De las cosas memorables de España, que se titula de Varones Ilustres (cuyo libro y los dos siguientes, XXIV y XXV, sólo se hallan íntegros en la edición de Alcalá, 1530), reunió muchas cosas memorables de Hernán Cortés: allí celebra sus arengas a sus soldados, que son, dice, sus propias memorias, y muchas   —XXXIII→   cartas dirigidas al rey Don Carlos; así como una defensa suya, ante el mismo Don Carlos; en todo lo cual hace ver cómo brillan su facundia e ingenio, entre repetidos adornos de retórica».

Si poca luz da este artículo, tampoco se saca mucha más del de Barcia (Biblioteca Occidental, col. 597);y ninguno de los dos podía hacer mención de los escritos de Cortés hallados posteriormente. Trataré, pues, de formar el catálogo de lo que hasta ahora ha venido a mi noticia.


ArribaAbajoCartas de relación

Ediciones en castellano

CARTAS SUELTAS

Entre las muchas cartas que escribió Cortés, hubo cinco que se conocen con el nombre de Relaciones, ya porque son más extensas que las otras, o porque contienen la relación de sus viajes y conquistas en la Nueva España.

La primera de estas Relaciones se ha perdido. Ya a los pocos años de escrita decia Ramusio32 que no había podido encontrarla, aunque la buscó con toda diligencia. Tampoco Robertson logró dar con ella, ni en Madrid ni en Viena33; «pero en este último punto halló en vez de la que buscaba, una Relación del Descubrimiento y Conquista de la Nueva España, hecha por la Justicia y Regimiento (Ayuntamiento) de la nueva ciudad de la Vera Cruz, a 10 de Julio de 1519. Esta carta acompañó a la primera de Cortés, y está impresa en el tomo IV de la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España. La reprodujo el Sr. Alaman en el Apéndice II al tomo I de sus Disertaciones sobre la Historia de la República Mexicana34, y ha vuelto a imprimirse en el tomo XXII de la Biblioteca de Autores Españoles, que se publica actualmente en Madrid por Rivadeneira. La necesidad ha hecho que esta carta del Ayuntamiento de Veracruz supla por la primera de Hernán Cortés, mientras llega a encontrarse.

Segunda Carta

«Segunda Carta de Relación enviada a S. M. el Imperador por el capitán general de la Nueva España llamado Fernán Cortés, en la cual hace relación de las provincias y tierras sin cuento que se han nuevamente descubierto en el Yucatán». Sevilla, Juan Cronberger, a 8 de Noviembre de 1522; en fol., imagen 14 fojas. ( Ternaux-Compans, Bibliothèque Américaine, Paris, 1857, n. 25. -Navarrete, apud Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, Madrid, 1842, t. 1, p. 412. -Barcia, Biblioteca Occidental, col. 597. -Brunet, Manuel du Libraire, t. I, p. 782.)

La fecha de esta carta es en la Villa Segura de la Frontera, a 30 de Octubre de 1520. -Reimpresa en Zaragoza, por George Coci, Alemán. 1523, fol., imagen (Ternaux, n. 27. -Brunet, ubi supra.)

Tercera Carta

«Carta Tercera de Relación enviada por Fernando Cortés, capitán y Justicia mayor del Yucatán llamado la Nueva España del Mar Océano, al muy alto señor Don Carlos emperador, e de las cosas sucedidas y muy dignas de admiración en la conquista y recuperación   —XXXIV→   de la muy grande y maravillosa ciudad de Temixtitán y de las otras provincias a ella subjetas que se rebelaron &c.» Acabose a 30 días de Marzo, año de 1523. Sevilla, por J. Cronberger, Alemán; fol., let. got. (Ternaux, n. 26 -Barcia, Navarrete, Brunet, ubi supra.)

Está fechada esta carta en Cuyoacán, a 15 de Mayo de 1522.

Cuarta Carta

«La cuarta relación que Fernando Cortés, gobernador y capitán por S. M. en la Nueva España del Mar Océano, envió al muy alto y muy potentíssimo invictíssimo señor D. Carlos emperador semper augusto y rey de España nuestro señor, en la cual están otras cartas y relaciones que los capitanes Pedro de Alvarado y Diego de Godoy enviaron al dicho capitán Ferando (sic) Cortés. Acabose el 20 de Octubre de 1525». Toledo, por Gaspar de Ávila, fol., let. got. 22 fojas. (Ternaux, n. 34. -Barcia, Navarrete, Brunet, ubi supra.)

Tiene fecha esta carta en la ciudad de Temixtitán, a 15 de Octubre de 1524.

Todas estas ediciones góticas son sumamente raras, y las pocas veces que se han vendido han alcanzado precios exorbitantes.

Quinta Carta

La quinta Relación fue hallada en la Biblioteca Imperial de Viena, en el mismo códice en que estaba la del Ayuntamiento de Veracruz. Se imprimió por primera vez en el t. IV de la ya citada Coleccion de Documentos Inéditos para la Historia de España, págs 8-167. Refiere los sucesos de la expedición de Honduras, y su fecha es en la ciudad de Temixtitán; a 3 de Setiembre de 1526.

COLECCIONES

El primero que juntó las Relaciones de Cortés, segunda, tercera y cuarta, fue Don Andrés González de Barcia, y se hallan en el tomo I de sus Historiadores Primitivos de las Indias Occidentales, que salieron a luz en Madrid el año de 1749, en tres tomos de a folio. El editor dice en otra de sus obras (Biblioteca Occidental, col. 597), que ya desde entonces «no se hallaban fácilmente en castellano» y que para imprimirlas tuvo que pedirlas prestadas a Don Miguel Núñez de Rojas, del Consejo Real de órdenes. No se extrañe que diga también que se estaban acabando de imprimir en 1731, siendo así que los Historiadores Primitivos llevan la fecha de 1749, porque es bien sabido que esta colección es un conjunto de piezas sueltas, impresas por separado mucho antes y en diversos años, las que no fueron reunidas en el cuerpo que conocemos con aquel nombre, sino hasta después de la muerte del editor, ocurrida el 4 de Noviembre de 1743; y para publicarlos en 1749 se añadieron las portadas de los tomos. Hago esta advertencia para que no se crea que existen dos impresiones de las Cartas, hechas por Barcia. Es de temerse que en la única que hizo se tomase las mismas libertades que en la Historia de Gómara, de lo cual no he podido cerciorarme, por no haber conseguido ver nunca las ediciones góticas.

La más usada entre nosotros es la que hizo en esta ciudad el Sr. Arzobispo Lorenzana, cuyo título es como sigue:

«Historia de Nueva España, escrita por su esclarecido Conquistador Hernán Cortés, aumentada con otros documentos y notas, por el Illmo. Sr. Don Francisco Antonio Lorenzana, Arzobispo de México. Con las licencias necesarias. En México en la Imprenta del Superior Gobierno, del Br. D. Joseph Antonio de Hogal, en la Calle de Tiburcio. Año de 1770». Un tomo en folio menor con láminas.

Comprende este volumen las cartas segunda, tercera y cuarta, con notas del editor. Ignoro si sirvieron de original para esta edición las cartas góticas o la reimpresión de Barcia; pero de todos modos es digna de aprecio por las adiciones del editor, que son las siguientes:

1. Mapa de la Nueva España, por Don José Antonio Alzate. (1769).

2. Viaje de Hernán Cortés desde la Antigua Vera Cruz a México, para la inteligencia de los pueblos que expresa en sus Cartas y se ponen en el Mapa.

3. Una Lámina del Templo mayor de México. [XXXV]

4. Advertencias para la inteligencia de las Cartas de Hernán Cortés. (Noticias de Historia Antigua, con la serie de los emperadores mexicanos).

5. Los meses del año mexicano. (Lámina).

6. Gobierno político de Nueva España. (Catálogo de virreyes, desde Hernán Cortés hasta el marqués de Croix).

Sigue la segunda carta de Cortés.

7. Fragmentos de un mapa de tributos (la Colección de Mendoza), o Cordillera de Pueblos que lo pagaban, en qué género, en qué cantidad y en qué tiempo, el emperador Muteczuma en su gentilidad. (34 láminas con una advertencia preliminar).

Sigue la tercera carta de Cortés.

8. Viaje de Hernán Cortés a la península de Californias, y noticia de todas las expediciones que a ella se han hecho hasta el presente año de 1769, para la mejor inteligencia de la cuarta carta de Cortés y sus designios.

9. Un curioso mapa de la costa del Mar del Sur, hecho en México por Domingo del Castillo, en 1541.

Concluye con la cuarta carta de Cortés.

La Colección del Sr. Lorenzana fue reimpresa en Nueva York en 1828, un tomo en 8º, con la nota de «revisada y adaptada a la ortografía moderna, por Don Manuel del Mar». Uno de los resultados de esta revisión fue el cambio de la x por j en los nombres mexicanos, y no hay paciencia que baste para leer a cada paso Temijtitán. Se omitieron en esta edición los números 1 a 5, 7 y 9 de la anterior, y se añadió una noticia histórica de Cortés, con algunas malas estampas tomadas de Clavigero.

Tenemos aún otra colección moderna, y la única completa, de las Relaciones de Cortés. Hállase en el tomo XXII de la Biblioteca de Autores Españoles, publicada en Madrid por Rivadeneira. Comprende las cuatro Relaciones y la carta del Ayuntamiento de Veracruz; ésta se tomó de la Colección de Documentos Inéditos ya citada; las Relaciones segunda, tercera y cuarta, de la edición de Barcia, y la quinta, de un códice manuscrito. El colector, Don Enrique de Vedia, no parece muy versado en su asunto; dice que Ramusio insertó en su Colección la relacion de Pedro Sancho en latín! y asienta más adelante, que publica por primera vez la carta quinta, siendo así que fue impresa en la misma corte ocho años antes. La noticia bibliográfica que añadió a las Relaciones, es la misma de Navarrete, con poca variación. El colector añade que le habían asegurado que en la Real Academia de la Historia estaban las ediciones góticas; están en efecto, y no se comprende cómo no las tomó por originales, para darnos algo mejor que lo que ya teníamos. Yo envié hace tiempo a Madrid un ejemplar de la edición del Sr. Lorenzana, para que después de cotejado con las góticas y anotadas las variantes, me lo devolviesen. El Sr. D. Francisco González de Vera cumplió el molesto encargo según costumbre, es decir, con la mayor puntualidad; pero una larga ausencia de la corte le había estorbado el envío del libro, que aguardo ya muy pronto. Quizá algún día podré lograr mi deseo de reunir en un volumen todo lo que nos resta de Cortés, con cuyo objeto emprendí estos trabajos preparatorios.

Traducciones

Latín

«Praeclara Ferdinandi Cortesii de nova maris Oceani Hispania narratio, Sacratissimo ac Invictissimo Carolo Romanorum Imperatori Semper Augusto, Hispaniarum & (?) Regi Anno Domini M. D. XX transmisa; ... per Doctorem Petrum Savorgnanum Foro Juliensem Reven. D. Joan. de Revelles Episco. Vienensis Secretarium ex Hispano idiomate in latinum versa Anno Domini M. D. XXIIII. KL. Martii». Y al fin; «Explicit secunda Cortesii narratio ... Impressa in celebri civitate Norimberga. Conventui Imperiali presidente Serenissimo Ferdinando Hispaniarum Infante & Archiduce Austriae Sac. R. Imp. Locut. Generali Anno Dui. M. D. XXIIII. Quart: No. Mar. Per Fridericum Peypus Arthimesius». (Navarrete, ubi supra, y Ternaux, n. 52. dan este título con algunas diferencias; he seguido al primero, extractándolo.)

«Tertia Ferdinandi Cortesii Sac. Caesar. et cath. Maiesta. In nova maris Oceani Hyspania Generalis praefecti preclara narratio. In qua celebris civitatis Temixtitan expugnatio, aliarumque Provintiarum quae defecerant recuperatio continetur... Per Doctorem Petrum Savorgnarum Foroiuliensem.... ex Hispano idiomate in latinum versa» Al fin: «Impressum Imperiali Civitate Norimberga, per discretum et providum virum Foedericum Arthemesium,   —XXXVI→   civem ibidem. Anno Virginei partus Milesimo quingentesimo vigesimo quarto». (Navarrete, ubi supra. -Ternaux, n. 33).

«De Insulis nuper inventis Ferdinandi Cortesii ad Carolum V. Rom. Imperatorem Narrationes, cum alio quodam Petri Martyris ad Clementem VII. Pontificem Maximum consimilis argumenti libello, &c». Coloniae, ex officina Melchioris Novesani. Anno M. D. XXXII . Decimo Kalendas mensis Septembris. Venduntur in pingui Gallina. Fol. (Lo he visto en poder del Sr. D. Francisco Abadiano).

Contiene este libro:

El Tratado «De Insulis Nuper Inventis» de Pedro Mártir de Anglería, impreso muchas veces.

Las cartas segunda y tercera de Cortés. Una de Fray Martín de Valencia, fecha en Tlalmanalco a 12 de Junio de 1531.

Otra del Sr. Zumárraga, sin fecha.

El «Epitome convertendi gentes Indiarum ad fidem Christi» por Fray Nicolás Herbera.

Este libro fue reproducido por entero en el Novus Orbis, Basilea, 1555, fol., y Rotterdam, 1616, 12º. Las cartas de Cortés cuarta y quinta, no existen en latín.

Italiano

Don Nicolás Antonio, Barcia, Brunet y Navarrete hablan de una traducción italiana de las cartas de Cortés, cuyo autor fue Nicolás Liburno o Liburnio, y se imprimió en Venecia, 1524; pero la Bibliothèque Américaine de Ternaux, trae con el n. 28 el artículo siguiente:

«La preclara narratione di Ferdinando Cortese al imperatore, conversa dal idiome hispaniuolo al italiano da Pietro Savorgnano. Venezia, B. de Viana de Lexona, 1523, in - 4º. -Avec un grand plan de Mexico, gravé sur bois».

Aquí aparece como traductor italiano el mismo Savorgnano que hizo la traducción latina, y aunque la indicación del mapa, con que termina el articulo, da a entender que Ternaux tuvo a la vista el libra, acaso padecería alguna equivocación al copiar un título en lengua extraña. También adelanta un año la fecha de la edición.

Barcia y Navarrete mencionan otra traducción italiana hecha por Mr. Juan Rebelles, quien la imprimió el mismo año (1524) con el mismo título. No hallo noticia del autor ni de la obra en ninguna otra parte, y me inclino a creer que ni uno ni otro existe. Me llama también la atención que el traductor tenga el mismo nombre que el Obispo Don Juan de Rebelles, a quien Savorgnano dedicó la traducción latina.

En el tomo III de las Navigationi et Viaggi de Ramusio, se encuentran también las tres Relaciones de Cortés en italiano.

Francés

«Correspondance de Fernand Cortès avec l'empereur Charles-Quint, sur la conquête du Mexique. Traduite par Mr. le Vicomte de Flavigni». Paris, sans date (sed 1778), in - 8º.

Sirvió para esta traducción la edición del Sr. Lorenzana. (Navarrete, ubi supra. O. Rich, Bibliotheca Americana Nova, London, 1846, t. I, p. 272).

Reimpresa en Suiza, 1779, en 8º. (Navarrete).

Inglés

«Despatches of Hernando Cortés, the conqueror of Mexico addressed to the emperor Charles V, written during the conquest, and containing a narrative of its events. Now first translated into English from the original spanish, with an introduction and notes, by Geo. Folsom». New York, 1843, 8vo.

También sirvió de original la edición de Lorenzana. (O. Rich, t. II, p. 377).

Alemán

«Ferdinandi Cortesii von dem newen Hispanion so im. Meer gegen Niedergang, zwei lustige Historien erstlich in Hispanischer Sprache durch himselbst Beschrieben unt verteuscht von Xysto Betuleio und Andrea Diethero». Augsburg, Ulhardt, 1550, fol. (Ternaux, n. 57 bis).



  —XXXVII→  

ArribaAbajoEscritos sueltos

1. Ordenanzas militares. Tlaxcala, 22 de Diciembre de 1520. (Prescott, Conquista de México, t. III, Ap. II, n. 13; y en este volumen, P. 443).

2. Carta al Emperador Carlos V. Cuyuacán, 15 de Mayo de 1522. (Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, t. I, p. 11. -Kingsborough, Antiquities of Mexico, t. VIII).

3. Ordenanzas para los vecinos. México, 20 de Marzo de 1524. (Alaman, Disertaciones, t. I, Ap, II, p. 105).

4. Ordenanzas o arancel para los venteros. México, sin fecha. (Alaman, p. 117).

5. Instrucción a Francisco Cortés para la expedición de la costa de Colima. 1524. (Publicada por primera vez en este volumen, p. 464).

6. Carta al Emperador. México, 15 de Octubre de 1524. (Inédita hasta ahora; publicada por primera vez en este volumen, p. 470).

7. Ordenanzas para las nuevas poblaciones. Sin fecha. (1525) (Alaman, p. 119)

8. Instrucciones a Hernando de Saavedra, lugarteniente de gobernador y capitán general en las villas de Trujillo y la Natividad de Nuestra Señora de Honduras. 1525. (Alaman, p. 129).

9. Ordenanzas para los encomenderos. Sin fecha. (Alaman, p. 137).

10. Carta a la ciudad de México, avisando su llegada a Veracruz de vuelta de la expedición de Honduras, Mayo de 1526. (Está inserta en el primer Libro de Actas del Ayuntamiento de esta capital, en el cabildo de 31 de Mayo de 1526; y se publicó en el t. III del Mosaico Mexicano, México, 1840, p. 97; y Alaman, ubi supra, p. 198).

11. Carta al Emperador. México (Temistitán), 11 de Setiembre de 1526. (Documentos Inéditos, t. I, p. 14. -Kingsborough, ubi supra).

12. Carta al Emperador. México (Temistitán), 11 de Setiembre de 1526. (Documentos Inéditos, t. I, p. 23. -Kingsborough, ubi supra. Distinta de la anterior).

13. Carta al obispo de Osma. Coadnavach (Cuernavaca), 12 de Enero de 1527. (Documentos Inéditos, t. I, p. 27. -Kingsborough, ubi supra).

14. Instrucción a Álvaro de Saavedra, veedor de la armada que enviaba al Maluco. 27 de Mayo de 1527. (Navarrete, Colección de Viajes de los Españoles, Madrid, 1825-27, t. V, P. 442).

15. Instrucción a Antonio Guiral para desempeñar el cargo de contador en la armada de Saavedra. Misma fecha. (Ibid., p. 443).

16. Instrucción a Álvaro de Saavedra Cerón para el viaje que había de hacer con el armada a las islas de Maluco. 28 de Mayo de 1527. (Ibid., p. 444).

17. Carta a los individuos de la armada de Sebastián Caboto, que había salido de España para el Maluco, a fin de que le informasen de sus sucesos, y ofreciéndoles los auxilios que necesitasen. Misma fecha. (Ibid., p. 456).

18. Carta que escribió a Sebastián Caboto y le remitió con Álvaro de Saavedra, informándole de las órdenes que tenía del Emperador para socorrer la armada que llevó al Maluco, y la del comendador Loaisa. Misma fecha. (Ibid., p. 457).

19. Carta que entregó a Álvaro de Saavedra para el rey de la isla o tierra adonde arribase con su armada. Misma fecha. (Ibid., p. 459).

20. Carta al rey de Cebú manifestándole el objeto de la expedición que iba al Maluco mandada por Álvaro de Saavedra. Misma fecha. (Ibid., p. 461).

21. Carta al rey de Tidore dándole gracias en nombre del Emperador por la buena acogida que hizo a la gente de la armada de Magallanes que quedó en aquella isla. Misma fecha. (Ibid., p. 463).

22. Carta al Emperador. Tezcuco, 10 de Octubre de 1530. (Documentos Inéditos, t. I, p. 31. -Kingsborough, ubi supra).

23. Instrucción a Diego Hurtado de Mendoza para el descubrimiento de la Mar del Sur. 3 de Setiembre de 1532. (Documentos Inéditos, t. IV, p. 167).

  —XXXVIII→  

24. Capítulo de carta al Emperador sobre el mismo descubrimiento. 20 de Abril de 1532. (Documentos Inéditos, t. IV, p. 175).

25. Relación de los servicios del Marqués del Valle, que de su parte presentó a S. M. el licenciado Núñez. Sin fecha. (Documentos Inéditos, t. IV, p. 178. -Aunque en este escrito no habla directamente Cortés, parece redactado por él. Tengo una copia manuscrita, mucho más extensa que el impreso, y que deberá publicarse en el t. II de esta Colección).

26. Carta al presidente del Consejo de Indias. México, 20 de Setiembre de 1538. (Documentos Inéditos, t. IV, p. 193).

27. Memorial al Emperador, sobre que no se le embarazase el descubrimiento de la Mar del Sur. 1539. (Documentos Inéditos, t. IV, p. 206).

28. Instrucción a Juan de Avellaneda, Jorge Cerón y Juan Galvarro, sobre la relación que habían de hacer a S. M. del descubrimiento del Mar del Sur. 1539. (Documentos Inéditos, t. IV, p. 206).

29. Memorial sobre agravios que le había hecho Don Antonio de Mendoza. 1540. (Documentos Inéditos, t. IV, p. 209).

30. Memorial al Emperador con relación de servicios y petición de mercedes. 1542? (Documentos Inéditos, t. IV, p. 219. -Kingsborough, ubi supra).

31. Memorial pidiendo residencia contra Don Antonio de Mendoza. 1542. (Manuscrito en mi poder. Distinto del n. 29).

32. Carta o memorial al Emperador Carlos V. 3 de Febrero de 1544. (Documentos Inéditos, t. I, p. 41. -Kingsborough, ubi supra. -Es la que Vargas Ponce llama última y sentidísima carta, porque no se halla otra posterior, y por el tono de queja en que está escrita).

33. Testamento de Hernán Cortés. 18 de Agosto de 1548. (Humbolt, Ensayo político sobre la Nueva España, París, 1836, t. IV, p. 309. -Mora, México y sus revoluciones, París, 1836, t. III, p. 379. -Documentos Inéditos, t. IV, p. 239. -Ataman, Disertaciones, t. II, Ap. II, p. 98. -Diccionario Universal de Historia y de Geografía, México, 1853-56, art. CORTÉS).






ArribaAbajoCarta del contador Albornoz

Desde el año de 1522 fue nombrado contador de la Nueva España Rodrigo de Albornoz, que había sido secretario del Emperador Carlos V, y trajo por compañeros al factor Gonzalo de Salazar, al tesorero Alonso de Estrada y al veedor Pedro Almindez Chirinos. Llegados a México se unieron todos para acriminar a Cortés, acusándole siempre en sus cartas a la corte, y pidiendo con empeño facultades para perseguirle. No obstante eso, cuando Cortés marchó a la expedición de las Hibueras (1524), trató de llevar consigo a Albornoz; mas habiéndose enfermado este, se quedó en México, y Cortés te dio nombramiento de gobernador durante su ausencia, en los mismos términos que lo había dado ya al tesorero Estrada. Los dos gobernadores se desavinieron muy pronto, y aun llegaron a poner mano a las espadas por motivo tan leve como el nombramiento de un alguacil. A poco tiempo el factor Salazar y el veedor Chirinos entraron también al gobierno, por nueva provisión que Cortés les dio en Goatzcoalco, hasta donde le habían ido acompañando. Con el mayor número de gobernadores tomaron nueva fuerza las discordias: al fin Salazar y Chirinos lograron alzarse con el mando; y habiendo dado licencia a Estrada y Albornoz para que fueran a embarcar por Medellín algunos caudales del rey,   —XXXIX→   apenas estaban a ocho leguas de México cuando salió Chirinos con gente armada, los alcanzó y trajo presos. Albornoz fue puesto con grillos en la fortaleza; pero el intrigante Salazar consiguió atraerle a su partido para la conjuración que tramó contra el apoderado y pariente de Cortés, Rodrigo de Paz, de que resultó la prisión, tormento y suplicio de éste. Al tiempo de morir nombró Paz heredero suyo á Albornoz, cosa que no se comprende, porque eran enemigos mortales; pero Salazar se apropió la herencia. Siempre doble y artificioso, no quiso Albornoz unirse a los enemigos de Salazar, sino bajo condición de que antes lo prendiesen, pudiendo conservar así en cualquier evento la apariencia de haber cedido a la fuerza. Caído el factor Salazar, entró Albornoz de nuevo al gobierno; pero a pesar de tantos agravios, procedió con la mayor moderación contra los vencidos, no por virtud, sino por contemplación a ser favorecidos del famoso secretario de Carlos V, Francisco de los Cobos. Después del regreso de Cortés, marchó Albornoz a España, y cuando se aguardaba que en la corte acusara empeñosamente a Salazar y Chirinos, sucedió lo contrario, por la misma consideración a Cobos. No vuelve a saberse ya nada de Albornoz, y sin duda murió en la oscuridad.

Cuando factor y veedor estaban apoderados del gobierno, y en vísperas ya de la revolución que los derribó para levantar a Estrada y Albornoz, escribía este último al Emperador la extensa carta que ahora ve por primera vez la luz pública. Nótase desde luego en ella, que a pesar de las ofensas recibidas del factor y veedor, apenas se atreve a acusarlos, mientras que aprovecha varias ocasiones de acriminar a Cortés, después de honrarle con algunas frases en abono de su fidelidad al soberano: elogio tanto menos sincero y desinteresado, cuanto que se funda principalmente en el hecho de haber dejado por gobernadores durante su ausencia a los oficiales reales, entre los que se contaba el mismo Albornoz: y creo que ni aun tan poca cosa hubiera escrito en favor de Cortés, a no ser porque le creía muerto. Nada se arriesga en darse aires de imparcialidad y desinterés, elogiando a quien ya no puede hacer sombra.

La carta de que tratamos es verdaderamente interesante. Presenta un cuadro casi completo del estado de la colonia: señala los males y apunta los remedios, no siempre, en verdad, acertados. La esclavitud de los Indios llama mucho su atención: revela los innumerables y horribles abusos que se cometían en esa materia; pero no tiene bastante valor para resolverse a cortarlos de raíz, y se contenta con proponer términos medios, que no servirían sino para agravar el mal, legitimando hasta cierto punto los delitos. Respecto a la ardua cuestión de los repartimientos, opina por su perpetuidad, destruyendo así con una mano lo que intentaba edificar con la otra. Teme también un alzamiento de la raza conquistada, y por consiguiente aconseja medidas opresivas contra ella, al paso que desea mejorar su condición moral con el establecimiento de colegios de ambos sexos.   —XL→   No olvida el aumento de las rentas reales, ni faltan tampoco indicaciones útiles respecto a la agricultura, al comercio, a negocios eclesiásticos, y otros ramos de la administración pública. Pide el contador, entre otras cosas, la publicación de leyes suntuarias; opina que la capital se traslade a otro sitio más favorable para la defensa, sin hablar palabra del inconveniente más grave, que eran las inundaciones, y procura allanar las dificultades que presentaba el proyecto. No escasea, en fin, las alabanzas propias, y pide a cada paso facultades para poner en ejecución sus ideas.

Este importante documento, de no mal estilo y de agradable lectura, se ha impreso conforme a una copia remitida por el Sr. W. H. Prescott.




ArribaAbajoMemoria de lo acaecido en esta ciudad &c

Bien sabidos son los desórdenes que hubo en México durante el viaje de Cortés a Honduras, y algo se ha dicho de ellos en el párrafo que antecede; pero el presente escrito anónimo refiere ciertos pormenores nuevos, y sirve para aclarar más la historia de aquellos sucesos. Don Juan Bautista Muñoz atribuye esta Memoria al tesorero Estrada, y considero muy probable su opinión. El contador Albornoz escribía ciertamente con más cultura, y su estilo es muy diverso, como puede conocerse a primera vista comparando este escrito con la carta que le precede. Pero con todo eso, y en medio de la incorrección y desaliño del anónimo, se nota cierto vigor y viveza en las descripciones, que hace se lea sin cansancio. El autor era partidario decidido del contador y el tesorero; las cosas tan personales que acerca de ellos apunta, me inclinan a creer, con Muñoz, que escribía el mismo Estrada. No dice a quién dirige su Memoria, ni esta lleva fecha; pero bien se conoce que es contemporánea de los sucesos, y acaso iría dirigida a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, que venía a ser entonces el Ministerio de Indias.

El título que este documento lleva en la presente edición, se ha copiado del que tiene mi MS., que debo, como tantos otros, al favor del Sr. Prescott. Pero desde luego se observa que la fecha allí mencionada no es exacta, pues la expedición de Cortés a las Hibueras no comenzó en 1525, sino en 1524. Aquí hay evidentemente un yerro de pluma; mas no puede suponerse igual cosa en la designación del 12 de Octubre como día de la salida de Cortés, porque se repite en la segunda línea del texto, y porque el mismo Cortés dice en su Carta Quinta35, que salió de México el 12 de Octubre de 1524. Así pues, parece que ésta es una fecha perfectamente fijada por declaración unánime de dos testigos de vista, siendo uno de ellos el jefe mismo de la expedición.

Hay, sin embargo, una dificultad muy grave. La Carta Cuarta de Cortés   —XLI→   está fechada en México a 15 de Octubre de 152436; y aun cuando pretendiéramos suponer aquí una errata, no habría lugar a ello, pues igual fecha y en la misma ciudad tiene la Carta Inédita de Cortés que se halla en este tomo (pág. 483), cuyo manuscrito original tengo a la vista: de suerte que por los datos que Cortés mismo suministra, resulta que el 15 de Octubre avisaba al Emperador haber prescindido de su intención de ir a castigar a Olid, siendo así que tres días antes había marchado ya con tal objeto.

El Sr. Prescott37, teniendo a la vista esta Memoria y la Carta Quinta, fijó la salida de la expedición el 12, sin reparar en el inconveniente que ofrecía la fecha de la Cuarta Carta. El Sr. Alaman38 por su parte, censura al Sr. Prescott, y dando entero crédito a la fecha de la Carta Cuarta, pone la salida a fines de Octubre, apoyado también en el Primer Libro de Cabildo. Pero éste de nada sirve, como vamos a ver, y además el Sr. Alaman no conoció esta Memoria, ni se acordó del testimonio contradictorio del propio Cortés en su Carta Quinta.

A la verdad no sé cómo conciliar tales dificultades, y me limito a exponerlas para que el lector juzgue. Las noticias del Libro de Cabildo están reducidas a lo siguiente: entre el 7 de Octubre y el 4 de Noviembre no hubo sesión; en el acta de aquel día nada se dice que haga a nuestro propósito, y en la de este último consta que se presentaron ya Zuazo, Albornoz y Estrada como tenientes de gobernador. Por consiguiente, la salida pudo ser el día 12 que señala Cortés, o a mediado Octubre, según Herrera39, y por Octubre, como dice todavía más vagamente Gómara40. Todas las opiniones pueden, pues, admitirse sin ir contra el Libro de Cabildo, y por lo mismo de nada sirve éste en la presente investigación. Paréceme, sin embargo, que es imposible desechar el testimonio de Cortés, apoyado en el de un testigo ocular, y que la partida de la expedición debe fijarse en el día 12 de Octubre de 1524; la dificultad que ofrece la data de las otras cartas sólo puede conciliarse suponiendo que se escribieron en vísperas ya de marchar, y se les puso la fecha del día en que debía partir de México el encargado de llevarlas; o más bien que Cortés las concluyó y firmó yendo ya en el camino. Las conjeturas, sin embargo, distan mucho de ser satisfactorias.

Y no es tampoco ésta la única dificultad cronológica que ofrece la Memoria. Poco más adelante (pág. 513, lín. 6 y 7) se dice que «vinieron a la dicha ciudad los dichos fator e veedor el segundo día de Pascua de Navidad del año siguiente», y no fue sino del mismo año de 1524, según   —XLII→   consta de todos los autores, y en especial del Libro de Cabildo, donde se ve que en la sesión de 29 de Diciembre de 1524 presentaron sus provisiones. -Tal vez el autor seguía el uso antiguo de comenzar a contar el año desde Pascua, y en tal caso el segundo día de ésta pertenecía ya al año siguiente; pero no recuerdo ningún ejemplo de ello en nuestros documentos históricos.

Otras observaciones pudieran hacerse acerca de la Memoria, así como también sobre los demás escritos contenidos en este volumen; pero habiéndome propuesto únicamente divulgar en beneficio público los documentos que poseo, he debido abstenerme de toda discusión crítica que no verse sobre la corrección de los textos, dejando el cuidado de su examen y apreciación como monumentos históricos, a cargo de quien se valga de ellos para esclarecer nuestros anales.




ArribaAbajoCarta de Diego de Ocaña

Cierra la serie de los documentos contenidos en este volumen la carta del escribano Ocaña, que llegado a México por Junio de 1525, fue admitido a ejercer su oficio en cabildo de 20 del mismo mes; el lo de Setiembre quedó asentado por vecino de la nueva ciudad, y el 28 de Noviembre obtuvo un solar en ella para edificar su casa. A esto se reducen las noticias que he hallado en el Libro de Cabildo acerca del autor de la presente carta. Fue dirigida, según parece, a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, en la cual sospecho que Ocaña había tenido antes algún empleo. Casi toda la epístola se reduce a una violenta acusación contra Cortés, de quien llega a decir que si iba a los descubrimientos del Mar del Sur, moriría con corona. No pierde ocasión de hacer sospechosa su fidelidad, y ciertamente que causa impaciencia ver cómo esos oscuros advenedizos, incapaces de toda acción noble y generosa, se ensañaban contra el grande hombre a quien debían hasta la tierra que pisaban.

Habría dejado inédita la copia de esta carta que me remitió el Sr. Prescott, si no hubiera sido porque se trataba de un documento de cierta importancia, que nos da a conocer la violencia de las pasiones en aquella época de desórdenes y crímenes. El escribano demuestra bien la malicia consiguiente a su edad y ejercicio, en el tono hipócrita y plañidero con que suelta las más terribles inculpaciones, sin que al parecer les dé grande importancia. Pertenecía a la parcialidad de factor y veedor, pero no está muy distante de entenderse también con tesorero y contador; por todo podrá pasar, como no se trate de Cortés. Siendo contra él, no hay conseja que no adopte, ni rumor vago que no acredite, ni providencias que le parezcan fuertes. Propone, en fin, que, sea reducido a prisión, para que todos puedan acusarle sin miedo. Parece increíble que esto se escribiera en México, cinco años después de la conquista.





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