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ArribaAbajo[XII] (Lo abominable)

Esta octava real está dedicada al impresor y periodista Ernesto Giménez Caballero44. Lo había conocido por medio de Ramón Sijé en el homenaje a Gabriel Miró. Ernesto llegó con camisa azul falangista se colocó al lado izquierdo del busto45 y pronunció su discurso.

Al proclamarse en 1931 la República las posiciones políticas de Giménez Caballero, su defensa del fascismo, el ser miembro fundador del semanario La Conquista del Estado (marzo a octubre del 1931), los colaboradores le fueron dejando solo, y aunque La Gaceta se mantuvo hasta 1932, Giménez Caballero tuvo que escribir en solitario seis números del (112, 115, 117, 119, 121, 122).

El segundo encuentro de Miguel con Ernesto, ocurrió en el primer viaje a Madrid, a través de la recomendación de Concha Albornoz, éste dirigía El Robinsón Literario de España, y el 15 de enero de 1932 aparece el esperpento de entrevista pastoril que le hizo. Pero algo era algo para empezar, menos es nada, además Ernesto le recomendó a otro prestigioso redactor Francisco Martínez Corbalán, natural de Yecla (Murcia), que dirigía la revista Estampa, que sigue la línea de los tópicos del cabrero poeta, cuya entrevista aparece el 20 de febrero de 1932, «Dos jóvenes escritores levantinos. El cabrero poeta y el muchacho dramaturgo» que tenía 15 años y se llamaba Virgilio Soler.

No sabemos si se lo dedicó a Ernesto con sarcasmo quevedesco o por intentar agradecerle que le había publicado la primear entrevista. Esta es una octava escatológica, que podría entrar dentro del género satírico y burlesco que se practicó en el barroco, cuyo mayor creador fue Quevedo, donde después de elevarse a grandezas espirituales adelgaza por el vientre. En Gracias y desgracias del ojo del culo.

La primera parte creo que se refiere a la micción masculina. «Aunque amarga», amarga es la orina, «y sólo por momentos», sale de vez en cuando, no siempre, cuando la «tendremos palmas en las manos todos», el pene para orinar. Y prosificando los versos 4 y 5, obtenemos que cuando sale la orina «ardiendo» y hay «vientos» mayores, ésta alcanza a mancharnos los dos calzones o pantalones, al entender codos como rodillas.

A la segunda parte le hubiera venido bien el título de Retrete de la octava XXX, lo abominable podría ser el retrete o pozo negro. Sin embargo, parece referirse más bien a la acción de defecar, porque tras «posteriores sufrimientos», de las señales del vientre con ganas de obrar, y libre del lodo como excremento, «nos harán leves» por ligeros, el «viento en popa / irán sobre la un punto china Europa». Quevedo escribió «viento en popa / navega con tal bonanza», para el nabo de su romance «Boda y acompañamiento del campo». De quien a su vez lo tomaría Espronceda para «Canción del Pirata»: «viento en popa a toda vela, / no corta el mar, sino vuela [...]».

Ponemos las posaderas o «últimas mejillas» en pompa a la hora de evacuar, y soltamos una china o guijarro / bolo escatológico, y Europa rima con popa.

Lo abominable



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