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31

Cf. «hachib» y «djariya» (25), «mawlaya» y «malik karim» (46), «ghazawai», «sakaliba», «hasham», «fursan», «radjdjala» (48), etc.

 

32

Por ejemplo: «miércoles dos Xaban, o diez de agosto» (p. 47), «el mes de Shatanbar, septiembre» (82).

 

33

Véanse en especial las pp. 176-183 y 238-243.

 

34

«En vano había querido alejarme de él durante todos estos años, en vano había intentado cortar nuestra relación poniendo distancia a nuestros cuerpos. Él y yo éramos casi la misma persona, aunque nuestras creencias, nuestros dioses y nuestros actos nos hacían diferentes y nos desunían» (256).

 

35

Es notable que, a pesar de autopresentarse como profeta de un Tercer Testamento, el narrador protagonista esté tan confundido: «en esta hora final no sé si soy Alfonso de León ó soy Abd Allah, si personifico a don Cristo o al anticristo» (p. 32, y véase aún la última página de la novela). ¿Sería el Tercer Testamento el que atestigua la verdad de la fe más allá de sus modalidades, eventualmente contradictorias?

 

36

Por cierto, la cita de Manuel II Paleólogo por parte de Benedicto XVI (conferencia en la Universidad de Rarisbona, 12 de septiembre de 2006) parece prefigurada en la de Paulo Alvaro (referida supra), histórico discípulo de Eulogio (siglo IX), que Alfonso atribuye a los sacerdotes cristianos discípulos que «se oponían obstinadamente a la religión musulmana» (98).

 

37

Confrontemos lo dicho aquí a propósito de la refutación de un dualismo ontológico en El señor de los últimos días y esta refutación por Said, en un epílogo de 1995, de los planteamientos radicales a lo Huntington: «Tal idea es ridícula, ya que uno de los grandes avances de la moderna teoría cultural es la comprensión, casi universalmente admitida, de que las culturas son híbridas y heterogéneas y de que [...] las culturas y las civilizaciones están tan interrelacionadas y son tan interdependientes que es difícil realizar una descripción unitaria o simplemente perfilada de su individualidad. ¿Cómo hablar hoy de una "civilización occidental", salvo, en gran medida, como de una ficción ideológica que implique una especie de superioridad de un puñado de valores e ideas, ninguno de los cuales tiene mucho sentido fuera de la historia de la conquista, la inmigración, los viajes y la mezcla de pueblos que ha dado a las naciones occidentales su actual identidad mixta?» (2003: 455-456).

 

38

Publicación del Centro cultural del Banco Interamericano de Desarrollo, septiembre 1995, n.º 11.

 

39

Sobre el apocalipsis ecológico en las novelas breves El último Adán, La ciudad sin nombre, La tierra transfigurada y La ciudad sin nombre, cf. L. García (2002); sobre aquél y la «distopía», en Aridjis en general pero muy especialmente en La leyenda de los soles, cf. J. Ordiz (2010) y L. Pagacz (2013).

 

40

«Nueva expulsión del paraíso» es el título de un poema y de un poemario de 1990 (publicado en Imágenes para el fin del milenio. Nueva expulsión del paraíso, 119-122), que evoca precisamente el desastre ecológico. En el poema que sigue a dicho poema, «Arboles», encontramos estos versos: «Los hijos de Caín / van por el mundo / matando hombres / y derribando árboles» (127).