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De cómo fue zapallada163 la batalla de Caseros.- Planes de don Justo para la organizadura de otra Republiqueta Urquizana, y consejos del Gallo a los custitucioneros

Los paisanos letores y aficionaos al Gallo dispensarán el que me haiga empacao tanto para soltarles el número 9, en razón de haberme visto algo atrasao de salú en la semana pasada; y así mesmo he salido algunas veces a rastriar noticias, ganoso de saber con siguranza aónde diablos fue a tirar la rienda el enjabonao Diretor juidor y espantadizo; pero hasta ahora, sólo me han dicho (¡quién sabe si será verdá!) de que el hombre alcanzó a llegar a su tierra embarcao!   —144→   y, en seguida del último sustazo fresquito, que se pegó en el Uruguay, al cruzar por junto a una boleta de guerra porteña que le tendió la ala por esos laos de Martín García.

Al cabo, después de ese sinsabor, diz que Vuecelencia llegó a Gualeguaichú, pueblo de su Quitapenas; y, a pesar de que allí trató de disimular el julepe que llevaba de la costa de Buenos Aires, no lo fue tan fácil, y al fin resolvió el desembarcarse, y se apió todo lleno de chichones, muy dolorido, y completamente machucao de resultas de tantísimo golpe que sufrió, a causa de los vuelcos y la rompedura del maldito carricoche que ajenió164 en San José de Flores para su juida tenebrosa del 13 de julio, cuando Vuecelencia por esos andurriales de las Blanquiadas tuvo la desgracia de empantanarse como rana, y la fortuna de saltar como un mono y prendérsele a las ancas de un chaná soldao; el cual en esa trifulca también se asustó fiero, desde que a Vuecelencia, con cargo y todo, de un rempujón lo echó al río con el agua hasta el encuentro165, diaonde el Diretor azorao y medio haciéndose tortuga se echó a nadar, y felizmente, opilao de agua turbia, al fin consiguió salvar el bulto en un barco... ¡Toma Custitución! ¡Métete con los Porteños!

Después de todas esas aventuras custitucionales, me cuentan de que, en cuanto Vuecelencia llegó a la casa de la Comendancia en Gualeguaichú, se lavó con agua de olor hasta los talones; y, apenas se acacharpó de casaca bordada y su   —145→   vericú colorao, mandó armar un baile rigularón para esa mesma nochecita: en el cual, Vuecelencia fue el primerito que salió haciendo punta, y ya también se le agachó a tres contradanzas, pelo a pelo166 con dolores y todo, hasta que algo fatigadón, allá a la media noche se les hizo perdiz del fandango, y acollarao se largó... dicen de que a morronguiar calientito y entregao a los deleites del dios Cupido. ¡Ah, gaucho toro!

A la cuenta, esa noche en Gualeguaichú, le darían friegas a Vuecelencia, porque me asiguran de que amaneció algo aliviadito de los chichones, aunque siempre dolorido y trasijao: pero, así mesmo, con dolores se sopló en una galera y salió rumbiando a Gualeguaicito. Digo yo que iría a salir de cuidao en su estancia mentada de San José.

Muy bueno: me alegraré que haiga llegao con salú; y, vamos a cuentas.

Pues, señor: parece muy natural y razonable el que, después de los amargos desengaños que lleva Vuecelencia de la Provincia de Buenos Aires, se habrá desalucinao y convencido de que su ponderada vitoria de Caseros no fue tal batalla sangrienta y reñida, sino una zapallada que tuvo de ojito o de fortuna, debida a la falsiada intencional que le hicieron todos los Porteños al Restaurador viejo; de quien, como decía desde muy atrás el paisano Donato Jurao167, ya toda la paisanada estaba como está y estará hasta el pelo   —146→   de aburrida y resabiada de la memoria de Rosas: y así es que lo maldicen incesantemente al reculao tirano, como a toda su pandilla de ladrones y despotones que, apadrinaos por don Juan Manuel, 20 años de un tirón, han aterrorizao y aniquilao esta tierra, degollando, azotando y esclavizando a los Argentinos de toda laya, y muy particularmente a los pobres paisanos de la campaña; a quienes cualesquier comandantón de Rosas los destinaba para soldaos eternos; y luego, por escuadrones enteros les sacaban el guano haciéndolos trabajar en fainas y cueriadas y sementeras, sin más provecho que el de ver, al fin de sus fatigas, de que los verdugos, jefes o gurupieses del Ilustre (algunos, no digo todos), resultaban ricos poderosos, llenos de estancias y palacios, alquiridos a costa de la miseria, las lágrimas, la sangre y el sudor de los pobres gauchos, de quienes esos diablos orejeros del Restaurador se creían amos albitrarios, como hasta ahora se presumen serlo todavía: en primer lugar, el príncipe de los Santos Lugares, opulento ricachón de ocho millones, quien todavía ambiciona a humillar y sobajiar168 más a este pueblo desangrao, que tantos años ha sufrido su albitrariedá y altivez, y la de otros verdugos del Restaurador que hoy se ostentan entre los buenos patriotas, después de la grandísima parte que han tenido en esta última solevación169, que ha costao la vida de tantos infelices, padres de familia, y la completa ruina y desolación de nuestra campaña... ¡Malevos!

  —147→  

Y véanlos con el descaro con que se apresentan, en esta ciudá mártir y destrozada, a disfrutar de sus robos inmensos... Pero, si en adelante no se someten a respetar al Gobierno, y se acomodan a vivir trabajando, y particularmente no tienen, la concencia de devolver siquiera la cuarta parte de lo que le han robao a tantísimo infeliz, el Gallo les promete a esa pandillita de ahijaos del tigre de Palermo, y esos poquitos comandantones que han sido tan crueles azotadores y estaquiadores de los pobres paisanos, que los he de destapar hasta las uñas, con pelos y señales, para que en todas partes los conozcan, los maldigan y los acosen, echándoles hasta los perros bravos encima.

No hay cuidao: y, como le iba diciendo al fantástico Diretudo... Por el completo resabeo170 y aburrimiento de los paisanos a respeuto de Rosas y todos los tiranuelos que puedan salir en adelante, por eso le aflojaron en Caseros, y don Justo salió echándola de vencedor y perdonavidas; pues si allí los Porteños lo hubieran peliao de firme, puede ser que lo hubiesen basuriao171 o cuando menos aventao a los infiernos: como ahora, velay, de San José de Flores, con todas sus alianzas y cotigentes, lo han hecho juir espantao tan sólo una cuarta parte de esos, mesmos Porteños que le aflojaron cuando la zapallada, pero que en esta patriada le han hecho pie en las trincheras de Buenos Aires, a la par de los cajetillas que Vuecelencia quería tuzar por domagogos, y ayudaos   —148→   lindamente por cuatro paisanos de pajuera, con los cuales el señor general FLORES, de atrás y a su tiempo, le largó a Vuecelencia un ¡VALE CUATRO! y con el grito no más lo zambulló en el río.- ¡Óiganle al maula! Con que así, olvide su fantasía de ñaupas172, y permítame proseguir tratando de otras cosas.

Últimamente: ahora... por supuesto, como ya le conozco las camándulas173 pulíticas a Vuecelencia, estoy maliciando que el hombre, después de medio se le haiga pasao el susto de la juida, en cuanto se ha revolcao a su gusto allá en su tierra con dolores y todo, ha de estar encelao174, y así lo calculeo hurguniando, y cavilando otra güelta en el cómo restaurar la Direturía de las catorce y pico, que se le escapó de entre las uñas, gracias a la ciega obedencia que le prestó al Congreso Custitucionero, asigún lo declara Vuecelencia en la última proclama que nos largó al disparar de San José de Flores: pues en ella confiesa mansito que el tal Congreso Guaicurú le ordenó el que se dejase de la organizadura y la retaciaduría de la provincia de Buenos, Aires y se largase a su tierra... ¡Ahi-juna, el Diretudo embustero!

Muy lindo: pero, yo respuendo de que a pesar de todo ese ordenamiento congresudo175, Vuecelencia, como está acostumbrao a echarla de potestá, ha de porfiar cabuliando y revolviendo, siempre tirando a calzar cuando menos la direturía   —149→   de la docena del flaire; pero también, cuasi asiguro que todos sus maquines los ha de hacer desde Entre Ríos no más; porque se me hace que don Justo José no vuelve a esta provincia ni por los días: sin embargo de que no ha de faltar quien lo llame, y de que del mesmo Entre Ríos y de Montevideo todavía algunos liendres176 desalmaos han de forcejiar por ilucinarlo con grandes promesas, a fin de hacerlo atravesar el Paraná, aunque sea a picanazos, para venirse esos diablos de lejos y atrás del Diretudo al manoteo de los cuerambres y los trigos; y luego, si acá la justicia anda lerdiando, entrarse a vender lo que haigan robao, como he soñao de que lo están haciendo algunos que fueron teruteros soberbios y copetudos, y que hoy, riyéndose de la orfandá y miseria que han sembrao, en Buenos Aires, están haciendo bailes por las calles, de naciente a poniente. Sí, señor, y ¡COCOROCÓ!

Ahora bueno: para que mi sueño no se vuelva una rialidá, a los poquitos güifaros177 urquizanos que por acá se nos andan fingidamente echando por el suelo, y a los que andan pajuera matreriando y por Montevideo cizañando, ya que tan ganosos están de tener títulos y cargos y manoteos, yo les aconsejo que escuendan las uñas hasta que Vuecelencia le largue todos los rollos al lazo de sus esperanzas, y llene entonces ciertas miras que yo y muchos paisanos sabemos que el Sr. Diretudo tenía, a resultas para si lo desbancaban de la presidencia custitucionuda, como lo han desbancao   —150→   los Porteños; y por consiguiente, ahora las pondrá en planta.

A fin, pues, de que se aprovechen y pelechen a gusto y sin riesgo los que a toda costa quieren armarlo Diretor a don Justo José, voy a comunicarles dichas miras... Y allá van.

Pues señor: como Vuecelencia es hombre que no gasta tapujos, y que presume de tener mucho cacumen en el mate para organicista, me acuerdo que en los primeros días después de la zapallada, cuando llegó a Palermo, aonde comenzó a barbariar y matar y manotiar, por supuesto los Porteños principiaron a hinchar el lomo y no querían sufrirlo ni en la campaña, ni en la ciudá, diaonde solía venir el Diretudo muy enojao a los corredores de Palermo; y allí, cuando por casualidá me topaba, pretendía sacarse la punta conmigo diciéndome:

-¡Umb!... Mirá, Aniceto: los Porteños, tanto los gauchos como los dotores y los de varita, todos son unos bellacos, porque no me quieren obedecer (y que le obedecían), y se pierden (y que se perdían): se pierden, Aniceto, porque los he de colgar de las patas uno por uno (y que los colgaba) a todos, sean del pelo que fueren...

«Así, podés aconsejarlos de que no anden haciendo montoncitos, sino de que me obedezcan a mí que tengo montón grande; porque, si me enojo! ¡Umb!... ya te digo, los he de horcar a toditos, o cuando menos me he de largar a mi tierra (y que no se largaba), y los he de abandonar (Ah, ¡malhaya! decía yo entre mí) a que se entiendan como puedan, porque, mirá, Aniceto: yo no pretiendo ni necesito para nada de gobernar   —151→   en Buenos Aires (¡mentiroso!), porque hace mucho tiempo a que tengo un gran plan: y cualquier día puedo tomar medidas, para con mi provincia y la de Corrientes, y ciertos arreglos que puedo hacer (y que le hacían) con el Paraguay y el Imperio, organizar en el Entre Ríos una República linda y juerte; y ahí tenés que entonces me reiré de esta tierra y del mundo enterito. ¿No te parece?

-Sí, señor: le respondía yo rascándome la cabeza, porque me daba comezón la organizadura.

Pues bien, digo yo ahora: ya que Vuecelencia tiene tan a la fija el costitucionar una República Urquizana, todos los que a sangre y fuego lo han querido hacer Diretudo de las catorce y pico, velay tienen un cabe178 para acomodarse, largándose a la República de Gualeguaicito, y allá le pueden servir de congresudos, de duaneros, de escribinistas, de generales y coroneles, y comendantes, ecétera: y les prometo que se pondrán las botas con borlas, porque don Justo es hombre tan liberal para los salarios empliaos, que al jefe de polecía de la capital del Paraná le larga treinta pesos al mes... ¡cuando le paga! Sí, señor.

Con que así, todos los ambiciosos y revoltosos, en lugar de andar dando cuidaos a la Polecía de esta ciudá, pueden alzar moño179 y largarse a la Urquizana, aonde, por la custitución que echará Vuecelencia, deben darles galantías a todo bicho, particularmente a los gauchos entrerrianos y foranios;   —152→   los que pueden acudir con la confianza de que para adelante el Sr. Diretudo les dará siguridá de no hacerlos degollar por un chaleco, ni de estaquiarlos porque siembren180 antes que Vuecelencia: ni desterrará a los Urupeos porque venden cebollas más baratas que el custitucionero: ni tampoco se enojará con los vecinos de los pueblos que compren pan blanco, y no le compren pan negro y jediondo del que Vuecelencia hace amasar por su cuenta.

No, señor; al contrario: los paisanos podrán sembrar zapallos y maíz un mes después del Diretudo, y tomar caña todos los domingos a la oración, cada cual en su rancho, y comer carne con cuero en las pascuas; y los Naciones181 podrán vender cebollas después que don Justo haiga encebollao toda la República. Pero, eso sí, en cuanto al paisanaje, cuidadito, ¡cuidadito!... en gritando Vuecelencia: ¡a las armas! para sostener su direturía, todo bicho, hasta los quebraos y tullidos, acudirán volando a presentársele, con las maletas llenas de ropa, buen poncho, y cuando menos una yunta de pingos gordos, como para hacer una campaña de un año sin churrasquiar182 en nueve meses; pues para eso antes les ha permitido   —153→   sembrar zapallos, tomar caña el domingo, comer carne con cuero en las pascuas... y ¡Viva el Diretudo Costitucionudo y fundilludo!




Cortesías de Aniceto

Al licenciamiento de los Guardias Nacionales de la ciudá y la campaña; y a los soldaos veteranos de Buenos Aires




ArribaAbajo   ¡Bravos GUARDIAS NACIONALES,
Porteños, pechos de acero!
a quienes el mundo entero
aplaude por ternejales183:
ya los tiranos fatales  5
de estos pueblos desdichaos,
para siempre escarmentaos
quedan por vuestro valor;
pues en alas del terror
han juido desesperaos.  10

    Será de eterna memoria
un envidiable diseño
vuestro coraje porteño
—154→
coronao por la vitoria:
como no será ilusoria  15
la LEY y la libertá
que sostendrán con lealtá
vuestras armas valerosas,
que ni Urquiza, ni otro Rosas,
ni el diablo las vencerá!  20

    ¡Valerosos Veteranos
soldaos de la sitiadura!
en cuya heroica bravura
se han estrellao los tiranos:
no más TIGRES inhumanos  25
altaneros rugirán
en este pueblo, aonde están
los INVENCIBLES, los liones,
los terribles batallones
que los despedazarán.  30

    ¡GUERRILLEROS de A CABALLO,
Argentinos valerosos,
más patriotas y famosos
que el Veinticinco de Mayo!
en la vida cantó el Gallo  35
alabanzas al botón:
así tengo a galardón
en decir: -Los guerrilleros
son guapazos verdaderos,
y no hay duda que lo son.  40
—155→

    ¡MILICOS del terne FLORES184,
que han espantao al más bruto,
más vano y más asoluto
de los ñatos Diretores!
El Gallo de mil amores  45
les ofrece su amistá,
y en ancas... una verdá
les canta por sus cabales:
y es, que de porteños leales
pueden tener vanidá.  50

    Y como gaucho que soy
de todas luces farol,
a la luna como al sol
consejos de gaucho doy.
Lo que ayer fue ya no es hoy,  55
que es tiempo de pelechar;
dejémonos de peliar;
vaya la guerra al infierno,
que al amparo del Gobierno
ya podemos trabajar.  60

    Que al cabo, en estos destinos
a cada paisano es fijo,
que si Dios no le da un hijo,
el diablo les da sobrinos;
y a los gauchos argentinos  65
que nos gusta enamorar,
para medio acacharpar
nuestros hijos, o los de otros,
aunque sea en domar potros
es preciso trajinar.  70
—156→

    Y por fin, caballerazos
los de pajuera y de adentro,
en disposición me encuentro
de soltarles cuatro abrazos;
y también cuatro balazos  75
le veré a gusto atracar
al que nos vuelva a trenzar
en pendencias o custiones,
para sostener ladrones
que nos hagan dijuntiar185,  80




Decreto Galluno

Asigún la opinión de toda la Guardia Nacional


Buenos Aires. Agosto 3 de 1853.

CONSIDERANDO aliviar más el descanso de las fatigas, al cual son merecedores en alto grado los seis batallones de Guardias Nacionales, después que tan brillante y justamente han sido aplaudidos y coronaos de flores por las lindísimas Porteñas; y agradecidamente licenciaos por el respetable y patriótico GOBIERNO de Buenos   —157→   Aires, al cual los referidos seis batallones han defendido bizarramente, poniendo siempre valerosos el pecho a las balas enemigas durante el sitio reñido y sangriento que ha sufrido esta ciudá invencible: Aniceto el Gallo y las pollitas porteñas han acordado y decretan:

Art. 1. De todos los Argentinos, particularmente Porteños, que hubiesen estao en las covachas durante el tiempo de la pelea contra el Diretudo tamangudo; y de todos los que fueren cayendo de la otra Banda o de pajuera, y no justificaren que se fueron sin justísima causa, desde el 9 de diciembre anterior, hasta el 1º de julio último, se formará un nuevo batallón de cívicos.

Art. 2. A este nuevo batallón se le atracará el número SIETE que es como le correspuende.

Art. 3. Para que por sus grandes servicios atrasaos pueda distinguirse de los otros cuerpos de Guardias Nacionales, el batallón cívico número SIETE usará enastada en caña tacuara una bandera de bayeta amarilla de doce veras cuadradas; y en el centro de ella lucirán escritas con CEROTE NEGRO las iscriciones siguientes:

Batallón nº SIETE de cívicos camanduleros y custitucioneros.

Art. 4. En caso de alarma, este batallón únicamente hará el servicio del Hospital de Mujeres.

Art. 5. Se encargará del mando y disciplina del   —158→   batallón número SIETE a cualquier coronel o comendante, que también sea camandulero y sietemesino.

Art. 6. Publíquese, ecétera, ecétera, ecétera.

El Gallo.

Las pollitas porteñas.




Por caridá

Al señor jefe de polecía

Mi señor:

El bocleo aflojó hace mucho tiempo, el Diretudo también aflojó y muy fiero. Luego, en seguidita, los sitiadores aflojaron también hasta la presilla del lazo. ¿No es verdá? Entonces, mi jefe, ¿por qué no les manda que afluejen los mercachifles, los pulperos y almaceneros, y los del Mercao que tiran a dos cinchas? Será bueno, pues, Usía, que me les pegue un vistazo, y si, se ofrece, un chaguarazo186: que en cuanto a los panaderos,   —159→   por ahora no se portan muy mal, sin duda por la abundancia que se alvierte desde que ciertas deidades han dejao de usar mascaritas de harina o de almidón. ¡Qué lindo! y perdone Usía al pobre Gallo.




Ojo al Cristo


ArribaAbajo   En el día, asigún vamos,
me gusta de La Lanceta
la agachada, o la indireta,
Y POR FIN ¿CÓMO QUEDAMOS?
¡Ojo al Cristo! no salgamos,  5
después de las infusiones,
con que unos cuantos bribones
que andan haciéndose mudos,
redepente cogotudos
se nos vuelvan a respondones.  10



  —160→  
Aviso Direturial

Habiendo perdido el señor Diretudo, en su juida, a su compañero el perro Purvis, el cual dejuramente deberá andar por las pampas de esta Provincia, Vuecelencia afligidísimo promete premiar a cualquier congresal o custitucionero que se lo encuentre y se lo lleve en algún vapor, dándole una papeleta para que nunca lo muerda el mastín, y en ancas una devisa colorada ancha como sobre cincha. Pero... ¡que se le arrime el diablo a Purvis ni a su amo!





  —[161]→  

ArribaAbajoNº 10

Buenos Aires.- Setiembre 3 de 1853



La despedida



ArribaAbajo   Por el deber en que me hallo
de mostrarme agradecido,
del Público me despido
soltando el décimo Gallo
pesares que sufro y callo,  5
aunque en el alma lo siento,
me obligan al sufrimiento
de enmudecer y callar,
hasta que pueda soltar
todas mis penas al viento.  10

    Tristes penas que, en resumen,
humilde confesaré,
tanto me lastiman que
—162→
se me ha tupido el cacumen:
de balde algunos presumen  15
que no canto de pereza;
pero la cosa no es ésa,
sino que cierta alcaldada
y cierta alma atravesada
me han calentao la cabeza.  20

    Así, en desquite prometo,
en saliendo de un apuro...
que pronto saldré, lo juro
por mi nombre de Aniceto,
que en un ridículo aprieto  25
algunos camanduleros
y otros diablos usureros
han de encontrarse por mí;
(déjense estar)... Con que así,
adiosito, caballeros.  30

    Y créanme por favor,
que no en vano cacareo,
y que si ahora renunceo
de cantar a lo mejor,
es porque soy parador  35
cuando apeligro rodar:
y como sé sujetar
en su lindo a mi caballo,
ansí mesmo siento el Gallo
cuando lo debo sentar.  40

Aniceto.



  —163→  
Los reculaos.- El Ruiseñor.- El Gallo.- El requesón.- Bachichin.- Los pasteles.- Por las dudas.- La leche.- La conomía.- Comer pollo, y largar pavo...

Hace días que muy a mi gusto me busco la vida de pescador en el Mercao, y ahí mesmo la otra mañana me colé, como acostumbro, a tomar las once en una pulpería aonde, felizmente estaba cantando un medio aparcero mío, nacional de los guerrilleros rebajaos, y mozo a quien por la buena voz de su pecho le llaman el Ruiseñor. ¡Ah, pico de oro! pero, ¡mire el diablo! en cuanto entró, y el pulpero me soltó el vaso, el mozo cantó esta copla:


   En un tiempo fui fusil
con que tiraban al blanco:
de fusil pasé a baqueta,
de baqueta a saca trapo...



Por supuesto, paré la oreja a la copla, y con todo, prendao de la buena voz del mozo, y como que de antemano tenía alguna conocencia con él, cuanto soltó la guitarra me le arrimé con el vaso a convidarlo, y con buen agrado le dije:

-Amigazo, me dispensará el cariño de echar un trago: velay caña; y dispénseme también el   —164→   que le diga en su presencia de que canta muy lindo, pero muy fiero en la letra, porque con la última copla, ¡por Cristo! que me ha pegao en la mesmísima matadura.

-¡Voto alante! díjome el mozo; puede ser, cuñao, que al cuhete y sin malicia le haiga acertao en la uñera187, porque como hay tantos maltrataos... y perdone; pero, en fin, me dispensará, porque mesmamente lo siento.

-Déjese de sentimientos, aparcero, entre bueyes no hay cornadas: vaya otro trago, y repare que yo soy gaucho liberal y tan manso que apenas he cosquillao con su versito, porque casualmente también yo en un tiempo fui fusil y hoy paso por sacatrapo, ¡Ah, mundo! pero en el mesmo veo a otros tan afortunaos, que antes fueron sacatrapos y redepente se nos han vuelto trabucos.

-Qué quiere, compañero, así sucede en los vaivienes y trueques de la fortuna.

-Dejuramente: pero por lo que a mí toca, en un trueque de los de esa ingratona fortuna, ya lo ve, me han rabajao el talle; y, de sargento acreditao que supe ser cuando la cosa estaba turbia, hoy, después de la claridá del alicienciamiento, he reculao a picador de carretas; pero, ¡qué Cristo! ni por esas me lamento, pues como le iba diciendo, soy gaucho albitrioso y trajinista en todo tiro.

-Por tal lo tengo, cuñao, y además se le conoce en la laya188. Velay, arme y pite un cigarro.

  —165→  

-Corriente; pues sí, amigazo; a gala tengo el decir en cualquier parte que, aconforme soy criollo gastador de plata y voraz, así mesmo, cuando me le agacho al trabajo... soy todo un pión y hombre de bien a carta cabal. Luego tengo, la ecelencia de que en la redondez del mundo no hay cargo que me envanezca, ni cosa que me ilucine, mientras que con mi sudor pueda a entera y lícita libertá agenciarme cuatro pesos, aunque sea picaniando de sol a sol sobre el pértigo: y no se me anden frunciendo ni haciéndome asco al verme de chiripá y emponchao entre los puebleros, porque así mesmo soy tan gente como... velay aquellos militares veteranos descalzos de chiripá y emponchaos, que están de centinela en las puertas del cuartel, de lo que algunos se burlan o se ríen, porque no saben que todo eso entra en ahorros, sí, señor. Luego, por mi derecho en buena ley, eso sí, ni al diablo le facilito el que me suyugue a un rigor, ni a naides el que me agarre de leva189, porque ¡barajo! en ese caso sin duda corcoviaré: ¿no le parece?

-Cabal, aparcero; pero, al verlo guasquiarse solo190, me está pareciendo de que usté anda calentón, porque le han bajao el talle. ¿No es así?

-¡Che! ¡qué esperanza! ni tal se presuma, hermanito. Vaya otro trago: y créame de que siendo mesmamente de los reculaos en la voltiada, eso poco se me importa; en primer lugar, porque nunca he pretendido ni acostumbro el vivir a costillas de la Patria, desde que no soy   —166→   reyuno191, y luego, porque encuentro razonable lo que a respeuto y tocante al licenciamiento me han platicao algunos puebleros acá en la mesma ciudá, sí, señor:

-Vamos a ver: ¿qué le han dicho?

-Me han dicho de que la guerra está terminada, desde que el Diretudo se juyó.

¡Ahi-juna! ¿y qué más le han dicho?

-Me han dicho de que por consiguiente, habiéndose juido el hombre, ya por acá estamos siguros de enredarnos en otra revolución, a no ser que los gobernantes sean lerdos o menesterosos, cosa que no hay por qué serlo, desde que todos obedecemos y sabemos de que son hombres necesarios para arreglar y asigurar la Provincia, ahora que está cuasi del todo pacificada: y en esta conformidá, me han dicho por fin, que estando la Patria en paz, los soldaos están demás, y entonces el licenciamiento es rigular y preciso para hacer la conomía192.

-¡Barajo! ¡qué terminacho! a ver, dígame ¿qué diablo quiere decir la conomía?

-Es requesón: comé, Bachichin, (díjole a ese tiempo, en la puerta de la pulpería, un lecherito criollo a un gringuito medio bozal y mal engestao).

-¡Requesone! dijo el nacioncito. ¿Cosulé requesone? -A la cuenta el criollito sería lenguaraz, porque al tiro lo contestó:

-Es leche cuajada, animal. Comé.

  —167→  

-¡Eh, Muso! duncua a lechi no me piache.

-No te empachará; comé, azonzao, díjole el lechero, metiéndole el requesón por las narices al nacioncito.

-¡Aspeta, brutui! -replicó Bachichini enojao: y sacudiéndole al lecherito con todo un sábalo193 por la cabeza, echó luego a disparar como un condenao.

Por supuesto, del sabalazo lo sentó de nalgas al criollito sobre un librillo de pasteles fritos y untaos con miel, fatura194 que estaba vendiendo a la orilla de la vedera una tía vieja, que, al ver su librillo partido, y los pasteles aplastaos, se le prendió al muchacho como una tigra, y lo empezó a zamarriar; hasta que éste también a lo desesperado le prendió los dientes a la negra vieja que dio un chillido como una rata y largó manija195, tan pronto que el lecherito se le escapó dentre las piernas, y salió desmelenao y echando diablos con los pasteles pegaos en los fundillos y enmelao hasta las corvas. ¡Eh, pu...cha, que nos raímos! hasta que por fin, yo volví a caír sobre el asunto de la pregunta de mi aparcero el cantor, contestándome:

-La conomía, cuñao, dicen que quiere decir embolsar y no gastar mucho. ¿Oye? y por eso algunos alegan en el fundamento de que se suelte la gente, desde que, como antes le dije ya, en la paz los soldaos están demás. ¿Qué me dice a esta razón?

-Dígole, cuñao, que allá en la Paz o Cochabamba   —168→   todo puede suceder, mientras que por acá a usté también lo pueden voliar con parolas: y dígole más claro, con perdón de la confianza, que usté facilita con barbaridá, porque cuando menos es cosa triste, después del baqueteo que hemos sufrido, ser facilitadores y retrecheros, y que todavía nos quedemos enteramente a la luna, cuando el Diretudo y su pandilla andan al sol, y toriándonos con el cuchillo pelao196. Cabal, aparcero, así puede usté decirles a los que, hablen de la siguranza, la paz y la conomía, que si atrás del desparramo de los defensores que han sido de esta patriada, se nos deja caír de golpe el Custitucionero, pudiera apurarnos otra güelta, si de pronto no echan mano de la Indiada, que poco gasto le hace a la patria. ¿Oye?

-¡La pujanza en las resultas!

-Pues sí, señor: no hay más remedio, en un pronto: y de no, escuche una comparancia. -Si usté mesmo (pongo por caso) haciendo de patrón o de mayordomo en la faina de un aparte, antes de concluirlo en regla y asigurar la tropa, manda desensillar a todo bicho y lueguito suelta las manadas al campo y se queda a pie, dígame: ¿si redepente se le alborota el rodeo, y se le dispara la tropa, ¿cómo diablo la sujeta a tiempo? ¿en qué muenta su pionada? Pues, amigo, en igual caso nos vemos, si no se remedea el alicenciamiento tan de madrugada; pues, si cualesquier gaucho foranio nos atropella y nos pilla a pie y desparramaos, para sujetarlo en el primer rempujón a los Pampas me atengo: porque, aun cuando podamos   —169→   tardecito reunirnos y apretar al diablo, sin embargo, no siempre suele ser fácil una recogida grande y a la juria. ¿Oye?

-Sí, cuñao: pero también considere que el mantener un ejército nada más que por las dudas, es una barbaridá por la plata que se gasta.

-¡Oh! quite, aparcero, no diga: mire qué fresquito tenemos en la memoria, de que por haber andao ciertos retrecheros desde muy atrás escondiendo la leche, y por no haber sabido gastar cuatro en tiempo para sacarse el lazo holgadamente, a lo último medio horcaos gastaron hasta las uñas; y con todo, cuasi, cuasi nos han hecho sucumbir. Luego, si de tal riesgo hemos salvao arañando, la esperencia y por las dudas que no dejan de ser peliagudas, lo mesmo será gastar diez que largar quince, a fin de no raliarnos tan fiero y de poder asigurar por todos laos los portillos, y no hacernos andar desparramaos y flacones como la leche del coco, y expuesto a que otra vuelta el Diretudo Custitucionero, que ya anda embrollando con los Cipotenciarios Nutriales, se nos quiere venir a cueriarnos: y para ese caso, no lo dude, es preciso tener truco listo y gordo, y no largar suero: ¿entiende?

-Ahora permítame largarme, porque tengo un quehacer: pero antes, óigame un verso al colmo, para que usté allá se los cante a los que platicaron de Cochabamba y la Paz...


¡Cuidao! caballerazos,
    con la manía
de hacer dejuramente
    la conomía,
—170→
que a fin y al cabo
se suele comer pollo
    y largar pavo.

-Y usté ¿tiene madre viva? le pregunté luego al Ruiseñor.

-La suya, sabe que sí: me respondió y se me fue.




Remitido de un gaucho del Sur

A las noticias del tratao del Diretudo entrerriano con los tres señores Cipotenciarios de Francia, de Ingalaterra y de Nortemérica, se ha calentao el paisano Callejas y nos ha remetido el cuhete de más abajito



ArribaAbajo   ¿Con que el organizador
para juirse ha echao un TERNO,
metiéndose a tratador
con gente del quinto infierno?
¡Será el diablo el Diretor!  5

    ¡Quién sabe de ahí los terneros,
si por el trato han soñao
—171→
volvernos californieros,
porque a Urquiza lo han voliao
allá entre los teruteros!  10

    O si los loros britanos197
se habrán vuelto guaicuruces,
y los menistros Musiuses
y los nortemericanos
nos tendrán por avestruces;  15

    Y se habrán imaginao
corrernos de a tres mil leguas,
cuando de allá ni las yeguas
atraviesan el bañao198,
si acá no les damos treguas.  20

    Y si vienen, ya se sabe
que llegan siempre aguachaos,
y del todo trasijaos;
y así, no es fácil que un cabe
encuentren por estos laos.  25

    Con que, si hacernos por gusto
anglo-franchi-americanos
pretiende el ñato don Justo,
háganse cargo, paisanos,
¡cómo estaremos de susto!  30

Lucho Callejas.