Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.


Alvertencias y consejos



ArribaAbajo   Voto al diablo, don Urquiza,
que a costa de su ultimato
acá hemos tenido un rato
a caírnos muertos de risa.
Porque, ¡atienda! se precisa  5
para largar tal papel,
ser lo que don Juan Manuel
—206→
decía que es Vuecelencia:
loco malo a la evidencia
y balaquero como él.  10

    Pero... ¡cómo lo han metido
en ese berenjenal!
¿Quién lo aconseja tan mal,
y tan fiero lo ha mecido?
¡Infeliz!... ¿no ha colegido  15
que lo están precitripando230?
la p...unta y truco, ¿hasta cuándo
todo un señor SICONFANTA
como un animal aguanta
que así lo estén trajinando?  20

    Oiga: cada consejero
salvaje que lo rodea,
aunque le bale, no crea
ni lo tome por carnero
es un zorro que hasta el cuero  25
le ha de sacar sin sentir.
Oiga, vuélvole a decir;
mezquíneles cuanto pueda
las vacas y la moneda:
mire que lo han de fundir.  30

    Ese tal don Salvador
que allí se le hace el carnero,
es como gaucho tambero
y salvaje volvedor;
nunca dio de aguantador  35
prueba ninguna en su abono;
de balde hoy le sigue el tono,
—207→
verá si esa liendre en suma
no lo jo...roba y empluma231...
en cuanto asigure el mono.  40

    ¿Y su ministro, el cantor
sin guitarra, don Derquis?
de balde el gato mis-mis232
le baila, es más volvedor;
de ambicioso y chupador  45
se le humilla y lo alfatea,
se encoge y le morronguea;
pero engórdelo y verá
si al infierno se le va
con soga, estaca y manea.  50

    Don Galán presumo que
le sea más pegajoso,
porque, como es tan baboso
pudiera pegarselé.
Sin embargo, también fue  55
salvaje233 aunque hoy le conviene
a su lao hacerse el nene234
por mamarle el corazón;
pero... ya sabe, patrón,
que quien malas mañas tiene...  60

    De su menestril de Hacienda
poco o nada le diré,
porque ese bruto no sé
si es de freno o es de rienda;
tiene sí fama estupenda  65
—208→
de Salvaje mordedor,
bellaco, manotiador,
trasijao235, y medio bizco,
de mal andar, muy arisco
y a lo último cociador236.  70

    Luego, entre sus congresudos,
aunque hay hombres que apreceo
y respeto, también veo
que hay ciertos diablos nalgudos,
que de miedo o de conchudos  75
sufren allá barbariando;
pero, así mesmo ¿hasta cuándo,
general de Aguas Mayores,
presume que esos señores
le han de seguir aguantando?  80

    ¿No ve que son gamonales,
los más de ellos habituaos
a vivir entre alfombraos
y no entre bosta y barriales?
¿Cómo presume a hombres tales  85
sujetarlos a corral?
no, señor, no crea tal;
llegando el caso oportuno
se le han de ir uno por uno
con maniador y bozal.  90

    Finalmente, Vuecelencia,
en la situación presente,
cuando se ve claramente
chochando su presidencia,
—209→
ni costancia ni obedencia  95
aguarde de esos dotores,
ni los crea aguantadores,
ni se fíe en sus consejos,
porque son salvajes viejos...
ansí han de ser volvedores.  100

    En fin, si se halla apurao
por sus alianzas potentes,
y tiene allá cotigentes
para invadir a este lao,
puede someter holgao  105
a toda la Porteñada,
porque el coronel GRANADA,
MITRE, CONESA Y PAUNERO
dicen que por balaquero...
¡qué Cristo!... no le harán nada.  110

   ¿No se fía? ¡ja, ja, ja!
nada, señor presidente,
fíese tan solamente
del Indio Calfucurá,
o de HORNOS, quien, la verdá,  115
aunque siempre salvajea
y es su enemigo, no crea
ni tema, señor don Justo,
que le haga voliar por gusto,
ni le haga sacar manea237.  120

Palermo de Buenos Aires, 15 de marzo de 1858.



  —210→  
Anda que te lamba un güey

Muy acertao hubiera sido que allá en el Paraná mesmo, esos deplumáticos urquizanos y adulones del Diretudo, cuando éste les ordenó que mandaran de su parte el ultimato balaquero que le soltó a nuestro gobierno, muy acertao hubiera sido, repito, el que esos menestriles teruteros, al ver salir aguas abajo al documento ultimatero, le hubieran dicho en presencia del sicofanta presidente, no como hoy se usa decir en Buenos Aires -¡Aónde vas, joven guerrero! sino: ¡aónde vas, carnero! y estoy segurísimo que Vuecelencia al tiro les hubiera contestao... ¡A VER SI TOPA!

¡Pues no, tirano; y que topaba! por lo bien que se portó en Buenos Aires, cuando, fiaos en su pobrama famoso, le ayudamos a voltiar al otro Restaurador de las botijas, y que, en cuanto pisó a Palermo, empezó a barbariar y se afusiló al coronel Chilaber, sin más causa que, porque allá en Entre Ríos, cuando el Diretudo era tahúr238, el coronel no quiso dejarse ganar mal, y le atracó unos guascazos por tramposo.

  —211→  

O será por lo que se acreditó con nuestros paisanos, cuando esa mesma ocasión los hizo matar en tropillas y colgarlos muertos en los ombuses para amendrentar a los Porteños, y manotearse luego todos los millones del Banco y todos los armametos y vistuarios del parque, y por último hasta las ollas de la cocina de Juan Manuel.

Háganse cargo, paisanos, qué custitución, qué galantías ni qué chirolas puede darnos un diablo así tan sumamente desalmao y mezquino, que esa vez ni a sus paisanos los Entrerrianos les largó cuatro pesos, y que hoy mesmo tiene allá en sus numerosas estancias oprimidos a centenares de infelices provincianos, de los cotigentes que rejuntan, para sacarles el quilo trabajando para ÉL de sol a sol, desnudos y galguiando de hambre, sin darles más alivio que una ración de un naquito de tabaco aventao cada quince días, y una buena cuenta de doce reales cada dos años, y me alargo; aunque es cierto que les suele atracar hasta trecientos duros por cada falta a una lista.

¡Infelices! ojalá que los trajera el Diretudo a este lao del Paraná, y vería si le quedaba ninguno sin venirse a Buenos Aires, aonde cada soldao tiene prendas lindas con que acacharparse, buenas armas y buen pingo, carne gorda y abundante, y jefes que los cuidan y aprecean, y luego ocho pesos fuertes cada primero de mes; sin tener más que hacer que los deberes de un soldao, no los de piones y esclavos de un gauchazo federal de mucanga, que, a pesar de que ya es mancarronazo en edá, jamás en su pu...erca vida le sirvió a la patria, ni para cuartiar carretas, en aquellas guerras gloriosas, que sostuvieron valerosamente   —212→   los agüelos, padres, hijos y nietos de todos los Argentinos, que hoy pretende presidenciar el Diretudo mondongudo general de tierra y agua, y a lo último de ventosidades. ¡Anda que te lamba un güey!




La media caña en San Borombón

La media caña en San Borombon

La media caña en San Borombon.



ArribaAbajo   Salió de las Polvaderas239,
rumbiando a San Borombón,
a mudar de población,
el gaucho Lino Contreras:
y no habiendo ni taperas  5
adonde se iba a poblar,
tuvo el hombre que cargar
con toda su trastería,
y un martes al ser de día
mandó uñir240 y caminar.  10
—213→

    Una carreta toldada,
sobre un rodao de mi flor,
y su eje resuperior,
lecho nuevo, y bien quinchada241,
hasta la tolda cargada  15
llevaba en esa ocasión
con trastes de precisión,
porque ni la leña es maula...
menos el catre, la jaula,
las sillas, mesa y colchón.  20

    Era tan acreditao
el tal Contreras, ¡ah, Cristo!
que en ningún pago se ha visto
un hombre más apreciao:
además era mentao  25
de gastador muy voraz;
y siendo así tan capaz
el gauchaje lo estimaba,
y todo bicho anhelaba
el agradarlo a cual más.  30

    Al caír a San Borombón
paró la carreta un día,
y al punto la gauchería
formó allí una reunión,
Cinco mozos de un tirón  35
a la familia rodearon,
y toditos se brindaron
a servirla al pensamiento,
por supuesto, y al momento
a tomar mate se apiaron.  40
—214→

    Como era muy rigular,
la mujer de Lino luego
mandó a su hijo que en el fuego
pusiera agua a calentar
de ahí Lino mandó sacar  45
medio frasco de aguardiente...
con el mesmo que la gente
lueguito dentró en calor;
y como había un cantor
se armó un baile redepente.  50

    Velay Pilar, la Porteña
linda de nuestra campaña,
bailando la media caña242:
vean si se desempeña,
y el garbo con que desdeña  55
los entros de ese gauchito,
que sin soltar el ponchito
con la mano en la cintura
le dice en esa postura:
¡mi alma! yo soy compadrito243.  60

    Vean luego que ha llegao
el gaucho Martín Mirazo
en un caballo picazo
con otro mozo enancao:
véanlo a Martín echao  65
sobre de la cabezada,
ojo a Pilar, y más nada,
mientras Lino complaciente,
al estribo, de aguardiente
le alcanza una convidada.  70
—215→

    ¡Martín en esa ocasión
no tomó de embelesao,
pero a Lino el enancao
le recibe un cimarrón.
¡Ché!... vean el manotón  75
que se pega en el sombrero
ese otro gaucho coquero244:
sin duda estará celando
a Pilar, porque bailando
se le quiebra al compañero.  80

    De ahí miren a la mujer
de Lino, si se despega
del cantor Antuco Vega,
que la empieza a enternecer
luego atrás se deja ver  85
afirmao en su picana
al picador que se afana,
esperando sólo el caso
que siga la rueda el vaso
y le alcancen la mañana245.  90

    Luego está cimarroneando
al costao del picador
ese otro gaucho pintor,
que entre dientes murmurando
y al ñudo menospreciando  95
el canto y el baile está:
a la cuenta encontrará
de qué hacer murmuración,
o será algún quebrallón246
que nada le agradará.  100
—216→

    Tras del pértigo, notando
de la moza la esquivez
al bailar, un cordobés
se está así como rascando;
y al mismo tiempo desiando  105
bailar un gato247 siquiera
con la Porteña embustera,
porque ya la está queriendo,
y en sus adentros diciendo:
¡Ah, ingrata! quién mereciera...  110

    De ahí, miren encarretao
a ese gauchito travieso,
a fin de robarse un queso
y una torta del atao,
después de haber churrasquiao  115
cuanto es posible tragar;
pero él no sabe bailar,
así es que sólo le importa
limpiarse el queso y la torta
para tener que mascar.  120

    Velay luego el Santiagueño
poncho corto tan plantao,
y atrás al embonetao:
¡qué yunta para un empeño!
ver al primero da sueño,  125
y al segundo da tristeza:
ambos son, pues, de una pieza
por delante y por detrás,
fachas tristes a cual más
de los pies a la cabeza.  130
—217→

    Ésta es, pues, la relación
del fandango improvisao
que armó Lino el renombrao
cerca de San Borombón.
Nada faltó esa ocasión;  135
la jarana fue completa:
como es verdá pura y neta
lo que Aniceto248 ha contao,
pues todo lo vio plantao
encima de la carreta.  140




Al Gallo



ArribaAbajo    Nacido entre níveo muro
de oro y de plata formado,
viene al mundo bien dotado
de belleza y de valor:
su regia y alta cabeza,  5
por las leyes celestiales,
trae diadema de corales
arreglada con primor.
—218→

    Su cuerpo lindo y gallardo
es fino, fuerte y ligero,  10
y el matizado plumero,
que de arcos graciosos es,
lleva incrustado un tesoro
de esmeralda, de oro y plata,
de rubíes, de granata  15
y de topacio a la vez.

    Cuando el aura se aproxima
con sus deditos de rosa
a abrir la puerta preciosa
tras la cual encierra el sol...  20
él es el primer dichoso
que con voz clara y sonora
saluda a la bella aurora
que trae oro y arrebol.

    Es celoso, más celoso  25
que la niña enamorada;
y como lleva una espada
en cada uno de sus pies,
por sus celos dominado,
con sus armas siempre vela  30
como alerta centinela
a las puertas del Harén.

    Mientras se halla en su serrallo
él es rey omnipotente
y si llega un insolente  35
a querer robar su amor...
él orgulloso, atrevido,
alzando el cuello altanero,
como valiente guerrero
carga al rival con furor.  40
—219→

    Y por ser de estirpe regia
como muestra su corona,
nunca esquiva su persona
al atrevido rival;
y hasta quedar en el campo  45
o hasta que él al otro mate,
combate siempre y combate
el belicoso animal.

Andrés Algañarás249.





  —[220]→  

ArribaAbajoNº 13

Buenos Aires.- Marzo 27 de 1858.- Jueves Santo



Semi-papeleta



ArribaAbajo    Algunos leyendo el canto
del Gallo número tres250,
pueden sin susto tal vez
salir el Sábado Santo,

    Con un buen par de pistolas,  5
por el riesgo y por las dudas
de que los tomen por Judas
y les atraquen las bolas.

A.



  —221→  
Maquines ultimateros del presidente de los teruteros

¡Qué les cuento, paisanos letores del Gallo! Sabrán pues, que atrás del profundo silencio en que se ha quedao la balaca del ultimato urquizano, y la invasión que nos pensó soplar el Diretudo casacudo con quince mil teruteros aliaos al Brasil, a Calfucurá y los blancos Rosines de la Banda Oriental, éstos, en lugar de mandarle a Urquiza los dos mil reclutas, que se decía estaba reuniendo en la otra banda un tal comendante Batarrica, muy conocido y mentao en Vizcaya, y en el otro lao allá por el CERRITO, aonde nueve años le sirvió de degollador al dijuntito Oribe, que ahora ni los diablos se podrán averiguar con él allá por el otro mundo... he oído, como les iba diciendo: que el tal Batarrica ya diz que no vendrá con el rejuerzo de los dos mil; pues, lejos de eso, ahora últimamente el blanquillaje copetudo de la otra banda se pronuncia muy quejoso contra el señor Diretudo, diciendo que este calandria los ha metido hasta el diablo con su alianza, y que al fin no les cumple nada de lo que Vuecelencia   —222→   prometió: pues ni les ha quitao los derechos diferenciales para que la duana de Montevideo hoy diera un poco más de leche, ni retira los soldaos entrerrianos de la costa del Uruguay, aonde están carniando vacas orientales y comiéndolas por la patria... y con cuero.

Y lo que es peor, que ahora se empaca el Diretudo y no hace la terrible invación a Buenos Aires, cosa en que los blanquillos Rosines fundaban grandes esperanzas, creyendo que de acá saldrían en bandadas emigrando los extranjeros y los salvajes unitarios, otra vuelta para Montevideo a sacarlo de la atrasada y tristísima situación en que se halla, después de la horrorosa matanza de los más valerosos jefes, oficiales y tropa, hecha inicuamente en el Paso de Quinteros. -Déjense andar no más los degolladores, supuesto que a degollar tocan.

Pero lo más gaucho y gracioso que se suena es, que el Diretudo, habiéndose medio asustao por la nota apretadora que le sopló el señor Ministro inglés a respeto de la carnicería infame del Paso de Quinteros, Vuecelencia el Entrerriano cabulista piensa ahora de nuevo garrarle el lao de las casas251 al señor Ministro de Ingalaterra; y para eso diz que el mesmo Diretudo ya está pensando hacerle echar un pial252 de volcao al Gobierno de Montevideo mandando a relevarlo con el general don Venancio Flores... Vean no más, si será cabulista el costitucionero.

Bueno, pues: como el GALLO lo cree al liendre   —223→   Diretudo capaz de cuanta diablura puede imaginarse, y como ya se dice que en Buenos Aires hay muchos patriotas orientales, emigraos y escapaos de la dijuntiada del Paso de Quinteros, creyendo de lleno en la buena disposición de Urquiza para voltiar a los blancos de la situación, Aniceto les previene a dichos patriotas orientales que abran el ojo antes de largarse a Entre Ríos, como algunos están diciendo que lo harán, confiados en las cábulas que el Diretudo está ya poniendo en juego, a fin de reclutar a hombres desgraciados para emplearlos en su servicio, sin darles al fin más recompensa que un zoquete de carne flaca y muchas roncas y azotes... cuando no se les vaya al pezcuezo.

Abrirlos pues, paisanazos, y no dejarse prender con bolas de carne.



  —224→  
Carta

Del sargento mashorquero Rudesindo el Carancho a su general que fue allá en los tiempos funestos


Palermo de San Benito, cañada de Miserete, a diez y seis de diciembre del año cincuenta y siete.

Al Ilustre y Excelentísimo señor don Juan Manuel Rosas, brigadier general que fue de los ejércitos nacionales de la Confederación Argentina, Herodes del Desierto, restaurador de las mochilas, jefe supremo de Buenos Aires y defensor heroico del continente americano.

Señor:



ArribaAbajo    Con su perdón, Vuecelencia,
voy a escrebirle confiado
en su federal agrado
y fina benevolencia,
por noticiarlo... en la ausencia  5
de su tierra, donde alvierto
cosas tales, que no acierto
a escrebirle; y digo más,
que es Vuecelencia incapaz
de verlas sin caírse muerto.  10
—225→

    Porque ¿cuándo aguantaría
ver arrumbadas las cosas
que el onipotente Rosas
en Buenos Aires lucía?
ni a los Porteños que hoy día  15
tan fiero se han solevao253
que al infierno han arrojao
el cintillo mashorquero...
y al carro del basurero
el chaleco colorao!  20

    La pandilla del hembraje
unitario endemoniada
se ha puesto de cola alzada
y más brava que el machaje:
toda de color salvaje  25
se viste, por decontao:
¡las viera de lao a lao
andarse a golpe de taco,
sacudiendo el miriñaco
y sin moño colorao!  30

    A más de eso la gringada...
del otro lado del charco
diariamente llega un barco
y nos larga una manada:
el mes pasao de coplada  35
cerca de tres mil llegaron,
¡por Dios! y cuanto se apiaron
a pata se dieron maña,
y en la ciudá y la campaña
toditos se acomodaron.  40
—226→

    Luego entran a trabajar
al istante se arman ricos,
porque son como burricos
poniéndose a trajinar:
ya no saben qué inventar  45
en frábricas y maquines,
ligándose con sus fines
a la gauchada porteña,
que con los gringos se empeña
en fundir a los Rosines.  50

    ¡Considere pues, señor,
al punto que hemos llegao
por no tener al costao
a nuestro Restaurador!
aunque hoy le saldrá mejor  55
dejarse andar por allá,
aonde me dicen que está
de grasa hasta los cachetes
de tanto tragar bisquetes...
que no tragaría acá.  60

    Pues, si viene, hágase cargo,
un muelle nuevo tendría
que cruzar, y trotearía
como seis cuadras de largo,
expuesto a que un viento amargo  65
le soplase del mordeste254,
y arrejando a que le cueste
el que ahí mesmo las Porteñas
lo sacudan de las greñas
y lo tiznen de celeste.  70
—227→

    ¡Color maldito! y hoy día
le han tomado tanto apego,
que hasta celeste es el fuego
que suelta la lucería
por una cañutería  75
llena de gras de vapor255,
que encendido da un jedor
igual a orines de gato,
pero dicen que es barato
y que alumbra más mejor.  80

    Esta jedionda invención
se le debe a un Mestri-Bagre,
inglés que hasta con vinagre
se mama no hallando ron:
este y otro tal Norton,  85
ambos parientes de Gestas,
para remate de fiestas
nos han traído estos bribones
la cometiva y güevones256
y ruina de mis carretas.  90

    También han hecho una duana
barriguda, y barrigones
se han puesto los salvajones
de quienes la obra dimana:
pandilla ruin que se afana  95
en hacer preciosidades,
que allá por esas ciudades
podrán ser de conveniencia,
pero que acá, Vuecelencia,
son puras barbaridades.  100
—228→

    A esto le llaman pogreso
los salvajes hablantines,
mientras los pobres Rosines
agachamos el pescuezo,
sin manotiarles ni un peso,  105
ni hacerles ningún reproche
al verlos que a troche y moche
nos desprecean y arruinan,
y después que nos trajinan
pasean holgaos en coche.  110

    Bien decía Vuecelencia
con justísima razón,
«que los Unitarios son
ladrones tan sin concencia,
que en la menor ocurrencia  115
meten hasta el diablo el codo»:
y si no, vea del modo
con que un salvaje unitario
se ha robado del sagrario
la hostia con custodia y todo257.  120
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .



  —229→  
¡Qué miedo!


ArribaAbajo   Dicen que ha dicho don Justo,
barbariando entre otras cosas,
que Él fue quien nos quitó a Rosas
y que Él lo ha de traír por gusto,
y para darnos más susto  5
dice que vendrán en yunta;
¡Cristo! pero, a esta pregunta
¿quién me contesta? oiganlá:
¿por fortuna no vendrá
el Diretudo en la punta? ¡ja... ja... ja!  10




Vaya una indireuta


ArribaAbajo    Sin duda, hay un platero
   por la Conceción,
ROSISTA, TERUTERO,
    y tan quebrallón
—230→
que contra el GALLO  5
    dice barbaridades.
¡Si será payo!258
Miren qué Rosín - tan desvergonzao,
sin duda por eso - lo habrán desdentao.
    Métete no más  10
con el gaucho Aniceto,
    y te rascarás...
¡Hijuna gran... pa,
    cuando el GALLO te suelte
en una estampá!  15




Al engaña pichanga



ArribaAbajo    Por la calle del Perú,
explicándose algo mal,
un Inglés medio bozal
noche a noche de surtú259
se pasea muy formal;  5

    Y cuando de miriñaque
se le zarandea Elvira,
—231→
así que el Inglés la mira
por atrás, le dice en jaque:
«¡andá... culi-di-mintira!».  10




Cacharpas260



ArribaAbajo    Señor menistro de guerra,
por lástima o por favor,
o más bien por el honor
de la patria de su tierra...

    Alivie a la oficialada  5
infeliz de la Ispeución,
pues, siendo tan escasón
el sueldo, anda aguiluchada261.



  —232→  
El Núm. 7



ArribaAbajo    De este número es sabido
todo cuanto el Nacional
dijo en un hecho local,
echando solo en olvido...

    Que siete meses duró  5
el sitio aquel que don Justo
nos puso, hasta que de un susto
zambulliendo disparó.