Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Anterior Indice Siguiente




ArribaAbajoJugada II

 

Habitación de JUAN FERNÁNDEZ: puerta en el fondo; mesa á la izquierda; estatuas y utensilios de imaginaria. Luz artificial.

 

Escena I

 

JUAN FERNÁNDEZ.

 
   ¡Insoportable impaciencia!
En medio de este huracán
político, no hay con él
medio de comunicar.
Por todas partes empieza 5
la rebelión á calmar;
todos menos él se vuelven,
todos menos él se dan.
¡Qué desventura la nuestra!
¡Qué aciaga casualidad! 10
¡Sólo no hay para nosotros
parte en el bien general!
¡Y el pobre Juan de Colonia
que aun espera que vendrá!
Sí que vendrá, si no es muerto. 15
El Rey, de su dignidad
no puede desposeerle;
mas cuando venga, será
tarde. Ni como ni duermo,
calenturiento de afán. 20


Escena II

 

JUAN FERNÁNDEZ y MALUENDA.

 
MALUENDA
    ¡Juan!
JUAN
¡Padrino!
MALUENDA
¿Tú no sales
esta noche?
JUAN
No, señor.
Espero á Juan de Colonia,
que ya tarda; á la oración
debió salir de una junta, 25
para ambos de la mayor
importancia, y á inquietarme
comienza su dilación.
MALUENDA
Bueno; pero ¿acabaréis
pronto?
JUAN
Tal creo.
MALUENDA
Es que no
30
quisiera yo que faltaras
este año en la colación
de Nochebuena á la mesa
que Ana nos aderezó.
JUAN
En cuanto Juan de Colonia 35
se despida, aunque favor
me haríais si me excusarais.
MALUENDA
Tendría una desazón
Ana si no celebráramos
la Navidad como Dios 40
manda, y como la hemos hecho
desde nuestra reunión.
Estas fiestas de familia,
el riego fecundador
son de esas plantas caseras 45
que cultiva el corazón
á la sombra de la casa
y del hogar al calor,
y que se llaman cariño,
amistad, estimación, 50
fraternidad, confianza,
y muchas veces amor.
Escucha, Juan: Yo no quiero
investigar la razón
de tu tristeza; mas sé... 55
Se sabe, Juan, que estás hoy
metido en una ardua empresa,
en cuya negociación
hay dos faltas: mala suerte
y de cálculos error. 60
JUAN
¡Padrino!...
MALUENDA
Ábreme tu alma,
Juan; tú sabes bien que estoy
en el lugar de tu padre,
y excepto mi salvación,
nada hay que no esté dispuesto 65
á arriesgar por ti.
JUAN
¡Señor!...
Yo siempre por el primero
os tuve después de Dios,
y os venero como á padre,
con el más filial amor. 70
Mas no hablemos de mis penas,
porque aunque tan fieras son
que tal vez me hagan hoy mismo
perder hacienda y honor,
como hoy y mañana espero 75
que han de tener solución
buena ó mala, por un día
dejad que con mi dolor
y con mi esperanza luche
como hasta aquí solo yo. 80
MALUENDA
¡Juan..., me espantas!
JUAN
¿No tenéis
secretos que guardar vos?
MALUENDA
Volvemos siempre á lo mismo,
Juan... Los que míos no son,
tengo de ti que guardarlos; 85
y ese que de mal humor
te tiene ha un año conmigo...
JUAN
¿Qué?...
MALUENDA
No tiene explicación.
JUAN
Yo sólo os he preguntado
quién era.
MALUENDA
¿Lo reveló
90
él?
JUAN
Él dijo que era...
MALUENDA
¡Delirio! ¡Superstición!...
No hablemos de él por si acaso.
JUAN
¿Pudiera...
MALUENDA
¡Líbrenos Dios!
Quienquier que fuere, dejémosle, 95
pues que se fué y no volvió.
Y, en último resultado,
en veinte años que mansión
haces en ésta, pesarte
de dar con él no debió 100
la única vez que debiste
la vida á su intervención.
JUAN
Es verdad.
MALUENDA
Pues no pensemos
más en ello. Conque voy,
y vuelvo.
JUAN
Esperad aún
105
un momento; una cuestión
vital para mí...
MALUENDA
Pregunta.
JUAN
¿Se sabe algo del señor
de Acuña?
MALUENDA
Nada; en un año,
noticias de sí no dió; 110
mas se espera de un momento
á otro de él tener razón.
JUAN
¡Dios lo haga!...
MALUENDA
Y tú no olvides
la primera prevención
que te hice entrando; haz por ir 115
esta noche al comedor.
Ana comienza á afligirse
de tu eterna distracción
y la injusta indiferencia
que la manifiestas.
JUAN
¿Yo...
120
indiferente con ella?
Vos no lo creéis, señor,
MALUENDA
Yo no lo creo; yo creo
que la mala situación
de tus negocios, te obliga 125
á no consagrarla hoy
todo tu tiempo como antes.
Creo que tu corazón
es el mismo; pero á ella
se le figura que no. 130
¿Conque irás?
JUAN
Iré.
MALUENDA
Hasta luego.
No tardo mucho.
JUAN
¡Id con Dios!


Escena III

JUAN
    ¿Qué hará el buen Juan de Colonia?
Mas venga ó no venga ya,
¿qué nos resta que saber? 135
¿Si decirme la verdad
no querrá, la pesadumbre
por evitarme? ¡Hará mal!
¡Pobre viejo, fiel y honrado!
¡Tal catástrofe á su edad! 140


Escena IV

 

JUAN y MARIPOSA.

 
MARIPOSA
    ¿Maese Juan?
JUAN
¿Quién va?
MARIPOSA
¡Yo!
Mariposa. ¿Puedo entrar?
JUAN
¡Sí! ¿Qué quieres?
MARIPOSA
Lo que siempre:
dar una vuelta no más
por vuestro cuarto; un instante 145
en torno vuestro girar,
y como una mariposa
que alza el polvo en un rosal,
quitaros los pensamientos
que devorándoos están 150
la existencia.
JUAN
Mariposa,
¿cómo te podré pagar
los cariñosos consuelos
que inútilmente me das?
En vano tu imperturbable 155
alegría, al derramar
en mi alma triste, da siempre
con su insensibilidad.
Tú vuelves siempre en el árbol
de mi tristeza á posar; 160
mariposa que posarse
cree en clavel primaveral,
y hallándole adormidera,
su acíbar gusta y se va;
mas tú le gustas, te alejas, 165
y para volver te vas.
MARIPOSA
Tal es mi instinto, maese;
mi naturaleza es tal.
Yo nací vueltas en torno
de los que amo para dar, 170
y procuro distraeros;
para daros de solaz
un punto; si no, ¿por qué
Mariposa me llamáis?
JUAN
¡Pobre Mariposa! No eres 175
tú, ni es ya nadie capaz
de alegrarme.
MARIPOSA
¿Qué tenéis?.
JUAN
Una tristeza mortal
que me roe las entrañas.
MARIPOSA
¿Por qué?
JUAN
¿Qué te importa un mal
180
que por mucho que te empeñes
no has de poder remediar?
MARIPOSA
¡Quién sabe! La alondra vuela
como el águila caudal,
y es un pájaro pequeño. 185
Contadme vuestro pesar;
consejo os daré ó alivio
tal vez.
JUAN
La fatalidad
no los tiene.
MARIPOSA
No es cristiano
vuestro modo de pensar. 190
La fatalidad es mora,
y á un buen cristiano, jamás
le abandona la esperanza,
que es cristiana; no hay pesar
que no tenga fin ó cura 195
en la tierra, maese Juan,
si el triste ó el pesaroso
bien con su conciencia está.
JUAN
Bien estoy yo con la mía.
MARIPOSA
Entonces, ¿por qué esquiváis 200
los consuelos, fraternales
de quien os los quiere dar,
llorando al menos con vos
lo irremediable, si lo hay?
JUAN
Es inútil, Mariposa: 205
mis duelos concluirán
dentro de muy poco tiempo,
dentro de un día quizás;
tal vez esta misma noche.
MARIPOSA
Me habéis dicho eso un millar 210
de veces; y unos tras otros
vienen los días y van...
y nunca llega ese día.
JUAN
Y acaso el que llegará
será otro.
MARIPOSA
No, maese;
215
ese otro día en que dais
en pensar, no querrá Dios
hacer para vos llegar.
Dios aprieta, mas no ahoga.
Mañana tras hoy vendrá; 220
no es siempre huracán el viento,
ni siempre el diablo ha de estar
detrás de la puerta.
JUAN
¿El diablo?
¡Si hubiera uno...
MARIPOSA
¡Callad,
no os oiga alguno, maese!... 225
JUAN
¡Tú desatinas!
MARIPOSA
Que le hay,
dice el vulgo, en esta casa.
JUAN
¿Le has visto tú?
MARIPOSA
¿Yo?... ¡Jamás!
¿Y vos?
JUAN
¿Yo?... ¡Yo no lo sé!
Puede que sí...
MARIPOSA
Pues mirad.
230
Si es que alguna vez al diablo
os decidís á evocar,
contad conmigo; yo soy
de acompañaros capaz
á evocarle; no hay mujer 235
lista que no sepa más
que el diablo, que no ha engañado
más que á la mujer de Adán;
y como yo no le engañe,
me dejo crucificar. 240
Pero hablemos formalmente,
maese: la soledad
es la peor compañera;
cuando un hombre triste da
en andar solo, los diablos 245
le suelen ir á tentar,
y acaba por ver visiones:
y ese va á ser el final
de estas soledades vuestras.
Vos habéis dado en andar 250
solo; veis á la familia
en la mesa nada más.
Comiendo, estáis distraído,
lleváis á. la boca el pan,
y le mascáis con trabajo, 255
y á la fuerza le tragáis.
Si os preguntan por Cuaresma,
respondéis por Navidad,
y parece que el cerebro
se os comienza á barajar. 260
¿Creéis que yo no tengo ojos?
¿Sin ellos creéis que están
doña Ana y el prebendado,
ante los cuales entráis
y salís como un fantasma 265
evocado nada más,
para con Juan de Colonia
veniros aquí á encerrar
como alquimistas que quieren
hacer de las piedras pan? 270
Un mes hace que está hecho vuestro
contrato matrimonial
con doña Ana, y hace un mes
que apenas la saludáis.
JUAN
Tienes razón, Mariposa. 275
Ruin, grosero y desleal
debo haberos parecido;
mas no te puedo explicar
lo que por mí está pasando.
MARIPOSA
Y lo que pasando está 280
por ella por lo que os pasa,
y no la queréis pasar,
¿creéis que es gloria? Pues oís
de lágrimas un raudal,
que la hace andar ojerosa, 285
y enflaquecer, y ayunar,
y estar en Babia de día,
y dormir de noche mal.
Y eso es lo que yo debí
deciros entrando; mas... 290
con mi maldita costumbre
de dar vueltas sin cesar
en derredor de mí misma
y en torno de los demás,
lo olvidaba.
JUAN
Y ¿qué es, en suma?
295
MARIPOSA
Que doña Ana os quiere hablar
ahora que está el prebendado
solfeando en la catedral
sus maitines.
JUAN
¿Que doña Ana
viene aquí?
MARIPOSA
La siento ya
300
abrir la puerta. Y ¿qué tiene
eso de particular,
si sois ya como si fuerais
casados en realidad?
JUAN
No; yo iré á hablarla á su cámara. 305
MARIPOSA
Ya es inútil; aquí está.


Escena V

 

JUAN y ANA. En el fondo, MARIPOSA.

 
JUAN
    ¡Ana!... ¡Tal paso!... ¿Tú aquí?
ANA
Excúsame, Juan, tal paso;
pero hemos llegado al caso
de que yo te busque á ti. 310
JUAN
Perdona, Ana, mi esquivez,
hija de un íntimo afán...
ANA
¡Tú esquivo conmigo, Juan!
¿Te di causa alguna vez?
JUAN
Nunca, Ana; mas no te asombre 315
mi esquivez inmerecida,
porque hay trances en la vida
que mudan el ser de un hombre.
ANA
Pueden á un hombre obligar
á mudar genio ó costumbres, 320
afanes y pesadumbres,
mas no su amor á esquivar.
Físicos ó espirituales,
del hombre á los males, Juan,
siempre lenitivo dan 325
las hembras que son leales.
Dió al hombre la mujer Dios
para consuelo en sus penas,
y van las mujeres buenas
del hombre afligido en pos, 330
Hombre que ama á una mujer
y de ella su pena esquiva,
de cumplir con él la priva
su más gustoso deber.
Y galán que de su dama 335
en sus pena se desvía,
con sus desvíos la envía
á decir que ya no la ama.
Desvíos heridas son
que en el corazón recibe, 340
porque la mujer no vive
más que con el corazón,
JUAN
Tienes razón, Ana mía;
mujeres como tú eres,
son ángeles, no mujeres, 345
que Dios á la tierra envía.
Y Dios, Ana, me es testigo
de que, por creerte tan buena,
es por lo que yo mi pena
esquivó partir contigo. 350
ANA
Al punto á que hemos llegado,
con tu esquivez no me avengo:
palabra dada te tengo,
palabra me has empeñado.
JUAN
¡No quiera Dios que yo cargue 355
tu alma buena con mi afán!
ANA
Óyeme: no quiero, Juan,
que mi estancia aquí se alargue.
Tu amor tengo en más estima
que el más preciado tesoro; 360
pero atiendo á mi decoro
cuanto tu mal me lastima.
¿Qué tienes, Juan, que ha dos meses
que andas tan triste y huraño?
Tu tristeza. me hace daño. 365
Su causa son intereses
menguados en tu fortuna,
según colijo.
JUAN
Mira, Ana...,
mis penas hoy ó mañana
tendrán solución alguna. 370
Ten paciencia un día más;
déjame solo con ellas.
ANA
No, Juan; mi fe ni mis huellas
nunca he de volver yo atrás.
Resuelta vine á saber 375
qué es lo que tanto te aqueja
y tanto de ti, me aleja;
habla, Juan, porque ha de, ser.
Yo te amo; mi amor pretende
partir tus penas contigo; 380
secretos tienes conmigo,
y que los tengas me ofende.
JUAN
No te debe de ofender;
quien ama con fe sincera,
no es posible que hacer quiera 385
á quien ama, padecer.
ANA
Menos lo es que esté en acuerdo
con tu opinión quien bien te ame;
déjame que á tu alma llame
la mía con un recuerdo. 390
Oye, Juan: Maluenda es
mi tutor y tu padrino;
me echó á su casa el destino
de estar tú en ella después,
y en esta casa al entrar 395
como en un hogar paterno,
de su santuario en lo interino,
te hallé sentado á su hogar.
Vivir me hacían aislada
por razones que aun no sé; 400
tu conducta siempre fué
por tu honradez alabada.
Yo sencilla, tú leal,
nadie nos iba á la mano.
Vi en ti, al llegar, un hermano 405
con sencillez fraternal,
Como en casa te tenía
tu labor de imaginario,
era mi placer diario
mirar tu imaginería. 410
De tus manos para ver
tus imágenes salir,
acostumbréme á vivir
todo el día en tu taller.
Mas mi sencillez, curiosa 415
de tu labor, alcanzaba
que en tu taller estorbaba
mi inutilidad ociosa.
Poco á poco, en tus figuras
mis manos poniendo fuí, 420
y ayudándote, aprendí
á estofar tus esculturas.
Tres años así vivimos
debajo del mismo techo.
Largo el tiempo, corto el trecho 425
de tu taller..., nos quisimos.
Y en vida tan familiar,
en que hoy, lo mismo que ayer,
juntos solemos comer,
juntos vamos á rezar; 430
y huérfana yo en la tierra,
y á ti prometida ya,
el mundo para mí está
en la casa que me encierra.
Mi esperanza, mi ventura, 435
mi compañía, mi amparo,
veo en ti cuanto me es caro
en mi existencia futura.
Como esos muros de piedra
en que la yedra se cría, 440
que íbamos á ser creía,
el muro tú, y yo la yedra.
Y hoy que un íntimo pesar
tu porvenir torna obscuro,
¿quieres la yedra del muro 445
en el turbión separar?
¡No! Si el huracán pedazos
yedra y muro debe hacer,
Juan..., el muro ha de caer
de su yedra fiel en brazos. 450
Habla, pues. ¿Qué tienes? ¡Di!
¡Habla, Juan; nada me arredra!
¡Yo soy para ti la yedra,
y tú el muro para mí!
JUAN
¡Ana de mi corazón... 455
tu corazón es de oro!
ANA
¿Lloras, Juan mío?
JUAN
Sí, lloro;
pero mis lágrimas son
de placer, de gratitud
al Dios que mi pena inmensa 460
con tu inmenso amor compensa
con tu inmensa virtud.
ANA
Pues bien; fía en mí tu pena.
JUAN
No es mía sólo.
ANA
No importa.
JUAN
Pues oye, Ana; será corta 465
mi relación.
ANA
Nórabuena.
JUAN
Un magnate en cuya fe
Juan Colonia y yo fiamos,
faltó, y ahora nos hallamos
sin quién crédito nos dé. 470
Millón y medio debemos,
a nuestra honradez fiado;
perdiérase lo gastado
y encarcelados seremos.
Seguirá otro nuestra empresa 475
con garantías mayores,
y al fin por estafadores
nos tendrán. Mi pena es ésa.
ANA
Y es grande, Juan, y me espanta,
mas Dios aprieta y no ahoga. 480
Fía en Dios, aunque la soga
sientas puesta en la garganta.
JUAN
¡Ana..., desespero!
ANA
Escucha:
mi tutor me ha dicho que era
de no sé quién heredera, 485
y que mi hacienda era mucha.
Casémonos; que se cobre
quien sea, aunque se malvenda.
¡Viviremos sin hacienda;
el corazón nunca es pobre! 490
JUAN
El tuyo no tiene par.
ANA
Toma uno y otra.
JUAN
No quiero.
A Juan de Colonia espero,
y aun tengo algo que esperar.
ANA
Si no hay nada, haremos feria 495
de cuanto tengo, mañana.
JUAN
No; con ello compras, Ana,
la deshonra y la miseria.
¡Nunca! Si Dios me abandona
ó no me ayuda el demonio, 500
conserva tu patrimonio
y olvídame.
ANA
¡Juan!...
JUAN
Perdona...
tan ruin desesperación,
¡mas hombre no puede ser
el que arruina á su mujer! 505
ANA
¡Juan..., tú pierdes la razón!
JUAN
Todo lo podré perder,
Ana, mas no el corazón.
ANA
¡Serénate!
JUAN
Estoy sereno.
ANA
Acepta.
JUAN
En vano porfías.
510
ANA
¡Te pierdes!
JUAN
Por noble y bueno.
ANA
¡Me pierdes!
JUAN
¡Son cuentas mías!
ANA
¡Me matas!
JUAN

 (Desesperado.) 

¡Y me condeno!
ANA
¡Dios mio!
 

(Golpes dentro.)

 
MARIPOSA
¡Llaman!
ANA
Me voy.
Si pierdes todo sostén, 515
no olvides que yedra soy
que adherida al muro estoy.
Si caes, á mis brazos ven.

 (Vase.) 

JUAN
¡Alma leal, donde arraiga
tan generoso heroísmo! 520
Solo caeré, cuando caiga;
no temas que el muro traiga
tras sí la yedra al abismo.


Escena VI

 

JUAN FERNÁNDEZ y JUAN COLONIA.

 
COLONIA
    ¡Juan!...
JUAN
Entrad. Sal, Mariposa.
 

(Vase MARIPOSA.)

 
¿Qué hay?
COLONIA
¡Juan..., todo se perdió:
525
Dinero, crédito y fama!
JUAN
¿Rehusan?
COLONIA
No hay transacción;
pagar cuanto ya se debe
y el medio cuento que yo
volví á tomar del depósito, 530
confiando en que el señor
don Luis de Acuña debía
volver al fin.
JUAN
Pero ¿no...
vuelve?
COLONIA
No.
JUAN
¿No hay esperanza?
COLONIA
Ninguna. La rebelión 535
se extinguió. Completo indulto
por los Reyes sé otorgó
á todos cuantos en armas
estuvieron.
JUAN
¿Y él...
COLONIA
Quedó
fuera de gracia, á no estar 540
para la Circuncisión
en su diócesis; ¡y faltan
seis días!
JUAN
¿No os ocurrió
pedirle de plazo...
COLONIA
¡Sí!
JUAN
¿Y rehusaron?
COLONIA
¡Mayor
545
afrenta nos hacen!
JUAN
¿Cuál?
COLONIA
Juan Barahona de Alós,
el morisco, está nombrado
en nuestra sustitución.
Mañana, á pesar de ser 550
Natividad del Señor,
vendrán á notificarnos
que nos demos á prisión.
¡Juan..., yo moriré de pena!
¡A mi edad tal deshonor! 555
¿Y mis hijos? ¿Y mi casa?
JUAN
Calmaos, padre; yo soy
el que pagaré por todos,
yo soy vuestro fiador.
COLONIA
¡No, no, Juan! Contra nosotros 560
han hecho conjuración.
Dicen que somos rebeldes,
que nunca fuimos en pro
de los Reyes, que el Cabildo
entero está en conexión 565
con nosotros, y el de Acuña...
que ¡quién sabe el bien señor
lo que pasará!
JUAN
Mas ¿cómo
él solo fué del perdón
exceptuado?
COLONIA
No es él solo:
570
con él están otros dos
de Burgos.
JUAN
¿Dos?
COLONIA
Uno es clérigo
y otro seglar.
JUAN
¿Quiénes son?
COLONIA
El Encapuchado y don
Lope de Rojas.
JUAN

 (Aparte.) 

¡Oh!
575
Van tres veces que esta noche
traen á mi imaginación
su memoria. ¡Hoy hace el año!
COLONIA
¿Qué piensas, Juan?
JUAN
Que es mejor
que durmamos... si podemos. 580
COLONIA
¡No podré!
JUAN
¡Tampoco yo!
Pero hemos hecho cuanto hombres
hacer pudieron. ¡Que Dios
se lo demande al de Acuña!
Tengamos resignación. 585
COLONIA
¡Tu resignación me espanta!
¡Ve da miedo hasta tu voz!
JUAN
Dejémoslo, buen anciano,
que lo pondremos peor
cuantas más vueltas lo demos. 590
Idos. Con Maluenda voy
á consultarlo esta noche,
y mañana... saldrá el sol...
y veremos lo que sale.
COLONIA
Sí: tal vez es lo mejor. 595
Me voy.
JUAN
Voy á acompañaros.
COLONIA
No; fuera tengo á Simón.
Quédate.
JUAN
Id, y todavía
no os desiesperéis, que Dios
ó el diablo aun pueden enviarnos 600
una buena inspiración.

 (Le conduce á la puerta, y al abrirla, ve á MARIPOSA, y dice:) 

¿Tú ahí, Mariposa? Alúmbrale.
MARIPOSA
Voy.
COLONIA
¡Adiós, Juan!
JUAN
¡Id con Dios!


Escena VII

 

JUAN FERNÁNDEZ.

 
    ¡Miserables de nosotros!
¡Vamos á ser la irrisión 605
de todo Burgos! ¡Oh, mengua!
Toda una vida de honor,
de honradez y de trabajo,
se va á hundir en el baldón
de una infamante sentencia. 610
Cuanto da al hombre valor
y decoro en sociedad,
dignidad, reputación...
mañana lo perderemos;
y hasta el nombre, porque en pos 615
de él irá la infamia echándolo
en cada letra un borrón.
Perderemos... ¿Qué me importa
lo que pierdan otros? ¡Yo
voy á perder para siempre 620
cuanto bien, cuanta ilusión,
cuanta esperanza mi alma
engañada atesoró;
y el único bien que ansiaba,
lo único que el corazón 625
me hacía latir, lo único
por lo que viví, el amor
de Ana! ¡Maldita la hora
en que á esta casa llegó!
¡Maldita la en que sentí 630
palpitar mi corazón
por ella! ¡Maldito todo
cuanto á ganar me ayudó
el suyo! ¡Malditas todas
mis imágenes, labor 635
perdida con que los templos
mi talento enriqueció!
¡Para verme abandonado
así en la tierra por Dios,
valiera más consagrarle 640
tanta rica creación
á un espíritu infernal
que las pagara mejor!


Escena VIII

 

JUAN y MARIPOSA, en la puerta á tiempo.

 
MARIPOSA
    ¡Maese Juan!
JUAN
¿Qué hay?
MARIPOSA
¡Dios mío!
¡Qué agitado estáis!
JUAN
¡Estoy
645
dado á Satanás!
MARIPOSA
Afuera
pregunta un hombre por vos.
JUAN
¿Quién es? ¿Qué quiere?
MARIPOSA
No sé.
Cuando Colonia salió,
se me entró puertas adentro; 650
dice que con precisión
tiene que veros.
JUAN
No quiero
ver á nadie.
MARIPOSA
Me siguió
aquí...
JUAN
¡Que entre noramala
el imprudente!
 

(MARIPOSA se va y cierra la puerta.)

 
ENCAPUCHADO
¡Aquí estoy!
655


Escena IX

 

JUAN y el ENCAPUCHADO.

 
ENCAPUCHADO
    ¡Buenas noches, maese Juan!
JUAN
¡Buenas! ¿Quién sois?
ENCAPUCHADO
Soy un hombre
que os estima.
JUAN
¿Vuestro nombre?
ENCAPUCHADO
No importa; sé vuestro plan,
y sé que daríais algo 660
al que os valga en él; yo tengo
medios de ello, y á eso vengo;
y soy hombre que lo valgo.
JUAN
¿Dónde he oído yo esta voz?
ENCAPUCHADO
No importa al caso mi faz 665
tampoco. Hablemos; fugaz
pasa el tiempo, y va veloz.
JUAN
¿Decía que mi afán sabéis?
ENCAPUCHADO
Mejor que vos.
JUAN
¿Y á servirme
venís?
ENCAPUCHADO
Si queréis oirme,
670
y también si no queréis.
JUAN
¿Aun contra mi voluntad?
ENCAPUCHADO
¿No os estabais dando al diablo?
Pues daos á mí, que os hablo
de seros útil.
JUAN
Hablad.
675
ENCAPUCHADO
Yo sé mucho.
JUAN
¿Qué?
ENCAPUCHADO
Sé todo
lo que saber os conviene.
JUAN
Y ¿qué es?
ENCAPUCHADO
Que el de Acuña viene.
JUAN
¿Viene?
ENCAPUCHADO
Sí; pero de modo
que en vez de valeros él, 680
su venida os perjudica.
Su Ilustrísima no es rica.
JUAN
¿No?
ENCAPUCHADO
Fernando é Isabel
toda su hacienda embargada
tienen; es la condición 685
impuesta á su sumisión.
De Acuña no esperéis nada.
Sus enemigos han hecho
contra él bando de bandidos,
y hoy todos sus protegidos 690
estáis con el agua al pecho.
JUAN

 (Vacilando.) 

¿Y...
ENCAPUCHADO
¿Ana? Hereda pingüe haber;
mas es si un hombre se muere
y si él dejársele quiero,
que por fuerza no ha de ser, 695
Si Ana se casa con vos,
lo hará, mas será desdoro
que paguéis vos con su oro
y os quedéis pobres los dos.
JUAN
¡Jamás tal imaginé! 700
ENCAPUCHADO
Ya lo sé; pero os lo digo...
porque de ambos soy amigo
y cuanto os concierne sé.
JUAN
¿Sabéis...
ENCAPUCHADO
Cuanto vos y ella
necesitáis hoy saber... 705
si la tomáis por mujer.
JUAN
Si no por mi mala estrella,
así fuera.
ENCAPUCHADO
Para ello
no hallaréis inconvenientes;
sois ricos é independientes. 710
JUAN
Estoy con el agua al cuello,
¿y me salís con que soy
rico?
ENCAPUCHADO
Y lo será doña Ana
también.
JUAN
¿Cuándo?
ENCAPUCHADO
Vos, mañana
si conmigo tratáis hoy. 715
JUAN
No os comprendo, y á creer
comienzo que...
ENCAPUCHADO
¿Qué?
JUAN
Que os burláis.
ENCAPUCHADO
Yo nunca me burlo, y vais
a empezar á comprender.
Para casaros con Ana 720
os faltan dos cosas.
JUAN
¿Dos?
ENCAPUCHADO
Saber quién sois ella y vos,
y cien mil doblas mañana.
JUAN
¿Ana...
ENCAPUCHADO
Es la hija postrera
de una familia proscrita 725
que asegurar solicita
su ventura venidera.
Y Ana prenda de cariño,
y vos de venganza prenda,
fuisteis dados á Maluenda 730
ella muy niña y vos niño.
JUAN
¿Y Ana...
ENCAPUCHADO
No preguntéis más
de esto; ya os prueba lo dicho
que yo no tuve capricho
de andar en burlas jamás. 735
Si os casáis con Ana, y fiel
la sois, os dará Maluenda
cuenta de ella y de su hacienda...
cuando se la den á él.
JUAN
Eso es lo que hoy ya no espero. 740
ENCAPUCHADO
Hoy ese afán os asalta
por el dinero que os falta;
mas yo os traigo ese dinero.
JUAN
¿Vos?
ENCAPUCHADO
¿No os estabais aquí
por dinero dando al diablo? 745
Pues de eso es de lo que os hablo.
JUAN
¿Sois...
ENCAPUCHADO
Haced cuenta que sí.
Veis que al ir á preguntarme
por Ana, os salí al encuentro;
no podéis, pues, lo que hay dentro 750
de vuestra mente ocultarme.
JUAN
¡Leéis en el pensamiento!
ENCAPUCHADO
Y sé bien que de otros dos
en quienes pensáis, con vos
habló Colonia ha un momento. 755
Y si de ellos os respondo,
es sólo porque veáis
que sé en qué agua os anegáis
y os puedo sacar del fondo.
JUAN
Los recuerdos que á asaltar 760
me vienen, ¿sabéis también?
ENCAPUCHADO
Sí; preguntadme por quien
me queríais preguntar,
no hay por qué de ello me extrañe;
mas de lo que en esta casa 765
pasa, preguntad con tasa
no más que lo que os atañe.
JUAN
¡Leéis en mi pensamiento!
ENCAPUCHADO
¡No! Dígoos lo que me toca;
de lo de otros, punto en boca, 770
preguntad, pero con tiento,
pues ya podéis calcular
que hombre no soy de venir
á Burgos á descubrir
lo que ellos quieren callar. 775

  (Aparte.) 

(¡Bravas tentaciones son
amor, miedo é interés!)
JUAN

 (Aparte.) 

(A pesar de mi aflicción,
comienzo á creer que atención
merece; veamos, pues.) 780
¿Los secretos de esta casa
sabéis vos?
ENCAPUCHADO
Tan conocidos
me son, que en ella escondidos
sé que hay tesoros sin tasa.
JUAN
¿Tesoros aquí?
ENCAPUCHADO
En talegas
785
con el oro hasta la boca;
mas fuera imprudencia loca
en mí dároslos á ciegas.
Quien la casa fabricó,
me fió á mí sus secretos; 790
los que os atañen, completos
puedo fiároslos yo.
JUAN
¿Sabéis, pues, quién la hizo?
ENCAPUCHADO
¡Sí!
Don Pedro Antonio de Rojas.
De esta puerta por las hojas 795
le sacaron ante mí
muerto; era yo muy pequeño.
JUAN
Y conocéis...
ENCAPUCHADO
¿A su hijo
don Lope? ¡Sí; era canijo,
desmedrado y zahareño! 800
Después se desarrolló;
clérigo á ser le forzaron;
tal vez le desesperaron,
y al fin al diablo se dió.
JUAN
Y ¿era él...
ENCAPUCHADO
Lo que os interesa
805
á vos, preguntar podéis;
lo de otros... no preguntéis,
pues vuestra cuenta no es ésa.
Don Lope de Rojas va,
por los muchos estropicios 810
que hizo, haciendo beneficios,
y hoy en penitencia está.
Con el Papa confesó,
y diz que el Papa le ha absuelto;
y volverá, si no ha vuelto... 815
y harto ya nos ocupó.
JUAN
¿Y el Encapuchado?
ENCAPUCHADO
Lucha
todavía encapuchado;
mas cuando esté asegurado,
él tirará la capucha. 820
JUAN
Y ¿sabéis...
ENCAPUCHADO
Yo lo sé todo,
ya os lo he dicho; pero estáis
perdiendo el tiempo, y lo vais
todo á perder de ese modo.
Preguntadme sobre cosas 825
que necesitéis saber.
JUAN
Decid.
ENCAPUCHADO
Habéis menester
mañana sumas cuantiosas.
JUAN
Esa no la necesito
saber; ya la sé, y me pesa. 830
ENCAPUCHADO
Mas no sabéis que más gruesa
es la que yo os facilito.
JUAN
¿Vos?...
ENCAPUCHADO
¡Yo!
JUAN
¿Con qué condición?
ENCAPUCHADO
A dárosla aquí me obligo
si de veniros conmigo 835
me firmáis obligación.
JUAN
¿Irme con vos? ¿Dónde? ¿Cuándo?
ENCAPUCHADO
No os deis á pensar diabluras,
porque os quedaréis á obscuras
aunque un mes estéis pensando. 840
El negocio es muy sencillo.
Rico, en país más caliente
que éste, necesito gente
para labrarme un castillo,
un puente, un templo, un palacio, 845
y, en fin, cien obras maestras;
necesito manos diestras,
y las busco con despacio.
Maese Juan de Colonia
y vos, fracasado habéis 850
en vuestra empresa, y os veis
ahora en una Babilonia.
Tras de lo que os ha pasado,
os conviene abandonar
por algún tiempo el lugar 855
en que habéis tan mal quedado.
¿Queréis que conmigo os lleve
después de satisfacer
todo aquí? Podéis poner
plazo á gusto, largo ó breve. 860
Uno que no juzgue extraño
al pueblo que abandonáis.
Cuando la obra concluyáis;
si os place, de hoy en un año.
JUAN
La propuesta, si es leal... 865
ENCAPUCHADO
No es tan mala: un año entero,
y á mano triple dinero
de vuestra deuda total.
JUAN
¡La propuesta es tentadora!
ENCAPUCHADO
El aceptarla os conviene,, 870
porque aunque el de Acuña viene,
viene sin dinero ahora,
y vos sin don Luis de Acuña...
JUAN
¿Sabéis...
ENCAPUCHADO
¡Ya veis que sé mucho!
Cuando me interesa, escucho, 875
y oigo crecer una uña.
Ya á escuchar estoy tan hecho,
que ahora que de oír se trata,
estoy oyendo la plata
y el oro bajo este techo. 880
JUAN
¿Aquí?
ENCAPUCHADO
Aquí. No os alarméis
con diabólicos antojos;
aquí os lo pondré á los ojos
para que vos lo contéis.
JUAN
¿Aquí?
ENCAPUCHADO
Os daré el medio cuento
885
que por fiador perdisteis,
los jorn ales que no disteis,
y cuanto hayáis hecho asiento
de pagar en vuestra empresa.
Concluiréis vuestra obra, 890
y al concluirla, de sobra
tendréis una suma gruesa;
porque es más lo que os daré
que lo que vos deseáis.
Si á venir os obligáis 895
al año, por vos vendré.
JUAN
¡Es grande la tentación!
ENCAPUCHADO
Os va la honra, la vida
social, la mujer querida;
cuanto tiene estimación, 900
á cuanto aspira y alcanza
el hombre sobre la tierra,
y el mayor placer que encierra
el de pagar: ¡la venganza!
JUAN
¿La venganza?...
ENCAPUCHADO
Os han vendido,
905
escarnecido, estafado,
y, en fin, os han afiliado
á político partido;
y mañana, con el Rey
para hacerse buen lugar, 910
encima os debe de echar
su injusto fallo la ley.
Pagad, y se vuelve el plato,
y se recobra la vida,
la honra, la mujer querida, 915
y... ¡Aceptad! ¡Es un buen trato!
JUAN
¡Creo que me fascináis!
ENCAPUCHADO
Es la excitación nerviosa
de vuestro afán; cualquier cosa,
maravilla imagináis. 920
No es más que la exaltación
de tantos días de afán,
porque mis frases están
acordes con la razón.
Es un contrato cualquiera: 925
vos necesitáis dinero,
yo os necesito, y os quiero
dar labor de Burgos fuera.
Por un puñado del oro
que os falta y á mí me sobra, 930
podéis salir de zozobra,
recobrar vuestro decoro,
la reputación perdida,
la libertad amagada,
la luz que os será quitada, 935
y, en fin..., ¡la mujer querida!
JUAN
¡Me estáis poniendo ¡ay de mí!
á punto de enloquecer!
ENCAPUCHADO
¿Dudáis?... ¿Necesitáis ver?...
¿Ver el oro? ¡Vedlo ahí! 940
 

(Toca en la pared á que está pegada la mesa, salta una tapa y tira sobre ella muchas talegas; una se rompe y rueda el oro por todas partes.)

 
JUAN
¡Ah!
ENCAPUCHADO
¡Ved! Contad. Dicen que es
placer de avaros villanos;
mas no, cogedlo á dos manos,
pagad y contad después.
Ese oro es la paz, la vida, 945
la virtud, la fe, el valor,
el porvenir, el honor,
y Ana, la mujer querida,
Ana, el ángel del hogar,
la yedra que se ase al muro; 950
todo eso os lo da seguro
ese oro con que pagar.
JUAN
¡Si!... ¡Si! Pagar y tener
libertad, honra, esperanza,
pan, lecho, hogar...
ENCAPUCHADO
¡Y venganza
955
y á doña Ana por mujer!
¡Firmad!

 (Le pone delante un pergamino.) 

JUAN
Dadme, y aunque vos
seáis el mismo Satanás...
ENCAPUCHADO

 (Interrumpiéndole.) 

Firmad...
JUAN
¡Tened!

 (Le da el pergamino firmado.) 

ENCAPUCHADO
¡Bien! ¡Jamás...
falta á nadie el diablo ó Dios! 960
 

(Mientras JUAN, fascinado por el oro, le contempla con febril asombro, el ENCAPUCHADO se va acercando á la puerta.)

 
JUAN
¡Me parece que me baño
el corazón en este oro!
¡Mío!... ¡Mío este tesoro!
¡Mío!...
 

(Mientras JUAN está embelesado con el oro, el ENCAPUCHADO se va de puntillas, diciendo:)

 
ENCAPUCHADO
¡Hasta de hoy en un año!

  (Vase.) 



Escena X

 

JUAN. Después MARIPOSA.

 
JUAN
    ¡Mío, Sí! ¡Con qué placer 965
calenturiento sepulto
en él mis manos, y á bulto
sus piezas hago correr!
¡Corre, sí, cascada de oro,
que representas la vida, 970
la libertad, el decoro,
la luz, la mujer querida,
cuanto ansío y cuanto adoro!
¡Corre, cascada brillante!
¡Vibra, sonoro metal; 975
cae de mis ojos delante,
deslumbrador, rutilante,
como un áureo manantial!

  (Pausa muy breve.) 

¡Ay! ¡Yo creo que deliro!
¡Todo ese oro!... ¡No le quiero! 980
¿Qué es lo que he hecho? ¡Caballero...
lleváosle! Mas ¿qué miro?
¡No está! ¡El delirio me acosa!
¡Se fué! ¿Si estará allá fuera?...
¡Mariposa!... ¡Mariposa! 985
MARIPOSA
¿Qué sucede? ¿Qué os altera?
JUAN
¡Llámale!
MARIPOSA
¿A quién?
JUAN
Al que estaba
aquí.
MARIPOSA
¿Por dónde se ha ido?
JUAN
¿Qué dices?
MARIPOSA
Que no ha salido
por ahí; yo le esperaba. 990
JUAN
¡No lo quiero!... ¡No lo quiero!
¡Voy tras él!...
 

(Coge atropelladamente la capa y el sombrera mientras dice: «¡No lo quiero! ¡No lo quiero», y al llegar á la puerta, sale MALUENDA.)

 


Escena XI

 

JUAN, MARIPOSA y MALUENDA.

 
MALUENDA
¿Adónde vas?
JUAN
¡No lo sé!
MALUENDA
¿Y ese dinero?
JUAN
Él me lo dió.
MALUENDA
Di primero
quién es él.
JUAN

 (Tiende la capa sobre el dinero, abraza con los brazos el sitio de la mesa en que está, como para cubrirlo y defenderlo, y dice:) 

¿Él? ¡Satanás!
995



Anterior Indice Siguiente