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ArribaJugada III

 

Habitación del prebendado LUIS DE MALUENDA: puerta en el fondo que da al exterior; ídem á la izquierda que da al gabinete de MALUENDA; chimenea grande á la derecha. Mesa en medio y muebles de la época.

 

Escena I

 

MALUENDA. Después MARIPOSA.

 
MALUENDA
    Este es el giro peor
que tomar pudo el asunto;
fortuna que ya está á punto
de tornar á fin mejor.

  (Llamando.) 

¡Mariposa!
MARIPOSA

 (Saliendo.) 

¿Qué mandáis?
5
MALUENDA
¿Dónde está Ana?
MARIPOSA
En su aposento.
MALUENDA
Dila que venga un momento.
MARIPOSA
Si antes licencia le dais,
Juan de Colonia quisiera
hablar con vos.
MALUENDA
Pues ya tarda.
10
¿Dónde está?
MARIPOSA
Aquí fuera aguarda.
MALUENDA
Y ¿por qué aguarda ahí fuera?
Colonia de casa es.
MARIPOSA
Como esperabais...
MALUENDA

 (Interrumpiéndola.) 

No importa;
es prudente, y siempre es corta 15
su visita; que entre, pues.


Escena II

 

MALUENDA y JUAN DE COLONIA.

 
COLONIA
    Muy buenas noches, señor
prebendado.
MALUENDA
¿Qué tenemos,
mi buen Colonia? ¿A estas horas
vos por esta casa?
COLONIA
Vengo,
20
á ver á Juan; pero mi hijo
Simón me ha dado el consejo
de que á hablar no entrara á Juan
sin hablar con vos primero.
MALUENDA
Y el consejo fué bien dado. 25
COLONIA
Pues ¿qué es lo que hay?¿Está enfermo?
MALUENDA
Enfermo precisamente
no está. No tiene su cuerpo
lesión ni dolencia alguna
que necesite del médico; 30
pero está malo.
COLONIA
¿Está malo,
y no lo está? No os comprendo.
MALUENDA
Pues así es, como os lo digo.
Se le ha metido en los sesos
que ha hecho pacto con el diablo, 35
y no hay quien le apee de ello.
COLONIA
Pues antes de ayer me envió
una epístola diciendo
que hoy, esta noche, le urgía
que sus cuentas y su cuento... 40
porque es un cuento, un millón,
la suma que le devuelvo,
quedaran en su poder,
y se los traigo.
MALUENDA
En efecto;
hoy es cuando dice Juan 45
que debe de estar dispuesto
á todo, porque hoy el plazo
cumple del pacto que ha hecho.
COLONIA
¡Jesús! Pues ¿qué es lo que así
le ha barajado el cerebro? 50
MALUENDA
No hemos podido sacárselo;
pero como el plazo puesto
por el diablo es esta noche,
de él esta noche saldremos.
COLONIA
Siendo así, ya pocas son 55
las aguas malas.
MALUENDA
Yo espero
que al fin esta noche, ó él
desengañado, ó resuelto
el enigma de su pacto,
volverá en sí.
COLONIA
Lo deseo
60
con el alma; porque ahora
que los bandos concluyeron,
que hay justicia vigorosa,
que las artes y el comercio
prosperan, que no hay un grito, 65
ni un robo, ni un descontento,
ni un desterrado; que todos
á sus hogares han vuelto,
y que el perdón de los Reyes
es sin restricción...
MALUENDA
Completo,
70
padre Colonia; absoluto;
diez días ha que vinieron
las órdenes de los Reyes
y del Nuncio, previniendo
que hasta don Lope de Rojas 75
volviera á tomar asiento
y congruas en el Cabildo.
COLONIA
Y cuando á ése le han absuelto...
MALUENDA
¡Ya puede venir el mismo
Encapuchado!
COLONIA
¡Qué buenos
80
sustos nos dió aquel maldito
Encapuchado en aquellos
días de sitio!
MALUENDA
En aquellas
noches diréis; mas todo eso
es ya cosecha vendida, 85
cuenta rota y cuentos viejos.
COLONIA
Es verdad. ¿Conque es decir
que al pobre Juan ver no puedo?
MALUENDA
Sí que podéis, buen Colonia;
vos sois hombre circunspecto, 90
y con no daros con él
por entendido...
COLONIA
No tengo
más que hacer que darlo todas
las cuentas, que están con sellos
del juez, y la carta-orden 95
para el señor tesorero
del señor don Luis de Acuña,
quien, como le devolvieron
los Reyes hacienda y renta,
hace más de mes y medio 100
que sus cuentas con nosotros
ha saldado por completo,
y es lo que cobrarle falta
y pide Juan; aunque el crédito
sabe ya que lo tenía 105
yo en mi poder, pero feo
me pareció ir á cobrar
con premura.
MALUENDA
Por supuesto.
Lo que hagáis, estará bien;
id y despachad, que luego 110
iré yo.
COLONIA
Que Dios os guarde,
señor Maluenda.
MALUENDA
Id, buen viejo.
¡Mariposa! Alumbra á Juan
de Colonia... ¡y con respeto!
 

(Sale MARIPOSA.)

 
MARIPOSA
Perded cuidado.
MALUENDA
Y avisa
115
á Ana.
MARIPOSA
Os la envío al momento.


Escena III

 

MALUENDA y ANA.

 
MALUENDA
    ¡Bravo hombre! De éstos hay pocos;
la raza se va perdiendo.
Setenta años tiene, y marcha
con, cuerpo y alma derechos. 120
Dios ponga tiento en su lengua
con Juan, y a mí me dé tiento
con él también esta noche,
pues no sé por qué me temo
alguna diablura. Vaya, 125
ya viene Ana. Comencemos
á allanar dificultades.
ANA
¿Puedo entrar?
MALUENDA
¡Adentro! ¡Adentro!


Escena IV

 

MALUENDA y ANA.

 
ANA
    Fué á decirme Mariposa...
que me llamabais.
MALUENDA
Es cierto.
130
Necesito hablar contigo;
conque siéntate, y hablemos.
¿Quieres mucho á tu marido?
ANA
Con el alma. ¡Era tan bueno!...
MALUENDA
Y volverá á serlo.
ANA
¡Nunca!
135
¡Loco está!
MALUENDA
Reflexionemos,
Ana.
ANA
¡Está loco! Está loco
para siempre; no hay remedio.
MALUENDA
Yo espero que le haya; escúchame:
si de esta noche podemos 140
sacarlo y desengañarle...
ANA
Esta noche es la que temo
yo.
MALUENDA
Es natural; tiene fijo
en el plazo el pensamiento.
ANA
Pero decidme, señor 145
prebendado, vos que de eso
debéis entender, ¿podrá
ser verdad que...
MALUENDA
¡Ni por pienso!,
ANA
Es que dicen que esta casa...
MALUENDA
¡Hablillas del vulgo necio! 150
También á mí me lo han dicho;
mas si le tiene en efecto,
sólo es guardián que nos vela,
y no espíritu molesto.
ANA
Es verdad. Mas yo ya dudo... 155
MALUENDA
Fía en mí. A lo que comprendo,
Juan, en la fiebre del oro
que le acosaba, al infierno
invocó cuando á su cuarto
entró el que venía el préstamo 160
a proponerle.
ANA
Mas ¿quién
pudo...
MALUENDA
Cualquiera, sabiendo
la situación del negocio,
que era público, y por buenos
pagadores reputándoles, 165
pudo intentarlo y hacerlo.
Juan, en la fiebre del oro,
firmó el trato; y el dinero
al ver delante de sí,
debió de hacerle un efecto 170
tal en la imaginación,,
que olvidado del sujeto,
y recordando que al diablo
invocaba en el momento
de entrar él, cree ahora que es 175
el diablo quien le hizo el préstamo
ANA
Pero si dice que el hombre
desapareció.
MALUENDA
En efecto;
si el que era vino á salvarle
con un favor, caballero, 180
para guardar el incógnito,
dió la vuelta lo más presto
que pudo. Si era un judío
que hacer negocio logrero
se propuso, en cuanto lo hizo 185
se fué con su documento
firmado; Juan, viendo el oro,
no le vió á él, y así entiendo
yo la desaparición
y el hallazgo del dinero. 190
ANA
¿Y Mariposa, que dice
que no le vió?
MALUENDA
Si durmiendo
se estaba ella en la antesala
cuando él se fué, yo lo creo.
¡Buen testigo es Mariposa! 195
Tan bueno como el insecto
cuyo nombre le habéis dado
por su ligereza; pero
vamos á ver si esta noche
convencer á Juan podemos. 200
ANA
Si hoy cumple en verdad el plazo
y viene el que es...
MALUENDA
Le veremos.
¿Qué puede pedir? La suma
con un interés inmenso
tal vez; pero entrará en cuentas, 205
y aunque cobre algún exceso,
se le pagará, que ahora
lo que nos sobra es dinero.
ANA
Es que lo que dice Juan
no es que ha de venir por ello, 210
es que ha de venir por él.
MALUENDA
En fin, si viene, veremos
á lo que viene, y si no,
á Juan tranquilizaremos.
Venga ó no venga, tú estate 215
prevenida á todo evento,
y ayúdame á preparar
á Juan; porque lo que quiero
yo, que venga ó que no venga,
es que esta noche acabemos. 220
ANA
Y yo también, porque paso
algunas...
MALUENDA
Pues ¿dió en extremos
Juan?
ANA
Al principio era sólo
manía de contar cuentos
de aparecidos..., visiones 225
de anacoretas...; con ellos
me entretenía escuchándole.
¡Después empezó proyectos
raros á hacer, y á echar planes
de grandes viajes, de inmensos 230
trabajos, maravillosos
y babilónicos, hechos
por encargo de un gran príncipe
que reina lejos..., ¡muy lejos!
Pero empezó con Diciembre 235
á formular sus primeros
delirios con el demonio,
y a contar casos horrendos
de pactos con Satanás;
hasta que anteanoche, en medio 240
de las tinieblas, convulso
de afán, de sudor cubierto,
le sentí que me abrazaba
arrancándome del sueño,
y me decía al oído 245
muy bajo: «¡Ana, soy un réprobo!
¡Me he vendido á Satanás,
y venir por mí le siento!»
Di un grito; en la obscuridad
sujeté sus brazos trémulos, 250
y él diciéndome seguía:
«¡Háblame, Ana; tengo miedo!»
Mas yo no podía hablarle.
Encendí luz..., y en el lecho
me lo encontré incorporado, 255
pálido como un espectro,
desencajados los ojos
y erizados los cabellos.
Entonces yo fuí, señor,
yo fuí la que tuve miedo. 260
Muda, aterrada y atónita,
le contemplé; los reflejos
de la lámpara á los ojos
asestándole, volviéndolos
él á la luz, poco á poco 265
fué desenarcando el ceño;
una sonrisa tristísima
poco a poco apareciendo
fué en sus labios contraídos,
y, al fin, los brazos al cuello 270
echándome, rompió en llanto,
y yo recobré el aliento.
MALUENDA
Y ¿en fin...
ANA
Volvió el infeliz
á cobijarse, diciendo:
«¡Perdóname, Ana; soñaba, 275
y son horribles mis sueños!
Mata la luz, y volvamos
á dormirnos, si podemos.»
¡Y no pudimos! Los dos
nos quisimos en silencio 280
engañar el uno al otro,
y el sol nos halló despiertos.
MALUENDA
Y ¿recordó al otro día...
ANA
No; desde entonces no ha vuelto
á decirme una palabra; 285
pero es peor su silencio.
MALUENDA
Ana, es preciso arrancarle
de ese delirio funesto;
es preciso hablar á su alma;
es preciso que en el pecho 290
le busques el corazón,
ahogado por el cerebro.
Apaga su fantasía
con la fe y el sentimiento.
ANA
Lo intentaré, mas será 295
en vano.
MALUENDA
Voy á traértelo.
No quiero que se esté solo
en su cámara un momento.
Voy á que Juan de Colonia
le deje en paz, porque quiero 300
que esta noche reunidos
todos en familia estemos.
ANA
Yo también.
MALUENDA
Pues voy por él,
y á Mariposa te dejo.
¿Mariposa?
MARIPOSA

 (Saliendo.) 

¿Señor?
MALUENDA
A Ana
305
acompaña mientras vuelvo.


Escena V

 

ANA y MARIPOSA.

 
MARIPOSA
    Me manda que compañía
te haga; lo que en buen romance,
significa... á todo trance,
«que reviente ó que se ría». 310
¿Quieres, pues, Ana, empezar
por un lado á sonreír?
Porque, ó tú te has de reir,
Ana, ó yo he de reventar.
ANA
¡Cuánto envidio, Mariposa, 315
tu inagotable alegría!
MARIPOSA
Es naturaleza mía,
y en el alma me rebosa.
ANA
No tomas á pechos nada.
MARIPOSA
Tomo al tiempo como viene. 320
ANA
Yo no puedo.
MARIPOSA
Por higiene
debías tú...
ANA
Ya casada,
¿cómo no me han de apenar
las penas de mi marido?
MARIPOSA
¿No tienen plazo, y cumplido 325
hoy do debe de quedar?
ANA
Él lo dice.
MARIPOSA
Pues mira, Ana,
deja que el plazo concluya,
y cantarás aleluya,
ó te apenarás mañana. 330
ANA
Todo lo tomas á juego,
nada hay para ti formal.
MARIPOSA
Ni hay pena que por mortal
no tomes tú desde luego.
¿Qué dice Juan? Que ha hecho pacto 335
con un diablo que vendrá
por él aquí hoy. ¡Ojalá
que sea un demonio exacto!
ANA
¡Jesús!
MARIPOSA
Déjale venir.
Maluenda es grande exorcista, 340
y no hay diablo que á su vista
ose con Juan embestir.
En cogiendo él el hisopo,
veras, aunque sea un diablazo,
cómo al primer hisopazo 345
se va sacudiendo el jopo.
ANA
Eres capaz, Mariposa,
de reirte de tu entierro.
MARIPOSA
Es que yo nunca me aterro,
como tú, por cualquier cosa. 350
ANA
¿Cualquier cosa un miedo tal
que trastorna su razón?
¡Tú no tienes corazón,
Mariposa, y me haces mal!
MARIPOSA
Corazón de sensitiva, 355
si corazón no tuviera
Mariposa, no viniera
á alegrarte compasiva.
Yo creo en Dios, y no creo
en el diablo en quien tú crees, 360
y ni veo lo que ves,
ni ves tú lo que yo veo.
ANA
Bien ves que me estoy ahogando.
MARIPOSA
Y porque te veo ahogar,
para ayudarte á nadar 365
te estoy una mano dando;
pero tú me la rechazas
en tu egoísta aflicción,
negándome un corazón
que tú misma despedazas. 370
Escucha, Ana: desde niñas
vida común hemos hecho;
mi madre te dió su pecho;
juntas las siembras y viñas
de Quintanilla corrimos, 375
al par con las mariposas
que alegraban revoltosas
sus espigas y racimos.
Crecimos, y una mañana
nos vinieron á decir 380
que tú te debías ir
de allí, y que no eras mi hermana.
Yo no pude comprender
cómo mi hermana no era
la de quien la vida entera 385
vi con la mía correr,
y dije: «Donde Ana vaya
tengo de ir yo»; á ti me así,
y vine cosida á ti
como la alforza á la saya. 390
Diéronnos aquí á entender
que tu vida era un misterio;
tú lo echaste por lo serio,
yo no lo quise creer.
Un misterio que te hacía 395
dichosa y acomodada,
que no te estorbaba en nada,
ni con Juan que te quería,
misterio me pareció
que no me debía hacer 400
esta alegría perder
que Dios al nacer me dió.
Tú al revés: preocupada
con tu insondable misterio,
has llevado por lo serio 405
tu desdicha imaginada.
Sensitiva impresionable,
de fe y sentimiento rica,
tu buena fe santifica
tu tristeza inexplicable; 410
y somos, en conclusión,
Ana ingrata, dos mujeres
de distintos caracteres,
pero de buen corazón.
Y si no, ¿quién en el duelo 415
de tu ruin melancolía
te daba con su alegría
fuerza, esperanza y consuelo?
Di, tórtola quejumbrosa:
¿cuándo en esas horas malas 420
aire al alma con sus alas
no te dió tu Mariposa?
¿Cuándo no ha tomado á empeño
alegrar tu pena santa,
como pájaro que canta 425
para placer de su dueño?
¿Quién amparó tus amores?
¿Quién de tu amor los pesares
arrulló con sus cantares,
como hacen los ruiseñores? 430
¿Quién el lecho te mullía?
¿Quién el sueño te velaba?
¿Quién, de tu cariño esclava,
vivió á tus pies noche y día?
Sensitiva cosquillosa 435
que te crispas con exceso...,
dóblate á tomar el beso
que te da tu Mariposa.
ANA
Dámele, y á mi aflicción
perdona nimios agravios. 440
MARIPOSA
Tómale, y mira en mis labios
si sientes mi corazón.
ANA
¡Cuánto, hermana, te agradezco
que me hayas hecho á la par
llorar y reir, por dar 445
consuelo á lo que padezco!
MARIPOSA
Volvamos, pues, á tu pena,
y déjame, si á ello alcanza
mi fe, que te dé esperanza
en tu mala Nochebuena. 450
ANA
Tengo de ella mucho miedo.
MARIPOSA
Yo no.
ANA
A mí no se me pasa
lo de que anda un diablo en casa.
MARIPOSA
Sí que anda, pero anda quedo.
ANA
¿Le has visto?
MARIPOSA
En la casa anduvo
455
la Nochebuena en que Juan
riñó con el Capitán;
y bien con él se las tuvo
el diablo, á lo que escuchar
pude tras la puerta alerta; 460
y aun ver creí por la huerta
con él al diablo cargar.
ANA
Eso viste, ¿y lo has callado?
MARIPOSA
Yo sé que en casa algo pasa,
pero no hay diablos en casa. 465
ANA
Pues ¿y el del año pasado?
MARIPOSA
Yo de Juan el aposento
abrí á un hombre, que escapó,
sin duda, mientras que yo
me ausenté por un momento. 470
Quienquier que fuese, un tesoro
vino á tiempo á dar á Juan;
y Ana, los diablos no dan,
para hacer iglesias, oro.
Si cree Juan que hoy es el día 475
del plazo, y que el diablo era,
ó ésta es su noche postrera,
ú hoy cura de su manía.
ANA
¡Jesús!
MARIPOSA
De misterios, creo
los de la fe, y nunca he visto 480
diablos, ni adonde yo asisto
creo más que lo que veo.
Si aquel hombre era un demonio,
era un demonio auxiliar,
pues vino á Juan á salvar 485
y á, allanar tu matrimonio.
La primera vez que vino,
nos libró del Capitán;
la otra, millones dió á Juan;
no es un diablo tan dañino. 490
Conque déjale llegar,
que no armará un terremoto
siendo un diablo tan devoto
y en casa tan familiar.
ANA
Capaz eres, Mariposa, 495
de animar al mismo miedo.
MARIPOSA
Yo, aturdida no me quedo,
como tú, por cualquier cosa.
ANA
De todas maneras, Juan
me da mucha compasión. 500
MARIPOSA
Y tienes mucha razón;
mas hoy saldremos de afán.
Siento á Maluenda venir
con él. Da aliento á su alma,
y hazle que espere con calma, 505
si viene, al que ha de venir.
ANA
En el afán que me acosa,
yo haré cuanto pueda hacer.
MARIPOSA
Llámame si has menester
de mí.
ANA
Gracias, Mariposa.
510


Escena VI

 

ANA, MALUENDA, JUAN y MARIPOSA. JUAN, pálido y sombrío, entra delante de MALUENDA, como conducido allí por éste. ANA les sale, al encuentro. MARIPOSA viene detrás de MALUENDA. Acercan un sillón a JUAN, que se sienta al fuego con decaimiento.

 
MALUENDA
    ¡Eh! Ya estamos aquí todos
juntos. ¡Acércate, Juan!
¡Sé hombre!
JUAN
Vos le habéis visto
conmigo.
MALUENDA
Y ¿nos hizo mal?
JUAN
Es que aquél era y no era. 515
MALUENDA
¡Que siendo hombre seas capaz
de dejar que te domine
superstición tan vulgar!
JUAN
Tenéis razón; lo comprendo
yo mismo; veo que está 520
con el sentido común
en contradicción..., y están
los libros llenos de casos
de esos... Los oí contar
desde muy niño en la escuela; 525
y lo que en aquella edad
se aprende..., se queda siempre
impreso... Sí que vendrá.
¡Es infalible..., á las ánimas,
y creo que van á dar! 530

  (Con espanto.) 

MALUENDA
Falta mucho todavía.
JUAN
¿Mucho?... Permitidme hablar
con Ana..., pero avisadme
cuando estén para dar ya.
 

(Vanse MALUENDA por la izquierda y MARIPOSA por la puerta del fondo.)

 


Escena VII

 

ANA y JUAN.

 
ANA
    Serénate, Juan; medita 535
que no es posible que sea
lo que dices; no hay quien crea
lo que á ti el juicio te quita.
JUAN
Yo mismo no me convenzo
de que lo puedo creer; 540
pero lo creo, y al ver
que lo creo, me avergüenzo.
ANA
Mas ¿cuál es tu compromiso?
¿Qué firmaste?
JUAN
No lo sé. 545
Le llamó..., vino... y firmé
sin mirarlo... lo que quiso.
Yo necesitaba oro,
mucho oro...; fiebre sentía
de oro..., y en tal agonía 550
no vi más que aquel tesoro.
Aquel oro era la vida,
la libertad, el honor,
el porvenir, el amor,
Ana, la mujer querida. 555
Se apareció de improviso.
ANA
¿Se apareció?
JUAN
Le evoqué
yo mismo... y vino... y firmé
yo no sé qué... lo que él quiso.
Yo necesitaba oro; 560
aquel oro era mi vida,
mi honor, la mujer querida,
eras tú; con tal tesoro
al otro día salvé
vida, porvenir, honor; 565
logré tu mano, y de amor
embriagado..., le olvidé.
Mas según fué poco á poco
pasando el año..., en Septiembre
me acordé de él..., en Noviembre 570
le tuve miedo..., y no invoco
ya á Dios, porque ya no puedo;
y hoy ya no acierto á pensar
más que en la hora que va á dar.
¡Háblame, Ana! ¡Tengo miedo! 575
¡Háblame!...
ANA
¡Juan, desvarías!
Recuerda las circunstancias
de la escena. ¿Qué ganancias
te pidió? ¿Qué granjerías?
JUAN
Ninguna; dijo: «Os daré 580
más de lo que deseáis
si á venir os obligáis
al año; por vos vendré.»
ANA
Recuerda bien; no te pones
en situación; no te cuidas 585
más que de ésa, Juan, y olvidas,
sus restantes condiciones;
porque lo que él vino á hacer
fué un buen negocio, y sin duda,
al veniros en ayuda 590
sabía que lo iba á ser.
JUAN
Ana, él lo sabía todo.
« Pregúntame», dijo; y yo
le pregunté, y él me dió
los medios, la causa, el modo 595
de vivir de ellos, de ti,
de mí, de todos; sabía
tu historia, la de él, la mía.
ANA
¿La tuya y la mía?...
JUAN
Sí.
De una familia proscrita 600
tú heredarás grande hacienda;
y á mí, de venganza prenda,
no sé quién me necesita.
Nada ignoraba; de modo,
Ana, que él tiene que ser; 605
sólo Dios y Lucifer
son los que lo saben todo.
ANA
¡Dios mío, se vuelve loco!
JUAN
No, Ana, no; estoy en mi acuerdo.
Escucha lo que recuerdo, 610
porque el tiempo es ya muy poco.
Yo le firmé su papel,
y en él sé bien que me obligo,
en el plazo que te digo...
nada más que á irme con él. 615
ANA
¿A irte?
JUAN
Sí.
ANA
¿Dónde?
JUAN
Lo ignoro,
mas fué el trato. ¡Lo recuerdo
bien! ¡Y si me voy, te pierdo,
Ana, y yo te amol ¡Te adoro
más que nunca en esta hora 620
en que estoy para partir,
porque por mí ha de venir
y la angustia me devora!
Ana, mi única pasión,
según se acerca el momento, 625
que se me desgarran siento
las telas del corazón...
Tú sola en él has entrado;
tú sola, tú. Desde niño
no he tenido otro cariño; 630
ni aun á mis padres he amado,
pues nunca los conocí;
antes de verte, quería
mi arte, mi imaginería;
pero después, sólo á ti. 635
Pensar que te he de dejar
y que te voy á perder,
es lo que de enloquecer
me hace tan próximo estar.
Porque siento que vacila 640
mi cerebro, Ana, y á veces
comprendo que mil sandeces
mi superstición apila;
que en lo posible no se halla
lo que yo creo haber hecho, 645
y las dudas en mi pecho
se dan furiosa batalla.
ANA
No puede ser.
JUAN
Mas ¿si fuera?
Los libros dicen que puedo.
Que fuera él, sé que excede 650
toda razón..., mas ¿si él era?
¡Ay! Sea ó no sea él,
aun no siendo más que un hombre
de quien ignoro hasta el nombre,
yo lo he firmado un papel, 655
y en él sé bien que me obligo
á seguirlo en el momento
que venga..., y venir le siento,
y si viene...
ANA
Ni un testigo
tiene, Juan; fué una sorpresa 660
puedes decir...
JUAN
Es inútil;
toda razón será fútil.
Él dirá: «Tu firma es ésa»;
y armado de su papel,
me puede con él llevar, 665
y te tendré que dejar
para marcharme con él.
Porque tú, Ana, no querrás...
ni es justo... ni yo te puedo
obligar... ¡Ay! ¡Tengo miedo 670
de perderte, Ana!
ANA
¡Jamás!
Somos marido y mujer,
Juan; y unidos ante Dios,
nadie puede entro los dos,
lo hecho ante Dios deshacer. 675
Si tienes obligación
de irte, yo iré donde vayas.
No habrá clima,, no habrá playas,
mar, desierto ni rincón
de la tierra conocida, 680
donde yo tras ti no arribe.
Juan..., la buena esposa vive
de su esposo con la vida.
Como esos muros de piedra
donde la yedra se cría 685
somos, Juan ¡Tu vida es mía,
y el muro tú, yo la yedra!
 

(Se abrazan.)

 
JUAN
¡Ana de mi corazón,
tú me haces volver en mí!
 

(Aldabonazo á la puerta exterior, lejos.)

 
ANA
¡Dios mío!
JUAN
¡Llamaron!...
ANA
¡Sí!
690
JUAN
¡Aun las ánimas no son!


Escena VIII

 

ANA, JUAN y MALUENDA. Luego MARIPOSA.

 
ANA

 (Á MALUENDA.) 

    Llamaron,
MALUENDA
¿Quién puede ser?
JUAN
¡No abráis!... ¡No abráis!
MALUENDA
Juan, si él fuera
por la puerta no viniera;
de llamar no ha menester. 695
MARIPOSA

 (Saliendo á la puerta.) 

¡Señor!...

 (Á MALUENDA, quedando indecisa.) 

MALUENDA
¿Qué traes?
ANA

 (Impaciente.) 

¡Di, por Dios!
MARIPOSA
Traigo al diablo de mí en pos.
MALUENDA
¿Qué es lo que hablas?
MARIPOSA
Sé lo que hablo.
Aguardábamos un diablo,
pero creo que son dos 700
los que á casa dan la vuelta.
MALUENDA
¿Dos?...
MARIPOSA
Dos. El que llama es otro.
MALUENDA
Acaba, y tu diablo suelta,
que nos tienes en un potro.
MARIPOSA

 (Anunciándole.) 

Ahí va. El capitán Revuelta. 705
JUAN
¡El Capitán!
MALUENDA
Dile que entre.

 (Á JUAN, que se levanta.) 

¿A dónde vas?
JUAN
Por mi espada.
MALUENDA
Juan, no es tuya esta jugada;
no quiero que aquí te encuentre.
JUAN
Si mi ruin superstición 710
puede al diablo darme miedo,
guardar de un hombre no puedo
la cara ni el corazón.
MALUENDA
Si te les viene á buscar,
yo haré que te les encuentre. 715
 

(Aparece el CAPITÁN en la puerta y oye decir á MALUENDA:)

 
Éntrate allí.


Escena IX

 

CAPITÁN saliendo. ANA, JUAN, MALUENDA, el CAPITÁN y MARIPOSA. En la primera parte de esta escena, á una señal de MALUENDA, MARIPOSA arregla muy brevemente la mesa con lo necesario para ello que habrá en un aparador; tan brevemente, que no interrumpa la narración del CAPITÁN.

 
Que no entre,
porque habrá que irle á llamar.
JUAN
No tendréis ese trabajo.
CAPITÁN
No os hinchéis como una esponja
con la ira; soy una monja, 720
no un capitán; tened cuajo.
Ved; de mi cinto en los broches
no hay garfio ni gavilán
para espada.

  (Volviéndose á MALUENDA.) 

Buenas noches,
don Luis.
MALUENDA
Buenas, Capitán.
725
CAPITÁN

 (Mirando á JUAN y á ANA.) 

¿Estos mozos son ya esposos?
MALUENDA
Sí; ya lo son.
CAPITÁN
¡Lo celebro!

  (Aparte.) 

(Aun la iba á echar un requiebro.)
Que Dios les haga dichosos.
MALUENDA
¡Gracias! Mas esta visita 730
en que con asombro os hablo,
¿á quién debemos?
CAPITÁN
Al diablo,
que me ha dado aquí una cita.
TODOS
¿El diablo?
CAPITÁN
Así es la verdad;
mas no vais á comprender 735
si no os doy un hilo.
MALUENDA
Á ver,
Capitán; vuestro hilo hilad.
CAPITÁN
Pues es toda una leyenda
de un cuento caballeresco;
aunque el cuento ya no es fresco. 740
Mas decid, señor Maluenda,
¿estáis en casa de pie
siempre?
 

(Se sientan.)

 
MALUENDA
Excusad el descuido.
CAPITÁN
Creo que os ha sorprendido
mi visita, y no hay por qué. 745
Vais á ver, si me escucháis,
que es la cosa más sencilla
del mundo.
MALUENDA
Como en Castilla
no os creíamos...
CAPITÁN
Y estáis
en la verdad; aposento 750
me han dado, y no he estado mal,
lejos.
MALUENDA
¿Dónde?
CAPITÁN
En Portugal.
MALUENDA
¿En qué sitio?
CAPITÁN
En un convento.
MALUENDA
¿De qué ciudad?
CAPITÁN
De Coimbra.
Por cierto que haciendo están 755
gran templo en él, y ya van
asentándole la cimbra.
Mucho podía ganar
allí un buen imaginario.
MALUENDA
A tan lejano santuario, 760
¿cómo fuisteis á parar?
CAPITÁN
Cuando en la edad venidera
se ocupen de nuestras cosas,
han de encontrar muy curiosas
las cosas de nuestra era. 765
me atrapó aquí, me llevó
al castillo, y me plantó
del patio en mitad, cercado
de todos los capitanes
rebeldes, sus compañeros; 770
conocidos caballeros
todos: el señor de Blanes,
Zúñiga, Quintana Orduña,
Velasco el Comendador,
Castro, y por fin, el señor 775
obispo don Luis Acuña.
Competente era el senado
para su intento; y así,
puesto delante de mí,
me dijo el Encapuchado: 780
«Os desarmé por sorpresa;
os voy, pues, á devolver
vuestra espada; mas va á ser
con la condición expresa
de que quedará el vencido 785
a merced del vencedor,
como en un campo de honor
ante jueces mantenido.
¿Aceptáis?» Dije que sí.
Yo pensaba ahorcarle á él; 790
conque era torta con miel
tal oferta de él á mí.
Antorchas nos encendieron
en los postes. Se veía
como si fuera de día; 795
y en el círculo que abrieron,
juramos fiar los dos
la liza, como cristianos,
al poder de nuestras manos
y á la voluntad de Dios. 800
Las suyas no tienen par,
é ignoro si le ayudó
Dios ó el diablo; pero yo
me sentí el hierro sacar
del puño segunda vez 805
por aquel hombre, que alcanza
de Satanás la pujanza,
el brío y la rapidez.
Hombre soy, pero él es más.
Mi espada asiendo caída, 810
me dijo: «Tenéis la vida
en poder de Satanás;
mas vivid. La faz no os doy,
porque nunca de la cara
el disfraz que me enmascara 815
quito, y se ignora quién soy.
Mas vos sois mío. Os prohibo
volver espada á llevar,
ni en Juan ni en Ana pensar,
ni en otro que aun está vivo, 820
vuestro hermano don Miguel;
y estaréis pronto á acudir
adonde os ordenen ir
algún día el diablo ó él.»
En cuanto mentó á mi hermano, 825
caí en que podía él mismo
serlo; pero fué un abismo
el hombre, y le sondeé en vano.
Del castillo nos salimos
por un subterráneo; á uña 830
de caballo, él, el de Acuña,
otros dos y yo, partimos
á Portugal; y dejándome
bajo palabra enclaustrado,
en el convento me he estado 835
aburriéndome y callándome.
Mas una carta suscrita
por el diablo recibí,
en la cual me da hoy aquí
al toque de ánimas cita. 840
Dice: «En casa de Maluenda
os pondrá el diablo á la mano
vuestra espada y vuestro hermano.»
Que lo explique quien lo entienda.
MALUENDA
Os estimo, Capitán, 845
vuestra franca narración.
CAPITÁN

 (Á JUAN.) 

Ya veis cuál mi posición
es con vos, maese Juan.
Por eso os he detenido.
Si os sorprende mi visita, 850
el diablo, que aquí me cita,
nos dirá á lo que he venido.
JUAN
¿Vendrá?...
CAPITÁN
Seguro; y es llano
que uno solo son los tres;
si el Encapuchado no es 855
el diablo mismo, es mi hermano.
MALUENDA
¿Tal creéis?
CAPITÁN
No tiene vuelta;
el diablo, ó el millonario
cuyo nombre hereditario
es Rojas tras de Revuelta. 860
MALUENDA
¿No puede ser otro Rojas?
CAPITÁN
¿Don Lope? No; estoy muy cierto.
Don Lope me hubiera muerto
con una de las dos hojas.
Porque él debe de mi hermano 865
los millones de guardar,
y él ó yo hemos de heredar
de Miguel; conque en la mano
teniéndome, y á mansalva
pudiendo cortarme el cuello, 870
asiera por el cabello
la ocasión, que no era calva.
MALUENDA
Es un modo de pensar
poco cristiano.
CAPITÁN
Mas es
muy exacto, y al revés 875
no me lo sé yo explicar.
Conste, pues, que yo he cumplido.
Si falta ese personaje
á la cita, aquí hospedaje
tendréis que darme; os lo pido 880
para esperarle, hasta que él
venga ó avise que no;
porque no he de cejar yo
ni al diablo ni á San Miguel.
MALUENDA
Bravo hombre sois.
CAPITÁN
No es razón
885
que crea el que me ha vencido
por las armas, que ha podido
achicarme el corazón.
Mas mucho tiempo se pasa,
y yo, que cansado vengo... 890
MALUENDA
¿Tenéis apetito?
CAPITÁN
Tengo
un poco.
MALUENDA
Pues haréis en casa
colación.
CAPITÁN
Cuanto antes fuera,
fuera mejor.
MALUENDA
Pues es cosa
del momento. ¿Mariposa? 895
 

(Aparece MARIPOSA á la puerta.)

 
Sirve la cena.
MARIPOSA
Ya espera
separada de la lumbre.
MALUENDA
Pues á la mesa.
 

(Se acercan á la mesa, y mientras el CAPITÁN deja pasar á ANA, que estaba á su derecha, por delante de él, MALUENDA dice aparte á JUAN:)

 
Ea, Juan,
que no entienda el Capitán
tu miedo, ó á pesadumbre 900
tome tu hosquedad con él.
¿No te humilla el ver que él toma
lo del diablo tan á broma?
JUAN
Saber yo que era aquél...
MALUENDA

 (Interrumpiéndole.) 

Un hombre: recobra el brío. 905
 

(MALUENDA, viendo que el CAPITÁN espera, se coloca en su sitio é indica el suyo á los demás. La silla del centro, que queda de espaldas á la puerta, es la señalada para el que ha de venir, y queda vacía. Á la derecha, MALUENDA. El CAPITÁN, á su derecha, en el lado derecho de la mesa. Á la izquierda del sitio vacío, ANA. En el lado izquierdo de la mesa, frente al CAPITÁN, JUAN. Cuando MARIPOSA sale á tiempo y coloca la sopera en la mesa, lo hace por el lado vacío de ésta, que es el que da al público, retirándose inmediatamente y habiendo dejado al salir abierta la puerta.)

 
Aquí, Capitán; allí
tú, Ana; ahí, Juan, y aquí
dejo este puesto vacío
para él, si venir le place.
CAPITÁN
Sois un hombre, prebendado. 910
Si él á la cita que ha dado
falta, él sabrá lo que hace.

 (Viendo que JUAN permanece sombrío y mudo, dice aparte:) 

(¿Qué tendrá aún ese mancebo?
Pues por mi parte he cumplido;
mas si él no está convencido, 915
comenzaremos de nuevo.)
 

(MALUENDA, que ha sorprendido la mirada del CAPITÁN á JUAN, dice al CAPITÁN:)

 
MALUENDA
Tal vez á poca hidalguía
tendrá el que no se le aguarde.
CAPITÁN
Llegar á tiempo no es tarde;
pero antes, es cortesía. 920
MALUENDA
Decís bien.
CAPITÁN
Y aunque él, con cena
puesta á su cita no invita,
suponer debió en su cita
que se cena en Nochebuena.
MALUENDA
¡Bravo hombre sois!
CAPITÁN
Así soy;
925
sus modos cada cual tiene.
MARIPOSA
Sopa de almendra.

  (Poniéndola.) 

CAPITÁN
La doy
mi bienvenida; y si viene
tarde el diablo, que no cene.
 

(Se oyen campanas lejanas, lo mismo que en el fin del acto segundo.)

 
JUAN
¡Las ánimas!
ENCAPUCHADO

 (Sale.) 

Aquí estoy.
930
JUAN y
CAPITÁN
(¡Él es!)
 

(Todos en pie.)

 


Escena X

 

MALUENDA, JUAN, ANA, el CAPITÁN, MARIPOSA y el ENCAPUCHADO con la espada del CAPITÁN de bajo del brazo, y sin la suya en el cinto.

 
CAPITÁN
Antes de llevar
bocado alguno á la boca,
mis cuentas á mí me toca
con vosotros ajustar.
MALUENDA
¿Antes? ¿Nada hay que nos fíe 935
con vos ni aun breves instantes?
ENCAPUCHADO
No; mas se arreglarán antes
de que la sopa se enfríe.
MALUENDA
¿Tanta prisa...
ENCAPUCHADO
Hoy á mí Dios
el mundo social me cierra, 940
y no puedo hoy en la tierra
dejar cuentas de mí en pos.
MALUENDA
Mas quienquier que podáis ser,
podréis nuestra mesa honrar.
ENCAPUCHADO
No puedo asiento tomar 945
ni á mesa puesta comer.
MALUENDA
¿Quién sois, pues?
ENCAPUCHADO
Un acreedor.
Tengo una firma de Juan,
y tengo del Capitán
una palabra de honor. 950
MALUENDA
Y prontos están á hacer
honor á firma y promesa;
mas quién les da tanta priesa
para ello, querrán saber.
CAPITÁN
Yo sí.
JUAN
Y yo.
ENCAPUCHADO
Ya lo sabréis.
955

  (Á MALUENDA.) 

Vos, que ha un año en vuestro hogar
á su diablo familiar
no veis, quién soy bien sabéis
MALUENDA
Yo de vos sé historias cojas
é inconexas, y una ó dos 960
ciertas, por lo que de vos
me ha dicho Lope de Rojas.
ENCAPUCHADO
Lope de Rojas su casa
por mí os confió, y sujeto
estáis á guardar secreto 965
de lo que en su casa pasa.
Lope fué quien ideó
al diablo el encargo dar
por Ana y Juan de velar,
y por él les velé yo. 970
De ello sabe alguna cosa,
aunque al secreto sujeta,
le guardó bien la discreta
y avispada Mariposa...
Por él, con infernal tacto, 975
de oro en su febril afán,
obligué conmigo á Juan
ha un año á firmar un pacto.
Por él tras Revuelta dí,
le cogí y lo desarmé, 980
y está, por palabra y fe
de hidalgo, sujeto á mí.
CAPITÁN
Y he cumplido como tal;
mas á ver estoy resuelto
por qué os presentáis envuelto 985
en un misterio infernal.
JUAN
Y yo, si sois sólo un hombre,
decidido á demandaros
por qué os plugo presentaros
á mí con tal faz y nombre. 990
¡Me habéis dado un año entero
de afán!
ENCAPUCHADO
Justa punición
de vuestra superstición
y de la sed de dinero.
Mas ¿díjeos quién era yo? 995
Vida y honra me debéis,
y negarme fe podéis,
agradecimiento no.
Mas hoy que cargos á hacer
vengo, y cuentas á cerrar, 1000
punta ni hoja ha de quedar
por asir ni por volver.
CAPITÁN
¡Pues no hay pocas puntas sueltas,
ni por volver pocas hojas!
Sudaréis si andan los Rojas 1005
revueltos con los Revueltas.
ENCAPUCHADO
Todas las hojas y puntas
por volver y por atar,
os las vengo yo aquí á dar,
Capitán, vueltas y juntas. 1010
Y no será culpa mía
si al juntar puntas y hojas,
los Revueltas y los Rojas
no se juntan todavía.
CAPITÁN
Pues empezad á coger 1015
y á volver puntas y hojas,
y empecemos por los Rojas.
ENCAPUCHADO
¿Qué de ellos queréis saber?
CAPITÁN
Lo que han hecho de mi hermano.
ENCAPUCHADO
Le educaron de manera 1020
que no supiese quién era.
CAPITÁN
Y ¿han hecho de él un villano?
ENCAPUCHADO
No, sino un hombre leal,
que no sabiendo quién es,
no tiene odio ni interés 1025
contra la raza rival.
Un hombre que os constituye
con los Rojas en concordia.
Un hombre en quien la discordia
de vuestras razas concluye. 1030
Y hombre de alma tan templada
y de mano tan ligera,
que de la vuestra pudiera
volver á arrancar la espada.
CAPITÁN
¿Sois...
ENCAPUCHADO
No; es, en vez de un villano,
1035
un Revuelta caballero
que a una Rojas, no el primero,
sí el más leal, dió su mano.
CAPITÁN
¿Está unido en matrimonio
con una Rojas?
ENCAPUCHADO
Que le hace
1040
muy feliz.
CAPITÁN
Pues ese enlace
lo ha de haber hecho el demonio.
ENCAPUCHADO
Él fué, mas de Dios en nombre;
Dios un diablo envió á la tierra,
vuestra fratricida guerra 1045
para acabar en ese hombre.
Don Lope casó á su hermana
con don Miguel, vuestro hermano,
para ahogar vuestro odio insano
en aquella unión cristiana. 1050
Es un lazo hecho ante Dios;
los hijos que nazcan de él,
nacerán de odio sin hiel,
mejores que Lope y vos.
CAPITÁN
Tanto á don Lope mentáis, 1055
que, por lo que se barrunta,
el tal don Lope es la punta
que más por coger bregáis.
¿Qué es de él? Acabad.
ENCAPUCHADO
Ha muerto
para el mundo, Capitán, 1060
y aunque amplio perdón le dan,
que vuelva á luz es incierto.
Don Lope absuelto no puede
ser, si no se reconcilia
con vos de odio de familia, 1065
sin que átomo alguno quede.
CAPITÁN
Por vos vencido, aceptó,
las condiciones impuestas
allí; mas nuevas son éstas
que cómo tomar no sé. 1070
ENCAPUCHADO
Tomadlas como cristiano,
Capitán, y sólo así
podrá comprenderme aquí
vuestro corazón mundano.
CAPITÁN
Hablad, pues.
ENCAPUCHADO

 (Bajando al proscenio.) 

Oidme todos:
1075
Lope de Rojas, forzado
tomó eclesiástico estado;
mas por tan bárbaros modos
vejado fué y perseguido
por un partido contrario, 1080
que un día tiró el Breviario,
y tomó espada y partido.
Y ¡no hay nada que más vil
y sanguinario al hombre haga,
ni hay peste, tósigo ó plaga, 1085
como la guerra civil!
Los más nobles caballeros,
al ir en bandos partidos,
se transforman en bandidos
y andan como bandoleros. 1090
La guerra civil maldita
quita el juicio al más prudente,
torna en fiera al que es valiente,
hijos á la patria quita,
pervierte las almas buenas, 1095
corrompe los corazones,
envenena las pasiones
y hace de los hombres hienas.
Lope de Rojas, lanzado
en ella por odio ruin 1100
de familia, fué por fin
por el Papa excomulgado.
Mas un día se espantó
de sí mismo, y penitente,
paz perpetua entre su gente 1105
á establecer se obligó.
El oro, que ya lo sobra,
emplea un templo en hacer;

  (Al CAPITÁN.) 

vos habéis podido ver
allá en Portugal su obra. 1110
Mas no puede en sociedad
volver á ocupar su puesto,
si deja en su raza el resto
más leve de enemistad.
Si vos, corazón mundano, 1115
vaso de odio y de altivez,
no comprendéis esta vez
su modo de obrar cristiano,
yo, que por él os vencí
y la mano os desarmé, 1120
desarmado os llevaré,
mientras viváis, tras de mí.
y si vuestra enemistad
dura lo que vuestra vida,
¡que Dios á vuestra alma pida 1125
cuentas en la eternidad!
¿Perdonáis?
CAPITÁN
Sí; porque al cabo,
según sois de pertinaz,
creo que seréis capaz
de venderme por esclavo. 1130
ENCAPUCHADO

 (Á JUAN.) 

A vos, mozo, Dios testigo
fué del pacto entre los dos;
ved lo firmado por vos,

  (Le da un escrito.) 

y ved si os venís conmigo.
JUAN

 (Lee.) 

«Por el dote de doña Ana 1135
»que recibo hoy de un extraño,
»me obligo de hoy en un año
»á ir á tierra lusitana,
»y de un templo de Coimbra
»la imaginería á hacer, 1140
»cuando estén para poner
»á su bóveda la cimbra.»
JUAN y ANA
¡Oh!
ENCAPUCHADO
Capitán, vuestra mano.
La espada os va á ser devuelta
por don Miguel de Revuelta 1145
y Rojas.
CAPITÁN
¿Sois vos mi hermano?
ENCAPUCHADO
No, Capitán.
CAPITÁN
Pues ¿quién?
ENCAPUCHADO
Ése,
el marido de doña Ana
Rojas de Revuelta, hermana
de don Lope; y porque cese 1150
el público puntas y hojas
de recoger y dar vueltas,
entre Rojas y Revueltas,
yo soy don Lope de Rojas.
 

(Se quita el antifaz y cae el telón.)

 





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