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11

Von Schack no introduce ningún esquema de carácter cronológico en su Historia de la literatura y del arte dramático en España, pero sí repara, en cambio, en que «las pequeñas piezas dialogadas del Cancionero de Encina no están ordenadas cronológicamente» y, a renglón seguido, sugiere una vía de investigación -aprovechada en el siglo XX- para determinar el momento de la puesta en escena de las églogas: «pero teniendo en cuenta las alusiones que hace a sucesos contemporáneos, es a veces fácil conocer el tiempo en que se escribieron» (ob. cit., trad. de E. de Mier (Madrid, 1886) [1845], Tomo I, pp. 265-266).

 

12

Manuel Cañete, Teatro completo de Juan del Encina (Madrid: RAE, 1893). Cito en adelante por TC.

 

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Aunque desconozco la causa, es habitual toparse con la afirmación de que Cañete suscribe la cronología de Moratín, incluso en artículos bien documentados como los de Caso González (p. 163) o Temprano (p. 141). Es curioso que Cañete, a pesar de su comentada «inhibición», discrepa de Moratín en torno a la fecha de la Égloga de tres pastores, que el primero estima compuesta entre 1507 y 1509 (TC, p. XXXVIII) mientras que éste la data en 1497 (ob. cit., p. 181).

 

14

Emilio Cotarelo Mori, «Juan del Encina y los orígenes del teatro español», La España moderna, 64 (abril y mayo, 1894), pp. 24-52 y 24-60. Este artículo fue recogido en Estudios literarios de España (Madrid, 1901), pp. 103-181. De estos materiales hace amplio uso en el «Prólogo» a la edición facsímil del Cancionero de 1496, que citaré como Prólogo.

 

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Como valoración de la «desigual» carrera de Encina, Cotarelo añade: «al considerar que su vida alcanzó la cifra casi normal de sesenta y un años [...], el hecho nos produce el efecto como de un autor malogrado, tanto más cuanto podemos comprender el número y variedad de sus obras y dada su gran facilidad para componer lo mucho que pudo haber producido en los otros 30 años de su existencia» (Prólogo, p. 28). Al figurar esta estimación en la edición del Cancionero comúnmente manejada por los estudiosos, como es la de la RAE, esta imagen deformada del autor ha llegado, bajo las más pintorescas formulaciones, hasta prácticamente nuestros días, y no es difícil que haya orientado estudios recientes, magistrales en otros muchos aspectos. Así: «Parece legítima la suposición de que Encina, al dejar reposar su pluma a lo largo de estos veinte años [1500-20], ha bebido, sin hastiarse, en la copa de la vida cuyas delicias, quizás, en aquel tiempo no eran para ser descritas» (A. van Beysterveldt, Poesía amatoria del siglo XV y teatro profano de Juan del Encina (Madrid: Ínsula, 1972), p. 23).

 

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Esta inverosímil disposición responde a un móvil concreto: refutar el conocido artículo de Crawford («The Source of Juan del Encina's "Égloga de Fileno y Zambardo"», Revue Hispanique, 38 (1916), pp. 217-231), sobre la deuda de Encina para con la Segunda Égloga de Antonio Tebaldeo (1463-1537). Cotarelo reacomoda en su Prólogo la cronología inicial dada en sus artículos de 1894 y 1901 para insistir, chovinistamente, en que es el italiano quien «plagia» al salmantino. La contrarréplica de Crawford, ajustada a razón, aparece en «Encina's "Égloga de Fileno, Zambardo y Cardonio" and Antonio Tebaldeo's Second Eclogue», Hispanic Review, 2 (1934), pp. 327-333, en especial, pp. 331-332. Para terminar, añadiré que el eminente hispanista británico adscribe erróneamente a 1507 la primera impresión de la Égloga de tres pastores, cuando en realidad aparece en el Cancionero de 1509.

 

17

Sabido es que aún hoy se carece de un respaldo documental para sustentar esa afirmación, a la que, no obstante, se puede llegar por otro tipo de razonamiento, como veremos.

 

18

El conocido fragmento es:


y entonces se daba en ella
principio a la Inquisición,
se le dio a nuestro comedia.
Juan de la Encina el primero,
aquel insigne poeta,
que tanto bien empezó,
[...]
en los días que Colón
descubrió la gran riqueza
de Indias y Nuevo Mundo,
y el Gran Capitán empieza
a sujetar aquel reino
de Nápoles y su tierra,
a descubrirse empezó
el uso de la comedia...


(Agustín de Rojas Villandrando, El viaje entretenido [1603], ed. de Jean Pierre Ressot (Madrid: Castalia, 1972), pp. 148-149)                


 

19

Se apoya en el testimonio del cronista Zurita, en su Historia del rey don Hernando el Cathólico. De las empresas y ligas de Italia, tomo V de los Anales, ed. de Lorenzo de Robles, Zaragoza, 1610, fol. 52 (art. cit., p. 365).

 

20

Lamentablemente no puede aducir a su favor ningún apoyo documental sobre la fecha de entrada del poeta en palacio, incógnita, como ya apunté, aún hoy por desvelar.